Agorafobia (miedo a la calle) Mujer, 26 años De niña me crié en una familia normal y cariñosa en Hoorn. Cuando tenía 10 años me mudé con mis padres y mi hermano a Diemen y más tarde me iba en transporte público al instituto. En ese instituto me chinchaban a menudo, me sentía sola con frecuencia. Empezaban a chincharme en el momento de subir al autobús al instituto, continuaba allí y paraba en el momento de bajarme del autobús estando casi en casa. Una vez en casa mi madre me atendía con una taza de té y le contaba todo lo pasado en el día. Por la noche mi padre me llevaba a dormir y volvía a contarle todo lo de ese día y él me inspiraba valor y así dormía bien. Tenía unos 16 años cuando acabé el instituto y me fui a la FP de Amsterdam, donde de repente todo el mundo me aceptaba como era. Tras 5 maravillosos años me saqué los títulos de orfebre y grabadora. Se me había olvidado de momento el chincharme hasta que empecé a tener ataques de pánico. Tenía 18 años y no me atrevía a salir de casa. Los ataques de pánico me daban cuando iba a hacer algo divertido, como salir a cenar a un restaurante, salir con las amigas, ir de vacaciones, salir espontáneamente de compras... No importaba qué, pero de repente me entra un tremendo dolor en el vientre, me siento ligera en la cabeza y me entra frío mientras estoy sudando. Me pongo intranquila y me gustaría cortarme en los dedos para poder estar de inmediato en casa. Todo el mundo tiene que pararse porque yo me quiero ir a casa en ese momento. En esos momentos no sé dónde meterme, ya no puedo pensar bien. En el momento de un ataque de pánico necesito ir instantáneamente al baño, tengo diarrea espontánea y no lo puedo contener, si no hay un aseo cerca, el miedo incrementa e incrementa. Entonces siempre llamo a mi padre que me habla muy tranquilamente. Esto ocurría a menudo en el autobús o en el tren saliendo o de vuelta a casa. La situación no podía seguir así. Apenas salía a ningún sitio y tampoco quería, mis padres me llevaban y recogían si tenía que ir a algún sitio. Cada día el miedo tenía un papel importante en mi vida. A los 22 el médico me remitió a un psicólogo. Tras muchas conversaciones descubrí que el chincharme en el instituto es la causa de mis miedos. Después de medio año terminé con las conversaciones, me daba tranquilidad saber el origen y los miedos habían desaparecido en gran parte. A los 24 me fui a vivir con mi pareja en Zaandam. Un año después me quedé embarazada. Durante el embarazo no tuve ningún problema con los ataques de pánico, pero incrementaron 4 semanas después del parto. Tras la baja por maternidad tenía que volver al trabajo, pero ya no me atrevía a ir en tren, a hacer las compras o a pasear con el bebé. Mi novio y mis padres me llevaban y recogían otra vez del trabajo. Esto no puede ser, no quiero que mi hija, de ahora ya 1 año, sea afectada porque mamá no puede ir con ella al zoo. He vuelto a ir a un psicólogo, pero ahora para un tratamiento cognitivo. Entretanto ha terminado la serie de tratamientos. Allí he aprendido a manejar mejor mis miedos. Ahora me atrevo a estar tranquila durante un ataque y ya no llamo a mi padre para pedirle ayuda. Pero seguía sin poder ir con el tren a mi trabajo. Mi prima me nombró la acupuntura de la clínica Rangkuti, acto seguido pedí una cita. La primera cita Sofyan Rangkuti me llamó para entrar e hizo un diagnóstico de pulso. Le conté que tuve un parto hace 9 semanas y que tengo desde hace unos 12 años miedos y que son tan intensos que me duele el vientre. Después pasas a una consulta y te acuestas tranquilamente. En el momento en el que él introduce las agujas no sientes absolutamente nada. Luego te tapan con toallas para mantenerte caliente y te quedas acostada tranquilamente unos 30 minutos escuchando la relajante música. Sentía circular mucha energía por mi cuerpo. Eso en realidad me dio un poco de miedo y empecé a sentirme intranquila y con miedo. Después de que me sacaran las agujas me sentía muy relajada y tranquila y tenía mucha energía, así que pedí una segunda cita. Desde ese momento recibí tratamiento Brain-Abdominal. Al principio no sentía una diferencia entre la parte punzante y deslizante del instrumental de reconocimiento, después te vuelve a equilibrar por medio de las agujas. Tras una serie de tratamientos en los que mi padre me acompañaba, ahora voy sola y siento cada vez mejor la diferencia entre la parte punzante y deslizante del instrumental de reconocimiento. Hace poco tenía una cita y tenía un miedo terrible, no quería irme, quería quedarme en casa. Casi anulo la cita pero fui. A través del diagnóstico de pulso Sofyan sintió que estaba Fuente: www.acupunctuurba.nl intranquila y que tenía miedos, no tenía que contarle mucho ya que el ya sentía bastante. Tenía tanto miedo que no me atrevía a estar sola en la consulta. Cada 5 minutos Sofyan y sus compañeros entraban a verme y eso me tranquilizaba algo, pero jolines qué miedo tenía, se me caían las lágrimas de miedo, me sentía tan sola. Después de media hora me tranquilicé un poco y mis miedos habían desaparecido sin que tuviese que hablar de ello. Cuando habían sacado las agujas volvía a sentir que había recibido tanta energía nueva que me sentía superbien, al mismo tiempo que tenía una sensación rara por todo lo que había pasado. Visto a posteriori hice bien en ir aunque me sentía tan mal. Me tranquilicé porque las agujas (sobretodo en mi vientre) abrían mis canales de energía. Seis semanas más tarde tenía mi nueva cita y hasta ahora no he sentido un miedo tan grande. Desde hace 4 meses vuelvo a ir tranquilamente con el tren al trabajo y esta semana incluso he vuelto con el tren a casa. Aún me sigue costando mucha energía ir con el tren. Ahora llevo puntos de presión en la oreja y los aprieto 20 veces. Eso hace que vayan señales positivas a mi cerebro, me tranquilizo y no me dan molestias en el vientre. De verdad, éste método de acupuntura me hubiera gustado recibirlo años atrás, no hubiera sufrido los miedos, hubiera podido salir o ir a cenar. Me siento tanto mejor. Esta semana he ido por primera vez con mi familia a Artis (nota del traductor: es un zoo), fue fantástico. No me molestó nada. Ahora, unos tres meses más tarde, voy casi todas las mañanas con el tren a mi trabajo y ya no es tan cansino como antes. Hace más de tres meses que no he tenido ningún ataque de pánico y me he hecho muy tranquila y relajada porque ya no tengo que pensar acerca de los miedos: ahora puedo hacer espontáneamente aquellas cosas que me apetecen. Fuente: www.acupunctuurba.nl