La historia es de quien la cuenta

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La historia es de quien la cuenta
Darys J. Vázquez Aguiar
Duvier del Dago no dibuja. Sueña. Los cinco años de estudio en el Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA)
incidieron en el gusto por la imagen dibujada. Allí se formó profesionalmente y se consolidó como dibujante. El
uso de una iconografía cercana a la estética del storyboard y el comic, influiría en la creación de una línea
sintética y bien modelada. Así, personajes elegantes y sofisticados —prototipos de belleza y placer—
comenzaron a desfilar por el papel. Ellos constituirían el star system del propio del artista. La imaginación
terminaría por ser un recurso importante del dibujo y la techne, a su vez, un conjunto de procedimientos para
materializar lo imaginado.
Las construcciones de hilos realizadas en las tres dimensiones esenciales: ancho, alto y profundidad, condujeron
al dibujo fuera de los límites del papel. La naturaleza última de estas piezas es un tanto ambigua. Pudieran
considerarse como dibujos escultóricos u objetos instalativos o tal vez como esculturas efímeras. La realización
de estas obras traduce la necesidad del artista de proyectar el dibujo en la relación espacio-tiempo. Ello lo logra
a partir de un proceso en el que, pasado, presente y futuro se unifican. Las instalaciones de hilos describirían el
mundo virtual de las ideas y los sueños, que por intangible parece no existir, pero cuyos efectos repercuten con
más fuerza en la vida del hombre.
La apariencia high techne de estas piezas y la atmósfera cool que las encierra, nos hacen pensar en la
posibilidad de que el artista hubiese utilizado algún tipo de sofware informático para la fabricación de las
mismas. Mas, el trabajo con el hilo está lejos de toda tecnología o industrialización, se desarrolla manualmente
bajo los procedimientos tradicionales del uso del papel milimetrado. Lo bello se concentra precisamente allí,
donde la mano del creador ha incidido.
Duvier ritualiza lo intuitivo del dibujo en un esquema de trabajo que comienza con la ubicación de la imagen
dentro de las cuadrículas del papel milimetrado. Punto a punto se realiza un levantamiento del dibujo desde
varios planos. La matemática, la geometría, la física son herramientas indispensables para crear y ubicar la
pieza espacialmente. El artista propone un estudio clínico de la obra. Proyecta sus formas en el eje de las X y de
las Y, hasta terminar por construirla anatómicamente. Los tensores de hilos colocados por él tejerán la columna
vertebral de las piezas; los nudos serán, a su vez, los nervios y tendones de la misma, el cuerpo de la imagen
dibujada en el aire. La luz dará movimiento y velocidad al estatismo físico de estas esculturas, las transportará
en el espacio. La luz además, resultará el ánima necesaria, la anunciación de “un nuevo entorno”.
Dos series ha desarrollado Duvier en la producción de estas esculturas: Castillos en el aire y Teoría y Práctica. La
primera, toma como punto de referencia el Deseo analizado a partir del mundo de las cosas y del gusto
consumista del hombre. De ahí que el artista —para establecer reflexiones alrededor de la relación dineropoder-felicidad—, trabaje con íconos específicos como la casa (Bungalow, 2006), el carro (Materialista
objetivo, 2004), el teléfono (Motorola, 2005) y las mujeres-fashion (Top Model, 2006). En otro sentido, la serie
Teoría y Práctica tiene un contenido antropológico y existencial. Son trabajos que indagan tanto en la condición
humana como en su negación. El hombre en diálogo con su entorno sociopolítico, cultural y mediático
constituirá el eje central de Teoría y Práctica.
Para el creador, especial atención tienen los materiales de video que se integran a las instalaciones de hilos de
esta serie, ya sean los que son exhibidos a través de plasmas digitales o los que son proyectados sobre una
pantalla. Más que un complemento indispensable, el video-art como lenguaje dimensiona el carácter simbólico
de dichas piezas. En él se evidencia los signos de las ciudades, de sus gentes, de la publicidad, la televisión, el
cine o de Internet que han sido captados por el artista. Duvier reconstruye los hechos, trastoca la memoria
histórica con los campos de su memoria psicológica, familiar y cotidiana. La edición del video nunca repite con
exactitud los sucesos o impresiones vividas por él. Los videos devienen, eso sí, “actos constructivos” de lo real,
impulsos dinámicos que recalan en la realidad, vista desde el fragmento más que como un todo absoluto.
Específicamente, en estos dos últimos años, ha editado videos con resultados diversos. En algunos casos el
audiovisual tendrá un sentido fenoménico descriptivo —como en La Guerra de todo el pueblo (2007) y en 90
millas (2007) —; en otros —como en Bomba (2007) y en Matador (2007) —, un sentido más emocional al
implicar al espectador sensorial y psicológicamente; por último —como en ADN (2008) y en Entelequia (2008)
— el resultado será más intelectivo y abstracto.
La guerra de todo el pueblo —una de las piezas más significativas de este período—, es una metáfora de la
agonía existencial del hombre por el tema bélico. A través de una figura humana construida por hilos y
suspendida en el aire en aparente levitación, llegamos a las imágenes de una marcha del 1ro. de Mayo en La
Habana. El hombre —parece decirnos el autor— es más vulnerable por sus acciones que por su existencia. El
fundamento filosófico de la pieza queda expresado en una cuestión esencial: la ideología es un elemento
manipulador que puede unificar y al mismo tiempo exterminar a los pueblos. Y es que ni aún naciendo de nuevo
la humanidad toda podría liberarse del vicio que genera el poder.
Con un sentido más irónico, está pensada la obra titulada 90 Millas. A través de los códigos de la noticia
televisiva Duvier trabajó la relación con el espectador. Jugaría con la misma sensación de indiferencia y
distanciamiento que generan los noticiarios al emitir informaciones de otras partes del mundo ajenas a la
realidad de quien las ve. En síntesis, 90 Millas era la representación de un barco (de 8 metros de largo por 3,20
metros de largo y 2, 44 metros de ancho) construido con hilos. A la pieza tridimensional se le integraría una
proyección de un reportaje noticioso cuyo tema fundamental era: el robo de una embarcación naval procedente
de la Marina Hemingway. Foto a Foto Duvier intercalaba imágenes de las emisiones del Noticiero Nacional de
Cuba y del programa de La Mesa Redonda —órganos oficiales de la Isla—, con escenas de los balseros
emigrando hacia los Estados Unidos y con secuencias de un comic televisivo cubano titulado: “Le Zumba el
Mango”. Comentaristas, moderadores de los programas, e incluso personalidades políticas como Fidel Castro
parecían reflexionar sobre el supuesto acto vandálico cuando en verdad, hablaban de asuntos ajenos a este
suceso. Un subtitulaje en francés —que abría con la frase: “La historia es de quien la cuenta” — era colocado
por el artista al pie de cada imagen para introducir comentarios referidos a dicho robo. El teatro noticioso
terminaría con la voz en off de una investigadora americana exponiendo su tesis del fenómeno Cuba-Estados
Unidos. Sarcásticamente, 90 Millas parecía una alegoría contemporánea de la barca de Noe a la “tierra
prometida”. Con ello, dejaba en entredicho aquella creencia que propone a la emigración como la feliz
resurrección —hacia un estadio superior de vida y de progreso económico—, de los individuos.
En estas ocasiones, el “sugerir” le serviría como método para tocar un lado de la verdad. La lección final
aprendida es que existe muy poca diferencia entre el espacio de “lo real” y el espacio de “lo posible”. Y es que
la verdad es una “criatura del pensamiento dialéctico”, un producto derivado de los actos sociales. De esa
fragilidad es conciente el artista.
En un sentido ontológico, el mundo de hoy no tiene la misma forma que el de los siglos pasados. Las
construcciones de hilos son de alguna manera un laboratorio de ilusiones de nuestra realidad. Portátiles bellos
que habitan en un “no lugar”. A través de los hilos, Duvier teje una red simbólica de lo real. En sus obras la
realidad no se manifiesta de un modo inmediato, su materialidad cede para dar paso a las zonas virtuales. De
ahí que en dos de sus últimas piezas de hilos importase más la forma que el contenido. Dichas obras se
proponían como una realidad en sí misma y no como una representación del mundo real. Ello se expresaría
moderadamente en la pieza titulada ADN (2008), en la que el artista dibujó con hilos una cadena genética de
un ser humano. Sobre esta cadena se proyectaría un video, que resumía los datos de la natalidad, las
enfermedades y las causas de muerte en Cuba, desde el 1986 hasta la actualidad. Como si fuesen los créditos
de la historia nacional, este balance estadístico se reflejaba en la pared de fondo de la obra con poca nitidez y
ello, bloquearía en algún sentido, los niveles de recepción del público.
Fue ADN la obra que motivaría a la realización de Entelequia (2008). Desde códigos más cercanos a la
abstracción quedó finalmente realizada esta última. Cada cual podía hacerse una idea diferente de la obra.
Algunos pensarían en la secuencia de los cromosomas, otros, en las formas de un útero femenino. A la escultura
de hilos se le sumaba una proyección de video, que recogía los datos económicos y sociales de la familia
cubana del 1990 al 2006, información completamente ilegible para el público. El video-art tendría un sentido
puramente estético. El artista lo propuso como una extensión de los hilos. El dibujo, finalmente, quedaba
convertido en energía.
Todo el proceso constructivo de Duvier del Dago requiere de la paciencia y de la concentración de su creador.
Pendiente a cada detalle, es él mismo quien estructura estas grandes redes de hilos. Un error o desliz en los
cálculos, una falla en el montaje puede provocar que todo o buena parte del esfuerzo caiga en la nada. Aún hoy,
después de cuatro años de trabajo en las esculturas de hilos, cuando ya el artista ha alcanzado una madurez en
esta técnica, algunos imprevistos pueden seguir ocurriendo. He ahí quizás, el porqué continúa realizando este
tipo de obra. El renacimiento inesperado que tiene el dibujo cuando se proyecta en 3D, pone en dudas las
intenciones de realizar el duelo oficial de las construcciones con hilos. Y es que aún le queda por hacer.
La Habana, julio de 2008
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