García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8 http://hdl.handle.net/10401/2790 Artículo original Hemofobia, Belonefobia, Iatrofobia: substrato cosmológico clínico Hemophobia, Belonephobia, Iatrophobia: clinical cosmological substrate Emilio García Losa1* Resumen Este estudio investiga las características clínicas de las fobias específicas correspondientes al tipo sangre-inyecciones-daño, con los criterios actuales del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales 4ª edición (DSM-IV) (1). Se abordan las bases etiológicas implicadas – factores filogenéticos, herencia, condicionamiento, reacciones fisiológicas y componentes cognitivos-, así como las relaciones entre ellos y las estrategias terapéuticas más efectivas, desde las psicológicas que giran en torno a la desensibilización, las físicas y las que implican anestésicos locales. Debido a su alta prevalencia (10%) y a que las personas afectadas suelen evitar la atención médica, esta problemática representa un obstáculo importante en el sistema de salud. Palabras claves: Hemofobia, belonefobia, iatrofobia, tratamiento. Abstract This study investigates the clinical characteristics on specific phobias of the type bloodinjection-injury, with the current criteria of the Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders 4th edition (DSM-IV) (1). It addresses the etiological bases involved -phylogenetic factors, heredity, conditioning, physiological reactions and cognitive components-, and relations between them and more effective therapeutic strategies, from the psychological revolve around desensitization, the physical and those involving local anesthetics. Due to high prevalence (10%) and the affected individuals often avoid medical care, this issue represents a major obstacle in the health system. Keywords: Hemophobia, belonephobia, iatrophobia, treatment. Recibido: 08/07/2010 – Aceptado: 14/09/2010 – Publicado: 23/12/2010 * Correspondencia: [email protected] 1Psicólogo Especialista en Psicología Clínica. Sistema de Atención y Ayuda a la Discapacidad (SAAD). Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS). Consejería de Empleo y Bienestar Social del Gobierno de Cantabria. Servicio Cántabro de Salud (SCS). Salud Mental. Profesor Asociado Universidad de Cantabria (UC) Psiquiatria.com – ISSN: 1137-3148 © 2010 García Losa E. 1 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 Hemofobia Las fobias específicas (simples, focales), están restringidas a situaciones concretas y no suelen ir acompañadas de ansiedad generalizada. Estímulos particulares específicos de la fobia pueden generar extremadamente intenso y una minusvalía importante en la persona que lo sufre. un miedo En el caso de la fobia a la sangre y a las heridas (Hemofobia o Hematofobia), el paciente tiende a mostrar aprensión importante ante la visión de la sangre y las heridas. Es corriente en niños cierto miedo a la sangre (44%, entre 6 y 8 años y 27%, entre 9 y 12 años) (Lapouse y Monk, 1959) (2). El miedo ligero y la fobia severa se observa más frecuentemente en mujeres que en varones, no siendo frecuente la presencia de ansiedad generalizada (Öst et al., 1984; Öst y Hugdahl, 1985) (3) (4). En la mayoría de los adultos con Hemofobia, ésta comienza a manifestarse en los primeros años de vida, aproximadamente alrededor de los 7 años (Öst et al., 1984) (3). Cuando el ligero temor natural a la sangre o heridas aumenta hasta la cota fóbica, puede generarse en el sujeto un problema importante. El paciente suele evitar actos médicos esenciales, prefiriendo sufrir patologías de las que podría curarse, incluso si éstas representan un peligro importante para su vida. El rasgo característico de los fóbicos a la sangre y a las heridas es la respuesta cardiovascular bifásica con pérdida de conocimiento. Mientras que en todas las fobias el ritmo cardiaco y la presión arterial se elevan al encontrarse con el objeto temido y si se mantiene la exposición continuada, el efecto de la habituación reduce la frecuencia y la presión, en el caso de la hemofobia se genera una secuencia diferente y bifásica en cadena: a una actividad inicial de tipo simpático, se le sobrepone inmediatamente una caída rápida de estos parámetros, con náuseas, palidez y sudoración, que lleva al paciente hasta el desmayo si permanece en la situación. Es lo que se conoce como síndrome vasovagal. La bradicardia vasovagal puede no darse si los estímulos de la sangre o las heridas son percibidas durante escasos segundos: 10 o menos (Prigatano y Johnston, 1974) (5). La bradicardia puede tardar hasta 4 minutos en aparecer (Öst, Sterner y Lindahl, 1984) (6). Es posible que el reflejo de desvanecimiento ante estímulos de sangre o heridas esté relacionado evolutivamente con la bradicardia y la inmovilidad tónica que se da en bastantes especies animales ante la aproximación de enemigos peligrosos, ya que la inmovilidad tónica relacionada con la respuesta vasovagal implica un menor riesgo de daño adicional que el confrontamiento directo o la huida. No obstante, si la estimulación vasovagal induce a una asistolia prolongada, el sujeto tiene el riesgo de morir. Esto podría ser la causa de los mecanismos de muerte súbita por vudú u otras circunstancias emocionales (Comfort, 1981; Lown, 1982; Scharaeder et al., 1983) (7). (8). (9). Belonefobia La Belonefobia es el miedo extremo e irracional a participar en procedimientos médicos con participación de inyecciones o agujas hipodérmicas. En ocasiones es denominado Aichmofobia o Enetofobia, nombres que son técnicamente correctos porque simplemente 2 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 denotan “un temor a agujas y alfileres”. Esta condición fue reconocida oficialmente en 1997 en el DSM-IV (1) como una fobia específica de la sangre/inyección/tipo de lesión, niveles de respuestas fóbicas a las inyecciones para evitar vacunaciones, extracciones, y en los casos más severos toda atención médica. Su prevalencia se estima al menos en un 10% de la población adulta, y es probable que el número real sea aún mayor, ya que la mayoría de los casos graves no están documentados, debido a la tendencia del paciente a evitar todo tratamiento médico. Debido a que la fobia a las agujas ha sido definida recientemente, sólo una estimación indirecta de su prevalencia puede deducirse de la literatura. Un estudio de 449 mujeres canadienses encontró que el 21% experimentó leve o intenso miedo, un 5% tenía un nivel medio fóbico de las inyecciones, la sangre, las lesiones, los médicos, los dentistas y los hospitales (Costelo, 1982 ) (10). Otro es tudio estima que el 10% de la población de los EEUU de edades entre los 10 y los 50 años, tiene una fobia a las inyecciones y el 6% ha visto a un especialista en relación con estas fobias (Agras, 1969) (11). En encuestas al azar, se concluyó que, el 23% de 200 suecos (Arvidson, 1984) (12) y el 27% de 177 estudiantes universitarios americanos (Oswalt, 1974) (13), el miedo a la aguja era la principal razón para no donar sangre. La prevalencia de la fobia a las agujas es probablemente mayor que en las muestras de la población de las clínicas u hospitales ya que en estos contextos se selecciona dicha población de manera muy evidente. Incluso en una muestra de población general muchas personas niegan su temor a la aguja. Por lo tanto, la mayoría de los estudios realizados hasta ahora subestiman la verdadera prevalencia de esta fobia. Es probable que el origen de la fobia a las agujas sea genética, con alguna base en la evolución, ya que hace miles de años los seres humanos evitaban heridas de arma blanca en su lucha con los animales y contra sus congéneres, como medida de supervivencia (Hamilton, 1995) (14). La gran mayoría de las muertes violentas en la historia evolutiva de nuestra especie han sido causadas por la penetración de la piel por dientes, garras, colmillos, palos, hachas de piedra, cuchillos, lanzas, espadas y flechas. Además de la muerte como resultado de un traumatismo directo o hemorrágico, muchas de estas muertes eran debidas a infecciones secundarias a la penetración de la piel. Un reflejo que promoviese el aprendizaje de un miedo cerval de punción de la piel tendría un valor adaptativo claro en la enseñanza de los seres humanos para evitar este tipo de lesiones. Durante los 4 millones de años de evolución humana, seguramente muchos genes para controlar la presión arterial, el pulso, el ritmo cardiaco y la liberación de hormonas relacionadas con el estrés fueron seleccionadas para crear el reflejo vasovagal. En diferentes comunicaciones de casos, cambios en el electrocardiograma durante el reflejo vasovagal en pacientes con fobias a las agujas han incluido arritmia sinusal, extrasístoles auriculares, contracciones ventriculares prematuras, cambios en las ondas P, las ondas ST y ondas T, bradicardia sinusal, taquicardia sinusal, taquicardia ventricular, fibrilación ventricular y asistolia (Ellinwood y Hamilton, 1991; Caplan et al., 1988; Engel, 1978; Schlesinger et al., 1977; Greenfielsd, 1951) (15) (16) (17) (18) (19). Es de suponer que estos cambios en el electrocardiograma son secundarios a la influencia vagal en los nodos sinusal y auriculoventricular, y quizás también al antagonismo entre los sistemas simpático y parasimpático que activan el corazón (Engel, 1978) (17). 3 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 Al menos 11 hormonas del estrés se elevan durante la estimulación al contacto con la aguja. El aumento de cortisol y de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) en la punción venosa y la fobia a las agujas han sido también documentados (Ellinwood y Hamilton, 1991; Wayne, 1961; Rose, 1975) (15) (20) (21). En otro estudio, los niveles de cortisol aumentaron por encima del promedio en 7 de 15 sujetos, con una correlación positiva entre el nivel de cortisol y el número de síntomas vasovagales (Rose, 1975) (21). Probablemente porque la pituitaria percibe una reducción del volumen intravascular durante el choque vasovagal, la vasopresina u hormona antidiurética (ADH) se eleva en el reflejo vasovagal con la punción venosa (Ellinwood y Hamilton, 1991; Kaufman et al., 1991) (15) (22). La renina también aumentó en un 200% en un paciente con fobia a las agujas (Goldstein et al., 1982) (23). El aumento de ADH provoca palidez durante el reflejo vasovagal por la brusca disminución del flujo sanguíneo cutáneo y puede también contribuir a las náuseas. Este aumento de la ADH es a menudo dramático, y puede ser responsable, junto con la elevación de catecolaminas, por el miedo intenso que los pacientes con fobia a las agujas aprenden en respuesta a sus reflejos vasovagales (Ellinwood y Hamilton, 1991) (15). La amplia variación de los síntomas subjetivos y las respuestas fisiológicas de los sujetos con fobias a las agujas significa que esta característica no es un fenómeno del todo o nada. Los genes implicados en la fobia a las agujas como en otros rasgos poligénicos, tales como la altura, el peso o la inteligencia, son probablemente distribuidos entre la población humana en una curva en forma de campana. Así al mismo tiempo los rasgos individuales fuerte/débil interactúan con el entorno médico en un proceso permanente de aprendizaje a través de diferentes exposiciones con la aguja para crear una amplia expresión de las características fóbicas a las agujas. Aunque la Belonefobia se definió simplemente como un miedo extremo a actos médicos relacionados con el uso de inyecciones o material cortante, el trastorno aparece en diversos contextos o variedades: 1. Vasovagal: las personas que sufren de Belonefobia vasovagal simplemente con la visión o el pensamiento en relación a las agujas u objetos en forma de agujas genera un síncope vasovagal o desmayo debidoa una disminución brusca de la presión arterial. Un estudio en la revista médica Circulation (24), concluye que muchos pacientes con esta condición (así como en pacientes con una gama más amplia –Hemofobia, fobia a lesiones, etc.-) un episodio inicial de síncope vasovagal durante un procedimiento con la aguja puede ser la causa primaria de la fobia a la aguja. Estos resultados revierten la idea común sostenida sobre la causa primigenia del miedo y del efecto del síncope vasovagal como origen filogenético. Aunque la mayoría de las fobias son peligrosas hasta cierto tiempo, en la Belonefobia severa, la caída de la presión arterial causada por el choque vasovagal reflejo puede causar la muerte. En un artículo de revisión sobre la fobia a las agujas se pudo documentar 23 muertes como resultado directo de la descarga vasovagal durante un procedimiento con la aguja (Hamilton, 1995) (14). 2. Asociativa: la Belonefobia asociativa es el segundo tipo más común y afecta al 30% de las fobias a la aguja. Este tipo es la clásica fobia especifica en la que un evento traumático, así como un procedimiento médico muy doloroso, o ser testigo del sufrimiento de un familiar o un amigo, puede genera causas en el paciente a asociar 4 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 todos los procedimientos relacionados con las agujas con la experiencia negativa original. Esta forma de Belonefobia, de naturaleza puramente psicológica conlleva los síntomas necesarios de la ansiedad anticipatoria (ansiedad extrema, insomnio, preocupación por el procedimiento siguiente, ataques de pánico, etc.). 3. Resistiva: en el tipo de Belonefobia resistiva, aparte del miedo a las agujas e inyecciones, el temor consiste más bien ser controlado o restringido durante el procedimiento. Normalmente se debe a la crianza represiva o al manejo inadecuado de los procedimientos relacionados con la aguja, con inyección forzada física o emocional. Esta forma de Belonefobia afecta alrededor del 20% de las fobias a las agujas. Los síntomas incluyen combatividad, frecuencia cardiaca elevada, junto con presión arterial extremadamente alta, resistencia con violencia, evasión y fuga. 4. Hiperalgésica: la Belonefobia de carácter hiperalgésica es otra forma que no tiene tanto que ver con el miedo a la aguja real como con la hipersensibilidad al dolor o hiperalgesia. Para estos pacientes el dolor de una inyección es insoportablemente grande, no pudiendo entender muchos de ellos, como alguien puede llegar a tolerar tales procedimientos. Ésta forma afecta alrededor del 10% de los fóbicos a las agujas. Los síntomas incluyen ansiedad, presión arterial y frecuencia cardiaca extremadamente altas en el punto de penetración de las agujas o segundos después. 5. Vicaria: En este tipo de Belonefobia, el ser testigo de la visión de la participación de sujetos en actos relacionados con agujas, esta experiencia por si misma generaría la fobia a ser inyectado. Los síntomas son semejantes a los descritos en los tipos anteriores. Iatrofobia La Iatrofobia es definida como un miedo irracional a cualquier relación con actos médicos y con los mismos profesionales. Así como un paciente belonefóbico no necesita estar en presencia de la aguja para generar un miedo, hay muchos desencadenantes en el mundo exterior que mediante un proceso de asociación son capaces de transportar al paciente con una fobia específica a desarrollar una generalización de ésta en un universo multifóbico. La sangre, las lesiones, la vista de la aguja física o en una pantalla, alfileres, salas de reconocimiento, hospitales, batas, médicos, dentistas, enfermeras, el olor asociado con un antiséptico, etc., son situaciones todas ellas causantes de Iatrofobia. El proceso de adquisición iatrofóbico tiene su explicación en la generalización estimular. Ésta se refiere a la transferencia de una respuesta hacia situaciones diferentes a aquellas en las cuales tuvo lugar la primera experiencia. El personal médico adquiere la categoría de estimulo condicionado (EC) como resultado de alguna experiencia dolorosa personal o vicaria en el paciente –estímulo incondicionado (EI)en la ejecución de alguna acción médica. Como el condicionamiento vicario es mucho más importante a la hora de explicar y generar la vastísima gama de aprendizajes de nuestra especie, consecuentemente, la mayoría de 5 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 los sujetos iatrofóbicos han generado la fobia a través de este mecanismo observacional, aunque el hecho de que un estimulo sea un EC o un EI puede tener importancia exclusivamente en lo que concierne a la rapidez con que un sujeto pueda prestarle atención y asociarle miedo. Una vez que la asociación ya se ha dado, es poco importante que el estímulo hubiera sido originalmente un EI o un EC. Cualquiera que fuera la vía seguida por un estímulo para convertirse en fóbico, a partir de entonces pueden ser todos ellos considerados como EC que obedecen a las reglas de la generalización y al mantenimiento. Tratamiento Uno de los pasos de la superación de la fobia a las agujas es el uso de anestésicos tópicos ante la punción de la aguja. El motivo de la anestesia tópica es eliminar totalmente la sensación de contacto con las agujas. La crema EMLA (Entetic Mixture of Local Anesthetic) es una mezcla de anestésicos locales (Lidocaína y Prilocaína) que funciona como anestésico local. Se emplea sobre la piel en la mucosa genital y en las úlceras de piernas para causar insensibilidad o pérdida de la sensibilidad temporal en el área sobre la que se aplica. Su uso está indicado para aliviar el dolor en la piel antes de intervenciones dermatológicas sobre áreas grandes, por ejemplo, en trasplantes cutáneos. También puede emplearse sobre mucosa genital antes de intervenciones quirúrgicas superficiales o de anestesia por infiltración. Igualmente puede usarse como anestésico local para facilitar la limpieza mecánica de úlceras en las piernas. La profundidad y la eficacia de la anestesia tópica es realzada por la técnica de la Iontoforesis. Ésta, implica la introducción de Lidocaína a través de la piel por la acción de una corriente constante o galvánica. Benzodiazapínicos de acción rápida, por ejemplo el Diazepam o el Lorazepam, tienen un comienzo de acción de 5 a 15 minutos desde la ingestión y pueden administrarse antes de la realización de la punción. El óxido nitroso (gas hilarante), junto con analgésicos y benzodiazepínicos de acción suave, proporciona sedación y reduce la ansiedad en el paciente. El óxido nitroso es probablemente el agente más seguro contra la ansiedad, sobre todo, para los casos más leves de Belonefobia. La terapia del comportamiento es otra modalidad de tratamiento para los fóbicos a la aguja. Su eficacia variará dependiendo del paciente y de la gravedad de su afección. Existe cierto debate en cuanto a la efectividad de las terapias del comportamiento para las fobias específicas (como la sangre, la inyección, el tipo de fobias de lesión), aunque sí se disponen de datos que apoyan la eficacia de los enfoques basados en la terapia de exposición. El desvanecimiento por caída de la presión sanguínea puede ser prevenido estando tumbado con las piernas elevadas (Conolly et al., 1976; Lloyd y Deakin, 1975; Marks et al., 1972) (25) (26) (27), tensando los músculos con la finalidad de contrarrestar la caída de la presión arterial que se produce durante la segunda parte de la respuesta bifásica (Öst, 1992; Öst y Sterner, 1987; Öst, Sterner y Fellenius, 1989; Öst y Hellström, 1997; Öst, Svenson, Hellström y Lindwall, 2001) (28) (29) (30) (31) (32). El primer paso de la técnica consiste en enseñar al paciente a tensar los principales músculos del cuerpo para aumentar la tasa cardíaca y a continuación aprender a detectar los primeros síntomas del descenso de la presión sanguínea que antecede al desmayo cuando se encuentra en la situación temida. 6 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 Cualquier terapia que respalde métodos de relajación puede estar contraindicado para el tratamiento de la Belonefobia ya que la relajación favorece una disminución de la presión arterial, lo cual no hace más que aumentar el reflejo vasovagal. Mediante la Exposición por Fundidos-Encadenados (EFE), -técnica para la desensibilización de trastornos fóbicos- (García Losa, 1999) (33), también es posible enfrentar a los pacientes belonefóbicos con su universo de estimulación timérica “fundiéndolos” a ellos mismos y a los “elementos exploratorios” (agujas, jeringuillas, tubos de recogida de sangre…) a lo largo de diferentes sesiones, hasta lograr la extinción de la fobia. Se ha comprobado en diferentes clases de trastornos fóbicos (García Losa, 1999) (33) que la efectividad de la técnica en cada caso, va condicionada a la gravedad de los síntomas y al tiempo total de exposición, requiriendo en los casos más agudos, sesiones más frecuentes y de duración más larga. En EFE mediante una proyección en formato de diapositivas, dos proyectores superpuestos van mezclando en forma de superposiciones y fundidos encadenados suaves, imágenes del paciente con imágenes de objetos punzocortantes, tales como agujas, jeringas, bisturís, etc., que pueden causar heridas con sangre. El objetivo de esta forma de proceder es potenciar el tratamiento por exposición, al presentar al paciente su propia imagen junto con el material fóbico a desensibilizar; es una exposición doble respecto a la tradicional y por tanto más efectiva. Conclusiones Hemofobia, Belonefobia y Iatrofobia son 3 categorías diagnósticas que describen miedo a la sangre, a las agujas y por extensión a todo tipo de material punzante o cortante y a los profesionales encargados de proporcionar asistencia médica. Las dos primeras mantienen un común denominador, como así se desprende de que están catalogadas oficialmente como fobias específicas, en este caso a la sangre/agujas/daño. La tercera, está descrita como una fobia de carácter social, al presentar una dificultad para el paciente necesitado de asistencia médica, de contactar con el profesional que brinda la ayuda. De esta condición se desprende una problemática importante para este tipo de pacientes: al alejarse de los servicios médicos correspondientes y al tener dificultades para la adherencia durante el tratamiento, comprometen seriamente su salud. El nexo que une las 3 patologías fóbicas es un pensamiento distorsionado, es decir, más allá de lo razonable y realista, que correspondería tanto a la visión, contacto y relación de su persona con las tres situaciones mencionadas y sus consecuencias derivadas. El orden causal entre ellas, es bidireccional, no pudiéndose establecer cuál es la primera la causante de las otras, ya que o bien por predisposición genética, o por condicionamiento real o vicario, una/s pueden influir en las otras. A parte del hecho comprobado de que estamos ante una cosmología fóbica con fuertes componentes filogenéticos heredados, ya que el razonable temor a la pérdida de la sangre, es en sí mismo un valor adaptativo para la especie, factores disparadores del miedo, de segundo orden, como son los procesos de aprendizaje experiencial, son los que explican comprensiblemente el hecho de que algunos individuos desarrollen tales comportamientos. De no ser así, la prevalencia tendría que ser enormemente más significativa. 7 García Losa E. Psiquiatria.com. 2010; 14:8. http://hdl.handle.net/10401/2790 Finalmente, y como consecuencia de este razonamiento, se postulan como elecciones terapéuticas con mayor idoneidad aquellas que inciden más directamente en el descondicionamiento de las respuestas emocionales a través de las diferentes modalidades con base en la exposición. Referencias APA (1994). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (4ªed.) (DSM-IV), Washington, D.C. 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