Colombia frente a la Pacífico Alianza del Diana Plata Alarcón 1 Cuando se habla de la Alianza del Pacífico se hace referencia a la iniciativa de integración regional, conformada oficialmente mediante la Declaración de Lima del 28 de abril de 2011 y de la cual hacen parte 4 de las más importantes economías Latinoamericanas: México, Colombia, Perú y Chile. Además, Costa Rica participa en este momento como país observador y está haciendo trámite para su ingreso formal a este acuerdo regional. Según la página web oficial de la Alianza, esta busca una integración profunda que incluya la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. De esta manera se quiere impulsar el crecimiento, el desarrollo y la competitividad de las economías de los países participantes, con miras a lograr un mayor bienestar, la inclusión social de sus habitantes y la superación de la desigualdad socioeconómica. Desde su creación y durante los últimos años, se negociaron los términos formales del acuerdo, para lo cual se llevaron a cabo 8 cumbres presidenciales que tuvieron lugar en diversos escenarios de los 4 estados participantes. La última cumbre se desarrolló el 10 de febrero pasado en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia. En esta reunión se llevó a feliz término el proceso de negociaciones con la firma del Protocolo del Acuerdo Marco para la 1 Internacionalista, Docente y Joven investigadora de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Alianza del Pacífico, con el que se libera el 92 % de las partidas arancelarias del comercio intrarregional y con lo que, además, se pretende blindar a estos países frente a la volatilidad de la economía mundial. Durante los días posteriores al evento se han escuchado diversas críticas relacionadas con su organización. Estas se enfocaron en hacer visible una paradoja: ¿Por qué la Cumbre se llevó a cabo en Cartagena, en las costas del mar Caribe, si se estaba formalizando el Protocolo del Acuerdo del Pacífico? ¿No hubiese sido mejor optar por una locación cercana al Océano Pacífico como Cali o Buenaventura? Esta situación, más que una anécdota para recordar en los anales de la historia partía, es una clara muestra de la indiferencia con la que el gobierno central ve a la región pacífica. Este no es un hecho reciente, más bien es la confirmación de una constante histórica en Colombia pues, como todos saben, la Costa Pacífica es una de las zonas más deprimidas de nuestro país y la cual lamentablemente no ha recibido la atención debida por parte del gobierno central durante años. Esa zona está compuesta por los departamentos de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Se caracteriza por la presencia de grupos armados ilegales, desplazamiento, un alto índice de necesidades básicas insatisfechas, baja conectividad vial, bajo cubrimiento en servicios públicos y altos índices de corrupción, entre otras. Sin embargo, de puertas para afuera, frente al sistema internacional, el gobierno se vanagloria por ser un país con costa pacífica, lo que le permite hacer parte de la Alianza, pero de puertas para adentro, trata con indiferencia a esta región del país tan agobiada. Esta indiferencia se refleja también en la poca importancia que se le ha dado al desarrollo de la infraestructura en el pacífico. Hoy, más que una necesidad manifiesta es un reto que Colombia debe enfrentar con visión de futuro si quiere recibir los beneficios que espera al hacer parte de la Alianza. Para esto, Colombia necesita invertir en el mejoramiento de las vías de comunicación desde la costa hacia el interior del país y en el desarrollo portuario. De no ser así, el comercio con los otros países de Alianza tendría serias limitaciones que podría ser benéficas para ellos y contrarias para nosotros. Además, al hablar de los beneficios que el gobierno espera recibir con la Alianza, no es claro si verdaderamente estamos preparados. Un hecho con el que se puede ejemplificar el tema es la crisis en el sector agrario. Como recordaran, los campesinos colombianos en el mes de agosto del año pasado se movilizaron llamando al Paro Nacional Agrario que mantuvo en vilo al gobierno durante días, visibilizando la inconformidad que aqueja al gremio y que, irónicamente, aun hoy no ha recibido una solución definitiva. En esta grave situación sirvieron como detonantes las nefastas consecuencias que trajo para el país, y en especial para el sector agrario, la firma del TLC con los Estados Unidos. Este renglón de la economía no estaba preparado para competir con los artículos agrícolas provenientes del país del norte, que venían a un menor precio por contar con importantes subsidios otorgados por el gobierno norteamericano para su producción y que hacían a nuestros productos muy poco competitivos. Sin embargo, el gobierno no aprendió la lección previa y se empeñó en firmar la Alianza del Pacífico, sin haber dado solución definitiva a las demandas justas que hacían los campesinos. Y claro, con esto no se quiere decir que el haber firmado el Acuerdo sea del todo malo para el país. Por el contrario, se invita a hacer una reflexión objetiva que permita ver lo bueno, lo malo y los retos que conlleva. También se espera poner sobre la mesa un punto de reflexión: Colombia necesita con urgencia prepararse para los retos que afrontará, sin dejar de lado la realidad interna del país.