La historia de los vencedores

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En lucha Febrero 2006
APUNTES Y
COMENTARIOS
Los sistemas de
evaluación en la
educación
La situación del sistema educativo deja mucho que desear. Más
allá del temido Plan de Bolonia,
las sucesivas estadísticas nos
sitúan en el último nivel de calidad. Quien quiere ampliar sus
estudios u obtener alguna formación superior, se ve expuesto al
caos que supone realizar alguna
carrera universitaria. Tanto las
consecuencias de los estudios
primarios como el desarrollo del
sistema universitario es un tanto
preocupante.
Supuestamente dicho sistema de enseñanza comprende
tanto clases teóricas como seminarios y prácticas tutorizadas, aunque la calidad de las
clases sea claramente cuestionable. Digamos que una básica
lectura, sin profundizar en los
aspectos críticos, es la base de
la enseñanza, lo que no permite
desarrollar las capacidades e intereses personales.
La metodología de las clases se basa en el seguimiento
riguroso de un temario. Dicho
temario perfectamente puedes
preparártelo sin hacer uso de
ninguna bibliografía, utilizando
los resúmenes ya elaborados.
Memorizándolos, si tienes suficiente tiempo, puedes alcanzar
la valoración más alta.
La asistencia a clase, aunque no obligatoria, constituye un elemento fundamental
de la formación universitaria.
Durante esas clases los profesores suelen profundizar en
los temas tratados apoyándose
habitualmente en una bibliografía concertada. Las técnicas
utilizadas no van más allá del
reflejo del material didáctico,
bien por diapositiva o transparencias.
¿Qué resultados?
Como hemos comentado, esa
metodología (clases, asistencias,
temarios…), son positivas a la
hora de estructurar la educación
universitaria. Pero, ¿Cuáles son
los resultados?
La evaluación de los alumnos se lleva a cabo mediante la
realización de un examen final
en la Convocatoria Ordinaria de
febrero. En su mayoría suele ser
un examen compuesto por test,
problemas, preguntas largas o
preguntas cortas. Todo queda expuesto a la tensión de unos minutos ante los contenidos más descabellados del temario. Solemos
hacer un boleo para saber dichas
preguntas, ya que lo único que se
nos valora es que las contestemos tal cual nos lo piden.
Esto es lo que nos lleva a
detenernos las horas previas al
examen y memoricemos lo mejor posible el temario de manera
sintetizada. Podemos suspender,
podemos quedarnos en el 5, y
algunos tener suerte y esmero y
continuar subiendo hasta el 8, el
9 o el 10. Pero casi todos, tras dos
meses, nos acordaremos exactamente de lo mismo que sabíamos
antes de realizar dicho examen.
Si hacemos un repaso, el
sistema de evaluación en las
universidades se reduce a: no
tener obligación a nada e interés por menos. ¿Dónde quedan
los aspectos críticos, la concepción personal elaborada, el
contraste de teorías, los debates, la reflexión…? Y lo más
importante, ¿dónde queda el
aprendizaje?
Lo más curioso de esto, es
que, si los profesores tienen
amplia libertad para elaborar
los programas (sistemas de
evaluación), ¿por qué ocurre
esto?
Alternativa real
Yo creo que existe una alternativa.. Se trata de basar el
aprendizaje universitario en
la elaboración de Ensayos,
a través de diversas lecturas
(recomendadas o por interés
personal), y en la realización
de clases didácticas donde el
profesor aclare conceptos y
proponga debates que permitan la participación de todos
los alumnos. Debates abiertos
a la reflexión, al contraste de
teorías y a la elaboración de
una opinión personal, formada
y comprometida.
Es necesario cuestionar este
sistema que solo esta creando
analfabetos formales, y cada vez
nos impide más avanzar. Claro
que también tenéis otra opción,
¡suerte para esos exámenes!
Elisa Gago
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Cultura
CINE
Manel Barriere analiza Munich, la nueva y polemica película
de Steven Spielberg sobre los servicios secretos israelíes
La historia de los vencedores
Es bueno tomarse algo dulce al
lado del mar. Esta frase, dicha
por un agente del Mossad en
el momento de planear, con el
protagonista de Munich, el asesinato de 11 activistas palestinos, remite al Mediterráneo que
baña la costa de Israel, ese mar
arrebatado a los palestinos en un
proceso que se inició a finales
del siglo XIX y que culminó en
la primera guerra árabe-israelí
de 1948.
Estas referencias históricas
no aparecen en la nueva película de Spielberg, a quien hay que
reconocer un serio esfuerzo de
reflexión sobre el mal llamado
conflicto entre israelíes y palestinos y, en torno a la crueldad y a la
violencia que ha generado.
Solidez narrativa y efectividad maestra a la hora de transmitir tensiones emocionales, la
calidad cinematográfica a la que
el director norteamericano nos
tiene acostumbrados, aunque
ahora al servicio de un discurso
comprometido política e ideológicamente.
Pero ¿comprometido con qué y
con quién?
Se corre el riesgo de creer que
Munich plantea el típico discurso pacifista lanzado desde una
supuesta neutralidad humanista
pero, si se lee con un poco de cuidado y teniendo en cuenta que no
es una película fácil, se aprecia un
discurso construido desde el sionismo, más o menos crítico, que
reflexiona sobre el significado de
Israel como hogar para los judíos
y sobre la legitimidad que tiene
dicho estado, entendido como
hogar/familia, para defenderse de
sus enemigos a toda costa.
Spielberg no esconde un pesimismo, fruto del desarrollo posterior del conflicto, en ese plano
final con las dos torres gemelas
al fondo, en el que se entrevé un
cuestionamiento moral del terro-
La visión del film sobre ciertos aspectos choca con la realidad.
rismo israelí, pero sin cuestionar
en ningún momento la idea misma de Israel.
Aun así, el esfuerzo tiene su
importancia. Una de las claves
fundamentales para romper con
el pesimismo que invade a todos
aquellos que viven de cerca la tragedia palestina es la consecución
de un proceso de reflexión en el
seno de la comunidad israelí, y
judía en general, que se plantee
críticamente el cómo y el porqué
del estado de Israel, y que intente
responder a una pregunta que el
sionismo ha evitado durante años:
¿Qué estado queremos? ¿Cómo
queremos que sea nuestro hogar?
Este tipo de reflexiones están
presentes en la película.
Lo claramente cuestionable,
sin embargo, es una visión de la
historia en que las relaciones causa-efecto responden a lo que la
propaganda israelí y pro-israelí es
siempre una reacción defensiva
ante ataques injustificados y de
carácter antisemita.
Esta visión de la historia choca frontalmente con la realidad
de lo que es y ha sido el proyecto
político sionista en la Palestina
histórica, pero responde a otra
realidad que esta película pone en
evidencia. La Historia la escriben
los vencedores. Spielberg tiene
buenas intenciones pero, por otro
lado, sirve a esa historia escrita
por los que tienen el poder para
hacerlo.
Feria de arte
Arco’06: ¿La asimilación del grafiti?
Algo curioso va a suceder en la Feria de
arte contemporáneo
Arco’06.
Los grafitis nacen en
las calles de los barrios
obreros al calor del rock
and roll en los EEUU de
mediados de los 50.
Esa expresión formaba
parte del sentimiento de
rebeldía de una generación que había crecido
con el macartismo.
Desde su nacimiento
hasta nuestros días
los grafiteros han sido
perseguidos como
gamberros, y últimamente, como incívicos. No
obstante el grafiti se ha
mantenido como una
forma de expresión, ya
sea política o estética,
de los jóvenes de los
barrios populares. El
grafiti es un tipo de
pintura particular. No
es necesario pagar
para verla y sirve para
embellecer los terribles
muros de hormigón
gris tan comunes en la
arquitectura contemporánea. Un compañero que viajó a Palestina
fue testigo de cómo
algunos palestinos
se oponían, en cierto
modo, a que se pintara
el muro de Cisjordania
para no embellecer
ese elemento que es
símbolo de la opresión
que sufren. Por otro
lado, cada grafiti es en
si mismo un acto de
rebeldía ya que pintar
esas paredes es ilegal
y en el caso de Barcelona, con la nueva
ordenanza cívica, la
multa puede ascender
a 3000€.
Queda claro así por
qué los poderes públicos persiguen el grafiti
mientras permiten
miles de anuncios y
letreros publicitarios,
la mayoría de las veces
sexistas, siempre que
sean pagados por una
empresa.
No obstante también
optan por la asimilación de este arte,
destinando muros para
pintar “legalmente”,
promoviendo concursos
e incluso exponiendo
grafitis en los museos
de arte moderno. Así,
vamos a observar en
los próximos días como
se venden grafitis en
ARCO (del 9 al 13 de
febrero en Madrid).
Esta asimilación
del grafiti por parte del
arte oficial, intentando
recluir un arte esencialmente urbano y
popular en los espacios elitistas tradicionales como museos
y galerías, llega a
extremos chocantes.
El debate está servido: ¿Un grafiti sobre
madera que se vende
en Arco tiene el mismo
sentido que uno realizado sobre el muro de
una estación de tren?
¿Es coherente mercantilizar una expresión
artística nacida de la
rebeldía? ¿Le pasará al
grafiti lo mismo que a
las otras vanguardias
pictóricas o que al hip
hop?
Óscar Simón
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