DE LA CONQUISTA ROMANA HASTA EL 41 dC

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U.D. 8
TEMA 1
DE LA CONQUISTA ROMANA HASTA EL 41 d.C.
I.- Difícil situación política
Pompeyo no perdió mucho tiempo en regular la situación interna del reino asmoneo; hizo
prisionero a Aristóbulo y lo desterró a Roma, y confirmó a Hircano II en el cargo de sumo
sacerdote. Pompeyo se ocupó luego de reestructurar el poder de la dinastía asmonea: Samaría quedó
independiente, y a las ciudades helenísticas de Transjordania las agrupó en una confederación
llamada la Decápolis (en griego "las diez ciudades"), nombre recordado también en el Nuevo
Testamento. Al sumo sacerdote Hircano II no le quedó más que Judea y parte de Galilea, quedando
así el reino asmoneo reducido de hecho a uno de tantos Estados vasallos de Roma.
En estos años las vicisitudes de Palestina están
estrechamente ligadas a las de Roma, en particular a la
lucha por el poder entre Pompeyo, muerto en Egipto en el
48 a.C., y Julio César, y después de la muerte del último en
el 44 a.C., a la lucha entre Octavio y Antonio, que terminará
con la victoria de Octavio, que se convertirá así en
emperador (Octavio César Augusto).
Hircano II logró conservar el poder poniéndose de
parte de César mientras este estaba empeñado en la guerra
contra Pompeyo en Egipto. Como aliado de Hircano II
aparece un tal Antípatro, anteriormente gobernador de Idumea, que obtiene de César el nombramiento de gobernador
de Judea. Uno de los hijos de Antípatro, Herodes,
prosiguiendo esta política de equilibrio entre las facciones
romanas opuestas, consigue en el 37 a.C. obtener de
Antonio el nombramiento de rey de los judíos. Con gran
habilidad, después de la derrota de Antonio, Herodes hace
acto de sumisión a Octavio, el cual le confirma en la
realeza, concediéndole también privilegios y ampliando sus
territorios. De este modo el reino de Herodes alcanzará dimensiones considerables.
II.- El reinado de Herodes el Grande
En los primeros años de su reinado, Herodes, llamado el Grande, se preocupó sobre todo de
eliminar a cualquier posible adversario interno; ordenó dar muerte a todos sus posibles opositores: a
una decena de miembros del sanedrín además de a su mujer Mariamme, a sus hijos Alejandro y
Aristóbulo y, más tarde, al primogénito Antípatro. Herodes se presenta, pues, como un tirano
desconfiado y suspicaz, pronto a suprimir a cualquiera que le hiciese sombra.
Sin embargo, desde un punto de vista político, Herodes mostró gran habilidad e iniciativa.
Mandó edificar la ciudad de Samaría, fundó la nueva ciudad de Cesarea Marítima y construyó una
serie de fortalezas a fin de reforzar las fronteras del reino, pero la obra más importante es la
ampliación del templo de Jerusalén, empresa monumental, cuyos trabajos se continuaban aún en
tiempos de Jesús. No se terminarán hasta el 63 d.C., apenas siete años antes de la destrucción
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definitiva de Jerusalén por las legiones romanas.
Herodes no era judío, sino idumeo, y, encima, gobernaba una población mixta, en la que los
judíos, aunque mayoría, estaban mezclados con griegos y otros habitantes de culturas y religiones
diversas. Intentó, por un lado, aparecer como bienhechor del judaísmo, como lo prueban los trabajos
de reconstrucción del templo y su intensa labor diplomática en favor de los derechos de los judíos
de la diáspora. Por otra parte, favoreció mucho el proceso de helenización enviando a dos de sus
hijos a estudiar a Roma, construyendo en Jerusalén un anfiteatro y en otras partes incluso templos
paganos, dando a las nuevas ciudades por él fundadas una impronta típicamente griega y
presentándose como gran amigo de los romanos. Estos hechos no dejaron de escandalizar a los
judíos, que lo miraron siempre como a un extranjero.
III.- Judea hasta el 41 d.C.
En su testamento, el rey Herodes dividió su reino entre los hijos supervivientes: Arquelao
recibió Judea y heredó el título real, Filipo recibió la región situada al noroeste del lago Tiberíades,
mientras que el hijo tercero, Herodes Antipas, se convirtió en tetrarca de Galilea y de Perea. A la
muerte de Herodes estallaron graves desórdenes entre el pueblo, que no quería aceptar a un hijo de
Herodes por rey; una delegación judía fue a visitar a Augusto, pidiendo la sumisión a los romanos a
cambio de la autonomía interna; pero Augusto confirmó sustancialmente el testamento de Herodes.
En virtud de la decisión de Augusto, Arquelao pudo asumir el poder en Judea, pero su
carácter cruel y despótico estaba calcado en el de su padre y Augusto se vio forzado a llamado a
Roma, y el 6 d.C. lo exilió a Galia. Con ello Judea se convierte en parte de la provincia romana de
Siria, bajo la administración directa de un procurador con sede en Cesarea Marítima. Al sumo
sacerdote se le dejó el poder religioso y un mínimo de poder civil; pero los procuradores romanos
no dejaron nunca de dejar sentir todo el peso de la ocupación, preocupados sobre todo del orden
público y del cobro de los impuestos. A partir del 6 d.C., Judea se encontrará en una situación de
constante rebelión y desórdenes, mientras que el sentimiento antirromano iba creciendo sin cesar.
Entre los varios procuradores que se sucedieron en el gobierno de Judea es bien conocido de
todo lector del Nuevo Testamento Poncio Pilato (26-36 d.C.). El filósofo Filón de Alejandría,
contemporáneo suyo, lo describe como un personaje violento, venal, autor de innumerables
brutalidades, de homicidios sin proceso y de crueldades abominables. Incapaz de comprender la
sensibilidad religiosa de los judíos, provocó al menos en dos ocasiones, verdaderas y auténticas
matanzas. El final del mandato de Pilato no fue glorioso; debido a su actitud, fue llamado a Roma y
probablemente depuesto de su cargo, si bien sobre el particular las fuentes de que disponemos son
inseguras.
IV.- Galilea, Samaria y Transjordania bajo los reinados de Filipo y de Herodes
Antipas
El segundo hijo de Herodes, Filipo fue indiscutiblemente el mejor de los hermanos. De
tendencias abiertamente filohelenísticas y romanas, fue el primer gobernador judío que hizo grabar
en las monedas la efigie del emperador. De carácter generoso y pacífico, gobernó sin incidentes a
una población compuesta de judíos y paganos. El tercer hijo de Herodes, Herodes Antipas (4 a.C.39 d.C.) se convirtió, como se ha dicho anteriormente, en tetrarca de Galilea. Es el Herodes -no ha
de confundirse con su padre- bajo cuya jurisdicción se encontraba también Nazaret, y del que por
tanto era súbdito Jesús. En el Nuevo Testamento Herodes es recordado también por haberse casado
con Herodías, mujer de su hermanastro Filipo; Juan Bautista le acusó de ello, por lo que Herodes lo
hizo decapitar.
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