El Demonio ¿todo lo puede?

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El Demonio ¿todo lo puede?
Escritores Actuales / Ortega Trillo Alejandro L.C.
Por: Alejandro Ortega Trillo | Fuente: Catholic.net
Al demonio le gusta blofear. Se jacta de un mundo lacerado por violencias, injusticias, abusos, escándalos, genocidios, hambrunas,
vidas despilfarradas y muertes. Pero hubo una vez un “¡cállate!” que silenció su arrogancia. El demonio sabía bien quién se lo mandaba.
Y obedeció.
Satanás y los demonios son ángeles caídos. El Concilio IV de Letrán (1215) dice de ellos: “Porque el diablo y demás demonios, por Dios,
ciertamente, fueron creados buenos por naturaleza; mas ellos, por sí mismos se hicieron malos”. Algunos teólogos, como san Cipriano,
sugieren que en el origen de la rebelión angélica hubo un movimiento de envidia hacia el hombre, creado por Dios a su imagen y
semejanza.
El demonio y sus secuaces han hecho de todo para pervertir el plan divino. La historia universal es testigo de la acción demoniaca sobre
el mundo, cuyas “victorias” suscitan perplejidad, consternación y no pocos cuestionamientos. El Catecismo de la Iglesia Católica
reconoce esta experiencia: “La fe en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento. A
veces Dios puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal” (n. 272).
El Papa Benedicto XVI, al visitar el campo de concentración de Auschwitz en 2006, dijo: “En un lugar como éste se queda uno sin
palabras; en el fondo sólo se puede guardar silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor,
callaste? ¿Por qué toleraste todo esto?”. Y añadió: “¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo
tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?”. Estas palabras son un eco dramático de tantas otras que se dirigen a Dios
desde cualquier punto de la tierra donde el mal parece triunfar. El Papa, sin embargo, dio un giro a su reflexión al concluir: “Nosotros no
podemos escrutar el secreto de Dios. Sólo vemos fragmentos y nos equivocamos si queremos hacernos jueces de Dios y de la historia”.
El silencio de Dios es misterioso pero no ineficaz. El triunfo del mal es siempre pasajero. Jesús anticipó su derrota definitiva con aquel
“¡cállate!” en los comienzos de su ministerio. Un “¡cállate!” que se repetirá de nuevo al final de los tiempos. Entonces callarán las
guerras, las violencias, las agresiones; callarán las injusticias, los abusos y las marginaciones; callarán las provocaciones, los
escándalos y las tentaciones; callarán las envidias, las rivalidades y los celos; callarán las avaricias, los fraudes, las estafas y las
extorsiones; callarán las mentiras, las calumnias y las difamaciones; callarán las vulgaridades, las blasfemias y las obscenidades;
callarán las agresiones a la vida, las mutilaciones, las esclavitudes y las adicciones; callarán las magias, los engaños y las
supersticiones.
El demonio, en su engreimiento, insinúa al hombre que él está al nivel de Dios. Incluso que el mal, puesto en la balanza con el bien,
tiene más peso. El “¡cállate!” de Cristo prueba lo contrario: Dios es el Creador y el demonio, una creatura; Jesús es Dios y el demonio,
un “pobre diablo”; la potencia de Dios es absoluta y la del demonio, relativa, hasta donde Dios se la permita.
La primera victoria definitiva de Dios sobre Satanás en la historia de la humanidad se llama María. Ella fue el primer “terreno humano”
incontaminado por el mal. Que Ella nos alcance la gracia de confiar, de batirnos en la lucha contra el pecado con serenidad y
perseverancia. No importa si en el pasado caímos muchas veces, y si en el presente experimentamos el peso de nuestra debilidad; no
importa cuán insistentes y agresivos sean los embates del Maligno; la certeza siempre es ésta: ¡Dios es más fuerte!
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Alejandro Ortega Trillo es sacerdote legionario de Cristo, licenciado en filosofía, maestría en humanidades clásicas, conferencista y
escritor. Es autor de los libros Vicios y virtudes y Guerra en la alcoba. Actualmente ejerce su ministerio sacerdotal en Roma.
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