“Mi andadura se ha visto marcada por sucesivas reorganizaciones

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Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la propuesta experiencial de Edgar Morin
COMPLEJIDAD Y COTIDIANIDAD
EDUCATIVA: MIRADAS DESDE LA PROPUESTA
EXPERIENCIAL DE EDGAR MORIN
Edith Trejo
“Mi andadura se ha visto marcada por sucesivas
reorganizaciones de mi modo de pensar”
E. Morín
RESUMEN
La realidad que percibe el ser humano cada día, la compresión de
su propia existencia y confl ictos internos, trae inmersa los aires de
la complejidad, de lo global, lo contextual y lo multidimensional.
La complejidad se encuentra presente en todos lados, y no hay
necesidad de ser científico para notarlo. La forma de pensamiento
predominante por mucho tiempo, en la cual se produjeron grandes
descubrimientos, favorecía el mecanismo, lo lineal, lo cuantitativo;
y aún en la actualidad existe quien defienda sus postulados, además
de logros, con razón. Pero la ciencia ha avanzado, los nuevos
hallazgos requieren explicación, además del surgimiento de una
nueva forma de pensar y actuar. La humanidad ha experimentado
nuevas transformaciones que requieren de una forma de
interpretación distinta a la existente por mucho tiempo. A nivel
general, la interpretación y comprensión de los diversos fenómenos
de la naturaleza requieren de una forma de pensamiento distinto,
y es donde se destaca el planteamiento de Edgar Morín relacionado
con el desarrollo de un pensamiento de la complejidad en los seres
humanos, como una forma de encaminar a los individuos y las
Recibido: 25/02/2013
ARJÉ
Aceptado: 18/03/2013
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naciones hacia el bienestar, la evolución y la productividad. En el
desarrollo de un pensamiento de la complejidad en los individuos,
está el futuro de la ciencia en virtud de los nuevos hallazgos que
puede propiciar. Al reflexionar acerca del planteamiento de Edgar
Morín relacionado con la necesidad de desarrollar en los seres
humanos un pensamiento de la complejidad, debe empezarse por
su aspiración constante de querer integrar o articular saberes
dispersos, y que lo han llevado a ser considerado un confusionista,
por militar entre la ciencia y la filosofía, asumiendo aspectos de
cada una, tratando de establecer una comunicación entre ambas.
Palabras clave: ser humano,
pensamiento complejo, Edgar Morín
complejidad,
cotidianidad,
EDUCATIONAL COMPLEXITY AND COTIDIANITY:
TAKE A LOOKS FROM EDGAR MORIN´S EXPERIENCIAL
PROPUSE
ABSTRAC
The reality perceived by the human each day, the compression
of their own existence and internal conflicts, brings immersed
in the air of complexity than overall, the contextual and
multidimensional. The complexity is present in everywhere, and
no need to be scientist to notice. The dominant thought form
for a long time, in which there were great discoveries, favored
mechanism, the linear, quantitative, and even presently there who
defend their postulates, as well as achievements, and rightly. But
science has advanced, new findings require explanation in addition
the emergence of a new form of thinking and acting. Humanity
has experienced new transformations which require a form of
interpretation different from existing long time. In general,
interpretation and understanding of the various phenomena
nature require a form of different thought, and is where highlights
the approach of Edgar Morin related to the development of a
complexity thinking humans, as a way of routing the individual
and nations to the welfare, development and productivity. In
the development of complexity thinking in individuals, is the
future of science under the new findings that may promote. In
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Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la propuesta experiencial de Edgar Morin
thinking about the approach of Edgar Morin related with the need
to develop in humans thinking complexity, should begin by his
constant aspiration of wanting integrate or coordinate dispersed
knowledge, and that led him to be considered a muddle, for military
between science and philosophy, assuming aspects of each, trying
to establish a communication between the two.
Key words: human, complexity, cotidianity, complexity thinking,
Edgar Morín.
Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la
propuesta experiencial de Edgar Morín
A modo de introducción
El ser humano está signado por una serie de experiencias, vivencias,
conocimientos, valores, visiones e inquietudes que lo hacen ser
parte del mundo y el mundo mismo. Mundo que muchas veces lo
percibimos o lo concebimos parcelado, un mundo donde acontecen
y afloran los sentimientos, las dudas y, otro, donde desarrollamos
el intelecto: el mundo educativo, fragmentando así nuestra
propia existencia y el pensamiento que nos guía. En este sentido,
partiendo de la propia experiencia de Edgar Morin, se pretende
mostrar su propuesta de la complejidad con el fin de invitar a la
reflexión acerca del acto de relacionarse y el de relacionar desde la
esencia misma del ser.
Es así que desde una postura reorganizativa y organizativa
del pensamiento de Morin, se ofrece una visión de realidades
socioeducativas que implican repensar la lógica de sentido, y
los significados del entretejido humano desde lo cotidiano para
derrumbar las barreras que lo separan.
Así mismo, mostrando una síntesis de la teoría de la complejidad,
se hace el abordaje de la educación del futuro con los siete saberes
propuestos por Morin y su implicación en el ámbito educativo,
acompañado por las reflexiones finales producto de la indagación
realizada.
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Acerca de Edgar Morín
Antes de abordar lo que sería el camino de la complejidad, es necesario
destacar algunas cualidades de Edgar Morin, base fundamental para
comprender su pensamiento. Morin (Paris, 1921) es considerado hoy
día uno de los pensadores más destacados de los últimos tiempos
y a sus 90 años sigue siendo un estudioso apasionado cuyas ideas
tienen gran influencia en la educación mundial con su propuesta
transdisciplinar del pensamiento. Hombre de intensa actividad
social, política y familiar. Con una formación pluridisciplinar: en
sociología, antropología, biología, historia, geografía filosofía, y
derecho, ha emprendido el camino hacia la complejidad.
Ha sido merecedor del título de Doctor Honoris Causa en diferentes
Universidades: Italia, Portugal, Brasil, Bolivia, México, Dinamarca,
Grecia y España. Ha escrito más de 60 libros, considerándose
que desde su primera producción, tiene en su haber un libro por
año e innumerables artículos publicados en medios impresos
internacionales. Sus obras han sido traducidas en diferentes idiomas:
español, catalán, inglés, alemán, coreano, danés, griego, italiano,
serbocroata, japonés, macedonio, neerlandés, polaco, portugués,
rumano, sueco, chino, turco, entre otros. Indudablemente, todo
esto, lo convierte en un referente para la comprensión de la
complejidad desde de la cotidianidad educativa, siendo que una
de las características primordiales del sistema educativo es el
estudio de la realidad, de allí que León (2008: 48) afirme: “Sólo el
adecuado conocimiento de lo que somos y el mundo en que vivimos
podrá permitirnos comprendernos y comprender la problemática
existente, objetivo último de toda verdadera educación”.
Experiencia de vida, génesis de la complejidad
La experiencia de vida de Edgar Morín, ha constituido la base de
su pensamiento complejo, pensamiento que ha tenido que transitar
un camino lleno de obstáculos, desatinos, desafíos, confusión, como
muchos, pero la diferencia estriba en que lejos de abandonar su
camino, de rendirse ante sus miedos como lo hicieron otros, que en
algún momento abandonaron su camino, o se rindieron ante sus
propios miedos, Morin, sin embargo, aún víctima de esos temores no
se rindió, no se rinde y nos ofrece su vivencia que invita a la reflexión
sobre nuestra propia existencia o como dice Heidegger ser en el mundo.
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Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la propuesta experiencial de Edgar Morin
La vida intelectual de Morin, según su propio relato ha sido errante,
es decir, ha estado continuamente en un organizar y reorganizar
de su pensamiento, así como también de su propia vida lo que lo
ha llevado a comparar su pensamiento con el proceso evolutivo
de los seres vivos que viajan constantemente en organizaciones
genéticas. De allí que, ha denominado la evolución de sus ideas como
“reorganizaciones genéticas” (Morin, 1995: 203), estableciendo tres
grandes épocas: a) adolescencia, b) Intermedia y c) Reformulación
del pensamiento; cada una subordinada y dilucidada, en oposición y
en concordancia con la otra, explicando con ellas el camino hacia su
pensamiento complejo.
Estas tres épocas que Morin revela, nos introducen a un mar
de reflexión sobre nuestra propia experiencia de vida, sobre la
cotidianidad en que nos desenvolvemos y en esa complejidad
impregnada de simplicidad con que la caracterizamos. Es así, como
la época de adolescencia o primera organización, la denomina
concepción del mundo o reorganización genética, remontándose,
obviamente, a sus vivencias de adolescente, a sus años de joven, en
la cual Morin, siendo un chico aficionado a la lectura, se inclina por
autores como Marx y Hegel, autores que lo inspiraron a germinar su
pensamiento. Por una parte, Hegel le muestra que es insuficiente
asumir los conocimientos en forma disgregada; es cuando se plantea,
que las verdades no existen articuladas unas de otras, sino que se
superan unas a las otras, además le enseña que la contradicción es
un elemento de conocimiento, por lo tanto, no cabe ningún rechazo
hacia ésta, y que la duda es energía para el espíritu, por lo que no
debe ser motivo para el desaliento. Y por la otra, Marx, a través de
su trascendente obra: Manuscritos económico-filosóficos, lo inspira
en el pensamiento de que no se puede abarcar una ciencia de la
naturaleza sin una ciencia del hombre.
Esas ideas las concretó en el libro: “L An Zero de L Allemagne”,
traducido: “El libro cero de Alemania”, este fue su primer libro y en
donde trató temas aparentemente poco atractivos o interesantes
para el momento, como el destino de la tierra y la evaluación de las
identidades nacionales de los países de Europa que para esa época
se encontraban en guerra. Comienza entonces a preocuparse por
el hombre social, cuya motivación se la produjo, el haber leído a
historiadores como Henri Lefebvre y Aymard Maurice, reflexionando
sobre la necesidad de autohistorizarse.
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La segunda época de su vida la denomina Reorganización intermedia.
Es aquí donde Morin, sin descartar completamente las ideas de
Marx y Hegel, somete a crítica el pensamiento de cada uno de
ellos. Por un lado, al referirse al pensamiento de Hegel manifiesta
que, naturalmente las contradicciones existen pero no se superan
unas a otras como lo afirma éste, sino que siempre se mantienen
sin eliminarse una a la otra. Allí difiere de Marx, en cuanto a la
dialéctica, para él no se llamaría dialéctica sino dialógica. Esta
idea se sostendría en el tiempo, como se verá más adelante. Con
respecto a la duda, dice que ésta ya no es tan importante, que lo que
realmente tiene relevancia es el tipo de pensamiento interrogativo.
En esta fase comienza su apasionamiento por el cine, enseñándole
que la condición humana es también imaginación y no solo realidad
pura, testifica que el hombre al mismo tiempo que es técnica y razón,
también es imaginación y afectividad. Por otro lado, su exploración
al mundo del cine lo enfoca desde lo mitológico y desde la cultura
de masas, le preocupa el cuerpo en su materialidad física, la muerte
y sus expresiones, de allí su crítica a Marx, y su enfoque marxista.
Así pues, Morin da muestras de rechazo por todo discurso
universalista y unilateral del mundo y de la vida. De manera tal,
que los discursos sociales se producen entrelazando y articulando lo
físico con lo biológico, lo antropológico, sociológico y mitológico con
lo físico y biológico. Con ello se vislumbra ya un tímido surgimiento
del pensamiento complejo. Pero, también se evidencia claramente
en sus ideas, la importancia de lo cotidiano, de las experiencias y de
la mirada de uno por el otro, desde lo humano para la comprensión
de lo vivido. Por ello, desde su experiencia por las revueltas o luchas
sociales de la época y su férreo cuestionamiento al marxismo
soviético, profundiza sus investigaciones y comienza a dar respuesta
a los retos de la complejidad que afronta.
En ese intrincado y ruidoso recorrido alcanza pues, una tercera y
última etapa: “Reorganización de la Ciencia.” Inicia en este período
la reforma de sus esquemas mentales, a la que llama reforma
paradigmática. Es aquí, a sus cincuenta años que abre su conciencia
y emprende su reaprendizaje. Estudió, en este momento, biología,
física cuántica, termodinámica; alternándola con el estudio de la
cibernética, la teoría de sistemas y la teoría de la información. La
ciencia pasa a ser su fuente de inspiración, realizando una profunda
reflexión sobre ésta, indaga así el pensamiento de autores como
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Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la propuesta experiencial de Edgar Morin
Popper, Kuhn, Lakatos, Husserl, Feyerabend, Wittgenstein, Holton
y Heidegger, entre otros, y esta apertura ideológica lo filigrana de
manera categórica, permitiéndole iniciar su más trascendente
desafío, el desarrollo del pensamiento complejo. Ya no existe orden
soberano en el universo; el orden, el caos y la casualidad precisan a
intercambiar constantemente con la incertidumbre.
De allí, su inspiración para crear su obra fundamental: El Método,
presentado en cuatro tomos en el que también influyó el pensamiento
de Heinz Von Foerster con la teoría de la autoorganización, las
lecturas de Prygogine, Serres y Rene Thom. Esta gran creación
produjo reacciones en la esfera intelectual que lo llevó a clarificar
el sentido de su trabajo, con la producción de cuatro libros, entre
los años 1980 y 1990, que aclaraban cada uno de los tomos ya
publicados, paralelamente, en el mismo lapso, produce cinco escritos
más, demostrando una asombrosa habilidad de pensamiento.
Además, una de sus ideas dentro de este proceso de reaprendizaje,
se centra en la antropología, que se tornaba confusa, razón que lo
lleva a plantearse que no se puede estudiar al hombre solo desde
una perspectiva, es decir, no puede estudiarse al hombre solo desde
la biología, o desde el mundo físico, o desde el cosmos, debe hacerse
a partir de la “antropo-bio-cosmología”, lo que hace necesario
afrontar la incertidumbre, concibe de esta manera, la unificación de
las ciencias, que implica el pensamiento complejo, pensamiento que
no admite conocimientos cerrados, sino contextualizados. Expresa
también sus ideas de la educación en el contexto de su visión
transdisciplinaria, propone que la reforma de la educación pasa por
una reforma del pensamiento.
Edgar Morin, como se puede inferir ofrece una vivida descripción
de cómo los distintos ámbitos de la existencia se entrelazan y
evolucionan en la comprensión de la naturaleza humana. Su
tratamiento íntegro de todos los aspectos de la vida, las ideas, la
naturaleza y la sociedad exigen una imagen representativa que
opone resistencia a la conciencia pero deja la sensación de haber
llegado a algo impensable.
Desde esa perspectiva del mundo intelectual errante de que habla
Morin, es que ha ido construyéndolo, desde lo cotidiano, desde lo
imperceptible, desde una continua interrogación de los fenómenos
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vividos, con una concepción del mundo particularmente moriniana,
ello evoca el planteamiento de Heidegger (2000:30):
La concepción del mundo comprende siempre dentro de sí
una visión de la vida. La concepción del mundo surge de una
interpretación total del mundo y del Daseim humano, de
diferentes maneras: explícita y conscientemente en algunos o
mediante la aceptación del mundo dominante.
La vida de Morin explica por sí misma la complejidad de lo cotidiano,
expresado por las manifestaciones y expresiones signadas por su
espíritu aventurero, donde los sentimientos, la ética, su accionar,
sus equivocaciones, su vida social, familiar el obsesivo miedo al
error, le permitieron desarrollar su pensamiento de la complejidad
al estar convencido que el hombre es el sujeto más complejo.
Esto nos hace suponer, que lo complejo de los fenómenos que nos
preocupan está allí, en lo cotidiano, en sí mismo, en el fraguar
constante del pensamiento. Sí, efectivamente, podría decirse
que la realidad, se va construyendo a partir de un conjunto de
selecciones y clasificaciones que efectúa el sujeto y en cuyo proceso
de construcción echa mano de dos herramientas fundamentales
como son: el lenguaje y el pensamiento. Por tal razón, solo se puede
ir construyendo el conocimiento, a partir de las acciones mismas
de investigar, y de la propia indagación de quien lo hace. De esta
manera, se vislumbran las ideas de la complejidad que se aborda a
continuación.
¿En qué consiste la teoría del pensamiento complejo?
Esta pregunta siempre provoca una especie de desconcierto
al tratar de articular principios epistemológicos, científicos,
contextualizados; y en la comunidad educativa, particularmente,
produce una especie de recelo por ser considerada por muchos, una
utopía, por no tener la metódica que permita adoptar una teoría
globalizadora, aunque parezca interesante. Sin embargo, siguiendo
el orden de ideas que se han venido planteando, a partir de las
reorganizaciones y el reaprendizaje que han permito el entramado
del pensamiento de Morin, es pertinente plasmar lo que el propio
autor resume acerca de la teoría del pensamiento complejo, en la
oportunidad que fuera entrevistado por la escritora y educadora
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Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la propuesta experiencial de Edgar Morin
Angélica Sátiro de la Universidad de Barcelona, (Revista Iniciativa
Socialista, Nº 75, 2005)
Muchos ven en mí un sintetizador y unificador que, afirmativo
y suficiente, trata de presentar una teoría sistemática y global.
Pero debo admitir que eso es un engaño, no puedo sacar de la
chistera ninguna teoría diciendo: ¡aquí estoy, tiren a la basura
sus paradigmas anteriores! .Claro está que la propuesta de
pensamiento complejo es fruto de un esfuerzo para articular
saberes dispersos, diversos y adversos entre sí. Pero la
propia idea de complejidad excluye la posibilidad de unificar,
pues una vez que parte de la incertidumbre debe admitir el
reconocimiento cara a cara con lo indecible. La complejidad
no es una receta que voy distribuyendo. Sólo es una invitación
para una civilización de las ideas.(…) El pensamiento complejo
es una unión entre simplicidad y complejidad, lo que implica
procesos como seleccionar, jerarquizar, separar, reducir y
globalizar. Se trata de articular lo que está disociado. Pero
no es una unión superficial, ya que esa relación es al mismo
tiempo antagónica y complementaria.
La respuesta de Morin, despeja muchas interrogantes e invita,
acuñando un término personal, a “desesquematizar” el pensamiento
ante las ideas que se presentan, que han sido, como ya se ha
referido, producto de una experiencia llena de intrincados caminos
y constantes desafíos. De allí que, se afirme; parafraseando a Morin,
que la realidad no es simple, muchos son los elementos que la
conforman, elementos que no están aislados sino interconectados,
es más, entre un elemento y otro, los límites son casi imperceptibles.
Si la realidad no es simple, tampoco puede serlo el conocimiento.
En este sentido, Morin contrapone el pensamiento complejo al
pensamiento simplificador que es un pensamiento unidimensional
y simplista, planteando así que en el pensamiento simplificador se
pueden distinguir cuatro principios básicos:
1. La disyunción: es la predisposición a aislar, a considerar los
objetos independientes de su contexto, no ve conexiones, no ve en
las especializaciones relación alguna entre ellas.
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2. La reducción: es la tendencia a explicar la realidad a través de
uno de sus elementos: bien sea el síquico, biológico, espiritual....
percibe el mundo como una máquina perfecta; se siente satisfecho
estableciendo leyes generales desconociendo la complejidad de la
realidad y del hecho humano.
3. La abstracción: Se refiere a la satisfacción de establecer leyes
generales desconociendo las particularidades de donde surgen.
4. La causalidad: Ve la realidad como una serie de causas efecto,
como si la realidad planteara sencillamente un trayecto lineal que va
en orden creciente, o con una finalidad planteada.
En contraposición, en el pensamiento complejo, se establece la
heterogeneidad, la interacción, el azar; todo objeto de conocimiento,
no se puede estudiar en sí mismo, sino en correspondencia con su
entorno; precisamente por esto, toda realidad es sistema, por estar
en relación con su entorno. Por ello, los principios del pensamiento
complejo son: el dialógico, la recursividad, el hologramático:
1. El dialógico: A diferencia de la dialéctica no existe superación
de contrarios, sino que los dos términos coexisten sin dejar de ser
antagónicos.
2. Recursividad: El efecto se vuelve causa, la causa se vuelve efecto;
los productos son productores, el individuo hace cultura y la cultura
hace a los individuos.
3. El principio hologramático: Este principio busca superar el
principio de “holismo” y del reduccionismo. El holismo no ve más
que el todo; el reduccionismo no ve más que partes. El principio
hologramático ve las partes en el todo y el todo en las partes.
En concordancia con ello, Morin presenta dos nuevos términos que
transversalizan estos principios: el concepto paradigma y el concepto
de sujeto. El paradigma es una estructura mental y cultural bajo el
cual se mira la realidad. Estos paradigmas, por ser culturales, son
inconscientes, son como un imprinting. En esto se separa de Kuhn,
para quien los paradigmas son científicos, por tanto, conscientes.
Con respecto al concepto de sujeto, Morin lo aplica a toda realidad
viviente cualquiera que sea. El sujeto tiene tres características: su
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autonomía, su individualidad y por su capacidad de “computar”, es
decir, de procesar información: “Ego computo ergo sum” dice Morin;
el hombre es el sujeto de mayor complejidad. Morin sostiene que
no se puede asumir esta noción de sujeto desde un paradigma
simplista. De allí la necesidad del pensamiento complejo; aquel
“pensamiento capaz de unir conceptos que se rechazan entre sí y
que son desglosados y catalogados en compartimentos cerrados”
por el pensamiento no complejo. No se trata de repulsar lo simple,
se trata de percibirlo articulado con otros elementos; es cuestión de
separar y enlazar al mismo tiempo. Se trata pues, “de comprender
un pensamiento que separa y que reduce junto con un pensamiento
que distingue y que relaciona” (Morin, 1995, p. 202-217).
La complejidad y la cotidianidad educativa
Hay que aprender a navegar en el océano de las incertidumbres
a través de los archipiélagos de las certezas
E. Morín
La educación que demanda la sociedad actual no es sino una
educación que nos pueda hacer pensar, soñar, que nos permita
fraguar un futuro donde cada ser humano pueda ver la realidad
desarrollando una actitud mental para la comprensión como medio
y fin de la comunicación humana, que de respuesta a las necesidades
sociales e individuales, mostrando como todas las partes del mundo
están interconectadas, necesitándose entre sí para enfrentar los
problemas que, irrecusablemente, son los mismos, como dice el
propio Morin de “vida y muerte”.
En este sentido, no debe pensarse que el argumento de la complejidad
se plantea, sólo de momento, o como consecuencia de los avances y
desarrollo científicos. No. Se hace necesario ver la complejidad allí,
donde parece estar ausente generalmente, en la vida cotidiana. De
allí, que no se trata de abordar la complejidad y sus implicaciones
epistemológicas solo por curiosidad intelectual, sino de indagar sus
planteamientos para la aplicabilidad al fenómeno educativo, factor
esencial para enfrentar el intrincado mundo, vía indiscutible para
alcanzar el ideario de justicia de equidad, y sostenibilidad en el
tiempo, del planeta.
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En torno a esa necesidad de la educación del futuro, Morín propone
los siete saberes, que implican:
1. Una educación que reconozca las cegueras del conocimiento, sus
errores e ilusiones.
2. Una educación que asuma los principios de un conocimiento
pertinente.
3. Enseñanza de la condición humana.
4. Enseñanza de la identidad terrenal.
5. La capacitación para hacer frente a las incertidumbres.
6. Enseñanza de la comprensión.
7. La enseñanza de la ética del género humano.
En relación a estos planteamientos, es pertinente aclarar con
las propias palabras de Morin, quien a propósito de su primera
idea afirma que reconocer las cegueras desde el entendimiento,
sus errores e ilusiones, significa asumir el acto de conocer como
una especie de traducción y no como una correcta fotografía de
la realidad. Se trata de preparar nuestras mentes por el combate
vital por la lucidez, y eso significa que hay que estar siempre en la
búsqueda de cómo conocer el propio acto de conocer.
La segunda idea se refiere a la necesidad de enseñar los métodos
que permitan a aprehender las relaciones mutuas y las influencias
recíprocas entre las partes y el todo de ese mundo complejo. Se trata
de de desarrollar un actitud mental capaz de abordar problemas
globales que contextualizan sus informaciones parciales y locales.
Así pues, enseñar la condición humana debería ser el objeto
de cualquier sistema de enseñanza y eso pasa por tomar en
consideración conocimientos que se encuentran dispersos entre
varias disciplinas, como las ciencias naturales, humanas, la
literatura y la filosofía. La necesidad de las nuevas generaciones
es conocer la diversidad y la unidad de lo humano. De allí el
planteamiento de enseñar la identidad planetaria, idea que no es
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Complejidad y cotidianidad educativa: miradas desde la propuesta experiencial de Edgar Morin
más que mostrar la complejidad de la crisis del planeta, enseñar la
historia, mostrando como todas las partes del mundo, enfrentan
los mismos problemas, como se mencionó al inicio del aparte.
Además hay que hacer frente a las incertidumbres que se han
manifestado desde hace muchos años, a través de la microfísica, la
termodinámica, las neurociencias y las ciencias históricas.
Por otra parte, la educación no puede pasar por alto la comprensión
como vehículo de la comunicación humana, por lo tanto se demanda
una reforma de las mentalidades. Así mismo, la enseñanza de la
ética del género humano se refiere a un enfoque que considere al
individuo, a la sociedad y a la especie. Eso se refiere a la conciencia
de sí mismo que el ser humano va adquiriendo como individuo,
como parte de la sociedad y como parte de la especie humana
implicando esto concebir a la humanidad como una comunidad
planetaria conformada por individuos que viven en democracia.
(Entrevista de Sátiro, A., a Edgar Morín en Revista, Iniciativa
Socialista, 2005).
Una mirada a la educación permite confrontar, una realidad
fragmentada, descontextualizada, desconocida y nos preguntamos
¿Cómo se iniciaría la reforma de las mentalidades? ¿De qué
manera se podría adoptar la teoría de la complejidad desde la
praxis educativa? ¿Es posible que nuestros docentes en formación
desarrollen un pensamiento complejo? Ante estas interrogantes
vale acotar que la complejidad y la educación son recíprocamente
incluyentes lo que se manifiesta en la medida que seamos capaces
de situar el conocimiento y la experiencia de vida en beneficio del
desarrollo planetario que implicaría lograr un mundo más humano,
justo, solidario, armónico donde se promuevan los sentimientos de
paz, amor y hermandad entre sus miembros.
De este modo, la complejidad de lo educativo rebasa ampliamente
cualquier visión disciplinaria, cualquier visión reduccionista; la
educación como tal repercute en la totalidad social desde su propia
totalidad, convirtiéndose así en la complejidad misma, a propósito
de ello, León (ob.cit:: 219) expresa:
La complejidad toma su dimensión vivida en las escuelas, es
allí en ese locus donde el ser del hombre encuentra el terreno
donde puede florecer lo complejo del mundo de la vida
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humana; así pues, el conocimiento de la complejidad humana
toma parte de la condición humana y, al mismo tiempo, este
conocimiento nos inicia en la vida con seres complejos y en
situaciones complejas.
Cabe destacar, además de ello, que no se puede ser sólo observador
e investigador del fenómeno educativo sin transformarse, sin
producir cambios en nuestro accionar, como lo explica Morin a
través de las reorganizaciones de sus ideas durante su transitar por
el camino hacia el pensamiento complejo. Cambios que se producen
en ese interactuar constante en la diversidad, en la singularidad,
de la cotidianidad educativa.
Por ello, la posibilidad de pensar y conocer lo educativo como
totalidad, el ofrecer al sujeto que conoce la posibilidad de pensar
varias relaciones y horizontes, el saber que el pensar lo educativo
más relacionadamente es lo que nos facilitará la construcción
de una educación más humana y consustanciada con los retos
mundiales, sociales y cotidianos. Sospecho pues, que estos y
otros elementos de este paradigma de la complejidad serán
fundamentales para pensar un futuro, lo que se convierte en un
verdadero desafío.
Sin embargo, se comienzan a asomar cavilaciones de la complejidad.
Pese a las rígidas estructuras educativas que tenemos, no es
imposible el reaprendizaje y la reorganización, algunos estudios
así lo demuestran, tímidos avances desde la práctica educativa
cotidiana, como es el caso de Trejo (2007) quien a través de una
investigación acción en un grado del nivel de Educación Media,
confirmó que es posible introducir cambios en el aula, al lograr poner
en práctica la integración de áreas, afianzando los conocimientos
en los estudiantes a través de la interdisciplinariedad como
base del pensamiento reflexivo, siendo de provecho para los
estudiantes quienes realizaron un ejercicio inductivo y analógico,
evidenciando que los fenómenos no existen por separado y que al
interrelacionarlos por medio de contenidos contextualizados, se
diseña un cuadro de interpelación, interacción y dependencia del
desarrollo mundial lo que conlleva al pensamiento complejo, dado
pues, desde lo cotidiano.
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A modo de reflexión
Una vez realizado el abordaje de la teoría del pensamiento complejo,
partiendo de la propia experiencia de vida de Edgar Morin se
podría decir, que no es más que una apertura para introducirse
en el mundo de la complejidad mediante la investigación socioeducativa, desde la cotidianidad, invitando así a que previa revisión
crítica de los planteamientos que se esgrimen, se pueda obtener
una postura articulada tanto a nivel de principios epistemológicos
como científicos que nos ayuden a analizar y reflexionar sobre el
entretejido del mundo de la cotidianidad educativa en su dinámica
relación dialéctica entre lo opuesto y complementario que permita el
aporte a la formación que hoy por hoy está en dificultad.
Referencias
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Taurus.
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Volumen 1, N° 1. 18 de junio. No publicado. Valencia: Doctorado
ULAC.
EDITH TREJO: Licenciada en Educación mención
Ciencias Sociales. (UC).Especialista en Gerencia
de Recursos Humanos. (USM). Magíster en
Desarrollo Curricular (UC). Candidata a Doctora en
el Programa Doctoral en Ciencias de la Educación
de la ULAC. Docente con función supervisora
adscrita al MPPE. Docente de Postgrado en la ULAC.
[email protected]
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ARJÉ
Revista de Postgrado FACE-UC. Vol. 7 Nº 12. Junio-Diciembre 2009 200375-390
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