EL RENACIMIENTO Se conoce como Renacimiento al vasto movimiento de revitalización que se produjo en la cultura en Europa Occidental entre los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes aunque también se produjo una renovación en el de las letras y ciencias, tanto naturales como humanas. El nombre Renacimiento se utiliza porque este retomó los elementos de la cultura clásica. Además este término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras los siglos de oscuridad de la Edad Media. En el arte del Renacimiento se distinguen dos períodos: el Quattrocento, siglo XV, centrado en Florencia, y el Cinquecento, siglo XVI, centrado en Roma, y que a su vez se divide en un período clásico, del 1500 al 1530 y un período manierista, a partir de 1530. Aparece la figura del artista genial, por lo que se abandona definitivamente el anonimato, y surge el taller del maestro, que es quien recibe los encargos de los clientes. El hombre es la obra más perfecta de Dios. Se pinta la figura humana independientemente de lo que represente. El Renacimiento hace al hombre medida de todas las cosas. Como arte esencialmente cultural presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de actitudes medievales y elevarse al más alto rango social. La vuelta a la Antigüedad. Resurgirán tanto las antiguas formas arquitectónicas, como el orden clásico, la utilización de motivos formales y plásticos antiguos, la incorporación de antiguas creencias, los temas de mitología, de historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos. Con ello el objetivo no va a ser una copia servil, sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico. Surgimiento de una nueva relación con la Naturaleza, que va unida a una concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la Naturaleza, como en la Antigüedad, no se orienta hacia el conocimiento de fenómeno casual, sino hacia la penetración de la idea. El arte pictórico del Renacimiento no debe interpretarse como una imitación de los modelos antiguos. Hubo en Italia, como en el norte y este de Francia, un primer Renacimiento en el siglo XIV, que nada o muy poco se inspiró en la Antigüedad, siendo el desenvolvimiento lógico del gran estilo gótico. El naturalismo gótico penetró en Italia e hizo revivir el realismo italiano, adormecido desde el siglo III. Pero, así como en Francia y en Flandes el naturalismo no tuvo freno alguno, en Italia, gracias al humanismo renaciente y al ejemplo de los monumentos del arte antiguo, se frenó, hízose sabio y aprestóse a buscar la belleza más que su expresión, siendo el papel de la Antigüedad el de educadora, encauzando el Renacimiento más que creándolo. El humanismo fue un movimiento de ideas que se desarrolló a impulso del individualismo y del racionalismo, transformando el pensamiento europeo a fines de la Edad Media, y que, emancipándolo de la tutela teológica, fue la manifestación y el triunfo del espíritu laico. Refiriéndonos a la influencia del arte clásico en el del Renacimiento, debemos sugerir que un arte no puede obrar sobre otros por simple contacto; es preciso que el segundo llegue, en virtud de su evolución natural, a un estado que lo haga sensible a las influencias del primero. Estas influencias, a nuestro entender, pueden verse favorecidas, además, por un momento histórico determinado, y ese hecho histórico se dio en la Italia de comienzos de la Edad Moderna. Políticamente, Italia en esos momentos se halla dividida en diversos estados, mientras que en el resto de Europa se están consolidando las nacionalidades. Italia, por tanto, en el período que comentamos no dictaba la política europea; sin embargo, sí consiguió imponerse en el mundo cultural y muy especialmente en el mundo del arte. Esta imposición se debió al encauzamiento que dio hacia el mundo clásico, pero esta inclinación se justifica porque fue el resultado de una sensibilidad nostálgica subyacente que reivindicaba el esplendor del antiguo Imperio romano en un momento en que su unidad no estaba conseguida. De este modo, por medio de la lengua —el latín—, de la cultura en general y del poder papal —que hasta cierto punto sustituye al antiguo emperador—, los italianos recuperan su perdido esplendor. Florencia fue la cuna del Renacimiento, propagándose desde allí a las demás ciudades italianas, Roma, Milán, Venecia, etc. A la cabeza de aquel movimiento figuraron los príncipes, rodeándose de filósofos y literatos, protegiendo a pintores, arquitectos y escultores; Alfonso el Magnánimo en Nápoles, Ludovico el Moro en Milán, Cosme y Lorenzo de Médicis en Florencia, los pontífices desde Nicolás V (1447) hasta Julio II y León X. Todos ellos fueron apasionados de la poesía y los dramas, etc., pero poetas, prosistas y eruditos quedan eclipsados por los artistas, es decir, por los pintores, escultores y arquitectos, algunos de los cuales fueron las tres cosas al mismo tiempo. La escultura renacentista nace en Florencia en torno a 1400 de una manera brusca y no a través de un largo proceso, como había ocurrido con la pintura, al reanudarse el contacto con la tradición de la Antigüedad y más en concreto con la tradición de Roma. La escultura es, de otra parte, la primera de las artes que despierta al Renacimiento, por delante de la arquitectura y de la pintura, y ello conferirá al arte del Renacimiento florentino un carácter plástico. Heredera Florencia de Atenas y del legado romano según la nueva imagen de la ciudad que describió el humanista Leonardo Bruni en su Laudatio Florentinae Urbis, es lógico que los escultores florentinos buscaran su inspiración en los numerosos testimonios escultóricos que la Antigüedad les había legado y que se presentaban a sus ojos como recuperables. Las estatuas conmemorativas, los retratos, los monumentos funerarios y los dioses mitológicos reflejan las múltiples facetas de la vida y del mundo romano. Los escultores florentinos encontrarán en los diversos géneros romanos sus modelos, a través de los cuales plasmarán la vida de la Florencia de su tiempo en el retrato, en el monumento funerario, en la estatua ecuestre y en la imagen religiosa. Mas no será la suya una copia literal de la Antigüedad, aunque lo fuera en algún caso, sino más bien una recreación o superación de la misma, de modo que el resultado es una escultura renacentista. De la extensa Antigüedad griega y romana, será de esta, más próxima en el tiempo y geográficamente, de la que se tomarán los modelos, y dentro de ella, indiscriminadamente al parecer, tanto de la época republicana como de la imperial. También se imitarán tanto técnicas, mosaico, etc. como contenidos inspirados en narraciones y textos clásicos. De las artes de los siglos XV y XVI, la arquitectura es quizá la que reciba de una manera más apropiada el calificativo de renacentista. La pintura, tenida en ocasiones como paradigmática del Renacimiento, apenas pudo contar con referencias clásicas, si no eran las literarias, recogidas por Plinio y, en menor grado, por otros escritores clásicos; la escultura griega era casi del todo desconocida en la época; solo las copias romanas daban, y aún dan, conocimiento de lo que fue el arte de modelar el barro y de labrar la piedra de la antigua Grecia; la arquitectura, desde siempre, estuvo presente a los ojos de aquellos que quisieron verla. Los arcos de triunfo, los templos, los anfiteatros, los circos, las termas con sus moles prepotentes, con sus piedras arruinadas por el tiempo o convertidas en cantera de lo cotidiano, fueron durante siglos testigos de un pasado glorioso que los humanistas recuperaron para cimentar un presente de esplendor. La arquitectura, en ese «estar», ha tenido un significado distinto de los que puedan haber tenido las demás artes; la arquitectura no es representación de una historia, no es imagen del mundo, es el propio mundo, es realidad. Y es en este sentido como se comprende que la arquitectura, aun poseyendo significaciones que emanan de su formalización, es, antes que nada, función, una función servida por la técnica y la estética. En los siglos XV y XVI, primero en Italia y luego en las demás regiones europeas, la arquitectura cambió porque tuvo que servir a nuevas necesidades, porque los poderes sociales exigieron nuevas maneras de expresión monumental. La sociedad acentuó el proceso de afianzamiento urbano ya iniciado en la época gótica; la arquitectura renacentista, principalmente en el siglo XV, es una arquitectura urbana. Los concejos municipales, la Iglesia, los príncipes, los burgueses convierten la ciudad en instrumento y manifestación de su poder y es entonces cuando se remodelan las casas consistoriales, cuando se concluyen las catedrales, cuando se amplían las viejas iglesias y conventos, cuando los patricios levantan sus palacios, cuando la ciudad toma conciencia de los problemas sanitarios y surgen los grandes hospitales. La arquitectura renacentista hubo de crear nuevas tipologías para servir a las nuevas funciones y lo hizo volviendo los ojos hacia el pasado. La arquitectura se impregnó del ideal humanista pero el estudio de «lo antiguo» no supuso una mímesis. La arquitectura del Renacimiento no se diferencia únicamente de la gótica por recuperar el vocabulario formal de lo antiguo. Los órdenes, los arcos, las bóvedas, las columnas o las pilastras se refieren al mundo romano, pero no configuran propiamente su lenguaje. Este es el fruto de las exigencias de las nuevas funciones, de una nueva manera de componer las unidades arquitectónicas, de crear tipologías y también, como es lógico, de una nueva forma de establecer relaciones armónicas entre los elementos constructivos, de concebir el espacio y de crear un nuevo concepto de belleza, el de la belleza unitaria. Historiografía El artista y escritor italiano Giorgio Vasari fue uno de los primeros autores en utilizar esta expresión en su obra Vidas de pintores, escultores y arquitectos famosos, publicada en 1570, pero hasta el siglo XIX este concepto no recibió una amplia interpretación histórico-artística. Sin embargo, Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista. De hecho el Renacimiento rompe, conscientemente, con la tradición artística de la Edad Media, a la que califica, con pleno desprecio, como un estilo de bárbaros, más tarde éste recibirá el calificativo de gótico. Con la misma consciencia el movimiento renacentista se opone al arte contemporáneo del Norte de Europa. Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significa una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido supranacional. Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, ejemplo de la combinación de ciencia y arte. Desarrollo El artista y escritor italiano Giorgio Vasari fue uno de los primeros autores en utilizar este término en su obra Vidas de pintores, escultores y arquitectos famosos, publicada en 1570, pero hasta el siglo XIX este concepto no recibió una amplia interpretación histórico-artística. Sin embargo, Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la actitud espiritual del artista. Históricamente, el Renacimiento fue contemporáneo de la Era de los Descubrimientos y las conquistas ultramarinas. Ésta "Era" marca el comienzo de la expansión mundial de la cultura europea, con los viajes portugueses y el descubrimiento de América, lo cual rompe la concepción medieval del mundo, fundamentalmente teocéntrica. El Renacimiento comenzó en Italia en el siglo XIV y se difundió por el resto de Europa durante los siglos XV y XVI. En este período, la fragmentaria sociedad feudal de la Edad Media, caracterizada por una economía básicamente agrícola y una vida cultural e intelectual dominada por la Iglesia, se transformó en una sociedad dominada progresivamente por instituciones políticas centralizadas, con una economía urbana y mercantil, en la que se desarrolló el mecenazgo de la educación, de las artes y de la música. El desmembramiento de la cristiandad y el desarrollo de los nacionalismos, la introducción de la imprenta, entre 1460 y 1480, y la consiguiente difusión de la cultura fueron de la mano, potenciándose mutuamente, con la revolución operada en el mundo de las ideas. El determinante, sin embargo, de este cambio social y cultural fue el desarrollo económico europeo, con los primeros atisbos del capitalismo mercantil. En este clima cultural de renovación, que paradójicamente buscaba sus modelos en la Antigüedad Clásica, surgió a principios del siglo XV un renacimiento artístico en Italia de empuje extraordinario. El artista tomó conciencia de individuo con valor y personalidad propios, se vio atraído por el saber y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad clásica a la vez que investigaba las técnicas del claroscuro, las formas de representar la perspectiva, y el mundo natural, especialmente la anatomía humana y las técnicas de construcción arquitectónica. El paradigma de esta nueva actitud es Leonardo da Vinci, personalidad eminentemente renacentista, quien dominó distintas ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel Buonarroti, Rafael Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas conmovidos por la imagen de la Antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas, pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva sensibilidad humanística. Mientras surgía en Florencia el arte del Quattrocento o primer Renacimiento italiano, así llamado por desarrollarse durante los años de 1400 (siglo XV), gracias a la búsqueda de los cánones de belleza de la Antigüedad y de las bases científicas del arte, se produjo un fenómeno parecido y simultáneo en Flandes (especialmente en pintura), basado principalmente en la observación de la vida y la naturaleza y muy ligado a la figura de Tomás de Kempis y la "devotio moderna", la búsqueda de la humanidad de Cristo. Este Bajo Renacimiento, conjugado con el italiano, tuvo gran repercusión en la Europa Oriental, (la fortaleza moscovita del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos). La segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo XVI), se caracterizó por la hegemonía artística de Roma, cuyos Papas (Julio II, León X, Clemente VII y Pablo III) (algunos de ellos pertenecientes a la familia florentina de los Médici) apoyaron fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la investigación de la Antigüedad Clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia muchos de estos artistas, o sus seguidores, emigraron y profundizaron la propagación de los principios renacentistas por toda Europa Occidental. Durante la segunda mitad del siglo XVI empezó la decadencia del Renacimiento, que cayó en un rígido formalismo, y tras el Manierismo dejó paso al Barroco. Diferentes etapas históricas marcan el desarrollo del Renacimiento: La primera tiene como espacio cronológico todo el siglo XV, es el denominado Quattrocento, y comprende el Renacimiento temprano que se desarrolla en Italia. La segunda, afecta al siglo XVI, se denomina Cinquecento, y su dominio artístico queda referido al Alto Renacimiento, que se centra en el primer cuarto del siglo. Esta etapa desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que conforma el Manierismo. Mientras que en Italia se estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el Gótico en sus formas tardías, situación que se va a mantener, exceptuando casos concretos, hasta comienzos del siglo XVI. En Italia el enfrentamiento y convivencia con la antigüedad clásica, considerada como un legado nacional, proporcionó una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general. Por ello, allí, es posible su surgimiento y precede a todas las demás naciones. Fuera de Italia la Antigüedad Clásica supondrá un caudal académico asimilable, y el desarrollo del Renacimiento dependerá constantemente de los impulsos marcados por Italia. Artistas importados desde Italia o formados allí, hacen el papel de verdaderos transmisores. Los supuestos históricos que permitieron desarrollar el nuevo estilo se remontan al siglo XIV cuando, con el Humanismo, progresa un ideal individualista de la cultura y un profundo interés por la literatura clásica, que acabaría dirigiendo, forzosamente, la atención sobre los restos monumentales clásicos. Italia en ese momento está integrada por una serie de estados entre los que destacan Venecia, Florencia, Milán, el Estado Pontificio y Nápoles. La presión que se ejerce desde el exterior impidió que, como en otras naciones, se desarrollara la unión de los reinos o estados; sin embargo, sí se produjo el fortalecimiento de la conciencia cultural de los italianos. Desde estos supuestos fueron las ciudades las que se convierten en centros de renovación artística. En Florencia el desarrollo de una rica burguesía ayudará al despliegue de las fuerzas del Renacimiento, la ciudad se convierte en punto de partida del nuevo estilo, y surgen, bajo la protección de los Médicis, las primeras obras que desde aquí se van a extender al resto de Italia. Arquitectura El Renacimiento en arquitectura utiliza los elementos constructivos de la Antigüedad, la bóveda de cañón, la cúpula, los entablamentos, los arcos de medio punto, las columnas, etc. Domina la arquitectura de carácter civil, hospitales, cárceles, etc. En las que el muro es de carga, además de cierre del espacio. Había dos tipos de edificios: religiosos (iglesias) y civiles (urbanos y laicos). Entre los principales elementos constructivos se encuentran: Sustentantes: Arco de medio punto y columnas. Sustentados: Cúpula, bóveda de cañón y cubiertas planas con casetones. Elementos decorativos: Pilastras, frontones, pórticos, decoración heráldica, almohadillado, voluta, grutescos, guirnaldas y medallones. Desde un principio la arquitectura renacentista tuvo un carácter profano, y, lógicamente, surgió en una ciudad en donde el Gótico apenas había penetrado, Florencia; en la Europa de las grandes catedrales, se implantó con dificultades. Se caracterizó por el empleo de proporciones modulares, superposición de órdenes, empleo de cúpulas e introducción del orden colosal. En el Quattrocento fue frecuente recurrir a columnas y pilastras adosadas, a los capiteles clásicos (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por figuras fantásticas o de animales), los fustes lisos y el arco de medio punto, a la bóveda de cañón y de arista, así como a cubiertas de madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del Quattrocento de la del Alto Renacimiento (o Cinquecento) es la decoración menuda (putti, guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), el alargamiento de la cúpula (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las fachadas de piedra tosca (Palacio Medici−Ricardi, de Michelozzo di Bartolommeo) o con los sillares en realce (Palacio Rucellai, de Bernardo Rosellino, proyecto de Alberti). La arquitectura del Cinquecento tuvo como centro Roma: En 1506 Donato d'Angelo Bramante terminaba su célebre proyecto para la basílica de San Pedro en el Vaticano. Los palacios se adornaron de valiosos bajorrelieves (Palacio Grimani de Venecia, 1549, obra de Michele Sanmicheli) o de esculturas exfentas (biblioteca de San Cúpula de Brunelleschi Marcos, 1537−50, Venecia, obra de Jacopo Sansovino). Durante el Quattrocento la figura más destacada es Filipo Brunelleschi (Florencia): cúpula de Santa María de las Flores. Posee una función estética y otra ideológica: representa la unidad cristiana. León Battista Alberti es el gran teórico de la estética renacentista: Santa María de Novella y San Andrés de Mantua. En Lombardía se desarrolla un centro en Milán y otro en Venecia. Se caracteriza por su mayor desarrollo decorativo, con grutescos, relieves y medallones que recuerdan al estilo plateresco o al estilo ornamental francés. Pietro Lombardo: iglesia de los Milagros, y Giovanni Antonio: capilla Colleoni de Bérgamo. El Cinquecento está dominado por Roma, y en menor medida por Venecia. Los reyes y los papas serán los grandes mecenas. Es en esta época cuando se fijan los modelos clásicos del Renacimiento. La figura más representativa es el Bramante, el auténtico iniciador de la arquitectura del Cinquecento y el primer arquitecto de San Pedro del Vaticano. Construye la iglesia de Santa María de la Paz, con una planta octogonal y San Pietro in Montorio. En su arquitectura encontramos el orden y la medida entre proporción de masa y vano. Plaza de San Pedro, obra de Gian Lorenzo Bernini Roma también domina durante el período manierista. Miguel Ángeles uno de los grandes arquitectos del momento. Construye la cúpula de San Pedro del Vaticano. Comienza a utilizar órdenes gigantes, y es el iniciador del manierismo. El Vignola es el campeón de la causa contrarreformista. Construye, el palacio Farnesio, San Luis de los Franceses y El Gesù. Venecia pasa a ser el centro del arte tras el saqueo de Roma en 1527. El arquitecto más genial y original fue Andrea Palladio. Inventa el motivo paladiano (un arco entre dinteles) y usa el orden gigante en el que las columnas abarcan más de un piso. Construye la iglesia del Redentor en Venecia. Sansovino: cúpula de San Marcos, la Casa de la Moneda. El estilo llega a Europa es gracias a los artistas italianos, sobre todo España. En el siglo XVI la Iglesia tomo como modelo la estética renacentista, lo que ayudó a su difusión. Francia acoge con entusiasmo el estilo renacentista. Destacan los castillos señoriales, que se convierten en centros culturales. Doménico de Cortona: castillo de Boils. La influencia fuera de Sobresale la escuela de Fontainebleau. Giles Italia Lebreton: castillo de Fontainebleau, Philibert Delorme:las Tullerías. En Alemania las formas góticas se confunden con las renacentistas: castillo de Heidelberg. En Inglaterra persisten los estilos tudor e isabelino. En los Países Bajos también continúa la tradición gótica. En Portugal está vigente el estilo manuelino. España Gran parte de Italia pertenece a la corona española. Además, se importan, o se copian, las mejores obras de arte italianas y flamencas. El primer período corresponde al plateresco, de tradición gótica y mudéjar. Se caracteriza por sus fachadas, que se tratan como si fueran retablos de plateros: paramentos almohadillados, columnas abalaustradas con capiteles corintios, pilastras ricamente decoradas con grutescos, medallones con cabezas clásicas o de fantasía, y escudos. La decoración recubre por entero las superficies. Lorenzo Vázquez: colegio de Santa Cruz en Valladolid, Enrique Egas: hospital de Santa Cruz en Toledo, Alonso de Covarrubias: catedral de Sigüenza, Juan de Álava: iglesia de San Esteban en Salamanca, y Juan de Horozco: San Marcos de León. En la segunda mitad del siglo XVI aparece el purismo. Se caracteriza por una mayor austeridad decorativa, que se limita a algunos elementos concretos. Se libera de los últimos convencionalismos góticos para entrar en el Renacimiento pleno: arcos de medio punto, almohadillados en los muros, y la decoración se reduce a las puertas y las ventanas. Un aspecto más sereno, armónico y equilibrado. Alonso de Covarrubias: hospital de Tavera, Rodrigo Gil de Hontañón: palacio de los Guzmanes en León, Diego Siloé: fachada de la catedral de Granada, Pedro Machuca: palacio de Carlos V en Granada. La tercera etapa corresponde al estilo herreriano o escurialense: El Escorial. Coincide con el reinado de Felipe II que es su gran inspirador. Juan de Herrera es el auténtico artífice del estilo, que se caracteriza por el predominio de los elementos constructivos, ausencia decorativa, líneas rectas, volúmenes cúbicos, y formas geométricas simples, pirámides, cubos y esferas. Predomina la horizontalidad, rota por las torres de las esquinas y las cúpulas de la basílica. Los tejados se cubren con pizarra a la manera flamenca. En la fachada predomina el muro sobre el vano, y está estructurada en dos pisos. Representa la grandeza del Imperio y de su rey. Escultura David de Miguel Ángel La escultura renacentista se caracteriza por la proporción, la simetría y el canon. Lo importante es la belleza, más que lo que representa. Estudia la anatomía a través del desnudo y el retrato. Los protagonistas son el hombre y la naturaleza. El Quattrocento es la época de Lorenzo Ghiberti: puertas del baptisterio de Florencia. Resuelve con originalidad el problema del espacio y la perspectiva, fijando las técnicas clásicas. Donatello es el más grande escultor del momento. Su contribución más importante la realiza en el campo de la figura humana: David, Magdalena y Gattamelata. Della Quercia: Fontana Gaia en Siena, Della Robbia: Tabernáculo de Santa María de Novella. En el Cinquecento destaca la figura de Miguel Ángel, el gran escultor del Renacimiento. Estudia los problemas de movimiento y composición. Exalta por igual la fuerza física y la espiritual. La Piedad, David, Moisés, sepulcro de los Medici. Las últimas obras de Miguel Ángel pertenecen al manierismo: se exageran las actitudes y se llega al colosalismo de las figuras. La influencia fuera de Italia En Europa se difunden los modelos italianos del pleno manierismo, principalmente como elemento decorativo en tumbas y sarcófagos. Destaca la escuela de Fontainebleau en Francia, con figuras como Guido Mazzoni: sepulcro de Carlos VIII. En Alemania destacan las figuras de Peter Vischer, el Viejo: sepulcro del arzobispo Ernesto de Sajonia, y Adolf Daucher: capilla de los Fúgger. España La escultura renacentista en España se caracteriza por su religiosidad expresiva y realista. Se utiliza la madera policromada con la técnica del estofado. Los artistas italianos más destacados fueron: Leone Leoni: monumentos funerarios de Carlos V y Felipe II, y Jacobo L’Indaco: catedral de Murcia. Llegaron a España para trabajar en El Escorial. Hay varias escuelas: la de Burgos, Diego de Siloé: sepulcro del obispo Acuña; la de Palencia, Juan de Valmaseda: retablo de la catedral de Palencia; la de Valladolid, Alonso Berruguete: retablos de San Benito el real, Juan de Juni: Virgen de las angustias y Gaspar Becerra: retablo de la catedral de Astorga; la de la Corona de Aragón, Pedro Moreto: trascoro de la Seo, y Damián Forment: retablo de la catedral del Pilar en Zaragoza; y la andaluza y murciana Diego de Siloé. Pintura Se inventa una perspectiva tridimensional, se usa técnica del sfumato para dar cierta la perspectiva aérea, y se pinta sobre todo tipo de superficies. La perspectiva, la composición, el color y la luz son los elementos que centran las preocupaciones formales. El Quattrocento destaca por su observación de la naturaleza y el paisaje, la plasmación del movimiento y la ampliación de los temas. Aparece el desnudo, el cuerpo humano se representa en sus proporciones correctas. Fray Angélico: La Anunciación, El descendimiento de la cruz. Ucello: San Jorge y el dragón. Fillippo Lippi: Coronación de la Virgen. Piero della Francesca: La Virgen de la misericordia. Y Sandro Botticelli (el más famosos). Tiene una marcada tendencia al arabesco, la línea ondulante y el dibujo: El nacimiento de Venus. En Venecia se desarrolla Fray Angélico La Anunciación una escuela que anuncia el barroco. Giovanni Bellini: Oración del huerto. El Cinquecento es la edad de oro del Renacimiento. Aparecen diferentes motivos, pero el principal se encuentra en primer plano. Lo anecdótico desaparece. Se rinde culto a la belleza. El arte de componer consiste en la ordenación de unas pocas masas dentro de esquemas geométricos sencillos. Leonardo da Vinci es uno de los más grandes pintores del arte universal: La Virgen de las rocas, La última cena y La Gioconda. Rafael representa la perfección clasicista por su estética y su armonía: La Madona del jilguero, El descendimiento de la cruz, y grandes retratos como los de León X y El cardenal. Miguel Ángel destaca con un lenguaje más manierista: conjunto de la Capilla Sixtina, La Sagrada Familia, Cristo crucificado y Nuestra Señora de Brujas. Sus figuras tienen un aspecto escultórico y monumental, adoptan posiciones difíciles y desequilibradas en escorzo y movimiento. En la escuela de Venecia destacan Giorgione: La Virgen de las cerezas; Tiziano:La Venus de Urbino, Carlos V, Felipe II; el Veronés: Venus y Adonis; y Tintoretto: El lavatorio. Otro gran centro se sitúa el Florencia, donde trabajan el Correggio: Virgen con el Niño, y La fornarina, Andrea del Sarto: Madona obra de Rafael de las arpías. La influencia fuera de Italia En Europa destaca Francia, donde trabajan Leonardo da Vinci y Andrea del Sarto, que crea la escuela de Fontainebleau. En los Países Bajos se sigue notando la influencia flamenca. El Bosco cierra la última fase del gótico e inicia el Renacimiento. Peter Brueghel, el Viejo: El empadronamiento en Belén. En Alemania destaca la figura de Alberto Durero: San Juan y san Pedro. España En la escuela valenciana destacan pintores como Vicente Masip: Bautismo de Cristo, y Juan de Juanes: Inmaculada Concepción. En la escuela andaluza destacaron Pedro Machuca: Madona del sufragio, y Luis de Morales: Ecce Homo. En la escuela castellana destacan pintores como Pedro Berruguete: la capilla de San Pedro en la catedral de Toledo, Juan de Borgoña: sala capitular de la catedral de Toledo, Sánchez Coello, pintor de la Corte, y Navarrete, el Mudo: El martirio de Santiago. Pero el pintor más genial El descendimiento de la Cruz del momento es el Greco, con sus R. Van der Weyden figuras alargadas, sus imágenes dramáticas, su color luminoso, luz y color, y el espacio antinatural y sin perspectiva, plenamente manierista: El caballero de la mano en el pecho, El entierro del conde de Orgaz. El entierro del Conde de Orgaz “EL Greco” La liebre, obra de Durero Música del Renacimiento Al no conocer la música griega o romana con tanta precisión como la arquitectura y la escultura, la música renacentista no se produce como una restauración de lo antiguo. La música de esta época fue una culminación de lo anterior (Ars nova) buscando naturalidad, proporción y armonía entre texto y melodía. Características principales: - Unión entre música religiosa y profana. - Más equilibrio entre las voces. - Mayor sentido imitativo en el contrapunto. - Progresiva sustitución de voces por instrumentos (favorece a la música instrumental que también acompaña la danza). - Se amplía el campo de acción de la interpretación musical (templos, universidades pero también salones, cortes, etc). - El músico adquiere mayor importancia social. Música vocal religiosa: 1. Motete: Es una composición de 2, 3 o más voces sobre textos latinos y de extensión breve. El motete se cantaba en adviento, cuaresma y en semana santa. Su época de mayor importancia fue durante los siglos XII y XIII. En el motete destacan las figuras de Giovanni Pierluigi da Palestrina y de Orlando di Lasso. 2. Misa: Se desarrolla sobre los textos litúrgicos de esta celebración: kyrie; gloria; credo; sanctus y Agnus Dei. La misa estaba inspirada en temas del canto llano y profano menos en el caso de la "Missae sine nomine" (misa sin nombre) que no estaba inspirada en ningún tema preexistente. Renacimiento español Literatura española del Renacimiento: En España el cambio ideológico no es tan extremo como en otros países; no se rompe abruptamente con la tradición medieval, no desaparece la literatura religiosa, y será en el Renacimiento cuando surjan autores ascéticos y místicos; por ello se habla de un Renacimiento español más original y variado que en el resto de Europa. Nuestra literatura acepta las innovaciones italianas (Dante y Petrarca), pero no olvida la poesía del Cancionero así como toda la tradición. Es ecléctica (una mezcla entre lo conservador y lo "moderno") entonces por su tradicionalismo y su universalidad: cultiva todos los temas y géneros produciendo en todos obras maestras. Como síntesis del Renacimiento y preludio del Barroco, la literatura contará con la figura capital de Miguel de Cervantes (XVIXVII). Renacimiento alemán El renacimiento artístico no fue en Alemania una tentativa de resurrección del arte clásico, sino una renovación intensa del espíritu germánico, motivado por la Reforma protestante. Durero fue una figura dominante del Renacimiento alemán. Su obra universal, que ya en vida fue reconocida y admirada en toda Europa, impuso la impronta del artista moderno, uniendo la reflexión teórica con la transición decisiva entre la práctica medieval y el idealismo renacentista. Alberto Durero (en alemán: Albrecht Dürer) (1471 - 1528) es el artista más famoso del renacimiento alemán conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte, que ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos. Durero comprendió la imperiosidad de adquirir un conocimiento racional de la producción artística. Tras la Reforma el mecenazgo de la nobleza alemana se centró en primer lugar en la arquitectura, por la capacidad de ésta para mostrar el poder y prestigio de los gobernantes. Así a mediados del siglo XVI se amplia el castillo de Heidelberg, siguiendo las directrices clásicas e incorporó. Sin embargo, la mayoría de los príncipes alemanes prefirieron conservar las obras góticas, limitándose a decorarlas con ornamentación renacentista. Los emperadores Habsburgo y la familia Fugger fueron los más importantes mecenas, destacándose la protección de Johannes Kepler y Tycho Brahe. Renacimiento en los Países Bajos Al mismo tiempo que se desarrollaba en Italia el Cinquecento Italiano, la llamada Escuela Flamenca alcanzó un desarrollo notable. Esta escuela se hizo célebre por su notable naturalismo, rasgo que comparte con los maestros italianos. Algunos grandes nombres de la época fueron los paisajistas Joachim Patinir y Quintín Metsys; el retratista Antonio Moro , el Bosco y Bruegel el viejo.