liturgia, oración y familia en los tres primeros siglos del cristianismo

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ALBERT HAMMAN
LITURGIA, ORACIÓN Y FAMILIA EN LOS TRES
PRIMEROS SIGLOS DEL CRISTIANISMO
El tema tiene su mayor dificultad en la penuria de las fuentes relativas a los tres
primeros siglos, los más desconocidos y decisivos para asistir al nacimiento de la
oración en .el-seno de la comunidad y la familia cristianas. El artículo puede ayudar a
iluminar una serie de prácticas que van siendo redescubiertas con sencillez.
Liturgie, priére et f amille dans les - trois. premiers siécles chrétiens, Questions
Liturgiques, 57 (1976) 81-98
INTRODUCCION
1. Las fuentes
Contamos, en primer lugar, con diversas alusiones en los actos apócrifos, en las actas de
los mártires, en papiros y en inscripciones de casas o tumbas. Estos fragmentos
dispersos permiten reconstruir una serie de ele mentos de la oración familiar de los
primeros siglos.
Disponemos también de un cierto número de obras útiles. El De oratione che
Tertuliano, que es una compilación. de la oración antigua, con el interés de estar escrito
por un casado, y en el que encontramos una serie de reglas relativas á la oración: lugar,
tiempo, formas, formularios, estilo y comportamiento. También Cipriano, en el De
dominica oratione aporta elementos complementarios. El tratado De óratione de
Orígenes desarrolla una teología de la oración en el marco de, un comentario al Pater.
Orígenes precisa condiciones y costumbres, particularmente de la oración doméstica.
También la Tradición apostólica -sea o no de Hipólito- es rica en informaciones sobre
la oración en el seno de la comunidad y fa milia cristianas, y permite reconstruir la vida
espiritual de las comunidades de la época.
Todos estos libros deben ser utilizados con cierta sordina, ya que tienden a describirnos
un esquema ideal o idealizado.
2. Preliminares indispensables
Es peligroso extrapolar o proyectar nuestras preocupaciones a las generaciones pasadas.
Es importante verlas como eran: diferentes de las nuestras, con otros intereses y otra
sensibilidad.
El medio ambiente semita y judío no es el oriental, pero menos aún el occidental grecoromano: La familia no vive de la misma forma: la condición' de la mujer casada, de la
madre, la dependencia de los hijos no son las mismas en oriente que en occidente. En
general, la familia antigua, sobre todo la oriental, vive patriarcalmente, bajo la autoridad
incontestada del parterfamilias. Es normal que todos sus miembros, incluidos los
criados, compartan la misma fe. A los ojos del Estado, los esclavos de las familias
cristianas son considerados también como cristianos. Con todo, pueden encontrarse
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también situaciones distintas: existen mujeres casadas cuyo cónyuge sigue siendo
pagano (caso de Mónica, madre de Agustín). También hay que valorar la influencia de
la madre, que es dominante en el hogar oriental (todavía hoy, en las familias judías, los
niños siguen la religión de su madre).
Conviene tener muy en cuenta la precaria situación del cristiano en el imperio romano,
cosa que en parte, al menos, explica el fervor de los fieles amenazados, y marca la
importancia de la domus, la acogida y la irradiación del hogar. El agape, en efecto, se
sitúa en el cuadro de una casa en la que el padre de familia recibe viudas y vírgenes
pobres y sin familia, en número condicionado por la medida del triclinium (doce en
total). El hogar es también el origen de la evangelización y centro de comunidad
eclesial, cuyo jefe es el paterfamilias que ha recibido al misionero itinerante. Tengamos
en cuenta que la descripción de las cualidades del obispo -y del diácono- en las cartas a
Timoteo y Tito parten de la experiencia y cualidades de un hogar cristiano (cfr 1Tm 3,
2-5). Y así, si se ha podido decir que el hogar es una pequeña iglesia, es exacto también
decir que la iglesia es una comunidad de hogares, una gran familia. Hay, pues, simetría
y mimetismo entre la vida espiritual de la comunidad familiar y eclesial, entre la liturgia
de una y otra asamblea.
ESTRUCTURA EUCARISTICA DEL HOGAR CRISTIANO
Sería bueno comenzar este apartado profundizando en el carácter y estructura
eucarística del hogar a partir de las relaciones entre eucaristía y matrimonio (Ef 5,25).
Nos es imposible desarrollarlo aquí, y por tanto lo damos por supuesto. Tampoco
especularemos con la comparación comunidad eclesial, comunidad humana
sacramentalizada por el matrimonio cristiano. Preferimos apoyar nuestra reflexión sobre
el terreno de los hechos e instituciones.
1. La eucaristía desde el comienzo se celebra en las casas
Los Hechos de los apóstoles (Hch 2, 46) contraponen claramente el culto en el templo al que los fieles permanecían asiduos- y la fracción del pan en las casas. Este mismo
texto de Hch enlaza la fracción del pan con la vida cotidiana. Esto significa que no sólo
la cumbre de la reunión doméstica - la fracción del pan eucarístico- sino toda la
comunidad de mesa, toda la vida hogareña, tomaba valor de alabanza y liturgia. La
eucaristía expresaba y sacramentalizaba la unidad del mismo pan compartido, que
fundaba la fraternídad y la comunidad, y provocaba una fusión entre todos, más allá de
sus divergencias, gracias al mismo pan.
Todo esto se explica en el marco de una verdadera comida familiar que acaba en acción
de gracias sacramental. Incluso separada de la comida, la eucaristía conserva carácter de
comida y la comida cristiana conserva carácter eucarístico.
2. La eucaristía doméstica
arece que cuando la comunidad sobrepasa el marco de un hogar se ve obligada a crear
un lugar de reunión. Se sitúan entonces las eucaristías por la mañana, pero siguen
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existiendo eucaristías domésticas, limitadas al cuadro de una familia, que pueden estar
ligadas a una verdadera comida. Los textos nos dan, además, testimonio de otra
costumbre: algunos fieles se llevan a sus casas el pan eucarístico de la celebración de la
mañana y comulgan en su casa, quizá para respetar el ayuno hasta la tarde, cuando
toman el alimento eucarístico con el ordinario.
3. El padre de familia y la eucaristía
En otra ocasión hemos mostrado cómo la evangelización se efectúa en el marco de una
casa hospitalaria puesta a disposición de un misionero itinerante. El hogar es, de este
modo, un centro de irradiación y de acogida. A menudo el paterfamilias deviene jefe de
la comunidad, y a tal efecto el misionero le impone las manos (tal es la situación
descrita en el "Pastor de Hermas" o en las cartas pastorales de Pablo).
4. 'El "ágape"
El ágape se situaba en el marco de una familia que acogía un número restringido de
personas (doce como máximo). El padre de familia invitaba a los miembros
desheredados de la comunidad. El ágape es una comida inspirada por la caridad y la
eucaristía. Debió nacer en el momento en que la eucaristía se separó de una verdadera
comida y, por razones de seguridad, se situó por las mañanas.
El ágape conserva de la eucaristía no únicamente su carácter de comida, sino también su
significación social de koinonia en una fraternidad que nivela las clases y diferencias
sociales. Las oposiciones son superadas y vencidas. Es una manera de expresar y
significar proféticamente la comunidad mesiánica en la que no deben existir ya ni
hambre ni pobres. Ideal ya realizado en los orígenes cristianos, en Jerusalén, a pesar de
la clara tendencia idealizadora de Lucas.
La presencia de un miembro de la jerarquía, y los textos litúrgicos que encuadran el
ágape acentúan aún más su inspiración eucarística. El pan bendecido (béni ou eulogié)
subraya la relación con el pan eucarístico (eucharistié). Y el desarrollo mismo del ágape,
organizado por la comunidad en un lugar apropiado, conserva su significación
eucarística.
5. Las comidas cristianas
Entre los judíos, la comida tiene un carácter religioso que escapa a nuestras costumbres
secularizadas. En tiempos de Cristo, la comida se inicia con una oración de bendición
que. Jesús respeta particularmente en la multiplicación de los panes. La actitud de Jesús
partiendo el pan con una oración, es tal que los discípulos de Emaús le reconocen en
este gesto.
La eucaristía fue instituida en el curso de una comida, y es la comida sacramento por
excelencia. Inversamente, toda comida prolonga, en cierta manera, la eucaristía y
gracias a ella toma valor de signo. De esto tenemos los siguientes datos: la oración abre
y cierra la comida cristiana; disponemos de oraciones de comidas y todas la ponen en
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relación con la eucaristía. Y además, estas oraciones de comida suelen tener una triple
coloración: social (Dios, que da a todos, impulsa a . repartir entre todos) ; eclesial (la
reunión de la familia significa la Iglesia) ; y escatológica (toda comida es profecía del
"día" en que comeremos y beberemos con el Padre en el Reino). Encontramos, por
tanto, en las comidas las mismas constantes que en la celebración y el misterio
eucarísticos.
6. La esperanza cristiana
El tema de la comida eucarística abre y cierra la vida cristiana: se encuentra desde la
fuentes bautismales hasta los epitafios, donde expresa la esperanza que la comida
eucarística ha hecho nacer en el corazón de los fieles: la eucaristía ha sido siempre
profecía de la comida escatológica. Y para los confesores de la fe, la eucaristía es
prenda y remedio de incorruptibilidad.
LA ORACION EN LA VIDA DEL HOGAR CRISTIANO
En la normalidad de la vida cotidiana, ¿cómo se expresa la vida de oración de los
cristianos? ¿Cuál es su lugar, su importancia, su forma -al margen de lo que acabamos
de analizar- en la existencia cotidiana de la familia cristiana? Procederemos
ordenadamente estudiando el lugar, el tiempo y la expresión de la oración en el hogar.
1. El lugar
Los paganos ponían bajo la protección de una divinidad el umbral de su casa y a los que
tenían ocasión de entrar en ella. También casi todos los cristianos sacralizaban su
morada mediante inscripciones referidas a la acogida y la presencia del Señor, deseando
la bendición divina a los fieles en todos los caminos y moradas. Estas inscripciones
ponen a la casa y a quienes la habitan bajo la protección del Altísimo o de Cristo.
Orígenes señala la costumbre de reservar una habitación a la oración. Existían, pues, en
esta época oratorios domésticos, posiblemente dirigidos hacia oriente, símbolo del alma
mirando hacia la luz verdadera. La significación escatológica de esta orientación marca
el sentido y la dirección de la vida y la esperanza cristianos. Los discípulos de Cristo no
miran ya hacia el templo de Jerusalén, sino hacia el Cristo glorioso que volverá, y hacia
Oriente, donde se encuentra entre los dos ríos, el presunto lugar del jardín del Edén.
Esto explicaría la tendencia y la costumbre de orar en dirección a oriente, así como, más
tarde, el dar la misma orientación a la construcción de las iglesias.
2. El tiempo de la oración cristiana
Analizaremos primero el tiempo mismo de la oración y después nos preguntaremos si
esta oración en tiempo fijo es común.
a) Horas de la oración: Hablar de horas es hablar de tiempos fuertes, privilegiados, pues
orar, para un cristiano, es un estado. El cristiano es el hombre-en-acción-de-gracias;
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toda la actividad del fiel debe ser una alabanza a Dios (Flp 1, 3-4), el creyente ha de orar
sin cesar (1 Ts 5, 17), o como dice Orígenes, "ha de unir la oración a las obras
obligatorias y las obras a la oración. Sólo así es realizable la orden de orar sin cesar; con
esto, consideraremos la vida del santo como una sola oración, de la cual la que
llamamos habitualmente la oración no es más que una parte".
Es bien cierto que para el judío el tiempo es la encrucijada en la que la eternidad de
Dios se une a la actualidad: el tiempo está habitado por el Dios que- lo ha creado. Y, sin
embargo, el judío encontraba formalmente al Dios vivo tres veces al día, en los grandes
momentos de la jornada que correspondían a las divisiones mayores del tiempo. Y el
mismo Cristo permaneció fiel a las tres oraciones del día. El uso ternario de la oración
cristiana está atestiguada en la tradición apostólica, Tertuliano, Cipriano y Orígenes.
b) La oración a horas fijas ¿era comunitaria? En este punto hemos de distinguir dos
bloques: un ritmo ternario, heredado del judaísmo, que todo cristiano respetaba fuera
cual fuera el lugar en que se encontrase (horas tercia, sexta y nona, cuando la gente está
habitualmente en el trabajo) ; y otro ritmo, también de tres tiempos superpuestos al
anterior, usualmente en el domicilio y en el cuadro de la vida familiar: la tarde,
medianoche, la mañana. Estamos ante una semilla de oración familiar, que evolucionará
hacia formas comunitarias y cristalizará en las comunidades monásticas. En cualquier
caso, ,este ritmo de la tarde a la mañana es antiguo: la nueva jornada comenzaba la tarde
anterior.
Según Basilio, la oración de la tarde es de origen apostólico y toma una forma solemne
y comunitaria en el ágape y en la bend ición de la lámpara (rito, este último, tomado de
la familia judía y que formaba parte de la celebración del sabbat). Es evidente que en el
marco del hogar la bendición de la lámpara tiene un carácter comunitario y no adquiere
toda su significación más que con toda la familia reunida.
Referente a la oración de la noche, disponemos de una precisión que nos orienta hacia
un sentido conyugal. La Tradición Apostólica dice: "Sobre la medianoche, levántate,
lávate las manos y ora. Si tu mujer está presente, orad juntos". El sentido vigorosamente
positivo de la situación matrimonial merece ser subrayado. Al mismo tiempo, la oración
de la noche parece tener una orientación escatológica, que motivará más tarde la oración
de vigilia en las comunidades monásticas.
Finalmente, no tenemos ninguna precisión sobre el carácter comunitario de la oración
de la mañana. En la medida en que la Tradición Apostólica refleja una situación y no un
ideal, atestigua una reunión litúrgica matinal, cotidiana, para el obispo y los sacerdotes,
en la que pueden participar los fieles. De todos modos, había días sin instrucción y
cristianos que no podían asistir a ella. En tales casos, la -Tradición recomienda que cada
uno haga una lectura provechosa en su casa.
De todo esto podemos deducir que el cristiano consagra el tiempo mediante la oración
continuada, con momentos fuertes, exigidos para respetar una cierta regularidad.
Explícita o implícitamente, la oración permite recibir el tiempo y el día como una gracia
y reencontrar así al Señor que habita en ellos.
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3. Expresión y contenido de la oración
La oración cristiana, individual o familiar, seguía fiel a los formularios. Jesús no los
rechazó, sino que insistió en la densidad y no en la multiplicidad.
¿Cuáles son las fórmulas cristianas? En primer lugar el Pater. Es esencialmente una
oración comunitaria. Quiere y debe forjar comunidad, tanto familiar como litúrgica. En
la oración del Señor encontramos las grandes revelaciones bíblicas: trascendencia y
santidad de Dios, reino y voluntad de Dios. Siguen después las necesidades cotidianas,
las más sencillas preocupaciones del hogar. Finalmente se menciona el perdón, siempre
con su dimensión comunitaria, y se manifiesta la conciencia de una existencia frágil y
amenazada.
Los salmos permanecen como oración del Pueblo de Dios, de toda la cadena de la
humanidad, Cristo los ha hecho suyos, y ha cargado con este inmenso clamor,
purificándolo con su fidelidad sin tacha. El salterio anima la oración, tanto la personal
como la comunitaria. Los salmos se enc uentran en la liturgia y en la vida, en las casas
cristianas, en su frontispicio. Son el alimento de la existencia cristiana y los trabajadores
los cantan en su trabajo. También encontramos el salterio en la poesía cristiana de las
Odas de Salomón, en la oración de los mártires, y en las inscripciones funerarias.
Junto a esto, la comunidad cristiana crea sus propias oraciones y fórmulas, como
atestigua ya Pablo (Col 3, 16). La comunidad cristiana compone libremente, en formas
heredadas sobre todo del judaísmo, pero también del paganismo: doxología,
aclamación, himno, salmo. Y poco a poco la aclamación litúrgica (Hosannah, Kyrie
eleison, Alleluia) emigra hacia la vida y marca el ritmo de la existencia cristiana, de la
prueba a la muerte, de la persecución al martirio.
A todas estas fórmulas hay que añadir los gestos, como la señal de la cruz. Es, a la vez,
concreción de la fe y oración, confesión y petición de protección de una vida que
pertenece a Dios por toda la eternidad. Proviene del rito bautismal pero se reencuentra
en la vida cotidiana.
Conclusión
El corazón de esta oración cristiana comunitaria que marca la vida cotidiana de los
fieles es y sigue siendo la fracción del pan. La oración cristiana es una acción de gracias
vivida, una liturgia de todas las horas. Pero es que además, la vida del cristiano es a la
vez realización de la confesión de fe y de la eucaristía, a la vez fe vivida y fe celebrada.
En otra ocasión tuvimos la oportunidad de probar que las oraciones eucarísticas, las
anáforas orientales, estaban construidas sobre dominantes trinitarias y/o cristológieas, es
decir, las mismas motivaciones teológicas que configuran el ritmo de la oración
cristiana.
El cristiano vive en un universo que es para él la primera epifanía de Dios. El tiempo,
las realidades del hombre, carne espiritualizada o carne habitada por el espíritu, pero
carne sexuada también, son los dones creados por Dios, que toman su significación, su
valor de eternidad, por la consagración de toda carne y del tiempo por Cristo, que ha
venido a habitarlos y transfigurarlos. En la realidad de su fe, de su condición humana,
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de la fecundidad de su amor sacramentalizado, el hogar vive una eucaristía que ilumina
el camino del cristiano. El Espíritu inspira a la iglesia la oración que se encue ntra en las
celebraciones eucarísticas, la última palabra de la escritura: Maranatha, Ven Señor!
Para los cristianos, en definitiva, no hay solución de continuidad entre la liturgia y la
vida, entre la obra de salvación realizada por la eucaristía y su propia acción. El misterio
es una provocación a la acción, y apunta al compromiso y a realizaciones sociales para
ser verdadero, vivido y leíble por todos. La liturgia no puede encerrarse en sí misma,
sino que debe desembocar en la vida de cada día.
No se trata simplemente de una "misa sobre el mundo", sino de una misa que transforma
y- transfigura la visión de este mundo, aprendiendo a descubrir en él el rostro de Dios,
sus manos que lo han amasado, los elementos que se han convertido en su cuerpo
histórico y eucarístico, cumbre de la ascensión, primicias de la tierra y de la
resurrección.
Tradujo y condensó: JOSE M. LOZANO
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