Tuve una clara intuición del origen de todas las cosas y no es para

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Cuento
Literatura
y periodismo
Tuve una clara intuición del origen
de todas las cosas y no es para tanto
Por Prof. Juan Gabriel González, coordinador de
Gestión Cultural (SEU- Facultad Regional Tucumán)
La Casa Luminosa estaba en ninguna parte y en todas a la vez. El Padre,
un anciano malhumorado, gobernaba
con mano de hierro a un montón de
chiquillos permanentemente aburridos, porque en la Casa Luminosa sólo
había reglas, y la primera de ellas
prohibía todo tipo de diversión.
Cuando los niños preguntaban por su
mamá, sólo recibían como respuesta
la mirada llameante del Tirano. Todo
en la casa revelaba la ausencia de una
mano femenina: su carencia de adornos, de cortinas, de cualquier detalle
que pudiera alegrar la vista y matizar
la espartana austeridad reinante, que
parecía emanar directamente del
amo.
La segunda regla prohibía abrir las
ventanas. Los niños tenían gran curiosidad, ya que no sabían qué había
fuera de la casa. Por más que forzaban la vista, no lograban percibir cosa
alguna en el exterior. Así como blanca era la casa, negro era el vecindario;
el color más negro y compacto que
uno podría imaginarse.
El más travieso de los niños tomó
coraje un día y preguntó al patriarca:
- ¿Qué hay fuera de la casa, Padre?
- Nada. O si prefieren, la Nada. Es algo
absolutamente desagradable e inconveniente para los niños. Por eso tienen
prohibido asomar su nariz fuera de la
ventana. ¡Y no me hagan repetírselo!
El Anciano no se hubiera atrevido a
confesarlo, pero la Nada era el origen
de su permanente malhumor. De hecho, se ponía peor cuando se daba
cuenta de que se hacía mala sangre
por nada. Le hubiera gustado eliminar a la Nada, y también, si lo forzaban un poco a confesarlo, a los niños.
¡Eran una verdadera lata! En realidad, le parecía que lo más decente era
que existiera sólo Él, y no hubiera
más que luz por todas partes. Pero
también había pensado que para
mantener su individualidad necesitaba de otros individuos. Y para que
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hubiera luz tenía que haber tinieblas.
¿Cuándo se había percatado de todo
eso? Ya no se acordaba. La gente no
se da cuenta de lo difícil que es estar
al mando. ¡Qué cruz! Si hubiera alguien más para echarle la culpa de
este perpetuo aburrimiento… ¿A
quién se le ocurrió que la Existencia
era la gran cosa? Y así seguía, sumido en su Augusta depresión.
El niño travieso había heredado
como ningún otro la genialidad del
Padre. Así, decidido a salir del perpetuo aburrimiento, inventó el primer juguete que haya existido: una
honda. Rodeado por sus curiosos
hermanitos, buscó el objeto que
habría de servir como primer proyectil. Desprendió un dorado botón
del traje de etiqueta del Padre, y lo
colocó ceremoniosamente en la honda. Todos contuvieron la respiración
cuando el pequeño comenzó a estirar
y estirar la goma que sujetaba al
botón. Unos segundos después, el
proyectil salía como una bala, cruzaba el amplio salón y penetraba en las
tinieblas por un pequeño agujero redondo que acababa de hacer en el vidrio de la ventana.
Los niños contemplaron absortos
hacia la noche eterna que acababa de
ser penetrada por un objeto brillante.
La masa negra pareció comprimir
hasta al infinito al pequeño botón,
que estalló con increíble violencia.
Luego de este sorprendente acontecimiento sólo quedó flotando, frente a
los amplios ventanales luminosos, un
sutil vapor, que pronto se condensó
en una infinidad de pequeñísimos
puntitos de materia. Los fragmentos
más grandes brillaban, perforando el
inmenso vacío negro, mientras que
los más pequeños giraban en torno a
los mayores.
Desde su habitación, el Padre observó atónito el resultado de la travesura. Cuando estaba por estallar su
cólera tonante, su Omnisciencia le
presentó un espectáculo increíblemente agradable. Por primera vez el
júbilo lo invadió, y si hubiera podido,
habría ido a besar al travieso. Pero se
contuvo, por una cuestión de principios. Mientras, desfilaba ante sus ojos
la sucesión temporal recién creada
por el botón y la Nada. Veía multitudes de seres similares a Él, pero pequeños e insignificantes como bacterias. Y esos seres venían a rogarle, se
arrastraban a sus pies, le hacían
ofrendas, y así interminablemente,
por los siglos de los siglos. Y podía
castigarlos una y otra vez, y matarlos
por millones, con la peste, las guerras, el hambre, las inundaciones. Y
eran tantos y tan tenaces, que podían
soportar un desastre tras otro y seguir adorándolo. ¡Era el Paraíso!
Aunque en escala menor, los niños
también podían concebir el futuro del
universo que el travieso había creado.
- ¡¿ Pero qué hiciste, hermanito?!, dijo
Mansaluz.
- Me parece que me mandé una
macana, respondió Lucifer.
Poesía
La poesía que publicamos a continuación fue oportunamente seleccionada en el "XVI Certamen
Internacional de Poesía y Narrativa" para integrar la Antología Continuidad de las Voces. Dicho
concurso fue organizado por la "Editorial de los Cuatro Vientos" de la Ciudad de Buenos Aires.
Por Ing. Hugo N. Bruno, Profesor Consulto
(Facultad Regional Rafaela)
NATURA
Sugiere, guarda,…
¡Otorga,… no da!
Soberbia y presuntuosa mujer:
Suelta pañuelos en dominio de sabios.
Pensantes de frac,… y de pañuelo tomado.
Simulan hordas de Atila, en pos de virginal conquista.
Natura plasma funestos pactos:
La non Santa Inquisición.
Bruno aniquilado,
Galilei acallado…
Sir misógino,… una manzana:
Sumergido en orlados encajes,… con sajona pasión.
Quitando prendas, una por una, arranca preciados dones.
Los mismos que fueran denegados a Aristóteles.
Encandila la luz,… preñada de dualidad:
Onda: Hermes.
Partícula: Afrodita.
Luz,… ¡Hermafrodita!
Masa impostora, energética y cambiante:
Así es Natura:
Un niño persigue, un joven alcanza,…¡Un genio descubre!
Misterio, magia, seducción, embrujo.
Raro niño de cuatro dimensiones.
La intimidad debajo del ropaje,… el deseo febril.
Gigante de melena blanca.
Saturada de lujuria científica, plena de encanto femenil…
En el átomo lo mejor y lo peor de su esquiva esencia:
Así seguirá:
Sutil micro mundo,… ¿simétrico?, ¿armónico?, ¿determinista?…
Insinuando, otorgando, quitando…
Pequeño gran Universo,… del caos y la paradoja…
¡Así debe ser!
Su reino,… la probabilidad.
Todo es Natura,…Todo Mujer…
La tela de la araña . UTN . 7
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