UNA POLÍTICA AGRARIA COMÚN PARA LOS BIENES PÚBLICOS

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UNA POLÍTICA AGRARIA COMÚN PARA LOS BIENES PÚBLICOS
EUROPEOS
La Política Agraria Común (PAC) destaca por las controversias que ocasiona entre los
Estados miembros. Los países del norte consideran que son las fuerzas del mercado las
que deben desempeñar un papel primordial y desean acabar con una PAC que todavía
absorbe más del 40% del presupuesto europeo. Los países del sur muestran preferencia
por unas políticas de intervención activas que mantengan la producción y sostengan los
ingresos de los productores. Los países del este, por su parte, aspiran a una distribución
más equitativa de los subsidios agrarios que actualmente están muy concentrados en los
antiguos estados miembros. Ante esta situación un grupo de economistas agrarios –de
institutos que abarcan toda la UE, desde Letonia a Portugal y desde Suecia a Italia- han
firmado una Declaración pidiendo una reforma en profundidad de la PAC con el
objetivo de promover el interés común europeo.
Un objetivo de las políticas actuales de apoyo es defender las rentas agrarias. Pero los
subsidios no son han sido un instrumento eficaz para detener el declive del sector
agrario ni mucho menos un instrumento eficaz de política social. Si los subsidios están
vinculados a la producción agrícola o a la posesión de la tierra, son los grandes
agricultores, los grandes propietarios y los proveedores de medios de producción los
que perciben el grueso de las ayudas, lo que deja fuera de ese objetivo social a los
hogares de menos recursos, sean o no agricultores. En lugar de eso, las ayudas públicas
deberían orientarse a los hogares de bajos ingresos y en peor situación económica
independientemente del sector en el que trabajen. Tampoco resulta evidente que esa
ayuda social debiera centralizarse a nivel europeo -como sucede con las ayudas directas
a las rentas que reciben los agricultores de la PAC- sino que debería tender a
administrarse a nivel nacional donde las autoridades están mejor posicionadas para
relacionar las necesidades locales con las responsabilidades financieras.
La preocupación acerca de la seguridad alimentaria en el mundo ha vuelto a la agenda
política debido a la escalada de precios ocurrida en 2008. Sin embargo, la UE es, en
conjunto, y a pesar de la crisis económica, una región con poder adquisitivo para
abastecerse en los mercados mundiales incluso si los precios son altos. Además, la UE
podría tomar medidas para incentivar la producción propia si surgiera la necesidad en el
futuro. Como respuesta al incremento de los precios los agricultores podrían ampliar la
superficie de cultivos basicos, utilizar nuevos métodos de cultivo y cambiar sus patrones
de producción para incrementar los rendimientos. La seguridad alimentaria, al menos al
nivel global en la UE, no está en riesgo. Es verdad que producción agrícola puede estar
sometida a una relocalización en Europa, lo que conllevaría otro tipo de impactos y
algunos de naturaleza ambiental, pero la seguridad alimentaria en la UE no estaría
amenazada.
Existen otros problemas que constituyen amenazas globales como el calentamiento
global, la escasez de agua y el aumento de la población. Estos problemas son
suficientemente serios para atraer la atención de las políticas europeas. Pero utilizar el
argumento de la seguridad alimentaria para justificar la PAC actual no es plausible. El
dinero destinado a reducir el hambre y la pobreza en otros países estaría mejor gastado
si se invirtiera en investigación agraria e infraestructuras en los países en desarrollo que
repartiéndolo sin condiciones en forma de subvenciones agrarias europeas.
En el futuro la PAC debería facilitar a los productores los incentivos apropiados para
suministrar los bienes públicos demandados por la sociedad pero que no están lo
suficientemente bien remunerados por el mercado. Pero no todos los bienes públicos
son iguales. Algunos tienen una dimensión internacional o europea mientras que otros
tienen una dimensión nacional. La UE debería contribuir a la financiación de los bienes
públicos sólo en la medida que el efecto de las políticas aplicadas tuviera una
repercusión fuera de las fronteras un único Estado Miembro. Esta idea conllevaría, a
aceptar la corresponsabilidad de los estados miembros en la financiación de políticas
agrarias con objetivos locales. La necesidad de una política agraria puede ser reconocida
por todos, pero deben ser claramente identificados los ámbitos en que esta política
debería ser “común” a nivel europeo.
El ejemplo más evidente de objetivos globales es la lucha contra el cambio climático, un
desafío que justifica una respuesta supranacional. La protección de la biodiversidad
también requiere el apoyo de la UE puesto que la contaminación que amenaza a los
animales, los ecosistemas y la biodiversidad no entiende de fronteras. Del mismo modo,
mantener los recursos hídricos en buen estado, y prevenir sequías e inundaciones es un
asunto europeo porque los estados miembros comparten ríos, lagos y mares y están
interesados en el mantenimiento de acuíferos. En cambio, muchos de los beneficios de
un paisaje diverso, tradicional y bien cuidado quedan en el interior del país -como
elemento de disfrute, de atracción de recursos humanos cualificados o de los
ciudadanos. Estas ventajas son principalmente nacionales y no europeas, por lo que la
gestión del bien público debería hacerse a nivel de estado miembro, lo que implica un
nivel de compromiso de cada estado hacia su propia agricultura.
La reforma de la PAC siguiendo estas recomendaciones contribuirá a reducir las
emisiones de gases efecto invernadero, incrementará la biodiversidad, logrará un
manejo del suelo y del agua más responsable a un coste menor. También facilitará la
adopción de políticas comerciales responsables que refuercen la legitimidad de la UE en
el ámbito internacional, intensificará los esfuerzos de la UE para desmantelar las
políticas excesivamente proteccionistas existentes en algunos países y contribuirá a
lograr un resultado exitoso de la Ronda Doha. Más aún, permitiría mejoras en todas las
partidas presupuestarias de la Unión. Ya ha comenzado la negociación de las
perspectivas financieras a partir de 2013. La reforma de la PAC, al ser la partida de
mayor presupuesto, es crucial para que se progrese en otros ámbitos. La reforma de la
PAC es pues un paso importante para construir una UE más efectiva que conserve e
incremente el apoyo de sus ciudadanos.
José María García Alvarez-Coque, Alan Swinbank y Valentin Zahrnt. Basado la
Declaración que los autores firman "Una política agraria común para las bienes públicos
europeos: declaración de un grupo de economistas agrarios".
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