HISTORIA URUGUAYA TOMO 2 - VOLUMEN 2 ARTIGAS Y EL

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HISTORIA URUGUAYA
TOMO 2 - VOLUMEN 2
ARTIGAS Y EL
FEDERALISMO
EN EL RIO
DE LA PLATA
V\/ A S H I N G T O N
REYES ABADIE
EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL
LA REPUBLICA
1. URUGUAY - HISTORIA - INDEPENDENCIA,
1810-1828
2. ARTIGAS, JOSE GERVASIO - PENSAMIENTO
POLITICO
1:diciones Banda Oriental
la República
CAPÍTULO VII
EL AUTONOMISMO ORIENTAL
Y EL CENTRALISMO PORTEÑO
EL CONFLICTO POLITICO
Motivos del conflicto
En el correr del año XIII y contrariando las esperanzas de Artigas en un
pronto arreglo con las autoridades centrales, la esencial antinomia de conceptos sobre "el objeto de la Revolución", derivó en un penoso conflicto, que desembocaría al año siguiente, en la guerra civil.
Los puntos iniciales del conflicto, fueron: el silencio de las autoridades bonaerenses respecto de las pretensiones orientales de ti¡ misión García de Zúñiga;
el rechazo, por la Asamblea, de los diputados orientales; la ¡lo ratificación de
los tratados con Rondeau y el desconocimiento del "Gobierno Económico',
instalado en Canelones. En realidad, la actitud porteña, frente a cada uno de
estos actos de los orientales, era coherente, en un todo, con el concepto político
que orientaba su gestión: la "subordinación centralizada- de todos los pueblos
y regiones a Buenos Aires, en tranca oposición a la idea de "coordinación auton0micri' de Provincias, independientes y soberanas, que sustentaba el artiguismo.
De allí, el carácter irreconciliable de estas dos concepciones y el inevitable
fracaso de todas las gestiones que pudieran hacerse para hallar una solución del
conflicto.
Explicitadas en los tratados del 19 de abril de 1813, suscritos con Rondeau,
las pretensiones de la misión García de Zúñiga y comprendidas en sus cláusulas, las del acta del 5 de abril, eran inadmisibles, para el Segundo Triunvirato y
para la Asamblea General, tanto la ratificación de aquellos tratados como el
ingreso de los diputados; y de ahí, las reservas formuladas a los primeros (véase Capítulo V) y el rechazo de los últimos.
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Para el rechazo de los diputados, se arguyó el apartamiento de las normas
electorales del 24 de octubre de 1812 para su elección: pero, el verdadero
motivo era que su admisión, en cuanto al número y carácter de su designación,
implicaba el reconocimiento tácito de la .soberanía oriental ejercida en el Congreso «de las Tres Cruces». Implicaba lo mismo, acusar recibo de la instalación del Gobierno patrio de Canelones.
El historiador argentino, José Arruando Seco Villalba, ha indicado, en este
sentido, la importancia
de un proyecto de pacto de la época, titulado
«Proposiciones que podrán establecer la unión con la Randa Oriental», que dice: «en
atención a que, según los poderes de sus diputados y el modo condicional del
reconocimiento de la soberanía de las Provincias Unidas, no pueden por la
presente ser incorporados... », lo que ratifica, definitivamente, lo dicho .sobre la
verdadera razón del rechazo.
Los diputados orientales habían presentado sus poderes a la Asamblea General, a fines de mayo de 1813; encontrándose incorporado ya a la misma, el
Dr. Dámaso Gómez Fonseca desde el 9 de abril, en que había sido admitido por
su elección practicada, por Maldonado, con anterioridad al Congreso "de las
Tres Cruces', el 6 de enero de aquel mismo año.
La aludida elección de Gómez Fonseca se había practicado, de acuerdo
con un oficio de Sarratea del 31 de diciembre de 1812, que ordenaba la elección de tres diputados: uno, por los emigrados de Montevideo; otro, por San
Fernando de Maldonado: y otro. por el Entre Ríos.
El 15 de enero de 1813, los vecinos emigrados de Montevideo, reunidos en
Santa Lucía, habían elegido, a su vez, por unanimidad, a Larrañaga. Pero éste,
a su paso porel campamento oriental, informado de la grave situación imperante
con Sarratea, regresó a su chacra del Miguelete, sustituyendo su poder y representación en Tomas García de Zuñiga, que estaba comisionado para cumplir
la presentación de las condiciones del 8 de enero de 1813 ante las autoridades
porteñas; pero García de Zúñiga, luego de resuelta la misión Vidal, retiraría su
petitorio de incorporación. La elección de Entre Ríos nunca, tuvo lugar.
En sesión del I° de junio, la Asamblea estudió los poderes presentados y
resolvió rechazarlos "por no hallarse bastantes al indicado objeto'. Y el día 11,
ante la insistencia de los diputados orientales, acordó ratificar lo resuelto el día
1°, atento a que, como demostraron "los ciudadanos Vidal, Gómez [Valentín],
Valle, Monteagudo y otros, los pretendidos poderes eran absolutamente nulos
por incontestables principios. Por una parte resultaba la elección hecha por
compromiso de los pueblos en una sola persona, habiéndose nombrado cinco
compromisarios para elegir los cinco diputados ocurrentes, y sin que haya constancia de las actas en que se sancionó el compromiso, prescindiendo de si, en el
caso, es legítimo y contorne a la convocatoria del 24 de octubre, la elección
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por compromiso. A más de que los referidos avisos sólo vienen firmados por un
solo individuo cuyo carácter se ignora, a excepción del ciudadano Artigas, que
suscribe la carta dirigida al ciudadano Larrañaga .
Era de toda evidencia, en efecto, que los orientales no habían cumplido las
disposiciones del reglamento del 24 de octubre de 1812. Para Artigas era una
disposición emanada de un Gobierno surgido de la fuerza -el pronunciamiento del 8 de octubre- y al margen de la voluntad de los pueblos reunidos en la
Asamblea General, para la cual los orientales habían seguido la vieja tradición
de la elección de "procuradores de ciudades y villas", eligiendo un diputado
por Cabildo y dos por la cabeza de Provincia. Y condicionando, además, el
reconocimiento de dicha Asamblea y Gobierno, a la aceptación por éste, de "la
soberanía particular de los pueblos" y al reconocimiento "de la confederación
ofensiva y defensiva' de las Provincias, iguales en "dignidad, privilegios y derechos-. No cabe duda, pues, que el rechazo respondía a claras motivaciones
políticas.
Por lo demás, Artigas había .sido claramente consciente del peso e importancia del voto de los diputados orientales en la Asamblea. El 17 de abril.
escribía al gobierno del Paraguay: «Orientado V.S. de las miras de esta Provincia, podrd concluir
también .su plan decidiéndose a sus resoluciones
consiguienles, si le parece bien equilibrado el juego de los sufragios en la Asamblea
con 6 diputados, 7 de esa Provincia grande y 2 del Tucumán, decididos al
sistema de confederación, que manifiesta V.S. tan constantemente ".
Artigas, ante el rechazo formal de la asamblea, también
elevó los antecedentes al Gobierno provincial y dispuso lo
ratificación directa por los pueblos, de los poderes de los diputados.
Las actas, que sé conservan, de lo resuelto en Guadalupe
y San Juan Bautista (Santa Lucía), por los vecinos emigrados
en Santo Domingo Soriano, ratifican, en todos los casos, el
los electos el 5 de abril y las instrucciones conferidas.
obró formalmente:
necesario para la
de los Canelones,
de Montevideo y
nombramiento de
Por entonces, desde distintos ámbitos, el rechazo de los diputados orientales, merecía el comentario crítico. El 17 de julio, la «Gacela» de Montevideo,
reproduciendo la resolución de la Asamblea, agregaba que cuando publicara
el reconocimiento de la misma «presentirnos el desprecio con que ésta miraría
las reuniones v sanciones de los orientales: hechos clasificados de la conducta
que han observado los diversos gobiernos de aquella capital... no teniendo
otros intereses que el suyo propio, no podían aprobar sino cuánto pendiera de
.sus arbitrarias deliberaciones».
Y en un folleto, el Dr. Lucas José Obes, bajo el seudónimo de « Un americano español», decía: «Orientales, no os alucinéis. Acabais de ver un desengaño,
elegisteis vuestros representantes para la Asamblea, les conferisteis poderes,
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iguales en todo a los de las otras Provincias;, quisisteis formar una federación
evitando así los riesgos de la supremacia de la capital; ¿y qué habéis conseguido? Vuestros representantes no han sido admitidos; los poderes que les conferisteis han sido despreciados, el acta del 5 de abril ni afín ha merecido que los
papeles (te vuestro gobierno la anuncien a vuestros conciudadanos, y es bien
cierto qué en la .sesión secreta de la Asamblea, se miró corno un insulto el
pritner acto de libertad que habéis ejercido en igualdad con el mismo Buenos
Aires».
Pero desde Buenos Aires mismo, el Caudillo oriental recibía cartas e informes que le confirmaban el significado político del rechazo. En una de ellas, un
anónirno corresponsal, que firmaba «Su paisano», le escribía, el l8 de junio:
«Así, pues, todos juzgan que .según se presenta el aspecto de este gobierno y de
la Asamblea ---que todo es uno mismo- ni usted, ni los orientales. ni toda esa
Banda, pueden ni deben esperar verdad,. buena fe, unión ni cosa favorable»
pites <¿así el gobierno corno esta congregación que se ha levantado con el nombre de Asamblea Constituyente, no tienen otro objeto por principio y Jundarnento de .sus operaciones que llevar adelante sus intrigantes miras, alucinar y
engañar a los pueblos para colocarse ellos, hacerse formidables y .subyugar
por la fuera a todo hombre». El anónimo corresponsal informa, luego, de
preparativos militares, intrigas y ajetreos para engañar al público; .se muestra
escéptico sobre el interés del Gobierno por tornar Montevideo, temeroso de
que con ello «los orientales se hagan mas fuertes», 'v le .sugiere hacer ]¿no
pública intimación, exigiendo la admisión de los diputados; que envíe un parlamento, «hombre enérgico» y de «suficientes luces» y que Juega .saber todo lo
ocurrido al Paraguay, de quien habrá de interesarle su «auxilio de armas, tropas, municiones y algún dinero».
La misión Larrañaga
La correspondencia antedicha debió influir poderosamente en el ánirno de
Artigas, pues sus actitudes inmediatas se ajustan a lo que en ella se sugiere. Con
fecha 29 de junio, comisionó a Larrañaga para gestionar ante el Gobierno porteño, un arreglo de las desavenencias.
En el oficio dirigido al Triunvirato, que acompañaba a los documentos expedidos para Larrañaga; el Caudillo recapitula los agravios orientales y los
hechos que lo alarmaban: la cancelación de lospasaportes a García de Zúñiga,
sin haberse considerado el objeto de su comisión; el desprecio inferido al Gobierno de la Provincia al no haberse siquiera acusado recibo a la noticia de su
instalación; la no admisión de los diputados en la Asamblea, «a pretexto de
unos defectos absolutamente cuestionables»; «el esmero en dar importancia a
cuantos emplean .su mordacidad contra esta Provincia v el abandono a que se
ven reducidos sus
apologistas,
perseguidos escandalosamente corno delincuen-
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tes»: la intervención del comandante Hilarión de la Quintana, intimando la
desorganización de las milicias provinciales acantonadas en el Salto: la acción del subdelegado porteño del departamento misionero de Yapeyú, Pérez
Planes. que había avanzado con sus fuerzas «hasta el Mandisoví » v ponía
«corno reos a quienes sirven a mis órdenes», al punto de fusilar sin proceso a
un capitán y a un teniente. Concluía, afirmando que aún no « estaba extinguida
la rivulidad odiosa que se ostentó contra mí hasta conducirme a la precisión
del 25 de diciembre de 1812».
Y también se dirigió, entonces, y durante el transcurso de las gestiones de
Larrañaga, al Paraguay, mientras el diputado oriental, Felipe Santiago Cardoso,
desde Buenos Aires-sin duda, siguiendo la orientación del Caudillo- se comunicaba con el Presidente de la Audiencia de Charcas, en el Alto Perú, invitándolo a unirse "al sistema de América'.
En oficio al gobierno paraguayo, del 30 de junio, comenta la misión del Dr.
Nicolás Herrera ante el mismo, para obtener su concurrencia a la Asamblea
General, y sus sospechas de que «la intriga siempre .sigue»; narra los .suce.sivos agravios de los orientales, v concluye: «.Sólo Buenos Aires .se opone a la
regeneración; el resto de los pueblos gritan sin cesar, y miran en la constancia
y energía de estas dos Provincias, la garantía de sus dignos votos. Ellos miran
en nosotros su sostén, y ellos harán iguales reclamaciones a medida que nosotros, ostentando nuestra grandeza,
resucitemos
la de ellos y f ácilitemos a la
masa el sistema augusto de la confederación. Felices esa gran Provincia y ésta,
si aniquilando la mueva esclavitud, restablecemos el sistema popular que selló
la sangre de nuestros hermanos en los primeros días de la Revolución».
Con oportunidad de la misión confiada a Larrañaga, Amigas volvió a diri-girse al Paraguay, rememorando la dura experiencia revolucionaria y ya escéptico sobre un arreglo pacífico con el gobierno porteño, le solicita su apoyo
para garantizar, en la acción recíproca «el antemural mejor de nuestras pretensiones sagradas», «contra el egoísmo miserable de aquel Gobierno». Pide
el envío de un miembro de la Junta de Gobierno paraguaya, con «facultades
bastantes» para « fortnalizar cualquier sistema de operaciones y arreglar nuestros negocios según puedan mandarlo las circunstancias en que ulteriormente
nos hallemos».
En tanto, Larrañaga recibía el 27 de julio, pormenorizada respuesta del
Gobierno, a «las pretensiones importunas del coronel Artigas". Refiriéndose al
oficio de este último, dice que " la animosidad que respira y el espíritu de hostilidad que domina todo su contexto, persuaden que en la respuesta se busca más
bien una señal para la agresión, que el restablecimiento de la necesaria armonia".
Previene que el Gobierno está preparado para enfrentar no sólo " la furia de los
enemigos exteriores" sino también "las pasiones y las debilidades de los mis-
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oros patriotas". "Si las proposiciones que contiene el papel -agrega- fueran
la expresión de la voluntad de los pueblos de la Banda Oriental, tan contradictorias y desacatadas como son, sería un deber sagrado del Gobieno contestarlas", pero, en vez, sólo expresar la "voz de Artigas que no está legalmente
reconocida como la del pueblo de que se dice representante".
En consecuencia, se trata de un problema de "subordinación a la autoridad"
y de "gobierno interior de las provincias". Sobre el fondo del asunto expresa:
"La Asamblea Nacional determinará la fonna de gobierno que haya de regir en
adelante; los diputados legítimanente elegidos de la Banda Oriental serán los
que expongan sus razones y sus derechos; ellos mismos sancionarán lo que sea
justo y conveniente. La voluntad general de los pueblos y de sus representates
decidirá y todos obedecerán". Entre Quito, el Gobierno está encargado de mantener el orden público, hacer la guerra a los enemigos y "hacer guardar silencio
a las pasiones particulares".
El Gobierno comparte el deseo de los pueblos de la Banda de arreglar el
sistema de suministros al ejército, de vigorizar la administración de justicia, de
proteger las propiedades de las agresiones de las partidas annadas y, a esos
efectos, ha escrito al general Rondeau "para que reuniendo los hacendados
propietarios arregle un método equitativo y económico" para la solución de
dichos problemas. El oficio concluye, expresando que "las milicias honradas
de la Banda Oriental ocupan el primer lugar en la consideración de las Provincias Unidas.
El sacerdoté oriental obró en esta circunstancia, aunque movido de un ánimo conciliador, con gran imprudencia, al ocultara Artigas el verdadero tono
de la posición del gobierno.
Sobre su ánimo debió influir, poderosamente, el parecer de Tomás García
de Zúñiga y del Dr. Bruno Méndez, que con la mayoría de los hombres del
patriciado oriental, por entonces vinculados al Caudillo, se habían pronunciado
por lo que se llamaba ala unión con Buenos Aires».
Ellas serán socorridas como las demás tropas; pero es necesario fijar el núrnero y que la disciplina y subordinación les conserve el carácter militar que tan
gloriosamente han adquirido".
Larrañaga, en su informe a Artigas, del 29 dejulio, explicaba que la transacción con el Gobierno consistía en reducir a cuatro el número de diputados,
incluido el Dr. Gómez Fonseca, por Maldonado -y ya incorporado a la Asamblea, como sabemos-pero sin especificar cómo serían elegidos los tres restantes. Transcribe luego la nota del Triunvirato, en forma fragmentaria, y expurgándola de las alusiones agresivas y de los reproches contra Artigas.
En la resolución que entonces adoptó Artigas, sin duda, influyeron varios
factores, agregados al mencionado estado de opinión, entre los que cabe mencionar la prisión de Felipe Santiago Cardoso en Buenos Aires, por su aludida
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correspondencia con Charcas; y la suspensión de todo pronunciamiento y ayuden, por parte del Paraguay, que le hacía saber, poco después, que había diferido
todo el problema a un Congreso general de la Provincia que tendría lugar en
setiembre, aunque manifestando que "esta Provincia no se aparta de sus principios, que sigue constantemente su sistema y que hará cuanto esté a su alcance
pana realizarlo.
De ahí, entonces, que el 11 de setiembre, el Caudillo adelantara al Gobierno
de Canelones su confonnidad para la reunión de un nuevo Congreso que completaría la diputación oriental a la Asamblea y designaría nuevo gobierno para
la Provincia.
El Congreso de la Capilla de Maciel
En las instrucciones impartidas a Rondeau para convocar el Congreso, segúti unas "notas" ,,agregadas, con letra del Dr. José Valentín Gómez, se dice que
"quizá convenga que la orden se comunique por conducto de Artigas o del
Gobierno Económico, si se echa de ver que podrían dejar de obedecer aquellos
pueblos la de Rondeau'. Y al final, se especifica que el Gobierno se reservaba
la facultad de "aprobar, reprobar o dar cuenta ala Asamblea" de lo que se
resolviere.
Rondeau, de acuerdo con estas indicaciones, se puso al habla con Amigas,
conviniendo con éste citar de común acuerdo a los pueblos, lo que así hicieron
ambos, cada uno por su parte, el 15 de noviembre.
Artigas, que debió interpretar que la nueva convocatoria era una satisfacción a los reclamos orientales, .señaló en .su circular a los pueblos que los
congresales debían concurrir «dentro de veinte días contados desde la fécha, a
éste mi alojamiento seguidamente al cuartel general, según las deliberaciones
que antecedan». Y en instrucciones adjuntas, explicaba que cada congresal
debía «traer sus respectivos poderes, en los que será plenamente autorizado
para expresar la voluntad. de .sus comitentes en cuanto convenga al pueblo
oriental v particularmente para orientarse y examinar los resultados de las
actas del S y 21 de abril, determinar sobre ellas y proceder consiguientemente
a una nueva instalación de una junta municipal provisoria».
Rondeau, por su parte, no mencionó, en absoluto, la reunión previa en el
alojamiento del jefe oriental. , . .. . . . .
Y el Gobierno de Canelones -integrado rnayoritariamente por hombres
decididos por la llamada «unión con Buenos Aires» - también omitió tal referencia.
Por aquellos días de noviembre tuvieron lugar las elecciones de representantes al Congreso, conociéndose las actas de las practicadas por los vecinos
emigrados de
Montevideo,
San
Juan Bautista (Santa Lucía), Minas-, y Canelo-
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nes, cuyos nombramientos recayeron en Juan José Ortiz, cura vicario de Montevideo, y Juan José Durán; Tomás García de Zúñiga; José Manuel Pérez Castellano y León Porcel de Peralta, respecúvamente. Con fecha 5 de diciembre,
Rondeau se dirigió a los pueblos haciendo.saber el traslado de la sede de la
reunión, de su Cuartel General a la Capilla del Niño Jesús, en la chacra del
extinto Francisco Antonio Maciel, en las márgenes del Miguelete, lugar que
tijaría la denominación habitual del Congreso.
Las sesiones del Congreso, tuvieron lugar los días 8, 9 y (0 de diciembre de
1813, con la presencia de unas veinte personas, que representaban veintitrés
pueblos. En la primera, se procedió a designar un secretario, cargo que recayó
en Tomás García de Zúñiga, representante por San Juan Bautista, Santísima
Trinidad y San Carlos. Este, de inmediato, mocionó para que se separase de la
presidencia al General Rondeau, por "ser incoherente" -dijo-la investidura
militar para presidir una asamblea de ciudadanos libres.
Pérez Castellano, en su «Relación histórial » sobre el Congreso, que remitió
a asus comitentes de Minas, narra que él también «hizo la moción de que en un
congreso en que .se iba a tratar de la elección de diputados para la Asamblea
Constituyente, debiendo ser la elección muy libre, parecía incompatible que su
presidente fuese el general en jefe de todo un ejército. A esta moción replicó
uno, que aunque el presidente era general en jefe, el lugar de la elección v la
circunstancia de haber concurrido .sin tropa, v por consiguiente, sin medios de
hacer violencia, ni coacción alguna, le absolvía de ese reparo. Esta causal
pareció generalmente muy débil; pues aunque el presidente hubiera concurrido .sin tropa al Congreso, venía acompañado de un ayudante que se quedó a la
puerta del ludo de afuera, y a la menor contraseña podía llamar de alguna
parte cercana ocho. o diez dragoneas que con sus sables no hubieran dejado
títere con cabeza, .si el presidente tuviera mula intención».
Frente al planteo de García de Zúñiga -que fue acompañado por la opinión de oros, como vimos- Rondeau se retiró del local y tomada la votación,
se le nombró presidente, por mayoría, en virtud de su "conocida moderación y
prudencia', según expresa el acta respectiva. . ..
De inmediato se aprobaron los poderes de los representantes, dejandose
constancia que los de García de Zúñiga,Torcel de. Peralta, Manuel Francisco
Artigas y Ramón de Cáceres, les prevenían pasar previanente por el alojamiento de Artigas; que el de San José tenía indicado ir; previa consulta a los- dos
jefes, adonde se reuniera el Congreso; los demás, en número de dieciocho pueblos representados, que el acta enumera, no hacían referencia alguna a la reunión previa con el Jefe oriental. Se produjo entonces un debate acerca de la
actitud a asumir, resolviéndose, por último, comisionar a García de Zúñiga y a
Manuel Francisco Artigas para que invitaran al Jefe de los Orientales a concurrir al Congreso "o mandase una persona de su satisfacción con todos los docu-
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memos';. La sesión del día 8 terminó con esa decisión.
La sesión del día siguiente, se inició con la lectura de un oficio de Artigas
donde éste manifestaba que no concurriría y que atento al desaire que le hacían
los representantes de los pueblos al no asistir a su alojamiento, "no tenía que
exponer ni documento que remitir". Se discutió si deberían suspenderse las
sesiones, decidiendo la mayoría, continuarlas y procediéndose a elegir diputados para la Asamblea de Buenos Aires, recayendo la elección en los presbíteros
Marcos Salcedo, Dámaso Antonio Larrañaga y Luis Chorroarín.
De este modo, la representación de los orientales en la Asamblea, quedaba
reducida e integrada a gusto y paladar de la fácción gobernante en Buenos
Airea: Gómez Fonseca, ya incorporado y que según las «notas» de José Valentín
Gómez. Artigas deseaba sustituir, lo que era necesario evitar «porque difícilmente vendría otro más atemperado al .sistema de unidad, ni más pacífico»;
Salcedo y Larrañaga, de conocido temperamento conciliador; y Chorroarín,
sustituyendo a Bruno Francisco de Rivarola, que, según el autor de las referidas «notas», «bien entendido que, según he comprendido de Larrañaga, Artigas
se interesaba porque no quede excluido». El otro diputado electo en abril, Felipe .Santiago Cardoso, sabemos que estaba preso y confinado en La Rioja...
Dice Pérez Castellano, en su mencionada «Relación», que él había
mocionado para que se suspendiera la elección de diputados «en vista del
decreto de la misma Asamblea del 10 de noviembre, por el cual se suspendieron .sus sesiones hasta la restauración /recuperación) del [Alto] Perú, de donde las armas del virrey de Lima acababan de arrojar a las del gobierno de
Buenos Aires... », «Ricé presente la discordia que la elección de diputados iba a
arrastrar consigo, la que se manifestaba ya bien claramente por la instrucción
y el oficio circular que don José Artigas había pasado a los pueblos... Pero así
el presidente como algunos de los vocales, que tenían séquito en el Congreso,
desestimaron mis razones; y como el objeto que principalmente se proponían...
no era el bien de esta Provincia, sino el que ciegamente obedeciese y quedase
sujeta al supremo gobierno, fallaron contra mi moción y a duras penas pude
conseguir que .se escribise en el acta que yo la había hecho».
También refiere el anciano sacerdote, que verificada la elección, los representantes de "siete u ocho pueblos" protestaron por haberse omitido el previo
pasaje por el alojamiento de Artigas; que Rondeau manifestó entonces su extrañeza porque el planteo fuera hecho ahora por quienes no tenían en sus poderes esa exigencia y le contestaron tres o cuatro, que si en los poderes no
fguraba esa disposición, era porque para extenderlos se habían arreglado al
"modelo" que les remitiera el propio Rondeau, pero que ellos sabían «cuál es
el espíritu y la intención de los pueblos que representamos, y protestaremos
contra la inobservancia de no haber precedido la asistencia de electores al
alojamiento de don José Aitigas ». Pero la mayoría ratificó lo actuado.
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En la misma sesión del día 9, se procedió a elegir un nuevo gobierno para la
Provincia, con las atribuciones de un Gobernador-Intendente, integrado por
Tomás García de Zúñiga, Juan José Durán y, Remigio Castellanos.
La última sesión, del 10 de diciembre, destinada ala ratificación de las
resoluciones adoptadas y a la firma de las actas, fue interrumpida por la llegada
de un ayudante de Artigas, que era portador de un extenso oficio, donde el
Caudillo fundamentaba su desconocimiento de todo lo actuado en el Congreso.
«Yo os he hecho indicar mi protesta de nulidad sobre cuanto actuareis vos
lo. reitero. ahora -expresaba el Jefe de los Orientales. La Provincia. en sus
actas del 5 al 21 de abril, había manifestado .su voluntad .sobre los objetivos
que tratái: mi condescendencia ha dado lugar a esta nueva invitación; pero
convoqué u los pueblos para que primero concurriesen u mi alojamiento, debiendo yo darles la satisfacción competente que me justificase delante de ellos
en esta determinación, no residiendo en mis facultades bastantes para suspender lo dispuesto en dichas actas».
Y más adelante, prosigue: « No es bastante pura vuestra negativa la falta de
expresión en vuestros poderes sobre el particular, para que una vez hecho de
tanta trascendencia el asunto, y convencido de la complicación de las circunstancias que aparecen, si queréis responder a la confianza que han depositado
en vosotros vuestros Pueblos, debías estar u .su espíritu o al menos contener
nuestras deliberaciones».
«Estoy en vuestras facultades sean extensivas u cuanto convenga al Pueblo
entero, pero una proposición tan general no podrá duros la autorización bastante para desbaratar ciegamente las garantías convencionales que el pueblo
estableció para su .seguridad. Yo no quiero insinuarios con esto que precisamente debías estar a las Actas; vosotros podéis romperlas; pero debéis tener la
prudencia de examinarlas». «Nunca el pueblo pudo tener intención de deciros
que no hicieseis caso de sus obras, por más que os fácultase para rendiros u
cualquier circunstancia y en fuerza de ellas, desaprobarlas».
Y finaliza,exhortándolos a suspender las sesiones, "Yo voy a escribir a los
pueblos, y entonces veré .si su voluntad es la misma que se ostenta en el Congreso de su representación. De lo contrario: yo os hago responsables delante
de los mismos pueblos, de la continuación del abuso que hacéis de su confianza », «Esperad las explicaciones de vuestros. constituyentes: yo no puedo ni
debo prescindir de ellos, y mientras, ,sabedlo, yo estaré Únicamente u lo deliberado en las actas del 5 y 21 de abril. Cualquier determinación que adelantéis
en contrario, la desconoceré abiertamente y vosotros responderéis u los pueblos del escándalo.
Los congresales, ante los conceptos enunciados; quedaron perplejos y en
silencio; pero, por moción de Rondeau, se resolvió contestar a Artigas "que no
se hacía innovación alguna en el acta celebrada en el día nueve del corriente por
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dicho Congreso, respecto de hallarse sancionada enteramente y respecto a que
el ciudadano don José Artigas pudo haber exhibido, oportunamente, ante esta
corporación de electores, las actas a que hace referencia en su oficio de esta
fecha arriba mencionada, habiéndose negado expresamente a la comisión del
Congreso, diputada al efecto de citarlo".
Con esto, el Congreso terminó sus sesiones, no sin trates dar posesión de sus
cargos a los miembros del Gobierno-lntendettcia y establecer los mandatos por
un año, señalando su residencia en el Miguelete.
El propósito porteño de dividir a los orientales, esta vez había resultado
exitoso. Por un lado, quedaron aquellos "hombres principales", partidarios de
"la unión con Buenos Aires", dispuestos a transar sobre cualquier punto, con
tal de obtener la tranquilidad necesaria piara sus intereses económicos y su preeminencia social, rodeando el escuálido y fantasma gobierno-Intendencia del
Miguelete; por el otro la inmensa mayoría de los orientales, fieles al Caudillo.
La ruptura con el gobierno porteño
En cumplimiento del propósito enunciado en su oficio del 10 de diciembre,
Artigas envió, al día siguiente, una circular a los pueblos, consultándolos ¡leerea de lo actuado en el Congreso de Maciel y reiterando la necesidad de examinar con prudencia las actas
del 5 y 21 de abril
-'para no destruir
a ciegas
garantías convencionales que establecieron los pueblos para su seguridad. Todas
las respuestas, confirmaron su posición y ratificaron, expresamente, las decisiones del Congreso de Abril.
Además, había ordenado a todos los Comandantes militares que no publicaran bando alguno que no les fuera remitido por su conducto. Rondeau, entonces, le manifestó sus quejas; y así se inició un intercambio epistolar, que no
tendría consecuencia en la situación de crisis planteada, al rechazar el jefe porteño la propuesta final de Artigas, de convocar a los Pueblos a uta nuevo tercer
Congreso qué habría de decidir en definitiva, e imponer, coactivamente, a los
Pueblos, el recomcimiento del Congreso de Capilla Maciel y la autoridad "títere" del Gobierno del Miguelete.
El Caudillo oriental decidió, entonces, retirarse del sitio, con la mayor paute
de sus fuerzas, dejando las divisiones de Manuel Francisco Artigas y Manuel
Vicente Pagola, en observación. Esta fue la llamada "marcha secreta' por el
propio Artigas, que tuvo lugar en la madrugada del 2() de enero de 1áf4..Se
trata de una actitud perfeétunente lógica y coherente con las actitudes del jefe
porteño y del grupo patricio que seguía el juego de Buenos Aires: tio yuédaba
otro c.un'vno que imponer rnilitannénte el respeto de" la soberanía particular de
los pueblos' al torpe centralisano porteño. El punto elegido por Artigas para
establecer su Cuartel General fue Belén, sobre el litoral del Uruguay, para desde allí connbirutr su acción con los escuadrones misioneros, entrerrianos y
paraguayos.
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Por entonces. Vigodet y el Cabildo de Montevideo interpretaron /a separación de Amigas del Sitio como una manifestación que haría posible un acuerdo
entre el Jefe oriental y el régimen español .y comisionaron, al efecto, a Luis
Larrobla v a Domingo Antonio Costa, con .sendos oficios para Artigas. La respuesta de éste fue tajante, manifestando que "proponerme estar yo con los
orientales bajo la España, no es de manera alguna, una paz".
Ignal rechazo formuló Otorgués, quien, .sin embargo, permitió el pasaje de
los buques de la escuadrilla montevideana, al mando de Rornarate, por el Moral del Uruguay, auxiliándole con recursos diversos.
Esta actitud del lugarteniente artigni.sta, dio rnérlo al Director Posadas
para .señalar ante la opinión pública. a! Jefe de los Orientales, corno traidor a
la causa americana y lanzó, con tal propósito, tan bando, el II de febrero de
1814, cuya redacción correspondió al montevideano Dr. Nicolás Herrera. Secretario de Gobierno del gobierno porteño. En el mi.srno, se declaraba aAnigas
"injáme. privado (le sus empleos, fuera de la ley y enemigo de la patria "y.se le
hacía pasible de persecución corno "traidor a la patria". autorizándose .su
muerte en caso de resistencia y pagándose rm premio de .seis mil pesos al que lo
ehtregura preso, vivo o muerto.
Artigas, desde su cuartel general en Belén, enterado de este decreto, lo
contestó con energía, escribiendo a Posadas: "Me batiré con cuantos quieran
batirme a len rnismo tiempo "; "ciego idólatra de la dignidad popular, ni VE. ni
Montevideo ni nadie. .sellará el oprobio de los orientales, .sino .sobre mi cadáver y el de las bravas legiones que me .siguen ". Y de inmediato, dispuso la
incomunicación de la Provincia Oriental de Buenos Aires e inició una vasta
acción política y diplomática con las provincias del Litoral .y asimismo. con
jején prestigiosos del Río Grande del Sur
Por entonces, también el Virrey del Perú le envió rrn erni.sario para «convenir la unión» Y prometiéndole honores y empleos. Artiga.s rechazó también esta
mueva ojéela de las autoridades hispánicas, rnaniféstando: «Han engañarlo a
V,S. y ofendido in¡ carácter cuando le han informado que defiendo a su•Rev».
«Yo no .soy vendible ni quiero más premios por rni empeño que ver libre rni
Nación /americana/ del poder español y cuando mis días terminen al estruendo del cartón, dejarán mis brazos la espada que entpuñarnn para defendersu
Patria». . .
LA DOMINACION PORTEÑA
Y LA RESISTENCIA ORIENTAL
La caída de Montevideo
A mediados de 1814, la situación de Montevideo lizo crisis. La prolongada
17
resistencia al Sitio se basaba en su predominio naval, que le había permitido,
hasta el momento, mantener abastecida la plaza. Pero la acción inteligente y
pertinaz de la escuadra porteña. al mando del irlandés Guillenno Brown, que
culminaría con la victoria obtenida por éste en el combate del Buceo, el 16 de
mayo de 1814, hizo insostenible la situación.
Vigodet inició, entonces, negociaciones ante Carlos dé Alvear, que había
sustituido a Rondeau, al t?ente del ejército sitiador, para rendir la plaza. El 20
de junio, finalmente, se firmó una capitulación, sumamerite honrosa para los
fueros montevideanos y la dignidad de sus leales defensores hispánicos. '
El 22 de junio, las autoridades vencidas entregaron la Fortaleza del Cerro; y
al día siguiente, la ciudad. A las 12; salieron, en fornación, las fuerzas hispánicas, por el portón de San Juan. El mayor general Nicolás de Vedia, a nombre de
Alvear, recibió las llaves: y a las 4 de la nade, en medio del frío y hostil silencio
de la población, entró el ejército porteño por el portón de San Pedro, con el
Gral. Alvear a la cabeza, seguido de brillante escolta y al son de músicas marciales.
El presuntuoso Alvear faltó, en un todo, ü los términos de la capitulación:
hizo prisioneros a los oficiales españoles: impuso la incorporación de los soldados a lasfilas de .sus batallones: los negros y pardos esclavos, al regimiento
de Pardos y Morenos de .Soler: declaró buenas presas de guerra, todos los
barcos rnercantes surtos en el puerto; enarboló el pabellón blanquicelesteque afín no lucía en la Fortaleza de BuenosAires v envió las insignias hi.spdnica.s corro trofeos de guerra a la ex-capital virreinal: .se apoderó de todo el
armamento, piezas de artillería, municiones y fusiles; hizo jurar ü los mienbros del Ayuntamiento, obediencia al Director Supremo; 11 publicó un bando,
ordenando, bajo pena de muerte, la entrega de todas las armas blancas y de
fuego que poseyera el vecindario.
lnútil fue la protesta que, desde Río, publicó Vigodet, con transcripción de
la capilulación en 42 artículos, con las expresiones de «concedido» >> la rúbrica de Alvear en todos ellos...
Las nuevas autoridades y su gestión
Montevideo permaneció bajo la jurisdicción de Buenos Aires, desde el 23
de junio de 1814 hasta el 25 de febrero de 1815, período' durante el cual vivió
una experiencia elocuente del sistema "de unidad": ninguno de los fueros que
garantizaban la vida autónoma de la ciudad, ninguno de los resortes de la administración, escaparon a la subordinación de lit ex capital virreinal.
De acuerdo con el decreto de Posadas del 7 de marzo de 1814-que como
vimos (Capítulo V I), "creaba' la" Provincia Oriental", ignorando absolutamente
lit determinación de la soberanía oriental del 5 de abril de 1813- la autoridad
provincial debía tener el rango y las competencias de un Gobierno-Interiden-
l8
cia. Hasta su caída en manos bonaerenses, Montevideo se había regido por la
Real Orden del 22 de diciembre de 1749 que creó la Gobernación Política y
Militar, ya que la Real Instrucción de Intendencias, de 1782, la había dejado al
margen, habiendo sido infructuosas las reiteradas gestiones de su clase principal por obtener de la Corona la categoría de capital de Provincia-Intendencia,
dentro de dicho ordenamiento institucional..
De acuerdo con lo dispuesto en el mencionado decreto del 7 de marzo,
había sido nombrado Gobernador lntendente, el connotado patricio oriental,
Juan José Durann, uno de los miembros del Gobierno Provincial designado por
el Congreso de Capilla Maciel. En instrucciones reservadas, el Director Posadas le recomendaba prudencia unte los celos .v rivalidades de los orientales y
se le encargaba desvanecer las sospechas exislentes contra Buenos Aires v sus
autoridades v trabajar para el envío de representantes a la Asamblea...
Pero, caída la plaza en ruanos de Alvear Posadas lo subrogó por Nicolás
Rodríguez Peña, presidente del Consejo de Estado, con la calidad de Delegarlo
Extraordinario, cargo que desempeñaría hasta la designacion del nuevo Gobernador Intendente, Miguel Estanislao .Soler, el 25 de agosto de 1814.
Temporariarnente, en su ausencia, lo reemplazarían Domingo French e Ignacio Alvarez Thomas.
El nuevo Gobernador, Rodríguez Peña, tomó posesión de su cargo, el 14 de
julio de 1814. Su primera medida fue destituir a los miembros del Cabildo y
desigmv, de acuerdo con una lista confeccionada por el Director Posadas, los
nuevos capitulares y los empleados, basta los porteros, violentando todos los
precedentes jurídicos y en abierta contradicción con el régimen electoral del
Cuerpo que habían practicado los propios vecinos montevideanos, de acuerdo
con las disposiciones de la Constitución de Cádiz, jurada en la ciudad el 24 de
setiembre de 1812. .,
El Consulado de Comercio -erigido por decreto del Capitán ¡General
Vigodel, el 24 de mayo de 1812 y ratificado, con carácter de "por altor:C, por
las Cortes Generales y Extraordinarias de.Cádiz,.el 3 de julio. de 1813- fue
suprimido, designándose el 21 de julio de 1814, como "Diputado de Comercio—-dependiente del Consulado de Buenos Aires- a Jerónimo Pío Biartqui.
De esta rn:utera, elodiado comercio montevide:uto, rival de Buenos Aires, quedó,en situación aun más dependiente que bayo el régimen hispfmico; al' sustituirse
el recurso ante la Corona de las disposiciones del Cuerpo consular porteño, por
un recurso :utte el Director Supremo del Estado.
Para efectuar la propaganda del régimen directorial, y de acuerdo con el
valor que a esos fines se asignaba a la prensa, comenzó a publicarse, el 30 de
junio-en sustitución de la hispánica "Gaceta de Montevideo"-el periódico
"El Sol de las Provincias Unidas', redactado por Manuel Moreno y Antonio
Díaz. Poco tiempo duró, sin embargo, esta publicación, cuyo último número es
19
del 18 de setiembre, pues casi de inmediato se dispuso el traslado a Buenos
Aires de la —Imprenta de Montevideo" -regalada por la Infanta Carlota Joaquina
de Borbón a la Ciudad- incorporándose sus prensas y materiales a la que
imprimía la oficialista "Gaceta Ministerial".
Pero la propaganda periodística y los halagos y recompensas acierto numéro de pro-hombres de la clase principal de la Ciudad, no eran bastantes para
cohonestar la encarnizada política de confiscación de bienes practicada contra
la mayoría de la población, sospechada de "españolismo' o de simpatías con
Artigas. Con tal propósito, fueron instituidos, en Buenos Aires, cl "Tribunal de
Presas" y en el propio Montevideo, el "Juzgado de Propiedades Extrañas".
El primero tenía por cometidos «conocer, juzgar y .sentenciar breve v
privativamente, de acuerdo con las ordenanzas generales y particulares dice
Bauzá- sobre el apresamiento y detenciones de embarcaciones enemigas o
neutrales, que hiciesen las fuerzas bloqueadoras de Montevideo o de los
corsarios particulares». En aplicación de sus disposiciones, se dispuso la incautación como «buena presa» de los barcos mercantes, lanchones Y hacia los
botes para pesca, pudiendo .sus dueños rescatarlos, pagando, corno indenmización, la cuarta parte de su valor. .Siendo Montevideo una ciudad naviera, sus
comerciantes v armadores fueron directa .y gravemente perjudicados por esta
exaccion.
El segundo se ocupaba del secuestro e indagatoria de toda clase de propiedades y mercancías de españoles v orientales artiguistas. El encargado de este
organlsmo fue el canónigo Pedro Pablo Vidal, acérrimo antiespañolisla, que,
con libre acceso de los registros públicosv de los protocolos de los escribanos,
verificada la falta de título-como era el caso de casi toda la propiedad rural
en la Provincia Oriental-le fije sumamente fácil poner en discusión casi toda
la propiedad tale.
También fueron utilizados los bienes de la Provincia para retribuir servicios y mantener.sitnacioneaprivilegiadas. Tales fueron los casos de Francisco
.lavier de Viana, Nicolás Herrera .y Lucas José Obes-montevideanos los tres,
pero al servicio del régimen-,, que jiteron agraciados con escancias rsumas
de dinero. ..
Los españoles fueron, naturalmente, los que soportaron el inayoi rigor de
estas medidas, decomisándose los, bienes de los emigrados-imnuebles, dinero, efectos y crédito- y se estableció.'l:i obligación de denunciar los bienes
pertenecientes a los mismos, a los depositarios residentes en la plaza, para asegurtu la confiscación.
Contribuciones ordinarias y extraordinarias; la requisa del efectivo de las
oficinas públicas, con destino a las "Cajas de la Provincia de la Binada Orientad—
a cargo del montevideano Santiago Vázquez; severas limitaciones a la actividad comercial y el control de la Aduana y del puerto, sujeto con una reglmnen-
20
tación restrictiva a la supervisión de Buenos Aires, completaron el cuadro.
Otro aspecto fue la nueva elección de diputados por Montevideo a la Asamblea General. El 19 de octubre, un congreso elector, presidido por el Gobernador Intendente, Miguel Estanislao Soler, e integrado por los cabildantes y cinco,
electores; por los cuarteles de la ciudad y extramuros, eligieron a Pedro
Feliciano Sainz de Cavia -declarado enemigo de Amigas- y a Pedro Fabián
Las Instrucciones que se dieron a estos diputados redactadas por el doctor
Brumo Méndez v el cifra vicario Juan José Ortiz- omiten toda referencia a los
aspectos políticos e institucionales concretos. Se recomendaba en ellas a los
diputados que se inspirasen «en cuanto tuviera rélación con el bien general de
la América en todos .sus respetos" y en lo sustancial, aconsejaban medidas
prácticas en interés directo de la Provincia: el mantenirniento de una fuerza
armada,en la campaña para asegurar el orden restablecido: la indemnización
a los vécinos por las pérdidas sufridas a causa de Id guerra; el establecimiento
de tenencias de Gobierno adecuadas a la extensión territorial de la provincia;
la fundación de nuevas poblaciones, donde lo pidiera el interés público: el
fomento de la marina mercante, la habilitación de «todos los puertos que puedan serlo": la normalización en la percepción de las rentas públicas: el .señalamiento de los "lindes y confines" de la Provincia: la conservación de sus
montes.
Pero el aspecto más interesante, es el relativo al reparto de tierras, problema que se arrastraba desde el período hispánico. Se proponía el "reparto de
los terrenos imnensos que tienen algunos particulares, entre brazos industriosos que los pueblos puedan hacer productivos en favor del Estado»; reintegrando a los propietarios su justo valor e "impidiendo las ventas particulares
que por mera granjería ,se han acostumbrado a celebrar por algunos.. A esos
efectos se destinarían las antiguas estancias
del ¡ley pudieran considerarse superfluas, por no destinarse al servicio público ,v (as"'propiedades extrañas" incorporadas al patrimonio de lEstadó: habilitándose á las autoridades
ale los pueblos para realizar tales repartos. A losr beneficiario.s,'se les daría
gratis el "usufructo" de esos terrenos, .sin perjuicio de mantener el "patrimonio del Estado para los fines interesantes del servicio público ".
Iris diputados Caviá y Pérez se incorporaron a la Asamblea en sesión del 5
de enero de 1815, en que se dispuso que preslaran juramento, luego de aprobado el informe favorable dé la Comisión Pennamente Actuaron en casi todas las
sesiones de ese unes, de las que cabe destacar la del día 9 en que sé designó a
Alvear, Director Supremo del Estado, cuyo nombramiento acompañaron con
sus votos. El día 30, la Asamblea suspendería sus sesiones, no volviéndose ya a
reunir más. (Véase el Capítulo IV).
21
La resistencia oriental
La dominación porteña, sin embargo, no pudo ejercerse, como esperaban
los dirigentes del régimen directoria[, sin resistencia, que desembocó en una
verdadera guerra civil, gestora del pronunciamiento federal de las Provincias,
pro-,
movido y sostenido por, las milicias populares de Artigas. Pero no es menos
cierto, que contó, en el seno del patriciado tnontevidearlo, con el apoyo de
hombres expectables, que habían comprometido su apoyo personal a I;l Revolución popular de 1811 y llabí:ul formado parte del círculo, de consejo del Caudillo y de la adtninistración de la Provincia, durante los difíciles momentos del
:uño XII y luego en las importantes definiciones políticas e institucionales de
abril de 1813.
Aquella adhesión inicial aja Revolución oriental -de la que ya habían
desertado al f_uuos, en 1812, cuando las graves incidencias con S:uratea-había estado lnovida, principalmente, por el propósito de utilizar los servicios de
Artigas como "hombre de annas llevar', como mayoral o capataz de los "'hombres sueltos' de la campaña, para enfrentar al amenazante "despotismo" del
régimen hispánico regentista de Montevideo, que había puesto en cuestión sus
intereses más directos, al exigir, reiteradamente, la presentación de los títulos
de propiedad de sus vastas posesiones rurales o en su defecto, el pago de las
respectivas "composiciones" a las arcas públicas y parra alcanzar-apoyándose
en las lanzas de los paisanos-el "gobierno propio' y con él, la capacidad de
legislar sobre sus intereses, en particular, sobre el "comercio libré' (con los
in~,leses)...
Pero las incidencias posteriores al Congreso de Abril, duraulte el cumplimiento de la misión Larrmñag:l, ya habían enfriado su adhesión a la políticasevera y enérgica-de Artigas, volcándose muchos de ellos al entonces Ilama(lo "partido de la unidad" con Buenos Aires, y presionando el :mimo del Caudillo para hacerlo transar con la colnporlencia del Congreso de Capilla Maciel,
lue_odel cual se hizo más evidente el dist:utciamiento. Durante la dominación
porteña, creyeron haber encontrado la oportunidad ideal para hacerse dueños
de la administración pública, de la Provincia, prescindiendo detülitivunente del
Caudillo. I :n esta circunstacia, sin ctnbargo, erraron el cálculo, al imponerse,
tin:dmente, Artigas y sus huestes populares, al centralismo directorial; pero, en
la elneuencia de la invasión portuguesa de 1816 y apenas alojado el genere[]
Lecor en Montevideo, se volcarían, sin reticencias, a colaborar con el nuevo
orden, procurando forjar entonces, en la órbita luso-brasileña, las pautas del
"Estado oriental", ahora "cisplatirto', ya que no podía ser "trasplatino'...
Entretanto, Artigas, había penetrado en el Entre Ríos y Corrientes, derrouuldo las fuerzas directoriales enviadas para enfrentarlo (véase el Capítulo IX)
y organizando la resistencia en la c:unp:uSa oriental. Pero derrotado Otorgués
en Las Piedras, el 24 de junio de 1814 -donde fue sorprendido con engaños
22
por Alvear- Artigas aceptó negociar una transacción con el general porteño,
desieBando al efecto a Miguel Barreiro, Torneas García de Zúñiga y Manuel
Cadleros.
De lit gestión amtediclta, surgió el convenio, suscrito en el Fuerte de Montevideo, entre los delegados artiguistas y Alvear, el 9 de julio de 1814. Por el
mismo, el Director Posadas quedaba comprometido a publicar una declaración
que restableciera "el honor y reputación del ciudadano José Artigas, infamado
por el decreto tintado el 11 de febrero del presente amo"; éste quedaría de
—Comandante General de la campaña y fronteras de la Provincia Oriental del
Uruguay-; 'y en tal carácter dispondría del "arreglo de la campaña entera"; el
Reeimiento de Blmtderagúes militaría bajo sus exclusivas órdenes; su oficialidad y soldados serían pagados con los fondos públicos de las Provincias Unidas; todos los que servían en las milicias orientales quedaban en libertad de
retirarse a sus casas o continuar en el servicio, conservfutdoseles, en este caso,
sus grados. Se haría una nueva elección de diputados a la Asamblea General,
convocándose al efecto un Congreso Provincial, debiendo el Gobernador de la
ciudad pasar la circular competente a Artigas para que éste convocara a los
pueblos de la campaña; la referida asmnblea provincial se reuniría, además,
aunualtnente, para representar ante el Gobierno central las necesidades del país,
"mientras no se publica la Constitución que dé la fonna competente al Estado
para gauauttir sus derechos y conservar sus intereses'.
El artículo 10° establecía que "el ciudadano José Artigas no tendrá pretensión alguna sobre el Entre Ríos y los habitantes de aquel territorio
no serán
perseguidos de rnaunera. alguna por sus opiniones anteriores'. Finalmente, se
establecía que "el gobierno supremo de las Provincias Unidas del Río de la
Plata. será reconocido y obedecido en toda la Provincia Oriental del Uruguay,
como parte integrante del Estado que juntos componed".
El herrnano del Caudillo, Manuel Francisco Artigas, designado por aquél,
Delegado Extraordinario ante todo el "continente de Entre Ríos" -entre Ríos
Y Corrientes-escribiría al Congreso correntino dando cuenta de este Convenio v precisando el alcance del aludido artículo 10", que era «por considerarse
el Continente de Entre Ríos independiente por sí rnistno v libre para fijar las
bases que e.stitne conveniente para su seguiidád v prosperidad, en la inteligencia que el ciudadano José Artigas lironteté .su protección, en caso que dicho
contirtenie no sea oído eri los reclatno.i ¿le sá pretensión». • A pesar de que Artigas continnó y ratificó el'étinvettio,'el IS de júliü, y lo
favorable de sus disposiciones para el réginnen cenralistt, el Director Posadas,
retardó su ratificación y cumplimiento, por lo cual el Caudillo se dirigió al
Gobernador Intendente, Rodríguez Peña, reclamando Iza correspondiente decisión. El 17 de agosto, finalmente, se dictó el decreto directorial reltabilitartdo a
Arúgas como "buen servidor de la patria—, devolviéndole el grado de Coronel y
23
desirmándolo Cornandattte General de la carnpmia.
Sin embargo, el 25 de agosto de 1874, Posadas, al designar a Miguel
Estunisluo Soler, en sustitución de Rodríguez Peña, expresa en el documento
oficial de la designación, que la misma tenia porfn «precaver los gravísintns
males que prepara a la patria la obstinación del desnaturalizado don José
Artigus». ¡Apenas había transcurrido unasemana de haberlo declarado «buen
servidor de la Patria!»
Por su parte, el Caudillo, en oficio del 25 de agosto, devolvió el despaclto
con el nombramiento, pues para el arreglo de la cqunparia no lo necesitaba y
reclaunaba, a su vez, la publicación de los artículos convenidos y, sirnultáneatnente, rnovió sus fuerzas, cortando las comunicaciones con Montevideo.
No eran infundadas estas providencias de Artigas: el Directorio había concebido una nueva acción contra los orientales, que abarcaba no sólo la Provincia sino tunbién el Entre Ríos y Corrientes (véase el Capítulo IX). A principios
de setiembre, desembarcó Alveau en Colonia, al frente de 1.200 hombres y
ordenó a Soler, que se le reuniera en el Colla. Artigas, desde Porongos, sé reple•_ó sobre el litoral, hacia las rnárgenes del Arerunguá, en el actuad depautunento
de Salto y dispuso que sus principales jefes divisionauios-Lavalleja, Rivera y
Otorgués- tnatttuvieran una constante acción de desgaste sobre, las fuerzas
porterias, rnediante la guerra de guerrillas. En estas circunstanciar, Otorgués,
que se había movilizado, desde Maldonado, en el este, fue completamente derrotado por Manuel Dorreóo, en los campos de Martnaunjá -en Lavalleja, aotual- viéndose precisado a replegarse sobre el Chuy.
Posadas y Alvear se propusieron emplear el tenbr para dominar la férrea
resistencia oriental. Por un bando de Alvear, del l "de octubre de 1814, .serían
confiscadas absolutamente todas las propiedades de los que continuaren .sirviendo con Amigas, más dllrí de los cincuenta drásde la fecha v no se presentaren
ante el jefe porteño. Por su parte, el Director expresaba u Soler; «Ellos deben
.ser tratarlos corño asesinos e'inéendiarios... Todos los oficiales, sargentos, caho.s v jefes de partidas que sé aprehendan con las arutas en la ruano .serán
Jit.siludo.s.:..» ..
Pero,'a pesar de'todo, las fuerzas porteñas encontraban enconada resistencia. «Nada podernos contra ama enemigo-escribía Soler a Posadas- proteggido por toda la población, que rnira a nuestra tropa corno extranjera».
El 10 de enero de 1815, ernpéro,-la victoria fue lograda por los orientales.
en el paso de Guayabos, sobre el Arerunguá.
Este triunfo de las anuas populares, debió parecer a Artigas ocasión propicia para distinguir, meditarte la fuerte sugestión ernocional de las banderas, la
causa federal del régimen directoria!. En uta sentido, escribía el 4 de febrero de
24
1815, al Gobenador Silva de Corrientes:
..Bueno., Aires hásta~aqu( ha engañado al mundo entero, con .sus falsas
políticas y dobladas iñténciones. Estas hnn forinado.siernpre la rnavor parte de
nuestras diferenc\ásdnternav',Y nb ha dejado de excitar nuestros temores la
publicidad con que:mantiene enarbolado el pabellón español. Si para disimular este defecto ha ha ad Í medio de levantar con .secreto la bandera (azul y
blanca, vo he ordenado en todos los pueblos libres de aquella opresión que .se
levante runa igual a la de in¡ Cuartel General: blanca en medio, azul en los dos
extreínU y en iriedio unos listones colorados, signos de la distinción de nuestra
grandeüi, dé muestra decisión por la República y de la sangre derramada para
.ro.stedei nuestra libertad e independencia».
Ab nünado por los contrastes, el t1:unánte Director Supremo, Carlos de
Alvear, decidió abrir negociaciones de paz. Con tal fin, fue comisionado el
Secretario deGobierno, Dr. Nicolás Herrera,
yac se hizo acompañar por el Dr.
Lucas José Obes. Tales personajes llegaron a Montevideo -su ciudad natalen lis primeros días de febrero, comprobando la grave situación de la plaza,
sitiada por Otorgués, y sin recursos. Herrera -contrariando el parecer de Soler; que urgía el retiro a Buenos Aires-abrió negociaciones con Otorgués, por
intermedio de los capitulares Luis de la Rosa Brito y Pablo Pérez. Artigas, en
conocitniento de la gestión, escribió, entonces, al Cabildo, exigiendo ,corno condición previa para entrar en cualquier avenitniento, la previa evacuación de las
tuerzas porteñas de Montevideo y del Entre Ríós. Convencido Fleirera de la
inutilidad de proseguir la negociación, dispuso'el retiro de los ocupantes a Buenos Aires, para lo cual había recibido, adetnás, insistentes órdenes de Alvear.
Al retirarse las tropas porteñas sometieron ala ciudad a un verdadero .saqueo, arrancándose «las puertas y vidrieras» del Fuerte-corno haría constar
el Escribano Luciano de las Casas- v librándose «a discreción de la chusma
el archivo de gobierno-dicen los rnernqrialisrb.s L.tirrañaga y Guerra-perdiéndose por tal barbaridad, una rnultitúd de'jir'e'ci~.ros expedientes _y documento.,». Pero, además, la precipitación fue' tal qué originó aun desastre: al
arrojara paladas la pólvora de las casernas donde se encontraba almacenada, tuna chispa derivó en la terrible explosión de. las Bóvedas, muriendo en el
accidente,' ciento veiüté'peisona.s. "", . ; '. ... . , . -•
Finalmente, el 2.5 dé febrero de 1815;'lás últünris ünid:idés lnililáres de Buenos Aires áb<utdonaron Montevideo, a la que.entrxrí<m, al día siguiente, las
milicias de la vanguardia <utiguista.
25
CAPÍTULO VIII
EL AÑO XV Y EL CONGRESO DE TUCUMAN
LA CRISIS DEL AÑO XV
Los orígenes de la crisis
Mientras "los hombres de casaca negra" del círculo directorial, con Posadas
o con Alvear y con los comisionados en Europa, buscaban conciliar sus "reformas liberales" con el "legitimismo monárquico' imperante en el Viejo Mundo,
los pueblos del interior criollo irrumpían en la escena histórica sosteniendo los
ideales de Independencia y República y de unión nacional fundada en la libre
federación de las Provincias.
Al conocerse las gestiones encomendadas a Belgramo y Rivadavia para buscar un arreglo con Femando VII, cundió la indignación popular. Fue precisamente este clima de opinión el que precipitó la renuncia de Posadas y la decisión de la Logia de reemplazarlo porAlvear, en enero de 1815. Este último, con
el propósito de dar un desmentido a las versiones circulantes acerca de una
capitulación con el Rey Fériitmdo, sin comprometerse con una declaración de
Independencia, ordenó el 22 de enero, a la 1 de la tarde; que se arriara la bandera española del mástil de la Fortaleza, sin reemplazarla por ninguna otra. Secretamente, sin embargo, poco después partiría el Dr. García a solicitar el protectorado inglés...
Caído Alvear fue según diríá aria décima popular: «corrió todo su gobierno a palo seco», aludiéndose a la inexistencia de pabellón-.ce izó por
prirnera vez la bandera azul y blanca, en la Fortaleza, el 17 de abril de 1815.
Pero nada de esto impediría que Alvear y la facción "logista" fueran identi26
ticados, por la opinión de los pueblos, como responsables de una vergonzosa
"entrega' de la causa revolucionaria. La interpretación de ese sentimiento de
independencia americana y de oposición al unitarismo monárquico düectorial,
correspondería, principalmente, a las montoneras federales de Artigás; ya áclamado "Protector de los Pueblos Libres".
Juán Bautista Alberdi ha explicado, admirablemente, el significado de ésta
doble lucha contra el inepto colonialismo de Fenumdo VII y contra el centralismo directorial:
«Los pueblos, en aquella época, no tenían más jején regulares v de línea
que los jefes españoles. No podían servirse de éstos para hacerse independientes de España ni de los nuevos militares que Buenos Aires les enviaba, para
hacerse independientes de BuenosAires.
Alguna vez, terniendo más la dominación de Buenos Aires que la de España, los pueblos se valían de los españoles para resistir a los porteños, corno
sucedió en él Paraguay y en el Alto Perú; y en .seguida echaron a los españoles
sinsujetarse a losporteños. Más de una vez BuenosAires calificó de «reacción
española», lo que, en ese sentido, sólo era reacción contra la .segunda mira de
conquista. ; Qué hacían los pueblos para luchar contra España y contra Bueno.sAires, en defensa de su libertad amenazada de uno y otro seno. Corno todos
los jefes populares eran simples paisanos las más de las veces. Ni ellos ni .sus
.soldados, improvisados corno ellos, conocían ni podían practicarla disciplina
militar. Al contrario, triunfar de la disciplina que era el fuerte del enemigo,
porla guerra a discreción y .sin regla, debía ser el fuerte de los caudillos de la
independencia. De ahí la «guerra de recursos», la «montonera» y sus jefes, los
«caudillos»; elementos de la guerra de pueblo; guerra de democracia, de libertad, de independencia. Antes de la gran revolución no había «caudillos» ni
«montoneras» en el Plata. La guerra de la independencia los dio a luz; y ni ese
origen les vale para obtener perdón de ciertos
«demócratas». El realismo español fue el primero que llamó «caudillos», por apodo, a losjefes americanos
en que no quería ver generales».
En los primeros días de abril de 1815 culmina el enfrenUUniento'de las
fuerzas federales artiguistas con el unitaristnó tnon áyquico directorial, representado por Alvear. Pero el desenlace de los acontecimientos que determinaron
la caída del presuntuoso Director Supremo, no consagraría el triunfo popular.
El sector más conservador del patriciado porteño, constituido por ricos hacendados de la Provincia, saladeristas y exportadores, en una oportuna alianza
con hombres del grupo sanmartiniano y algunos representantes de las oligarquías provincianas, tomó rápidamente, desde el Cabildo de Buenos Aires, el
control de los acontecimientos; fingiendo alborozo e identidad de propósitos
con Amigas, repudió a Alvear, haciéndolo víctima expiatoria del régimen, para
salvar, deteniendo el avance de las milicias federales, su posición de grupo
27
dirigente y la capitalidad porteña.
Ignacio Alvarez 17tornas -e1 jefe militar del cambio de
algún tiempo después, explicando el sentido de los acontecimientos:
situación-
diría,
«Alvear fue designado caudillo del nuevo orden desde el 8 de octubre de
1812. Fueron rapidísimos los progresos de .su carrera), después de batidas las
Jiterzas navales de Montevideo, cuando parecía que.e.sta plaza debía.ser el
premio de las campañas de Rondeau, porque no le quedaba otro arbitrio, que
rendirse, .se le .separó del mando del ejército sitiador v-le .subrogó don Carlos.
Rondeau fue entonces al Alto Perú, porque con ~tal pretextó fue' .sepdrado.
Rindióse Montevideo, se derrotó a Otorgués y .si el choque hubiera subsistido
en la otra Banda; acaso habría puesto en ordena Artigas,"extrernadamente
debilitado. Pero dióse a buscarglorias más brillantes y consiguió el mando del
ejército auxiliar de las provincias interiores, pareciéndole nada probar por
segunda vez el sufrimiento de Rondeau.
«Le .sucedió corno no esperaba, aunque lo ternía.v tiene usted a aquel ejército separado en rigor de la obediencia de la capital: Torna nuevas alasArtigas;
los pueblos empiezan a estudiarlos cuadernillos de Rousseau; todo .se altera,
se desquicia; sube Alvear al atando supremo y .se consuma la conjuración del
espíritu público contra la facción dominante. Los enemigos de ella en Buenos
Aires abonan su cansa; muchos prosélitos abandonan al que debía caer vAnigas
.se hace expectable, extiende su influjo a Santa Fe. Corrientes y Córdoba, que
declaran .su independencia. La capital misma es amenazada y yo soy destinado
para contener a Artigas corno segundo de Francisco Javier de Viana que salió
después de raí para unírseme corno a cincuenta leguas de esta capital.
.,,; En qué estado encontró las cosas, amigo.mío? Las tropas habían .sido
minadas .• a pesar de toda la oposición de los jefés, Artigas debía entrar uriunJánte en PuenosAires. ¿Qué recurso? ¡No había mucho que escoger! Se eligió
el rnenorde los males... (antes que aceptar aArtigas, eliminar aAlvear)».
El pronunciamiento de Fontezuelas
Corno informaría Alvarez,Tbomas a su corresponsal, las fuerzas directoriales
acantonadas en la posta de Fontezuelas, cerca de-Pergamino, no estaban dispuestas a continuanlaguerra civil: En consecuencia, el 3 de abril, Alvarez Ilionias
inició entendimientos con-Amigas;-éste le contestó:el ó desde la Bajada del
Paraná: aconsejaba al jefe porteño que se asegurara la persona de Vitma, tnienVas el corn:mdante federal, Eusebio Hereñú, iría a San Nicolás a secundar su
acción. Entonces, Alv:Uez Tbornas proclamó alas tropas, apresando aViana y a
su Estado Mayor, a nombre del que denominó .Ejército Libertador' y envió
una intimación x Alvear:
«Creen los oficiales y tropas que están bajo mis órdenes-dice la intima28
ción fechada el día 8 pero mandaba seis días desytiés- que él sensible corazón de VE. se prestará alas nobles idear que han concebido en obsequio de la
causa pública de América. Bajo la protección del ejército oriental y del Perú,
asegurados por el voto general de la Campaña y la gran Capital: VE. debe
conocer cuán inoficioso sería el derramarsangre de nuestros mismos eornpatriolas y compañeros de armas. La campaña aunada en masa para sostener el
eterno juramento que ha pronunciado el Ejército Libertador: los grandes cuerpos de Caballería que se unen a él diariamente v la alarma general que resueno con el mayor entusiasmo, pronostica los más ciertos resultados. Despréndase VE. del mando y deje al inmortal pueblo de BuenosAires elegir librernente su gobierno y en el momento habrá cesado la otro--guerra civil que nos está
• devorando. De.lo contrario, yo protesto a VE. altamente y le advierto que un
.solo fusilazo que .se dispare, ha de cortar a los malvados torrentes de sangre ".
Repercusiones en Buenos Aires,
• Alvear recibió la intimación en su ctunptunento de Los Olivos, en la mañana del día 11. Decidió entonces trasladarse con el remanente de su ejército
hasta la clsacra de Caseros para impedir las comunicaciones de los sublevados
con la ciudad y estar en situación de marchar sobre ellos para castigarlos.
En la ciudad, entre tanto, el Cabildo había recibido una copia de la intimación. En medio de gran alanna fueron convocadas las milicias, que ahora con el
nombre de "cívicos' estaban a las órdenes del gobernador-intendente de la provincia y bajo jurisdicción del Cabildo. La fuerza comunal, sin expresarse a
favor de Artigas, estaba, sin embargo, framctunente definida contra Alvetu.
En esta circunstancia, la Logia resolvió sacrificar al Director Supremo. El
Consejo de Estado, reunido ese mismo día, aconsejó, por unanimidad, a Alvear
que renunciara :d cargo. Pero sucesivos emisarios que fueron a Caseros no lograron convencer a Alvetu; pero al día siguiente, Valentín Gómez obtuvo el
ofrecúniento de dejar al gobierno, quedando al frente del ejército. Aceptada
esta fórmula por la Logia, el día 13, el secretario Herrera la trajo a Buenos
Aires.
Al día siguiente, 14, se reunió la Asmnblea,sin'dejhr constancia en actas y
aceptó la renuncia de Alvear y designó un triunvirato integrado por San Martín,
Nicolás Rodríguez Peña y Matías,Irigoyen.
Pero esta fórmula no pasó del papel: San Martín, que estaba en Mendoza; ni.se enteró de la inclusión de su
nombre... _ ;. ... , , .
La caída de Alvear
El día 15, una gran conmoción popular bahía cundido por todo Buenos
Aires. El gobemador-intendente, Coronel Mayor Miguel Esttmislao Soler, al
frente de los cívicos y de una gran multitud, intimó al Cabildo que arbitrara "las
29
providencias oportunas para evitar males que amenazaban a la República, a
causa del descontento general por los actos opresivos del Supremo Director D.
Carlos Alvear y las últitnas'déténninaciones de la Soberana AsunbleaC.
Pedía, asimismo, que Alvear cesara en el manido militar y "habiendo la Asamblea, por renuncia que hizo el brigadier Alvear al maurdo supremo político nombrado un nuevo gobierno provisorio", declárase que era "palpable su nulidad"
y había caducado ese cuerpo, reasumiendo el Cabildo lea potestad suprema de la
Provincia.
El Cabildo revocó los poderes de los diputados de Buenos Aires a la Asamblea, sin atreverse todavía ai declarar el cese de ésta. Nombró a Soler, Comandante General de Annas de la Provincia, "debiendo someter a su mando todos
los cuerpos armados, milicianos o reglados', y ofició a Alvear para que "hiciera
dimisión del mando del Ejército' ofreciéndole la seguridad de su persona y
bienes. Pero carie la negativa de Alvear, reiteró el pedido de renuncia; unenazaudo con tratarlo a él y sus secuaces "con el rigor correspondiente a asesinos
de su país". 1
una
Alvear
rechazó
ambas
intimaciones
y
formuló,
a
mediodía
del
16,
contrapropuesta para que el Cabildo asociado con el Consejo de Estado y "hombres de luces", eligieran la forma de gobierno que estimaren oportuna. Pero él
no dejaría el manido del ejército.
El Cabildo, reunido con Soler, rechazó, a las 7 de la noche del mismo día, la
contrripropuesta. Y en conocimiento de que Alvear avanzaba con sus fuerzas
contra la ciudad, lo comunicó a Alvarez Thomas para que lo atacara por retaguardia.
En estas apuradas circunstancias y mientras Soler ponía a la ciudad en estado de defensa, se ofreció para mediar Lord Percy, comandante de la fragata de
guerra inglesa "Haspur". Aceptada que fue su mediación, Percy entrevistó a
Alvear, en la calera de los padres Franciscanos, a cuatro leguas de la ciudad. El
jefe rebelde, convencido por Percy, pidió una garantía escrita sobre su persona
y bienes y dejando a Juan José Viunonte al mando de las tropas, se embarcó en
Las Conchas, la noche del 17, en la fragata "Haspur".
El Cabildo celebró con entusiasmo la caída de Alveu. El 18 disolvió la
Asamblea, pasó una circular anterior diciendo que había asmnido el mando
"nacional" y que Alvear había sido "sustituido y confinado en una fragata inglesai'. Publicó una proclama que hablaba de " la rectitud de las intenciones del
Jefe de los Orientales" y pedía se "olvidasen las atroces imposturas con que
hasta aquí lo ha presentado odioso la tiranía". Llaunó a elecciones de un Director de Estado provisorio, exclusivamente por Buenos Aires. Para satisfacer a
Soler, al que no querían hacer Director por temor a los "orilleros" de sus milicias, lo ascendieron a brigadier general. A Alvarez Thomas, a coronel mayor.
Alvear, entretanto, había llegado a Río de Janeiro, mientras que sus partidarios eran sometidos a prisión y juzgados severamente, siendo algunos fusilados. En Río, Alvear escribió, el 23 de agosto de 1815, una lamentable nota al
30
ministro español ante la Corte portuguesa. Villalba, pidiendo su reincorporación al ejército español y la gracia de Fernando VII:
«Es muy deplorable aun español dice-que ha nacido con honor y que
procuró acreditarlo entre los gloriosos defensores de la nación, presentarse
ahora a vindicar su conducta en actitud de delincuente v con la sombra de
rebelde o enemigo del Rey. Yo me habría ido lejos de los hombres a ocultar mi
vergüenza, si no conservara una esperanza de hacer disculpables rnis procedimientos o si conociera menos la clemencia del Soberano y la indulgencia de
sus ministros". Expone que fite a Buenos Aires mezclándose en política "anirnado de la esperanza de rectificar las ideas que alimentaba el fanatismo de la
multitud... agregueme al partido de los que eran conocidos por más vehernente.s y acalorados con el objeto de adquirirme un crédito elevado de patriota y
tornar ascendiente sobre los que .suponía más capaces de una oposición sostenida ala idea de conciliación". Ocupó el Directorio Supremo para "aventurarse
a,un paso decisivo que pusiese término a esta maldita revolución... pero había
quienes no querían que el país volviese a .su antigua tranquilidad, y apoyados
poi la conducta de don José Artigas en la Banda Oriental, iban a alejar toda
esperanza de orden y de subordinación a la legítima autoridad... y por eso he
caído, por eso he sido víctima: porque mi decidido conato ha sido volver estos
países a la dominación de un Soberano que solamente puede hacerlos felices.
Por eso yo, con mi familia, como otros compañeros en desgracia, no trepidarnos
en presentarnos voluntariamente a VE. y pennanecemos bajo su protección...
espero que considerándome corno vasallo que sinceramente reclama la gracia
de su Soberano y está dispuesto a merecerla, se sirva recomendarme a Su Majestad ante quien me presentaré, luego que halle .seguro transporte para mi
persona y rni familia".
Villalba envió la nota a Madrid, pero el gobierno de Fernando VII no dio
respuesta a la misma. .
El nuevo Gobierno.,:,.
En el acuerdo capitular del 18.de abril.se—había resuelto la ¿gnstitución de
un nuevo gobierno. Se convocó entonces a los vecinos para que concurrieran a
votar electores,.para lo cual la ciudad,se dividió en cuatro distritos, eligiéndose
tres electores por distrito: El 19 fue la elección,y los doce electores que resultaron investidos tueron convocados para.el día siguiente. El 20, a las ocho de la
mañana, se instaló el congreso elector y decidió elegir "Director del Estado",
basta la reunión del Congreso General de la Provincia, a José Rondeau: y para
cubrir el cargo en forma interina, dado que Rondeau estaba al mando del ejército del Perú, a Ignacio Alvarez Thomas. Y el día 21, el Cabildo y el congreso
elector, designaron una "Junta de Observación" de cinco miembros: Tomás
31
Anchorena, Esteban Gascón, Pedro Medrlno, Antonio Sáenz y Mariano Serrano, encargada de dar el "Estatuto Provisorio' que reglaría las atribuciones del
gobierno.
Ese mismo día 21, prestaronjurmnento los tnietnbros de la Junta de Observación y Alvarez Thornas asutnió únicmtrente el m:uitlo de las an ntu, prosiguiendo el Cabildo corno Gobenlador Político hasta que la Junta presentara el
"Estatuto Provisorio' y éste fuera aprobado.
El (Estatuto Provisional del año XV
171 5 de mayo la Junta de Observación sancionó el " Estatuto Provisional
para la dirección y administración del Estado". En su mayór parte era copia ¢e
la constitución de Cádiz, pero tenía algunas disposiciones originales. Revisten
itnporuutcia particular
las disposiciones
sobre ciudadanía,
por cuanto ellas
sarían a futuros textos constitucionales y legales del proceso instiiucionál del
Río de la Plata.
Luego de un extenso "exordio", procede a regular una declaración "Del
hombre en .sociedad" que regiría "para todo hombre, .sea americano o extranjero, ciudadano o no ". Consagra así el clásico texto liberalsobre los derechos
a la vida, honra, libertad, igualdad, propiedad v seguridad. La religión. sería la
católica, debiendo respetarse su culto público, bajo pena de "violar las leves
fmdamentales del país".
"Cada ciudadano es miembro de la .Soberanía del Pueblo ", establecía el
capítulo IV En tal carácter, tenía "voto activo" -derecho a elegir- v "voto
pasivo"tele ser elegido- "en los casos v forma que designa este Reglamento
Provisorio".
No votaban todos los hijos del país, sino únicamente los propietarios Y
quienes tuviesen oficio o arte útil v no fuesen innlalos o cuarterones. En Cambio, tenían derecho al voto, sin renunciar a su ciudadanía de origen, los extranjeros no españoles que hubiesen residido cuatro años, supiesen leer), escribir), tuviesen propiedádes, oficio o arte útil. A los dl'?< años tendrían el voto
pasivo para los "oficios de República"argos imaiicipale.s-pero no los de
"gobierno" -cargos nacionales-. Los españoles europeos que no hubiesen
acrethtadoservicios distinguidos al país v obtenido la carta de naturalización,
no tendrían más derechos que los demás extranjeros, "mientras los derechos
de estas Provincias no .sean reconocidos por el gobierno de España". Los extranjeros naturalizados tenían la amplinid de ambos votos. Los capítulos VI v VII regulaban
del cuerpo social ".
El Poder Legislativo residiría, en principio, "en los Pueblos", pero hasta la
reunión de éstos en Congreso General, la.hirtta de Observación v el Cabildo
porteño dictarán, a manera de leves, "reglamentos provisionales para los ob-
32
jetos necesarios y urgentes".
La Junta de Observación, de cinco miembros. se renovaría a loi seis meses
y luego duraría hasta el fin del período del Director del Estado y en adelante el
mandato .sería de un año. Sus facultades eran amplias: podía remover los secretarios del Director; aconsejar lá.s funciones administrativas: recibir informes trimestrales de las cuentas del Estado y con acuerdo del Cabildo porteño,
podía quitar el mando militar y deponer al Director en caso "que claudicase
en la inobservancia del presente estatuto ".
El Poder Ejecutivo sería ejercido por el »¡rector del Estado. Este debíaser
vecino o natural de cúalquiera de las provincias, con cinco años de residencia
en ellas y tener "más de treinta y cinco años" (partí que no se reprodujera el
caso de otro Alvear sin prestar atención a la circunstancia de que Alvarez
nomas tenía apenas 28 años de edad...). Duraría uri año en susfunciones. Los
tres secretarios —Gobierno, Guerra v Hacienda-serían removidos "cuando
lo exija la Junta de Observación ".
El Director del Estado "luego que se posesionase del mando, invitaría con
particular esmero y eficacia a todas las ciudades y villas de las provincias
interiores para el nombramiento de diputados que hayan deformar la Constitución, los cuales deberán reunirse en la ciudad de Actmán para que allí
acuerden el lugar en que hayan de continuar sus sesiones, dejando al arbitrio
de los pueblos el señalamiento de viáticos y sueldos asas respectivos representantes". Las ciudades y villas nombrarían un diputado por cada 15.000 habitantes, eligiéndolos, indirectamente, pormedio de electores, a razón de un elector
por cada 5000 habitantes. El sufragio podría emitirse " de palabra o por escrito, abierto o cerrado", según deseara el elector
El Poder Judicial era declarado independiente y .se introducían algunas
variantes respecto de las competencias de los Tribunales, restableciéndose el
juramento en materia civil y criminal, excepto sobre hecho propio.
El Estatuto reglamenta luego las elecciones de los Cabildos y gobernadores de provincia; la organización del ejército y la armada, restableciendo las
milicias provinciales del régimen virreinal y las milicias cívicas. Sobre éstasse
disponía que "todo habitante del Estado, nacido en América, todo extranjero
con domicilio de más de cuatro años, todo español europeo con carta de ciudadano, y todo africano y pardo libre. .son soldados cívicos, excepto los que se
hayan incorporado a las tropas de línea y árrnada ". Desde la edad de 15 a 60
años ".si tuvieran rubustez" los cívicos deberían acudir a la señal de la "patria
en peligro" dada por la campana del Cabildo o la bandera puesta al tope de su
torre. El Cabildo porteño sería "brigadier nato" de los cívicos de la capital.
Se establecía que "esta fuerza armada ha de estarsubordinada al gobierno; pero cuando éste claudicase en la inobservancia del presente Estatuto Provisional u obrase contra la salud y seguridad de la Patria, declarándolo así la
Junta de Observación y el Excmo. Cabildo, por escrito o de palabra, quedará
.sujeta a dicha Junta de Observación, igualmente que la fuera de línea (le mar
33
y tierra, para .sostener sus determinaciones en el caso que las resista el Director". Se otorgaba, pues, ala Junta de Observación y al Cabildo porteño ni más
ni menos que "el derecho de revolución,"...
Finalmente, se:reglamentaba la-seguridad individual y la libertad de imprenta, reproduciéndose los reglamentos anteriores. Se abolía el Consejo de
Estado, se abolían las leyes de la Asamblea sobre comunidades religiosas y se
permitía, en adelante, a los maestros, el' castigo de los niños.
El Estatuto fue acéptado por Cuyo, Salta y Córdoba, sólo en cuanto a la
convocatoria
del
Congreso;
Tucumán.
lo
aceptó
"momentáneamente";
Chuquisaca y Potosí, sujeto a reformas; los "Pueblos Libres", sintiéndose burlados, lo rechazaron de plano, en un Congreso, convocado por Artigas, en el
Arroyo de la China o Concepción del Uruguay.
El Nuevo Directorio
El mismo día .5 de mayo, Alvarez Thornas asumió el cargo de Director del
Estado "interino". Designó como secretarios al Dr. Gregorio Tagle, en Gobierno; a Antonio Luis Berruti, en Guerra y Manuel Obligado en Hacienda. El 6
juró el Estatuto, que, a su vez, fue jurado por las corporaciones y el ejército, el
día 25.
El 11 de mayo, en presencia del Director, Cabildo y Junta de Observación,
se leyó el bando, fechado el 30 de abril, por el cual se declaraba "un tejido de
imputaciones las más execrables contra el ilustre y benemérito Jefe de los Orientales, don José Amigas" los bandos, proclamas y gacetas que lo declaraban"asesino", "traidor', "bandolero', etc., haciendo los capitulares enmienda honorable de su "pesar por haber dado un paso que tanto ultraja el mérito de aquel
héroe y la pureza de sus intenciones". ;Las tropas artiguistas se hallaban en San
Nicolás!
Enseguida, y por mano del verdugo, se dieron al fuego en la Plaza de la
Victoria, cuantos papeles, bandos, gacetas y proclamas contra Artigas se pudieron recoger...
EL CONGRESO DE TUCUMÁN
Los diputados y sus instrucciones
El sistema de elección de diputados para el Congreso establecido por el
Estatuto Provisional -como reconoce Mitre-, " manifestaba una tendencia
pronunciada hacia el unitarismo, a la vez que se hacían algunas ligeras concesiones al espíritu federalista de la época, pero era impracticable en todos sus
detalles por la falta de censo y por las resistencias que debía encontrar en las
Provincias, así es que éstas fueron autorizadas, por el mismo Estatuto, para
34
sustituir el sistema electoral prescripto para la campaña por "el que creyesen
más oportuno '.
El proceso electoral se prolonoaríqbasta después de instalado el Congreso
y el mismo demuestra la ('alta de expresión•popular.de aquel cuerpo.de pretendida representación nacional. . . ., .
No estuvieron presentes en aquel cónclave manejado por el porteriismo unitario y monárquico, las provincias federales republicanas: Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Oriental, todas acogidas a 1<t protección de Artigas.
Pero.t<aunpoco concurrió el Paraguay, aislado.ya.por. el neutralismo del Dr.
Francia, como defensa de la estrangulación,portuaria bonaerense y del jaqueo
unenazemte del Brasil lusitano.
Extruio al sentimiento de los pueblos -electos sus anieanbros "en medio de
la indiferencia público' o "bajo los auspicios del odio ala Capital", al decir de
Mitre- sus deliberaciones se sucedieron al compás de una política directorial
obsesionada por el objetivo de articular el Estado bajo el mando centralizado
de Buenos Aires, aunque para ello tuviera que fragmentar y entregar territorios
y pueblos, integrantes del cuerpo nacional..Su obra, artificial y episódica, no
dejaría huella valedera-más allá de una formal y tardía declaración de'-independencia"-dispersándose, ante la intimación de Artigas, al aproximarse las
lanzas federales a la aterrorizada Capital, a comienzos de 1820.
Instalación y tendencias
El 24 de marzo de 1816, con la concurrencia aproximada de dos tercios de
diputados, en Tltcuaním se inaugurarme las- sesiones del Congreso. Fue electo
presidente el Dr. Pedro Medrano y secretarios fueron Juan José Paso y José
Mariano Serrano, El presidenie y el vice durarían un mes en cl cargo, sin duda
para impedir que ninguno se perpetuara en tan importantes funciones representativas coano ocurriera con Alvear en la Asaunblea del ario XIII.
La tendencia mayoritaria sería la de la facción triunfante en abril de 1815, a
la que Diego Luis Molineui llana de "los municipales", interpretada por los 7
diputados de Buenos Aires y los diputados del Alto Perú. En minoría, prácticarnente reducida a los diputados de Córdoba, se expresaba la tendencia" localista"
o federal. Pero a partir del traslado del cuerpo a Buenos Aires, éste perdió toda
significación y autonomía quedando subordinado a las orientaciones del Director Pueyrredón y de la Logia Lauteno, reorganizada precisunente en 1816.
Elección de Pueyrredón
El 1-5 de abril, Alvarez Tltomas había presentado renuncia a su cargo de
"Director del Estado' arrastrado a un grave enfretttuniento cota la Junta de
Observación que había solicitado informes en febrero sobre las gestiones monárquicas -divulgadas por Belgruto de regreso en Buenos Aires- y el día 16,
35
el Cabildo y la Junta, bajo la presión de los cívicos, habían nombrado Director
interino al Coronel Mayor Antonio González Balcarce.
Los cívicos, encabezados por Soler, temían al Congreso de Tucumán al que
atribuían el propósito de entregarse a Portugal, sospecha que, por cierto, no
estaba desencaminada. A ese sentimiento nacionalista de los cívicos vino a
agregarse un ingrediente localista. A fines de abril se supo que el Congreso se
preparaba a elegir Director Supremo al Coronel José Moldes, antiguo amigo de
Belgrano y asambleísta del año XIII. . . .
El hecho deque Moldes fuese, salteño y que desde la caída de Alvear no
ocultara su antipatía hacia Buenos Aires,-sobre todo hacia los cívicos, contribuyó al ,uiimo revolucionario de la ciudad.
Efectivamente, la candidatura de Moldes estaba en la consideración de los
congresales de Tucumán y contaba con el apoyo de Belgrano y de Güemes y la
simpatía de los diputados de Alto Perú.
Pero Moldes fue eliminado como candidato, lográndose convencer a Güemes
para que aceptara a otro en homenaje a la "unidad nacional". Era necesario que
el futuro Director Supremo no despertara resistencia entre los viejos asambleístas
-muchos de los cuales eran diputados en el Congreso-ni entre los revolucionarios de abril de 1815, ni en los logistas, ni en el interior ni en Buenos
Aires, y que 1-oralmente consiguiera el apoyo del ejército, es decir, de San Martín, Güetnes y Rondeau. Y, además, que tuviera prestigio personal para no recaer en una situación como la protagonizada por Alvarez T homas.
Surgió así el nombre de Juan Martín de Pueyrredón, diputado por San Luis
en el Congreso. Los porteños lo aceptaban como nativo de Buenos Aires y los
provincianos por su larga estadía en San Luis; los conservadores lo consideraban uno de ellos y los logistas no ignoraban que había sido iniciado en las
logias españolas, aunque no se hubiera incorporado a la Lautaro. Era una solución capaz de lograr el avenimiento con Rondeau, que ltabía iniciado las marchas sobre Tucumán, y con los cívicos de Buenos Aires, a quienes había que
impedir que se vincularan con Amigas.
Pueyrredón fue elegido "Director Supremo de las Provincias Unidas en Sud
América", el 5 de mayo. En seguida el nuevo Director conferenció con Rondeau
y le dio amplias satisfacciones obteniendo el acatamiento de su autoridad. Asimismo, había ordenado a Balcarce que, hasta tanto no llegara a Buenos Aires,
se limitara a cumplir las resoluciones que le comunicara.
El oficio de Pueyrredón a Balcarce ordenándole acatamiento al Supremo
Poder, exaltó el sentimiento localista porteño que tomó la forma de un movimiento "federalista" y el nombre de Artigas llegó a pronunciarse como una
esperanza. Se sucedieron notas y manifiestos de la cunpaña y de los barrios,
pidiendo que se resistiera la dominación del Congreso, pues "el pueblo de Buenos Aires quiere y desea pública y notoriamente reducirse a una provincia como
las demás para gobentarse por su administración interior; reconoce y obedece
al Supremo Poder Ejecutivo nombrado por el Congreso pero en cualquier parte
36
que fije su residencia que no sea Buenos Aires":.: . . .
Balcarce, el 18 de junio hizo fijar un bando convocando al "pueblo soberano" y al Cabildo y la Junta a un Cabildo abierto "con concurrencia de todos",
que habría de tener lugar al día sigüienté, 19, en el tempkt de San Ignácio, para
resolver "si se resistía o no la instalación del gobieríto nacional en Buenos
Aires y se constituía ésta' en provincia federal". : . La sesión en el Templo'de San Ignacio fue tumultuaria y nadie pudo entenderse. Finalmente, se resolvió que "el Directür,'Cabildo y Junta se pusiesen de
acuerdo para conseguir qtie el pueblo votase si quéría sér provincia renunciando a ser capital". Al día siguiente lastres autoridades pronttilgabam un reglamento de elecciones, limitado a establecer si se resolvería en Cabildo abierto o
por medio de representantes. El 22 de junio se votó, resultando triunfante en la
ciudad el criterio de una reunión por representantes; en la campaña de la provincia no llegó a saberse el resultado, porque los acontecimientos se precipitaron.
El 7 de julio se supo que los portugueses habían invadido la Banda Oriental.
Balcarce lanzó una proclama llamando "a la conciliación ante el peligro". El
Cabildo, a su vez, el día 10 lanzó otra acusando al gobienio (Balcarce) de "promover un provincianistno extemporáneo e introducir la desunión en el centro
de la unidad que tonn<m los cuerpos cívicos"; acusaba a B<dcarce de "pasividad
ante la invasión" y anunciaba que lo destituiría. Esa noche el primero y tercer
tercios de cívicos-habitantes del centro y "pardos y morenos"-partidarios
del Cabildo, salieron de sus cuarteles para proteger la plaza; pero el segundo
tercio, compuesto de "orilleros'", pennatteció a la espera de las órdenes de
Balcarce para combatirjunto con los cuerpos de Dorrego y de Pinto de simpatía federalista, pero Balcarce no dio la orden. El Cabildo y la Junta de Observación destituyeron entonces al vacilante Director y nombraron interinamente en
su lugar a Francisco Antonio de Escalada y Miguel Irigoyen hasta la llegada de
Pueyrredón.
Entre tanto en Tucumán, esa misma noche, Pueyrredón, con el acta de declaración de la independencia del 9 de julio, se ponía en marcha para Buenos
Aires, a la que llegaría el 29, tornando posesión del gobiento sin oposición.
El temario del Congreso
E1 26 de mayo, el Congreso había aprobado una "nota de las materias de
primera y preferente atención" para sus deliberaciones, a saber:
l) Un manifiesto explicativo (que nunca se redactó): 2) deslinde de las
facultades del Congreso y .su duración (tampoco .se din): 3) discusiones .sobre
declaración de la independencia v manifiesto de ella; envío de diputados a
Madrid para tratar el reconocimiento v a Roma para concertarla independencia eclesiástica; 4) pactos entre las provincias corro preliminares de la Coníti-
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tución. (no los hubo); 5) forma de gobierno: 6) Constitución; 7) ¡in plan de
impuestos para .sostener la guerra mientras dure: establecimiento de un Banco
y fijación del valor, de la moneda; 8) arreglo del régimen militar; 9) de la
marina de guerra: 10) de las rentas generales del Estado; ]])establecimiento
de una Casa de Moneda en Córdoba: 12) creación de establicimientos educativos; 13) funcionamiento de la justicia;.14) demarcación del territorio y creación de ciudades y villas: 15) arreglo 'del régimen municipal; 16) del régimen
agrario; 17) revisión de lo hecho por la anteriorr Asamblea y de todos los reglamentos promulgados por el Poder Ejecutivo.
Se resolvió, asimismo, que los asuntos constitucionales necesitarían dos
votaciones con un quórum de los dos tercios en cada una; los "de gravedad",
una votación con mayoría de dos tercios; en los comunes, bastaría la simple
mayoría.
La declaración de la independencia
El 9 de julio, aprobada la nota de las materias y el régimen de votación del
cuerpo, el Congreso aprobó, por aclamación, primero, y luego por el voto individual de sus miembros, la independencia.
Convocado para sancionar tina Constitución, el Congreso de Ttcumán declararía la independencia, que no había declarado la Asamblea del año XIII,
reunida expresamente con ese fin.
Pero las circunstancias habían variado entre los años 1813y 1816; Belgrano
había llegado a Tuciunán con la noticia de dite Inglaterra se desinteresaba de
la causa de América: SanMartín insistía para clue fuera declarada; Güemes la
sostenía; y los Pueblos Libres del Protectorado de Artigas la exigían.
El acta del 9 de julio, dice, en lo sustancial:
«Nos, los representantes de las Provincias Unidas de Sudamérica, reunidos
en Congreso General, invocando al Eterno que preside el universo, en el nombre y por la autoridad de los Pueblos gire representamos, protestando al Cielo,
a las Naciones y hombres todos del globo, la justicia que regla nuestros votos,
declararnos solenmemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias, romper los violentos vínculos que las ligaban a los
reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas, e investirse
del alto carácter de Nación libre e independiente del rey Fernando VII, .sus
sucesores .V metrópoli. Quedan, en consecuencia, de hecho y derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia e impone el cúmulo de .sets actuales circunstancias".
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"Libres de los reyes de Espacia y su metrópoli—, pennitía la anexión como
colonia a Inglaterra, como lo había querido Alvear en 1815, o a Portugal, como
habría de proyectarse poco tiempo después. El diputado Medrano pidió sesión
secreta el 19 de julio y mocionó para que, en la fórmula del juramento a tomársele
al ejército, se agregara: "y de toda otra dominación extranjera", variándose de
paso el acta, pues "de este modo se sofocaría el rumor esparcido por ciertos
hombres malignos de que el Director del Estado, el general Be1grano y aún
algunos individuos del Soberano Congreso alimentaban ideas de entregar el
país a los portugueses", lo que así fue acordado.
El rumor tenía fundamento, corno se traduciría en las instrucciones del 4
de setiembre a los comisionados ante el rey de Portugal, votadas por los mismos diputados-con excepción de Godoy Cruz-que acababan de aclamarla
independencia...
San Martín recibió con alivio la declaración de independencia y le escribió
a Godoy Cruz:
«Ha dado el Congreso el golpe magistral en la declaración de la Independencia; sólo hubiera deseado que al mismo tiempo hubiera hecho una pequeña
exposición de los justos motivos que tenemos los americanos para tal proceder..
Por su parte, Artigas, con fecha 24 dejulio, al acusar recibo de la comunicación pertinente del Director Pueyrredón, expresó:
«Ha más de un año, que la Banda Oriental enarboló .su estandarte tricolor
y jurósu independencia absoluta y respectiva. Lo hará VE. presente al Soberano Congreso para susuperior conocimiento».
La discusión sobre forma de gobierno
El 6 de julio, el Congreso había recibido a Belgrano, en sesión secreta, para
oír sus informes acerca de la situación europea y analizar la posibilidad de una
guerra con España. En dicha oportunidad, Belgrano dijo:
1) que si la Revolución hahia merecido en un principio la simpatía de las
naciones europeas «por su marcha majestuosa», en el momento y debido a «su
declinación en el desorden y la airarquía... sólo podemos contar con nuestras
propias fi4erzas»; 2) que las ideas republicanas ya no tenían predicamento en
Europa .y ahora «se trataba de monarquizarln todo», .siendo preferida la forma
monárquico=constitucional, a la manera inglesa; 3) que la forma de gobierno
conveniente al país era, por eso, la monarquía «temperada», debiendo Ilatnar-
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.sea reinara la dinastía de los Incas «por la justicia que envuelve la restitución
de esta Casa tan inicuamente despojada del trono, por una sangrienta revolución que.se evitaría para en,lo .sucesivo con esta declaración y el entusiasmo
general de que .re poseerían los habitantes del interior, con .sólo la noticia de
un paso para ellos tan lisonjero»; 4) que España estaba muy debilitada por la
larga guerra de la independencia contra Napoleón ;v' «las discordias que la
devoraban», pero con todo «tenía más poder que nosotros y debíamos poner
todo conato en robustecer el ejército»; que lnglaterra no ayudaría a España
para nuestra subyugación, «siernpre que de nuestra parte cesasen los desórdenes»: 5) que la llegada de tropas a Brasil no .significaba que Portugal tuviera
miras ofensivas contra las Provincias Unidas, .sino únicamente «precaver la
infección /del artiguismo en el territorio de Brasil»; que el carácter del príncipe Don Juan era pacífico y «enernigo de conquistas», 1, estas provincias no
debían temer ¡movimiento de aquellas füerzas.
Las palabras de Belgrano influirían par¿¡ la declaración de la independencia, tres días después, ya que los rioplatenses sólopodrían contar "con suspropias fueras". Pero sus opiniones sobre forma de gobierno y la coronación de
un Inca, empezaron a ser debatidas en la sesión del día 12 dejulio, a raíz de una
moción para establecer el sello del Congreso. Se dijo que, para establecerlo,
debía primero fijarse la fonna de gobierno, pues de ella dependerían los símbolos a adoptarse y entonces fue que el diputado Manuel Antonio Acevedo, de
Catamarca, vició la consideración del tema propiciando "la monarquía temperarte en la dinastía de los Incas", con capital en el Cuzco.
Los debates siguieron, en varias sesiones, entre los meses de julio y agosto,
pronunciándose todos los oradores por la monarquía temperada. Fray Justo
Santa María de Oro sería el único en reclamar 1:¡ consulta previa de las provincias, sin cuyo requisito entendía que no podría permanecer en la Sala pero,
posteriormente en las sesiones secretas del 4 de setiembre, donde se votó la
forra de gobierno, aprobaría también la monarquía constitucional.
En muchos de los periódicos de Buenos Aires se aludiría al proyecto de
coronación del loca en forma sarcástica, diciéndose que al rey "patas sucias"
habría que buscarlo en alguna pulquería o taberna del altiplano peruano... pero
los sostenedores de lit fórmula incásica, en realidad, pensaban concretamente
en Juan Bautista Túpac Armar», hermano del caudillo revolucionario ultimado
en la célebre revuelta del Perú, que, casi octogenario, vivía prisionero de España en los calabozos de Cádiz, y en sus parientes confinados en el departamento
de Pinta. En el ánimo de los partidarios de esta solución gravitaba poderosamente la teoría del legitimismo monárquico proclamada por la Santa Alianza y
consideraban, en consecuencia, que la ascensión al trono de un loca era el único medio posible de dar "legitimidad" a la monarquía americana y obtener,
simultáneamente, el reconocimiento europeo de lit independencia. Por lo demás, la ¡noción del catamarqueño Acevedo de fija lar capital en el Cuzco impli-
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caba la unidad de América del Sur.
Entre los hombres representativos del patriciado porteño de la época se levantaron nutnerosas objeciones al proyecto de Belgrano. Pueyriedón, que, como
veremos, tenía iniciadas gestiones para la coronación de un príncipe francés,
escribió a Belgrano, advirtiéndole que debía limitarse al cumplimiento de sus
deberes como general en jefe del ejércitó, ':sur mezclarse en modo alguno en lo
polífco'.:Rivadavia, enterado por,el propio Belgremo de su iniciativa, le
rescribiría a Pueyrredón sobre el tema, aprobando la fórmula monárquica-constitucional, pero considerando la coronación del Inca como,uua "desventurada
idea".
Diferente fue la reacción de San Martín. En carta a Godoy Cruz -que había sido el único en no votar la fórmula incásica- le decía;
«Ya digo a Laprida lo admirable que me parece el plan de un Inca a la
cabeza: las ventajas son geométricas: pero por la Patria les .suplico no nos
metan una regencia de varias personas; en el momento que pase de una, todo
se paraliza y nos lleva al diablo. Al efecto no hay más que variar el nombre a
nuestro Director, y queda un Regente; esto es lo seguro para que salgamos al
puerto de salvación^
En la sesión secreta del 4 de setiembre, en que se votaría la forma monárquica de gobierno, serían aprobadas también las instrucciones para los comisionados ante Lecor y la Corte de Río, a cargo del coronel Juan Florencio Terrada
y del secretario de Guerra Miguel Irigoyen, respectivamente: En ellas se preveía que, de aceptarse por Portugal, el rey Inca enlazaría con una princesa portuguesa, o para el caso de ser rechazada esta fórmula, se solicitaría la aceptación del rey de Portugal y Brasil para asumir la corona de la América del Sur
hispánica, como un Estado distinto e independiente. Se procuraba poner a América bajo la Corona de Portugal, tutelado por Inglaterra. Pero ni Terrada ni
Irigoyen fueron a Río de Janeiro. Es que Pueyrredón, empeñado en su proyecto
de coronar un príncipe francés y con la seguridad de que las tropas portuguesas
se limitarían a ocupar la Banda Oriental, no creyó necesario entregar el país a
Brasil para salvarlo del artiguisrno. Prefería entregarlo a Francia...
LA POLITICA DEL DIRECTOR PUEYRREDON
Pueyrredón en el Directorio
El nuevo titular de la Dirección Suprema del Estado era un calificado integrante del patriciado porteño. A través de la Logia Lautaro se había vinculado
con San Martín. Pero existfaentre ambos una diferencia sustancial: San Martín
era un representante auténtico del liberalismo hispánico de 1803, en cuyas tilas
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se distinguiera durante los años más duros de la guerra contra Napoleón, hombre de ascética personalidad, sin interés económico concreto; Pueyrredón encamaba la mentalidad del grupo agroexportador bonaerense y era notoria su
asociación con Ambrosio Lezica, acaudalado consignatario de frutos y prestamista. Ante el empuje del republicanismo federal de los pueblos acaudillados
por Artigas y ante el fracaso de su proyecto de coronar un príncipe francés,
abandonaría a San Martín en su plan de liberación de Chile y del Perú, procurando utilizarlo como fuerza de represión contra las huestes artiguistas.
Contribuye a revelar su carácter, la información proporcionada por Silas
Atkins, inglés residente en Buenos Aires, a su poderdante Rivadavia, a fines de
1819:
KPueyrredón salió del gobierno el !0 de junio último; sin embargo de que
no suena su política domina, lo que evidencia su influjo y manejo privado. Es
increíble lo rico que se ha puesto: el perrito deoveja esAmbrosio Lezica quien
tiene un manejo e influjo que no hay magistrado o empleado que no le tiemble.
Los cargamentos más aparentes que llegan ü la plaza, se los compra a bordo y
los desembarca por alto. Escandalosísimos son estos procederes. Las extracciones de los frutos son por el mismo estilo. De suene que la mitad de los
derechos (hablando con verdad), no entran u las Cujas del Estado".
Casi inmediatamente de su elección -el 5 de mayo de 1816- Pueyrredón
se puso en marcha hacia el norte. El ejército de Rondeau -cuyo mando asumiría el 7 de agosto, Belgrano-que venia de actuar en el Alto Perú, se hallaba en
plena desorganización y en creciente hostilidad con las milicias gauchas de
Güemes. Con pronta energía, el nuevo Director puso remedio a esta situación y
dispuso lo conveniente para enfrentar la temida invasión de las fuerzas limeñas
por la Quebrada de Humahuaca.
Recibió entonces un oficio de San Martín revelándose su plan de liberación
de Chile y Perú y sugiriéndole la necesidad de trasladar el Congreso a Buenos
Aires, argumentando razones de prontitud en las resoluciones, condición indispensable para las operaciones de guerra que proyectaba. El Director acogió los
puntos de vista de San Martín y propuso una entrevista, que tuvo lugar en Córdoba, entre el 15 y el 22 de julio de 1816.
En Córdoba acordaron que San Martín apoyaría al nuevo Supremo; que
ambos reorganizarían la Logia futuro como instrumento de gobierno y que
Pueyrredón daría amplio apoyo a San Martín para equipar el ejército de los
Andes. También se trató la invasión ponuguesu a la Banda Oriental y la situación de Artigas, comprometiéndose Pueyrredón u solucionar el conflicto con el
Protector de los Pueblos Libres y prestarle auxilios contra la invasión. También, que San Martín incorporase a su ejército u Miguel Estanislado Soler y a
Manuel Dorrego, presuntos enemigos del Supremo. «La unión será inalterable
42
-escribiría
entonces,
confiado
y
optimista,
que el DirectorSupremo todo lo va a transar». ., ,
San
Martín=pues:e.stoy'.seguro
Pueyrredón en Buenos Aires
E129 de julio, por la mariana el nuevo Director era recibido, en San José de
Flores, por el Cabildo porteño, la Junta de Observación y. los dos gobemantes
interinos; Escalada e Irigoyen. A la tarde, hacia su entrada en la ciudad, tomando posesión del gobierno. - . • ., Los que habían recibido a Pueyrredón en San José de Flores, pertenecían a
la facción más conservadora del patriciado porteño, integrada por el sectorde
propietarios y «gente decente» que había impuesto su predominio ensetiembre
de 1811, con el «primer Triunvirato», había cooperado en la caída deAlvear
en abril de 181 S y acababa de imponerse sobre el partido popular bonaerense,
gracias a la debilidad de Balcarce, en julio de 1816. Al grupo también se habían agregado los antiguos «saavedristas», como Pedro Medrano y Vicente
Anastasio de Echeverría, purificados de su contaminación plebeya con los
«orilleros» de Joaquín Campana.
Pero el partido popular bonaerense continuaba en pie, teniendo por jefes a
Soler y Dorrego y por órgano de prensa a «La Crónica Argentina», donde
escribían Manuel Moreno, Vicente Pozos Silva y otros. Su imprenta se había
convertido en un centro difusor de folletos que eran leídos y comentados en las
tertulias y cafés de la ciudad. Se les motejaba de «artiguistas» entre la «gente
decente», a pesar de que no se animaban a defender al caudillo oriental, aunque denunciaban en todos los tonos la política complaciente del Directorio
frente a la invasión portuguesa. Al partido popular -le creciente definición
«federal»- se sumarían también el Cnel. Domingo French y los oficiales desplazados del ejército del Perú, los orientales Manuel Pagola y Eusebio
Valdenegro. Rondeau, siempre oficialista, acompañó en cambio al gobierno.
prácticamente,
Entre estas dos corrientes
principales,
el «alvearisrno»,
bía desaparecido. Exiliados sus jefes principales en Río de Janeiro, sin apoyo
en el ejército ni en la opinión porteña, los «facciosos» acabaron por integrarse
en los otros bandos: Valentín Gómez. Vicente López y Planes y la mayoría, se
plegaron al partido gobernante, integrándose en la nueva organización de la
Logia Lautaro. Bernardo Monteagudo, en ese momento en el exilio, .sería incorporado al ejército de San Martín, al que acompañó en su cruzada, distinguiéndose luego en el Perú por uña brillante obra de organización, en la plena
posesión de sus facultades intelectuales.
El instrumento más poderoso de la política del gobierno de Pueyrredón
sería la "Gran Logiá', como se llamó a la sociedad secreta organizada con el
apoyo de San Martín, sobre la base de la Lautaro.
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• Los objetivos de la «Gran Logia» quedarían desvirtuados por la gravitación de los «facciosos» en el ánimo de Pueyrredón. «Mantener el orden y asegurar la'independencia» eran sus propósitos. Pero, mientras que, para San
Martín, rcmanteneriel orden» significaba- mantener,la unidad nacional, con
una política2e alianza con, los.elementos populares porteños y los Pueblos
Libres del Protectorado artiguista, Púeyrredón y la logia lo entendieron como
imposición sobre ellos.
«Consolidar la indépendencia»; era,i para San-Martín;'conducir militarmente la guerra de la independencia; pero en el círculo de•Pueyrredón y de los
logistus, era pedir, un monarca.no'ya a -España, Inglaterra o Portugal, sino a
Francia, a la que se inclinaban las simpatías del Director Supremo. .
Pueyrredón integró su ministerio, de acuerdo con San Martín, con tres
logistas: Vicente López y Planes, en Gobierno; Domingo Trillo, en Hacienda y
Juan Florencio Terrada, en Guerra. Poco tiempo después López fue sustituido
por Gregorio Tagle, que acababa de ser secretario del Gobierno de Balcarce y
era el depositario de toda la documentación secreta de las gestiones' del Dr.
Manuel José García ante la corte de Río y que habría de convertirse en la verdadera "eminencia gris" del gobierno. Manuel Obligado reemplazó a Trillo en la
Secretaría de Hacienda. Con estos cambios quedaba totalmente suprimida la
influencia de San Martín en las decisiones del Directorio.
El 3 de setiembre, Pueyrredón formó una "Comisión de Guerra", presidida
por Miguel de Azcuénaga, para asesorar al gobierno en todo lo relativo a la
organización del ejército y la defensa del país frente a la invasión portuguesa.
Luego de algunos escasos auxilios librados a Artigas y luego de fracasar en el
intento de atraer a su política a las autoridades artiguistas de Montevideo,
Pueyrredón enfrentaría una cerrada oposición del partido popular que le acusaba de traicionar la Revolución.
Sin embargo, por entonces San Martín apoyaba a Pueyrredón, como se
desprende de una carta suya a Tomás Guido de diciembre de 1816: "Yo opino
que los portugueses avanzan con pies de plomo, esperando a su escuadra para
bloquear a Montevideo por mar y tierra, y en mi opinión se la meriendan. A la
verdad, no es la mejor vecindad, pero hablando a Ud. con franqueza la prefiero
a la de Artigas (!) "
Por su parte, el Congreso, ante los urgentes llamados del Director para que
trasladara su sede a Buenos Aires, así lo acordaba el 1° de enero de 1817 y al
mismo tiempo formaba una comisión integrada por José Dairegueyra, Pedro
Ignacio Castro Barros y Pedro Carrasco "para servirle de apoyo en los conflictos que expresa en sus comunicaciones",
Al llegar la Comisión del Congreso a Buenos Aires, en los primeros días de
febrero de 1817, la situación era comprometida: "La anarquía apenas sofocada
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en el interior -comenta Mitre- los cuidados de la invasión española por Salta, la incertidumbre de la expedición sobre. Chile, el desorden triunfante en el
litoral, la irritación que producía la invasión portuguesa; la sospecha, en gran
parte fundada, de que eran objeto el Congreso, el.Directorio y el enviado García
y los trabajos de zapa de la oposición en la capital, todo esto había contribuido
a desmoralizar la opinión, produciendo una sorda inquietud que parecía precursora de un estallido".
Pueyrredón hizo presente ala Comisión las dificultades que encontraba para
proseguir las negociaciones con la Corte dé.Brasil,. señalando, como la más
grave de todas, " la continua alarma por el prematuro rompimiento de una guerra contra la nación limítrofe, que propagaban los enemigos del orden público,
minando los cimientos de la opinión y de la autoridad pública' y en consecuencia, pedía autorización para suprimir estos obstáculos. La Comisión prestó su
aprobación para que adoptara las providencias conservadoras del orden que
estimare oportunas, en-el término de 24 horas.
Fue en virtud de esta autorización, que el Director dispuso el destierro alas
Antillas, delos dirigentes del partido popular bonaerense. En esta forma, fue
condenado a "extrañamiento perpetuo", Manuel Dorrego y embarcado con
destino a Cuba, donde le esperaba el fusilamiento o su prisión en Ceuta, por
parte de las autoridades españolas. Pero Dorrego consiguió desembarcar en la
isla de Pinas y de allí trasladarse a los Estados Unidos, en la ciudad de
Baltimore, donde permanecería hasta la caída del Directorio en 1820. Allí le
alcanzarían Manuel Moreno. Vicente Pasos Silva, Florencio Chiclan0. Domingo French, Manuel Pagola y Eusehio Vuldenegro arrestados e113 de febrero de
1917 y embarcados para las Antillas y que también habían logrado huir a
Norte América.
El 14 de agosto, sería arrestado Manuel de Sarratea, que a su regreso de
Europa se había hecho fervoroso partidario de la guerra contra Portugal y
ahora propiciaba una alianza con los "populares", olvidado de su vieja enemistad con los "orilleros" y Artigas. Con él también fueron arrestados Juan
Pedro Aguirre y Miguel de lrigoyen, acusados de conspirar contra Pueyrredón.
También fueron perseguidos, Gervasio Antonio de Posadas y Eugenio Balbastro
y los hermanos chilenos Luis y Juan José Carrera, estos últimos fusilados en
Mendoza en 1818.
"Dos batallas libradas en escenarios distintos y de resultados contrapuestos
-dice acertadamente Joaquín Pérez- señalaron el comienzo de 1818 para el
gobierno porteño.
La victoria de Ramírez en el Saucesito, el 25 de marzo, sobre las fuerzas
que el gobierno de Buenos Aires había despachado al mando del Gral. Marcos
Balcarce, no hacía sino mostrar nuevamente, con toda claridad, la raigambre
popular de la causa que sostenían los caudillos. Pero eran derrotas que en lugar
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de convencer a1 Director Pueyredón-de encarar de otra manera el problema
creado por la postura republicano-federal de los caudillos, no hacían más que
exasperarlo en su propósito de terminar cuanto antes con la "anarquía" que
prevalecía en los dominios artiguistas.
La otra victoria, la de San Martín, sobre los realistas en Maipú; el =5 de abril,
abría las más lisonjeras perspectivas, al tiempo que planteaba una interrogante.
Libre el Ejército de los Andes de tóda tarea eit Chile -así se creyó en un comienzo-quedaba disponible para nuevas campañas. ¡,Qué hacer abóra? ¿Utilizar esta fuerza paró campañas exteriores o lanzarla en el litoral para atumar la
autoridad del gobierno? ¿Coincidirían Pueyrredón y San Martín en los planteos?"
En la quinta de San Isidro, residencia de Pueyrredón, tuvo lugar, el 11 de
mayo de 1818, una reunión entre el Director y San Martín. Presente en la misma el Secretario de Estado, Dr. Gregorio Tagle, tonnuló una cerrada oposición
a los planes de San Martín de continuar la guerra de liberación hasta el Perú y
sostuvo que el Ejército de los Andes debía ser utilizado para la defensa de
Buenos Aires y del Gobierno, amenazado "por el desborde del anarquismo que
prevalecía en el litoral". Finalmente San Martín logró arrancar de Pueyrredón
la promesa de auxiliarlo con un empréstito de quinientos mil pesos y partió
para Mendoza, de donde envió instrucciones al Director chileno, Bernardo
O'Higgins, para que adoptara las medidas conducentes a organizar la expedición que pensaba dirigir sobre Lima, en el término de tres meses.
Pero en los primeros días de setiembre de 1818, recibió un oficio del Director Supremo, en que éste le hacía saber que la escasa cantidad recaudada hasta
la fecha, por el empréstito, se había aplicado a otros gastos de urgencia, debiendo suspenderse todo plan que se fundara en la esperanza de esa financiación...
San Martín, que no creyó en la validez del pretexto invocado, presentó renuncia
inmediata a la jefatura del Ejército de los Andes. Esta renuncia provocó en la
Gran Logia el efecto que, sin duda, San Martín esperaba, ya que todavía en
aquella época, la mayoría de sus miembros le eran adictos y se le impuso a
Pueyrredón el cumplimiento de su compromiso con el Libertador.
Sin embargo, el Director Supremo, acariciaba un proyecto de solución monárquica que, a su juicio, haría innecesaria la expedición del Perú. En efecto:
Pueyrredón estaba convencido de que, en la próxima reunión de las potencias
de la Santa Alianza, a celebrarse en Aquisgrán o Aix-la-Chapelle, se aprobaría
la independencia de los Estados Hispanoamericanos. Para informar a San Martín, envió al logista Julián Alvarez, que, sorprendido en el camino por fuerzas
federales, debió quemarla documentación que llevaba; el comisionado pudo,
finalmente, huir, y al llegar a Mendoza, informó verbalmente al Libertador de
los propósitos del Gobierno de enviar al canónigo Valentín Gómez arte el Congreso de potencias europeas y le pidió que solicitara de O'Higgins el otorgamiento de poderes a Gómez, para que éste pudiera llevar a Europa la representación de ambos gobiernos.
San Martín se mostró de acuerdo con este pensamiento; pero no suspendió
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por ello los preparativos de su expedición sobre Lima, por lo que, sin detenerse
a esperar la conformidad de Pueyrredón, se trasladó á Chile para continuarlos
con mayor serenidad. . .
Política financiera y económica
Antes de 1810 las autoridades viireinales habían prohibido la exportación
de toda clase de metálico, salvo, desde luego, el destinado a la Corona. Después
de la Revolución de Mayo se permitió la salida de monedas de oro y de plata,
previo pago de un impuesto de 2-112 y 4 112% respectivamente: La medida
tendía a conseguir el apoyo de los comerciantes exportadores, ingleses en su
gran mayoría, que cubrían el excedente de las importaciones sobre las exportaciones, con oro y plata. En 1811, durante el Gobierno de la Junta Grande, la
exportación se limitó a 50 pesos plata por persona; en 1815, se volvió a prohibir la exportación; pero, en 1818, Pueyrredón la permitió nuevamente.
La tremenda situación financiera que sobrevino, determinó que Güemes,
para pagar sus gauchos que defendían la frontera norte, acuñara monedas de
plata con gran proporción de estaño -la "plata de Güemes"-que acabó por
inundar todo el país, desplazando de la circulación a la ya escasa de la mejor
ley, que aún existía.
La derrota de Ayohuma en el Alto Perú, había determinado la pérdida de la
Ceca de Potosí para el Directorio porteño. Por ley de noviembre de 1818, se
abrieron una fundición de metales en LaRioja y una Ceca enCórdoba, para
reemplazar la pérdida de Potosí con el mineral del cerro de Famatina. Por la
misma ley se creaba la "Caja Nacional de Fondos de Sudamérica', que recibiría depósitos permanentes de los particulares a cambio de certificados de renta,
que pagaban el 8%, si lo depositado eran "billetes de amortización"-lanzados
como verdadera moneda de papel por el gobierno- y el 12%, si se trataba de
depósitos en metálico. Languidecería la "Caja de Fondos sin fondos" -al decir
popular- hasta 1821, en que sería suprimida, contándose en ella 700 pesos
plata por todo depósito...
Las medidas adoptadas por los sucesivos gobiernos y al Asamblea del año
XIII, de supresión de todos los impuestos a la importación, en nombre de la
"libertad de comerció' habían provocado una fuerte reacción del comercio y de
la industria locales.
En 1815, una junta de comerciantes e industriales criollos, reunida luego
de la caída de Alvear, protestaría por la libre entrada de mercaderías extranjerasy la injerencia de los comerciantes ingleses en la plaza. "El Censor" decía,
comentando el petitorio de la junta: "Es inconcuso que el comercio, tal cual lo
ejercen los extranjeros en este país es inusitado hasta ahora por ninguna na-
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ción extraña en ningún parte de la tierra... dé este proceder no debe formar
queja la Nación Inglesa cuando a ella particularmente le es constante que
cada pueblo está en el caso de hacer cuanto pueda por su fomento y cuando
debe conocer que las operaciones de los extranjeros aquí, traspasan las exenciones y facultades que pudieran gozar en una de sus colonias; y que el gobierno inglés jamás consentiría a extranjeros en las plazas de la Gran Bretaña".
Nada hizo Pueyrredón por limitar o corregir en algo esta situación, por lo
que el citado periódico =redactado por Vicente Pazos Silva= volvía, el 3 de
julio de 1817, a denunciar la situación en los siguientes términos:
"Un ligero conocimiento del país basta para comprender que dentro de
rnuy pocos años de independencia, más de diez millones de sudamericanos se
vestirán de efectos europeos... consta por un ligero cálculo que actualmente
consumimos de 30 a 40 pesos mensuales-de 9.000 a 12.000 pesos actualesde aquellas mercaderías. Luego el consumo anual montará a más de 400 millones de pesos. Suma que en verdad espanta ".
Por ,supuesto, "El Censor" fue clausurado por Pueyrredón y Pazos Silva
sufrió el destierro.
El pretexto de la ordenanza de 1809 que abrió el puerto de Buenos Aires a
las mercaderías inglesas, y de todos los decretos posteriores de los gobiernos
"revolucionarios" que afirmaron esta política, había sido el fomento de la riqueza ganadera por la mayor exportación de productos pecuarios que haría el
libre cambio. En el plano de la teoría, así debió haber ocurrido. Pero los ingleses impusieron a las exportaciones de sebo y corambre la "ley de su precio", y
los productores criollos debían conformarse con lo que querían pagarle los ingleses o dejar podrir los cueros y el sebo en las barracas. Cuando la escasez en
la oferta de ganados o la excesiva demanda hacían subir el precio, los compradores paralizaban los negocios o adquirían el cuero y el sebo a los cuatreros...
Los ganaderos bonaerenses empezarían a coordinar la defensa de sus intereses, a partir de 1812: por presión de éstos sobre el gobierno se conseguiría
que el cuatreraje fuese perseguido-en agosto de 1815 fue establecida la Policía Rural-al tiempo que se creaban "saladeros" para industrializar la carne.
Fueron fundadores de la "Unión de Estancieros"Don León Ortiz de Rosas;
su hijo Juan Manuel de Rosas, por entonces de 20 años dé edad, y sus parientes
los Anchorena. La creación de saladeros, impulsada por estos "pioneros"
independizaba en cierta manera a los productores del mercado inglés, pues el
tasajo se vendía en Brasil, Antillas y Estados Unidos, como alimento para su
población de esclavos. Ya no dependerían del monopolio inglés comprador de
cueros y sebos. Pero los buques ingleses se negaron a transportar el tasajo;
entonces una flota de pequeños buques, construidos en los astilleros criollos, y
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fletados por los hacendados, llevaron la carne salada a Brasil 3, aun a
Antillas v Estados Unidos, liberando asía los productores del transporte.
lo demás, los cotnpradores de cuero y sebo .se vieron obligados a pagar
ellos el valor real, pues los hacendados ya no estaban reducidos al precio
aquéllos les ponían.
las
Por
por
que
Los exportadores habían sufrido una derrota, pero no se conformaron; les
sobraban recursos e influencias para buscar el desquite.
Dos años de continuas sequías produjeron en 1817, la escasez en la came de
consumo y su encarecimiento. Los exportadores promovieron entonces una
campaña en periódicos, pasquines, versos y guitarreadas, atribuyendo el alza
de precio de la carne de consumo a los saladeros. Se acusó a los saladeristas de
exterminar las haciendas y de especular con su precio y se pidió en todos los
tonos el cierre de los saladeros.
El 23 de abril de 1817, Pueyrredón convocó a una reunión a los principales
hacendados, los "matanceros" -como eran llamados los abastecedores- y a
los dueños y administradores de los saladeros, para que encontraran un medio
de rebajar el precio de la carne de consumo. Los abastecedores insistieron en el
cierre de los saladeros; pero los saladeristas se comprometieron, mientras durase la crisis, a salar únicamente, sus haciendas propias. A pesar de haber consentido en esto, Pueyrredón ordenó, el 31 de mayo de 1817, el cierre de los saladeros.
En el mismo acto que el "Supremo' quitaba de las manos criollas el instrumento de su lucha contra el monopolio inglés, les autorizaba a trabajar solamente
"para los buques ingleses', que necesitaren tasajo para alimento de sus tripulaciones...
Pero el cierre de los saladeros no produjo el abaratamiento de la carne de
consumo. Los abastecedores se pusieron de acuerdo y fijaron un precio
oligopólico. La situación se tomó grave. Pueynedón se vio obligado a reunir
una nueva junta de saladeristas y abastecedores, donde los primeros se comprometieron a tomar el abasto al precio fijado por el Cabildo aunque no fuese el
real, siempre que se reabriesen los saladeros. Así se hizo en cuanto al abasto,
pero los saladeros no se reabrieron...
LA MONARQUIA EN EL RIO DE LA PLATA
La política inglesa y la cuestión hispanoamericana
Frente a la crisis de la monarquía nacional hispanoamericana y la torna del
poder por los patriciados criollos en 1810, Inglaterra había definido una actitud
opuesta a la independencia de América respecto de España. Como Stranoford
lo hiciera saber al propio Mariano Moreno, el gobierno inglés mirarla con simpatía una conducta política que mantuviera y afirmara la libertad de comercio;
su objetivo era obtener ventajas comerciales con los "juntistas', si éstos domi-
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naban efectivamente la situación o con los "regentisnts'", si éstos conseguían
recuperar el dominio. Como diría, tiempo después, cáusticamente, Carming, la
política británica "no tiene principios, sino intereses".
Por su parte, Lord Castlereagh, había procurado avenir a los
"constitucionalistas"" de Cádiz para que reconociertm ciertas autonomías a los
americanos, entre las cuales la apertura de sus puertos al comercio internacional. 'tenía interés de terminar con la guerra en América para que el gobierno
peninsular y las Cortes de Cádiz contrajeran sus esfuerzos, exclusivamente, en
la lucha contra Napoleón. La mediación fue un fracaso, pues en Cádiz se quería
la sumisión incondicional.
Al ser restaurado Fernando VII, celebró con Inglaterra, el 5 de julio de 1814,
un tratado secreto, que estrechaba los "vínculos de amistad y alianza" entre
ambas naciones, y deseando proteger y extender el comercio, ambas partes se
comprometían a formalizar un convenio comercial. El 28 de agosto se uiadieron cláusulas que se referían a los "'juntistas" mnericanos: —Deseando como
está S.M. Británica de que cesen de todo punto los males y discordias que
desgraciadamente reinan en los dominios de S.M. Católica y que los vasallos
de aquellas provincias entren en la obediencia de su legítimo soberano- se obligaba a no facilitar ninguna ayuda a aquéllos.
Lord SVtunford, que resultaba demasiado comprometido ya con los dirigentes porteños, fue relevado en diciembre de 1814 y presentó su carta de retiro
en Río de Janeiro, el 14 de marzo de 1815.
Fernando VII y la política del Zar
Inglaterra había prometido a Fernando no prestar apoyo a los '"juntistas"
tunericamos; pero el soberano español quería algo más, y pidió la mediación
armada inglesa a fines de 1815, que Castlereagh desecharía el 1" de enero de
1816.
Buscó entonces Fernando la ayuda de Alejandro 1, Zar de Rusia, inspirador
de la ""Santa Alianza-, cuyo embajador en Madrid era el Conde de Tadischeff.
Por intermedio de éste, pidió el Zar el apoyo de la escuadra rusa para la reconquista de Buenos Aires, a cambio de cederle la isla de Menorca en el Mediterráneo.
Pero la negociación trascendió a Inglaterra, que alarmada por una penetración naval rusa en punto tan vital del Mediterráneo, presentó una enérgica protesta.
Alejandro debió rehusarse; en cambio, prometió que en el próximo congreso de la Santa Alianza arealizarse en Aix-la Chapelle, promovería la consideración del problema hispano-arnericamo, para comprometer a todos los monarcas
europeos contra los "rebeldes"" de Fernando VII y formuló la opinión de que un
'"boicoi " de las naciones europeas contra los insurrectos americanos, bastaría
para que éstos se rindieran.
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La política de Francia
Napoléon había procurado alentar la "independencia" de Hispano-américa,
pero al restaurarse la Casa de los Borbones. Luis XVIII no podía hacer lo trismo, al menos, abiertamente. Corno a pesar de la restauración de Fernando, la
unidad de la monarquía nacional hispano .unericana se hacía difícil, surgieron
proyectos franceses para aprovechar la situación, coronando monarcas
borbónicos en los Nuevos Estados <unericanos.
El barón Hyde de Neuville, embajador de Luis XVIII en Estados Unidos,
temiendo que América española llegase unida a la independencia haciendo
.sombra a los Estados Unidos, aliado de Francia, y con una forma republicana
que perjudicaría las ideas monárquicas predominantes en Europa, propuso al
Duque de Richelleu, ministro de relaciones exteriores. establecer dos monarquías, en BuenosAires y en México, manteniendo España el resto de América.
Corno Richelieu tenía informes de un agente secreto francés, llamado
Grandsire, que había estado en Buenos Aires entre 1816 y principios del 18,
que le revelaban la existencia de un ambiente "tnuy favorable ", en Puevrredón
y los demás miembros del gobierno, para coronar un príncipe francés, la idea
de Neuville le gustó.
Grandsire había traído una sugestiva carta de Puevrredón del 23 de marzo
de 1818: "VE., que sabe calcular las probabilidades, no trepidará en mover el
real de S.M. Cristianísima-el rey de Francia-para aprovechar las disposicione.slávorables que han conservado siempre estos habitantes por tos nacionales franceses y que pudiera ser en lo sucesivo el fundamento de relaciones
.sumamente provechosas a ambas naciones". .
A mediados de agosto de 1818, llegó a Buenos Aires el Cnel. Le Moyne,
para conversar con Pueyrredón en notnbre de Richelieu. Sus instrucciones le
prevenían proceder con cautela: su correspondencia debía dirigirla al embalador ti<mcés en Londres, Marqués de Osmond, quien la retrasmitiría a Richelieu.
F-l dos de setiembre Le Moyne escribía a Richelieu: "A pesar de que ha
recibido otras proposiciones, tengo la garantía del señor Pueyrredón de que se
entregará a Francia. Pueyrredón, francés, está animado de los mejores sentimientos !lacia su país".
Y continuaba: "Desean -Pueyrredón v los de la Logia-que las consecrtencia.s no tarden. .Si yo tuviese alas os llevaría esta gran noticia que espero
agradará a la familia tan querida de nuestros corazones /la de BorbónOrlean.r1... todas las tropas serán puestas a nuestra disposición... Pueyrredón
y sus colegas que trabajan en estos momentos en la Constitución la hacen tan
monárquica corno lo permiten las circunstancias ".
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Le Moyne volvió a Francia entusiasmado con las seguridades que le dio
Pueyrredón (octubre de 1818).
La política de Portugal
La ocupación de la Banda Oriental por las fuerzas lusitanas había causado
gran preocupación en Europa: Inglaterra había presentado una formal protesta
ante Don Juan VI y el rey Fernando había pensado, a su vez, en ocupar por la
fuerza el territorio de Portugal, pero debió desistir dado que el Zar de Rusia se
negó a acompañarlo en esta empresa e Inglaterra era garantía del territorio lusiktno. E I problema se radicó entonces en la conferencia de embajadores de las
potencias coaligadas en la Santa Alianza, celebrada en París. A cambio de evacuar la Provincia Oriental la Corte de Río exigía una indemnización y la devolución de la plaza de Olivenza, que España retenía desde 1801-obtenida en la
llamada —Guerra de las Naranjas"- y cuya devolución había sido ordenada
por el Congreso de Viena. Las deliberaciones de París, finalmente, fueron
clausuradas sin fruto alguno.
Al aproximarse la reunión de Aix-la-Cltapelle, la Corte de Río proyectó la
coronación de un príncipe de la casa de Braganza en el Plata y el ministro
Vilamova dio instrucciones al Conde de Palmella, ministro en Portugal, para
que hiciera gestiones en tal sentido ante el agente porteño en París, Bernardino
Rivadavia. Simulníneatnente, se impartieron instrucciones al general Carlos
Federico de Lecor, en Montevideo, para que promoviera la iniciativa ante el
Director Pueyrredón.
El candidato lusitano a la corona del Plata era el Infante Don Seba.rlldn,
nacido en Río de Janeiro en 1811. Su padre era el Infttnte Pedro Carlos, hijo a
su ve- del Infante Don Gabriel, hermano de Carlos IV de España, o sea primo
de hérnando VII; .su tnadre, la princesa de Beyra, era hija de Juan VI de Portugal r Brasil.
Pese a que, en las instrucciones aTerrada e Irigoyen y en las comunicaciones reservadas al agente porteño en Río, Dr. Manuel José García, tanto
Pueyrredón como los congresales de Tucumím (véase Capítulo XI), habían
rnamejado lit hipótesis de una vinculación con la Casa de Braganza, ahora,
Pueyrredón, etttusiasmado por sus conterencim con el agente francés Le Moyne,
nada quiso saber de la candidatura del infante Don Sebastián.
Misión de Valentín Gómez
'tras Le Moyne, en efecto, había partido el agente confidencial porteño,
ctutóniio Valentín Gómez. El 24 de octubre de 1818 se le habían dado sus
instrucciones: debería establecerse en París, mientras Rivadavia pasaba a Lon-
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dres; oiría las proposiciones del gabinete francés sobre la coronación del Duque de Orleans, concertando un tratado a someterse al Congreso; en caso de
fracasar la gestión con Francia, estaba autorizado para oír propuestas de otra
potencia, con exclusión de España; asimismo, procuraría obtener un empréstito
y la desocupación lusitana de la Banda Oriental.
Valentín Gómez se detuvo en Río de Janeiro a la espera de un buque que lo
llevara a Europa y por este motivo recién llegó a París en abril de 1819.
En el Congreso de Aix-la-Chapelle
Mientras tanto, había tenido lugar el Congreso de la Santa Alianza, inaugurado en Aix-la-Chapelle, el 30 de setiembre de 1818.
Castlereagh rechazó el proyecto ruso de un "boycot' a los "rebeldes" hispanoamericanos que, desde luego, periudicaba más que a nadie al comercio británico: propuso,en cambio, un acuerdo entre Fernando VII y sus súbditos continentales, sobre la base de una amnistía general, igualdad de tratamiento entre
españoles y criollos en los empleos y amplitud del comercio "para favorecer a
los americanos". Inútilmente el gobierno español ofreció Saurto Domingo a Inglaterra, a cambio de su ayuda para la reconquista de Chile y las Provincias del
Plata; ya había llegado la noticia de la victoria de San Martín en Maipú -5 de
abril de 1818-e Inglaterra no quiso arriesgarse, si no era mediante una acción
coordinada de toda Europa.
Richelieu, como es lógico, se pronunció por una "independencia" de América con príncipes europeos, apoyados por ejércitos franceses y dinero inglés,
que garantizarían la estabilidad de los nuevos Reinos.
Sin arribarse a ningún resultado concreto, dieron término las deliberaciones.
Castlereagh había quedado definitivamente convencido de que la separación de Hisp:moarnérica de Fem:mdo VII y de España era un hecho; y pensóde acuerdo con René de Chateaubriand, nuevo embalador francés en Londresen la posibilidad de establecer príncipes españoles en varios Estados, antes que
los auneric:mos se unificaran en uno solo y grande; apoyarlos con ejércitos franceses y empréstitos ingleses y mantener abiertos sus puertos al comercio tnundial.
Valentín Gómez en París
Llegado a la capital francesa, Gómez se entrevistó con Le Moyne. Había
caunbiado el gabinete y el Duque de Richelieu ya no era ministro, reetnplazándolo en la jefatura del gobierno, el Duque de Decazes y en el Ministerio de
Relaciones Exteriores, el marqués de Dessolle. Cuando Gómez entrevistó a
este último, supo que Luis Felipe de Orleans estaba descartado como posible
monarca del Plata; en cambio se te ofrecía a Carlos Luis de Borbón, joven
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príncipe de Loca, recientemente privado de sus derechos sobre el ducado de
Parma, para dárselos a la emperatriz María Luisa de Austria.
No gustó a Valentín Gómez la candidatura del príncipe de Loca, un adolescente aficionado al violín y ex-soberano de un minúsculo Estado italiano. Pero
Dessolle le aseguró que el príncipe, sobrino lejano de Luis XVIII y pariente
algo más próximo de Fernando VII, sería bien recibido por Inglaterra y Rusia y
que un ejército francés iría con él para hacerlo respetar ante una posible reacción de los caudillos populares. Además, casando al príncipe de Loca con una
princesa portuguesa, se podría obtener que ésta trajera corno dote la devolución
de la Banda Oriental.
A meditados de octubre de 1819, llegaron a Buenos Aires los informes de
Gómez sobre los resultados de su gestión, acompañados de una carta de
Rivadavia, apoyando el plan de la coronación del príncipe de Loca.
La Constitución de 1819
Entretanto, en diciembre de 1817, el Congreso había dado aprobación al
"Reglamento Provisorio del Estado' que habría de durar hasta que se dictase la
Constitución.
Su texto seguía el rnisino plan del "Estatuto Provisional" del año XV, pero a
diferencia de éste consolidaba fuertemente la autoridad directorial. Suprimía
la Junta de Observación y declaraba que "el Supremo Poder Ejecutivo reside
originariamente en la Nación y será ejercido por un director del Estado ": establecía la atnovilidadde los Secretarios de Estado voluntad del Director; fijaba
los límites de su autoridad, confiándole el mando suprerno de todas lasfuerzas
de rizar y tierra, incluyendo las milicias; y extendía para Pueyrredón la duración del mandato hasta la sanción de la Constitución.
En mayo de 1818, el texto constitucional definitivo estaba redactado. Sin
embargo, no se entró a tratarlo de inmediato, porque las negociaciones monárquicas de Pueyrredón no lo permitían.
Desde el 31 de julio de 1818 al 22 de abril de 1819, se extendieron,
espaciadaunente, las sesiones destinadas a debatir el proyecto, que, por último,
fue promulgado el 30 de abril de 1819.
El manifiesto que acompañaba a la Constitución -redactado por el Deán
Gregorio Fumes-explicaba que "la presente no es ni la democracia fogosa de
Atenas, ni el régimen monacal de Esparta, ni la aristocracia patricia ola efervescencia plebeya de Roma, ni el gobierno absoluto de Rusia, ni el despotismo
de Turquía, ni la federación coanplicada de algunos Estados. Sí, es un estatuto
que se acerca a la perfección; ved la obra reputada en política por el último
esfuerzo del espíritu humano, y ved aquí también con lo que ha asegurado el
Congreso vuestra prosperidad". El catedrático francés Daonou lo presentaría
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como modelo en su aula de la Facultad de Derecho de París; pero nada tenía
que ver con la realidad del Río de la Plata...
El Poder Legislativo se compondría de dos Cámaras: la de Representantes
y el Senado.
Los Representantes serían elegidos por las Provincias a razón de uno por
cada 25.000 habitantes, exigiéndose más de 26 años, siete de ciudadanía, un
capital de 4.000 pesos o una profesión que proporcionara uncí renta equivalente. Durarían cuatro años, debiendo renovarse por mitades cada dos años.
El Senado .se integraría por un número de .senadores civiles igual al de las
Provincias: tres militares de grado no inferior al de Coronel Mayor; un Obispo
y tres eclesiásticos: un senadorpor cada Universidad v el saliente Director del
Estado. Deberían tener más de 30 años, nueve de ejercicio de la ciudadanía,
un capital de 8.000 pesos o un ingreso equivalente. Durarían doce años, renovándose por terceras partes, cada cuatro.
El Poder Ejecutivo lo desempeñaría —mientras no se modificara este capítulo-un Directorde Estado elegido por cinco años porel Congreso-0. sea la
reunión de ambas Cámaras-por mayoría de sufragios. Debería tener más de
35 años y ser natural del territorio, con .seis años de residencia inmediata.
El Poder Judicial estaría encabezado por una Alta Corte de Justicia de
siete jueces v dos fiscales letrados. con ocho años de ejercicio profesional y
más de 40 de edad. Los nombraría el Director, previa venia del Senado. Sus
atribuciones eran tornadas de la Suprema Corte de los Estados Unidos.
El tratamiento de los poderes era aristocrático: los tres poderes reunidos
serían ":Soberanía y Soberano Señor"; el Congreso, "Alteza Serenísima" y
"Serenísitrto Señor": cada Cámara, "Alteza", .simplemente. Los congresales
usarían corno insignia un escudo de oro con la palabra "Lev ", orlada de olivos
y laureles, pendiente del cuello, por un cordón de oro, los Senadores, y de
plata, los Representantes. Los miembros de la Corte deJusticia vestirían toga
de ceremonia y llevarían un escudo que dijere "Justicia ", con un cordón mezclarlo de oro y plata.
Ea religión del Estado sería la católica. Nada dice de las Provincias ni de
la designación de los gobernantes, que quedarían comprendidos en la facultad
del Poder Ejecutivo de "nombrar todos los empleos que no .se exceptúan especialmente en esta Constitución y las leyes".
Aceptación del Príncipe de Luca
El 27 de octubre de 1819, el Congreso tomó conocimiento del memorial de
Valentín Gómez respecto de la candidatura del príncipe de Luca al trono del
Río de la Plata: En sesión secreta del 3 de noviembre, se consideró la dificultad
que entr.uiaba la aceptación de la monarquía con el texto de la Constitución ya
aprobada y publicada. Sin embargo esto no era mayor problema, por cuanto no
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era difícil modificar las pocas disposiciones constitucionales incompatibles con
la tnonarquía. Se presentó una objeción más seria: "que el proyecto segur:unente vendría a ser cruzado por la Gran Bretuia a quien no puede acomodar que
una potencia continental y de primer orden como la Francia, su antigua rival,
cuyos intereses políticos y mercantiles combinados con los de Austria, Prusia y
Rusia, conspiran de un modo bien perceptible a contrabalancear la preponderancia del poder británico, adquiera un ascendiente decisivo sobre estas provincias por el establecimiento de un.Príncipe que parece destinado a subordinar
los intereses de la Arnérica al influjo de la política continental europeo'. Se
respondió que era del interés general acepto la negociación por las críticas
circunstancias presentes, pues admitiéndola podría parfizarse la acción de Fernando VII para reconquistar el Río de la Plata y obligar a Francia e Inglaterra a
reconocer la independencia.
Y en sesión secreta del 12 de noviembre, se aprobó el proyecto de coronar
al Príncipe de Loca, sujeto a un tratado con la Corte de Francia, que sería ratificado por el Congreso y por el cual el rey francés tornaría a su cargo obtener el
consentimiento de las potencias de Europa y especialmente, el de Inglaterra.
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CAPITULO IX
LA LIGA FEDERAL
LAS BASES DEL SISTEMA FEDERAL
La promoción del federalismo
Al abandonar la línea sitiadora de Montevideo, el 20 de enero de 1814,
Artigas tenía clar:unente definido su programa de acción. Desde su Cuartel
General, en Belén, dispuso las tnarcbas de sus efectivos, en dos cuerpos principales: el primero, al sur, al mando de Fernando Otorgués, con la misión de batir
al Comandante General del Entre Ríos, coronel Hilarión de la Quintana, liberando la margen occidental del Uruguay, y adelantando su apoyo al ya descontado pronunciamiento de los paisanos entrerrianos, sobre la villa de Paraná; el
segundo, al norte, al mando de Blas Basualdo, para buscar el contacto con las
partidas misioneras y paraguayas de la frontera, y en acción conjunta, destruir
al comandante portefro de las Misiones, coronel Bernardo Pérez Planes. Obtenido este propósito, se estaría en condiciones de apoyar, sin adversarios a la
espalda, el esperado pronunciamiento de Corrientes, lográndose así el objetivo
principal de dominar el eje fluvial del Paraná.
Por su paute, Otorgués, dejando una guarnición suficiente en el Arroyo de la
China (Concepción del Uruguay), retrogradaría a la Provincia Oriental, al sur
del Río Negro, para observar la marcha del Sitio y obrar en consecuencia, forzando el retiro de las ropas porteñas.
Entre enero y marzo de 1814, los objetivos señalados por el Caudillo se
cumplirían con toda exactitud; pero, interrumpiéndose primero y rompiéndose
después, la colaboración y el entendimiento con el Paraguay, y frustraurdose en
la Provincia Oriental el retiro de las fuerzas porteñas, para luego liberar Montevideo del dominio español. La promoción del federalismo -del "sistetnó' o
"sistema de los pueblos libres", como gustaba llamarlo el Caudillo-quedaría
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así postergada, hasta abril de 1815. con Montevideo en manos de los orientales
y los pronunciamientos de Santa Fe y Córdoba y la caída del "alvearismo'.
Las raíces de la integración federal
En el marco de las Provincias vertebradas por el Uruguay, el Paraná y el
Paraguay, el centro de la visión geopolítica de Artigas eran las Misiones. En
esta región el Caudillo había acuñado sus experiencias esenciales, en su doble
condición de nexo ínter-regional y de frontera viva entre las jurisdicciones políticas de América austral. Pero, además, en la convivencia con sus hombresvaqueros y changadores, gauchos e indios- había forjado su carácter de conductor y en sus tierras agrestes había aprendido la intransferible "ciencia" de
los baquemtos; había penetrado el corazón de sus paisanos y el sencillo mundo
de sus creencias y valores, hijos de la profunda cristianización jesuítica.
Las Misiones, eran, por lo demás, la clave de bóveda del sistema federal.
Por ellas se ganaba el Paraguay para la unidad del Plata, liberándolo de la absorción portuaria de Buenos Aires; y se corjugabmt las ruuts orientales con el
Río Grande, otorgando a su economía ganadera y saladeri la salida de sus
productos por los puertos platenses de Maldonado, Montevideo y Colonia,
abriendo para el comercio legal, las históricas rutas de los "changadores". Desde las Misiones, Corrientes y el Entre Ríos, coordinaban su destino
rnesopotámico con las tierras del Uruguay; y Santa Fe recobraba su función
histórica de enlace con el tráfico de la yerba mate, los cueros, las maderas, el
tabaco y la cada, mientras su condición de centro ineludible en " la carrera del
Tucmrtán'. ofrecía a los pueblos del norte-incluido el Alto Perú- y del Cuyo,
pero en particular a Córdoba, el desahogo de su artesanía, de sus productos
minerales y de su agricultura, frente al impacto ruinoso de la manufactura in,-lesa introducida desde Buenos Aires.
Este ámbito de la visión integradora de Artigas abarcaba, pues, dos regiones
de rasgos propios y definidos: la mediterrímea, de economía minera, agrícola y
artesanal, articulada en el Paututá, por el puerto fluvial de Santa Fe; y la del
litoral, agrícola-ganadera, desde los yerbatales y estancias paraguayas y tnisioneras basta lit tnesopotatnia y la campaña oriental; y un puerto transatlántico:
Montevideo.
El federalismo tartiguista ofrecía, por consiguiente, a los pueblos del Río de
1<a Plana, la primera fórmula de integración útil y práctica y les proporcionaba el
instrumento de "gobierno inmediato' capaz de asegurarles el directo ejercicio
de sus "soberanías particulares", sin desmedro de la unidad nacional, consagrtutdo así, en los hechos, "el dogma de la Revolución-.
Los pueblos del interior del ex- Virreinato habían abrazado la causa de Mayo,
en lit expectativa de derogar el régimen intendencia], restrictivo de sus potestades de gobiento y administración locales y sofocante para su desarrollo económico. Como vecinos, esperaban recuperar el antiguo fuero de sus autoridades
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comunales para regir sus jurisdicciones; como productores, obtenerla libertad
de exportación de sus frutos, sin defender en fonna exclusiva del puerto de
Buenos Aires; como consumidores, que la manufactura importada les llegara,
en la medida de lo necesario y sin sustituir los productos de su esfuerzo artesanal,
sin la forzosa intermediacián porteña.
Pero la Revolución, bajo la dirección del patriciado porteño, de mentalidad
liberal, había frustrado estas expectativas. En el orden político, las sucesivas
fórmulas institucionales erigidas en Buenos Aires habían reiterado todos los
vicios y defectos del régimen intendencial y agravado la subordinación y dependencia de los gobiernos provinciales, a los titulados "Gobierno Superior" o
"Supremo" de la ciudad-puerto que no quería dejar de ser "Capital". Y en el
orden económico, el desaforado librecambismo porteño que arrojó sobre los
mercados del interior un alud de mercancías inglesas-muchas de ellas similares y competitivas de las que producían los pequeños talleres locales- había
ido arruinando sus industrias, dejando sin trabajo a numerosos artesanos, que
buscaban satisfacer sus necesidades en la vida rústica, en el deambular de los
"hombres sueltos" de los campos, material de recluta de las levas de los ejércitos porteños.
Empero, hasta la instalación del Directorio, los pueblos del interior habían
mantenido la esperanza puesta en las soluciones institucionales del Congreso
General; pero la docilidad de la Asamblea del año XIII frente a las imposiciones del centralismo porteño -particulannente señalada por el rechazo de los
diputados orientales- había quebrado, definitivamente, aquella expectativa.
De ahí el rápido desprestigio y falta de adhesión que encontrarían los gobernantes delegados del centralismo porteño y el entusiasmo con que fue aceptado
"el sistema de los Pueblos Libres', bajo la bandera federal y el protectorado de
Artigas.
Naturaleza del sistema federal
Larrañaga y Guerra, en sus "Apuntes Históricos", definen, con toda exactitud, la naturaleza del sistema federal :utiguistt:
".Su .sistema constante de mantener la independencia de esta Banda Oriental, le hizo partidario de la independencia particular de cada una de las demás
Provincias y de la federación de todas: y así corno BuenosAires había afectado
de ponerlas en libertad de mandatarios españoles para sujetarlas ri su privativa dominación, Artigas concibió el designio de constituirse Protector de la
independencia de los Pueblos Libres, para que BuenosAires a título de capital
universal no los dominase a todos". "Este .sistema no podía menos que ser
agradable a las Provincias y mucho más cuanto se veían llenas de mandatarios
bonaerenses todas ellas".
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Y el propio Artigas, definiría su susterna. en comunicación al Cabildo de
Corrientes, del 2) de marzo de 11314:
"7baos los pueblos situados a lo largo del Unrgnay y Paraná están bajo un
misrno pie de reforma y han saludado al restablecimiento de la armonía general, de la prosperidad, la vida y la paz y la libertad... y luego que sejije en todo
el territorio el plan de su seguridad, se verificará la organización, consultando
cada una de las Provincias todas sus ventajas peculiares y respectivas, y quedarán unidas en tina perfecta unión entre sí mismas, no en aquella unión mezquina que obliga a cada pueblo a desprenderse de una parte de su confianza en
cambio de ¡<no obediencia servil. .sino en aquella unión que hace al interés
rnismo, sin perjuicio de los derechos (le los pueblos y de su libre y entero ejercicio ".
Sin embargo, el sistema federal no alcanzaría el rango constitucional pira
las Provincias Unidas del Río de la Plata: el Congreso General, convocado por
las autoridades porteñas, a la caída del "alvearisino', reunido en Tucuinén -y
al que no concurrirían las Provincias del Protectorado, con excepción de Córdoba- defraudaría, una vez roas, en este sentido, las esperanzas de los pueblos. ratificando el unitarisino directorial de Buenos Aires y entrando en lamentables negociaciones para instituir una monarquía en el Plata (véase Capítulo VIII). Quedó, por lo tanto, en unan primera¡ etapa, constituyendo una singuhtr confederación, bajo la dirección de Artigtis como "Protector de los Pueblos
Libres'.
Dentrn de "La Liga Federal" las Provincias hallaban satisfacción a sus
aspiraciones
políticasysusintere.seseconónucos.
Declarada
la
independencia), enarbolado el pabellón federal, cada Provincia ".se constituía por .sí",
eligiendo popularmente sus Cabildos y Gobernadores 1' "poniéndose bajo los
auspicios v la protección del General de los orientales", como dice el bando
cordobés del 7 de abril de 1815. En el orden económico hallarán tantbién la
posibilidad de eludir laAduana porreria por predio del puerto fluvial deSanta
Fe., para desde allí, por vía terrestre o por el cabotaje de la costa oriental,
llegar hasta Montevideo y viceversa. Y esto en un tráfico exento de tasas
imerprovinciale.s v regulado por ¡in arancel «nilórnre de derechos, que imponía unsolo, tan único pago en la localidad de origen o de destino, a los frutos
¡le la exportación o a los efectos de la importación, liberando los que inlere.sahu estirnidaren uno u otro sentido; prohibiendo la salida de otros: gravando en
fiorna compensatoria, los efectos de ultramar competitivos de las industrias
regionales: v júvoreciendo con rasas preferenciales los productos de origen
americano respecto de sus sinúlares nltrarnarino.s.
En la cúspide del sistema, Artigas ejercía .susjuncionesde "Protector" con
el carácter de una rnagi.rtratura .suprema, trazando las grandes orientaciones
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políticas *s, de la administración, resolviendo los asuntos elevados a su consulta
por los gobiernos provinciales o fallando en las cansas venidas en apelación,
dentro del más clásico estilo hispánico, donde no falta junto con la autoridad
del decreto, el consejo o la admonición estimulante. Mantuvo, en todos los
casos, un amplio respeto por las autoridades provinciales -los "gobiernos
inmediato.r ", corno les llamó-aún en el caso de la más directamente ligada a
su superior autoridad, corno la Provincia Oriental. Ni .siquiera en el año crítico
de 1820-al suscribir con los representantes de Misiones v Corrientes el pacto
de Avalos, que le otorgaba la dirección de la guerra 'v de la paz- omitió el
respeto de losfuerosde las Provincias, que no podrían ".ser perjudicadasni en
la libre elección de susgobiernos, ni en su administración, según los principios
de la federación ".
Pero el vigoroso impulso artiguista del federalismo ¡lo logró extender su
radio de acción más allá de las Provincias vertebradas por el Uruguay y el
Panamá. En efecto: desde el ámbito geo-económico de su predominio-la zona
a.rícol:t-gwtadera del Plata-cercenado ya en su propia dimensión, por la pertu.mencia de las Misiones orientales y del Río Grande en la esfera del dominio
tlumbtense, no pudo el artiguismo trascender a las Provincias del Alto Perú, y
del norte, pese a la fraternal amistad del heroico Güetnes, incomunicado por la
muy transitoria y cambiante adhesión de Córdoba al Protectorado, ni tampoco
amar el apoyo o la comprensión de los pueblos del Cuyo, bajo el gobierno de
San Martín, obsesionado el Gran Capitán coa su gigantesca empresa de fiberaci0n americana, que lo llevó a rehuir toda complicación con los sucesos inter¡los y adverso por tempermnento
al estilo tumultuario y —anarquizante—de la
montonera federal. Tampoco el Paraguay, preocupación primaria de su política
integradora, pese a ser el primero en postular "el sistema de la tederacióti' para
re-ul.u las relaciones con Buenos Aires, se sumaría al "sistema de los Pueblos
Libres', escollando ante el vigilante aislacionismo de José Gaspar Rodríguez
de Francia, todos sus reiterados intentos de promover un cambio de régimen y
de orientación en el solar guaraní.
Otra limitación del sistetna arth-,uista fue la endeblez de recursos y la 1:Jta
de participación de las Provincias lideradas en lo que hubiera sido una "renta
nacional", generada por la Aduana de Montevideo y las damas comprendidas
en el decreto del 9 de setiembre de 1815. No hubo oportunidad, quizás, para tal
extensión unificadora, en un orden "supra-provincial", quedando el sistema en
una eutpa de autosuficiencia rentística local, alimentada por esporádicos "socorros' del Protector, Montevideo, por lo demás, obró dentro del sistema con un
exclusivismo sirnilar al de Buenos Aires; y en el ánimo del Caudillo o en las
circunstancias de una situación tan inestable como la de entonces, ¡lo halló
cabida esta preocupación, a la espera de una¡ victoria que permitiera —nacionalizar' el reducto rentístico porteño, dentro de un orden general.
Privado de un concierto general de todas las Provincias, parcializado en el
61
área territorial y en su influencia política, el federalismo artiguista no pudo
imponerse al pertinaz régimen centralizador de Buenos Aires-. Este, apenas repuesto del síncope del "alvearismo', de abril de 1815, mantuvo un permanente
jaqueo sobre el Protectorado, presionando de continuo el fl:utco de Santa Fe y
promoviendo contra el artiguismo, los recelos y desconfianzas de la "gente
principal" de las ciudades cabeza de Provincia-Montevideo, Corrientes, Sata
Fe y Córdoba-que veían en el "populismo" del sistema, un ascenso social de
las "clases bajas" -de la "chusmai'-,intolerable para su condición de privilegio y predominio. De ahí ese permanente rasgo de "traición' o defección a la
causa artiguista, que protagonizan, intermitentemente, personajes locales de
arraigo y significación, que desde los cargos públicos a que fueran exaltados
por sus comprovincianos, c:unbi:m de frente, pasfutdose al "parido de la unión
con Buenos Aires', apenas sienten amenazada su condición principal en el nuevo
orden.
La invasión portuguesa -a instancias y con la complacencia del régimen
directorial porteño- y la caída de Montevideo en poder de Lecor, restando al
Protectorado el único puerto de ultramar capaz de contrarrestar a Buenos Aires,
y la subsiguiente pérdida de la Provincia Oriental, quitando al Protector la base
esencial de sus recursos, hicieron caer por su base al sistema. Entonces los jefes
de las Provincias triunfantes en Cepeda-R:unírez y López- o sobrevivientes
de 1<t derrota con Portugal -Rivera- adjuraron del Protector y procuraron
deslindar los intereses propios de sus provincias del ya previsible ocaso de su
autoridad y de su causa.
ARTIGAS Y LAS PROVINCIAS
La conformación de la Liga Federal
Las primeras Provincias en incorporarse al sistetna federal fueron Entre
Ríos, Corrientes y Misiones. Allí fueron jalones decisivos las victorias de
Espinillo (28 de febrero de 1814) obtenida por el jefe artiguista Blas Basualdo
sobre el comandante poreño, barón de Holtnberg; de la Cruz, obtenida en conjunto por Basualdo y el com:utd:utte paraguayo de la frontera, Matiauda (19 de
tn:uzo de 1814), sobre el comandare porteño de las Misiones, Bernardo Pérez
Planes; y el pronunciamiento del jefe de las milicias rurales, Juan Bautista
Méndez, en Corrientes (11 de marzo de 1814).
Este rápido av:utce artiguistx, indujo al Director Posadas a procurar la pacificación con Artigas. Para ello comisionó a Fray Mari:uto Amaro y Francisco
Antonio Candiotti-amigos del Caudillo-,para resolver las diferencias pendientes. El 23 de abril, en Belén, los comisionados suscribieron un convenio
con Artigas.
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En el denominado "Plan para el restablecimiento de la fraternidad y buena
armonía", el Director Supremo o quien losustituvere, restablecería pordecreto "el concepto y honor del ciudadano JoséArtigas, indignamente infamado y
vejado por el que .se publicó v circuló con data l l de febrero del presente año ".
"Los pueblos todos del Entre Ríos, desde la bajada del Parand ", declarados
independientes y bajo el protectorado de Anigas "no serían perturbados en
manera alguna por tales motivos". Igual garantía amparaba a la Provincia
Oriental.
Pero, claramente, quedaba establecido cese "esta independencia no es una
independencia nacional; por concecuencia ella no debe considerarse corno
bastante a separar de la gran masa a uno ni a otros pueblos, ni a mezclar
diferencia alguna en los intereses generales de la Revolución". BuenosAire.s y
los artiguistas, se auxiliarían recíprocamente, formando una "liga ofensiva y
dejénsiva" hasta que, al concluir la guerra, se estableciera la organización
constitucional definitiva.
Aítigas mantendría el. sitio de Montevideo con susjuerzs y algunos refuerzos porteños, retornando las demás a Buenos Aires; pero ,se continuarían los
auxilios en pertrechos de guerra y la escuadra bonaerense mantendría el bloqueo.
Hasta que no jifera publicado y circulado el decreto. reivindicatorio de su
honor, y se retiraran de las Provincias las tropas porteñas, Artigas mantendría
todas las medidas adoptadas contra Buenos Aires.
Pero el conflicto persistió: el arribo a Colonia, el 10 de mayo, de Alvear con
1.200 hombres, determinó la protesta de Artigas a Fray Amaro, consideríutdolo
"incompatible con los propósitos exteriorizados—; Posadas, por su parte, acusaría a Otorguéss de pennitir el desembarco de las fuerzas rnontevidetmas de
Rornamtte, en Víboras.
Entretanto, el 20 de abril, el Cabildo de Corrientes "resolvió declarar la
independencia, bajo el sistetna federativo y al general don José Artigas por su
protector". Este, en conocitniento de dicha actitud, Inamifestó que "fueran cuales fuesen las atribuciones que yo respetase en la autoridad de V .S. nunca se me
habría ocurrido que pudiese por sí declarar y publicar la independencia de esa
Provincia". El Cabildo, entonces, reconociendo su error, convocó al Congreso
eeneral de los pueblos de la Provincia, que se reunió el día l I dejunio de 1814,
bajo la presidencia de Genaro Perugorría, delegado del Protector, que ratificó
la declaración de independencia provincial y se abocó a una importante labor
de orden adtninistrativo y económico.
Pero caído Montevideo en poder de las fuerzas directoriales y suscrito por
Amigas el convenio del 9 de julio de 1814, Perugorría y el sector urbamo de la
"clase principal" de Corrientes, acaudillado por Angel Fent£utdez Blanco, buscó el entendimiento con Posadas. En el Entre Ríos, asimismo, Hereñú -que
había sido depuesto de la comandancia de annas de Paraná, por una asamblea
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popular, el 23 de mayo-se entendía con Posadas, que había decretado la creación de las provincias de Entre Ríos y Corrientes, designando comuidante de
Paraná al propio Hereñú y comandante general de Entre Ríos, al coronel Blas
José de Pico. Ante esta dificil situación, Blas Basualdo abandonó Corrientes
para acudir en auxilio de Manuel Francisco Artigas, que operaba en el Entre
Ríos. Y Perugorría, seducido por los directoriales, disolvía el Congreso correntino
y confiando el mando político al Cabildo, asumía la Comandancia General de
Armas. A su vez, Pico derrotaba a Manuel Francisco de Belén, el 29 de setiembre; y Dorrego, desbandaba totalmente las tuerzas de Otorgués, en Marmarajá,
el 4 de octubre de 1814.
En esta comprometida circunstancia, sin embargo, los paisanos de CuruzúCmitiá, en Corrientes, al marido de José Gabriel Casco, se pronunciaron contra
Perugorría y uniéndose a Basuaddo, lograron cercarlo en la estancia de Colodrero,
cerca de Batel, derrotándolo y haciéndolo prisionero (24 de diciembre de 1814).
Basualdo comisionó al correntino José de Silva para asmnir la Comandancia de
Anuas de la Provincia y remitió a Perugorría y sus oficiales al Cuartel General.
El 17 de enero, Amigas tinnó la sentencia de Perugorría, como "reo de tesa
Patria, enemigo de su Provincia y traidor a la libertad de los pueblos" condenJuidolo "al último suplicio para escarmiento de los demás rebeldes" y ordenó
el regreso de los oficiales prisioneros que habían acompufado a este jefe rebelde "para que estos infelices no sean incomodados ni aún degradados por su
yerro eventual y los malvados escannienten en la cabeza de aquel delincuente".
Por entonces, obtenida la victoria de Guayabos, el 10 de enero de 1815, y la
entrega de Montevideo, el 26 de febrero, el Protector extendía su radio de influencia sobre la Provincia Oriental, Misiones, Corrientes y el Entre Ríos.
Relaciones con Portugal y el Paraguay
Corresponde señalar que, durante las difíciles circunstancias del año XIV,
Otorgués, y el propio Artigas, realizaron una dúplice gestión diplomática ante
las autoridades lusitanas del Río Grauide y en la propia capital de Río de Janeiro.
Otorgués, después del desastre de Marrnarajd, acorralado sobre la Laguna
Merín, en el paso del Paraguayo, escribió al Comandante general de la frontera del Río Grande, protestando su fidelidad "a la causa de Fernando VIL"...
Con alguna anterioridad, el 13 de setiembre, .se había dirigido al Capitán General de Río Grande, diciéndose "autorizado por mi general don José Amigas"
y anunciaba la misión de comisionados "con plenos poderes para manifestar
las angustias de esta Provincia, como parte de la Corona española, a una nación generosa cual es la portuguesa, estreclutniente aliada con aquella".
Los comisionados eran el cura de Concepción, Dr. José Bonifacio Redruello
y el Ayudante Mayor de artillería, Capitán José María Caravaca. En sus instrucciones se les prevenía solicitar socorros "para la conservación de esta
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Prm'incia, como parte que es de la rrtonarquía española, con tropasponugnesas, arrias N• rnunicionex": 'NI que se autorizara a los coutándantes de la frontera, para que .vi tropas orientales. "perse,tiridas por los de Buenos Aires, se
refugiasen al territorio portugués, se les admira. proteja Y auxilie en él, considerándolas como aliadas NI perreneciente.s a la Corona española, hasta la resolución del Sr. D. Fernando séptimo, o bien halla el arribo de sus generales a
estas costas".
Los comisionados entrevistaron en Río de.laneiro al Encargado efe Negocios español, don Nicolás Villalba, y se preservaron por nota anle el rnini.strn
ele Relaciones Exteriores de Porlngal y ante la Infanla Carlota Joaquina. a la
que pedían interpusiera su influencia para que se les franquearan los auxilios
solicitados. Pero corno expresarrÚ Caravaca en carta a Redruello--que había
regresado- la ocupación de Montevideo por los orientales v la asunción del
marido por Otoryués, cansaría honda impresión en Río, haciendo fracasar la
gestión encomendada y cuyo significado de ganar tiempo y apoyo e.vlr'alé,Sico,
escapaban, naturalmente,
al honrado arlrller'o...
Asimismo, el propio Arligas había realizado tanrhién gestiones ante las autoridades lusitanas, por iniemredio deAnronio Goncals,ez da Silva N, el comandante riograndense, Francisco de Borja de Alnteida Corte Real. Y en apoyo ele
las rnisrnas, en octubre de 1814, envió a Miguel Barreiro en misión con jidencial alío.
I:1 objetivo perseguido por Arligas en estas gestiones -en las que cabe
incluir las autorizadas por Otorgués- era, sin duda, convencer a la Corte de
Río y a los principales.jefesdel Río Grande. de que estaba en cl interés común
de ti¡ Provincia Oriental y de la Capiumía Generad de San Pedro, corno limítrofe, actuar de concierto tiente a ti¡ acción de las fuerzas portedas, que si lo,grabtus
triunfar sobre los orientales, tendrían el ctunino abierto para atacar el Brasil.
Asimismo, especulaba con las dudas del gabinete lusitano acerca de las reales
intenciones del ,,Obieniodirectoti¿d porteño. en la munciada misión de Rivadavia
y Belgnuto ante el restaurado Fentamdo ),7ll; y al mismo tiempo procuraba atraer
la benevolencia de la Princesa Carlota y su círculo, y del propio Encargado de
Negocios espafíol, para la causa oriental. bajo la cobertura del reconocimiento
del Rey Fernando... Obtenido el propósito de ganar tiempo y guarnecer sus
espaldas, del Brasil. Arli,eas, consolidada su posición en ht Provincia Orientad y
en cl litoral del F)rueuayy del Paraná, ordenaba regresar a Barreiro, dando por
concluida su gestión.
Por este tiempo, Artigas modificaría, asimismo, su actitud respecto del I?traguay. Decepcionado por la actitud de prescindencia de sus autoridades en la
lucha de los Pueblos Libres contra el absorbente cenValisino directorial, y receloso y desconfiado de la política del Dr. Francia-electo el 4 de octubre de
1814, "dictador Supremo de la República'-realizó gestiones ante los jefes de
lao oposición -princip:danente Fulgencio Yegros-para derrocar al gobennune
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paraguayo. Este ceunbio radical encontraría, además, justificación en la correspondencia de Alveeu con Francia. de lit que era portador el cornercieunte y :tgernte iuglés, Robertson. que fue hecho prisionero y conducido ante Artigas, por
intentar eludir a ti¡ escuadrilla:uti2uisla del Paraná. De ední las órdenes intpartidas a Andresito -Andrés Guacur:uí Arti_gas, Com:utdWtte General de las Misiones- para que rechazara todo aveunce paraguayo en lit tierra misionera y
ocupara sus pueblos y pan¡ que escribiera a los comandantes y amigos
paraguayos "para ver si hacen la revolución... a tiro de que yo tenga el más
poderoso motivo para auxiliar sus esfuerzos". Más adel.une. incluso, confiaría
una delicada misión:tl eminente s:uttafesino, Dr. Pascual Diez de Aundirto,arrte
los jefes paraguayos, Manuel (abañas y FulgencioYegros, que descubierta por
hr:uncia. detenninó la prisión del agente :uligtfsla y de los p:ua,grayos cotnprornetidos con los "eutigueño', según proceso secreto que se haría público reciénen 1821...
La consolidación de la Lila Federal
En lar primera quincena de abril de 1815, el ;utiguismo consolidaba posiciones coro la adhesión a la Liga, de Sauna he y Córdoba.
En Sana Fe, el Teniente Gobennador porteño. Eustaquio Díaz Vélez. el 24
de marzo de 18 15. evacuó lit ciudad. ernharcíutdose para Buenos Aires, ante el
alzaniertto de los paiseunos de la Provincia, que sabía contaba con simpatías
dentro de la propia ciudad, en figuras destacadas del veciudeuio, como Ju:ur
hr:utcisco Catdiotti. Esuunislao López, Los Leureclnea. los Maciel y los Vera.
Ese rnisrno día-Viennes Seutto-las fuerzas federales auxiliadoras, .d rmundo
de Ju.un I`nuncisco Artigas, Andrés Latorre y Eusebio l-lereñú, apoyadas por
Ituneltones eurnados,:tl rmurdo del francés Luis L:utche, entraron a la ciudad. E1
2 de abril. el Cabildo designó a Juan Francisco Candioni gobernador interino y
al día siguiente se enarboló la bandera federal era la plaza mayor. El 26, un
cortereso de los pueblos de la Provincia, conlirrnó a Candiotti corno titular del
eobienno y puso a Sauna Fe ha jo leo protección de Arti,_as.
- El propioArtig:ts estuvo, por entonces —desde mediados de abril a principios de mayo— en Santa Fe, donde había entrado, con una escolla de cincuertut
hombres en medio del aplauso del público, luciendo su figura "agradable y
popular'. al decir del cronista urb:uno de Iriondo, por cierto nada afecto a su
persona.
Respecto de Córdoba, el Protector, era conocimiento del pronuncieutniento
swntafesino, el 24 de marzo, dirigió. el mismo día, una concisa inlinnación al
Gobernador porteño, Coronel Fr:utcisco Antonio Ortiz de Oc:unpo, pera que
"en el término preciso de 24 horas'. él y ..las tropas que oprimen a ese pueblo
le dcjert en pleno goce de sus derechos, retinutdose para Buenos Aires'. Ortiz
de Oc<unpo dio euernta de este oficio al Cabildo y se resolvió convocar un Cabildo Abierto para el día 29. En esta oportunidad se aceptó leo dimisión de Ortiz
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de Ocaunpo y se eligió Gobeniador de la Provincia, ad coronel José Javier Díaz;
se comunicó lo actuado al Directorio y a la Asamblea General y se designó tt los
Doctores José Antonio Cabrera y José Roque Savid para que llevaran la respectiva comunicación de lo actuado a Artigas.
En medio de gran regocijo popular se procedió a enarbolar el pabellón federal y se practicó la elección de veinte --apoderados del pueblo', que, conjuntamente con el Cabildo, procl:unaron, el 6 de abril de 1815, "que la provincia de
Córdoba queda enteramente separada del Gobiemo de Buenos Aires y cornada
de toda comunicación y relación y bajo los auspicios y protección del General
de los Orientales que se constituye garante de su liberLid—.
El Protectorado y el nuevo Directorio
Producida la sublevación de Fontezuelas y la caída de Alvear, Artigas saludó al nuevo Directorio, cuyo titular era Rondeau y su sustituto, el propio jefe
del ejército
porteño, Alvarez 'fhotnas, ordenandoa las fuerzas federales que
marchaban sobre Buenos Aires y habían lle._ado hasta San Nicolás, que
retrooradeu.m a Santa Fe.
Por su paute, Alvarez 'fhoinas, convencido de la creciente itnporuuicia de
Artieas-aunque no estaba dispuesto a consentir el sistema federal (véase Capítulo V Ill)-y apremiado por has noticias de la partida de la expedición española de Morillo, decidió negociar con el Protector, esperando obtener su apoyo
para enfrentar a los espatioles y reducir, a su vez, el área de su influencia. Con
ud propósito comisionó al Coronel Blas José de Pico y al Dr. Francisco Bruno
de Rivarola, quienes se entrevistaron con Artigas. a bordo de la goleta "Fortutiti'. surta en el Uruguay, (reine a Paysandú, las días 16 y 17 de junio de 1815-
A migas presentó a los condsionados un "tratado de concordia ". en catorce
artículos, en que reajinnaba, rrgidamenie, lo.s principios políticos fbnrntlados
en abril de 1813. En tal sentido, en el artículo l ", se exigía que jüera "reconocida la convención de la Provincia Oriental establecida en acta del Congreso
del i de abril-; v en consecuencia, la Provincia Oriental entraría "en el rol
para jbrrnar el Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata,
mediante un pacto de 'alianza ofénsiva v defénsiva' con las denids": todas las
Provincias tendrían "igual dignidad, iguales privilegios v derechos" v cada
una renunciaría "el provecio de subyugar a orca": finalmerire se ajirrnaba el
reconofirnienio a la Constitución ílne sancionara "el Congreso general del
Estado legalmente reunido v teniendo por base la libertad".
El artículo I3"incluía en las condiciones del l", a "las Provincias v pueblos comprendidos desde la margen oriental del Parand hasta la occidental...
así como igualmente las Provincias rle Santa Fe v Córxloba. hasta que voluniaríamenie no gasten separarse de la protección de la Provincia Oriental J' dirección del jejé cae los Orientales.,.
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Us artículos restantes completaban las e.rlgencias de Artigas, en orden al
respeto de la ".soberanía particular ¿lelos pueblos" y a la "alianza ofensiva -•
delén.siva" que debía regalar el aavilio imntuo 1' recíproco entre lasprovinclas
v.se fijaban detalladamente lo.s.socorro.s e indemnizaciones que debían recibir
los orientales v en especial, los vecinos de Montevideo por los daños recibidos
durante la ocupación porteña de la ciudad.
Pico Y Rivarola presentaron. a.sm vez. sus contrapropmestas. En las rnisrnas,
reharendo toda retrencia al "pacto de alianza ofénsiva v dejénsiva ", ofrecían
simplemente que "BuenosAires reconoce la independencia de la Banda Oriental del UragaaY, renunciando los dereclurs que por el antiguo régimen le pertenecían ": que "las Provincias de Entre Ríos y Corrientes quedan en libertad de
elegirse o ponerse bajo la protección del Gobierno que gasten", pero Santa Fe
v Córdoba -.sobre las que nada se dice- quedarían en la dependencia de
BuenosAires.
En los restantes artículos, los corni.sionados -rechazando las .solicitudes
orientales de .socorro e indemnización-.se limitaban a ofrecer las bases de un
tratado de comercio v la rebaja de las tarifás aduaneras para los productos Y
efectos que .se extrajeran de Provincia a Provincia "debiendo verificarse el
pa.Yo en el puerto en que se haga la extracción ".
El intercaunbio de propuestas practicado a nada condujo, escribiendo, entonces. el Protector ¿si Director Alvarez Thomas que había "visto reproducidos
en V.1 7. los principios detestables que caracterizaron la conducta del gobierno
anterior, de modo que todas las estipulaciones pana la paz venían a quedar reducidas a que nosotros no Iticiéraunos tnás lit guerra'.
NI Congreso del Oriente
Ya en tn<u-ro de 1815 había pensado Artigas en constituir fonnabnente la
alianza política de las Provincias de lea Liga Federal, corno se desprende de sus
invilacioncs a los pueblos para que envianut diputados que debían congregarse
en el Arroyo de lea China o Concepción del Uruguay. Este es el origen del Ilaunado -'Congreso del Arroyo de lea China— o '-del Orienté'.
Concurrieron diputados de la Provincia Oriental -con excepción de Montevideo. por entonces distanciado de Artigas-, de Corrientes; de Misiones,
que llegaron cuando había finalizado la reunión; de Entre Ríos. Saura Fe y
Córdoba. La reunión tuvo lugar el 29 de junio y aunque, muy probablemente,
el Protector tuvo el propósito de someter a su consideración lea concertación de
un plan cotntin para actuar frente al anunciado Congreso Gcnerid, a reunirse en
Tucumtut, y lea on_tuvización de lit liga, sólo se consideró el problema de las
relaciones con Buenos Aires. Artigas infonnó ponnenorizadaunente de las negociaciones fracasadas con los comisionados Pico y Rivauola y el Congreso,
después de "muchas reflexiones", decidió enviar cuatro diputados a Buenos
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Aires. para que "a niitnbre de este Congreso representasen I:t unit'onnidad de
sus intereses y la seguridad que reclaunan sus provincia;'. I-os diputarlos lucron el Dr. José Simón García de Cossio, por el Entre Ríos (comprendiendo
C orricines y Misiones); el Dr. Pascual Diez de Andino. por Santa Fe; el Dr. José
Antonio Cabrera, por Córdoba; y Miguel Barreiro, por la Provincia Oriental.
Los diputados del Congreso de Oriente se trasladaron a Buenos Aires, donde el 13 de julio presentaron al Director Alvarez flioinas, un "Plan de Concordia;', en el que se « sumían laos aspiraciones federales. El Secretario de Gobierno. Gregoriofagle, les contestó que. no siendo posible dar contestación inmediata a sus proposiciones, pasarúi a alojarse a lit tragara "Neptuno', basta el fin
de las negociaciones. Inútiles fueron, a partir de entonces, las protestas de los
coutisionados ante el Director y el Cabildo de Buenos Aires, aconipviadas por
sendos oficios del propio Artigas, para poder obtener una entrevista con las
autoridades para deliberar sobre sus propuestas; y debieron penliamecer en la
nave de iluerra, hasta su retiro, e14 de agosto, en que únicamicnte obtuvieron
del cinis:trio del Director, Dr. Antonio Sáenz, una contrapropuesm basada en
que Habría paz entre los territorios
de Entre Ríos y BuenosAires.
I in realidad, Alvarez'fliornas, no buscaba otra cosa que ganar tiempo, inientras prepauaha un ejército, ¿ti niamdo de Juan José Viamioote, para atacar Santa
he... A partir de entonces se abriría, luí, un nuevo ronipirniento de Hostilidades.
Mientras tauno, desde el 1ejiuio Alto Perú. Ile.tibaui oficios del Cabildo Goberuadorde Cochabaunba, ofreciendo su mediación entre el Directorio y el Protector de los Pueblos Libres...
LA POLITICA ECONOMICA DEL PROTECTORADO
La regulación del comercio exterior
Base lundaunental del Protectorado de Artietis sobre las Provincias federales, fue su política económica, inspirada en la tutela de su producción autesauial
frente a la iituoducción de siinilaues competitivas y de estímulo :t la exportación de los ¡'rotos de la tierra.
La re0ulación del comercio con el extranjero era un tema obligado en la
on_lutiración general de las Provincias Unidas, pero mientras se inauitenía la
iucotnunicacióu y el conflicto con Buenos Aires, debía legislarse para las Provincias de la I-i~;a Federal. En este sentido, cabe recordar el Reglanicino del 10
de abril de 18 15, por el cual se dis¡xinía"abrir todos los puertos y comercios de
los pueblos de la preseine Federación—, instituyéndose un recaudador de rentas
públicas, "hombre de probidad y afincado;' en cada uno de los pueblos donde
no hubiera administrador de Aduluia; cobraría un 6'I: sobre el valor de todos los
electos introducidos de ultriunau y un 45. sobre los productos de la exportación, excepto los cueros y el sebo o la grasa. que pagarían ni¡ real cada uno, o
un real por cada arroba. « spectivvnente; pagados los derechos en cualquiera
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de los puertos donde "está enarbolado el pabellón de la Libertad" ya no se
pagaría en ningún otro, debiendo conservarse el respectivo certificado de pago,
pues todo citrg:utlento que se hallare sita el inismn, sería deconnisado y vendido
en reinare. aplicándose su producido a los fondos públicos.
A los ingleses-que enul. prúctic;mlente, los únicos cuinercúultes de ultrainar-previo aseguriunienlo del capital de sus giros en Montevideo. se les señaló por "puertos precisos', el de Montevideo y luego Colonia y Maldonado,
debiendo respenu lajurisdicción territorial, que reservaba las consignaciones y
el comercio interior, a los "atneric:ulos", en exclusividad.
Pero el sistema adquirió su regulación limnal, en el Re~_lilmenlo de Anulceles para los Pueblos confederados, del 9 de setiembre de 1815 (véase Apéndice.
L>uc. N" 4).
La tasa general por "derechos de inirnducción" era el 25'7,: bajaba del
2lrrG- al lir7, citando .se Trataba ele prndia:ins de consinno popidar; como el
iahaco ne;,ro v el azúcar, o cuando recaía en artículos juzgados imprescindibles. como la loza. los vidrios. el papel). el carbón de piedra. o las muebles:
pera ,subiú al 40`7 cuando se trataba ele produclus competitivos cure las
artesanías aniericana.s, corno el calzado v la rapa hecha.
Los,frutos de origen americano v de consiuno papidar, a la vez. apenas
pagaban un 517 de alcabala -impuesto a las ventas-coma los caldos. pasas
nueces de .San.pian v Mendoza: los lienzos ele ~bcuva el algodón del Valle
ele Cufanrarca )v La Rioja: la.verba v tabaco dehPai-agaqv: las panchos. jerjas
v aperas ele¡ caballo, el trigo .i' las harinas.
Estaban totalmente eventos las medicinas: las maderas: los libras e iniprenra.s: las máquinas e instrumentos de ciencia v artes: pólvora, arenas Ilanc:a.s v de chispa, Y en general, tonto equipo de guerra: la plata .i' el oro. sellarlos
o en chafalonia labrada, en pasta o en barrer.
(r(:¡tanto a los "derechos de extraccion" sobre los frutos del país, se aplicaba una lasa del ,57 a los eneros. .sebos. crines. efe.: el jabón, las cenizas, el
carbón de le fa f demás "productos de estos países" pagarían el 4r%f. pera la
ia.s'a Sabia el l2%rpara la plata labrada en pilla a chafalonía 1' era del 10%
para el ora sellado.
La extencion era total para las harinas del país v las galletas fabricadas con
la minina.
La visión interrogadora del Caudillo -geopolítico por baqueano y
rumheador- de una unión nacional de las Provincias. en el federalismo. se
articulaba sobre una verdadera unidad de intereses ecunótoicos, conecalJa con
el inereado mundial, por el puerto ultr:untuino de Montevideo y los subsidiarios de Colonia y Maldonado. Por supuesto que en la posesión de Monlevídeo
radicaba el resorte principal del sistema y en él residía su debilidad. Fan efecto:
el patriciado :l_-ro exporaldor y MCfGnllil ole la ciud:ld portuaria, adverso al
70
Caudillo por su política social igualitaria y su proteccionismo adverso ;s las
ansias de disfrute "libreciunbisui' del comercio exterior, lo abiuldouaría en la
hora dc la lucha con cl invasor portugués, entrcgiuido con indisilnulado regocijo. la plaza al cxtriunjcro —pacificador—, Itacicndo desmoronar así, por su base.
todo el sisicina.
EI tratado de comercio con los ingleses
Ias circunstancias de ti¡ lucha con el Directorio de Buenos Aires-en conuiVeociil coa la invasión portuguesa- y lit pérdida del puerto ultriunarino de
Montevideo, obligaron a Artillas :i procurar un nuevo trato comercial con los
in.oIeses, para no perder el contacto con el mercado exterior. Con clara cornprensión de las circunstiuicias, expresaba el Caudillo. en correspondencia con
Corrientes:
—I,I comercio inglés se eta admitirlo en lodos rine.ctros puertos r aunque izo
dejó rae penetrar las desventajas que resitlran u los uinericanos, las circunstancias nos tienen ligados a la dura lep rae la necesidad, mientras I3nenosAire.s no
ine jure sit conducta Y cese rae impedir el comercio por inur con sus buques".
"por lo inisino,lúe preciso abrir lo.s pnenos u los ingleses. que solamente poe.itrucciorie<.s...
dían con jranqne.'u activar el comercio con las introducciones),
II ti de julio de 1817 se dirigió cl Prowetor itl Jefe de la Estación Naval
IJrittblica el) cl Plata. comodoro Willbun 13owles. invitfuidolc a designar —un
oficial de su mayor corilituiza pira ajuste de las bases yac deben en lo sucesivo
reglar el comercio'. El comodoro llowlcs designó. entonces. su represenliuite.
al'feuiente (le Navío Edtnirdo Friuikliuid. quien, cl ? de iigosto de 1817. suscribió con Artitnis. en Purificación, cl -'tratado tic iunistad y comercio'.
El tratarlo establecía que el Vejé rae los Orientales admite porsuliarte ti Ion
libre comercio todo comerciante inglés", haciendo respetar "en todos los Piterlo.s rae su niundo la seguridad rae sus personas p propiedades", debiendo
acredirurse dichos comerciantes con pasaporte expedirlo por "el .señor Coinurtclarae inglés o quien lo repre.senre ".
Por su parte. los comerciantes ingleses estarían obligados a pagar, en los
puertos "los derechos rae introducción v exlraccidn establecidos s' ucostiantirarlo.s". Estarían exentos ¿te soda "contribución o pecho e.riraordulurio ".
t:invran su comercio en los puertos "pudiendo allí lijarse ). recibir los
e,]ecto.c que rnci.s le acomoden ".
El comandante inglés liaríaque el conieirio "con los,gobierno.sneu(raleso
anü,Ko.s no jifera impedido ni incomodado" c no expedirla pa.sapone "a ningún
comerciante inglés que vas.u o i-en,Sa rae aquellos puertos" era guerra con el
Pirnector:
71
Por siqmeslo, que esta líliinra cláusula, al .serle comunicado el texto del
7ralado al gabinete inglés, mereció de Castlereakli, por enlonces tindar de
Relaciones Exteriores, la tajante ajirrnacicín de que "él debe ser considerado
corno un acto iotalinenle desaulori..ado flor su Alteza Real", el Re,,ente
Gidllenno...
Las gestiones con el cónsul norteamericano
'I'homas Lloyd hialsey -cónsul tic los Estados Unidos en Buenos Aires.
desde 18 14-enterado del tratado am tos inifleses. se entrevistó con el Protector. a fines ale agosto de 1817, para procurar obtener un tranunierto similar pana
los cemierciamtes de su nación. I:u su comunicación :ti Secreuirio de Estado.
sobre los resultados de su gestión, mmül'eslaba que el Jele de los Orientales le
había dado la seguridad "de que los ciudad:uios de los Estados Unidos, residentes en el territorio de su gobierno. o que deseen comerciar con el inismu, siempre ser:ui admitidos y gozanin. cuando inenns. de ouales privilegios y la prolección ulon_,ados a los súbditos hriifmicos o los ale la nacieín más liivurecida'.
1711 la oportunidad de dicha entrevisui. el Protector hizo propicia) la optrrlunideul para entregar a I lalsey un mensaje tic salutación pira el Presidente J:unes
Monroe: y de concretar el apoyo del Cónsul para obtener atprnvisinn:uniento de
anrias, municiones y pólvora de procedencia norteamieric:uia. lista úluina circunstiuici;i, que permitió ¿ti Caudillo, obtener, en varias oportunidades, annainenuis para las iniliciats orientales en guerra crin el iuv:tsctt ¡xirtuguós, detenmnaría la indignada protesta del enlnnces Director pnnetio, lumi Mariín de
I'ticyrredón. zulle el ~--ohienio noric:uriericano.que. linalmenic. retiraría a I-lalsey
I:i reprcscnlación Consular...
72
CAPÍTULO X
LA PROVINCIA ORIENTAL AUTONOMA
EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACION
1-os artiguistas en Montevideo
I ;I 2(i de febrero de 1815 habían ¡ti sres:nlo a MonteviJco las milicias orientales, al mando del Cotnamdante José 1-tupes.
En el <uúmo público se agilabem diversos sentimientos. expectaúvas y temores: por una parte, entusiasmo por la llegada de los compatriotas y al inisino
tiempo, incertidumbre respecto al cornportuaieuto de un ejército popular, de
agreste olicialidud; por otra. la esperanza alentada por los residentes españoles
de encauzar. a través del iuitiportelisnlo orieuuil. un avenimiento con el restaurado Fenlando VII: por último. el anhelo sencral de la "gente priucippal°comerciamtes. navieros, hauraqueros y saladcrisuls- por el resuiblechniento de
lit paz pública. para rehabilitar el decaído giro de sus negocios mediante lit
apertura del comercio de uliratnau y de las cotnunicacioues con la cauipaula
prodiaclora...
I~ue así que el inisino día 26, un numeroso grupo "de pueblo tunericamo' corro dice el acta del Cabildo— por quien lt:ihló.luiui María Pérez acaudalado personaje- eotnpareció ante el Cuerpo capitular y manifestó que "siendo
legítima lit existencia del actual Cabildo de la ciudad de Montevideo. se le permitiese a ella elegirlo nuevamente. pues siendo hechura del gobierno de Buenos Aires era escandaloso subsistiera en el régimen político de sus negocio'.
Admitido el criterio por lea Corporación, se circularon órdenes a los alcaldes de
harrio de lit ciudad y extramuros. para convocar a los vecinos a lit elección de
eleciore.s, que reunidos el 4 de marzo, en la Sala capitular, procedieron a elegir
el nuevo AyuuUuniento. "Ibni:ís García de `/,úftiga fue desitonadu Alcalde Ordinario ale 1cr. Voto y gobeniador político interino :mte la renuencia de Olorsués
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que había sido designado pxArtigas Gobernador Pnlílicn y MiliVIr. (le ocupar,
por el womenlo, el c:uLo-y Juan María Pérez. asumió las I'uncionesde Síndieo Procurador General.
Pero breve fue el interinato de García de 'ltitüoa: el ? I Je mano. Otoreués,
conminado por el lel'e de los Orienulles, asumía el Gobierno Político y Militar
de Montevideo. Al día siguiente. expidió una circular a los pueblos. para que
procedieran a elegir los respectivos Cahildos. los que los tuvieren. y los Alcaltles l >rdíuarios, cti los restantes, conlplet:uulose así la renovación de las magistraluras por el Solo popular.
Por su parte. el Cabildo, el 25 Je abril. resolvió "usurp:utdo por esta ver de
los pueblo'. "después de una escrupulosa volacióü' y previo examen de la
inaleria con lit "delicadeza debida —. reconocer a Artieas "con lit tnistna represenlación.jurisdicción y tratiuniemo que a un capinút general Je Provincia. con
el título (le I':atrono y Protector de ti¡ Libertad de los Pueblos". Pero Olorgués
observó lit resolución, tnanilcxuutdo que sería "desdecir de los principios . Je
Artigas si se "abrogase el Cabildo ti¡ exccl,;t voz de los pueblo;', por lo elntl, el
29. el Cabildo circuló órdenes a lodos los pueblos pura que se procediera a
consultar a los respectivos vecindarios. sobre el niuticul:u. Fu el curso de los
días suhsignieutes. las cougregaciones populares en cada pueblo de hl provincia plocedieron. por unanunid-ad. a ralilicar la designación. ¡-.ti ClnOeiMienlll
Arngas de tal decisión ---que ratificaba ti¡ que le fuera coulerida el ? I Je :thril
de 1813-la aceptó, con excepción del Iílulo y los honores, "couservántlome
con el título de simple ciudadmui'. según dijo en el oficio de aceplacióu del
cardo.
porentonces, Arlig;ts pensó en superar esut orvwlüacitín provisoria, dándole ht lonnalidad iltslitucional y con tal propósito hizo circular. por intermedúo
(le Olorgués, una convocatoria para que cada pueblo eligiera un diputado para
el Couireso de la Provincia que tendría lugar en Mercedes. En cuntplimienlo
de dicha circular, Moillevideo ~esigttoí a L;uratiaga, a Lucas .losé Ohes y :t
Prudencio Murguioodo: mientras Ion pueblos. designaron los suyos. Peno la
amelcazn (le lit expedicióu española de reconquista, primero, y los conllictosen
el I)ireclorio, después. lucieron Irusu:uteo el plan institucional del Caudillo.
quedando el _,ohierno y la adininistracióu en la enipa originaria.
I iwretanlo. en ta ciudad se iba --cstiuiti(i el enlrcimuniento entre Oloretiés v
el Cabildo. I:I sector del p;itrieiiido urbano. contprometido por la causa re% oftcionaria. pero idettlificado, por otra parte. por condición social e intereses comunes y halla por el parentesco, con muchos miembros del agrupo esP;uioli,la,
veía con la misma prevención que éstos. ti¡ prevalencia que iban alcatlzmtdo en
las decisiones políticas los eletnenlos populares del ;uliguisino y no podían
aceptar, sin mengua de su orgullo de calla. lit natural "insolencí;i' Je los oficiales v soldados de ti¡ milicia criolla. que incluso. a menudo, se traducían en
incidentes y querellas...
Para este sector conservador ole la clase principal y sobre lodo para los
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"espwiolistas' -que continuaban alent:uido la esperanza "fennmdista'-Constiluyó una señal inequívoca del nuevo nimbo de los ticinpos. el iztuniento del
pabellón federal coi el Fuerte, practicado, con gran solcinnidad, el 26 de tnarzo
(le 181.5. Desde entonces. muchos de ellos solicitaron autorización pana etnbarcane con destino a Buenos Aires o Río de Jtuitiro, y otros coincnztuon a orv;:inizarse conspirativmnente, a ki. espera de la anunciada expedición española de
reconquista.
La facción otorguisista y el Cabildo
Este desencuentro inicial se aoravó con la noticia de la próxima llegada de
rota expedición española de reconquista al Río de la Plata. Trascendió en la
ciudad queera propósito del gobeniador Otorgués
decretar ta expulsión de lo(los los elementos españoles. El sobresalto se relleja en el acta del Cabildo. del
ti (le inaro de 1815. donde se expresa que se conocían "los motivos u órdenes
superiores- para adoptar resolución tan radical y se resuelve dcsigmir una comisión para suplicar la suspensión ale dicha detenninación "hasta la fonuación
(le una.lunta de Guerraque decidiera o propusiese lo que fuese irás conveniente a la mayor seguridad de ti¡ provincia'. Sugiere, atlcmás, la creación de una
Junta de Vigilmcia para tomar, con acuerdo del Ayunt:uniento, las medidas
conducentes al logro de aquel objetivo. Otorgués se inimiuvo finne y rechazó el
petitorio del Cabildo, el que volvió a insistiral di¡¡ siguiente "en I:t inisina súplien. bajo los mismos principios'.
La situación se complicó porque se tomó contxiiniento de ti¡ urden de Artigas
del retiro (le Ouort.,ués del in;utdo político. que debía depositar en el Cabildo y
partir al Cerro Largo para vigilar desde allí la sospechada alituiza portuguesa
con la expedición española.
I:I día 10 el Cabildo sesionó presidido por Otorgués que hizo depósito del
mando político en el inisino. Los capitulares. por su paute, admitieron recibirse
del gobierno político pero pidieron que "el señor Coronel quedase con el inamdo tic las arenas, para hacer respetar las providencias del Ayunl:uniento'. En esa
instancia, irtumpióen la sala de sesiones "una porción tic lioenbres con el noenhre tic pueblo' que pidieron continu:ua0torgüés en el inamdo político y inililar
y se hiciera nueva elección de Cabildo "porque no lenítui confianza en sus representante;'. El cuerpo admitió la petición peroexi,gió que viniera tinnada. Al
dita sinücnte, volvió a reunirse el Cabildo y en dicha sesióuToinás García de
zúiiiga y Felipe Stuitiago Ctutloso objetaron I<t remoción de sus cargos y en
este estado Juan María Pérez replicó advirtiendo sobre lo -'que podía resuluu
con decir que aquel finnado no era suficiente pueblo, pues lo advertía en coninoción' y se debía "atajar para que no pasase a mayores daños'. Entonces
l torcía de Ztúiigii. Ctudoso y Rtunón Piedra Cueva, los tres cuestionados, abtuidontaron hi sesión para que sin ellos "mejor se discutiese la materia ' y se dispuso de inmediato convocar al congreso elector.
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1:I día 12 se instaló el congreso electoral bajo la presidencia de I-utas Juré
Obes y ante él renuncia el Cabildo pero el Congreso aceptó únicamente las
renuncias de García de Zúniga y Cardoso y confrmó a los demás. Oportunainente se dio conocimiento a Artigas de lux sucesos y éste dispuso, el 70 de
noviembre, la formalización de una indagación sumaria al cabo de lit cual resols•ió que "resultando de lo actuado en el proceso ser el Pueblo acusador y
acusador'. se indagase libremente su voluntad y su expresión fuese lit sentencia
definitiva del asunto mediante nueva elección de Alcalde de Primer Voto y Regidor Decano, que eran los cargos de García de Zúniga y Cardoso, respectivamente. La elección se efectuó el 15 de diciembre y en ella resultaron electos
Juan .losé Durán y Salvador García, respectivamente, o sea que el fallo del
pueblo fue adverso a los regidores impugnados el 10 de mayo.
Triunfante la facción otorguesista y desembarazado Otorgués de las trabas
que le imponían los anteriores miembros del Cabildo decidió llevar adelante
enérgicas medidas de seguridad para defender la Provincia. Nuevas e inquielantes noticias sobre la expedición española. que se supo había ya pasado el
archipiélago Cabo Verde, determinaron la instalación de la Junta de Vigilancia. cuyas atribuciones- se fijaron por bando el 19 de mayo.
Disponiael bando que todos los españoles debían comparecer ante el Tribunal de Vigilancia, establecido en el Fuerte, dentro del plazo de (los a tres
días. segun se tratara de solteros o casados), establecidos, para dar su nombre.
palma c ejercicio. "Ningún español. cuya adhesión a la causa ole América no
sea conocida, vea cual fuese su calase o estado. podrá existir en Montevideo sin
licencia o papelera del Tribunal, pasados que .sean los términos prefijados".
Gozaba el Tribunal de facultadese discrecionales para decidir cobre la .so.specha ole ene inisrad contra el "sisieina" p la decisión can .sarta ejeciaoria porque
no se preveía recurso de alzada. Con graves penalidades, confiscación de bienes ) penas corporales, se castiOria a quienesse ocultasen e intentaran eludir
los cminalores, todo resuelto (le manera sinnaria i' con arribucián ole jacidiade.s inquisiforialesque inclinan el reconocunienlo (le "casa o hahaación ". Para
rndenar requisas posibles, los liahitantes de la ciudad o extramuros '.debían
pasar al Muniainienio, dentro del tercero (lía", noticia individual de "lodo
;•rano, nienestra.s, canees .saladas J, onus iTvere.s que Inthiera o .sepa que .se
hallen acopiados. sea cual fuere su oriunda clase—.
Prevenía anihién el bando a las janrilias pairintas del "vecindario r aún
las (le los .sui(rhios". que debían e.siar preparadas para abandonar.sus casas
v en caso de reticencias se les ipdlarra toda protección i• auxilio.
7hinhién se acudió para resoli,er las urleri(:ias del erario, a tos bienes de
los españoles eurnpeosque salieran, s,ohinlaria o jhradaniente, de la pla.'a. a
cuvos ejectos.ce designó una eorni.sicín llamada —de Propiedades Etirañas" (c
"de E.rrranjena ".
Islas nicdidas integraban un plan más :niplio: fonnaci(S1l de nuevos euer-
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pos de milicias: eliminación de los elementos que pudieran apoyar a los erteini,,os en el rnornento del ataque; concentración de víveres y materiales de guerra;
y. el desalojo de la ciudad, medios todos tendientes a or~-,:utizar una verdadera
-,tierra ele recursos, única aja que podía abocarse lit Provincia arete el limnidahle poderío de la expedición española que se anunciaba.
I-a t~jecuciórt de estas medidas por Olorgués y sus tenientes lije practicada
con rnaxinto rigor y -sin duda confiriéndoles características de atropello personal y de excesos que detennirtaron la indignación y el temor del Cabildo. El
Cuerpo, en oficio a Artigas, de esta época. se hacía eco de la situación, expresando: —La anarquía militar establecida, las leyes proscriplas, la tnagistratura
en desprecio, la seguridad pública atacada desde los cirnicntos, una invasión
enemiga casi sobre los muros, Itunilias fugitivas o abandonadas, lit población
perdida, la riqueza condenada como delito'. Y cornenutría, a su ver, en carta
privada, lusas José Obes: "¿.Qué brazo, rti qué voz Ituhiera contenido losexcesos de un soldado voluntario en todo el rigor de lis palabra, desnudo y sin paga
electiva?".
Las características personales de OtoQ_ués corúplicab:m las asas. En sus
"Apuntes I listóricos', Larrafiaga y Guerra lo describen :así:
"lllorgués, por irás que no jhllará quien lo describa con otros coloridos,
era hombre .sencillo e inclinado al bien, dócil, generoso *s• buen anúyo. Nació
de padres pobres, aunque honrados v por eso reo consiguió rmu cidinra correspondienie a .sus talen ios, nada cornnne.s. porque tiene previsión i• con ,facilidad
se impone de cualquier negocio. Su nalnral candor le hace susceptible de dejarse guiar por personas peligrosas, pero .si consiguiera a si( Indo al,Qrin bien
intencionado direcion procederá siempre con reclilial era lodos los aspecin.s".
La orl-lullosa y sorda resistencia del Cabildo patricio; las dificultades para
rn:mtener la disciplina de un ejército popular y itgreste; y las iuiagazas de una
c:uttarilla donde se rnoví:m doctos y to.:idos, reclúnabim la sutileza de un político y el buen sentido de un estadista l:l grupo que le rodeaba estaba constiluidu por hombres que como Lucas José Obes. Juan José Aguiar, Juan María
Pérez, Jerónirno Pío Bi:mqui, Juan (:arrea y otros, cr:m notori:unetrle desalectos:d :rrtiguismo y según expresan Larr:uña,ga y Guerra, lonnab:m una "facción
privadnnente adicta al sistema de independencia de Buenos Aires, que repuenaba a Artigas y a Otorgués, pero éste, sin caer en ello, estuvo a dos dedos de
disl:mcia de romper con Artigas'. Y corno bien dice Bauzá. el episodio ilustril
con claridad sobre las ralaciones que habilualrnente se han dado en lis historia
del Río de la Plata entre los caudillos y los proltornbres civiles: "Los caudillos
rto han sido lti son esencialmente mirlos -expresa el ilustre historiador- corno lo
atestigua el prestigio ejercido sobre las multitudes que les siguen espontíncas;
pero los directores áulicos que se agazapan detrás de esos caudillos, detennin:m sus procederes políticos haciéndolos instruntenuls de sus planes y actores
77
de sus vcngaui-ras—.
Al cesar Otorgués en el mando político y militar de Montevideo junio de
1815-para asumir la jefatura de las milicias orientales destacadas en la frontera con el Brasil, el Cabildo continuó inostrfuadose renuente a la aplicación de
las medidas de seguridad con los españoles europeos en sus personas y en sus
bienes. ]:ti particular, se hico evidente lit resistenciaa cumplir las disposiciones
de Amigas -ya ordenadas a Otorgués- para remitirlos al Cuartel General,
¡unto con —cualquier :unericano que por su obstinación o por otro =nave motivo.
fuese perturbador del orden social y sosiego público' donde serían confinados
en el llaunado —Pueblo de Purificación'. lao dicho pueblo, los confinados Podrían constituir, con sus fiunilias y bienes. sus nuevos Bogares, y practicar tareas agrarias y artesanales bajo el rigor de la disciplina militar, "purificando'
sus "pecado;' de "enemigos de la causa amiericamai' y el "sistema de libertad".
1:1 Caudillo reiteró sus órdenes. permauienteinenle Jilatadas y desobedecidas. hasta que en noviembre de 1815 las iinparlió con contundencia, al nuevo
Coniauidamte de Anuas Fructuoso Rivera:
"Digame Ud. por Dios, en qué consiste que los europeos no .calen de ese
pueblo v que huv tanta inacción en él que no advierto ion .solo rasgo que me
inspire corifiunzu. El gobierno ine muele con represeniuciones, prerertunclo mil
conveniencias: los particulares lo rnisrno; de modo que rne hacen creer que
entrando en esa plaz-a todos se contaminan.
De aquí nace la falla de uniforinidud en la opinión; unos acriminan a los
otros con surrucenisinos.v eapuriunixuios, todo se entorpece .y la causa es la
que padece.
Con esiu fchu dov rrú última providencia .v .si no veo ion pronto Y eficaz
reMedio, aguárdente el día menos pensado en ésa. Pienso ir sin .ser sentido y
verá usted si me arreo por delante al gobierno, u los sarracenos, u los poriedo.c
Y u junio niulundrín que no .sirven más que pura entorpecer los negocios".
Cambios institucionales
I:I 21) de mayo de 1815, el Cabildo de Montevideo tomaba conocimiento de
dos oficios de Artis_as, fechados en Puriticación el 24 de ese enes. En el primero
de¡itha sin efecto el Congreso Provincial y en el otro "se dala por exonerado de
sus obligaciones, dejando en roamos del pueblo oriental toniau las medidas convenientes para garantir su felicidad y seguridad". Los cabildantes, perplejos
ante la "irritacitíü' que trasuntaban los oficios. creyendo pudiera "haber algunos equívocos o siniestros informes que liabíam dado ocasión a tan notable
trauisfbnnación en el :uiitno del señor general" y temerosos de que la renuncia
pudiera "ocasionar no menos que lit disolución política de la Provincial", acordaron comisionar ante Artigais al regidor Antolín Reyna y al cura y vicario
interino Juan Antonio DJunaso Larrauiaga, acompañados de fray Benito Launas,
79
por el congreso elector del nuevo Cabildo y por Miguel Pismli representante de
Otorgué,. Con lecha 13 de junio el Caudillo daba cuenta al Cabildo del retiro
de su renuncia. con la rellexión de que si luego de un enes y medio de retardo
el cumplimiento de sus órdenes, "el resollado era obedecerla,. yo esperaba
verlo (le manifiesto en el hecho de cumplirlas, más que por el órgano de la
diputación'. In el apuro y ;gravedad de la, circunstancias, "un minuto de detnora es una desventajai', tlchiendo tnaucbau Otorgué, de inmediato ala frontera, ya que "sin la combinación de Portugal. lit expedición española es nada'. En
la ctntlúuza de sus desvelos por lit patria debe reposar el Cabildo. evitando
"vuelvan a reproducirse temores que ocasionen demoras a mis determinaciones".
Al paulirOtorguí, hizo depósito del mando político y militar en el Cahildo.
1:1 () de julio, Artigas dispuso que se hiciera careo de la Comandancia de Anna,
de lit plaza, Fructuoso Rivera, quien debía "respetan las órdenes del Cabildo'.
tnamlcucr la disciplina de la ropa y garantizar lit "seguridad individual de todo
ciudadano'. Y en agosto, el Caudillo dispuso cl envío de Mi,,-tic¡ ISaureiro a
Montevideo como Delegado Extraordinario para que actuando en coordiltación con el Cabildo, sin icra (le enlace con el Cuaulel General. Iixpreseth:t Anieas
al Cahildo:
—La manera (le entuhlur nueslrn comercio. la econenma en todos los runro.s
ele la administración pública, el entable de las relaciones extranjeras IN, o1ros
varios rlesocio.s./hrrnun el ohjelo ele su núsión ".
Y en carta personal a llaureiro, le expresa:
..,.. ponga Ud. todo su especial ellidudo v )oda .su atención en e¿lrecer Y
poner en práctica lodos aquellas garunlúas necesarias pura que reno—cu )• .se
aseg nre la confianza pública: que se respeten los derechos privudo.s .' qne no .se
moleste, u nadie por .sus opiniones. .siempre que los que prnjesun dilerenles
ideas u las nuestros no intenten peanrhur el urden ). envolvernos en nuevas
revoluciones...
'I:n ese comino. .sea Ud. inexorable, o no condescienda de manera ahnna
con lodo aquello que no se ajuste a la jusliriu c u la razón. N' castigue Ud.
sereranrente y sin nirarnienlo a todos los que, e onletan uclos ele pillaje) menten u la .seguridad o u lafmtunu ele los habitantes (le esa ciudad—.
Las graves responsabilidades confiadas a 13;urciro )• leo necesidad impuesta
¿ti Delbgado Extraordinario de actuaren consorcio con el Cabildo crearon al~unos crnbarazos y tropiezos. de los que llarrciro se loro eco proponicudo leo
strslitüción del mismo. Pero Amiga, respondió que si bicn comprendía "la morosidad consiguiente al gobierno (le rnuclros'", vela dos dificultades para reducirlo al de uno: "hallar sujeto de toda esta conlnmza y yac el pueblo luesecapaz
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de acertar con él- y. además, que sería necesario señalarle un sueldo, lo que eran
di¡ ícil para el Estado, "corto de fondos' y con "graves atenciones'.
Al procederse a la renovación anual del Cabildo de Montevideo, Artigas
resolvió conferirle las facultades de un Gobernador Intendente de Provincia al
que <Ichía elegirse para el tuso 1816. A esos efectos, cada "Cabildo de los pueblos que lo teugmi designaría un elector que, conjunttuneate con cuatro uonnbrados populannente, uno por cada cuartel o sección de la Ciudad y dos por
extrtunuros, debían elegir, el último día del taño y a pluralidad de votos los
nuevos re~_idores. Así se practicó el 2 de enero de 1816 instalándose el nuevo
Cabildo Gobernador el 21, lucio de haber prestado cada uno de sus rnietnbros
ti¡ "protesta cívico'. por el nombre "sagrado de la Patria', de "cumplir fiel y
legalmente el empleoque el puebla' le confió, o en adelante le contiere "conservando ilesos los derechos de la 13amda Oriental, que tan digntunente representa cl Jefe de los Orientales".
Por lo demás. el 9 de enero de 1816 Artigas instruyó el procedimiento electoral para integrar los cabildos del interior. 'F-1 colegio elector de cada uno de
ellos se compondría de dos representantes del pueblo sede del Cahildo; por el
electo Alcalde del pueblo por cada uno de los pueblos unenores y dependicunes
y los jueces pedCmeos o cotnisíonados de los "partidos' rurales. La elección
.cría continnada por el gobierno de Montevideo. que daría cuenta, además, a
Artigas y una vez cumplido ese requisito, se les pondría en posesión de los
cargos, previo jurtunento de fidelidad a "la causa <le lit libertad".
El procedimiento obligaba a establecer la dependencia de cada pueblo unenor respecto de cada Cabildo y a esta finalidad respondió la reglmnentación
artinista del 27 de enero de 1816 que establecía la siguiente distribución:
Primer depurtavlento: Montevideo, sn capital Y extralnaro.s hasta la línea
del Peñarol:
.Segundo: la ciudad de San Pérnando de Maldonado, cabeza de losprlehlos
de .San Carlos, Concepción de Minas. Rocha vSanta Teresa:
7ércero: la villa de Santo Domingo deSoriano, comprendiendo Mercedes i,
San Salvador (Dolores);
Cuarzo: la villa de Guadalupe de los Canelones, Pando, Piedras v Santa
Lucia:
Quinto: la villa de San.losé, de la Florida v Porongos (Trinidad):
Se.vro: la cilldad <le Colarlia, Vacas (Carmelo), Rosario del Colla, Vhora.s y
Real de .San Carlos.
VII norte del Río Negra las poblaciones esislenles.serún administradas por
alcaldes.
I:un csada uno de los pueblos cabeza de deparlamnento y en los situados al
norte del Río Negro existían Comandantes Militares, que habían sido elegidos
popultutnente. Ahora, el Cabildo Gobernador dispuso que los unisunos debían
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lilnilarse a respetar y ejecutar ¡las resoluciones de las autoridades civiles con
expresa prohibición de intervenir en todo asunto económico.
Insta limitación de la autoridad de los Comandantes de Annas no dejó ele
producir conflictos, en panicular por la in ten-ención que los mismo.sse habían
atribuirlo de a.féc:ttcar reparlimienlos de tierras v ganados. Pero la promulgación
del Reglamento de 7ierras del !0 de setiembre de 1875 confiaba dichos
reparlimienlos al Cabildo Gobernador v .sao autoridades dependientes v era
menester amparar dichas atribuciones de la voluntariedad andnjaica de aquellos níslicos comandantes.
La naturaleza y cl alcautce de los poderes de Arligas respecto del gobiento y
administración de la Provincia Oriental es cl punto que nos laltt esclarecer. En
abril de 181>, Arti~;as había sido electo, por los pueblos, Gobentador y Capitán
General de lit Provittcia. hnperauttes las leyes y prácticas españolas, ejerció una
autoridad de consulta y superior decisión en todas las cuestiones de cornpetcttcia oriiinaria de las autoridades dependicnles y cn lodo orden de materias. De
ieual manera, ejerció derecho de iniciativa ame los diversos órganos de ~jecución y decisión. No hubo, por lo Lutto. tnateria o :asunto que quedara lucra de su
alcance. ya en el caurpo político o en bes relaciones externas, en el aunando del
ejército: así como en toda la variada g:una de los negocios intentos. ]--ti el régimen lusp:utico. esa amplitud de poderes estaba btdautceada por los recursos
ante los superiores jerárquicos pero abolidos éstos por cl vendaval revolucionario. el poder ejercido adquirió un indiscutido sello personal. Al concenuau en sí
la suma del poder público ejerció un gobierno erninenlerttenle patentalistt a la
amigua us:utz:t española. Vale decir. intpautió enseñanzas de buen gobierno.
preparó ¡ti pueblo para la vida política y taunhién lo consultó en los tnontenuss
cruciales para renovar, en su entrarla, la (ueule de su autoridad, sin declinar de
si] tutoría paternal. inpuesla par cl carácter embrionario del listado y por la
rusticidad caudillesca de sus luiaulenientes.
EL REGLAMENTO DE TIERRAS
Antecedentes
Hl régimen de producción y de tenencia ale la tierra existente en América:tl
estallar la Revolución, era herencia del régintett bisplutico. I-:t recopilación de
Leyes de Indias de 1680, en lar Ley 2' del título XII del libro IV, prescribía el
término de tres ntcses para que, dentro del mismo se iniciaraut las labores y
cultivos o lato tareas -anaderas, en su caso. por parle de los beneficiarios. so
pena de pérdida de los terrenos adjudicados. I ,ti posesión de los fundos -por
'YCp:ulimicous" o "merced real"- los pobladores de Indias pronto desbordaron los línutes legales de las unidades agrarias ='pconías" o "cahallcrías': o
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-`suertes
de
chacras
o
estancias"-gestándose
rápidamente
situaciones
de
latifundio. La transmisión de los inmuebles rurales por compraventa, o como se
fue haciendo corriente en el siglo XVIII por compra directa a la Real Hacienda,
en remate o almoneda, y el posterior de adjudicación a los poseedores de buena
fe por "composición", es decir por el pago del valor de tasación al Fisco, vinieron, poco a poco, a agravar el problema de la apropiación de tierras por pocas
manos. Pero, además, la simple posesión de tierrras "dentntciadas" al fisco y no
abonadas en "composición", daba origen a la acumulación de vastas áreas en
poder de un solo titular.
El fracaso de la reforma agraria, propiciada en el siglo XVIIII por hombres
como Ctunpomanes y lovellanos, hizo que el problema se arrastraramás allá de
la Revolución. En las regiones ganaderas, como los llanos venezolanos y las
praderas del Plata, el proceso de acumulación de tierras fue más tardío y más
lento que en las zonas agrícolas -donde el latifundismo aparece ya en pleno
siglo XVI-pero no por ello menos significativo. Inútiles fueron la reiteración
de las disposiciones legales y la acción, a veces enérgica de las autoridades,
para poner coto a este desborde. Ejemplos elocuentes de esta impotencia de la
ley y de la autoridad frente a los grandes terratenientes, fortalecidos en sus
poderosas organizaciones gremiales y señores de los Cabildos y Consulados, lo
constituye el fracaso de la Real Instrucción de 1754, y las resistencias opuestas
a la aplicación del Real Acuerdo de la Audiencia de Buenos Aires de 1805, en
la Banda Oriental.
El
ideologismo
del
siglo
XVIII,
inspirador
del
pronunciaíniento
revolucionario hispanoamericano, vendría a reforzar, en el patriciado criollo triunfante,
su privilegio económico agrario con la cobertura doctrinaria del concepto de la
propiedad como un "sagrado inviolable". Con la sanción de las constituciones
patricias quedaría finalmente derogado el viejo principio indiano, inspirado en
la ética económica de la Escolástica, del condicionamiento de la propiedad de
la tierra a su aprovechamiento con finalidad útil para la comunidad. Y se consolidaba, además, el abuso secular de los grandes terratenientes por el modo de la
prescripción
adquisitiva
sobre
tierras
meramente
"denunciadas"
y
largamente
poseídas.
Al producirse la conmoción revolucionaria, en la que habrían de encontrar
oportunidad
de tnanifestarse
las contradicciones
de la estructura
económica
hisptutoamericana, el "hambre de tierra" provocará la reivindicación de los desposeídos y encontrará formulación concreta en la política de los grandes caudillos populares. El "Regl<trnertto provisorio para el fomento de la catnpatña y
seguridad de sus hacendados", del 10 de setiembre de 181.5, explicita el progratna de losé Arigas para dar solución al problema de la tierra en la Bmtda 0rienkil.
El deterioro de la situación económica, a consecuencia de la larga guerra, la
invasión portuguesa de 1811, las penurias del Exodo, las exacciones de los
ejércitos porteros, la parálisis consiguiente de las fuentes de producción y de
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trabajo, el desorden general y la inseguridad en el medio rural no escaparon a la
sagacidad de Artigas. Entendió llegado el momento para adoptar medidas de
recuperación económica tendientes a defender y a incrementar la riqueza básica de la Provincia y también para crear las condiciones de una transformación
del medio rural que diera garantías de orden y seguridad a sus pobladores y
estabilizara la masa de los desvalidos, vinculándolos al proceso productivo y
haciendo posible su ascenso en la escala social.
Estas preocupaciones aparecen nítidamente en su correspondencia con el
Cabildo de Montevideo, ya en mayo de 1815:
"Los males de la guerra han sido trascendentales u todo. Los talleres han
quedado abandonados, los pueblossin comercio, las haciendas de campo destruidas), todo arruinado. Las contribuciones que siguieron a la ocupación de
esa plaza concluyeron con lo que habían dejado las crecidísimas que señalaron los veintidós meses de asedio: de modo que la miseria agobia al país. Yo
ansío con el mayor ardor verlo revivir y sentiría mucho cualquier medida que
en la actualidad ocasione el menor atraso. Jamás dejaré de recomendar a los
bellos esmeros de YS. esa parte de iris deseos. Nada habría para mí más lisonjero, nada más satisfactorio, que el que .se arbitrase lo conducente a restablecer con prontitud, los surcos de vida y prosperidad general y que a su fomento
v progresos debiésemos el poderfucilitar lo preciso a las necesidades, proporcionando de ese modo los ingresos suficientes a la caja pública".
Y, en el mes de agosto, Artigas apremia por soluciones:
"Sería convenientísimo, antes de formar el plan y arreglo de la ctunpaña,
que V,S. publicase ¡in Bando v lo transcribiese a todos los pueblos de la Provincia, relativo a que los hacendados poblasen v ordenasen sus estancias, por. sí o
por inedio de capataces, reedificando sus posesiones, .sujetando sus haciendas
u rodeo, marcando v poniendo todo en el orden debido pura obviar la confusión que hov .se experimenta, después de tina mezcla tan general. Prefije Y S. el
término de dos meses para operación tan interesante, y el que hasta aquella
fecha no hubiese cumplido esta determinación, ese Muy Ilustre Cabildo Gobernador debe conminarlo con la pena de que sus terrenos serán depositados
en brazos que, con su labor, fomenten la población y con ella la prosperidad
del país".
Cuatro días después vuelve a escribir sobre el mismo terna:
"Entre tanto vele Ud. sobre la conservación de nuestra canipañu .según
anuncié u Y S. en mi última comunicación. De lo contrario, nos exponemos a
mendigar Cada día me vienen partes de las tropas de ganado que indistintamente .se llevan para adentro. ,Si VS. no obliga u los hacendados u poblar, u
83
lbnientarsns estancias: si no se !ornan providencias sobre las estancias de los
emopeos, ,lrinientándolas, aunque .sea u e~o.stu del Estado; si no se pone una
tu erle conurilnición en los ganarlos de niar'cu crlraña. introducidos en la.r tropas elii'i,iilus para el aba.sio de lu plo—a v condono ¿le los saladeros, toda será
con/üsión. Las haciendas .se acabarán lotalinente, r por premio de nuestros
apanes veremos del todo disipado el inás precioso tesoro de nuestro país. lodo
lo opte pomo el¿ el debido cono( iinienlo de V.S. para la mrworaclividud de .sus
providencias".
I?I Cabildo dispuso entonces que el Alcalde Provincial -encargado de "la
eit:irdi:t y custodia de los campos' comprendidos el¡ la jurisdicción de gobicrilo-I>on Juan de León acompatiado del "ciudadano I-eiín Pérez", se
apersonaran ante Artigas para liacerle conocer el desarreglo de la c:unp:uia "y
indo aquello yac más pudiese convenir el¡ su reinedhi'. y asimismo. que se
congregara una Junta del "cuerpo de hacendados residente en esta capital y sus
ilimediaeioes" para c:unbi:u ideas sobre el parlicu:u. 171 11 de agosto. bajo la
presidencia del Alcalde Provincial y en presencia del COimuid:uite de Anuas
fructuoso Rivera. tuvo lugar la reunión de la junta de hacendados.
De acuerdo con lasfrmas registradas al pie del acta ele la reunión .se congre,,aron trece exiunciems, entre los que resultan once de los niás poderosos
teraaenienies de la Provincia: Zenón Garcra ele Ziiñi,Su, Atun.lo.sé Darán, .losé
f'éli-r (le. Zubillaga, Manuel .t, León Pérez, Pablo Perujwt ele la Rivera, Francisco.Joaquín Muño(en representucün de .su madre daña Ana Quirós viuda riel
) iqnívinio hacendado (le Minas, Juan,losé Seco). Julián ele Gregcnio Espinosa,
Pediv Cusavule (casado con la hija única ele Malmel llázqne- de España v
Petanla Palacios, con .sendos lulijúndios en Durazno r ~ucnaremból. .losé
lielolaea, apoderado de doña María Antonia Acliucarro (dueña ¿le la estancia
''Lo.s nun -irlo.s") v apenas dos peqneñ o,s estancieros: Miguel Glassi c JoséAgustüt
.Sierra, Los propietarios allí presentes eran poseedores de campos que iban
desde las 25 /e,Srias liusta los que sobrepusaliun hol,queluittenle las 200. .Salo
doña Murni Anionia Aclnicarro ¿le Vianu i, los Gur'cia de Zríiti,qa eran dueños
¿le todo el actual depuriarnenio de Florida. Los Durán doniuluban los actuales
deparlarnentos de Flores r San José y poseitni una amplia rinconada en el
depeoiunienio ¿le Río Negro. Aria Quirós habrá heredarlo varios rincones cornprarlospor.luon.losé Seco a la "Mal iscala". doña Mal rú Fi einciscu de A4áibar,
viuda ele! e.r-gobernadorMai-iscal.Ici.sé.loaqitíri de Viuna, el¡ el actual depariamenlo ele Lavalleja.
I:ii lit sesión de la junui Manuel Pérez presentí en lorma escrita sus opiltiones sobre el terna el¡ diccilitieve capítulos. los que leídos fueron aprobados
totalmente. disponiéndose se elevascu a lit decisión de Artigas. Otro t:uito se
acordó con el dicuuneu presentado por Francisco Joaquín Muñoz. II acta re84
iistra a continuación la intervención del Conand;u¡te Rivera quien expuso el
parecer de que ante todo debía ponerse remedio lit desorden y ahusos que se
contctían en la carnp:uia. Finalmente se resolvioí que copia certificada del acta y
los títulos de propiedad expedidos entre 1810 y 181?, desde Montevideo o
Buenos Airs. sería llevados a conociutiento de Arfig:ts por los comisionados..
Contenido
I:1 10 de setiembre de 1815, el¡ Purilicación, Artigas protnulgó el Reglamento. (:arre los días 5 y 10de setiembre, el texto del Rcgl:unenlo iucdiscutido
con los, conisionados y finalmente retL:cuido. En esta última fecha. el Jefe oriental comunicó al Cabildo el ret_reso de iunhos comisionados, in:uiifesumdo: "el
resollado de su misión sol¡ las instrucciones que presentará a V.S. para el filmento de la c:unp:uña y tranquilidad de sus vecinos. De si¡ ejecución depende la
lelicidad ulterior. Espero que V.S. propenderá a que tengan exacto cnnplilniell1:1 IZeglatnento comprende tres aspectos diferenciados, aunque estrechaineute vinculados entre sí, a saber: 1) ti¡ organización admitfistrativa y judicial
de la Proviticia: 2) el plan de distribución de tierras y fomento de lit producción,
y 3) las medidas de policía de lit c:utip:uia.
Respecto de la or_uuiización administrativa v ,judicial de ti¡ Proviucia se tiisponía la actuación de ¡lis autoridades a partir del propio Cahildo Gobernador y
siguict¡do lit línea jerárquica del Alcalde Provincial. de tres Subtenientes de
IIrovincia (:ut. 2") y los "Jueces pedfuicos o Comisionados" que t:ulto éstos
como aquél podrían instituir en sus respectivas jurisdicciones (arl.4"). Seóal¡¡ba las jurisdicciones del Alcalde y los Suh-tenientes: uno, el¡tre el 1 Iruguay y el
Río Negro: otro, entre los ríos Negro y Yí: otro. del Santa Lucía al Río de lit
Plata, quediuido el Alcalde Provincial con la que ¡bit desde el Yí basta el Siuit:t
Lucía (art. 3"). l.a dependencia jerárquica quedaba establecida de los Coinisiouados a los Sub-tenientes de Provincia: de éstos lil Alcalde Provincial y éste 1:4s
recibiría del Gobienio de Montevideo (:ut. 5").
1?n cu:mtal a ]lis, competencias, el Alcalde Provincial, además de sus facultades ordinarias quedaba autorizado "para distribuir terrenos y velar sobre ta trmiquilidad del vecindario, siendo el juez inmediato' eli,lodo lo concetllicilte tal
Rcgl:uilento (:ut. I"); los Sub-tenientes de Provincia uo entenderían en demandas (lit¡. 2l,). siendo su tarea¡ la tic "distribuir terrenos y propender a su fouientoi" y velar por la aprehensión de vagos y delincuentes (iuls. 27 y 29). En inateriajudicial. el Cabildo se reservaha facultades para aplicar las penas (ara. 28) y
l:unhién era el que legitimaba las donaciones y atribuía las marcas de ganado
(aut. 8").
El plan de distrihución de tierras establecía. crin un criterio eseucialineute
político, que eran disponibles las de pertenencia de "todos aquelloscmhgrados,
malos europeos y peores americanos que no hubieran sido indultados por el
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Jefe de la Provincia (art. 12°). Se juzgaba malos europeos a los españoles enemigos y "peores tunericanos" a los criollos adversarios de la causa federal. Se
declaraban nulas las donaciones o ventas efectuadas desde 1810 hasta el año de
1815 por las autoridadeshispánicas posteriores al pronunciamiento revolucionario del 25 de mayo y por las porteñas imperantes en Montevideo, cuyas tierras se agregaban al fondo disponible (ara. 13°).
En alguna copia del Reglamento figura en "nota" al pie el agregado de que
"no se comprenderán en dicho artículo los patriotas acreedores a esta gracia". Como bien .re ha .señalado, este agregado debió ser introducido en la
marcha de la aplicación del Reglamento para amparar los intereses de alguno
o algunos de los poderosos terratenientes incorporados hasta entonces al
artiguismo y que se verían perjudicados por la mencionada disposición del
artículo 13". Pero en el original suscrito por Artigas que se conserva en el
Archivo General de la Nación (Caja 1541) dicho agregado no figura.
Se disponía también de las tierras realengas, o sea de las que antes pertenecieran al Rey, pues se reservarían "únicamente para beneficio de la Provincia ", los rincones de Pan de Azúcar y del Cerro y, parcialmente, el del Rosario
(ara. 18").
La tierra de los enemigos era decomisada sin indemnización alguna. Sin
embargo, debería distinguirse si se trataba de solteros o casados: de los primeros, todo era disponible; de los segundos, según el número de hijos, debía reservarse lo suficiente para el mantenimiento de éstos, siendo disponible el resto
(ara. 15°). Igualmente, tratándose de los terrenos repartidos de 1810 a 1815, si
el beneticituio era "oriental" se sustituía el donativo o la venta caducos por una
suerte de estancia; si era extranjero, en vez, perdía todo derecho (ara. 14°).
Los terrenos serían adjudicados a "los sujetos dignos de esta gracia, con
prevención que los más infelices sean los más privilegiados. En consecuencia,
los negros libre, los zambos de igual clase, los indios y los criollos pobres",
serían beneficiarios de "suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien
propenden a su felicidad y a la de la Provincia" (ara. 6°). Serían igualmente
agraciadas "las viudas pohres si hubieren hijos y serrín igualmente preferidos
los casados a los americanos solteros y éstos a cualquier extranjero' (ara. 7°).
Los beneficiarios recibirían tres clases de bienes: la tierra, ganado para poblarla, y una marca para individualizar sus semovientes. Las condiciones de los
terrenos se fijaban en una extensión de "legua y inedia de frente y dos de fondo,
en la inteligencia que puede hacerse más o menos extensiva la demarcación,
según la localidad del terreno, en el cual siempre se proporcionarán aguadas y
si lo permitiese el lugar linderos fijos, quedando al celo de los comisionados
economizar el terreno en lo posible y evitar en lo sucesivo desavenencias entre
vecinos" (ara. 16). El área de los repartimientos fundacionales hispánicos inedia legua de frente por una y media de fondo, o sea 2.700 cuadras -se
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cuadruplica en el reglamento- legua y media de frente por dos de fondo o sea
10.800 cuadras o 7.500 hectáreas. Se explica esta ampliación atento a la experiencia del régimen de producción ganadero de la época que redupía la
receptividad de la "suerte' hispánica -1.875 hectáreas- a no más de 900
vacunos, que producían no más de 90 cueros aprovechables por año. En vez, la
"suerte" artiguista admitía una productividad anual de 360 cueros, bastante para
satisfacer las necesidades, por lo general frugales, de la familia adjudicataria de
la donación. Los ganados, por su parte, serían entregados mediante previo rodeo practicado por los comisionados, los que distribuirían entre los agraciados
los vacunos y yeguarizos, cuidando no se efectuaran inútiles destrozos y que
"no fueran aplicados a otro uso que el de amansarlos, caparlos y sujetarlos a
rodeo" (art. 22°). A1 solicitar la gracia el interesado informaría si tenía o no
marca de su propiedad: si la tuviere, debía registrarse en el libro correspondiente del Cabildo; si le faltare, se le otorgaría una, en la fonna acostumbrada (art,
8°). Las matanzas de animales quedaban prohibidas si no eran de ganado de la
marca del hacendado; en caso contrario, los cueros serían decomisados (art,
23°).
Tierras, ganados y marcas serían "dados graciosamente'. El atributario de
la tierra recibía el instrumental básico de su trabajo futuro entregado gratuitamente por la comunidad (art. 9°). El procedimiento era el siguiente: el interesado denunciaba la tierra que había elegido; por la vía jerárquica ya mencionada
la solicitud llegaba al Cabildo Gobernador que debía expedir el título de propiedad y la marca. Para evitar la morosidad del trámite, el Alcalde Provincial y
los Sub-tenientes estaban autorizados para otorgar la posesión, apenas se justificaba la legitimidad de la denuncia (art. 10°).
La donación imponía a los beneficiarios el cumplimiento de obligaciones
ineludibles: en primer lugar, la imposibilidad de poseer más de una "suerte' de
estancia (art. 17°); en segundo lugar, la construcción de un rancho y dos corrales en el término preciso de dos meses, prorrogables por un mes más, al vencimiento del cual "si se advierte la misma negligencia, aquel terreno será donado
a otro vecino más laborioso y benéfico a la Provincia" (art. 11°); en tercer lugar,
los agraciados no podrían enajenar o vender los terrenos ni contraer sobre esos
débito alguno bajo pena de nulidad, "hasta el arreglo formal de la Provincia, en
que ella deliberará lo conveniente" (art. 19°).
El Reglamento tiene como uno de los objetivos más claros, el fomento de la
producción. A las normas reguladoras de la unidad productiva se agregan otras
de carácter más general: prohibición de exportar a Brasil y de faenar hembras
hasta el restablecimiento de ta campaña (art. 24°).
Las medidas de policía de la campaña radican en la creación de una fuerza
represiva puesta a las órdenes del Alcalde Provincial y de sus subalternos. El
Cabildo deliberaría si estos hombres serían "vecinos que deberán mudarse mensualmente" o "soldados pagos que hagan de esta suerte su fatiga". Su misión
era combatir vagabundos, delincuentes y desertores (art. 25°). Los vagos se
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destinaban al Cuartel General de Purificación o lit Gobienio de Montevideo
para incorporarlos id servicio de las armas. Los hacendados debían dar papeletas a sus peones probatorias de su empleo, pues aquellos que fueran sorpreltdidos sin U .justificativo tunbién serían remitidos (art. 27°Vlmnbién habrían de
remitirse al Cuartel General los desertores "con antas o sin ellas" que sin licencia de susjel'es merodearen por los campos (art. 28`) y los malhechores, homicidas, ladrones o perpetradores de violencias contra vecinos pacíficos (arl. 29°).
Los jueces comisionados serían celadores del orden pero no jueces juzgadores
(ari. 2Ci'); los delincuentes scríem remitidos al Alcalde Provincial con oficio
"iusinufuidole el hecho' pera que éste instruyera el sumario. dictándose seutertcia por el Gobiemo de Montevideo (aun. 29").
La aplicación del Reglamento habría de chocar con dos obstáculos; por un
lado, lit renuencia y hostilidad de los grandes terratenientes del patriciado, que
prestaron —fría, y afectada aprobación' al Reglamento. al decir de Larrmiaga y
Guerra; y por el otro, el desorbitado impulso de los Rústicos Cotnandauttes y la
iudil'crencia de la masa, a la que no se podía modificar, súbitamente, sus hebilos seculares de trashumancia, Sin einhtugo, es sorprendente, como lo deinueslrzl lit modenia iuvesti.,etción, la extensión alcanzada por las distribuciones de
tierras en el breve lapso de su ejecttción, desde noviembre de 1815 a setiembre
de 1816.
El proyecto de agricultura
Coincidente con I.i preocupación del "Jcle de la Provincia- en el arreglo de
los czunpos y de las haciendas", el Cabildo de Qmelones redactó un -'Proyecto
de Aericullurai'-datado en 30 de octubre de 1815-ordenado en 19 artículos
y precedido de una I'undaunentación. Su redacción es inuy probable que recociera, en lo sustancial, las ideas del sacerdole patriota don Tomes Gorneusoro.
que euiterionttente había alentado parecida iniciativa ente el Alcalde de la I lermandad de Rosario de Santa Pe, en setiembre de 1814, y que éste remitiera al
Director Supremo Posadas con expresa mención de Gomensoro como iltspirador. El texto coinieuza recordando lit desolación de la cemtpaña, después que
des,lpareció la "mitigue abutidemcia de ganados', que no "podremos en inucltos
años recuperen' y con el propósito de "equilibrar las importancias de nuestros
cousuntis' hacia las "utilidades de lit agricultura' propone alentarla sobre la
fiase del Rcglantento que subsigue:
La tierra .se daría en propiedad, porque "ninguno /ruede trabajar con ernIreñcr un terreno que no mira como herencia de .sus lujos" v porque los arrendalario.s destruyen los ho .sgnes *s, lodo jipo ele plantíos perennes; pero era una
propiedad Silleta a condiciones de admisibilidad, poraptilnd para el trabajo, y
a obligaciones de curnplirnienlo necesario para lograr su consolidación. En el
primer sentido. sólo henefciarfa a hornlrres casados ele no nietos de veinficin-
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eo años de edad: aunque los españoles o extranjeros que trabajaran bajo este
sistema, "en calidad de peón, capataz o conipañern del propietario americano ", quedarían bajo la protección del gobierno v amparados por los "lirivilegio.s de ciudadano ". No podría recibirse tnás (le una chacra, .so pena de rescisión del contrato, v era obligatorio, bajo idéntica.sanción, levantar no rancho,
abrir un pozo de balde Y principiar a labrar la tierra dentro de los ocho meses;
además, .se debía plantar calla año quinientos pies (le árboles, aparte de los
destinados a servir de cercos, que debían .ser de maderas duras, p reponer los
que sesecaran, hasta cubrir la rnuad del terreno. Los ineumplidores, pasado el
tercer año, podían .ser despojados, indentnizándole.s lo pagado por el terreno f•
las mejoras, .según perilaje. A estas obligaciones de trabajo v produclividadse
agregaban limitaciones en el derecho de donúnio: toda .suerte de chacra -<le
.seis cuadras cuadradas, de cien varas cada cuadra-.sería indivisible "hasta
cierto número de años" v ni aun por causa de nu(erte en que uno .solo de los
herederos debería continuar con todo el terreno, por amigable convenio entre
todos o por disposición del juez territorial. abonando el tenedor, a los denlas,
la parte de herencia que les tocare; además, lo.s júluros contratos de compraventa o arrendamiento requerirían para su validez la atitoriza(:ión de la.lunta
de Agricultura que juzgaría la idoneidad del nuevo cornpraclorv aseguraría el
ctnnplinúento de las condiciones impuestas. La.lunta deAgrictdtura, instituida
para velar por el "acierto, protección p progreso del sistetna"v con competencia en "todo cuanto mire el adelantamiento de la agricultura", estaría integra(la por cuatro rnientbros: el Alcalde, el ,Síndico Procurador, el Cura párroco v
un regidor, los que reunidos designarían los dos secretarios del Cuerpo.
Elevado a conocimiento de Amigas el Proyecto, el caudillo no juzgó oportuna su sanción, expresando:
-'La provincia debe emprender con ahínco cl procreo de las haciendas, este
paso responderá riel adelantamiento (lela población y a esto es consiguiente la
agricultura. Emprenderlo todo en estos rnotrlentos .será no abarcar nada. Por
lo rnisrno, devuelvo el proyecto para que. presentado en tiempo más oportuno,
produzca efectos más favorables".
EL COMERCIO Y LA PROMOCION INDUSTRIAL
El fomento del comercio
La política económica del artiguismo, orientada a fomentar las fuentes productivas del agro, requería el cutnplirniento de medidas de naturaleza mercmttil, en particular la regulación del comercio exterior. El programa, a su vez, no
podía concebirse sitio sobre la base de una articulación regional, integrando las
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provincias de la Liga Federal en una unión mercantil y aduanera que propendiera
a la felicidad y progreso de cada zona, a la defensa de las artesanías locales y, al
mismo tiempo vinculara dichas zonas, por medio de un puerto ultramarino, con
el mercado internacional. El eje portuario del sistema era Montevideo. Por ello,
las medidas de ordenamiento administrativo y las reglamentaciones de los derechos de los mercaderes extranjeros, el regimen de consignaciones, inspiradas
en la defensa de la ley territorial y del mercado interno como coto vedado al
comerciante extraño, aparecen referidas, en abrumadora proporción, a Montevideo, que era la zona de contacto o encuentro de las provincias confederadas
con las naves inglesas, vehículos esenciales del tráfico de ultramar.
El Consulado de Comercio-instituido por resolución del Capitán General
don José Gaspar de Vigodet el 24 de mayo de 1812 y confinnado por las Cortes
Generales y Extraordinarias de Cádiz el 3 de julio de 1813-había sido sutituido
durante la dominación porteña por un Diputado de Comercio, el 21 de julio de
1814, quedando, a partir de entonces, el comercio montevideano en situación
aún más dependiente respecto de Buenos Aires de la que había tenido a partir
de 1794-creación del Cosulado bonaerense- ya que ahora ni siquiera exitía
el recurso ante la Corona. De ahí que el 7 de marzo de 1815, el Cabildo -con
la ulterior aprobación de Otorgués-resolviera, en vista de la urgencia en atender "los asuntos comerciales que se hallaban entorpecidos y acaso paralizados
por el actual estado político" sustituir por una precaria organización del Tribunal del Consulado la mencionada Diputación a cargo de don Jerónimo Pío
Bianqui. El regidor Defensor de Pobres nombraría dos personas de su confianza y los tres integrarían el Tribunal de Consulado para entender en los asuntos
mercantiles, según el orden y método de estilo. En el mes de julio el Tribunal,
entonces presidido por Juan Correa, fue removido por el Cabildo Gobernador a
raíz de acusaciones formuladas por su manejo de los fondos públicos. Durante
el período de Barreiro, el Cabildo intentó organizar de modo definitivo el cuerpo consular, de acuerdo con su ley orgánica, en junta de "comerciantes americanos", para que "el comercio tenga el consuelo de verse regido por sujetos de
su confianza y de la ilustración y experiencia que ahora más que nunca necesita". Con este motivo, se planteó una controversia entre el Cabildo y el Delegado Extraordinario, que fue elevada a resolución de Artigas, quien finalmente
dispuso que "anualmente sea un regidor de esa municipalidad el presidente del
Consulado, quien, con dos colegas podrá resolver los casos más arduos de comercio". Desde entonces, el Consulado, además de sus funciones propias, fue
un importante engranaje administrativo, en particular en materia fiscal.
Respecto del comercio exterior, el Cabildo de Montevideo dictó un Bando,
e17 de setiembre de 1815, fijando las condiciones que debían cumplir los comerciantes extranjeros para importar y exportar y estableciendo el decomiso de
los "efectos extranjeros mercantiles introducidos a tierra o frutos extraídos del
país" sino se efectuaba el tráfico "en los parajes indicados-Montevideo, Colonia y Maldonado- y en las condiciones dichas".
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El cumplimiento del precepto que reservaba para los americanos el comercio interior, obligó a considerar la cuestión de los consignatarios que recibían
las mercancías europeas. El Consulado aprobó, en consecuenica, un reglamento de Consignaciones que reservaba las mismas para los comerciantes americanos o los extranjeros que obtuvieran carta de ciudadanos, estableciéndose que
no se podrían "ejercer más de tres consignaciones a un mismo tiempo".
Por su parte, la organización del comercio interior llevó a establecer una
"matrícula de comerciantes" donde se podrían inscribir todos los que tuvieran
un capital superior a los seis mil pesos, ya fueran en dinero efectivo, fincas y
haciendas" o en "probidad y conocimiento persnal" debidamente afianzados.
El ejercicio del comercio rquería autorización gubernativa, que se expedía con
la constancia del nombre del agraciado, lugar donde abriría el negocio y naturaleza de su giro. Esta última especificación reconoce motivos fiscales, ya que
las patentes variaban según el ramo, pero contribuyó también a formar grupos
de actividad, con características de gremio, que actuaron corporativamente ante
el Consulado presentando solicitudes y reclamos en un verdadero ejercicio del
derecho de petición. Las Juntas de Comerciantes, en vez, tenían un carácter
consultivo y se reunían a convocatoria del Consulado con asistencia de todos
los matriculados.
El fomento de las industrias
La primera preocupación del gobierno artiguista fue impulsar la actividad
saladeril. Los saladeros ubicados en los aledaños de la ciudad puerto, en las
zonas del Arroyo Seco, Miguelete y Pantanoso, recobraron plena actividad
faenando importantes volúmenes con destino a los tradicionales mercados del
área negra americana. El abasto de la población hubo de ser correlativamente
atendido manteniéndose el sistema de adjudicar el servicio a concesionarios,
mediante pública almoneda al mejor postor. El Caudillo encaró también la defensa del consumo del "mal arreglo y arbirariedad" de los abastecedores que
hacían escasear la carne y el pan, "con padecimiento del público", "en medio
de la abundancia de los trigos y del ganado que diariamente se mata entre el
vecindario y los saladeros". Un prolijo Bando del Cabildo Gobernador, de 27
de enero de 1816, regulaba la matanza de ganado vacuno y prohibía el uso de
las botas de potro para salvaguardar las caballadas, bajo pena de decomiso y
multa de cuatro pesos. Disponía además un cuidadoso contralor del comercio
de cueros, estableciendo que no serían admitidos los que no fueran de marca e
introducidos "sin la correspondiente certificación de los dueños de las estancias o sin la del Señor Alcalde Provincial los de pertenencia del Estado" bajo
pena de decomiso. También se adoptaron medidas precautorias y represivas del
contrabando, designándose a Cirpiano Cuenca, para el "celo extraordinario de
los contrabandos". Este actuaría en todas las costas de la provincia y recibiría
una tercera parte del producido de sus confiscaciones, con lo que debía solven-
91
lar sus gastos. Contaría con el auxilio de todos los jueces y colntuldamtes de los
pueblos. Asimismo fueron prohibidos los vendedores ainbultules, los "populares mereachitles", acopiadores de cueros y sebos que los esclavos y peones de
las cuttuicitis sustraían para cambiarlos por géiteros y electos diversos.
Deben recordarse, además, ta re2,ular explotación de maderas, lar regl:unentación del beneficio de las pieles de lobo, en la isla del mismo nombre, que
considerada de carácter fiscal, «quería el previo otorgiunienlo de concesiones
gravarlas con impuestos de carácter provincial y la instalación de un¿¡ lábrica de
pólvora en el pueblo de Concepción de Misiones. Lo particular sobre esta activa reeión de lit Provincia, escribía Artigas al Cotnamdante lvtdrí s Artieas:
LÍ.lije orienial aconseja que los natnrales "activen su contereio 's, expendan
SUS jrnlos. Hágales hacer sus carretas: que corlen maderas para vender: que
jonienlen .sa.s siembras de tabaco, algodón r demdsfrtilo.s, corno también el
be nl jicio de la )verba. Por rnio, lentos que empiecen sus trabajos, aquí .son plata
de contado que pueden emplearla en otros renglones de precios para esos pueblos".
La producción y el comercio necesitaban de servicios regulares de trtuispor(e y comunicación. En el pbner rubro. la principal actividad fue naviera mtuínina o de cabotaje-pero también se usaron las tradicionales carretas, en
viajes lentos y dificultosos, para coneclarel interiorcon los puertos. El servicio
de correos fue regular y existieron rutas o "carreras' que recorrían periódicamente los "cliusques". Hntre Montevideo y Nriticació n se organizó "un correo
semanal", tuno para "estrechar nuestras relaciones-diría Amigas-corno para
evitar lamto chasque extraordinario con el que iududableinente se perjudicar)
los vecinos'. Eta cuanto a ti¡ moneda, fue frecuente su escasez, por lo cual era
corriente que las transacciones fueran ajustadas por trueque o perinutt, ofciluido los cueros como medida oficial de valor. De ahí el rigor con que se procuraha impedir lit evasión de Monedas y metales preciosos. Sin embargo, la moneda
circulante 1 ue la española de oro y de plata. I_a unidad básica de las de plata era
el "real y sus piezas acuñadas: el "peso', "duro' o "patacrhi ' de ocho reales; y
el real (le u dos, Iltuttado "pesen'. 1 -Libia ltunbién fraccionarias: el "medio real"
y el "cuartillo'. La "onzs' deoro era equivalente a ocho "escudos" o diecisiete
pesos dos reales de plata. Existían, además, monedas de vellón, de cobre. El
real (le vellón se componía de treinta y cuatro nltuavedíes. La equivalencia
entre doce y veinte reales de vellón.
CULTURA Y EDUCACION
La Escuela de Primeras Letras
Constituyó también preocupación primordial de Artigas el fomento de la
92
educación. Con (¿ti objeto, resolvió instituir en el nuevo pueblo de Purificación.
una escuela de primeras letras para alendera la enseñanza de los niños, hijos de
los soldados y vecinos del incipiente ttúclco uranio. Ett setiembre de 1815, para
atender ese menester y ofrendar el "pasto espiritual", llegaron a Nrilicación
los saccrdtores patriotas Ignacio Olazú y José 13cuito L;mtas.
por su paute, el Cabildo había « habilitado la escuela gratuita que runcionara bajo su dependencias desde 180) hasta 1812.
El preceptor que la regenteaba, Manuel Pagala, jne suspendido en sus
juncines el 16 de agosto de 1815. por emeriurizar en el aula su aposición al
sistema po(ílicn imperante. Pagola recurrió ante Atli,pas, que mantuvo la lnnhibicidn de dirigir la escuela pública v, en principio, de ejercer la docencia en
privado. Pusteriurtnenle, v a ruegade subijo.lu.sé María, de quien Pagolaera
preceptor, el Caudillo dispuso habilitarlo para la docencia privarla, ntanteniendu la inhabilitación para la pública.
El propósito de atender la educación ale la infancia se halla presente en lit
ciruclar del (7abildo de Montevideo, del 22 de diciembre de 1815, a los Curas
(le las Parroquias:
"Deseando este Gobierno que todas las jóvenes de la Provincia se illcctren
en loras las ciencias-v cuando menos sepan leer y escribir-ole ha ordenado
que remita a VM. cincuenta carlilas, corno principio para los primeros rudinterttus ¿le. su enseñanza, haciéndase cargo que en ese pueblo de su jurisdicción carecerán de ella".
Fue reabierta el aulade Gratttntica Castellana y Latina. cuyas lecciones serían gratis y dictaría en el Convetito de San Bernardino Fray Carlos María
Gonz'alez, en mayo de 1816, procurando continuar una tradición de ilustre
precedente del período bisp:utico.
ln prensa
l: n d mes de julio de 1815, el Dr. Mateo Vidal obtuvo del Cabildo bonacrense su tnediación para que el gobiento de finemos Aires devolviera a Montevideo las imprenta de la Ciudad que había llevado consigo el ejército de ocupación porteño al retirarse de la plaza. En conocimiento de este hecho, el Jefe
orientad ordenó que se la pusiera "en ejercicio, ya por un tanto al cargo de algún
periodista, ya por cuenta de ese ilustre Cabildo'.
6n octubre, el Cabildo resolvió que se editara " El periódico Oriental". Se
eucatr,-,ó al Dr. Vidal la redacción del "prospecto' que daba cuenta al público de
los objetivos del periódico, cuyo texto fue del agrado de Artigas, quien expresó
sobre el particular:
93
"Entre tanto YS. debe velar para que no se abuse de la imprenta. La libertad de ella, al paso que proporciona a los buenos ciudadanos la utilidad de
expresar sus ideas y ser benéficos a sus setnejantes, imprime en los malvados el
prurito de escribir con brillos aparentes y contradicciones perniciosas a la
sociedad".
Pero el Dr. Vidal rehusó, "a causa de sus achaques habituales", tomar a su
cargo la dirección del peródico; Larratiaga, al que'quiso nombrarse "Revisor
de prenso", rechazó el cargo, expresando no ser "colnpatibe con mis muchas y
graves obligaciones, ni con los sentimientos liberales sobre la libertad de
imprrema y el don de la palabra que como uno de sus primordiales derechos
reclaman los pueblos". No pudo hallarse -como n.uaif estira el Cabildo- "sujeto capaz de llenar las miras y principios que deben dirigir un encargo de tan
difícil combinación y desempeño". Artigas exteriorizó su disgusto "por la poca
adhesión y falta de espíritu público que observo en ese pueblo", en donde a la
confianza depositada en susautridades se ha respondido con una "frialdad degradamté'.
La Biblioteca Pública
Laurariaga propuso al Cabildo, el 4 de agosto de 1815, la fundación de una
Biblioteca Pública. Contaba para ello con todos sus libros y con los de varios
amigos "que han aplaudido y acalorado mi proyectó". Se ofrecía gratuitamente
como Director y solicitaba un edificio adecuado para instalarla. La iniciativa
fue acogida de inmediato y trasmitida a Artigas, para dignificarla con el sello de
una "sanción tan respetable".
Artigas contestó, manifestando:
"Conozco las ventajas de una Biblioteca pública y espero que YS.-cooperará con su esfuerzo e influjo a perfeccionarla. Dará gracias a tan virtuoso ciudadano, protestándole mi íntima cordialidad y cuanto dependa de mi influjo
para el adelantamiento de tan noble empeño". Ymásadelante, ordenaba darle
ese destino "si aún se halla en esa ciudad" a la biblioteca del finado cura Oniz
que la había legado a la de Buenos Aires, y que igualmente se dedicara a ese
objeto "toda librería que se halle entre los intereses de propiedades extrañas".
El fallecimiento del Dr. José Manuel Pérez Castellano, ocurrido el 5 de
setiembre de 1815, suministró un importante acervo bibliográfico, de acuerdo
con el testamento de aquel ilustre ciudadano por el cual legaba su importante
biblioteca para fundar un establecimiento público. Este fondo se complementó
con los libros aportados por José Raimundo Guerra; con los de los padres franciscanos, de cuya "pobre librería" fue autorizado Larrañaga a "sustraer los
volúmenes que estime oportuno" y, por fin, con la donación del propio Lasañaga,
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que tenía ya en esa época una biblioteca muy importante sobre todo en literatura científica.
Se ha estimado en más de cinco mil el número de volúmenes que corresponden a la época fundacional.
El Cabildo Gobernador, con el decidido apoyo de Miguel Barreiro, reservó
un lugar en los altos del Fuerte -costado sur de la actual plaza Zabala-para
ubicar la Biblioteca y encargó a Larrrañaga la tarea de dirigir los trabajos de
organización del establecimiento. Dichos trabajos culminaron el 26 de mayo
de 1816, con la inauguración oficial como parte de los festejos conmemorativos del 25 de mayo de 1810.
Artigas, sensible a la repercusión pública del acontecimiento, dispuso que
el 30 de mayo el santo y seña del ejército oriental fuera la fiase, hoy célebre, de
"Sean los orientales tan ilustrados como valientes"; y le expresaba a Larrañaga
su congratulación, agregando que "estamos para formar hombres" e inspirar a
los jóvenes "aquella magnanimidad propia de almas civilizadas" que "hará ciertamente la gloria y felicidad del país".
La Casa de Comedias
En enero de 1816, fue reabierta la antigua Casa de Comedias -erigida en
1794, por el vecino portugués de Montevideo don Manuel Cipriano de Mello
representándose el "unipersonal", "Sentimientos de un Patriota", del que era
autor Bartolomé Hidalgo, el celebrado poeta de los "cielitos'. El mismo Hidago
fue designado director del "Coliseo" -que así fue rebautizado el teatro- en
donde dirigió en persona la representación de sus "unipersonales" patrióticos.
De la crónica de las celebraciones del 25 de mayo de 1816, consta que en la
noche del 24 se representó "El Siripo, cacique de timbúes en el Paraná", de la
que era autor el porteño Manuel de Lavardén y el 25 "Roma Libre o el Bruto",
de Alfieri,
en la traducción de D.A.Saviñón, obra que también se rep`esentara
en Cádiz en los festejos de la jura de la Constitución de 1812.
LA IGLESIA ORIENTAL
La Revolución y la Iglesia
En el comienzo de la Revolución, las diócesis americanas quedaron en una
completa incomunicación con el Papado. Los derechos del Real Patronato incluían el de "presentar los candidatos para proveer los curatos y sedes episcopales
vacantes". La conmoción revolucionaria provocó una profunda división en el
cuerpo eclesial y muchos prelados o curas, que optaron por las fuerzas
contrarrevolucionarias, fueron despojados de sus cargos y expulsados de América. En otros casos, los problemas se plantearon por el mero transcurso del
95
tiempo. Hubo de recurrirse a soluciones de emergencia. corno la designación
de "provisores en sede vacaufté', elegidos por los respectivos Cabildos eclesiftsticos, para llenar Ig1s funciones espirituales. culturales- e incluso administrativas,
que los Superiores del clero secular y regular, tenían a su cargo.
A esta cuestión general se afgregó, en el Río de la Plata, ti¡ autonomía política adquirida por los pueblos de 1:1 I-iea Federal frente a las autoridades bonaerenses y, por ende, el cuestionamiento de la dependencias la jerarquía insuflada
en Buenos Aires de los subattenios que ejercían su nünisterio en las Provincias
Iederales. Era demasiado importante el inf hijo espiritual de los párrocos, como
para que Artigas no previniera el peligro de una posible infiltración de propagandas contrarias a su doctrina y, por otra parte, his autoridades eclesiásticas no
podían desconocer el riesgo de disturbios y desenlendimientos entre el gobierno y los ministros de la Iglesia derivados de los problemas de carácter político.
Por entonces, el Obispado de Buenos Aires se encontraba vacante por el
fallecimiento del titular diocesano Dr. José Benito de Lué y Riega, y ejercía las
funciones de Gobernador Povisorio. el Dr. José Manuel Plauclión.
FI 28 de abril de 1815, vacante por fallecimiento de Junta José Ortiz, el
cargo de cura y vicario de la Matriz, en Montevideo, el Dr. Plauichón designó,
interino, a Dfunaso Antonio Laurafiagai, "con obligación de hacerse cargo de
mnbos empleos de inmediato, para lo que ya había dado cuenta al Cabildo
Gobenidordel Estado'.
Conflictivas fueron las relaciones entre el Cabildo y el nuevo vicario. por la
intervención directa del poder civil en asuntos privativos de las autoridades
eclesiásticas. En particular, en materia de dispensas para contraer matrimonio,
que fueron enérgicaunente rechazadas por el nuevo Jefe de la Iglesia oriental.
Pero, con todo, el más serio de los problemas se vinculaba al auitagonismo
entre Artigas y Buenos Aires. El Caudillo había pedido al Provisor delegara en
Laurauiaga lar plenitud de sus facultades, ante la posibilidad de que una crisis
definitiva detenninaua la ruptura entre Buceos Aires y la Liga Federal. El Dr.
Plaufchóti así lo hizo dictando el 20 de julio de 1815 el decreto correspondiente.
El Provisor envió el título a Artis y éste al nuevo Vicario Eclesiástico Provincial, nautifestbidole su complacencia. Larnuiaga, a su vez, lo trasmitió a los
curas de su jurisdicción en circular de 13 de setiembre, en ti¡ que incluyó una
recomendación del Caudillo de que se tolerase el no pago de los diezmos por
los feligreses, atento al estado de pobreza general.
Artigas y Larrañaga
Por esta época las relaciones entre el Jefe de los Orientales y el nuevo Vicario eran excelentes y normales las comunicaciones entre éste y el poder civil.
Pero casi de inmediato se produjo un serio incidente. A limes- de octubre de
1815, el Provisor Plamchón se dirigió a Laurauiaga solicitáuidole intecedierapaua
solucionar un penoso incidente ocurrido en la bajada del Paraná, donde el pue96
blo había expulsado al
Militar, Eusebio Herñú,
al fraile domínico José
y éste replicó con una
bernador de Montevideo:
cura titular, partidario de los porteños, y el Comandante
había conferido facultades al teniente cura Hurtado y
Norberto Aguirre. Larrariaga remitió a Artigas esa carta
fulminante orden de expulsión, cursada al Cabildo Go-
"VS. no ignora el influjo de los curas y cuánto por este medio adelantó
Buenos Aires para entronizar su despotismo, y, además para fomentar sus fondos en las rentas eclesiásticas que debían percibir estos pueblos, con notable
detrimento de ellos mismos. Si éste es su objeto, claudica la autoridad espiritual, y el Sr Provisor debería ser más escrupuloso, para no desunir el Santuario y el Estado y si no lo es ¿por qué pretende una reiteración degradante que
nunca debió creerla necesaria, despuésdesusfácultades concedidas? ¿O juzga el Sr Provisor, que aún vive laAmérica en tinieblas y que la Banda Oriental
esjuguete de sus pasiones? Empiécelo a experimentar en sus efectos. En seguida pasará Ud. orden inmediatamente que los curas recientemente venidos de
BuenosAires, Peña, el de San José: Gomensoro, el de Canelones: Ximénez, el
de Minas; el guardián de Montevideo, el presbítero Peralta .y el Padre Rizzo,
dejen sus prebendas y se manden mudar inmediatamente a Buenos Aires. VS.
proponga algunos sacerdotes patricios, si los hay, para llenar esos ministerios,
y si no vienen, acaso con ello seremos doblemente felices. Reencargo a V.S. la
ejecución de esta medida, que creo necesaria para asegurar m4estra libertad".
El Cabildo trasmitió el oficio, con fecha 6 de diciembre, a Larrañaga, quien
se sintió profundamente agraviado; dirigió al Cuerpo Capitular un cortés acuse
de recibo y al Caudillo una nota, de gran dignidad, que ilustra sobre su concepto de las relaciones entre ambos poderes. Expresaba:
"Mi arpado general .y paisano : Si los chismes v la emulación de algunos
individuos han prevalecido tanto en el ánimo de VE. que se halla disgustado de
que yo esté de cura en Montevideo, y vicario general, no hay para que VE. dé
tantos rodeos, ni que falte a la atención debida, ni a la buena educación, ni
acarrearse tantos enemigos para quitarme cuántas son las personas que me
aprecian entre nuestros paisanos y que fueron los que se empeñan en que lo
fuese. Yo mismo lo solicitaré. Basta que VE. me diga que no le gusta v estarnos
del otro lado ". "Esta será la causa por la que no podrá recibirse el provisor. A
mí tampoco me gusta, pues he hecho más empeños para no serlo, como otros
han hecho para conseguirlo". Reucerda luego su actuación corno patriota,
cuando debió salir de la plaza de Montevideo, "con mi breviario bajo el brazo ";. "y cuando esa tanda de charlatanes que hav en el día estaba metida en un
rincó ya VE. y yo, éramos patriotas": los incidentes con Sarratea, "que me
hubo de cortar bien caro esto en Buenos Aires"; el abandono del cargo de
Bibliotecario que tenía en la Capital y el "viaje mtw incómodo en que hice
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muchísirno por V E." y concluye:
"He sentido mucho la cosa contra el provisor, y corno yo tengo la culpa por
mi indiscreción al remitir aquella carga, que es una prueba muy grande de mi
amistad, me es indispensable volver pr su honor y por nuestro agradecimiento.
Para ello tenía hecho ese oficio para el Cabildo, que es un manifiesto a su
favor, en cuanto no digo sino la pura verdad, a lo que el mismo Cabildo me ha
empeñado, comunicándomela disposición de VE."
"Después rae ha parecido no enviarlo y que quede entre los dos, pues yo no
debo, como vicario general entenderme con el Cabildo, pues yo soy un jefe y
ambos debernos entendernos directamente". Montevideo, 9 de diciembre de
1815.
Luego de largo trámite, pudo solucinarse el contlicto. La oportuna y enérgica intervención del Vicario dejó en suspenso la orden de que vacaran los curatos ejercidos por sacerdotes enviados desde Buenos Aires; pero el Caudillo
salvaguardó el principio de la independencia de las autoridades eclesiásticas
residentes en la Provincia:
"No es mi ánimo por ahora introducirme dijo en otra oportunidad-en
lo económico de la religión ni en la indagación de sus leyes. Lo que interesa es
que el pueblo esté bien servido y que los Prelados de los conventos no perjudiquen con .su influjo, lo sagrado de nuestro .sistema ".
Los padres franciscanos
El convento de San Bemardino de Montevideo, había sido centro de inquietudes revolucionarias entre varios de sus cofrades americanos, desde los inicios
de la crisis del régimen hispánico en el Plata. Y la sospecha de comrivencia con
las fuerzas artiguistas, después de la Batalla de las Piedras, había determinado
la drástica medida de Elío de su expulsión de la ciudad.
Si bien varios padres franciscanos habrían de constituirse en encendidos
tribunos de la causa revolucionaria, como el apasionado Fray José Monterroso,
fray Juliím Faramiñ<m y fray José Benito Lamas y fray Ignacio Otazú servirían,
con más sostenido celo apostólico, su misión sacerdotal, como capellanes del
ejército oriental en Purificación y en la función educativa.
Pero entre los que habrían de permanecer en la casa conventual
montevideana, cabe señalar dos nombres, de diversa significación en la vida
difícil de la ciudad sitiada, durante los últimos años del régimen hispánico: fray
Juan de Ascarza, en la atención de los enfermos y desvalidos y el famoso fray
Cirilo Alameda y Brea, verdadero líder del legitimismo regentista.
La orden franciscana, de tan viejo arraigo en la sociedad oriental -en cuyas aulas de enseñanza elemental y en las que a fui de siglo se abrieran, para los
cursos superiores, se había formado la mayoría de los principales actores del
98
pronunciamiento revolucionario de 1811 -habría de encontrar su
vante personalidad, en el período de la "patria Vieja", en José Benito Lamas.
más
rele-
Muyjoven todavía--apenas 16 años-había tomado el hábito de San Francisco, en Buenos Aires, en 1803, y ya regenteaba la cátedra de Lógica en el
Convento de San Bernardino, en junio de 1810. Expulsado, en mayo de 1811,
de .su ciudad natal, se ordenaría de sacerdote en diciembre del mismo año, en
BuenosAires. De regreso a Montevideo, en diciembre de 1814, designado para
ocupar la cátedra de Visperas del referido Convento, muy poco después se
retiró a Canelones, disgustado con el régimen porteño de entonces, volviendo
recién el 6 de marzo de 1815 a Montevideo, corno capellán de lasfiterzas de
Otorgués. En la ya citada función de Director de la Escuela Pública permanecería hasta la víspera de la entrada de las filenas de Lecor en la ciudad, continuando su ejercicio sacerdotal en BuenosAires, y luego en Mendoza, donde
en 1821 le tocó asistir, en la cárcel del Sótano, los últimos momentos del caudillo chileno José Miguel Carrera. Ocuparía después cátedras en el Colegio Mayor
de Córdoba y de regreso a su patria, en 1830 pasaría a fimdar la cátedra de
Latinidad, a la que uniría, posteriormente, las de Filosofía y Teología Dogrndtica y Moral, por más de veinte años. Cura de la Iglesia Matriz al terminar la
Guerra Grande, fue electo senador por Montevideo en 1852, y ocuparía, a
partir de 1854, la Vicaría Apostólica de la República. Falleció el 9de mayo de
1857, víctima de la epidemia de fiebre amarilla que entonces asolara la, ciudad.
99
CAPÍTULO XI
LA INVASION PORTUGUESA
Y LA OFENSIVA UNITARIA
LA INVASION PORTUGUESA
Antecedentes y orígenes
En enero de 1816, Artigas le escribía a Barreiro expresándole que: "según
toda probabilidad los portugueses se nos acercan con movimientos que no pueden menos que excitar nuestro cuidado. Ya sea interés de aquella corte, ya esfuerzos de los emigrados, ya intriga de Buenos Aires, lo cierto es que se vienen...". El caudillo señalaba, con acierto, la motivación profunda de la ya decidida invasión portuguesa: el "interés de aquella Corte"; y los dos principales
estúnulos coadyuvantes de la empresa: "los esfuerzos de los emigrados" porteños en Río y las "intrigas de Buenos Aires".
Si bien en la decisión de la Corte portuguesa gravitaban las antiguas motivaciones que siempre habían alentado la expansión hacia el Plata, el cambio de
circunstancias en el concierto europeo de naciones, luego de 1815, y la pausa
itnpuesta a la tutela británica, por el retiro de Lord Stramgford, le abrieron una
inanejorable oportunidad para la concreción de sus propósitos.
Producido el desastre napoleónico v el restablecimiento de las dinastías
ibéricas en los tronos respectivos, Lord Slrangford quiso. obligar a Don Juan
de Braganza a volver a Portugal. Pero Don Juan no deseaba abandonar el
Brasil v se dirigió, en tono altivo, el 20 de enero de 1815, al soberano inglés
diciéndole: "que su conducta y .sus expresiones atacaban los derechos de mi
soberanía...". Lord S1rangford jue retirado.
En Viena, el Congreso de la Paz, imponía, entre tanto, a Europa el predorni100
nio de las cuatro grandes potencias vencedoras de Napoleón; Portugal quedaba
relegada en el marco europeo a una condición de segundo orden, que hería
profundamente el orgullo del Príncipe Regente. Se hizo notar en aquel momento la influencia de su íntimo fumigo y consejero, don Antonio de Araújo y
Acebedo, Conde de Barca, Ministro de Marina y Ultramar que prestaría su
asentimiento a la sugestión formulada por Talleyreutd a los representantes portugueses en el Congreso de Viena, para elevar el Brasil a la categoría de reino
unido a Portugal, permaneciendo el soberano en Río, mientras su primogénito
pasaría a Lisboa. Por el tratado de 8 de abril de 1815, las grandes potencias
reconocieron a Don Juan como "Príncipe Regente del Reino de Portugal y del
Reino de Brasil". Poco después -en marzo de 1816- fallecía la renta doña
María 1, a los 81 años de edad, veinticinco de los cuales fueran oscurecidos por
la dolencia mental que la había apartado del trono. En mayo, el Príncipe era
coronado con el nombre de Juan VI del "Reino Unido de Portugal, Brasil y
Algarves'.
Se abría ahora ente sus ojos, la perspectiva de alcanzar, con el dominio del
Río de la Plata, la llave de las comunicaciones sudatlánticas y la definición del
territorio del Nuevo Estado, con las fronteras naturales del Río Uruguay o,
quizás, Paraná. El pensamiento del Rey coincidía, por lo demás, con el interés
de los grandes hacendados y saladeristas del Río Grande, que veían en la anexión
de la tierra oriental, un camino de óptimas posibilidades para la explotación de
la ganadería y la salida de sus frutos hacia el mercado mundial. Influía en esta
aspiración riogremdense la esperanza de gravitar en mayor medida en los destinos americanos de Portugal, tiente a la aristocracia agraria de las plantaciones
y a la oligarquía mercantil de Río de Janeiro, hasta entonces fuerzas preponderantes en los círculos sociales y políticos de la Corte. Los grandes tributarios
del Plata, asimismo, eran rutas fluviales de gran valor para las comunicaciones
y extracción de frutos del Mato Grosso. Todas estas motivaciones confluían,
pues, con el designio de Don Juan y aseguraban para su política de expansión
americana un fuerte apoyo de opinión en el Brasil.
Pero también el republicanismo democrático y federal del artiguismo preocupaba seriamente al gobierno de Río de Janeiro "cansado de los gastos extraordinarios a que lo compelía el estado de paz armada en aquellos parájes, la
aglomeración de fuerzas en varios puntos de frontera, los recelos de que se
comunicasen a sus súbditos las ideas incendiarias y el espíritu demagógico y
anárquico de sus vecinos y los temores de que ocurriesen fugas, levantamientos
y deserciones de esclavos y soldados, inspirados por los escritos y proclamas
que entre ellos ltacíem circular los secuaces de Artigas", señala el historiador
brasileño Percira da Silva.
Sin embargo, la empresa no era sencilla y potencialmente reconocía importantes obstáculos adversos: la Santa Alianza, en pleno; Inglaterra, cuya política
era inconciliable con el —imperialismo-del Brasil; Buenos Aires, frrtimeunente
contrario a la conquista extranjera, toleríutdola, por política, como medio de
101
aniquilara Artigas y después poder protestar y tomar efectiva la protesta. Con
objeto de ir desbrozando el terreno para la ya decidida conquista, Don Juan se
había dirigido en junio de 1815, al gabinete británico en estos reveladores términos:
"....que los asustadores progresos hechospor el espíritu revolucionario en
las Provincias del Río de la Plata, limítrofes del Brasil, así corno el estado
inquieto de esas provincias, debiendo excitar justas aprensiones al gobierno
portugués, sobre una .situación que así amenazaba la .seguridad del Brasil,
S.A.R., el Príncipe Regente juzgaba deber aprovechar sin demora de la tranquilidad en Europa, a fin de llamar una división de su ejército de Portugal,
para ser empleada en la defensa de .sus estados americanos". Esta medida continuaba la nota- ya se considere relativamente al estado actual de las
Provincias del Río de la Plata, ya tienda a poner al gobierno portugués en
situación de cooperar con la expedición que Esparza .se propone enviara esos
países, parece la más conveniente que su S.A.R. pudiera tornar en las circunstancias actuales. Así juzgó S.A.R. deber participarlo a S.M.B., "su íntimo y
antiguo aliado", el cual no podrá dejar de aprobar el procedimiento adoptado
para garantizar la .seguridad del territorio portugués..."
Elementos coadyuvantes en esta política del monarca portugués, lo fueron,
además, los jerarcas españoles emigrados de Montevideo, luego de la caída de
la plaza en manos de las fuerzas porteñas y los exiliados del régimen directorial
bonaerense, como consecuencia del "golpe de Fontezuelas'".
El mariscal José Gaspar de Vigodet y fray Cirilo Alameda, al frente del
grupo español; y con el fervoroso apoyo de destacadas tiguras del patriciado
montevideano emigrado, como Joanicó, Batlle y Carreó, salvañach, Magariños
y otros, alentaban una acción política y militar sobre el territorio oriental, en
esperanza de que los Braganza, como aliados dinásticos de la Casa Real Española, pudieran reconquistar las Provincias del Plata para el legítimo soberano
Fernando VII. Esta perspectiva optimista, sin embargo, no era compartida por
el Encargado de Negocios español ante la Corte de Río, don Andrés Villalba,
que procuraba obtener una definición de Don Juan respecto de sus reales intenciones acerca de los territorios de antigua posesión hispfutica. Los hechos iban
a demostrar lo acertado de sus reparos y ti¡ sin razón de las expectativas de sus
compatriotas exiliados.
Por su parte, el círculo de los exiliados porteños -Alvear, Valentín Gómez,
y especialmente el montevideano Nicolás Herrera- alentaba también la ocupación lusitana de la Provincia Oriental, en la esperanza de concluir con la
"hidra del federalistno" artiguista y retomar al poder. Agente principal de este
propósito era el Dr. Herrera, que ganó la amistad del influyente conde de Barca
y del propio Juan VI, proporcionando, por sus conocimientos del medio y de
los hombres, valiosas sugestiones para el pliego de Instrucciones que se darían
102
al Jefe de las tuerzas de ocupación, general Carlos Federico Lecor.
El patriciado porteño y la Corte de Río
El entendimiento del patriciado porteño con la Corte fluminense fue también factor de importancia para decidir la invasión de la Provincia Oriental. El
principal agente de Buenos Aires que estimuló la decisión portuguesa fue el
enviado confidencial, Dr. Manuel José García, quien se encontraba en aquella
Corte, desde febrero de 1815, como portador de los pliegos de Alvear ante
Strtatgford, solicitándole el protectorado inglés para las Provincias Unidas. Según informes del agente consular francés a su gobierno, García, apenas llegado
a Río de Janeiro, propuso al gobierno de Don Juan un proyecto de tratado con
las Provincias Unidas por el cual se autorizaba a los portugueses a ocupar la
margen oriental del Plata, absteniéndose Buenos Aires de socorrer a los atacados y comprometiéndose a que, verificada la dominación de la Provincia Oriental,
el Congreso de Tucumán solicitaría la unión de las Provincias Unidas al Reino
del Brasil, tomando Don Juan el título de "Emperador de la América del Sur".
Los funcionarios públicos serían conservados en sus cargos y todos los empleos eclesiásticos, civiles y militares reservados para los nacidos en el país,
excepto tres: e1 Virrey, el Obispo y el Comattdante de las Annas, de libre designación por el nuevo Emperador.
Mientras García proseguía sus contactos y gestiones en Río, el Director
Alvarez Mhomas, el 6 de marzo de 1816, al informar al Congreso del fracaso de
las gestiones monárquicas confiadas a Sarratea, Posadas y Belgrano, expresaba
sus sólidas esperanzas en la misión ante la corte portuguesa, agregando que
esperaba muy pronto "comunicaciones de algún plan importante y delicado
que [García] ha anunciado a este Gobierno; con la expresión de que se presenta
una ocasión muy oportuna, pero fugitiva, para enderezar dichos negocios". Y
dos meses después, el Secretario de Gobierno, Dr. Gregorio Tagle, alentaba a
García a proseguir sus gestiones, expresándole que "el Congreso ha mostrado
las disposiciones más favorables a este respecto... y que no omitiera medio
alguno capaz de inspirar la mayor contiattza a ese Ministerio, sobre nuestras
intenciones pacíficas y el deseo de ver tenninada la guerra civil con el auxilio
de un poder respetable que no obraría contra sus propios intereses cautivando
nuestra gratitud".
García contestó en junio de 1816, diciendo:
"Creo que en breve desaparecerá Artigas de la Banda Oriental. La escuadra /portuguesa/ está aquí al ancla y espera el prlnter viento. Conozco muy
inmediato al general Lecor; va inteligenciado en parte del plan de su gobierno
y me parece un excelente sujeto. Nuestro amigo H ¡NicolásHerreral irá con él
a Montevideo; él rnismo no lo sabe aún ni lo .sabrá harta Última hora; será el
punto interrnedio de ése y este gobierno. Estoy .seguro que las primeras medi-
103
das que .se tornen por Lecor en la Banda Oriental quitarán a usted algunos
recelillos, que es regular conserve aún. Esla es una maniobra cornplicadí.sima
v exige toda la circunspección del mundo para irla llevando .sin desgracia. En
rnuchossecreto.s estoy yo .sólo; en algunos he puesto a nuestros amigos... Usted
conoce bien a don Carlos lAlvearJ, sabe sus calidades morales v su carácter
en la revolución... nada sería más peligroso el que llegase a entrar en nuestras
relaciones por ahora... Vaya usted pensando en el sujeto que ha de tratar con el
general v con H /Herreraj, esto deberá hacerse .sin rindo... cuide usted mucho
que no sea un hombre asustadizo, que .sea hombre manso, callado y negociador".
Y, más adelante, en otro oficio, expresaba: "Alarmado el Ministerio del
Brasil de los progresos que sobre el gobierno de las Provincias Unidas va haciendo el caudillo de los anarquistas /Artigas/ no ha podido menos que representarlo a Su Majestad Fidelísima para que sin demora pusiese pronto remedio
a ¡in rizal que creciendo con tanta fuerza podría en poco tiempo cundir por
estos sus dominios haciendo mayores estragos... ha resuelto S.M.F empeñar
todo su poder para extinguir para .siempre hasta la memoria de tan fmesta
calamidad, haciendo en ello ni¡ beneficio que cree ha de ser agradecido por
sus vecinos. En verdad que en todo tiempo .se ha temido la injerencia de una
Potencia Extranjera en disturbios domésticos, pero esta regla demasiado general, rne parece que tiene una excepción en nuestro caso ".
A mediados de julio de 1816, se conoció la invasión portuguesa ala ProvinciaOriental. En el Congreso de las Provincias Unidas ya Belgrano había tn<utifestado, el 6, antes de conocerse la invasión, que ésta, de producirse, vendría a
"impedir la infección' del tutiguistno. En sesión secreta del 23 de julio, por la
inatituta, se dio entrada a un oficio de la Jtutta de Observación, del 10, avisando
la "casi indudable expedición portuguesa" y la pasividad del Director Balcarce
ante la tnistna (al día siguiente, el Cabildo bonaerense y la Junta de Observación destituirían a Balcarce nornbrmtdo en su lugar a Francisco Antonio de
Escalada y Miguel Irigoyen, basta la llegada del Director Titular, Juan Martín
de Pueyrredón, designado por el Congreso el 5 de mayo). El Congreso resolvió, entonces, que la Comisión de Relaciones Exteriores dictaminara sobre el
particular y siendo favorable el infonne de dicha Comisión se pasara a considerar los documentos reservados que obraban en poder de ésta. En la sesión secreta de esa tarde, previo juramento de guardar el secreto bajo pena de expulsión del perjuro "con la calidad de que jamás pudiera obtener en vida comisión
alguna', se leyeron los documentos sobre la tentativa de coronación del infante
Francisco de Paula, algunas cartas de Manuel García, que había hecho llegar
Balcarce y la correspondencia de Rivadavia desde parís. En sesión, también
secreta, del día 24, se resolvió enviar la correspondencia referida a Pueyrredón,
todavía en viaje a Buenos Aires, "pidiéndole estrecbísitn<unente que ponga el
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país en estado de rechazar cualquier agresión injusta" y "reclame del annisticio
contratado el ario 12 con la Corte de Brasil". Pueyrredón llegado a Buenos
Aires el 29, tomó conocimiento a los dos días de asumir su cargo, de todas las
comunicaciones de García que el Dr. Mtgle custodiaba celosamente en su archivo secreto y las transcribió al Congreso "parra que, en consecuencia del concepto que forme de su letra y espíritu, se digne prevenirme exacuunente la conducta que debo observar en las diversas ocurrencias que espero se me agolpen, si,
como no es por adtora dudable, se aproximan las tropas portuguesas llevando a
ejecución sus anunciados designios".
Esto dio lugar a nuevas sesiones secretas del Congreso, durante los días 25,
27, 28 y 29 de agosto; resolviéndose, finalmente, que "se reencargue al Supremo Director la defensa del territorio, por cuantos medios estén a sus alcances"
y "solicite la unión dei General Amigas, inspirfutdole confianza y dándole los
auxilios posibles sin exponer la seguridad de esta Banda y procediendo en este
punto sin aventurarse ni comprometer el éxito de la negociación..." con Lecor y
lar Corte de Río. Para llevar adelante esta "negociación' se decidió nombrar
"dos individuos... uno con carácter público y otro con carácter privado', encomendándose la primera al Coronel mayor don Florencio Terrada y la segunda
al propio Secretario de Estado en el Departamento de Guerra, don Miguel
Irigoyen.
La misión de Temida estaría destinada t calamar la inquietud de I:t opinión
pública, debiendo entrevistarse con el general portugués para reclamarle el estricto cumplimiento del annisticio suscrito en mayo de 1812.
La misión Ir¡.-oyen, en vez, debería regularse con un doble juego de instrucciones aprobadas en sesión secreta del 4 de setiembre, unas "reservadas" y
otras "reservadísimas".
Las "reservadas" eran: l) que los comisionados tratasen, tanto en la Corte
portuguesa corto ante el general Lecor, "sobre la base de la libertad e independencia de las Provincias representadas en el Congreso" (abandonando,
pues, las de la "Liga Federal" a los invasores); 2) "desimpresionar, tanto a
Herrera corno a Lecor, de las ideas exageradas que acaso habrán formado del
desorden en que nos suponen "; 3) conseguir un manifiesto público de Lecor de
no tener pretensiones sobre la Banda Oriental, "pues los pueblos recelosos se
agitan demasiado expresando el deseo de auxiliar al general Artigas" v era
necesario "aquietara los habitantes sobre el objeto de la expedición contra la
Banda Oriental "; 4) que si "el objeto del gobierno portugués era reducir al
orden a la Banda Oriental, de ninguna aranera podría apoderarse del Entrerríos
por ser este territorio perteneciente a la provincia de Buenos Aires que hasta
ahora no lo ha renunciado ni cedido a aquella Banda"; 5) "que a pesar de la
exaltación de las ideas democráticas que se han experimentado en toda la Revolución, la parte más sana e ilustre de los Pueblos v aún el común de éstos
están dispuestos a un sistema monárquico constitucional bajo las bases de la
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constitución inglesa acomodada a las circunstancias": 6) "persuadir al gabinete del Brasil a que se declare Protector de la libertad e independencia de
estas Provincias restableciendo la casa de los incas y enlazándola con la de
Braganza": 7) si esto no obtuviese aprobación, pedir la coronación "de un
infante del Brasil o de cualquier otro infante extranjero con tal que no sea de
España, para que enlazdndolo con alguna de las infantas del Brasil gobierne
este país bajo una constitución que deberá presentar el Congreso "; 8) si fuese
reconvenido por algunos auxilios que el gobierno de las Provincias Unidas ha
mandado aArtigas, explicará
"que no se ha podido prescindir
de este paso por
no haber tenido hasta ahora del gabinete portugués una garantía pública que
asegure a este territorio de sus miras justas, pacíficas y desinteresadas" y de
no hacerlo habría ocurrido una "convulsión general".
Las "reservadísimas" establecían que, en caso "de exigírsele que estas
provincias se incorporen a las de Brasil se opondrá abiertamente manifestando que sus instrucciones no se extienden a este caso... pero si después de apurados todos los recursos de la política y del convencimiento insistiese en el
empeño, indicará, como una cosa que .sale de él, que formando un Estado
distinto del Brasil reconocerán por su monarca al de aquél mientras mantenga
su Corte en este continente, pero bajo tata Constitución que le presentará el
Congreso... comunicándolo inmediatamente al Congreso".
Antes de conocer las instrucciones a los comisionados, Pueyrredón se había
dirigido al Congreso, sometiéndole los últhnos oficios del representante en Río.
En ellos, García hacía saber que, en entrevista con el Encargado de Negocios de
Gran Bretaña en Río de Janeiro, había obtenido las siguientes declaraciones: en
primer lugar, que siendo la Gran Breuu3a auriga y aliada de España, el decoro le
impedía favorecer la causa de sus súbditos rebeldes, según lo había estipulado
en el tratado de 1814 con Fernando VI]; en segundo término, que sus intereses
como señora de muchas colonias, la obligaban a sostener el sistema colonial y
que no imitaría la conducta de Espmfa en la guerra de las colonias inglesas. En
cuanto al Brasil, decía que el Ministro de Estado -Marqués de Aguiar- le
había hecho las declaraciones siguientes: que el Rey de Portugal y Brasil al
enviar sus tropas a la Banda Oriental, no tenía otra mira que asegurarse contra
el poder anárquico de Artigas, igualmente incompatible de los gobiernos vecinos; que no existía ningún tratado, convenio ni compromiso entre los reyes de
Portugal y de España ni con ninguna otra potencia, en relación con la América
del Sur; que el gobierno de Buenos Aires podía estar en la plena seguridad de
que el Rey de Portugal conservaría la misma buena annonía que hasta entonces.
Pero cuando P ueyrredón tuvo en sus manos las instrucciones para la misión
Terrada-Irigoyen, el Director llamó al Dr. Gregorio TagIe para camibiar ideas; y
éste, luego de instruirle de todo el proceso de la negociación diplomática confiada a García, le aconsejó no llevar a cabo lit misión proyectada y colaboró en
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la redacción del oficio con que Pueyrredón comunicó al Congreso su decisión
de suspenderla, impugnando como "inocente, ridícula y despreciable—, la idea
de enlazar un haca con una princesa de Br<tganza, aun cutmdo admitía la posibilidad de negociar la coronación de un príncipe extrmjero, éon sujeción a la
Constitución que el alto Cuerpo le presentase poniendo a cubierto dé toda contingetacia el mantenimiento de la independencia, por medio de la gartuttía de
Inglaterra o de alguna otra potencia.
La artera maniobra del Congreso y agentes porteños, entre tanto, había llegado a conocimiento de Amigas. En oficio de 18 de agosto de 1816 al Cabildo
de Montevideo, le adjuntó copia dé una "comunicación interceptada en Santa
Fe—, diciéndole: "por ella calculará V.S. que nuestra existencia política estaba
minada por la intriga con el gabinete portugués y que no sin fundamento hemos
mirado con recelo a todos los mandatarios de Buenos Aires'.
El Director Pueyrredón, por su parte, en lugar de la suspendida misión del
Congreso, resolvió enviar ante el general portugués al coronel Nicolás de Vedia.
Este era portador de un oficio de Pueyaedón, de fecha 31 de octubre de 1816,
en el que, luego de historiar los hechos ocurridos, le afirmaba que " la disidencia accidental en que quiera suponerse una y otra Banda, no debilita el enlace
común de ambos pueblos para la defensa de su libertad"' y le requería que suspendiera sus marchas y retrocediera a sus límites, pues, de lo contrario, daría
una cooperación vigorosa ala defensa de la Batuda Oriental. Simultáneamente
Pueyrredón remitió un oficio al Cabildo de Montevideo haciéndole saber los
objetivos de la misión Vedia, que, a su vez, el Cabildo transcribió a Amigas. El
Caudillo, acusando recibo de dicha transcripción, expresaba:
'... he recibido el Extraordinario en que VS. me incluve el adjunto del gobierno de Buenos Aires expresando la comisión del Sr Coronel Vedia. Este
paso no basta a inspirarnos confianza, ni cohonestarájamás las miras de aquel
Gobierno después que supe que nuestra frontera ha .sido invadida ha más de
cuatro meses, y él tnantuvo siempre, y mantiene su comercio y relaciones abiertus con Portugal. Por lo mismo sea cual jitere el objeto de la misión del dicho
Vedia, y .sus resultados, no puedo rnientrasser indijérente a la conducta criminal y reprensible de BuenosAires. Por lo mismo he ntandudo cerrar lospuertos
y cortar toda comunicación con aquella Banda. Si esta medida no penetra a
aquel Gobierno de nuestra indignación por su indiferencia y poca escrupulosidad en coadyuvar nuestros esfuerzos contra este Extranjero sediento de nuestra dominación, yo protesto no omitir diligencia hasta manifestar al mundo
entero ni¡ constancia, y la iniquidad con que .se propende a nuestro aniquilamiento.
BuenosAires debe franquearnos losatcrilios, a que siempre se ha negado, o
Buenos Aires será el último blanco de nuestro furor, si poco condolido de la
causa común no se interesa en la salvación de estas provincias como en la de
las demás. Nuestros sacrificios están de manifiesto, y .si no .son idénticos los de
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aquel Gobierno, habremos de calcular de oro anodo sobre .sus operaciones".
El Coronel Vedia, por su parte, había llegado al cuartel general de Lecor el
25 de noviembre de 1815 y recibido del general portugués explicaciones satisfactorias acerca del carácter y alcancelitniutdo de la operación armadade Portu_ad sobre la Baiida Oriental.
Simulacro porteño de guerra a Portugal
Desde su llegada ala capital, Pueyrredón tomó medidas defensivas contra
la invasión portuguesa: emitió un empréstito de 200.000 pesos que no fue colocado; remitió algunos escasos auxilios a Amigas (300 monturas y 100 quintales
de pólvora), con gran estrépito de propaganda y dispuso la tonnación de un
ejército para la defensa de Buenos Aires.
El 3 de setiembre, fonnó una Comisión de Guerra, encargarla de remontar
el ejército, por el `reclutamiento de esclavos- expropiados a sus amos. Esto no
fue posible por la grita de las familias expropiadas que eran precisamente el
apoyo visible del Director. En definitiva, las pocas tropas que se alcanzaron a
reclutar en Buenos Aires, en vez de ir a la defensa de la Banda Oriental, cooperarían con los invasores agrediendo en Santa Fe y en Entre Ríos a la Uga Federal.
En los medios populares, era público y notorio que el gobierno portugués
invadía la Banda Oriental por sugerencia y consejo del agente porteño en río,
Manuel José García. "Creo que tu muerte será inevitable -escribía el ex cotnand<mte de Monuuieses, Pedro Andrés García a su hijo-- pues te acusan de
estar entregado en cuerpo y alma a los portugueses; que esto te sirva para tu
gobierno y excusar tu regreso'.
Entre tarara, Migouel B<ureiro escribía <ti Director Supremo el 30 de noviembre, pidiendo, desesperadamente, auxilios de guerra. Pueyrredón condicionó
estos auxilios, en oficio del 6 de diciembre; le remitiría 600 fusiles, 500 sables,
4 cañones y 200.000 cartuchos que tenía preparados, a cambio del reconocimiento del soberano Congreso y del Superior Gobierno de las Provincias Unidas. Sin haberle llegado esta nota de lueyrredón. Barreiro, en acuerdo con el
Cabildo de Montevideo había comisionado a los regidores Juan José Durán y
Juan Francisco Giró para "poner en acción todos los medios conducentes a
•Ilar<mtir su defensa' y faculuútdolo para que trataran con el gobierno de Buenos Aires "cuanto conviniera el mencionado objeto y sus incidentes".
Durán y Giró llegaron a Buenos Aires el día 7 de diciembre, coincidiendo
con cl regreso del Coronel Vedia de su misión ante Lecor. El Director convocó
entonces una Junta Extraordinaria consultiva de las corporaciones (Junta de
Observación, Consulado, Cámara de Justicia, Cabildo de Buenos Aires, el Cabildo Eclesiástico y el Provisor, la Comisión de Guerra, el Gobernador Intendente de la Provincia de Buenos Aires, el inspector General de Annas y los
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Jefes Militares de los Cuerpos de Guamición) con asistencia de los Secretarios
de Estado y de los comisionados orientales. En la reunión, Pueyrredón propuso
dos cuestiones: primera, si debía mandarse inanediatunente un comisionado a
Brasil, exigiendo el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas y pidiendo explicaciones sobre la invasión portuguesa a la Provincia Oriental; y segunda, si debía declararse la guerra al Brasil sin esperar la resolución
del Congreso. Por mayoría de votos se decidió que se nombrase de inmediato el
enviado extraordinario y casi por unanimidad fue desechada la propuesta de
declaración de guerra. El Director Supremo, poniéndose de pie, declaró entonces que protestaba pública y solemnemente de los males que podrían sobrevenir al orden y al Estado, por la inacción en que se ponía al Gobierno al no
declararse inmediatamente la guerra, agregando que si lao procedía a declararla
por sí, era porque ello lao entraba en sus facultades, pidiendo que así se lticiera
constar en el acta de la sesión.
El día 8 se tinnó un compromiso con los comisionados montevideanos,
según el cual el Gobierno de Buenos Aires prestaría sus auxilios para la defensa
del territorio oriental y en cambio éste "juraría obediencia al Soberano Congreso y al Supremo Director del Estado en la tnisma fonna que las demás Proviltcitu; que igualmente jurará la independencia que el Soberano Congreso ala proclalnado, enarbolando el pabellón de las Provincias Unidas y enviando inmediatamente a aquella augusta corporación, los diputados que según su población le correspondan—. El Director lizo publicar el convenio en hoja suelta y
con grandes titulares que decían "Acta de la incorporación del Territorio Orielttal del Río de la Plata, al estado de las Provincias Unidas de Sud América' y
con las tinnassuya, de Durán, Giró y del Secretario de Estado Vicente López,
distribuyéndola, profusamente, en la ciudad y en el interior. Por su parte, Durán
y Giró remitieron a las autoridades de Montevideo el convenio firmado que fue
rechazado tanto por el Cabildo corno por Baarreiro, quienes resolvieron comisionar entonces a don Victorio García de 7úñiga, "con instrucciones bastantes
para aclarar nuestra opinión y darle el valor que corresponde".
Amigas en conocimiento del convenio, contestó impugnando severamente
la actitud de los tinnantes y rechazando en términos categóricos el pacto:
"Pór precisos que fuesen los ntotnentas del conflicto, por pl enos que hayan
sido los poderes que VVSS. revestían en si? diputación. nunca debieron creerse
bastantes a sellarlos intereses de tantas pueblas sin su expreso con.sentitniento. Yo trismo no bastaría a realiat lO.s .sin este requisito ,; v VVSS. con mano
serena han firmado el acta publicada por ese Gobierno el 8 del presente' Es
preciso, o suponer a MIS. extranjeros a la historia de nuestros sucesos o creerlos menos interesados en conservar lo .sagrado de nuestros derechos, para s liscrihirse a unos pactos que envilecen el mérito de raes ara justicia v cubren de
ignominia
la.sangredenuestrnsdefensores".Yagregaha:
"EIJefedelosorientales ha manifestado en lodo tiempo que ama demasiado su patria para sacri-
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ficar este rico patrimonio de los orientales al bajo precio de la necesidad".
En Buenos Aires, el comisionado García de Zúñiga, entre tanto, chocaba
con la insistencia de Pueyrredón acerca de la previa aprobación del acta del 8
de diciembre y el 31 hacía saber que, ante su afirmación de que los problemas
debían discutirse con Artigas, había sido enviado, junto con don Marcos Salcedo,
en misión ante el Jefe oriental, para tratar un acuerdo sobre las siguientes bases:
"paz entre una y otra banda: comercio sin trabas ni interrupciones; reconocimiento de Sauna Fe del gobierno de Buenos Aires, renunciando don José Artigas
a toda pretensión sobre aquel pueblo; devolución de prisioneros y remisión de
diputados, con plenos poderes, así del General como de los pueblos orientales,
para ajustar un tratado fume y entablé'. Artigus, ya empeñado en la lucha armada contra los portugueses, ni siquiera tuvo oporunidad de considerar la gestión
de Salcedo y García de Zúñiga.
La guerra con los portugueses
Artigas, el mismo día-11 de enero de 1816- en que prevenía a Barreiro
sobre la invasión, se dirigió a Andresito, haciéndole saber los preparativos portugueses e impartiéndole instrucciones:
es preciso irnos preparando poco a poco y ponernos en términos de
contener los esfuerzos de esta potencia, a quien corno tan vecina debernos suponer la rnás enemiga por la experiencia que tenernos de .sus procedimientos
inicuos v mayormente cuando sé que su plan es decidido a ocupar todo lo que
divide la costa oriental del Paraná. Por lo mismo desde esta fecha prohíbame
usted todo tránsito del otro lado a éste y de ésta a aquél...".
Le indicaba se retirara de la Candelaria, dejando allí una partida de observación al Paraguay, para situarse en Santo Torné. Desde allí cubriría La Cruz,
Yapeyú y otros pueblos en peligro de ser invadidos.
Rápidamente, el Caudillo adoptó una serie de previsiones: se organizaron
cuerpos de caballería; se distribuyeron guardias en los pasos estratégicos; se
dispuso la concentración de caballadas y la requisa de armas y municiones; la
elaboración de pólvora en los pueblos misioneros; el envío de toda clase de
antas y pertrechos a Purificación, que sería "el centro de apoyo y de los recursos"; la internación de sospechosos y el fusilamiento de los que conspirasen
contra la patria.
Cuando tuvo la certidumbre de la invasión, concibió un audaz plan estratégico, consistente en "forzar el Uruguay por arriba del Ibicuy y entrar a sus
poblaciones", llevando la guerra al territorio brasileño, con el fin de cortar las
comunicaciones del enemigo y aislarlo de sus reservas y bases de aprovisionamiento y recursos.
110
Mientras el 28 de agosto, la vanguardia de Lecor ocupaba la fortaleza de
Santa Teresa, Andresito entró en las Misiones Orientales derrotando a los portugueses en Rincón de la Cruz el 21 de setiembre y poniendo sitio a San Borja.
Pero el portugués Abreu, con fuerzas superiores, consiguió rechazarlo el 3 de
octubre. Igual suerte corrió Verdún que con 700 hombres había alcanzado el
Ibirocay, afluente del Ibicuy, el día 19. La columna que mandaba el propio
Artigas fue derrotada, a su vez, en las cercanías de los cerros de Conmbé,
sobre el Cuareim, el día 27, retirándose el Jefe Oriental, luego de perder 500
hombres, hacia el Arapey, para reorganizar sus fuerzas.
En tanto así fracasaba la acción oriental en el norte, la invasión continuaba
por el este. Rivera era derrotado en India Muerta, el 19 de noviembre, dejando
250 muertos, varios prisioneros y efectos. Lecor, a su vez, al frente del grueso
del ejército llegaba a Maldonado el 4 de enero de 1817, entrando en contacto
con la flotilla del Conde de Vianna y dirigiéndose para establecer su Cuartel
General a la región que llamó de "Pan de Azúcar" por el cerro próximo. Allí se
le incorporó la columna del general da Silveira que venía de derrotar las fuerzas
de Otorgués.
En Montevideo, el Cabildo, ante la inminencia de la invasión, había lanzado
una proclama el día 22 de junio exhortando al pueblo a aprestarse para la defensa. Seguidamente, había dispuesto la formación de milicias cívicas, la formación de nuevos cuerpos de infantería con negros libertos y la distribución de
annas. Asimismo, el 20 de agosto, el Cabildo -que venía ejerciendo la función
de Gobernador- resolvió concentrar en el Delegado Barreiro y el regidor Joaquín Suárez el gobierno político y militar de la plaza. Pero un sector del patriciado montevideano, para quien Barreiro encanaba "la arbitrariedad despótica
-según el memorialista Carlos Amaya-hasta quitar al Vecindario, sin distinción, sus esclavos, para crear un batallón de 600 o más soldados, sin documentar siquiera a sus propietarios", se conjuró, encabezado por Juan María Pérez, y
en la noche del 2 de setiembre tomó presos al Delegado, su secretario Santiago
Sierra, miembros del Cabildo, a Bonifacio Ramos, Comandante de Artillería, y
el secretario del Ayuntamiento Pedro María de Taveiro. El día 3, el Cabildo fue
reunido compulsivamente y obligado por los facciosos a reasumir el mando
político y militar. Pero en la noche del mismo día 3, fuerza adictas á Barreiro
sacaron a éste y sus compañeros de la prisión, "amaneciendo el día 4 bajo de un
aspecto muy diferente del día anterior; y en seguida Barreiro, mejor munido de
autoridad, hizo desde la Ciudadela, donde permaneció mandando, hacer arrestar y aprisionar con grillos más de veinte ciudadanos y oficiales de la milicia",
relata Anáya.
Este movimiento, conocido como " la rebelión de los cívicos", es juzgado
por Bauzá, en los siguientes términos: "Aquella insurrección del cuerpo constituido por las clases más acomodadas de la ciudad era un síntoma inopinado y
de mal agüero. Las causas ostensibles y ocultas que la habían provocando resultaban en pugna abierta con los designios del protector. Podía inferirse de
111
esto que el espíritu de resistencia aislada y a todo trance contra la invasión
lusitana, no prosperaba en Montevideo, o, en otras palabras, que la ciudad no
tenía confianza en las combinaciones militares de Artigas y mucho menos en
sus planes políticos".
El año 1817 sería adverso para los artiguistas. El 4 de enero, el general
Abreu sorprendía al Cuartel General de Artigas sobre el arroyo Catalán derrotando ampliamente sus fuerzas, retirándose el Jefe oriental hasta las cercanías
de Belén; el 19, el Brigadier Chagas cruzaba el Uruguay y derrotaba a Andresito,
persiguiéndolo hastaYapeyú y arrasando luego los pueblos misioneros de Santa María, San Javier, Mártires y Concepción, regresando en marzo a San Borja.
Andresito, entre tanto establecía su cuartel general en Apóstoles, donde fue
atacado otra vez por Chagas, en octubre, pero infructuosamente.
Mientras esto ocurría en el norte, Lecor, intimaba la rendición de Montevideo. Reunido Barreiro con los jefes de la guamición resolvió abandonar la
ciudad, marchando, con sus fuerzas y algunas familias leales al artiguismo,
hacia el Santa Lucía. La precipitación de la retirada impidió cumplir las disposiciones de Artigas sobre la destrucción de las murallas y las fortificaciones; y
en la mañana del 19 de enero, mientras los últimos carretones de los patriotas
salvaban los pasos del arroyo Miguelete, la vanguardia de Lecor marchaba hacia la ciudad, doblando la Curva de Marofras, por el Camino Real.
Al día siguiente, 20 de enero, hacía Lecor su entrada en la ciudad. Al hacerle entrega de las llaves, dijo el regidor Jerónimo Pío Biatrchi:
"El Exmo. Cabildo de esta ciudad, por medio de su Síndico Procurador
General, hace entrega de las llaves de esta plaza a S.M. Fidelísima -que Dios
guarde-depositándola con satisfacción y placer en manos de VE.: suplicándole sumisamente tenga la bondad de hacerle el gusto, de que en cualquier
caso o evento que se vea en la necesidad de evacuarla, no las entregue a ninguna autoridad ni potencia, que no .sea al mismo Cabildo de quien la recibe,
como autoridad representativa de Montevideo y de toda la Provincia Oriental,
cuyos derechos ha reasumido por las circunstancias".
Contestó Lecor de conformidad, manifestando que lo haría presente a S.M.E
y luego, acompañado de las autoridades civiles y eclesiásticas, entró bajo palio
a la ciudad y mandó izar la bandera de Portugal en todos los edificios públicos,
en medio de salvas y repiques de campanas, mientras en su paso rivalizaban las
señoras de las familias de "gente principal" en el aplauso y el arrojar de ramilletes de ¡lores ... Y poco después abría el puerto al comercio libre, que pronto vio
disputarse lugar en los muelles y en la rada, a los navíos mercantes de la Gran
Bretaña, que esperaban impacientes en el Río de la Plata, arribar a la codiciada
plaza...
Por abril de ese año, Artigas resolvió trasladarse hasta las márgenes del
Santa Lucía Chico, para observar sobre el terreno el estado de las operaciones.
112
Advirtió, entonces, que la opinión prevalente entre los principalesjefes y sus
oficiales era por la "concordia" con Buenos Aires, como único medio de obtener auxilios que permitieran continuar la guerra. Artigas rechazó con desagrado esta opinión y designó a Fructuoso Rivera como "Comandante General del
Ejército de la Derecha', como se denominó al que debía continuar operando al
sur del río Negro. Esta designación provocó un fuerte disgusto entre los jefes y
oficiales de línea, arguyéndose la condición de coronel de milicias de Rivera y
su conocido carácter independiente y poco dado a la disciplina castrense. El 23
de mayo, en la costa del Santa Lucía Grande, se celebró unajunta general de
jefes y oficiales que resolvió "en atención a no existir la debida reciprocidad y
confianza entre el actual Comandante Fructuoso Rivera y el cuerpo de oficiales
suscribientes, para continuar la defensa de la Patria a sus órdenes, elegimos
parajefe interino del ejército al coronel ciudadano Tomás García [de 7úüiga],
en quien concurren, además del sufragio general, las cualidades más recomendables..:'. Rivera intentó desconocer el acta y amenazó atacar a los disidentes,
pero, ante la mediación de Lavalleja, aceptó renunciar el mando, hasta la superior decisión del General. Esta no se lizo esperar. Desde purificación, expresaba el Caudillo:
"Desobedecidas mis órdenes, es superfluo erigir el orden de rnis providencias. Los que se han exhibido .suficientes para autorizar elAcra de Santa Lucía,
deben suponerse responsables de sus consecuencias".
Esta respuesta determinó que García de Zúlüga entregara el mando a los
aim:md:mtes Bonifacio Rwnos y Rufino Bauzá. Finalinente fue aceptada la
jefatura de Rivera; pero ante la amenaza de una nueva ofensiva portuguesa,
Artigas llwnó a Riveraa su lado y designó Comandante en Jefe del Fjércitodel
Sur, al coronel Femando Otorgués. Este nombramiento reiteró y amplió los
disgustos en los jefes y oficiales de línea que se comunicaron con pueyrredón,
por intermedio de Rufino Bauzá. El Supremo les indicó que debían dirigirse a
Lecor para obtener el pase a Buenos Aires de las fuerzas que lo solicitasen. La
gestión se vio favorecida por un edicto del Cabildo montevideano -sugerido
por Lecor-que otorgaba facilidades para los jefes y oficiales e individuos de
la campaña que depusieran las armas y quisieran pasar a Buenos Aires. El sargento mayor José Manjaime y el capitán de artillería Manuel Oribe se acogieron al edicto, pasando a Buenos Aires; y poco después -a mediados de octubre
de 1817- Bauzá, con su regimiento de Libertes y Ramos con el escuadrón de
artillería seguían el mismo canino; rechazando ventajosas proposiciones de
Lecor.
Otorgués, por su parte, abandonado por la mayoría de sus fuerzas, se retiró
a Canelones, de donde siguió para Mercedes; poco después sería derrotado y
hecho prisionero, en las costas del río Negro, por las fuerzas del comandante
riogrwtdense Beatos Gonjalvez.
113
Entretanto, Artigas, en conocimiento de las citadas diferencias entre los jefes y de las negociaciones con Pueyrredón, se dirigió a todas las villas y pueblos de la Provincia reclamando un pronunciamiento popular sobre su política
y dejando en sus manos resolver sobre su continuidad en el mando y el cese o
prosecución de la lucha. El plebiscito reclamado por el Caudillo debió realizarse en la segunda quincena de aquel mes de octubre y primeros días de noviembre, como lo ilustra el acta del pronunciamiento del vecindario de Colonia:
"Yo el primer Comandante... hice entender expresivamente que el jefe ha
llegado a comprender que por vulgaridad se denigra su conducta sobre la que
observa con la ciudad de BuenosAiresy que los pueblos son libres a deliberar
su suerte y su deseo todo a respetar lo que los mismos pueblos resuelvan; asimismo cada ciudadano puede manifestar su sentir libremente y nombrar nuevo
jefe, .si considera no estar bien depositada la confianza que con tanto júbilo se
había hecho en la persona del referido ciudadano José Artigas".
"Una voz general sonó en el concurso; ¡Viva Artigas! ¡Viva nuestro Jefe
Artigas, a él nombramos al principio, él ha de ser nuestro jefe mientras le dure
la vida y muy contentos con cuanto ha hecho estamos v con cuanto en lo sucesivo haga!
En posesión de las actas que ratificaban su autoridad, el Caudillo dirigió su
célebre oficio de 13 de noviembre de 1817 a Pueyrredón, declarándole abiertamente la guerra y reorganizó sus fuerzas para continuar la lucha, ahora en dos
frentes.
En el frente oriental, durante el año 1818, las fuerzas artiguistas obtuvieron
inicialmente algunos éxitos, ocupando Yaguarón y Pelotas y recuperando Cerro Largo y Santa Teresa; pero un fuerte contraataque portugués obligó a los
orientales a retirarse a Purificación. En febrero de 1818 el brigadier Curado,
desde su Cuartel General en el Cuareim, avanzó sobre territorio oriental y llegó
hasta el Hervidero, tomando prisionero a Lavalleja en las puntas del Valentín
Grande. Por su parte, la escuadrilla de Sena Pereira entró en el río Uruguay el 2
de mayo, destruyendo las baterías artiguistas de la costa y haciendo contacto
con Bentos Manuel Ribeiro.
Apoyándose en la escuadrilla, Bentos Manuel cruzó al Entre Ríos, derrotando a Gorgoño Aguiar; luego repasó el Uruguay y siguió tras Artigas, que
había evacuado Purificación, derrotándolo completamente en las márgenes del
Queguay Chico, el 4 de julio de 1818, haciendo prisioneros a unos doscientos
orientales, entre los cuales Miguel Barreiro y su esposa.
En el sur del río Negro, Lecor consolidaba su poder desde el Este hasta el
litoral del Uruguay, con la ocupación del Uruguay. En diversas acciones habían
caído prisioneros importantes jefes orientales, como el coronel Manuel Francisco Artigas y Joaquín Suárez. También cayó en poder de los lusitanos don
Tomás García de Ztífiga, quien pasó a Montevideo, donde fue recibido y aga-
114
sajado por Lecor, con grandes consideraciones.
Prácticamente sin jefes ni recursos, Artigas planeó, al iniciarse el año 1819,
una nueva ofensiva. Contando con una columna al mando de Andresito, que
ocupaba San Nicolás, inició las operaciones; pero el comandante misionero,
que debía buscar la confluencia con la columna de Artigas, no encontrándolo y
sin poder comunicarse con él, contramarchó y fue sorprendido y derrotado por
Chagas en Itacurubi. Poco después caía prisionero y era remitido a Río de Janeiro,
falleciendo unos meses más tarde en la cárcel. Rivera, por su parte, era sorprendido en las márgenes del río Negro, cerca del Paso del Rabón, el 3 de octubre,
por Bentos Manuel, y aunque al principio logró escapar en una admirable retirada de más de 60 kilómetros, fue totalmente vencido el día 28 en las cercanías
de Arroyo Grande, abandonando el campo en completa dispersión. Artigas continuaba, entretanto, su invasión.
El 14 de diciembre derrotaba alas fuerzas de Abreu en Santa María y lograba mantenerse en la zona pese a los contraataques portugueses. Pero, poco
después, Andrés Latorre era derrotado por el conde de Figueiras, nuevo capitán
general de Río Grande, en Tacuarembó Chico, el 22 de enero de 1820. Con este
golpe quedaba definitivamente vencida la resistencia oriental a la invasión lositarra.
En Mataojo-actual departamento de Salto— Artigas ordenó a Rivera que
se le incorporara, pero éste, que se encontraba acampando en Tres Arboles y
había celebrado ya un armisticio con Bentos Manuel, se mantuvo allí sin responder al Protector. Artigas cruzó entonces el Uruguay, dirigiéndose a Avalos,
donde habría de procurar sustentar su ya vacilante protectorado, enfrentando la
lucha con los disidentes caudillos del litoral.
La guerra en el mar: los corsarios
En la defensa del "sistema de los pueblos libres" la acción de los corsarios
de Artigas fue de primera importancia.
En los primeros tiempos, unaescuadrilla formada por faluchos y lanchones
anillados mantuvo el control de río Uruguay, y colaboró con el plan de invasión
de los lugartenientes artiguistas. Pero para poder enfrentar a la escuadra portuguesa, Artigas recurrió al corso, sujetándose a las costumbres que entonces
regían dicha actividad. Una "Ordenanza General del Corso" de 18 artículos,
reglamentaba su ejercicio.
"El artículo !° afirma el principio de territorialidad en relación con los
oficiales .v tripulantes de las naves corsarias, que quedarían 'bajo protección
de las leyes del Estado y gozarán, aunque sean extranjeros de losprivilegios de
inmunidades de cualquier ciudadano americano, mientras permanezcan en
servicio del Estado ".
El artículo 10° se refiere al reconocimiento de los baques abordados, esta-
115
bleciendo que "si lo encontrase con armamento, útiles de guerra y papeles
oficiales de cualesquiera de las dos majestades española y portuguesa, relativos a la .subyugación y nueva conquista de estas provincias u otras cualesquiera del continente americano, será por el mismo hecho declarado buena presa ".
Los artículos 2"al 7° establecen las obligaciones de los armadores, que se
fijarían por contratos ajustados ante la Escribanía de Marina, previa
presentación de garantía satisfactoria; las de orden fiscal: entrega del 4% del producido del remate de las presas al gobierno; rebaja de derechos sobre las presas
vendidas; las económicas: entrega de la mitad del armamento y útiles de guerra tomados: reintegro de auxilios que hubieran pedido a buques del Estado; y
las de carácter político: obligación de enarbolar el pabellón tricolor federal.
Los artículos 8°, 9°y ll °, determinan los barcos que pueden ser considerados "buena presa": los portugueses, los españoles, los hostiles a los corsarios
sin haber sido provocados y los buques sin credenciales de navegación reputados como piratas.
El artículo 12° autoriza la enajenación de las presas y el 13° limita la acción de los corsarios en las proximidades de los puertos neutrales o amigos.
Los artículos 14°, ]Y y 18°, obligan a guardar la mayor moderación con los
prisioneros y el máximo orden posible en las visitas y reconocimientos de naves, así corno la observación de las leyes penales.
Sujetas a las disposiciones del Reglamento se expidieron las "Cartas Patentes o Letras Patentes", que eran de tres clases: las de Navegación, que establecían la nacionalidad y el nombre del navío y lo facultaban a usar el pabellón
federal; las de Corso o "Carta de Marca", que autorizaban la acción específica
de los corsarios; y las de "Oficial de Presá', que se referían a las naves capturadas y a su traslado hasta un puerto, donde se someterían al correspondiente
Tribunal.
El corso artiguista tomó enorme incremento luego del acuerdo formalizado
entre el Jefe oriental y el Cónsul norteamericano en Buenos Aires, Thomas 1.
Halsey, quien envió numerosas cartas patentes a los Estados Unidos, que utilizaban como base de operaciones el puerto de Baltimore. La acción de los
corsarios fue tan eficaz que, impedidos de contrarrestarla, España y Portugal
debieron recurrir a la vía diplomática, logrando obstaculizar, por algún tiempo,
la actividad que se cumplía en los puertos nortearnericamos, especialmente en
Baltimore. En 1820, pese a la derrota experimentada por Artiáas, la actividad
de sus corsarios se mantuvo, ampliándose incluso su zona de acción, al penetrar en el Mediterráneo.
Los perjuicios que los corsarios causaron al comercio y a la navegación
portuguesa fueron enormes; y Portugal promovió ante el Congreso de la Santa
Alianza, reunido en Aix-la Chapelle, en 1818, que los soberanos con posesiones en América iniciaran una campaña múltiple contra los corsarios, logrando
que se adoptaran algunas medidas para impedir los remates de las presas en
116
puertos europeos.
Ante Estados Unidos reclamó el cumplimiento de las disposiciones sobre
neutralidad que esta nación invocaba y logró se protnulgara una ley prohibiendo el armamento de corsarios en sus puertos.
Artigas, por su parte, recurrió a la solidaridad revolucionaria hispanoamericana, dirigiéndose a tales electos al Director Supremo de Chile, Bernardo
O'Higgins y al Libertador de la Gran Colombia Simón Bolívar. A este último le
decía el 20 de julio de 1819:
"Unidos íntimamente por vínculos de naturaleza y de intereses recíprocos
lucharnos contra tiranos que intentan profanar nuestros más sagrados derechos. La variedad de los acontecimientos de la revolución y la inmensa distancia que nos separa me han privado de la dulce satisfacción de impartirle tan
feliz anuncio. Hoy lo demandan la oportunidad y la importancia de que los
corsarios de esta república tengan la mejor acogida bajo su protección. Ellos
cnrzan los mares y hostilizan fuertemente a los buques españoles y portugueses, nuestros invasores.
Ruego a VE, que ellos y sus presas tengan el' mayor asilo en los puertos y
entre la escuadra de su mando, que el pabellón sea respetado como elsigno de
la grandeza oriental por su libertad patria. Por ella se ha enarbolado y no
dudo que VE. afianzará esta gloria en la protección deseada. Por mi parte
oferto igual correspondencia al pabellón de esa república si las circunstancias
de los tiempos permiten que sea afianzado en nuestros puertos. No puedo .ser
indas expresivo en mis deseos que ojérrando a VE. la mayor cordialidad por la
mayor urrnonía en la unión más estrecha.
Firmarla es obra del sostén por intereses recíprocos. Por mi parte nada
será inerepable v espero que VE. corresponderá escrupulosamente a esta indicación de mis deseos. Tengo el mayor honor en saludar a VE. por primera vez
y ofertarle mis más afectuosas consideraciones".
Los resultados fueron favorables, como lo pedía Artigas; los cors<vios fueron admitidos en los puertos de la Gran Colombia y obtuvieron de los tribunales muchas sentencias firvorables. Y, dando muestras de su solidaridad con la
causa americana defendida por los orientales, los comisionados caraqueños ante
la Corte de Londres, que gestionaban una posible solución del conflicto con
España, fueron instruidos para coordinar su actuación con cualquier agente
artiguista que se hallara en Inglaterra, debiendo ser considerado en la forma
que merecía "un Jefe irreconciliable con la tirmía española", haciéndose cuanto fuera posible "por la reunión con las Provincias de Buenos Aires y por su
reconciliación con el Director de ellas"; asimismo, obtenida la reconciliación
de Artigas con Buenos Aires, se promovería que los portugueses evacuaran
Montevideo, el que sería "incorporado en la unión de las Provincias del Río de
la Plata".
117
LA OFENSIVA UNITARIA
El asalto porteñista a las Provincias Federales
El 25 de agosto de 1815, agotada toda gestión de avenimiento entre los
diputados del Congreso de Oriente y el Director Alvarez Thomas, el llamado
"Ejército de Observación" porteño, al marido del coronel mayor Juan José
Virunonte, ocupaba la ciudad de Santa Fe, derrocando las autoridades federales
y reduciendo la provincia a mera tenencia del gobierno de Buenos Aires y designando al porteñista Juan Francisco Terragona como Teniente Gobemador.
En marzo de 1816, la Provincia se encontraba en estado de rebelión, acaudillada por Mariano Vera y Estanislao López. Con el apoyo de las milicias
artiguistas de "colorados", al mando de José Francisco Rodríguez y Aniceto
Gómez, los santafeciiios lograron desalojar de la ciudad a Vimnonte. Con anterioridad, el Director había ordenado al coronel Eustaquio Díaz Vélez que, con
sus fuerzas ubicadas en San Nicolás, acudiera en auxilio de Viamonte; y conocida la derrota de éste, había dispuesto que el Ejército del Norte -en cuya
jefatura Belgrano había sustituido a Rondeau-se reuniera con Díaz Vélez en
el arroyo del Medio. Llegado Belgrarto a Rosario, comisionó a Díaz Vélez para
negociar un arreglo pacífico con los federales santafecinos. Este suscribió, entonces, el 9 de abril en la "Capilla del Paso de Santo Tomé", un tratado con los
federales, por cuya primera cláusula Belgrano debía entregar el mando a Díaz
Vélez, quedando las fuerzas orientales y las santafecinas, a disposición de este
jefe para separar del mando al Director Alvarez Thomas y "auxiliar aquel gran
pueblo hasta que en el uso libre de sus derechos nombre nuevo gobernante"; y
en la segunda, se establecía que el jefe porteño y los representantes de Santa Fe
suscribirían "tratados de paz y unión verdadera, que deberán ser, cuando las
circunstancias lo permitan, ratificados por el gobierno de Buenos Aires y de
don José Artigas y por el gobiento de Santa Fe". El 11 de abril se hacía efectivo,
en Rosario, el cambio de jefes. El 16, Alvarez Thomas renunciaba al cargo y
asutnía el general Antonio González Balcarce. De inmediato éste dispuso el
envío de comisionados que deberían ratificar el tratado de paz de Santo Tomé.
Los comisionados porteños suscribirían un convenio con el gobentador interino de Santa Fe, don Mariano Vera, el 28 de mayo de 1816. El 10 de julio,
una asamblea popular, reunida en el Cabildo, declaraba "que después de varias
contestaciones con los diputados de Buenos Aires, no tenían valor alguno los
tratados firmados el 28 de mayo, ratiticantes del de Saíno Tomé, por no haberse
verificado la condición precisa de confirmarse en el término de diez días" y
disponía que pasaran "los diputados de Santa Fe a concluir su misión con el
general Artigas, por si sucede lo que se apetece e indica Buenos Aires, el tener
ténnino estas desavenencias, que entorpecen los progresos de la causa de Américd'.
Las fuerzas porteñas, entretanto, habían iniciado mi nuevo ataque, logrando
118
Díaz Vélez ocupar Santa Fe el 4 de agosto, quedando luego cercado en ella,
ante el riguroso hostigamiento de las milicias provinciales que no le dejaban
"un cabello que montar ni una vaca que comer". En tales circunstancias llegaría
el doctor Alejo Castex, enviado del nuevo Director Pueyrredón, que obtuvo el
retiro de las tropas porteñas el 31 de agosto. Sin embargo, las gestiones de
Castex, a las que se sumó el Dean Gregorio Funes, lograron obtener el acuerdo
con Santa Fe que, finalmente, rechazaría toda tratativa en virtud de no contarse
con la ratificación de Artigas y "atento a que la alianza de este pueblo con dicho
señor era importantísima, no solamente a su beneficio, sino al de todas las Provincias".
El Gobernador Vera, en oportunidad de los asaltos porteños a Santa Fe,
había solicitado auxilio al coronel José Javier Díaz, Gobernador de Córdoba, y
éste, que había reconocido al Director Supremo y al Congreso de Tucumán, se
abstuvo de toda injerencia en los sucesos. Esta actitud había indignado a los
federales de Córdoba encabezados por el capitán de la milicia de artillería, Juan
Pablo Bulnes, que, desacatándose, se dispuso a marchar a Santa Fe, para "hacer cumplir a mi pueblo el compromiso que tenía con el Jefe de los Orientales
y el señor Gobernador de Santa Fe". La situación había de sufrir una variante a
mediados de setiembre, con el regreso de Bulnes, que el día 20 entraba con sus
fuerzas a la ciudad; y el 23, el Cabildo tomaba conocimiento de la resolución
del Congreso por la que se admitía la renuncia del Gobernador Díaz y se designaba, interinamente, a don Ambrosio Funes. El nuevo gobernador ordenó, por
su parte, el envío de una fuerza de trescientos hombres para enfrentar a Bulnes,
que fue derrotado y hecho prisionero el 8 de noviembre de 1816. Pero el jefe
federal organizó desde la cárcel una nueva revuelta y liberado convocó a un
Cabildo Abierto que nombró gobernador a don José Joaquín de la Torre. Este
no llegó.a hacerse cargo del gobierno, renunciando el día 31; en su lugar se
eligió, en nueve Cabildo Abierto, al teniente coronel Juan Andrés Pueyrredón.
Las fuerzas fed;rales se dirigieron a Santa Fe; y el 7 de febrero de 1817, Juan
Andrés Pueyrreilón renunció, reponiéndose en el marido 2t don Ambrosio Funes.
Finalmente, el :.2 de marzo, el Directorio subrogó a Funes, designando gobernador al Dr. M;utuel Antonio de Castro, en un acto de avasallamiento de los
fueros provine¡: des.
En setiembr: de 1817, Pueyrredón buscó atraer a su causa a varios caudillos
de Entre Ríos. El Director Porteño procuraba por estos medios introducir la
discordia en el campo federal, para reducir a Artigas. No era ajeno a este propósito el temor de que Entre Ríos pudiera servirle al Protector de punto de apoyo
para convulsionar las Provincias Unidas, en el momento en que, vencido, tuviera que abandonar laProvincia Oriental. Por otro lado, Lecor le había señalado la importancia que en el mantenimiento de la resistencia oriental, significaba el hecho de contar con el resguardo y los recursos que se le suministraban
desde la otra tanda del Uruguay. Obtuvo la adhesión de Eusebio Hereñú,
Gregorio Samaniego y Gervasio Correa y reforzándolos con 600 hombres al
119
mando del coronel Luciano Montesdeoca lanzó una proclauna en la que exltorutba a los entrerrianos a arrancar "la simiente perniciosa de esa doctrina antisocial que el peligroso patriota don José Artigats ha esparcido por esos hermosos
países'. Los unitarios directoriales y sus aliados, desertores del federalismo,
fueron derrotados en Arroyo Ceballos, el 25 de diciembre de 1817, por Francisco Ramírez, Y un año más tarde, frente a un nuevo intento unitario, Ramírez
volvió a derrotarlos en Saucesito, el 2.5 de marzo de 1818.
La guerra con el Directorio
La política de Pueyrredón tendiente a erradicar la influencia de Artigas en
las Provincias trajo aparejada una revitalización de la adhesión popular al Caudillo.
En el propio Buenos Aires encontraba adeptos la causa federal y la oposición, desde los periódicos "El Independiente" v "La Crónica Argentina",
fustigaría con acritud la conducta del Director y del Congreso, por su inacción
frente al avance portugués y por sus proyectos monárquicos.
Puevrredón deportó a losprincipalesdirigentes del federalismo bonaerense y a los redactores de los periódicos de oposición. Desde mediados de 1816,
Mantel Dorrego venía escribiendo en "La Crónica Argentina" artículos de
dura crítica al gobierno por su actitud pasiva ante la invasión portuguesa. La
tarde del 15 de noviembre fue llamado por Pueyrredón para ordenarle que
pasara a Mendoza a integrar el ejército de San Martín. La entrevista fue violenta v Puevrredón invocó su grado para imponerse: "¡Coronel, está hablando
con un superior!"; "¡No sé en qué batalla nos hemos visto juntos, Brigadier! ",
fue la cruel respuesta de Dorrego. Entonces Puevrredón dispuso su "extrañarniento perpetuo" en un buque cuyo destino era Cuba, isla española, lo que
significaba su fusilamiento o por lo menos su prisión en Ceuta. Consiguió del
capitán que lo dejara en la casi .solitaria isla de Pinos, al sur de Cuba. De allí
logró pasar a Estados Unidos, estableciéndose en Baltintore hasta la caída del
Directorio en 1820.
El 13 de febrero de 1817, fueron arrestados Manuel Moreno, Vicente Pazos
Kanki, Feliciano Antonio Chiclana, Domingo French, Manuel Pagola y Eusebio
Valdenegro, los que también fueron embarcados para la.sAntillas, consiguiendo llegar a Estados Unidos y reunirse con Dorrego.
El 14 de agosto, fue arrestado Manuel de Sarratea, que a .su regreso de
Europa .se había hecho acérrimo partidario de la guerra contra Portugal y
ahora buscaba una alianza con los federales, olvidado de su vieja enemistad
con los "orilleros" vArtigas. Con él fueron también aprisionados Juan Pedró
Aguirre v Miguel de lrigoyen, todos acusados de conspirar contra Puevrredón,
conjuntamente con Manuel José Olavarrieta, el médico Joaquín Moutiño y el
teniente Rufino Barboza. Sarratea .sería desterrada como "peligroso" a San
120
Luis, en novietrhre: Aguirre e lrigoyen quedaron en libertad: Olavarrieta fue
condenarlo a muerte, eludiendo la pena gracias a la fuga: y Moutiño y Barboza
Jneron .sentenciados a diez años de presidio.
Mmbién fueron confinados a Luján Gervasio Antonio de Posadas y Eugenio
Balvastro; los herutanos Luis y Juan José Carrera, Jusilados en Mendoza en
1818, y los coAplicados en la conjuración de los franceses, Carlos Robert,
Juan lngresse, Agustín Dragumette, Narciso Parchappe y MarcosMercher acusados de conspi rar con los Carrera.
Desde Baltimore, en junio de 1817, Agrelo, Moreno y Pozos Kanki dieron a
publicidad un "Manifiesto" enjuiciando la conducta de "Juan Martín de
Puevrredón ", tUitlado "Director Supreino de las Provincias del Río de la Plata". Amigas hizo circular dicho "Manifiesto" entre los pueblos, "para su debido conocimiento ".
En r;oviembre de 1817, ratificada por el pronunci.uniento de los pueblos su
conducta política y su autoridad. Amigas se dirigió a Pueyrredón en un extenso
oficio, que constituye unverdadero proceso de la política unitaria del Directorio y que, en los hechos, era una declaración de guerra:
"Ermo. Señor: ¿Hasta cuándo pretende VE. apurarnuestro sufrimiento'
Ocho años de revolución, de afanes, de peligros, de contrastes y miserias debieran haber sido suficiente prueba para justificar in¡ decisión y rectificar el
juicio de ese gobierno. Ha reconocido él en varias épocas la lealtad y dignidad
del pueblo oriental y él debe reconocer mi delicadeza, por el respeto a sus
.sagrados derechos; ¿y VE. se atreve a profanarlas? ¿VE. está empeñado en
provocar mi extensa moderación? Terna VE. solo en considerar las consecuencia.s,.
Le reprocha su actitud ante la invasión portuguesa, particularmente "haberpublicado el pretendido reconocimiento de la usurpación de la Banda Oriental", que califica "crimen horrendo ", explicable sin embargo, porque respondía a los "misteriosos planes de Pueyrredón ". Acusa a éste de haber autorizado el paso de trigo para la plaza .sitiada de Montevideo, de promover la
insurrrección en ta Banda Oriental, de enviar una nueva expedición a Santa Fe
("criminal proyecto"); de proteger a portugueses prisioneros que fugaron de
Soriano y de tramar la deserción del Regimiento de Libertos, a los que recibió
en triunfó en Buenos Aires "Confiese VE. que sólo por realizar sus intrigas
puede representar el papel ridículo de neutral: por lo demás, el Supremo Director de BuenosAires no puede ni debe serlo ". "Pero sea VE. un neutral o fin
indiferente, o un enemigo, terna con justicia el enojo de los pueblos, que sacriJicado.spor el aurora la libertad, nada les acobarda, nada, tanto como perderla... La grandeza de los orientales .sólo es comparable a .su abnegación en la
desgracia; éllossaben acometer y desafiar los peligros y dominarlos; resisten
la imposición de sus opresores y yo al frente de ellos marcharé donde primero
121
se presenta el peligro. VE. lo .sabe bien y terne la justicia de la reconvención de
los pueblos".
"Yo en campaña y envuelto nuestro país entre las sangrientas escenas de la
guerra y contra los injustos invasores y VE. debilitando nuestra decisión y
energía y suscitando negocios que no dejan de excitar y probar nuestras justas
sospechas".
"Yo empeñado en rechazar a los portugueses y Ve, en favorecerlos. en mi
lugar, ;VE. habría mirado con rostro sereno tantas desgracias? Con teso a
VE. que teniendo que violentarme he podido dominar mi indignación, para no
complicar los preciosos instantes en que la patria recluinaba la reconcentración
de sus esf rerzos y por la misma razón invito a V E. con la paz: ¿y VE. provoca
la guerra? Abrí los puertos, que debía mantener cerrados por razones poderosas: devolví a VE. los oficiales prisioneros que aún no habían purgado los
delitos de sus agresiones y violencias: VE. no puede negarlo ni desmentir esos
actos de mi generosidad, sin que los haya igualado ni imitado, después de sus
reiteradas promesas ".
—Es verdad que VE. franquó algún armamento al .sitio y Paraná sin darme
el menor conocimiento. Esta doble atención explica el germen jécundo de sus
maquinaciones. Convenía a VE. ponerse a cubierto de las responsabilidades
de su inacción ante el tribunal severo de los pueblos. ¿Y cree VE. eludirle con
remisión tan mezquina y rastrera? ¿No acabarnos de presenciarsus resultados
en las conspiraciones del sitio y del Paraná? ¿Podrá ocultarse a los pueblos,
que .siendo distribuidas esas armas sin el conocimiento de sus jefes, ésos debían .ser los resultados? Deje V. E. de ser generoso si han de experimentarse tan
terribles consecuencias. ¡Deje de .servir a la patria, si ha de oscurecer sil esplendor con tan negras acciones!"
Le recuerda que, en sil afán de no perdonar "medio alguno para alcanzar
la reconciliación" pidió el envío de "dos diputados " que Pueyrredón ".se comprometió a remitir", lo cual "anuncié a los pueblos" que "esperaban con an.s¡a.s el iris de paz y de concordia ". "Pero es un hecho, desgraciadamente, que
ha sido otro el resultado y que hasta ahora nada ha hecho VE. a ese respecto ".
"Mis palabras tienen el sello de la sinceridad y la justicia y si VE. ha apurado mi moderación, mi honor reclama cuando inenossu vindicación. Hablaré
por esta vez y hablaré para siempre. VE. es responsable ante la patria de su
inacción y perfidia contra los intereses generales. Algún día se levantará ese
tribunal severo de la nación y administrará justicia equitativa y recta para
todas".
"Entre tanto, invito a VE. a combatir al frente de los enem¡gos con decisión
y energía y ostentar las virtudes de las arenas patriotas que hacen glorioso el
nombre americano. Dios guarde a ud. m.s a..s".
Pero la acción del Director Supremo no se limitaría al plano militar,
que también se haría efectiva en lo ideológico y propagandístico. Desde hacía
122
sino
tiempo el unitarismo direccional.venía acusando los efectos de la tremenda
propaganda contraria que realizaba desde Montevideo, ya bajo el dominio portugués, la "Imprenta Federal"", dirigida por el emigrado chileno José Miguel
Carrera, hermano de los fusilados por orden de Pueyrredón. En los periódicos
que en dicha imprenta se editaban se desnudaban aspectos del régimen
directorial, que comprometían seriamente a sus dirigentes, tales como los manejos de la Logia y las negociaciones monárquicas. Pueyrredón, después de
varias gestiones, obtuvo que Lecor expulsara a Carera que, en el Entre Ríos, al
amparo de Francisco Rarntrez, prosiguió, con la parte de la imprenta que pudo
llevar consigo, sus ataques al unitarismo.
Pero, además de esta lucha contra la propaganda adversaria, el régimen
directorial realizaba la suya propia. Ilustra acabadamente al respecto, un artículo de "La Gaceta" de 27 de enero de 1819, que se refiere a Artigas, expresando:
"Con Amigas y todos sus prosélitos sucede lo que con los tigres y demás animales voraces que aterran a la campaña: a nadie le ocurre el pensamiento de capitular, es preciso concluir con ellos a todo trance. Todo el que sepa, todo el que
tenga, todo el que sea algo, ved ahí todos los enemigos de Artigas, y de sus
secuaces". ¿Se puede capitular? No. Luego, es preciso hacer la guerra: luego es
preciso concluirla. No hay que pararse en medios: nada hay que deba excusarse
en esta lucha..: ".
Finalmente, convencido Pueyrredón de que "los pueblos creen todavía cuanto
ven escrito y si es de imprenta le prestan una fe ciega"", encomendó al Oficial 1°
de Secretaría de Gobierno, Pedro Feliciano Sáinz de Cavia, la redacción de un
libelo dil:nnatorio que se titulaba ""El Protector Nominal de los Pueblos Libres,
Don José Artigas, clasificado por el Amigo del Orden". Su aparición se hizo
coincidir, por otra parte, con la llegada ad Plata de los enviados del presidente
norteamericano Jarnes Monroe, parra indisponerlos contra Artigas. El libelo fue
ampliamente distribuido entre los vecindarios y se encomendó a los alcaldes y
curas párrocos que lo leyeran para que todos pudieran advertir los terribles
efectos de la doctrina artiguista... El Protector, entretanto, urgido por la guerra,
permanecía ajeno a esta campaña de imposturas. Al respecto manifestaría al
secretario de la Comisión nortetunericana, E.M. Brackenridge: '"Mi gente no
sabe leer""...
El ataque directorial sobre las provincias federales en 1818, se inició con
una conspiración contra las autoridades correntinas. El agente porteñista fue
entonces el general Elías Galván, ex gobentador de la provincia que, con el
apoyo del comandante general de milicias, coronel José Francisco Vedoya, depuso y aprisionó al gobernador artiguista Juan Bautista Méndez el 24 de mayo
de dicho año. Andresito, que se encontraba entonces próximo al litoral del Paraná.
recibió órdenes de Artigas de desplazarse hacia el sur, para dominar la situación en Corrientes. Luego de vencer a los porteñistas en Saladas, el jefe tnisionero, a principios de setiembre entró en Corrientes. Allí repuso a Méndez y
renovó las autoridades de la campaña, actuando con ecuanimidad, llegando a
123
designar, incluso, a personas dictas al partido bonaerense. Y junto con la flotilla de Pedro C:unpbell, marcharon las fuerzas misioneras hacia Santa Fe, nuevamente agredida por las fuerzas directoriales.
En julio de 1818, Vera había renunciado a la gobernación, asumiendo el
mando político Estanislao López. Este adoptóenérgicas medidas, destituyendo
a los jefes militares sospechosos de portefistno y abriendo comunicaciones
con Artigas. En noviembre, las fuerzas porteñas a las órdenes de Juan Ramón
Balcarce, y la escuadrilla de Angel Hubac, compuesta de dos bergantines, una
goleta y varios lanchones, rodearon la provincia. López, dando muestras de
una rara habilidad para la guerra de recursos, logró aislar a Balcarce de las
tuerzas de Juan Bautista Bustos, que debían operar desde Córdoba, derrotándolo, fvtalinente, en Monte Vera, en noviembre de 1818. Era el cuarto "descalabro
de Pueyrredón en su política de salteamientos a las provincias", dice el historiador entrerriano José Luis Busaniclte. Pero también fracasó, frente a las fuerzas
de Ramírez, y la escuadrilla de Catnpbell el ataque simultáneo a Entre Ríos,
que debía realizar Eusebio Hereñú con el apoyo de Hubac. Desde Rosario,
Balcarce, en unión de los restos de fuerzas de Herefú y de Ubac, se replegó a
San Nicolás, dejando a Rosario casi arruinada e incendiando los techos de las
pocas casas que habían quedado en pie.
En el mes de febrero de 1819, el Director Pueyrredórt aceptó la renuncia de
Balcarce y lo sustituyó por Viatnonte, poniendo en ejecución un nuevo plan de
ataque. Viamonte, con 3.500 hombres de las tres annas, debía combinar operaciones con las fuerzas de Belgrano, destacadas en Córdoba al mando de Bustos; el ejército del Alto Perú debía apoyar este movimiento, a las órdenes de
Belgrarto, que sería el general en jefe; y nunbién San Martín, al que se le ordenó
de Belgr:uto, que sería el general en jefe; y tiunbién S:ut Martín, al que se le
ordenó repasar con sus tropas desde Chile a Mendoza. Sin) Martín y O' I lig~;úts,
vista la delicada situación, acordaron intervenir direcnunente ante Artigas y
López, lo que produciría amargo despecho en Pueyrredón.
Entretanto, López, reforzado por 800 hombres enviados por Ramírez, realizó una rapidísima incursión en Córdoba, derrotando a Bustos y a José María
Paz en la Herradura del Río Tercero; y luego, regresando sobre el litoral, derrotó a la vanguardia de Viamonte en las Barrancas de Carcmuul, cerca de Coronda,
el 10 de marzo de 1819. Otra vez las fuerzas porterías quedaron cercadas e
inmovilizadas, por falta de caballadas, en Rosario.
No obsnmte estos éxitos, los satttafecinos estaban exhaustos, consumidos
los recursos de la provincia por la guerra y el sistemático saqueo de los ejércitos
directoriales. Por cierto que las dificultades no eran menores entre las fuerzas
unitarias. Lo informes de Belgrarto adquieren, por entonces, tremenda elocuencia: "Es urgente concluir esta desastrosa guerra, por cualquier medio. Para esta
guerra ni todo el ejército de Jerjes es suficiente. Todo es desolación y miseria:
las casas abandonadas, las familias fugitivas o arrasadas, los campos desiertos
de ganados y caballos".
124
De ahí que Viamonte acogiera, con satisfacción, las negociaciones de tregua iniciadas por López y concretadas el 7 de abril en el Rosario. Pueyrredón se
vio precisado a aceptar el hecho, designado representante para ratificar el armisticio a Ignacio Alvarez Thomas. Este, con Agustín Urtubey y Pedro Gómez,
delegados de López y Ramírez, respectivamente, fijaron el 12 de abril de 1819,
las bases del armisticio en San Lorenzo. De acuerdo con lo convenido, debían
realizarse las negociaciones definitivas. El 21 de mayo concurrieron a San Lorenzo los representates porteños y el santafecino, pero la reunión no pudo hacerse por ausencia de los representantes de Ramírez y de las demás provincias
federales, pues Artigas se opuso a su concurrencia. El delegado de López suscribió, sin embargo, un nuevo acuerdo donde se ratificaban, los annisticios
anteriores, confiándose a López interponer sus buenos oficios ante los demas
representantes de las provincias federales.
Gas razones de la oposición de Artigas al armisticio están expuestas con
bastante antelación a los hechos, en el oficio que dirigiera, el 4 de febrero, al
Cabildo santafecino.
Trasmite en él .suoptimismo para que el año XIX sea "la
época precisamente destinada a correrse el velo y .se represente la trágica escena de los pueblos en sus verdaderos intereses. Sean ellos libres, decidan de
su suerte y cualquiera que sea su resolución, nadie se atreverá de nuevo a
violarla". El destino de América "aún fuctúa, entre la ambición de Buenos
Aires y de las potencias extranjeras". Los pueblos no pueden depender de las
miras de BuenosAires y de sus intereses, que abusando del nombre sagrado de
aquellos, "no alivia su opresión, sino que la reagrava ". "Es bien conocido el
objeto del rey de Brasil en la época y el compás que guarda Buenos Aires en
todas sus resoluciones".
"V S. mismo habrá oído decir que los pueblos aún laboran en ignorancia:
que aún no tienen un juicio maduro para sancionar sus derechos, ni la edad
suficiente para su emancipación. Con que, en suma, muestra suerte .será la de
los africanos, que por.su ignorancia viven sujetos al perpetuo yugo de la esclavitud... Los pueblos no tienen más derechos que los que quiere concederles
Buenos Aires, ni otra emancipación que estar bajo su tutela. Todo esto es gracioso y digno de admirar; todo lo dejo a la .sabia penetración de VS.>'.
"Para mí nada más lisonjero que los pueblos expresen su voluntad, pero no
por los términos del Congreso de Tucumán, cuyos resultados hace tres años
lloramos, abusando de nuestra moderación y mortificando todos nuestros esfuerzos... Nada es más distante del corazón de los pueblos que hacernos la
guerra, y los porteños están empeñados en realizarla contra la autoridad de
los pueblos. Nada es tan obvio a rm porteño corno un declarar la guerra a los
portugueses y nada es tan urgente a los intereses de la América como declararla. VS. debe entrar en el fondo de estas dos proposiciones y ellas darán el
resultado de lo que debe ser".
125
Entretanto, el armisticio hizo que las tropas porteñas abandonaran Santa Fe
y el Entre Ríos; Belgrano retrocedió hasta la Posta de Arequito, en Córdoba,
donde, ya gravemente enfermo, entregó el mando al general La Cruz. López
hizo regresar a los auxiliadores entrerrianos. Durante esta tregua se organizaron las autoridades santafecinas. El 19 de julio de 1819, López fue designado
Gobernador y Comandante de Armas de Santa Fe por el término de dos años,
en una asamblea representativa y días después, el 26 de agosto, se promulgó el
Estatuto Provisional, que establecía, junto a las normas de la doctrina liberal en
boga, algunos principios de alcance más vasto como el de que "todo americano
es ciudadano'; el de la defensa de la independencia provincial y de la causa de
la América del Sur, que el gobernador debía incluir en la fórmula de su juramento y el mantenimiento de algunos órg<utos tradicionales, como el propio
gobernador y el Cabildo.
La mediación de Chile y San Martín
Como hemos visto, Puenedón, a comienzos de 1819, había intentado obtener el apoyo de San Martín y de su ejército para someter a las provincias federales artiguistas. Pero éste, profundtunente disgustado por las trabas que encontraba tanto en Chile como en Buenos Aires para la mejor organización de su
expedición libertadora del Perú, retornó en febrero a Cuyo, luego de interesar a
O'Higgins para una mediación conjunta ante Pueynedón, Artigas y López. El
director chileno designó entonces al coronel Luis de la Cruz y al regidor de
Szmtiago, Salvador de la Cavareda, en carácter de mediadores. Estos recibieron
minuciosas instrucciones de Tomás Guido, representante de las Provincias Unidas en Chile, recomendándoseles tomar contacto con San Martín y obrar en un
todo de acuerdo con él. En San Luis se reunieron con el general y desde allí
enviaron comunicaciones a Pueynedón, Artigas y López.
El propio San Martín, desde Mendoza, el 13 de marzo, se había dirigido a
Artigas exhortándolo a un entendimiento con Pueyrredón y anunciándole la
llegada de la Comisión mediadora:
En su extenso oficio reseñaba los acontecimientos últimos y la perturbación que ellos habían provocado en sus planes de liberación del Perú; se refería a las noticias de una expedición española contra Buenos Aires, diciendo
que "bien poco me importaría que fueran 20.000 con tul que estuviésemos
unidos, pero en la situación actual, ;qué debemos prometernos? No puedo ni
debo analizar las causas de esta guerra entre hermanos... pero sea cuales
fueren... creo que debernos cortar toda diferencia... Cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón. Paisano mío,
hagamos un esfuerzo, trunsernos todos y dediquémonos únicamente a la destrucción de los enemigos que quieren atacar nuestra libertad... Unámonos contra
los maturrangos bajo las bases que Ud. crea y el gobierno de Buenos Aires más
126
convenientes y después que no tengamos enemigos exteriores sigamos la contienda con las armas en la mano, en los términos que cada uno crea conveniente: mi sable jamásse sacará de la vaina por opiniones políticas, como éstas no
watt en favor de los españoles y su dependencia".
En términos similares, y en la misma fecha, se dirigió también al Gobernador López y al Director Pueyrredón. Este último contestó a los enviados chilenos, negándose a la mediación y a San Martín, diciéndole: ¿"Cuáles son las
ventajas que Ud. se ha prometido de esta misión? ¿Es acaso docilizar el genio
feroz de Artigas o traer a razón a un hombre que no conoce otra que su conservación y que está en la razón de su misma conservación hacemos la guerra? La
misión-agregaba-sería un nuevo engreimiento para él y un mayor aliento a
sus bandidos..:'.
Los pliegos dirigidos a Artigas y a López no llegaron a destino, por cuanto
Belgrano, al que los comisionados habían confiado su remisión, los devolvió'
sis=tiendo órdenes estrictas del Director porteño. Desde Chile, O'Higgins, al
enterarse de la oposición bonaerense ordenó a los comisionados su retomo,
dando por terminada
la gestión.
Artioas tuvo conocimiento tardío y vago de los buenos oficios de San Martín de la comisión chilena; y así lo haría saber a Ramírez en oficio de agosto de
1819: "...Antiyer llegó aquí un peruano: viene de Buenos Aires... dice que dos
diputados venían de Chile para este destino; y fueron tomados en la punta de
San Luis..:'.
La caída del régimen directorial
El 24 de abril de 1819 -doce días después de firmado el annisticio de San
Lorenzo- Pueyrredón presentó renuncia al cargo de Director Supremo, expresando en su nota que el Estado necesitaba un jefe que reuniese más conocimientos militares para hacer frente a la anunciada expedición española. El Congreso aceptó la renuncia recién el 19 de jtuüo y el mismo día nombró al General
José Rondeau Director Supremo del Estado "hasta la reunión de las Cámaras"
previstas en la Constitución recientemente promulgada. Al asumir funciones,
Rodeau urgió a San Martín para que retomara con su ejército, ante la amenaza
de la invasión española y también se dirigió a Artigas, por intermedio de coronel Domingo Frencli, invocando los peligros de la anunciada expedición.
Artigas había penetrado los verdaderos propósitos perseguidos por Buenos
Aires en su nueva política conciliatoria y no se hacía ilusiones acerca de su
sinceridad. Convencido de que el verdadero propósito porteño era ganar tiempo para fomentar la desunión de lías provincias de la Liga y afirmar su autoridad
sobre ellas, se dirigió al gobierno de Suita Fe comunicándole la entrevista mantenida con French y recomendándole adoptar providencias de lucha para las
nuevas hostilidades con Buenos Aires. Simultáneamente, ordenaba a Ramírez
127
que pasara una fuerza al otro lado del Paraná, ante lit cual los porteños "se
serán en conflicto, y por uno u otro medio, serán obligados a romper esa liga
vergonzosa con los portugueses. Asegurado este paso, los demás vendrán a su
turno'.
Pero Artigas, por lo demás, ya había concebido un nuevo plan para actuar
en los distintos frentes de lucha. Mientras Rivera, con una acción de guerrillas,
mantendría ocupados a los portugueses en el este y los caudillos misioneros
atacarían Misiones, el propio Artigas invadiría Río Grande para sorprender al
enemigo por retaguardia. Por su lado, R:untrez-dejando a su medio hermano
inatento Ricardo López Jordán la defensa de Entre Ríos y Corrientes-cruzaría el Paraná con rumbo a Santa Fe. En esta fonna obligaría a López a entrar en
acción y combinando sus operaciones con el caudillo cordobés Felipe Alvarez,
cerraría las comunicaciones de Buenos Aires con los ejércitos de los Andes y
del Norte. Luego, marcharía conjuntamente con López sobre Buenos Aires.
Rondeau, entonces, en conocimiento de este plan del Protector, reiteró las
órdenes impartidas a San Martín y a Francisco de la Cruz, para que aceleraran
las marchas de sus tropas sobre los efectivos federales. San Martín pemtaneció
en Cuyo; pero elevó su renuncia, en los siguientes altivos términos:
"Hallábante al servicio de la España el año 1811 con el empleo de Cornandante de escuadrón del Regimiento de Caballería de Borhón, orando tuve las
primeras noticias del movimiento general de ambas Américas, y que .su objeto
primitivo era .su emancipación del gobierno tiránico de la Península. Desde
ese momento me decidí a emplear mis cortos .servicios en cualquiera de los
puntos que se hallaban insurreccionados: preferí venirme a mi país nativo en
el que me he empleado en cuanto ha estado a mis alcances: mi Patria ha recompensado rnis cortos servicios colrnándorne de honores que no merezco.
Gustoso seguiría manifestando rni gratitud, .si ésta fuera cornpatible con mi
elección y .salud. Por lo tanto ruego a VA. se .sirva permitirme pueda pasar a
prestar mis servicios al Estado de Chile, en el que .soy Brigadier, cuyo ernpleo
admití con la aprobación de VA. La causa que defiende aquel Estado está
identificada con la de estas Provincias y los cortos esfuerzos que pueda hacer
podrán refluir en ambos. Sírvase VA. admitir la renuncia que hago de los empleos que poseo en este Estado, concediéndome la gracia que con tanta justicia solicito ".
Simultibtearnente, Rondeau se había dirigido al agente diplomático en Río,
Manuel José García, ordenándole procurar obtener del gabinete portugués la
autorización pertinente para que Lecor invadiera el Entre Ríos. También
comisionó a don Vicente Anastasio Echeverría, amigo de López, para gestionar
un avenimiento con el jefe santafecino; pero López se negó a recibirlo, haciéndole llegar mi impreso del oficio de Rondeau a Lecor, del 2 de febrero de 1819.
Por lo demás, en las provincias se extendía la desobediencia al Directorio, esta-
128
Ilando mr pronunciamiento en Tucurrián con aunificaciones en Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y Cuyo. El General Cruz escribía, por entonces, a San
Martín: "Córdoba se halla en su mayor parte dispuesta a romper los débiles
lazos que le unen al Gobierno Supremo; sus liabihuttes proclaman con desvergüeirza la federación".
Respecto de la actitud de San Martín, dice el historiador Busaniche: "San
Martín, que había escrito a fines de 1816: 'No estoy porque se declare la guerra
a los fidalgos... con franqueza prefiero su vecindad a la de Artigas', podía comprobar ahora que 'el desorden y la amargura habíansido introducidos
por la
alianza de la oligarquía con los 'fidalgos' y que un viento de rebelión se dejaba
sentir en lodo el ámbito de las provincias. Desoyendo al fin los llamados de
Rondeau, San Martín, a fines de diciembre de 1819, lizo repasar la Cordillera
a las pocas tropas que tenía en Mendoza y él mismo partió para chile, dejando
en plena convulsión el territorio de su país. Sus razones están resumidas en
aquellas palabras que escribió el Director O'Higgins: 'Se va a descargar sobre
mí una responsabilidad terrible, pero si no se emprende la expedición al Perú
todo se lo lleva el diablo"'.
Al finalizar el año XIX, por lo curto, el régimen directorial se hallaba en
situación insostenible. Si bien el peligro de la anunciada expedición española
se había disipado por la sublevación (le Riego, en Cádiz, en cambio la amenaza
federal se hacía cada vez más premiosa. El 14 de diciembre la vanguardia de
Artigas, al mando de Andrés Latorre, derrotó completamente a los 600 hombres del brigadier Abreu en la batalla del Guirapuitá. Esta misma vanguardiano el grueso del ejército-,chocó el día 17 en el paso del Rosario del río Santa
María con los dispersos de Abreu y otras fuerzas nuinériaunente superiores lo
mando del Mariscal Cámara, siendo rechazadas tras un combate que duró toda
la noche. Luego, el día 27, Abreu y Cámara atacaron al ejército oriental en
Ibicuy-Guazú, retirándose tras un reñido combate.
Ese mismo día, desde su cuartel general en Santa María, Artigas dirigió
sendas comunicaciones a Rondeau, al Congreso, al Cabildo de Buenos Aires, a
San Martín y a Cruz. Considerábase aún en la plenitud de su poder, y en todas
ellas exigía la declaración de guerra a los portugueses y obrar consecuentemente con este propósito. Merece recordarse, en particular, su oficio al Congreso:
"Soberano Señor: Merezca o no Vuestra Soberanía la confianza de lo.spuebloa que representa, es al menos indudable que Vuestra Soberanía debe celar
los intereses de la Nación. Esta representó contra la pérfida coalición de la
corte del Brasil y la administración directorial; los pueblos revestidos de dignidad están alarmados por la seguridad de .sus intereses y los de América ".
"Vuestra Soberanía decida con presteza. Yo, por rni parte, estoy dispuesto a
proteger la justicia de aquellos e.sJüeros. La sangre americana en cuatro años
ha corrido .sin la menor consideración; al presente, Vuestra Soberanía debía
economizarla, si no quiere ser responsable de sus consecuencias ante la sobe-
129
ranía de los pueblos".
Tengo el honor de anunciarlo ante Vuestra Soberanía, y saludarlo con mi
más respetuosa consideración".
Dichos oficios fueron remitidos a sus respectivos destinos por el lugarteniente artiguista Francisco Ramírez, el 8 de enero de 1820, con una nota propia
en la que calificaba aArtigas de "Jefe inmortal" y de "Protector de los Pueblos
Libres'.
Después de dicho último combate de Ibicuy-Guazú, nuevas y poderosas
fuerzas enemigas, al mando ahora del propio gobernador de Río Grande, el
Conde de Figueria, convergieron sobre los contingentes tutiguistas, sumándose
a los efectivos de Cámara y de Abreu. La intercepción de las comunicaciones
del jefe oriental había permitido a los portugueses planificar a tiempo una contraofensiva que se ponía así en ejecución. Esta situación llevó a Latorre a retornar a territorio oriental, acampando en las puntas del río Tacuarembó.
Allí, alas ocho de la mañana del 22 de enero de 1820, fue sorprendido por
el ejército del Conde de Figueria, fuerte de tres mil hombres, que le infligió una
total .y espantosa derrota. Más que una batalla fue el aniquilamiento de un
ejército por otro que lo sorprendió a pie y desarmado, al punto que cabe presumir hasta la existencia de una delación que haya hecho posible la sorpresa. En
.sus memorias, el oficial oriental Ramón de Cáceres, quien presenció el desastre desde la otra margen del Tacuarembó sin poder intervenir, es elocuentísimo
al respecto: "Tan fuirnos sorprendidos, que no había montado más que el Escuadrón de servicio, cuando se tiró el cañonazo de alarma y se acercaron
algunas caballadas que lasfuerzas de Misiones tenían rodeada sin más armas
que el freno para tornarlas, cuando entraron las columnas portuguesas a galope por el campamento no teniendo otro arbitrio aquellos pobres soldados que
echarse al agua parasalvarse nadando..." El parte del vencedor consignó 800
muertos de su enemigo, 15 heridos, y 490 prisioneros -contra un muerto y
cinco heridos de .su parte...-, así como el apoderamiento de 5.408 caballos de
los orientales y que éstos tiraron al río casi todo su armamento.
Esta derrota, tras tres años y medio de contrastes y guerra desesperada, en la
que se habían inmolado cuatro mil orientales, puso fin a la resistencia de Artigas
y sancionó definitivamente el hecho de la conquista portuguesa de la Banda
Oriental. Ramón de Cáceres, tras escapar a pie y descalzo del teatro de la acción, llegó al campamento de Mataojo el 25 de enero. Fue el primer oficial que
informó circunsumcialrnente a Artigas de lo sucedido. Este estaba reuniendo a
los dispersos, algunos de los cuales condujo el propio Cáceres-3 o 4 días más
tarde-, al paso del Mangrullo, donde se encontraba Latorre con algunos oficiales y tropas salvadas a caballo, cuando alrededor del día 28 llegó el comandante Juan María Gorgonio Aguiar "y trajo la noticia de que Don Frutos -
130
Rivera-,cediendo a la influencia de personas muy notables en el País, estaba
unido, o al menos en relación con los Portugueses". "Este suceso labró mucho
en el ánimo de Artigas, y desde entonces trató de abandonar la cuestión y pasar
al Entre Ríos".
Pocos días más tarde, en Mangrullo, Amigas dio formalmente a sus oficiales
la orden de disolver la tropa, que no alcanzaba a 400 hombres, diciéndole "...en
su nombre que cada cual podía irse donde se le antojase, porque no pensaba
continuar la guerra con los portugueses'. Luego cruzó el Uruguay y abandonó
para siempre su suelo natal en dirección a Corrientes el 14 de febrero de 1820.
Entretanto, el Director Rondeau, desamparado por San Martín y con el ejército del Norte sublevado e17 de enero de 1820, en la Posta de Arequito, mientras venía en marcha hacia la frontera santafecina, enfrentando finalmente a las
montoneras federales de López y Ramírez, había sufrido una derrota decisiva,
el 1° de febrero de 1820, en la Cafiada de Cepeda.
131
CAPÍTULO XII
LA CRISIS DEL AÑO XX
EL TRIUNFO FEDERAL
Buenos Aires después de Cepeda
La victoria federal de Cepeda produjo pánico en Buenos Aires. La "gente
decente" se encerró en las casas y muchos se prepararon a huir, mientras los
"orilleros" ganaron las calles, destrozando "los faroles públicos -hasta 423, en
la noche del 2 de febrero- y la ciudad, a oscuras -dice Diego Luis Molinari- fue
terreno entregado a todos los desbordes". El Director Sustituto Juan Pedro
Aguirre declaró el "estado de asamblea", es decir, la obligación de los "Cívicos" de incorporarse a sus tercios, iluminación de las casas, cte. El primer y
tercer tercios, iluminación de las casas, cte. El primer y tercer tercios formarían
el "ejército interior", que al mando de Juan José Viamonte cuidaría el orden en
la ciudad; el segundo y algunas tropas regulares formarían el "ejército exteriora las órdenes de Miguel Estanislao Soler para cortar el paso a los federales en el
Puente de Márquez; Martín Rodríguez organizaría en la campaña el cuarto tercio.
El día 7 reapareció Rondeau en Buenos Aires, reasumiendo el gobierno y
procurando lograr -como dirá- "un sistema conciliador que una alas partes de
este gran rodó'. Ramírez, que el 2 de febrero había otorgado una tregua de ocho
días para que "Buenos Aires se constituya en provincia federal", el 10 se puso
en marcha hacia la ciudad. Por su parte, Soler, el mismo día 10, intimaba al
Cabildo para que disolviera el Congreso y destituyera al Director Supremo
debiendo salir todos de Buenos Aires.
En la mañana del 11, el Cabildo hizo saber al Congerso que su soberanía
había concluido; y Rondeau, igualmente notificado, depositó su autoridad en el
Cabildo, a quien reconoció "órgano de la voluntad general". Así concluían las
132
autoridades "nacionales" creadas por el centralismo porteño para sujetar las
provincias a sus designios.
El día 12, el Cabildo-ahora "Cabildo-Gobernador de la Provincia de Buenos Aires"-designó a Soler "Comandante General de Mar y Tierra' y convocó a los vecinos de la ciudad y campañas para elegir una "Junta electoral" que, a
su vez, designaría el gobierno definitivo. También designó una "comisión mediadora— ante Ramírez.
Sarratea, Gobernador
En el curso de los acontecimientos de los próximos días, habría de culminar
el plan político urdido por el chileno José Miguel Carrera con Manuel de Sarratea
y al que no era ajeno Carlos de Alvear, por entonces en Montevideo y de estrecha relación con Lecor.
Carrera, despojado por la facción de la Logia chilena, adicta a Bernardo
O'Higgins, de su cargo de Director Supremo, había pasado a las Provincias
Unidas, a mediados de 1819. Intentó convencer aArtigas de un plan que consistía en quitar a Rondeau del Directorio, poner a Sarratea corno "gobernador federal de Buenos Aires", con Alvear corno "capitán de mar y tierra" de
las tropas porteñas, mientras Artigas asumiría la Jefatura Nacional de todas
las Provincias Unidas. Como Artigas no le había hecho caso, .se había acercarlo a Ramírez, en cuyo ejército era el encargado de la imprenta volante y donde
iría ganando una gran influencia ante el jefe entrerriano. Su objetivo personal
era que lo ayudaran a sacar a San Martín v O'Higgins de Chile.
Pero, ahora, después de Cepeda, Carrera había modificado su plan: no
habría irás "Pueblos Libres" .sino una confederación de provincias al occidente del Uruguay con Ramírez coro jefe.supremo, él mismo de asesor, Sarrate0.
gobernador de Buenos Aires y Alvear, comandante de las armas. La presencia
de Soler corno caudillo popular de Buenos Aires le indujo a pensar en éste,
pero la actitud obediente de Solerfrenre al Cabildo y los precisos informes que
Sarratea le hacía llegar al campamento en marcha de Ramírez, le hicieron
comprender que el jefe del "ejército exterior" no era capaz de asumir la responsabilidad de gobierno .v se inclinó definitivamente por Sarratea.
Sarratea llegó el 15 a todo galope al caunpaunento de Ramírez, en esos momentos en San Antonio de Areco. La misma tarde llegaría la "comisión mediadora' del Cabildo de Buenos Aires. En la conferencia que se celebró entonces,
se convino en convocar al pueblo de Buenos Aires a "cabildo abierto" para que
éste designara al gobernador. Era evidente que Ramírez, influido por Carrera,
pretería a Sauratea, y también que estaba en el pensamiento de todos la eliminación de Artigas.
133
De regreso los comisionados en Buenos Aires, el 16, se invitó a los "vecinos principales" a reunirse en Cabildo Abierto. Se eligió entonces una "Junta
de Representantes" de 12 miembros que, a su vez, designó a Sarratea gobernador de la provincia. Este, entretanto, todavía en el campamento de Ramírez, en
Luján, después de asistir a la celebración de un armisticio entre Soler y Ramírez,
volvió a Buenos Aires a donde llegó el día 18, asumiendo el marido.
El 21 por la tarde, llegó la noticia de que las fuerzas artiguistas habían sido
derrotadas completamente en Tacuarembó el 20 del mes de enero. Entonces,
Sarratea se hizo dar plenos poderes para concluir el tratado de paz "con los
Pueblos Libres", dispuesto en el Cabildo Abierto del 16. A las 11 de esa noche,
marchó al Pilar, donde estaba acampado el ejército federal de Ramírez, acompañado, del regidor Pedro Capdevilla, miembro conspicuo de la Logia.
1;1 Tratado del Pilar
El 23 de febrero era firmado el acuerdo que se conoce como "Tratado del
Pila".
No era un convenio entre Buenos Aires, representada por Sarratea y los
Pueblos Libres, por Ramírez, en nombre de Artigas, como hubiera sido lo esperado. Era un acuerdo tripartito entre "las provincias de Buenos Aires, Entre
Ríos y Santa Fe", donde no se menciona la Liga Federal ni a Amigas como
Protector. Tampoco lo firma Ramírez como lugarteniente de éste, sino atribuyéndose el cargo de "gobernador de Entre Ríos", acompañando las firmas de
Sarratea y Estanislao López como gobernadores de Buenos Aires y Santa Fe.
En el artículo l "el Pacto se afirmaba que la voluntad de las provincias "se
ha pronunciado en favor de la Federación que de hecho admiten", la cual
debería ser declarada por los diputados "nombrados por la libre elección de
los pueblos", a cuyas deliberaciones
se sometían losfirmantes. Los diputados
se reunirían en el Convento de San Lorenzo -Provincia de Santa Fe- a los
sesenta días de la ratificación del convenio. Convencidos, además, de que todas las provincias aspiraban a la organización de ¡in gobierno central, se
comprometían a invitarlas para que concurrieran con diputados a acordar
"cuanto pudiera convenirles y convenga al bien general".
El artículo 2° disponía el cese de las hostilidades y el retiro de las fuerzas
respectivas; en el arr. Il se completaba la disposición estableciéndose cuarinta y ocho horas de plazo para la retirada del ejército federal, que debería efectuarse en divisiones de 200 hambres, para evitarla devastación de la campaña
bonaerense; por el artículo 3°, los Gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos
recordaban "ala heroica Provincia de Buenos Aires ", "el estado dificil y peligroso", en que se hallaban aquellos pueblos ante "la invasión con que los
amenaza una potencia extranjera que con respetables fuerzas oprime la provincia aliada de la Banda Oriental", y aguardan de "su generosidad y patrio-
134
tismo auxilios proporcionados a lo arduo de la empresa ".
El artículo 4° limitaba la navegación de los ríos Uruguay y Paraná ánicamente a "los buques de las provincias amigas cuyas costas sean bañadas por
dichos ríos". "El comercio continuará en los términos que hasta aquí ", reservándose el Congreso cualquier reforma.
José Luis Busaniche considera, con acierto, que la cláusula equivalía a decir: "Las provincias no tendrán para la exportación otro puerto que el de Buenos Aires. Con el puerto de Montevideo en poder de los portugueses y el Pardná
cerrado á los buques de banderas extrañas, la vida económica de la nueva Confederaci¿n estaría irremisiblemente subordinada al puerto único".
Los artículos 5° al 9° consagraban una amnistía general, la libertad del
comercio de armas y municiones en las proviciasfederadas: e instituía un Tribunal para juzgar a los integrantes de la antigua administración "medida...
mity particularmente del interés de los Jefes del Ejército Federal", para justificar "la guerra contra Buenos Aires".
El articulo W expresaba el convencimiento de que "todos los artículosson
conformes con los sentimientos y deseos del Fxrno. Sr. Capitán General de la
Banda Oriental, D. José Artigas", de quien Ramírez dijo tener 'instrucciones
privadas": pero por no poseerpoderes enforma, se acordó remitirle copia del
acta para que "siendo de su agrado entable desde luego las relaciones que
puedan convenir a los intereses de la provincia de su mando cuya incorporación a las demás federadas se miraría como un dichoso acontecimiento".
Comenta José María Rosa: "El 23 de febrero de 1820, acabó, pues, la Confederación de los Pueblos Libres de Mi patriótica historia. En sustitucion nacía
una hipócrita alianza de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, que no podía ser
durable. Se abandonaba la Banda Oriental, para desprenderse del jefe de la
Liga; Carrera imponía a Ramírez en el orden nacional y a Sarmtea en el provincial para servirse de ambos en su plan de expulsar a San Martín y O'Higgins de
Chile; los directoriales (y la Logia tras ellos) secundaban sus pasos con la seguridad de desprenderse sucesiva y fácilmente de Amigas, Sarratea, Ramírez y el
mismo Carrera. Ramírez y López, dueños de las fuerzas, hacían en la emergencia el papel de títeres movidos por manos hábiles. Evidentemente, faltaba en el
campo federal, Artigas, al mismo tiempo hombre de prestigio popular, político
astuto y estadista de patrióticas miras".
LAS DIVERGENCIAS ENTRE ARTIGAS Y RAMIREZ
Artigas rechaza el Tratado del Pilar
El Protector, entretanto, el 6 de abril, ya imbuido del significado del Tratado
135
del Pinar, escribía al Cabildo de Corrientes, infonnímdole que dejaba "tomadas
tris providencias y tnarcbo en este momento para la costa de Avalos. Allí cité al
Sr. Gobernador (Juan Francisco Méndez) para una entrevista y espero igualmente un tniembro de esa Municipalidad para tratar lo conveniente sobre los
intereses del sistetna".
A Ramírez le escribió duratnente, rechazando en fonna tenninante el tratado:
"El objeto y fines de la Convención del Pinar celebrada por YS. .sin mi
autorización y conocimiento, no han sido otros que confabularse con los enemigos de los pueblos libres para destruir su obra v atacar al jefe supremo que
ellos se han dado para que los protegiese: y esto es sin hacer mérito de otros
muchos pormenores maliciosos que contienen las cláusulas de esa inicua convención v que prueban la apostasía )' la traición de V. S.".
Le señala .su falta de autoridad para firmar el pacto, recordándole que, en
oportunidad en que el gobernador López celebró el armisticio de San Lorenzo
con el General Belgrano, el propio Ramírez lo reprendió v amenazó, por haberse atrevido a hacerlo sin autorización. Advierte a Ramírez que, en el caso,
ha cometido el mismo acto de insubordinación que le reprochó a Lápez "y eso
-concluye-que YS. tenía entoncesy tiene ahora menosjerarquía en el mando y en la confianza de los Pueblos Libres que la que tengo yo ".
"VS. debe ver que con su conducta audaz e imprudente provoca rni justicia
y la autoridad que ejerzo corno Jefe Supremo y Protector; -pues por mis antecedentes v la amplísima confianza que los Pueblos han depositado en uní no
puedo excusarme de pedirle cuentas y de prevenirle que si no retrocede en el
camino criminal que )ta tornado me veré obligado a usar de la fuerza, pues vo
también tengo que arrepentirme de haberlo elegido a YS. y de haberlo propuesto al amor de los Pueblos Libres que para hoy tenga los medios de traicionarme ".
Se refiere, asimismo, a la detención, por parte de Ramírez, de 240 fusiles
que había enviado a Corrientes, lo que califca de "insolente avilantez " v conclrtye su oficio:
"Esta es tuna de las pruebas más claras de la traición de M. y de la perversidad que .se ocultaba en la convención del Pilar; y no es menor crimen haber
hecho ese vil tratado sin haber obligado a Buenos Aires a que declarase la
guerra a Portugal v entregase fuerzas suficientes para que el Jefe Supremo y
Protector de los Pueblos Libres pudiese llevar a cabo esa guerra v arrojar del
país al enemigo aborrecido que trata de conquistarlo. Esa es la peor Y más
horrorosa de las traiciones de V.S.".
Entretanto, un día en las provicias el espíritu federal. Santiago del Estero,
separ:mdose de la jurisdicción de la antigua Provincia -Intendencia de
Tucutnáut-, se había declarado el 19 de marzo de 1820, "...uno de los territo-
136
rios unidos de la Confederación del Río de la PlatW' y pocos días después lo
hacía saber a Artigas, acusando recibo de sus comunicaciones.
Alentado por esta extensión del federalismo y seguro de interpretar los verdaderos intereses y aspiraciones de los pueblos del Río de la Plata, el Caudillo
sólo pensó entonces en castigar la defección de Ramírez.
El 24 de abril de 1820, en la costa de Avalos, Artigas, representando a la
Provincia Oriental, suscribió con los delegados de Corrientes y_de los pueblos
de las Misiones, el documento conocido como "Pacto de Avalos'.
Por el artículo I° las tres provincias "se compmmetí:ut a sostener una guerra
ofensiva y defensiva por la Libertad e Independencia de estas Provincias". Se
reconoce -artículo 2°- a Artigas como Protector de la Libertad de los pueblos de la Liga y se le autoriza para decidir sobre la guerra y la paz, debiendo
aquellos-artículo 3°- acatar sus providencias al respecto. Por su parte Artigas
se compromete a no celebrar tratado alguno con los enemigos exteriores e interiores, "sino aquel que asegure y deje a salvo la libertad de independencia de
estas Provincias" -artículo 4°-. Los artículos 5° y 6°, disponían que cada
provincia quedaba en libertad para elegir su gobierno y disponer su administración económica, según los principios ale la federación y que, bajo esos principios, se admitiría cualquier otra Provincia, hasta la resolución de su congreso
goeneral.
La lucha entre Artigas y Ramírez
Apenas suscrito el Tratado, Artigas tomó providencias para la lucha, disponiendo el control de buques en Corrientes, e invadiendo el territoio entrerriano,
donde ocupó la ciudad de Concepción, con el propósito de defender la línea del
Uruguay frente al peligro portugués. Ello motivó una vehemente protesta de
Ramírez a quien contestó el Protector, el 8 de mayo, justificando las medidas
adoptadas. Examinaba las declaraciones del jele entrerritmo, desechándolas, y
agregaba:
"Desengáñese Ud.: in¡ conducta es siempre uniforme. Si las circunstancias
varían, no por eso mi conducta deja de ser acrisolada. Mi interés no es otro
que el de la causa; si es injusta en sus principios no debió Ud. haberla adoptado". Le hace, a su vez, múltiples reproches sobre la forma cómo ha venido
actuando desde la firma del tratado del Pilar, y eoncluve:
"Parece que .si .sólo recelos hubiesen animado .sus ideas de precaución, por
el celo de su Provincia le costaba ira y poco haberlos expresado de un modo
digno, y entonces sería más completamete satisfecho; pero usted ha elegido el
choque de las armas y estov resuelto a resistirlas. En sus resultados conocerá
Ud. que es másfácil ceda Artigas al imperio de la razón que al del poder y las
circunstancias. Yo aseguro a Ud. que desde que llegó el Alférez Arredondo he
impartido mis órdenes para hostilizar sus tropas si ellas no se retiran, o in.spi-
137
ran otra confianza .sobre el objeto equívoco de sus marchas. En consecuencia,
lo largo a Ud. responsable de la sangre que se derrame por tanfrívolospretextos, v de los entorpecimientos del sistema por esos motivos inciertos. Ud. obre
como guste que yo no haré más que llenar mis deberes".
"Los resultados mismos han manifestado que nojue injusta mi repulsa contra la pretendida unión. La naturaleza más fuerte que todos los inventos de la
política ha patentizado lo que se pretendió oscurecer bajo el velo de unión de
las provincias en Federación, Ya expuse a Ud. los pormenores maliciosos que
envolvía cada uno de sus artículos: mis pensamientos no han bastado a formar
su arrepentimiento, y obstinado en el empeño aún pretende Ud. calificar de
juicioso su comportatniento. Ud. sin un retnordimiento interno no puede afirmar que nada le increpa .su conciencia. Cuando Ud. marchó sobre Buenos
Aires anunció al público en todas sus proclamaciones que la combinación
oculta del Gobierno de BuenosAire.s con la Corte del Brasil ponía al borde del
precipicio las Provincias de Sud América. Ellas convencidas se declararon en
favor de su libertad: mi infujo se hacía valer por instantes y todo conducía a
sellar el objeto de nuestros afanes. Ud. mismo ctutndn la oposición de Balcarce,
me anunció tenía en su poder los tratados secretos celebrados con la Corte del
Brasil, y por el cual estas provincias eran entregadas al Conde de Luca, o al
Infante del Brasil. Y sin entbargo de la firmeza de esos antecedentes, hasta hoy
no puede verse realizado ese objeto por el que llevarnos
4 años de sangre y
afanes. i Y fue a .su cuidado la empresa! ¡Logró Ud. .superar los esfuerzos del
Director Rondeau? ¡Y cuál es hoy la .satisfacción de Ud.? iY ese pueblo sin
declararse contra los intereses de Portugal! Es evidente que Ud. ahora apoya
los mismos principios bajo los cuales antes lo creyó enemigo de la causa común. Este es el nudo gordiano que yo no puedo desalar, va que debe
Ud. responder después de su comisión. Ud. .se engaña miserablemente en
sus atribuciones :.sola la Provincia de Entre Ríos. Debe Ud. considerar que en
años de .sacrificios todos a la par han prodigado sus esjiterzos, y no debió Ud.
olvidar los intereses de las otras que estaban en el rol de la Liga. Por este
principio creyó Ud. mezquina la conducta deSanta Fe, el año anterior, cuando
firmó su armisticio con Buenos Aires; y hoy insta contra Ud. la tnisnta acusación, habiendo celebrado los intereses de la Convención por la Provincia de
.Santa Fe Y Entre Ríos quedando excluidas las demás. El público que .siempre
decide por los hechos habrá discernido del mérito de sus pretextos: yo por mi
parte no debo aprobar esa conducta, que no está arreglada por los intereses de
una Liga ofensiva .y defensiva".
Rarnírez contestó, en un largo oficio, de fecha 25 de mayo, luciendo diversos argumentos para rebatir los cargos. Cotnienza por desconocer la autoridad
del protector para enviar tropas a su Provincia:
—Es Vuestra .Señoría quien se ha atrevido a usurpar con tropas suyas el
138
mando de unas provincias que tienen sus jefes naturales: con lo cual ha dejado
traslucir miras de dominación que, si los pueblos no habían sospechado antes,
ha .sido sólo porque han estado alucinados..."
Y luego impugna la misma autoridad de Artigas como Protector: "¿qué
especie de poderes tiene YS. de los Pueblos Federales para darles la rey a su
antojo; para introducir fuerza armada cuando no se le pide, v para intervenir
en .sus menores operaciones internas? ¿YS. es acaso el árbitro soberano en
ellos, o fue sólo uno de los jefes de la Liga. ¿Por qué ha de tenernos en una
tutela vergonzosa? Es necesario haber apostatado de la razón para creerse
con un discernimiento superior al de los demáspueblos ".
Justifica suposición en la arma del Tratado del Pilar, negando la existencia
de artículos secretos dirigidos contraArtigas-"vergonzosa calumnia que V. S.
me levanta "-y manifiesta que no es posible acometer la empresa de una guerra con Portugal, atento al estado general del país.
"¿Porqué se extraña YS. que no se declarase la guerra al Portugal? O YS.
no conoce el estado actual de los Pueblos o traiciona sus propios sentimientos.
¿Cuál es la fuerza efectiva y disponible en Buenos Aires y de las demás provincias para emprender nuevas empresas después de la aniquilación a que las
condujo unafacción horrorosa y atrevida? ¿Qué interés hay en hacer esa guerra ahora mismo y hacerla abiertamente? ¿ 0 cree YS. que por restituirle una
Provincia que ha perdido han de exponerse todas las demás con inoportunidad? Aguarde YS. la reunión del Congreso, que ya .se hubiese celebrado de no
hallar entorpecimiento de su parte: y no quiera que una declaración formal de
guerra con una nación limítrofe, que debe afectar los intereses generales y
particulares de cada provincia, sea la obra de dos o tres pueblos...".
Finalmente, lo corunina a abandonar la provincia, "que no lo quiere y no lo
recibirá sino corno un americano que busca .su refugio .sujetándose a las leyes
y al gobierno que ella tiene ".
La lucha, inevitable ya, comenzó con el encarnizado combate de "Las
Guachos' el 13 de junio en que no (subo una detinición. Ramírez se retiró hasta
la Bajada, a donde fue seguido por Artigas, librándose una nueva batalla, en las
proximidades del pueblo, sobre el arroyo de Las Tusas, el día 24, en que Artigas
fue completamente derrotado, retirándose hasta Corrientes. En esta provincia
librará, entre los días 17 y 28 dejunio, los combates de Sauce de Luna, 5úquerí,
Mocoretá, y Las Osamentas, en las proximidades de Avalos, todos con suerte
adversa, particularmente el último, donde cayeron prisioneros sus mejores oficiales y su secretario Monterroso. Dos días después, Monteverde derrotaba a
Campbell en la Barra del río Corrientes.
Pese a estos desastres, el Protector buscó las campañas de Corrientes y Misiones, donde aún conservaba prestigio entre las masas. "A pesar de sus continuas derrotas -cuenta el coronel Cáceres en sus "memorias"-en su tránsito
por Corrientes y Misiones salían los indios a pedirle la bendición y seguían con
139
sus familias e hijos en procesión detrás de él, abandonando sus hogares". Logró
así reunir seiscientos hombres, con los cuales, junto con el Gobernador Méndez,
marchó hacia el sur, apoderándose de Curuzú Cuatiá, pero fue detenido finalmente, cerca de Asunción del Cambay, donde su cotnamdante Dionisio Alarcón
fue derrotado por los ex tenientes artiguistas Gregorio Piris, José Gabriel Casco
y Francisco Javier Siti.
A1 comenzar setiembre de 1820, Artigas, en compartía de Andrés Latorre y
de unos doscientos hombres, establecía su último campamento en tierras misioneras, en el paraje Las Tunas de la Candelaria, cerca del Paso del Boquerón,
sobre el Paraná. El día 5, después de haber instruido a Latorre para que lo
esperara, cruzó el río, seguido de ochenta hombres, y se presentó al Comandante de la guardia paraguaya de Itapúa quien le permitió establecerse en el lugar,
previa entrega de las annas.
¿Qué propósito perseguía el Protector al encaminarse al Paraguay? Fundándose en las expresiones del Supremo, José Gaspar Rodríguez de Francia, durante muchos arios la historiografía tradicional ha afirmado que lo hizo en procura de un asilo para él y el resto de sus hombres. Esta tesis, no creemos que
esté confonne con los antecedentes y las actitudes del Caudillo: por el contrario, considerarnos que Artigas buscaba una oportunidad de rehacer sus fuerzas,
especulando con un posible apoyo de las autoridades del Paraguay, sin despreciar, incluso, ti¡ hipótesis de que entrara en sus cálculos la posibilidad de un
vuelco político en Asunción.
Ha sido ya analizado el proceso de las relaciones entre Artigas y los gobernantes y principales hombres públicos del Ruaguay, con sus variantes de hostilidad e intentos de reconciliación, que ilustrara acerca del choque de dos concepciones distintas del proceso emancipador. Para el Dr. Francia, que asumiría
desde 18141a dirección política de su pueblo, el objetivo principal consistía en
mantener aislado al Paraguay de toda coramixlión con la enconada lucha civil
del Plata, salvaguardando celosamente su territorio del peligro invasor portugués; para el Protector, en vez, el Paraguay integraba el —hinterland- de los ríos
que vertebraban el "sistema de los pueblos libres', en coincidencia con Fulgencio
Yegros y Pedro Juan Caballero, cuyas orientaciones en tal sentido fueron frustradas por el Supremo.
No puede sorprender, entonces, que Francia, al tener conocimiento de la
presencia de Artigas y sus hombres en Itapúa, adoptara rápidas medidas de
seguridad, disponiendo el traslado de un destacamento de caballería con instrucciones para que acompañara al jefe oriental hasta Asunción, debiendo ser
internados los demás en zona apropiada. Francia sospechaba, por lo demás,
que Artigas estuviera en connivencia con Ramírez para invadir el Paraguay, en
combinación con algunos partidarios de la conspiración fracasada, poco antes,
en Asunción. Esto explica, asimismo, que pusiera en prisión al comisionado de
Rarnfrez, comandante Villanueva y a Pedro Campbell y Juan Bedoya, que le
140
remitiera como rehenes el Entrerriano y que no hiciera caso del oficio en que
éste le decía:
"Recuerdo a VS. la necesidad que hay de la persona de Artigas para que
responda enjuicio público a las Provincias Federales de los cargos que justamente deben hacerle, por suponérsele a él la causa y origen de todos los males
de la América del Sur. Por estas poderosas razones y otras que omito espero
que V.S. me remita a dicho Artigas pues tengo noticias rntty fundadas-como lo
verá VS. por el parte original que adjunto-de haberse refugiado o hallarse
preso en ésa de .su mando ".
En cumplimiento de las disposiciones del Supremo, Artigas se despidió de
sus hombres y emprendió la marcha hacia Asunción, a la que llegaría el 16 de
setiembre, siendo alojado "en la Celda de los Visitadores de la Orden, de conformidad a la competente Orden" dada por Francia al Prior del Convento de la
Merced, fray Bernardino de Enciso.
En Montevideo mismo, y por ese tiempo escaseabai) las noticias de Artigas,
sabiéndose, si embargo, que el embajador español en Río de Janeiro, "tenía una
patente real para remitir a Artigas" o que, según infonnes de Ramírez, el Caudillo "había sido preso en Candelaria por los paraguayos, a quienes iba a solicitar para que le auxiliasen". O aún, añadiéndose luego, con soma, que "el Patriarca está de fraile franciscano, está mejor sirviendo a dichos frailongos, no
creo que sea por su voluntad".
141
APENDICE DOCUMENTAL
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ORACION INAUGURAL DEL CONGRESO
DE ABRIL DESARROLLADA POR EL
"CIUDADANO JOSE ARTIGAS",
DELANTE DE MONTEVIDEO,
4 DE ABRIL DE 1813
Ciudadanos: El resultado de la campaña pasada me puso al frente de vosotros por el voto sagrado de vuestra voluntad general. Hemos recorrido l7 meses cubiertos de la gloria y la miseria, y tengo la honra devolver a hablaro.s en
la segunda vez que hacéis uso de vueara soberanía. En ese período yo creo que
el resultado correspondió a vuestros designios grandes. El formará la admiración de las edades. Los portugueses no .son los señores de nuestro territorio.
De nada habrían .servido nuestros trabajos, .si con ser marcados con la energía
y constancia no tuviesen por guía los principios inviolables del sistema que
hizo .su objeto. Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en el pleno goce de vuestros derechos: ved ahí el
fruto de ini.s ansias y desvelos, y ved ahí también todo el premio de mi afán.
Ahora en vosotros está el conservarlo. Yo tengo la .satisfacción honrosa de
presentaros de nuevo mis.sacrificios y desvelos. .si gustáis hacerlo estable. Nuestra historia es la de los héroes. El carácter constante y• .sostenido que habéis
ostentado en los diferentes lances que ocurrieron, anunció al mundo la época
de la grandeza. Sus monumentos tnajestuo.sosse hacen conocer desde los muros de muestra ciudad hasta las márgenes del Parand. Cenizas y ruinas, .sangre
y desolación, he ahí el cuadro de la Banda Oriental, y el precio costoso de .su
regenaración. Pero ella es pueblo libre. El estado actual de sus negocios es
demasiado crítico para dejar de reclamar .su atención. La asamblea general
tantas veces aminciada empezó ya sussesione.s en Buenos Aires. Su reconocimiento nos ha sido ordenado. Resolver sobre este particular ha dado motivó a
esta congregación, porque yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío,
vulneraría enormemente vuestros derechossagrados, si pasase a decidir por
uní una materia reservada sólo a vosotros. Bajo ese concepto, yo tengo la honra
de proponeros los tres puntos que ahora deben hacer el objeto.de vuestra expresión soberana. l'. Si debemos proceder al reconocimiento de la Asamblea
143
General antes del allanamiento de nuestras pretensiones encomendadas a vuestro diputado don Tornas García de Zúñiga. 2". Proveer de mayor número de
diputados que .sufraguen por este territorio en dicha asamblea. 3'. Instalar
aquí una autoridad que restablezca la economía del país. Para facilitar el acierto
en la resolución del primerpunto, es preciso observar que aquellas pretensiones fueron hechas consultando nuestra .seguridad ulterior. Las circunstancias
tristes a que nos vimos reducidos por el expulso Sarratea, después de sus violaciones en el Ayuí, eran un reproche tristísimo a nuestra confianza desmedida, y
nosotros cubiertos de laureles y de glorias, relornúbantos a muestro hogar llenos de la execración de nuestros hermanos, después de haber quedado nti.rerables, y haber prodigado en obsequio de todos quince uteses de .sacrificio. El
ejército conocía que iba a ostentarse el triunfo de .su virtud, pero él temblaba
por la reproducción de aquellos incidentes fatales que lo habían conducido a
la Precisión del Yí: él ansiaba por el medio de impedirla y creyó a propósito
publicar aquellas pretensiones. Marchó con ellas nuestro diputado. Pero habiendo quebrantado la fe de la suspensión el señor de Sarratea, fue preciso
activar con las armas el artículo de su salida. Desde este tiempo empecé a
recibir órdenes sobre el reconocimiento en cuestión. El tenor de mis contestaciones es el siguiente: Ciudadanos: los pueblos deben ser libres. Ese carácter
debe ser su único objeto, v formar el motivo de .su celo. Por desgracia, va a
contar tres años nuestra revolución, y aún falta una .salvaguardia general al
derecho popular. Estamos aún bajo la fe de los hombres y no aparecen las
.seguridades del contrato. Todo extremo envuelve fatalidad: por eso una desconfianza desmedida sofocaría los mejoresplanes, ;pero es acaso menos terrible ¡in exceso de confianza? Toda clase de precaución debe prodigarse cuando
se trata de fijar nuestro destino. Es muy veleidosa la probidad de los hombres,
sólo el freno de la constitución puede afirmarla. Mientras ella no exista, es
preciso adoptar las medidas que equivalgan a la garantía preciosa que ella
ofrece. Yo opinaré siempre, que sin allanar las pre,tensiones pendienles, no debe
ostentarse el reconocimiento y jura que se exigen. Ellasson consiguientes del
sisterna que defendemos y cuando el ejército las propuso, no hizo más que
decir, quiero ser libre. Orientales: .sean cualesfuesen los cálculos que .se jormen, todo es menos temible que un paso de degradación, debe impedirse hasta
el que aparezca su sombra. Al principio todo es remediable. Preguntaos a vosotros mismos si queréis volvera ver crecer las aguas del Uruguay con el llanto de vuestras esposas, y acallar en sus bosques el gemido de vuestros tiernos
hijos: paisanos: acudid sólo a la historia de vuestras confianzas. Recordad las
arnarguras del Salto; corred los campos ensangrentados de Bethlem, Yapeyú,
Santo 7brné yTapeeuy; traed a la memoria las intrigas del Ayuí, el compromiso
del Yí, y las transgresiones del Paso de la Arena. ¡Ah, cuál execración será
comparable a la que ofrecen esos cuadros terribles! Ciudadanos: la energía es
el recurso de las almas grandes. Ella nos ha hecho hijos de la victoria, y plantado para siempre el laurel en nuestro suelo. Si somos libres, si no queréis
144
deshonrar vuesirns afanes, cuasi dil'nnos v .si respetáis la mentaria de v ilesiITIs
sacrificios, examinad si debéis reconocerla asanibleaporobedecinúenfo opor
pacto. No hai• un solo motivo de com,enieneJa para el primer caso que no .sea
contrastable en el segundo, r al fin reportaréis la ventaja de haberlo conciliado todo con vuestra libertad inviolable. .Esto ni por asomo se acerca a una
separación nacional: garantir las consecuencias del reconocimiento no es negar el reconocimiento, Y bajo todo principio nimcu .será conlpatihle fin reproche a vuestra conducta, en tal caso, con las rniras liberales i Jiendamenios que
aulori'an hasta la rntslna instalación de la asamblea. Vuestro lernor la uhlCljartá altamente y si no hay inolivo para creer que ella s,rrlnere vueslins derechos.
es ccnlSitniente que tampoco debemos tenerle para atrevernos a pensar que
ella increpe nuestra precaución. De lodos modos la energía es necesaria. No
hav fin .solo ,golpe de energía que no sea marcado con el laurel. ,: Qué glorias
no habéis adquirido ostentando esa virtud:' Orientales: lvsitad las cenizas ele
vuestros conciudadanos: ¡ah! ique ellas desde lo hondo de sus sepulcros no
nos amanecen con la venganza de una sangre que vertieron pala hacerla servira nuestra grandeza! Ciudadanas: pensad, ntedilad s, ni) cubráis de oprobio
las glorias, los trabajos de quinientos veinte i nueve días en que visteis la
muerte de s•uestros herrnanos, la aflicción (le vuestras esposas, la desnudez de
s,uesirns hijos, el destrozo i• evierninio de vuestras haciendas, i, en que visteis
restarsólo los escombros >> ruinas por vestigios de vnesira opulencia antigua.
I'llos fi7rntart la base del edificio augusto ele nuestra libertad. Ciudadanos:
hacernos re.spelahles es la garantía indestrnclihle cíe vlresims afanes ulteriores
por conservarles. A cuatro de abril cíe rnil ochocientos trece. Delante de Monn•video.
Ja.véArligas
145
ACTA (LAS DOS VERSIONES) DEL CONGRESO
DE ABRIL DONDE SE DECIDIO EL
RECONOCIMIENTO CONDICIONAL DE
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE.
BANDA ORIENTAL, 5 DE ABRIL DE 1813
El pueblo de la Banda Oriental de las Provincias Unidas del Río de lit Plata,
habiendo concurrido por,tnedio de sus respectivos diputados a manirestar.su
parecer sobre el reconocimiento de In soberana Asaunblea Constituyente, después de exautinada la voluntad general convinieron en el reconocimiento de
dicha soberana asamtblea, bajo las condiciones que lijasen los señores diputados don León Pérez, don Juan José Durán y don Pedro I•abi<m Pérez, que para
el efecto comisionaron, los cuales. después de una bien meditada discusión
sobre lit decisión de tan importante objeto, resolvieron lo siguiente: Condiciones: Priancra: Se dará una pública satisfacción a los orientales por la conducta
antiliherad que han tnanifestado en medio de ellos los señores Sarratea. Viama, y
demás expulsos. Y en razón de que el general don José Artigas y sus tropas han
learauuido lit seguridad de lit patria especialmente en lit campaña del taño 811
contra las agresiones de lit nación portuguesa serán declarados corno verdaderas defensores del sistema de libertad proclaunado en lit América. Segundo: No
se levantará el sitio puesto a lit Plaza de Montevideo, ni se desanembrará la
lüerra. de modo que se inutilice el proyecto de su ocupación. Tercera: Continuarán suministrándose de Buenos Aires los auxilios que sean posibles parra el
(-ni del asedio. Cuarta: No se enviará ale Buenos Aires otro jete para el ejército
auxiliador de esta licuada, ni se removerá el actual. Quinta: se devolverá el aumamtemo perteneciente al regimiento de Blandetgues que han conducido los
que marcharon acompañando a los expulsos. Sexta: Será reconocida y garantida
lit confederación ofensiva y defensiva de esta Banda con el resto de las Provincias Unidas. renunciando cualquiera de ellas lit subyugación a que se ha dado
lugar por lit conducta delanterior gobierno. Séptima: I:n consecuencia de dicha
confederación se dejará a e,at Batida en la plena libertad que ha adquirido como
provincia compuesta de pueblos libres; pero queda desde ahora sujeta a lit cons-
146
tilución que erntme y resulte del soberano Congreso General de la Nación, y a
sus disposiciones consiguientes teniendo por base la libertad. Octava: In virtud
de que len la ll:uda Oriental existen cinco c;tbildos en veintitrés pueblos se Ira
acordado deban reunirse en la As:urrblea General cinco, diputados. cuyo nnlnbr:uniento recayó en los ciudad:unos don Díunaso Vtürui:na y ,don Maleo Vidal,
por la ciudad de Montevideo; don l)fun:ius ~oíneldin's~ca por la de Maldonado
y su jurisdicción; don hclipc Cadoso por;Canclnne, y,u, jurisdicción; don Marco, Salcedo por San Juan llautisua y San.José_,doclór Don Francisco Bruno de
Riv:rnla por S:úno'Dorningo ~nri:irni) y pueblos de su.júrisdiccitín. Siendo
éstas las condiciones bit¡(! I:ls cuales lum estipulado los señores cotnisinnadns el
reconocimiento de dicha sober:una as:unblea las presentan a sus constituyentes
pana que, si son de su aprnhacióu, las fnnen con ellos. -Il:ulda Oriental. S de
abril de 1813. -León Pérez -.loan .losé Durán - Pedro Fabián Pérez Ramón
de
Cáceres-Felipe
Pérez
--FranciscoAntonio
Bu.sranlanre-Pedro
Vidul - Manuel del Valle -.losé Antonio Ramírez - Manuel Martínez de
Haedo -Francisco .Sierra -Antonio Diúz, .secretario - Is:c copia-Amigas.
hregei¡n pública otra acta de esta sesión del 5 de abril. ])lee así en su encaber:uniento: "En el c:unpo oriental, delante de Montevideo, a cinco días del
mes deabril. vü» mifüclux'icnlm tiecc; jiurins ycoitgregados en el aluj:unieulo del ciudad:uln José Arligas, .tele de lós Orientales, los vecinos emigrados de
aquella plaza, los habitares cae sus extramuros y los diputados de cada uno de
los pueblos de la ll:mda Oriental del Uruguay. hecha 111 in:ulilestación ole los
poderes de éstos, y represcrlütdn:Leí el pucblo oriental como sohertmo, después
tic haberse cerciorado baslalterrlenle de las ordenes con que se lrallaha el predicho ciudad:unn José Artig:u para el reconocimiento y jura ele la Asamblea Soberana de las Provincias Unidas del ¡tío de la Plata. con lit meditación más seria
sobre el particular, se decidió por el voto ,agrado de su voluntad general, el
reconocimiento indicado, bit
jo las condiciones siguieraes: "l:rn e1 texto de tus
condiciones ¡lo existen diferencias en los dos dncunleutns.
147
INSTRUCCIONES QUE SE DIERON A LOS
DIPUTADOS DE LA PROVINCIA ORIENTAL
PARA EL DESEMPEÑO DE SU MISION ANTE
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE BUENOS
AIRES. DELANTE DE MONTEVIDEO,
13 DE ABRIL DE 1813.
Primertunente pedirá ta declaración de la independencia absoluta de estas
colonias, que ellas esuut absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona
de España, y fmnilia de los Borbones, y que (oda conexión política entre ellas y
el estado de Esptuila, es, y debe ser totalmente disuelta.
Art. 2"-No admitirá otro sisletna que el de lit conlederación para el pacto
recíproco con las provincias que formen nuestro estado.
Art. 3"-Protnoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable.
Art. 4"- Corno el objeto y ¡"ni del gobierno debe ser conservar la igualdad,
libertad y seguridad de los ciudadanos y de los pueblos, cada provincia fbnnará
su gobierno bajo esas bases, a ntás del gobiento supremo de la nación.
Art. J"- Así éste como aquél se dividirán en poder legislativo. ejecutivo y
judicud.
Arl. ó"- Estos tres resorlesjmnás podrán estar unidos entre sí, y serán
independientes el] sus litcultades.
An. 7"-El gobierno supremo entenderá solamente en los negocios generales del estado. El resto es peculiar al gobierno de cada provincia.
Art. 8" - 131 territorio que ocupan estos pueblos de la costa oriental del
Uruguay hasta lit liutaleza de Samta'feresa, Iorana una sola provincia, denominada: LA PROVINCIA ORIENTAL.
An. y"-Que los siete pueblosde Misiones, los de Baloví, SautttTecla, Stut
Rafael y'facutuenbó, que hoy ocupan injushmtente los portugueses, Y at su
tiempo deben recltuntuse, serfut en todo tiempo territorio de esta provincia.
Art. /0"-Que esta provincia por la presente entra septuadtunente en una
lirane liea de tunistad con cada una de las otras. para su defensa común, seguridad de su libertad, y para su mutua y general felicidad, obligilutdose a asistir a
148
cada una de las otras contra toda violencia o ataques becltos sobre ellas, o sobre
alguna de ellas, por motivo de religión, soberanía, tráfico, o algún otro pretexto, cualquiera que sea.
Arl. W -Que esta provincia retiene su soberanía. libertad e independeneia, todo poder, jurisdicción y derecho cluc.,ito es deleg:Ido'expres:unettte por la
confederación a las Provincias Unidasjuntas en congreso., ,
Arí. l2" - Que el puerto de M:tldolt:ldo s¿a1ibré patri toilos`lít-s buques que
concurran a la introducción de efectos"•y-cxporUtcnítl dé I'rúios,'poniéttdose lit
correspondienteaduima en aquel pueblo: pidiendo al electo ,e oficie al comandiune de ¡lis fuerzas de S. 'M. 13. sobre la apertura de aquel puerto para que
proteja I:1 navegatción, o comercio, de su nación.
Arí. 13°-Que el puerto de Colonia sea igualmente habilitado en los términos prescritos en el artículos iutterior.
Arí. 14"-Que nútguna tasa o derecho se imponga sobre artículos exportados de una provincia a otra; ni que ninguna preferencia se dé por cualquiera
regulación de comercio o remita los puertos de una provincia sobre los de otra:
ni los barcos destinados, de esta provincia a otra seríut obligados a entrar, a
anclan, o pit—_au derechos en otra.
Arl. /5"- No pennittt.se haga ley pua¡ esta.provincia sobre bienes de extranjeros que mueren intestados, sobre multas y contiscaciones que se aplicaban antes id rey, y sobre territorios ale éste. mientras ella no fonna su reglinnento y determine a qué fondos deben aplicarse, como única al derecho de hacerlo
en lo económico de su jurisdicción.
Ar1. 16"-Que esta provincia tendrá su constitución territorial; y que ella
tiene el derecho de sancionan la general de las Provincias Unidas que fonne la
Asamblea Constituyente.
Arí. 17"- Que esta provincia tiene derecho pira levantar los regitnielnos
que necesite, nontbrau los oficiales de cotnpaftía. reglar la milicia de ella para la
se.guridad de su libertad, por lo que no podrá violarse el derecho de los pueblos
pina guardar y tener annas.
Arl. /.S"- El despotismo tnililau serió precisaunente aniquilado can trabas
constitucionales que aseguren inviolable la soberiuií:i de los pueblos.
An. 19"-Que precisa e indispensable sea nuera ale Buenos- Aires donde
resida el sitio del iobiento de las Provincias t latidas.
Arl. 20"-La constitución iauiutirá a las Provincias Unidas una forma de
gobierno republicana, y que itseeure a cada una¡ de ellas de las valencias domésticas, usurpaciones de sus derecttos, libertad y seguridad de su soberanía, que
con la fuerza annada interne alguna de ellas sofocar los principios proclamiados. Y asilpislno prestará toda su atención: para preservar il esta provincia las
ventajas dula libertad, y in<unener un ~,ohierno libre. de piedad, justicia, moderación e industria. Para lodo lo cual,'etc.-Dclinte de Montevideo, 13 de abril
de 12113. -Arligus. - ES copia.
149
REGLAMENTO PROVISIONAL PARA LA
RECAUDACION DE LOS DERECHOS EN
LOS PUERTOS DE LAS PROVINCIAS
CONFEDERADAS.
"' CUARTEL GENERAL,
9 DE SETIEMBRE DE 1815
Reglamento Provisional que observarán los recaudadores de derechos que
deberán establecer en los puertos de las provincias confederadas de esta Banda
Oriental del Paraná, hasta el formal arreglo de su comercio.
Derechos de introducción:
Primeramente los buques menores pagarán dos pesos de ancleo en los puertos y cuatro los mayores.
Un veinticinco por ciento en todo efecto de ultramar sobre el aforo del
pueblo a excepción de los siguientes:
Los caldos y aceites, el treinta por ciento.
La loza y vidrios, el quince por ciento.
El papel y el tabaco negro, el quince por ciento.
Las ropas hechas y calzados, el cuarenta por ciento.
Los demás efectos de ultramar, el veinticinco por ciento indicado.
Derechos de introducción en los frutos de América:
Pagarán solamente un cuatro por ciento de alcabala:
Los caldos, pasas y nueces de San Juan y Mendoza.
Los lienzos de Tocuyo y el algodón de Valle y Rioja.
La yerba y tabaco del Paraguay.
los ponchos, jergas y aperos de caballo.
Los trigos y harinás.
Estos y demás frutos de América pagarán un cuatro por ciento. Además
pagarán un cuatro por ciento los hacendados en la introducción de los cueros,
así vacunos como caballares. Los sebos, las crines, los cueros, chapas y puntas
150
de los mismos
Libre de derechos en su introducción: ,
El azogue, las máquinas, los instrumentos de ciencia y arte, los libros e
imprentas, las maderas y utblazones, la pólvora, azufre. salitre y medicina, las
amas blancas y de chispa y todo luin .unento de guerra. La plana y el oro sellado
o el] chafalonías, labradas, en pasta o en barra.
Derechos de extracción:
'todo (rato de estos países pagará en su salida un cuatro por ciento de dereclio a excepción de los siguientes:
ta cuero de macho, una real por cada cuero de ramo de guerra, un cuatro
por cielito de alcabala y dos por ciento de subvención. Los de hembra, los
mismos derechos.
El 1 cuero de yegua mi medio real, r.uno de guerra, cuatro por ciento de alcabaht y dos por cielito de súbvención. -., ..
Hl seho, las crines, los cueros. chapas y puntas ale los inisnuos, el ocho por
cicnlo. • . .. . . , .
Las sudas, becerros y bitJ.ui.as, las peleterías de carnero, nutria. venado
gll.ui.ico y demás dcf país, el ocho por ciento.
La plana labrada en piña o chafalonía el doce por cielito.
I_a plata sellada. el seis por cielito de salir¡.[.
II oro sellarlo, el diez por cielito.
I:I,jabón, la cenizas, el carbón, la leña y demos productos de estos países, el
cuatro por cielito de alcabala en su salida.
Libres de derechos en su salida:
Las li:uinas de maíz y las pilletas Jabricadas con el inisino.
Son igti.Jmente libre de todo derecho los el'cdos exportados para la c.mipaira y pueblos del interior. fan ellos pagarful uolanlenle treinta pesos :mualmente.
por ramo de alcabala, cada una de Iras pulperías o tiendas existentes mellas.
Visto este « gl.miento, qued:ui:tbolidos todos los deu>ás derechos .mterioranente instituidos, y para su cumplimiento lo lirinc en este Cuartel Cienertl, a 9
de selienihre de 1815.
.losé Artigas.
151
REGLAMENTO PROVISORIO DE LA
PROVINCIA ORIENTAL PARA EL FOMENTO
DE LA, CAMPAÑA Y SEGURIDAD DE SUS
HACENDADOS.
CUARTEL GENERAL,
10 DE SETIEMBRE DE 1815
I"- 171 señor alcalde provincial, además de sus t'acultades ordinarias, queda autorizado Para distribuir terrenos y velar sobre la traunquilidad del vecindario, siendo el juez inmediato en todo el orden ale la, presente instrucción. .
?"- l in atención a la vasta extensión de la cannpvña podrá instituir tres subtenientes de provincia, señalándoles su jurisdicción respectiva y facultútdolos
seeúrt este reelvnento.
- l" - Uno deberá instituirse entre Uruguay y Río Negro, otro entre Río
Ne~_no y Yí; otro desde Santa Lucía basta lar costa del finar, quedando el señor
alcalde provincial con lar jurisdicción inmediata desde el Yí hasta Samoa Lucía.
1" - Si para el desempeño de tan importante comisión hallare el señor
alcalde provincial. y subtenientes de provincia, necesitarse de tnás sujetos podrá cada cual instituir en sus respectivas jurisdicciones jueces pedámeos, que
ayuden a ejecutar las medidas adoptadas para el establecimiento del mejor orden.
5" - Estos comisionados darán) cuenta a sus respectivos subtenientes de
provincia; éstos al señor alcalde provincial, de quien recihir:un las órdenes precisas; éste las recibirá del ~_obienno de Montevideo, y por este conducto serán
lntsmisibles otras cualesquiera que además de las indicadas en esta instrucción,
se crean adaplabies alas circurtsl:mcias.
G'- Por adnora el señor alcalde provincial y demás subalternos se dedicar;un a liunentar con brazos útiles tan población de la campaula. Parra ello revisará
cada uno, en sus respectivas jurisdicciones, los terrenos disponibles: y los sujetos dignos de esta .rucia con prevención que los ntáx infelices senut los rnás
privile,_i.tdos. En consecuencia, los negros libres, los zvnhos de esta clase. los
indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suerte de estancia,
si con su trabajo y hombría de bien propenden a su lelicidad y a las de la provincia.
152
7º -Senil igualmente agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos. Seran
igualmente los casados a los tuneric:mos solteros, y éstos a cualquier extrtnjeno.
8º - Los solicitantes se apersonarán :une el señor alcalde provincütl. o los
subaltemós de los partidos, donde eligieron'el terreno deisu población. Estos
darán su inúonne al•sefnor alcalde provincial y éste al gobierno de Montevideo
de quien obtendrán lit legitimación déla donación, y in tn:uca quedeba distin g_uir las haciendas del interesado en lo sucesivo. Para ello, al tiempo de pedir la
gracia se infonriará si el solicitante tiene ti no marca, si la tiene será archivada
en el libro de marcas, y de no, se le dará en la fonna acostumbrada.
91 -1:1 M. 1. Cabildo Gobernador de Montevideo despaclnarí estos rescriptos
en la liorna que estime más,conveniente. Ellos y las marcas serán dados
gracios:unente, y se obligará al regidor encargado de propios de ciudad, lleve
una razón exacta de estas donaciones de la provincia.
10 º-Los agraciados serán puestos en posesión desde el momento que se
lua__a lit denuncia por el señor alcalde provincial o por cualquiera de los subalternos de éste.
11º- Después de la posesión scr:un obligados los agoraciados por el señor
alcalde provincial o demás subalternos a filitnar un riuicho y dais córrales en el
término preciso de dos meses, los que cumplidos. si se advierte omisión, se les
reconvendrá para que lo efectúen en un mes más, el cual cumplido, si se advierte la misma negligencia, será aquel terreno donado a otro vecino más laborioso
y benéfico :t Ion provincia: '
12 º- Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos que hasut la fecha no se hallan indultados por el
*jefe de lit provincia para poseer sus :ulliguas propiedades.
l3 º - Seráun igualmente repitrtibles lodos aquellos terrenos que desde el
:uno 12;10 hasta el de 1815, en que entraron los orientales a la plaza de Montevideo, hayan sido vendidos o donados por el gobierno de ella.'.
14 º En esta clase de terrenos habrá lit excepción siguiente: si fuerant donados o vendidos a orientales o a extraños; si a los primeros, se les donará una
suerte de estancia conforme al presente reghunento; si a los segundos, todo es
disponible en la forma dicha.
l5 º - Para repartir los terrenos de europeos y malos americanos se tendrá
presente si éstos son casados o solteros. De éstos todo es disponible. De aquéllos se atenderá al número de sus hijos, y con concepto a que éstos no sean
pcriudic.:ndos, se les dará lo bastante para que puedan mantenerse en lo sucesivo, siendo él resto disponible, si tuvieren dennasiado terreno.
16° = La demarcación de los terrenos agraciables será legua y media de
frente: y dos de fondo, eh lar inteligencia que puede hacerse más o menos éxtensiva I:j dennarcación, según leo localidad del terreno, en el cual siempre se propórcionará aguadas, y si lo pennite cl lugar, linderos fijos; quedando al lelo de
los comisionados, economizar el terreno en lo posible, y evitar en h sucesivo
153
desavenencias entre vecinos.
17º- Se velará por el gobierno. el señor alcalde provincial y demás subalternos para que los agraciados no posean más que una suerte de estancia; podrfut ser privilegiados sin embargo, los que tengan más que una suerte de chacra: podr:m también ser agraciados los americanos que quisiesen mudar de posesión, dejíutdo las que tienen a bcnéticio de la provincia.
18 º- Podr:m reservarse únicamente para beneficio de la provincia el Rincón de Pan de Ázúc:u y el del Cetro, para mantener las reyunadas de su servicio.
I :I Rincón del Rosario, por su extensión, puede repartirse hacia el lado ale afuera entre allunos agraciados, reservandio en los lbndos una extensión hast:utc a
mantener cinco Z seis mil reyunos de los dichos.
19 º- Los agraciados, ni podría enajenar, ni vender estas suertes de estancia, ni contraer sobre ellos débito alguno, b:kjo ta pena de nulidad hasta el arre,,lo lonnal de la provincia, en que ella deliberará lo conveniente.
20 º - El M. 1. Cabildo Gobernador, t) quien él.comisione, me pasará un
estado del número de agraciados y sus posiciones para ¡ni conocimiento.
21 º" - Cualquier terreno anteriormente agraciado entrará en el orden del
presente reel:mtento, debiendo los- interesados recabar por medio del señor alcalde provincial su legitimación en ti¡ manera arriba expuesta, del M. 1. Cabildo
de Montevideo.
22 º- Para facilitar el adelantamiento de estos agraciados, quedan facultados
el señor alcalde provincial y los res subtenientes de provincia, quienes únicamente podr:m dar licencia para que dichos agraciados se reúnan y saquen animales, así vacunos como caballares, de las mismas estancias de los europeos y
malos aneric:mos que se hallen en sus respectivas jurisdicciones. En manera
alguna se permitirá que ellos por sí solo lo hagan: siempre se les señalará un
juez ped:meo, y otro comisionado para que no se destrocen las haciendas en las
correrías, y las que se tomen se distribuyan con igualdad entre los concurrentes,
debiendo igualmente celar así el alcalde provincial. como los demás subalterttos, que dichos g:utados agraciados no sean aplicados a otro uso que al de
amansarlos, caparlos y sujetarlos a rodeo.
23 º-También prohibiríut todas las manazas a los hacendados, sino acreditan ser ganados de su marca; de lo contrario senut decomisados todos los
productos, y mandados a disposición del gobierno.
24 º- En atención a la escasez de ganados que experimenta la provincia se
prohihirá toda tropa de ganado para Portugal. A1 trismo tiempo que se prohibiría a los mismos hacendados la matanza del hembraje, hasta el restablecimiento
de la campaña.
25º -Para estos fines, como para desterrar los vagabundos, aprehender
malhechores y desertores, se le dará ¿ti señor alcalde provincia¡, ocho hombres
y un sargento, y a cada tenencia de provincia, cuatro soldados y un cabo. El
cabildo deliberará si éstos debería ser de los vecinos, que deberán mudarse
mensualmente, o de soldados pateos que hagan de esta suerte su fatiga.
154
26 º- Los tenientes de provincias no entenderán en delnauldas. Esto es
privativo del señor alcalde provincial, y de los jueces de los pueblos y partidos.
27 º- Los destinados a esta comisión, no tendrán inro I jércicio que disuihuir terrenos y propender a su fomento, velar, sobre la aprchensn~n ílé los vágos,
remitiéndolos ti a este Cuartel General, o al gobienlo de Mytjltevideio"pa:l el
servicio de las armas. En consccuen~i:i. Icis•Iúicendtidós,dínful pápeléiás a sus
peone;, y los que se hallaren sin este requjsito; y sió otro ejercí :ió que vagar,
serful remitidos en la fonna dicha.
28 º- Serfut.i__u:tlmente remitidos n este Cuartel General los desertores con
,..
iulmls o sin ellas que sin licencia de'sils jía'es se encuentren en alguntls de esas
jurisdicciones. ••
29 º- Serfm igualmente remitidos por ihsnti:ilícrn~ial :il'c:tide provincial
cualquiera que comctiere:tlgúll boinicidili, hurto ti violencia con cualquier vecino de sal jurisdicción. A1 efecto lo remitirá asegurado ante el señor alcalde
provincial y un oficio insinu<uldole del hecho. Con este oficio, que servirá de
cabeza de proceso a la causa del delincuente, lo relnítirá el señor alcalde provincial al gobierno de Montevideo, parto que éste torne los infonnes convenientes, y proceda al castigo según cl delito.
'Podo lo. cual se resolvió de comúil :l'cilenlo'con el señor alcalde provincial
don Juan León y don León Pémz, delegados con este ('ni: y para su cumplimiento lo linllé en este Cuartel General a 10 de sclielnbrc de 1815.
José Artigas
NO'T'A: In el artículo 13, se le agrega esta cláusula: "No comprendiéndose
en este artículo los patriotas acreedores a esta graciiC.
Está confonnle con su original y por orden del excelentísimo Cabildo Gobernador expedido el presente que certifico y linno en Montevideo, a 30 de
seticmbrede 1815.
(fir:nudo) Pedro M. roe luveprn
.Secretario
pacto celebrado en la capilla dEl. pilar entre los gobernadores de 1115 provincias de buenos ¿tires, nn:muel de sarratea; de sauna fe, esuunislao lopec, y de
entre ti< )s, francisco raunirei. capilla del pilar, 23 de febrero de 1820.
Convencióll.hecha y concluida entre los ~_obenladores don Manuel Sarratea
de la provincia de Buenos Aires, don I•nulciscu Raunírez de la de Entre Ríos,
don Hstwlislao López de la de Santa Pe, cl día, veintitrés de lerero del año del
-Señor mil ochocientos veinte, con el fin de lenllinar oil guerra suscitada ente
dichas provincias, de proveer a la seguridad ulterior de ellas y de concretar sus
fuerzas y recursos de un gobienlo federal, a cuyo objeto loan convenido en los
155
artículos siguientes:
Art. 1 º -Protestan las partes contratantes que el voto de la nación, y muy
particularmente el de las provincias de su mando, respecto al sistema de gobierno que debe regirlas, se ha pronunciado en favor de la federación que de hecho
admiten. Pero que debiendo declararse por diputados nombrados por la libre
elección de los pueblos. se someten a sus deliberaciones. A este fin, elegido que
sea por cada provincia populamneitte: su respectivo representante; deberán los
res reunirse en el convento de San Lorenzo de la provincia de Santa Fe a los
sesenta días contados desde la rátiticación de esta convención. Y corno están
persuadidos que todas las provincias de lánación aspiran a la organización de
un gohierno cenual, se cmnpronieten cada uno de por sí de dichas partes contratantes, a invitarlas y suplicarles concúrran con sus respectivos diputados para
que acuerden cuanto pudiere convenirles y convengan al bien general.
Art. 2 º- Allanados como han sido todos los obstáculos que entorpecían la
amistad y buena annonía entre las provincias de Buenos Aires; Entre Ríos y
Sanar Fe en una guerra cruel y sangrienta por la ambición y criminalidad de los
malos hombres que habían usurpado el antmdo de la nación o burlado las instrucciones de los pueblos que representaban en el congreso. cesarán las hostilidades desde hoy,1 retirándose las'üivisioties beligerantes de Santa ,Fe y Entre
Ríos a sus respectivas provincias.
Art. 3 º- Los gobernadores de Santa Fe y Entre Ríos por sí y a nombre de
sus provincias, recuerdan a la heroica provincia de Buenos Aires, cuna de la
libertad de la nación, el estado difícil y peligroso, a que se ven reducidos aquellos pueblos hermanos por la invasión con que los amenaza una potencia extrmtjera que con respetables fuerzas oprime la provincia aliada de la Banda
Oriental. Dejan a la reflexión de unos ciudadanos am interesados en la independencia y felicidad nacional el calcular los sacrificios que costará a los de
aquellas provincias atacadas al resistir un ejército imponente, careciendo de
recursos, y aguardan de su generosidad y patriotismo auxilios proporcionados
a lo arduo de la empresa, cienos de alcanzar cuanto quepa en la esfera de lo
posible.
Art. 4 º- En los ríos de Uruguay y Paraná navegeuJum únicamente los buques de las provincias amigas, cuyas costas sean bañadas por dichos ríos. El
comercio continuará en los términos que hasta aquí, reservándose a la decisión
de los diputados en congreso cualquier reforma que sobre el particular solicitaren
las partes contratantes. Art. 5º - Podrán volver a sus respectivas provincias aquellos individuos
que Por diferencia de opiniones políticas hayan pasado a la de Buenos Aires, o
de ésta a aquéllas, aún cuando hubieren tomado annas, y peleado en contra de
sus compatriotas, serán repuestos al goce de sus propiedades en el estado en
que se encontraren, y se echará un velo a lodo lo pastado.
Art. 6º - El deslinde de territorio entre las provincias se retnitirá, en caso
de dudas, a la resolución del congreso general de diputados.
156
Art. T'- La deposición de la antecedente administración ha sido la obra de
la voluntad general por la repetición de crímenes con que comprometía la libertad de la nación con otros excesos de una magnitud enorme. Ella debe responder enjuicio público ante el tribunal que al efecto se nombre; estt.medida es
muy particulannente del interés delos_jefes del ejército, federal que quieren
justificarse de los motivospodereisos que. les impelieron x declarar la guerra
contra Buenos Aires en noviembre del año;próximo pasado, y conseguir era la
libertad de esta provincia la de las demás unidas.
Art. 8"- Será libre el comercio de armas y municiones de guerra de todas
clases en las provincias federadas: . , , ; .
Art. 9',- Los prisioneros de guerra de una y otra parte serán. puestos en
libertad después de ratificada esta convención fiara que se restituyan a sus respectivos ejércitos o provincias.
Art. 10"-Aunque las partes conuatmtes están convencidas de que lodos
los artículos arriba expresados son confonnes con los sentimientos y deseos del
excelentísimo señor capitán general de la Banda Oriental, don losé Artigas,
según lo ha expuesto el señor gobernador de Entre Ríos, que dice hallarse con
instrucciones privadas de dicho señor excelentísimo para este caso, no teniendo
suficientes poderes en forma, se ha acordado remitirle copia de esta nota, para
que, siendo de su agrado, entable desde luego las rehaciones que puedan convenir a los intereses de la provincia de su mando, cuya incorporación a las demás
federadas se miraría como un dichoso acontecimiento.
Art. 1 I°-A las cuarenta y ocho horas de ratificados estos tratados por la
junta de electores dará principio a su retirada el ejército federal hasta pasar el
Arroyo del Medio. Pero atendiendo al estado de devastación a que ha quedado
reducida la provincia de Buenos Aires por el continuo paso de diferentes tropas, verificará dicha retirada por divisiones de doscientos hombres, para que
así sean mejor atendidas de víveres y cabalgaduras, y para que los vecinos
experimenten menos gravámenes. Queriendo que los señores generales no encuentren inconvenientes ni escasez en su trímsito p<ua.sí o para sus tropas, el
setior gobernador de Buenos Aires nombrará un individuo que con este objeto
les compañe hasta la línea divisoria.
Art. l2"-En el término de dos días, o antes, si fuera posible, será ratificada esta convención por la muy honorable junta de representantes. -Fecho en
la Capilla del Pilar a 23 de febrero de 1820. - Manuel de Sarralea, Fslanislao
López, Francisco Rarnírez.
157
INDICE
CAPITULO VII: 1:1. AUTONOMISMO ORIENTAL
Y EL CENTRALISMO PORETEÑO
EL CONFLICTO POLITICO ,
Motivos del conflicto La misión de Larrañaga
El Congreso de la Capilla de Maciel .La ruptura con el gobierno porteño
LA DOMINACION PORTEÑAY LA RESISTENCIA ORIENTAL
La caída de Montevideo
Las nuevas autoridades y su gestión
La resistencia oriental
6
9
11
16
17
18
22
CAPITULO VIII: EL AÑO XV Y
El. CONGRESO DE TUCUMÁN
LA CRISIS DEL AÑO XV
Los orígenes de la crisis
El pronunciamiento de Fontezuelas
Repercusiones en Buenos Aires
La caída de Alvear
El nuevo Gobierno
El Estatuto Provisional del año XV
El Nuevo Directorio EL CONGRESO DE TUCUMÁN
Los diputados y sus instrucciones
Instalación y tendencias
Elección de Pucyrredón
El temario del Congreso
La declaración de la Independencia
La discusión sobre torna de gobierno
LA POLITICA DEL DIRECTOR PUEYRREDON
Pueyrredón en el Directorio
Pueyrredón en Buenos Aires
Política financiera y económica . .
LA MONARQUIA EN El, RIO DL, LA PLATA
La política inglesa y la cuestión hispamomnericana
Fernando VII y la política del Zar
La política de Francia
La política de Portugal
158
26
28
29
29
31
32
34
34
35
35
37
38
39
41
43
47
49
50
51
52
Misión de Valentín Gómez
En el Congreso de Aix-la-Chapelle
Valentín Gómez en París
La constitución de 1819
Aceptación del Príncipe de Luca
52
53
53
54
55
CAPITULO IX: LA LIGA FEDERALLAS BASES DEL SISTEMA FEDERAL.
La promoción del federalismo
Las raíces de la integración federal
Naturaleza del sistema federal
ARTIGAS Y LAS PROVINCIAS
La conformación de la Liga Federal
Relaciones con Portugal y el Paraguay
La consolidación de la Liga Federal
El Protectorado y el nuevo Directorio
El Conereso del Oriente
l.A POLITICA ECONOMICA DEI. PROTECT'ORADO
La regulación del Comercio exterior
El tratado de comercio con los ingleses - •
Las gestiones con el cónsul noreamericano
CAPITULO X: LA PROVINCIA ORIENTAL AUTONOMA
EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACION
Los artiguistas en Montevideo
La facción otorguesista y el Cabildo
Cambios institucionales
EL REGLAMENTO DE TIERRAS
Antecedentes
Contenido
El proyecto de agricultura
EL COMERCIO Y LA PROMOCION INDUS'T'RIAL
El fomento del comercio
El fomento de las industrias
CULTURAY EDUCACION
La Escuela de Primeras Letras
La prensa
La Biblioteca Pública
La Casa de Comedias
LA IGLESIA ORIENTAL
La revolución y la Iglesia
Artigas y Larrañaga
Los padres franciscanos
57
58
59
62
64
66
67
68
69
71
72
73
75
78
81
85
88
89
91
92
93
94
95
95
96
98
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CAPITULO XI: LA INVASION PORTUGUESA
Y LA OFENSIVA UNITARIA
LA INVASION PORTUGUESA
Antecedentes y orígenes
El patriciado portciio y la Corle de Río
Simulacro porteño, de guerra a Portugal
la guerra con los portugueses
La guerra en el triar: los corsarios
LA OFENSIVA UNITARIA
1;1 asalto porteñisla a las Provincias Federales
La euerra con el Directorio
La mediación de Chile y San Martín
La caída del régimen directorial
100
103
108
110
115
118
120
126
127
CAPITULO XII: LA CRISIS DEL AÑO XX
EL. TRIUNFO FEDERAL.
Buenos Aires después de Cepeda
Sarratea, Gobernador
El "Tratado de] Pilar
LAS DIVERGENCIAS ENTRE ARTIGAS Y RAMIREZ
Artigas rechaza el Tratado del Pilar
La lucha entre Artigas y Ramírez
132
133
134
135
137
APÉNDICE DOCUMENTAL.
Oración inaugural del Congreso de Abril
Acta del Congreso de Abril donde se decidió el reconocimiento
Condicionad de la Asamblea Constituyente
Instrucciones que se dieron a los diputados de la Provincia
Oriental para el desempeño de su misión ante la Asarríblea
Constituyente de Buenos Aires
lLe,g, lamento provisional para la recaudación de los derechos
en los puertos de las provincias Confederadas
Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el
fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados
Este libro se terminó de imprimir en el mes de abril de 1998
en Mariano Más - Perú 555, Buenos Aires.
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