Lunes – 2ª semana CUARESMA – 2016

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Lunes – 2ª semana CUARESMA – 2016
CÁTEDRA DE SAN PEDRO
1 Pedro 5, 1-4
/
Salmo 22 / Marcos 16, 13-19
Oración inicial: Concédenos, Dios todopoderoso, que, purificados por la penitencia cuaresmal,
lleguemos a las fiestas de Pascua limpios de pecado. Por nuestro Señor.
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (16,13-19)
Confesión de Pedro
13
Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe, preguntó a los discípulos: “¿Quién dice la gente
que es el Hijo del Hombre?”
14
Ellos contestaron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; otros, Jeremías o algún
otro profeta”.
15
Él les dijo: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”
16
Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
17
Jesús le dijo: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y
hueso, sino mi Padre del cielo!
18
Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra construiré mi Iglesia, y el imperio de la
muerte no la vencerá.
19
A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo
que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.
CLAVES para la LECTURA
- El pasaje de la confesión de Pedro en Cesarea nos sitúa en un momento clave de la vida de Jesús. Parece
que en su ministerio tuvo unos comienzos brillantes y que fueron muchos los que le siguieron. Pero después
de ese triunfo inicial tuvo que afrontar el rechazo de los jefes, la incomprensión del pueblo y el fracaso
aparente de su misión. Es entonces cuando se dirige a los discípulos. La doble pregunta que les hace
(“¿Quién dice la gente que es este Hombre?... Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”) no es un
juego literario, sino una cuestión vital. Necesita saber qué es lo que piensa la gente y qué es lo que piensan
ellos; qué es lo que piensan los de fuera y los de dentro, para ver si su práctica trae el Reino y responde a lo
que Dios quiere. Duda si el camino seguido hasta ahora es el acertado.
- El relato, tal como lo leemos en este evangelio, se debe en gran parte a la pluma de Mateo que ha
remodelado y ampliado el texto de Marcos, añadiendo la afirmación de que Jesús es el “Hijo de Dios” y el
encargo confiado a Pedro (Mc 8,27-30). Con estos retoques, el evangelista hace que la atención de los lectores
se centre no tanto en Jesús (como ocurre en Marcos), cuanto en la Iglesia, el nuevo Israel que Jesús convoca
en torno a Pedro, como resultado del rechazo de su pueblo y de la acogida de los discípulos (Mt 13,53 -16,20).
A esta confesión de Pedro Jesús responde con una palabra de felicitación y un encargo muy especial de cara
a la Iglesia (vv.17-19). Jesús declara dichoso a Pedro, no por sus méritos sino porque el Padre le ha revelado
el misterio de reconocerle como Mesías e Hijo de Dios; y le confía la misión de ser la roca sobre la que
asentará su Iglesia reunida en torno a los discípulos.
CLAVES para la VIDA
- El camino de “aprendizaje” para Pedro ha terminado, si bien tendrá que ir madurando profundamente,
como podemos comprobar en otros pasajes evangélicos. La fe en Jesús significa mucho más que una
“confesión teórica” sobre el Mesianismo. El camino será algo mucho más vital y experiencial, donde, incluso
Pedro, sentirá su propio fracaso, llegando a claudicar y negarle, y es que la “imagen” que Pedro tenía del
Mesías no coincidía con lo que Jesús les presenta.
- “¿Quién decís que soy yo?” sigue siendo una pregunta que interpela a los creyentes que se acercan al
Evangelio. Y es que también hoy, a pesar del tiempo transcurrido y de la historia vivida, podemos hacernos
“mi” imagen de Jesús, muy condicionado por tantas cosas: intereses, preocupaciones, condiciones de nuestra
psicología personal, o el medio social al que pertenecemos. Una imagen empobrecida, parcial o falsa de
Jesús nos conducirá a una vivencia empobrecida, unilateral, parcial o falsa de la fe y de la vida. De hecho,
éste es uno de los datos más constatados hoy en día: no hay una experiencia viva de lo que es
ENCONTRARSE con Él personalmente. Entonces todo se convierte en una “religión” impuesta y obligada.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
“Jesús, que yo sea un miembro activo y comprometido de la comunidad de tus
discípulos, de la Iglesia”.
1. Lo importante, en esta festividad litúrgica y en el momento histórico que está viviendo la Iglesia, no es
tanto precisar -una vez más- el significado de este evangelio, sino más bien tomar conciencia de lo que
esta celebración y este texto evangélico nos vienen a decir en la situación que vivimos. Es un hecho que
el actual obispo de Roma, el papa Francisco, está cambiando el modo de ejercer el papado en la Iglesia. Y
lo está haciendo de forma que este nuevo papa, al tiempo que ejerce una enorme atracción sobre los
pobres y los que sufren, produce un más o menos disimulado rechazo en los ambientes más
conservadores y clericales.
2. Aunque es cierto que la fiesta de la "Cátedra de Pedro" se celebraba ya a mediados del siglo IV (así
consta en la Depositio Martyrum), no es menos verdad que la Iglesia, hasta el siglo X, fue una Iglesia
sinodal. Es decir, una Iglesia que reconocía el primado del obispo de Roma, pero que era gobernada por
los sínodos nacionales o regionales. O sea, era una Iglesia menos concentrada en la "Cátedra de Pedro". Y
más participativa. Lo que no rompía la unidad de la Iglesia. Cada sínodo (nacional o regional) empezaba
por afirmar su comunión con toda la Iglesia. Lo mismo que el papa se sentía ligado por los cánones de los
sínodos (cf. Hincmaro, Benedictus Levita, san Bonifacio, san Isidoro de Sevilla. Cf. K. H. Morrison. Y. Congar).
3. Es decisivo que los creyentes en Jesús estemos cada día más unidos al papa Francisco. Y a la tradición
más original de la Iglesia. Cuando la Iglesia tuvo fuerza y vitalidad para ser factor determinante de la
cultura y de la sociedad de Occidente y de su influjo en el mundo y en la historia.
José María Castillo - La religión de Jesús Ciclo B – Comentario al Evangelio diario – 2014-2015
“¿Quién dice la gente que soy yo?”, preguntaba Jesús. Muchos se preguntan hoy lo mismo: ¿Quién es Jesús
para mí? Una pregunta directa y necesaria a la que todos nos vemos como obligados a responder. Muchos
predicadores preguntan esto mismo en sus sermones a los que escuchan la Palabra, como demandando una
respuesta.
Pero no se trata de pasar un examen, o responder algo de forma “políticamente correcta”. Ante Jesús no
valen esas respuestas, lo sabemos. Cuando uno profundiza en la respuesta, se da cuenta que la pregunta de
Jesús es otra. En verdad, a Jesús no le importa tanto que descubras por qué es Él importante para tu vida,
sino que descubras lo importante que eres tú para Él. Eso es lo determinante. Cuando descubres que eres
importante para Jesús, todo cambia. Sucede entonces que Dios, como dice el papa Francisco, se nos muestra
“enamorado de nuestra pequeñez”. Descubrimos que se ha fijado en nosotros y nos ha dicho: “cuento
contigo”. Y ahí nace la alegría del Evangelio.
Sucede entonces lo que a Pedro en su interior. Es el descubrimiento de algo maravilloso que le deslumbra, le
seduce y le llena en lo profundo de su corazón. Ha encontrado lo que por fin andaba buscando. Mejor dicho,
Jesús le ha encontrado a Él. Cuando toma conciencia del regalo que Dios le hace, no puede sino confesar lo
que le ha sido revelado: ¡Tú eres el mesías! ¡Tú eres el esperado, el que tenía que venir a nuestras vidas!
Había esperado tanto ese momento… Jesús se había fijado en él, como se fija en cada uno de nosotros,
amándonos tan profundamente, que su vida, como la nuestra, ya nunca más podrá ser la misma. Desde
entonces, aquellos que hemos descubierto esa gran alegría, como Pedro, sabemos que nuestra vida, al igual
que esta gran noticia, les pertenece a los que la esperan. Dichoso tú, si descubres hoy que el Señor es tu
Mesías, tu salvador, la Palabra de amor que estabas esperando y te dice “cuento contigo”.
Vuestro hermano y amigo,
Fernando Prado, CMF
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¿Cuáles son las opiniones que existen en nuestra comunidad sobre Jesús? Estas diferencias
en la forma de vivir y expresar la fe ¿enriquecen la comunidad o perjudican el camino y la
comunión? ¿Por qué?
¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién soy yo para Jesús?
“¿Quién dicen ustedes que soy yo?”
(Mt 16,15)
“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. Él envió a su Hijo nacido de la
Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Jesús de Nazaret con su
palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios” (Misericordiae
Vultus 1).
Disfrutamos a fondo de una alegría cuando la compartimos.
Si hoy fuéramos valientes y dijéramos a alguien
quién es Jesús para nosotros,
si dejásemos ver la luz resplandeciente que hay en nuestro corazón,
el mundo se acostaría con más alegría.
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