Ramón Acín: El dueño de las palabras

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I.E.S. Pedro Laín Entralgo, Híjar (Teruel)
Ramón Acín: El dueño de las palabras
José Antonio García Fernández
Programa de “Invitación a la lectura”
Curso 2005-2006
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Índice
1. Biografía de Ramón Acín -------------------------------------------------------------------- 3
2. Los dedos de la mano, 1992 ----------------------------------------------------------------- 6
3. La vida condenada, 1994 -------------------------------------------------------------------- 7
4. Los que están al filo, 1999 ------------------------------------------------------------------- 8
5. Extraños, 2000 ------------------------------------------------------------------------------ 10
6. Cinco mujeres en la vida de un hombre, 2003 ------------------------------------------ 14
7. Secretos del tiempo escondido, 2005 ----------------------------------------------------- 17
8. El programa de “Invitación a la lectura” (desde 1985) -------------------------------- 18
2
1. Biografía de Ramón Acín
R
amón Acín Fanlo (Piedrafita de Jaca, Huesca, 1952), doctor en Filología por la
Universidad de Zaragoza, catedrático de Lengua y Literatura, profesor de
educación secundaria, ha desarrollado una extensa labor cultural. Etnógrafo, articulista,
antropólogo y ensayista, profesor, conferenciante, antólogo, novelista, relaciones
públicas…; promotor de intrigas y proyectos, de sueños y realidades, dominador de la
palabra en sus múltiples registros, los oficios de la letra impresa no le son en modo
alguno ajenos.
Creador del programa de “Invitación a la lectura” (en funcionamiento desde
1985), en el que han participado más de setenta centros educativos y más de doscientos
escritores, pensadores y directores de cine, españoles y extranjeros. El programa ha
generado más de 25 monografías y publicaciones dirigidas y coordinadas por Acín.
Escritor y crítico literario, ha colaborado en periódicos (El Día, Andalán, Diario
16, Diario del Altoaragón, Heraldo de Aragón, El Periódico de Aragón) y revistas
especializadas (Quimera, El Urogallo, Cuadernos Hispanoamericanos, Leer, Lucanor,
Barcarola, Alazet, Argensola, Turia, Rolde, Ínsula, Revista de Libros, Letra
Internacional, Tropelías, La Página…). Ha escrito infinidad de artículos y prólogos,
participado en seminarios en España (Zaragoza, Madrid, Burgos, Lérida…) y el
extranjero (Grenoble, Burdeos, Turín, Estocolmo, Ginebra…), y dictado conferencias en
múltiples lugares sobre literatura española contemporánea.
Coeditor de las antologías de narrativa española y aragonesa Máscaras para un
espacio (1990), Estrategias de la memoria (1990) y Palabra revelada (1996). Ha
prologado varias obras literarias como El cazador (de Javier Tomeo), Maribel y la
extraña familia (de Miguel Mihura), Diario de un ladrón (de Jean Genet).
Director literario de las colecciones “Crónicas del Alba”, del Gobierno de
Aragón, “Alba joven”, de editorial Alba, y “Las tres sorores”, de editorial Prames.
Codirector de las revistas zaragozanas de literatura El Bosque (1992-1996, codirigida
por Javier Barreiro) y La Duda (2000). Autor de varios libros de didáctica. Premio
Francisco Giner de los Ríos de innovación educativa en 1984.
Ha sido jurado del Premio Nacional de Poesía (1992) y del Premio Nacional de
Ensayo (2000), y de certámenes literarios como Ciudad de Barbastro, Felipe Trigo,
Benasque, Ciudad de Zaragoza… Fue presidente-fundador de la Asociación de
Escritores Aragoneses (2003).
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Experto en etnología, ha colaborado en revistas especializadas (Folklore, Temas
de Antropología Aragonesa) y en publicaciones colectivas sobre la materia. También ha
escrito libros de viajes.
Como escritor, le gusta la narración en primera persona, llena sus obras de
referencias culturales, principalmente literarias y cinematográficas, evoca su tierra
pirenaica siempre que puede y mezcla la socarronería con la melancolía, los géneros
literarios.
Ensayos
o Narrativa o consumo literario (1975-1987),
Zaragoza, Prensas Universitarias, 1990.
o Los dedos de la mano (J. Tomeo, Soledad Puértolas,
J. Mª Latorre, I. Martínez de Pisón, J. Mª Conget),
Zaragoza, Mira Editores, 1992.
o En cuarentena. Literatura y mercado, 1996.
o Aproximación a la narrativa de Javier Tomeo, 2000.
o La línea que come de tu mano, 2000.
o Jesús Moncada, su universo literario, Zaragoza,
Gobierno de Aragón, 2005. Coordinado por R. Acín.
o Maribel y la extraña familia, Miguel Mihura.
Madrid, Cátedra, 2005. Edición de R. Acín.
Narrativa
o Manual de héroes, Zaragoza, Institución Fernando el
Católico, 1989.
o La vida condenada, Zaragoza, Mira Editores, 1994.
Relatos.
o ¡Los que están al filo!, Barcelona, DVD Ediciones,
1999. Relatos.
o Extraños, Zaragoza, Prames, 2000. Novela.
o La marea, Sevilla, Algaida, 2001. Novela.
o Entre dos mundos, Zaragoza, Gobierno de Aragón,
2002. Novela colectiva. Historia de inmigrantes entre
La Plata y Zaragoza. Edición promovida por el
Departamento de Presidencia del Gobierno de Aragón
con ocasión del hermanamiento de las dos ciudades.
o Cinco mujeres en la vida de un hombre, Sevilla,
Algaida, 2003. Novela.
o Siempre quedará París, Sevilla, Algaida, 2005. Novela.
4
Infantil / Juvenil
o Secretos del tiempo escondido. Cuentos para ser contados, Zaragoza, Prames, 2005.
Ilustraciones de Mariano Castillo. Relatos.
o Terror en La Cartuja, Zaragoza, Edelvives, 2006.
Otros
o La cuenca del Ara: Aula itinerante / ruta práctica, 1985. Libro
de viajes. Con otros autores. Coordinación y autoría.
o Rutas aragonesas: Huesca, Zaragoza y Teruel, Zaragoza, El
Periódico de Aragón, 1990. Libro de viajes. Con otros autores.
Coordinación y autoría.
o Máscaras para un espacio, 1990. Antología.
o Estrategias de la memoria, 1990. Antología.
o Imágenes de cultura popular aragonesa, 1992. Libro de
etnografía. En colaboración con José Luis Acín.
o La cuenca del Ara. A pie y en coche, 1998. Libro de viajes. En
colaboración con José Luis Acín y Carmen Lachén.
o Aunque de nada sirva, 1995. Dietario y, a la vez, libro de viajes y exaltación de la
montaña. En un marco de culturalismo en que se suceden citas y
autores, Acín protesta por el abandono de los pueblos pirenaicos
en un tono melancólico (como Llamazares, en La lluvia
amarilla), y hace al tiempo el canto de cisne de la grandiosidad
del territorio que lo vio nacer: el Pirineo Central, Ordesa, el valle
de Broto…
o Por el Valle del río Ara, 1997. Libro de viajes. Con otros
autores.
o Palabra revelada, 1996. Antología.
o Así me vio, 1997. Dietario.
o Libros colectivos, coordinación y autoría: Por los caminos del
Aragón, Invitación a la lectura…
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2. Los dedos de la mano, Zaragoza, Mira Editores, 1992
L
ibro de crítica literaria dedicado a los
cinco
narradores
aragoneses
más
destacados en opinión de Acín: su admirado
Javier Tomeo, el “joven” Ignacio Martínez de
Pisón, Soledad Puértolas y los dos José Marías
(Conget y Latorre).
Acín se mueve como pez en el agua en
la crítica contemporánea. Para él, la literatura
es vivencia, contacto personal, no carne de
manual. Sus comentarios son atinados y su
exposición, detallada. Usa Acín las fuentes
hemerográficas, las antologías, las entrevistas,
los estudios generales y particulares de manera
solvente y documentada. Abre el volumen una
presentación de Agustín Sánchez Vidal.
De Tomeo, destaca
su
estilo
personalísimo al que el escritor siempre fue
fiel, incluso en los años en que no era
apreciado. Analiza las peculiaridades de la literatura del autor de Quicena (la anécdota
como motor narrativo, el absurdo, lo humorístico, la presencia simbólica de los
animales, lo monstruoso) y destaca sobre todo su “estilo alquímico”, quintaesenciado.
De Latorre destaca su individualismo y excepcionalidad, la preferencia por el
tema social, el uso del irracionalismo, la heterogeneidad de su producción, la influencia
del cine.
Soledad Puértolas es la dama de la literatura aragonesa de hoy. Acín desvela su
sólida formación lectora y las claves de su escritura (la dimensión de la mirada, lo
autobiográfico, la adolescencia y la madurez, la perspectiva narrativa…)
Por Ignacio Martínez de Pisón siente Acín una especial devoción que no sabe
disimular. De él destaca su arte novelesco para dar verosimilitud a las ficciones, la
plasticidad cinematográfica de sus novelas, la búsqueda de la identidad que emprenden
sus personajes…
A Conget, aún de obra breve, lo aprecia Acín en lo que vale: como un valor
seguro de su generación.
El volumen se cierra con unas “Notas biobliográficas” sobre los cinco autores
estudiados y unos valiosos índices de referencia que ayudan al lector.
Los dedos de la mano es el ejercicio inteligente de una crítica así caracterizada.
6
3. La vida condenada, Zaragoza, Mira Editores, 1994
A
cín habla de la parte oscura de lo cotidiano y nos
presenta a sus pobladores: monstruos, antihéroes,
desheredados, marginados… Siete relatos que son
noches, la otra cara de nosotros mismos, el Mr. Hyde
que nos negamos a reconocer.
Influido por Kafka, Carpentier y Valle, sus
narraciones destilan brillos de humor negro, destellos
barrocos y expresionistas en una prosa precisa que
juega con la tradición y el estilo para desplegar todos
sus trucos.
“Cadáver exquisito en una tarde de lluvia”,
relato que abre el volumen, es quizá el más
sobrecogedor de los siete. Una historia que recuerda la
de otros autores aragoneses, como Memorias de una
loca, de Encarnación Ferré, y tata de un esquizofrénico
que, en liza con su otra mitad, está a punto de cometer
un asesinato-suicidio.
“Olvidad falsos profetas”, en el que aparecen
Mauro y la “banda de los doce”, es una
reinterpretación del Nuevo Testamento.
“Elenita la santa” es “un guión o historia de máscaras y palabras” que recrea, en
lenguaje cinematográfico, la historia de santa Elena y la tradicional peregrinación
pirenaica a la ermita a ella advocada.
“Ajbar maymu’a” recrea la historia del ciego de Tudela, irremediablemente
enamorado en su vejez de una bella joven.
Los otros relatos —“Frágil pasado”, “Insomnio”, “Límites del sueño”— son
también de gran interés.
7
4. Los que están al filo, Barcelona, DVD Ediciones, 1999
S
e trata ahora de personajes que viven en
situación límite, entre cordura y locura,
entre vida y muerte, entre realidad y ficción. Hay
indagación psicológica en estos relatos,
reconstrucción
histórica,
mirada
a
la
cotidianidad. Sueños, sexo, miedo, soledad,
dolor, mentira, locura… Una fuerte sensación de
desconcierto y misterio.
Los relatos, narrados en primera persona,
contados por sus protagonistas, masculinos o
femeninos, están agrupados en tres partes:
I.
La
primera
parte,
titulada
“Enfermedades”, es un estudio de distintos casos
de locura.
“Lesbia mía” relata la historia de una
viuda que, después de haber vivido toda la vida
en un caserío, acompañada solamente por su
marido y sus animales domésticos, descubre en
un viaje a Benidorm un esplendor de las carnes
femeninas que ni siquiera había imaginado.
“El pisito” cuenta las desventuras de inmueble de su propietaria, la bella
Claudine.
“Agamenón debe marcharse” es la historia de un triángulo amoroso entre un
hombre, una mujer y un… gato. Y como suele decirse, en cuestiones de amor, tres es
multitud.
“Cardar la lana (Un viaje)” cuenta las terribles consecuencias para una mujer de
un viaje a Túnez, en el que su marido se muere de infarto. Desde entonces, ella vive
traumatizada, hasta que un día aparece otro hombre y todo cambia.
II. La segunda parte, “Sueños”, contiene el relato “Asediado”, dedicado a
Arturo Pérez Reverte, donde un escritor se ve acechado por la imagen de una lolita
seductora, con la que sueña irremediablemente.
III. La tercera parte, “Historias irreverentes”, recrea la época de Giacomo
Casanova o la corte de Enrique IV de Francia con alardes culturalistas del autor.
“La verdadera muerte de Giacomo” es el relato más largo de los que incluye el
libro y presenta a un Casanova viejo, vencido por la edad, aunque dispuesto a
sobrevivirse para la posteridad y con el empeño de dejar expresas sus críticas a la
hipócrita y aristocrática sociedad veneciana. He aquí un fragmento de este relato:
8
“Únicamente, superponiéndose, el débil placebo de un latido borroso. El de los
recuerdos. El de la existencia ya consumida. Perdida. Y rodeada, además, de aristas, las
producidas por un dolor indefinible, melancólico, que clava los mojones, visibles, de lo que ya
nunca volverá a ser. La monótona evocación del pasado como vida única, aunque se halle ya
reducida a cenizas. “La edad, sí, la edad”, repitió con fuerza para oírse como mucho la voz entre
tanto silencio y tanta evocación. Y para sentirse así todavía vivo.
Ni el verde de la campiña en sazón que se extendía hacia el norte, ni el azul del mar, al
este, dando luminosidad al horizonte, ni el ocre de la tierra recién removida de los alrededores de
Mestre y Pallestrina, conseguían arrancarle de tan dolorido sentir. Precisamente cuando otra
primavera volvía a emerger y a hervir con fuerza, él estaba atisbando su declinar y el poderío de
la muerte. En tan triste desazón, un pensamiento agrio debió trepar por su mente precipitándole
aún más hacia la oscuridad. Entonces sentenció: “Morir es dejar de contar, desaparecer, no
reconocerse físicamente en los demás…” Después quedó en suspenso (me hacía sentir como un
muro de lamentaciones, donde sabía que rebotaban sus palabras. Nunca esperaba respuesta, y si
yo se la daba, no era tenida en cuenta. Incluso, quizá ni siquiera recibida) para agregar, esta vez
sonriendo, “…y también no poder palpar los sedosos pechos de una mujer o penetrar entre sus
jugosos labios…” (p. 78).
“Gabrielle D’Estrées” es un relato lleno de erotismo y sofisticación, sobre una
cortesana bellísima amante del rey de Francia.
El volumen se cierra con el relato “En los mares interiores”, también de interés.
9
5. Extraños, Zaragoza, Prames, 2000
U
n título sugerente que recuerda El
extranjero, de Camus, y que habla de
seres insatisfechos, deshabitados por decirlo al
modo de Alberti. Extraños, en plural, es la
historia de un ¿protagonista? y de las personas
que lo rodean y observan, contada con estilo
propio, mezclando géneros: diario, novela,
crítica, informe…, llena de referencias
culturalistas, sobre todo literarias y
cinematográficas. Hay aquí confesión,
memorialismo, psicoanálisis, intriga policial,
erudición.
El escritor Diego Marichal, trasunto del
autor, nacido como él en 1952, en Huesca,
busca el éxito incesantemente. Decide
abandonar a su familia (su mujer, Sara, y su
hijo pequeño) por imitar a Gauguin y otros
artistas. Viaja de continuo en busca de
inspiración, recorriendo ciudades literarias que
conoce artificialmente, a través de las lecturas.
Alejandría, Tánger, Túnez, Madrid, Barcelona,
Trieste, Tel-Aviv…, van pasando por las
paginas de esta novela-collage, hecha de
jirones, de fragmentos que finalmente encajan. Marichal solo encontrará en su
experiencia el fracaso, un vacío existencial difícilmente soportable. Su perpetuo viajar
es tan solo huida hacia adelante.
La historia nos la va contando Acín de manera voluntariamente fragmentaria,
eligiendo como modelo Rayuela, de Cortázar, y su modo de lectura aleatoria. Él mismo
reconoce la dispersión, falta de unidad y heterogeneidad del relato (p. 11). Y usa esta
técnica narrativa con la intención de presentarnos una realidad proteica, de esencia
inasible, para plantearnos la cuestión de los límites del escribir: ¿Para qué la literatura?
Informes policiales, de lecturas y viajes, confesiones, cartas, incluso materiales
anteriores del escritor (relatos publicados con anterioridad como “Frágil pasado” o el
cuento sobre Abu-l’Abbas Al’ama al-Tutili) le sirven a Acín para componer un mosaico
existencial y metaliterario, donde el personaje principal llega a sentirse agobiado
acosado, continuamente vigilado.
Al principio de la historia, Marichal yace en la cama de un hospital y no
recuerda nada. Todo se funde en una nebulosa: lo vivido y lo soñado, lo que se es y lo
que se quiere ser, la vida y la muerte, fracaso y éxito… Hay un fondo de erotismo e
insatisfacción en la historia, mujeres esperadas que no aparecen nunca (como en la obra
de Beckett Esperando a Godot), búsquedas fracasadas, sexo frustrado… Una atmósfera
decadente que se superpone a todo y embarga a los personajes: al escritor de provincias;
al psiquiatra liado con Sara, la exmujer de Marichal; al policía que quiere ascender,
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Bellavista; o a su rival policiaco, Sabetodo, que lo odia con gran intensidad. Al final de
la historia, Marichal pide perdón a Sara, reconoce su fracaso, su vacío, quiere volver a
empezar. Es juzgado como espía o terrorista en un proceso infundado e injusto que tiene
repercusión social en los medios y en la calle (manifestaciones a favor de la liberación
del detenido). Marichal publica finalmente su libro, del que se incluye una crítica de
prensa en la novela.
Extraños es una novela antiaristotélica, que pone en jaque el concepto de unidad,
incluso se presenta en la página final como publicada bajo otro título, Viaje al infierno,
protagonizada por un periodista, Javier Piedrafita, que toma su apellido del lugar natal
de Ramón Acín (Piedrafita de Jaca, Huesca). Una obra de estructura compleja, dividida
en prefacio, tres libros y final. Una interesante propuesta que pide colaboración del
lector, para quien no resulta fácil acceder al sentido. Hay que armar el rompecabezas
para entenderlo.
Extraños es una novela sobre el porqué de la escritura, la necesidad del
reconocimiento, la plenitud del fracaso… que inquieta y hace pensar. Una apuesta
arriesgada de su creador.
TEXTOS
“PRUEBA 3
“Sinopsis de Extraños
¿Se puede considerar Extraños como una novela? Quedo a la espera de nuestra
próxima conversacion.
Más o menos: Un escritor de provincias a quien el éxito, pese a los continuos
intentos, jamás le ha rozado, sueña con la quimera de ver un día estampado su nombre
en letras de molde sobre la portada de una gran novela. Este sueño le absorbe de tal
manera que opta por abandonar un mundo ya conformado para, a tumba abierta, lanzarse, a la búsqueda de tal elixir —y bálsamo a lo que parece— literario que le tiene
poseído por entero.
A partir de ahí: un viaje plural y permanente que, en realidad, encierra una huida
que, a la postre, a pesar de las apariencias y de los desbordados deseos del
¿protagonista? no lleva a ningún lado. Éste no cejará de edificar castillos en el aire para
justificarse. Y en esta edificación constante —para evitar caer en el vacío, aunque no lo
confiese— echará mano de la literatura y, en concreto, del poso lector de las obras que,
en algunos momentos de su vida pasada, le apasionaron descubriéndole mundos
desconocidos y llenos de posibilidades.
Bajo la estela de esos mundos, soterrada o no, el ¿protagonista? emprende viaje
tras viaje en pos de las ciudades en las que estos se desarrollaron y en las que cree va a
encontrar su particular quimera: escribir la magna obra que tanto ansía y persigue. En
todas las ciudades visitadas, que no habitadas, la idea del “relato-base” que hasta ellas le
ha transportado, se resiste y acaba rompiéndose con estruendoso fracaso ante la no
concordancia de unos sueños y su memoria frente a la tozuda realidad. Pero el azar le
está esperando agazapado en todas ellas para cambiarle su existencia...».
11
(Fragmento del informe sobre el inédito Extraños.
Comité de Lectura. Editorial Debats. Madrid).
(Extraños, p. 12)
“CONFIDENCIAS (Fragmentos de una carta [del psiquiatra al policía])
“Me hace gracia, te lo puedo jurar por aquello que tú más desees. Cómo se puede
pensar que una mente tan ligera de sustancia pueda llegar a encarnar el papel que le
han colgado en tan fantasmal puesta en escena. Cómo a una persona que no le da ni
para imaginar una historia ficcionalmente sostenible, son capaces de endosarle tal
retahíla de cargos y, por añadidura, de esa envergadura. Pero si, de entrada, piénsalo,
ya es imposible sostener tantos hechos bajo el prisma de una sola persona. ¿A quién
pretenden engañar? Vamos, hombre. Tráfico de armas, terrorismo,... Pero de dónde
sacan a esos lumbreras, por dios. Ni mandados a hacer de encargo podrían salirles
más tontos. Claro que la media del ciudadano de a pie, también es cierto, no anda muy
lejos. Así ya podrán. Y nosotros a callar ¿no? Y además a tragarnos esa villana
colaboración que les presta la prensa. Qué bien aprendida tienen la lección desde el
23-F. Ellos lo saben, claro que lo saben los muy cabritos. Escúchame y piensa en lo que
te voy a decir. Quizás nada mejor que soltar algo en los medios de comunicación para
que a ese algo se le dote de verdad. Claro, entre tanta noticia, quién es el guapo que
separa a comprobar la verdad de todas ellas. Y más cuando, en la mayoría de las veces,
ni siquiera vale la pena tenerlas en cuenta. Pero a lo que iba: Quién es el guapo que se
atreve en los tiempos del stress y la velocidad. Piénsalo: el caso es dar pábulo,
achicharrar a uno o a lo que sea en primera página y extender la mancha de aceite. Lo
demás, incluido el mentís posterior, caso de haberlo —la mayoría con juicios de por
medio— no importa. Las noticias se asumen simplemente. Sin más. A quién importa la
verdad de las mismas. Se asumen y por ello el mal queda ya hecho. Una vez que ha
sucedido, aunque se corrija, la duda será como una espina difícil de sacar. Aleteará
siempre. Habitamos un mundo en el que la verdad no existe. Ha sido arrinconada,
desplumada, travestida. ¿Por qué no en este caso? No piensas que puede estallarte en
las manos. Bien sabes que hay gente que nunca comulgará con ruedas de molino. No
todo el mundo, gracias a dios, se deja comprar. Además, la razón de estado de hoy,
puede ser arma arrojadiza en un futuro. Claro que a vosotros la Historia os la trae
floja. Os meáis en ella como lo hacéis en la ética, la libertad, la razón o todas las
demás verdades que han dado consistencia al hombre. Creéis estar por encima del bien
y del mal. Pero recuerda que el tiempo todo lo puede y que hay un dicho popular que, a
la larga, apenas falla: a todo cerdo le llega su San Martín” (p.112).
“En cuanto a esas frases que me citas (“...continuamente, he estado huyendo.
No sé muy bien de qué, pero sí con certeza que he huido durante meses y años”),
tomadas de sus escritos, tienen una explicación muy sencilla. Huir de sí mismo, de lo
que encierra su persona. De ahí, también, la tendencia al suicidio. Y hasta todos los
intentos frustrados. Nada de trapicheos como agente doble o tonterías de espía como se
decía en el “dossier”, confidencial apuntaste, que me enseñabas. Te la quieren
endosar. Te lo dije ya, cuando conversamos aquel día, hace unos meses en la
comisaría. Y no creo que en esta larga carta deba volver sobre lo mismo. Él ha estado
buscando toda su vida, de forma permanente, una quimera que, por otra parte, se le ha
resistido siempre. Es un perdedor. Un fracasado nato. Nunca llegará a escribir siquiera
alguna línea, digamos digna, que pueda quedar en la historia de la literatura. Ésa es su
verdadera pasión, la que él ya sabe ilusa. Del todo. Sabe, incluso, del fracaso que es
12
previo a la indiferencia, de ésa que suele seguir a la publicación de un libro nonato
casi de antemano, tan habitual. La importancia del que escribe radica en la superación
del silencio, y no en el trabajo previo. Y él tiró ya, en casi todas las ocasiones, la toalla
mucho antes de crear una leyenda sobre la que asentar la fabricación de la historia.
Todo se le hace añicos. Y al tener conciencia, no le queda más narices que afrontar la
situación o bien, como, lo sabes ya, ha hecho en varias ocasiones: creerse sus embustes
sobre la búsqueda de inspiración en tal o cual ciudad; o la necesidad de habitar
aquellas atmósferas que otras conciencias habitaron y atraparon comunicándolas
después en sus novelas. Ahí, en esa estupidez tenida como razón de vida, reside,
simplemente, su pasión por el viaje. Y cómo no, la huida veloz, cada vez que la
auténtica realidad disipa el humo con el que se ha envuelto. Se sabe perdedor. Ya lo
creo, todo un perdedor. Te lo puedo demostrar con facilidad, cualquier fiscal se
avendría a ello, porque la frase no deja lugar a duda alguna. Nadie puede darle la
vuelta. En serio. La he leído en alguna parte de sus memorias. Sí, digo bien, de sus
memorias, y no de los relatos. Te la buscaré, no te preocupes. Y aunque se dedique a
copiarla, creo que hasta de forma literal, nada menos que de E. M. Cioran, él, ni
siquiera lo dudes, la sintió y, te lo aseguro, la sigue sintiendo como propia y hasta
como suya.”A decir verdad he perdido el gusto de escribir, o más concretamente de
publicar. Ya no creo en los libros y no veo la inutilidad de multiplicar su número...
cuantos más años tengo, más ridículo me parece querer o haber querido hacer carrera
literaria”. No pierdas de vista los últimos párrafos. Además, tú, por la experiencia de
tu oficio —¿no es cierto?— sabes bien que no todos los perdedores reaccionan de
idéntica manera, que a cada hombre le corresponde una pasta diferente. ¿Qué te voy a
contar? Los más, ¿verdad? se acogotan y santas pascuas, a verlas venir por todos
lados y sin quejarse, para qué, hasta que todo se acaba. Pero otros, lo intentan y lo
vuelven a intentar. Resisten y permanecen tozudos, fieles a la idea. Una vez y otra. No
es su caso. A él, esa búsqueda le ha ido desquiciando de forma progresiva, porque,
como tú bien sabes, cuando las cortinas que los humanos solemos fabricarnos—-no se
salva ni dios, a ver quien es el rico que me discute lo contrario— para vivir con más
comodidad desaparecen, no queda más remedio que afrontar la realidad y, a veces, si
se es débil, como es el caso, las soluciones además de escasas suelen estar desprovistas
de eficacia y, por lo general, hasta acaban siendo trágicas. La verdad también posee la
virtud de la destrucción” (p. 117).
RESEÑA
“Viaje al infierno. Se dice que el hombre es un ser social. Viaje al infierno, una
obra a medio camino entre la investigación, la reflexión y los métodos de la novela
negra, puede hacernos pensar lo contrario. El autor ha buceado hasta el último detalle.
La pasión sufrida por el escritor Javier Piedrafita o, según la policía, por el versátil
“Red”, le ha ocupado los dos últimos años. En su obra, Marichal no sólo aborda la
sistemática de los hechos, contrastando cada una de las fuentes —informes policiales,
escritos del escritor/agente, pruebas, testimonios, etc.—, sino que busca establecer las
diferencias entre “verdad” y “apariencia”, a la vez, identificar a la verdadera víctima
frente a un tirano, también verdadero, sea cual sea su abstracta personalidad y las
múltiples ramificaciones (judicial, policial, estatal...). Asimismo, Viaje al infierno, con
lucidez y precisión, lo propio de una pluma habituada ya a sortear presiones de todo
tipo, muestra haciendo uso del psicoanálisis y de la antropología —sin que se note la
carga teórica de tales disciplinas—, como el ser humano necesita para llegar a serlo,
reconocerse en otros. Y, en consecuencia, la endeblez de la existencia humana” (p. 254).
13
6. Cinco mujeres en la vida de un hombre, Sevilla, Algaida,
2003
I
nteresante relato sobre el amor y el desamor, la
memoria y el olvido, el sexo y la soledad, escrito
en un estilo ágil, entre irónico y desgarrado,
burlándose el autor de sí mismo y del mundo que lo
rodea —es decir, de las mujeres que lo circundan—,
buscando desesperadamente sentido en una
existencia que se resbala entre las manos.
Las cinco mujeres pasan por la vida de este
hombre dejándole huella. Él se reconoce juguete en
manos de las hijas de Eva, verdaderas protagonistas
de la historia: el masculino no es ni ha sido nunca el
sexo fuerte, parece evidenciar el autor. El texto es,
en realidad, un homenaje a la mujer, como aclara la
dedicatoria general del libro que Acín toma de
Fernando Pessoa:
“La mujer (es) una excelente fuente de sueños. Nunca
la toques”.
Cinco mujeres… es una suerte de manual de
educación sentimental, un reverso masculino de Las
edades de Lulú, de Almudena Grandes. El protagonista narra su historia en primera
persona y resulta fácil imaginar el fondo novelesco en que el escritor Acín funde
autobiografía y ficción.
Cada parte del relato —una por cada amante del protagonista— comienza con
una cita sobre la mujer. De ellas sabemos sus nombres, pero no de él. Solo su biografía,
su peripecia vital y cómo se ve influido por cinco mujeres que lo condicionan y aportan
experiencia. El protagonista narra desde la vejez, ha visto morir a alguna de sus amantes
(Giselda, Elena) y él mismo se sabe “con un pie en la tumba” (p. 71).
“Claudine” fue el primer amor del penta-amante. A ella le dedica estos versos de
Benedetti:
“Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
siempre es una fiesta descifrarlo”
La infancia del protagonista, llena de ansias místicas, será turbada para siempre
con la visión del desnudo esplendoroso de una muchachita francesa en la rivera de un
río pirenaico. Claudine significa el despertar a la pubertad, la magnificente presencia del
cuerpo femenino torciendo una vocación religiosa poco fundada. Con ella mueren la
infancia y el afán sacerdotal del narrador, viene el traslado a Zaragoza, escenario erótico
de las siguientes aventuras.
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“Giselda” es el segundo amor del narrador y su iniciadora sexual. Ella se parece
al narrador en sus comienzos, desea ser monja y virgen, misionera y santa. Pero el goce
amoroso la transforma, como dice la cita de Pierre Louÿs que abre el capítulo:
“Ningún espectáculo de la naturaleza, ni las flamas occidentales, ni la tempestad en los
palmerales, ni el rayo, ni el espejismo, ni las grandes trombas parecen dignas de admiración a
quienes entre sus brazos han visto transfigurarse a una mujer”.
Visto desde la distancia de la vejez, el héroe comprende que Giselda —ya
fallecida cuando él narra— fue camino iniciático, una sustitución de la ascética religiosa
para la que se sentía vocado por el atletismo sexual; una historia vulgar de apetitos bajos
magnificada por la intensidad novelesca que ambos pusieron en el lance. La ruptura era
inevitable y la vida destinaba al narrador otros encuentros.
“Pilar” es el apartado donde el protagonista narra su época de madurez: boda,
doble paternidad y un divorcio que le deja sumido en la depresión y la rabia. Él
comprende ahora el poder de la hembra, su dependencia de ella, su incapacidad para
retenerla cuando decide abandonarlo. Toma consciencia de su indigencia existencial, su
patetismo, y de un mundo en donde el orgullo de macho no sirve ante la evidente
superioridad del sexo mal llamado “débil”, dispuesto a llevar las riendas de su destino.
La irónica cita que abre esta parte del relato es de Bernard Shaw:
“De todas las perversiones sexuales, la más incomprensible es, sin duda, la castidad”.
“Ursulita” es el relato de una historia amorosa entre hombre maduro y mujer
joven, un encuentro ocasional fructificado que le sirve al narrador para salir a flote. Es
Pavese ahora quien inaugura este capítulo con sus palabras:
“Todavía las mujeres de vivos colores pasean por allí. Transitan sonrientes por la blanca
penumbra: todo puede suceder en la calle”.
Ursulita es la ocasión, esa invitación a gozar que en ocasiones la vida nos pone
en bandeja. Ella deja menos huella en el narrador que sus antecesoras, pero es etapa
necesaria en la vida del hombre enamorado, un bálsamo o terapia contra la depresión y
el olvido.
“Elena” es amor de madurez, surge en un momento inesperado y no se quiere en
principio darle mucha importancia. Sin embargo, cuando la muerte la arrebata del lado
de su amado, él se da cuenta de que ella era la gran pasión de su vida. Es ahora
Cummings quien inaugura el apartado:
“Llevo tu corazón en mí (lo llevo en el mío) no lo dejo (dondequiera que voy tú vas,
querida; y lo que hago lo haces tú, queridísima) no temo”.
El narrador, desolado en su última etapa vital, dedica su tiempo a la lectura:
“Siempre me ha gustado enfrascarme en mundos de palabras, porque la mejor manera
de viajar y de conocer es sentir. Sentir el viaje de otros, mirando sus vidas desde la linde,
juzgando sin tener que ser juez, viendo el momento y la forma de cómo se la pegan sin avisarles
y, sin embargo, sufrir por ellos. Una de cal y otra de arena, así es la vida. Disfruto y sufro,
aprendo y me curo, me sacio y viajo. Donde haya una buena novela, que me quiten todo lo
demás. El deleite está asegurado. Y la vida, con alegría, siempre es más vida” (p. 154).
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En Cinco mujeres en la vida de un hombre, ellas son las que marcan el paso del
tiempo, el ritmo vital del narrador. Él cambia de amantes e inicia con cada una un
tránsito vital que, terminado, da paso a la siguiente etapa. Las mujeres se suceden con la
misma implacable lógica del cambio de estaciones.
El narrador se confiesa asustado ante la amenaza del vacío. Plantea el amor, la
adoración por las mujeres, como forma de acompañamiento vital, de huida hacia delante
en evitación de la muerte. Hay en el texto un desgarro existencial, el grito de un hombre
que se sabe ser menesteroso, que pide tiempo a la vez que les agradece a ellas, las
féminas, que hayan llenado su vida con un poco de sentido.
Cinco mujeres en la vida de un hombre es obra inteligente que homenajea al
sexo femenino y nos recuerda nuestra indigencia existencial, nuestra incapacidad como
varones para vivir en soledad. Es una réplica a la novelística del orgullo masculino que
enseña a ser humildes y a valorar a las mujeres, compañeras en el difícil camino de la
vida:
“Hasta la llegada de Claudine, yo sólo levitaba al pensar en Dios. Después todas ellas
me hicieron ascender a los cielos y se convirtieron en mis diosas (…)
La carne prohibida de mujer se aferró —aún continúa— a mi mente emanando
redondeles, efluvios y sacudidas de placer. Desde entonces amé, ya para siempre, la plural Eva,
desnuda y en sazón que cubre sus pechos con una melena, larga, sedosa y táctil. Amé y amaré la
imagen de la mujer, reiterando una y otra vez su recuerdo” (p. 106).
Todo un reconocimiento a los méritos femeninos que Acín realiza con personal
estilo, ágil y preciso, llenando el relato de citas y alusiones culturales, usando también
giros coloquiales y expresiones llenas de naturalidad. El texto termina con estas
palabras:
“De momento, intento desechar las cosas muertas que llevo dentro, tal como me ha
pedido mi médico en la última visita. Pero, por mucho que él lo afirme, Elena no está muerta. Ni
Gisela, ni Pilar, ni Claudine, ni Ursulita. Las tengo aquí, en mi habitación, encerradas. Cada una
en su rincón” (p. 158).
Por la mezcla de erotismo y existencialismo, de referencias culturales y lenguaje
coloquial; por la organización de la historia en torno a los amoríos del narrador; por su
estilo ágil; por la bien explicada evolución del personaje protagonista… Por muchas,
muchísimas cosas, Cinco mujeres en la vida de un hombre es una novela feliz que
merece ser leída con atención.
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7. Secretos del tiempo escondido. Cuentos para ser contados,
Ilustraciones: Mariano Castillo, Zaragoza, Prames, 2005
E
n este libro delicioso, magníficamente editado,
ilustrado por Mariano Castillo, Acín vuelve la
mirada a la mitología pirenaica, reescribiéndola con
una prosa propia, en la que mezcla ternura y humor,
tradición y modernidad, nostalgia del terruño natal y
libertad creadora.
Busca Acín al público infantil y rememora
un mundo mágico, poblado de criaturas de un
pasado imaginario (ombres grandizos, fadas, donas
d’aigua, duendes…). Sus cuentos son —él mismo lo
dice— para ser contados y por eso se refieren a un
lector concreto, un tú que aparece con frecuencia en
el texto y a quien el autor trata con familiaridad,
como si se tratara de su hijo.
Secretos del tiempo perdido es una obra de
lectura agradable que incluye diez cuentos, breves,
ágiles, estupendos para que los padres los lean con
sus hijos. El volumen se cierra con un glosario
mínimo de términos aragoneses, que familiarizan al
lector con el universo mágico del mito.
Acín rinde tributo a las leyendas
tradicionales, recupera las palabras patrimoniales de su infancia pirenaica y, al tiempo,
actualiza los relatos con referencias actuales, extemporáneas y con un estilo socarrón
que dejan perplejo a quien lo capta. Hay una mezcla curiosa de desenfado, ternura y
somardez montañesa en los cuentos del escritor que resulta atractiva para el ojo crítico y
encandila al lector infantil y juvenil.
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8. El programa de “Invitación a la lectura” (desde 1985)
T
odo empezó hace veinte años, en el instituto
Grande Covián, donde Ramón daba clase. Él
era entonces crítico de Heraldo de Aragón, un
profesor joven con ganas de trabajar:
— ¿Cómo llegar a los chavales, cómo
enseñarles que la lectura vale la pena?
Había que hacer algo, ir más allá de la
pedagogía tradicional (Shakespeare nació en
Stradford-on-Avon. Seguido. Desde muy joven,
sintió vocación por la escena. Punto y aparte.
No, no. Aparte…).
La solución fue tan sencilla como eficaz:
llevar al autor al aula, que hablase con los
alumnos y les explicara su obra, su vocación de
escritor. Así los chicos pudieron hablar con
Javier Marías, Julio Llamazares, Antonio Muñoz
Molina…
¿El resultado? Espectacular. Desde entonces, ha llovido mucho y el programa no
ha dejado de asentarse. La experiencia se llevó a otros centros educativos de primaria y
secundaria, apoyada institucionalmente por el Gobierno de Aragón y con el patrocinio
de la Caja de Ahorros de la Inmaculada. En el curso 2005-2006, 73 centros aragoneses
participaban en el programa, más de doscientos autores españoles y extranjeros habían
pasado por las aulas de nuestra comunidad autónoma y el programa ya había editado
más de 25 monografías y trabajos, coordinados y dirigidos por Acín. Toda una tarea.
El propio escritor explicaba a Heraldo (domingo, 12 de febrero de 2006, p. 49),
que había sido Pilar de la Vega, catedrática de Literatura y entonces delegada del
Ministerio de Educación en Zaragoza, quien primeramente se interesó por el programa.
Gracias a este primer apoyo, “Invitación a la lectura” pasó a celebrarse en seis institutos
de la ciudad. Al año siguiente, ya fueron doce. Después, vino el pacto con la Diputación
General de Aragón para extender el programa a toda la comunidad.
Veinte años dan para mucho: buenos y malos momentos, minutos estelares. Uno
de los encuentros culminantes fue la visita a Zaragoza del Nobel portugués José
Saramago. El escritor estuvo en algún instituto cesaraugustano hablando con los
alumnos y ofreció también a la ciudad una conferencia tan multitudinaria que Acín
confiesa haber pasado incluso miedo.
En el curso 2005-2006, se celebró la conmemoración del vigésimo aniversario
del programa de “Invitación a la lectura”. La D.G.A. concedió a Ramón la medalla José
de Calasanz en reconocimiento a su trayectoria de innovación educativa. En abril de
2006, se celebraron las Jornadas nacionales de fomento de la lectura y la escritura, en
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las que participaron más de quinientos congresistas. Ramón Acín es, comienza a ser,
profeta en su tierra.
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