La novia de diez años de edad

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11 de noviembre
La novia de diez años de edad
L
a mayoría de las niñas de 10
años de edad se dedican a
estudiar en la escuela, ayudar
con el quehacer de la casa y a jugar
con sus amigas. En ocasiones sueñan con casarse. Pero hay algunas
niñas de 10 años de edad que
nunca asistieron a la escuela, pasan
el día entero trabajando y temen el
día en que se tendrán que casar.
Jemila
Una de estas niñas de 10 años
de edad es Jemila, quien vive en
Etiopía. Su padre, un campesino,
tiene dos esposas y 12 hijos. Todos
los miembros de la familia tienen su
trabajo que hacer. Algunos alimentan las vacas, otros las ordeñan y
hay quienes atienden la hortaliza.
Jemila dejó de trabajar para
atender a los niños que van a la
escuela de la aldea. Deseaba asistir
a la escuela para aprender a leer y
escribir, pero su padre se lo impidió.
“Las niñas no necesitan aprender a
leer y escribir —solía decir—. Lo
que necesitan es aprender a trabajar y a tener bebés para sus esposos”.
Jemila suspiró y siguió trabajando. Conocía bien la costumbre de su
pueblo. Las niñas de su edad debían
casarse para que sus padres pudieran recibir la dote matrimonial.
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Los eslabones de la gracia:
Gracia/Adoración. Ella quería ir
a la escuela pero su papá quería
casarla con un anciano.
Planes para la boda
Un día el papá de Jemila la
llamó a la casa. Estaba con un
anciano, quien la miró con atención
y luego hizo un movimiento con la
cabeza para indicar que la niña le
agradaba.
—He hecho los arreglos para
que este hombre se case contigo —
dijo el papá. Jemila se mordió los
labios para no llorar—. No tienes
que vivir con él todavía. Sólo visita
su hogar una o dos semanas y luego
regresas a casa. Después de unos
dos años tendremos una magnífica
boda.
La madre de Jemila la tocó en el
hombro y le hizo señas para que
saliera de la habitación.
—Te comprendo —dijo mamá—.
Yo también fui una novia niña. No
voy a permitir que a ti te pase lo
mismo.
¡Jemila sintió un gran alivio!
Después que el señor se fue,
Jemila escuchó que sus padres
hablaban. Sus voces se hacían cada
vez más fuertes y discutieron acaloradamente acerca del futuro de
Jemila, hasta que el padre salió enojado de la casa. Después de varios
4º trimestre, 2006
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División Africana Centroriental
minutos su mamá entró a su recámara.
—No lo dejé hacer lo que quería
—dijo suavemente—. Se fue a vivir
con su otra esposa.
Jemila se enteró de que su padre
se divorció de su mamá porque no
permitía que ella se casara con el
anciano.
Un lugar seguro
Pocos días después, la mamá de
Jemila le dijo:
—Debes salir de aquí. Papá
todavía podría tratar de forzar la
boda. Tengo amigos que trabajan
en un colegio adventista. Puedes
vivir con ellos y trabajar por tus alimentos y hospedaje. Además puedes ir a la escuela y aprender a leer
y escribir. Tal vez tu vida resulte
mejor.
Jemila sonrió tímidamente. Sabía
el sacrificio que hacía su mamá
para ayudarla.
Al día siguiente la mamá llevó a
Jemila a la escuela adventista.
Conoció a la familia con la que viviría y para la cual trabajaría, y se
inscribió en la escuela primaria.
Luego la madre regresó a casa.
Jemila trabaja en la escuela para
pagar su colegiatura y trabaja en la
casa para pagar su cuarto y alimentos. Trabaja mucho, pero es feliz ya
que por fin su sueño de obtener una
educación se está realizando. Lo
mejor de todo, Jemila está aprendiendo que Jesús la ama. Este año
entregó su corazón a Dios y pidió la
oportunidad de ser su hija.
De visita a casa
A veces Jemila visita a su mamá
durante las vacaciones. Pero debe
tener cuidado de no salir del terreno
de su madre. No le puede decir a su
padre dónde vive porque él podría
tratar de llevársela para casarla
con otra persona con el fin de conseguir la dote matrimonial. Jemila le
cuenta a su mamá cuánto la ama
Dios y espera que ella entregue su
vida al Señor.
Jemila está agradecida con los
adventistas que la han protegido y
ayudado a recibir una educación
cristiana. Su vida es difícil, pero ella
sabe que ahora Dios es su Padre y
que él nunca la dejará ni la desamparará. Jemila quiere ser un buen
ejemplo del amor de Dios para los
demás, de modo que ellos lo acepten como su Salvador igual que ella.
Oremos por Jemila y las otras
niñas de Etiopía y del mundo entero
que quieren aprender a leer y escribir y que nunca han oído hablar de
Jesús. Demos semanalmente nuestras
ofrendas para las misiones de modo
que más niños y sus padres oigan
acerca del amor de Dios.
Misión niños
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