nota completa - Universidad Católica de Córdoba

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EL LENGUAJE DE LA VIOLENCIA
Lamentable. Muy lamentable es lo que está ocurriendo en estos días.
La huelga de los productores agropecuarios por las retenciones aplicadas por el
gobierno nacional ha derivado en lo que todos estamos viendo. Un enfrentamiento en el
que ya ni siquiera importan las mentadas retenciones, un enfrentamiento en el que el
esquema maniqueo se ha apropiado de la escena: los “gorilas” contra los piqueteros; la
sociedad rural contra los pobres, los “vendepatria” contra los “cabecitas negras”.
El gobierno nacional que debía liderar un proceso de diálogo se ha puesto en la tesitura
de confrontar. Ha decidido cultivar (una vez más) el lenguaje de la violencia. En vez de
tender puentes, ha dinamitado lo que pudiera quedar.
Entonces, fuerzas “leales” al gobierno (que han sido reclutadas a fuerzas de subsidios)
salen a pelear y a hacer “contra piquetes” para arremeter contra los que ocupan las rutas
y la plaza de mayo, como si la plaza o las rutas les pertenecieran.
Llama la atención las contradicciones de nuestra sociedad: un mes atrás, para los que
hoy están cortando las rutas, los cortes de rutas de los piqueteros eran una molestia
intolerable, se reclamaba intervención del gobierno y hasta “mano dura”. Pero ahora es
el método empleado para protestar. ¿Qué ha ocurrido que este tipo de reclamo que hasta
hace dos semanas era deleznable ahora es bueno? ¿Todo depende de los intereses
propios? ¿Depende de a quiénes afecte?
Los piqueteros que hasta hace poco reivindicaban el corte de ruta como herramienta de
lucha ahora salen a romper piquetes, ¿cómo? ¿sólo es propiedad privada de
determinadas agrupaciones la ocupación de rutas y de espacios públicos?
Hay que reflexionar y abandonar por un momento el lenguaje de la confrontación,
porque nos lleva al absurdo.
Pero el gran ausente es el estado que, una vez más, no ha estado a la altura de los
acontecimientos. Los grandes ausentes son los dirigentes, que en vez de convocar al
diálogo alimentan el lenguaje de la violencia y de la confrontación.
Las heridas que se están inflingiendo al tejido social van a tardar mucho en sanar.
Argentinos contra argentinos: ya vimos esta película, y termina muy mal y es tristísimo
¿Cuándo vamos a aprenderlo?
Nuestros dirigentes se rasgan las vestiduras, pero nadie sale a decir con claridad: ¡Basta
de alimentar el lenguaje de la confrontación y de la rabia!
Y así vamos mal. Y debemos exigirles a nuestros dirigentes que se sienten a dialogar,
que convoquen a las partes, que se comience a hablar otro lenguaje, porque el lenguaje
de la violencia, ya lo sabemos –lo hemos recordado dolorosamente esta semana- nos ha
hecho mucho daño. Muchos muertos y desaparecidos se ha cobrado la violencia entre
argentinos.
Ojalá tanto sufrimiento de décadas pasadas no haya sido en vano. Ojalá ensayemos otro
lenguaje diferente al de la violencia y la confrontación. Ojalá ensayemos el lenguaje del
encuentro y el diálogo. De lo contrario lo lamentaremos.
Rafael Velasco, sj
Rector de la Universidad Católica de Córdoba
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