QUERELLA, REQUISITOS DE LA, TRATANDOSE DE PERSONAS

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300999. . Primera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo C, Pág. 681.
QUERELLA, REQUISITOS DE LA, TRATANDOSE DE PERSONAS FISICAS Y
MORALES. El ofendido, de acuerdo con sus intereses, puede o no presentar su querella; en
el primer caso, nadie puede hacerlo a su nombre sin la debida representación; en el segundo,
su simple abstención basta para mantener inactivo el órgano judicial. Por tanto esa facultad
que la ley confiere al particular, presenta las características de una acción personal que el
ofendido pone en ejercicio mediante el instituto de la querella, como condición previa para la
intervención posterior del Ministerio Público en el desarrollo de sus atribuciones. Que la
querella constituye una acción que pertenece en forma exclusiva al ofendido, lo pone de
manifiesto el hecho de que la misma es revocable. Deducida la querella e iniciado el juicio, el
querellante puede desistirse de la misma, ya que a ello equivale el perdón que puede otorgar
el ofendido, en los términos del artículo 93 del Código Penal. Siendo, en consecuencia, la
querella, un derecho potestativo para el ofendido, tal derecho no puede ser ejercitado sino por
su titular. Lo contrario desvirtuaría la finalidad de su instituto, que no es otra que dejar a los
particulares ofendidos obrar en la forma que mejor convenga a sus intereses. Nuestro derecho
positivo consagra este principio de la fracción I del artículo 262 del Código de
Procedimientos Penales del Distrito Federal y, por lo tanto, las disposiciones relativas a la
querella deben interpretarse de manera que se cohonesten y respondan a la esencia de su
institución. Nuestro legislador de 1931, preocupado por la frecuente impunidad de delitos de
índole sexual, sobre todo realizados en agravio de menores, por carecer éstos del
discernimiento necesario para querellarse, atenta su incapacidad procesal que les imponía la
necesidad de hacerlo por medio de su representante legal ante la posible, falta de la
documentación comprobatoria de su estado civil y de la personalidad de sus representantes,
trató de hacer más accesible, en su beneficio, el ejercicio de esa facultad, disponiendo al
efecto en el artículo 264 del Código de Procedimientos Penales del Distrito Federal: "Cuando
para la persecución de los delitos se haga necesaria la querella de la parte ofendida, bastará
que ésta, aunque sea menor de edad, manifieste verbalmente su queja, para que se proceda en
los términos de los artículos 275 y 276", y agregando: "Si a nombre de la persona ofendida
comparece alguna otra, bastará para tener por legalmente formulada la querella, que no haya
oposición de la persona ofendida". Una interpretación correcta de la última parte del precepto
citado nos lleva a la conclusión de que la misma alude tan sólo a una representación
específica, o sea, que para tener formulada la querella en los delitos perseguibles a instancia
de parte, es suficiente que el ofendido manifieste verbalmente su queja; y cuando sea menor
de edad, basta la comparecencia de cualquier persona a su nombre. Esta interpretación lejos
de destruir la esencia de la querella, se compagina con la finalidad de su instituto y se
encuentra corroborada, además, por el contenido del artículo 115 del Código Federal de
Procedimientos Penales, redactado con posterioridad al 264 del Código de Procedimientos
Penales del Distrito, en lo que se inspira, y que expresa: "Cuando el ofendido sea menor de
edad, puede querellarse por sí mismo, y si a su nombre lo hace otra persona, surtirá sus
efectos la querella si no hay oposición del ofendido". Por otra parte, el señor licenciado Juan
José González Bustamante, en su libro "Principios de Derecho Procesal Mexicano", página
202, dice: "las mujeres, lo mismo que los menores, pueden querellarse, pero si a nombre de
los menores de edad lo hace otra persona, para que surta efectos la querella se necesita que no
haya oposición del directamente ofendido". Pero pretender que cualquiera persona, en todos
los casos, puede formular querella a nombre del ofendido, nos llevaría al absurdo de invalidar
la finalidad de ese instituto, que no es otra sino la de que los particulares ofendidos obren en
la forma más conveniente a sus intereses, pues se les despojaría de un derecho estrictamente
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subjetivo, que sólo puede ser ejercido por su titular, nulificándose la institución de la
suspensión del procedimiento a que alude la fracción II del artículo 477 del Código de
Procedimientos Penales del Distrito Federal, y haciéndose nugatorios los efectos del
consentimiento como medio extintivo de la acción penal que consagra el artículo 93 del
código de la materia, ya que el presupuesto de la aceptación de la ofensa por la inactividad
del lesionado, resultaría inoperante si el procedimiento pudiera iniciarse merced a la
intervención de terceros. No debe tampoco olvidarse que el Ministerio Público exige
invariablemente la ratificación de la querella cuando por el ofendido la deduce un tercero,
antecedente que implícitamente presupone que el titular de la acción pública interpreta la
frase "que no haya oposición de la persona ofendida", en el sentido de que para cerciorarse de
que tal oposición no existe es necesaria esa ratificación. Y si esta interpretación es válida
tratándose de ofensas inferidas a las personas físicas, con mayor razón debe prevalecer
cuando el ofendido es una persona colectiva, porque en estos casos, el delito no lesiona
personalmente a los miembros de la asociación, sino al interés colectivo de la misma y, por lo
tanto, la querella no puede ejercitarse individualmente por cualquiera de los asociados, ni
tampoco por el funcionario que ostente su representación jurídica para los asuntos ordinarios,
sino tal sólo por aquel de sus órganos a quien la ley y los estatutos han otorgado capacidad
procesal para ese efecto y al que específicamente se ha investido de una singular y exclusiva
competencia para esos asuntos extraordinarios.
Amparo penal en revisión 9126/48. Gómez Zepeda Luis y coagraviado. 6 de mayo de 1949.
Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Luis Chico Goerne. La publicación no menciona el
nombre del ponente.
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