Literatura, plástica y educación después del fin del mundo

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http://www.telam.com.ar/notas/201312/45730-literatura-plastica-y-educacion-despues-del-fin-delmundo.html
MARISTELLA SVAMPA
Literatura, plástica y educación después del
fin del mundo
La escritora y socióloga Maristella Svampa tantea pero asegura que la catástrofe de
diciembre de 2001 tuvo mayores efectoshacia el interior de las ciencias sociales que sobre
el campo artístico, donde lo que se puede percibir con mayor claridad es la emergencia de
editoriales independientes y una movida importante en las artes plásticas, donde las
mutaciones siguen produciéndose día tras día.
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La socióloga es autora, entre otros libros, de Cambio de época, La sociedad
excluyente, La brecha urbana, Minería trasnacional, narrativas del desarrollo y
resistencias sociales, y de las novelas Dónde están enterrados nuestros muertos y El
muro.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Cómo pensás impactó el 2001 en el campo intelectual en general, y en el
literario en particular?
S : Tengo la impresión de que lo ocurrido en diciembre de 2001 marcó mucho más el
campo de las ciencias sociales y el de la plástica, que el campo literario, al menos en
términos de debate. Así, diciembre de 2001 interpeló a las ciencias sociales acerca de
las lecturas posibles de lo ocurrido, generando un abismo interpretativo entre las
posiciones institucionalistas (siempre más conservadoras) y aquellas no
institucionalistas (que veían una apertura hacia otra concepción de lo político). Y
también interpeló a las artes plásticas, de la mano de numerosos artistas y colectivos
culturales, que debatieron la relación entre arte, política y actores sociales. El arte
político acompañó todos los acontecimientos de esos años (manifestaciones, fábricas
recuperadas, escraches, performances). Hubo dos exposiciones que a mi me parecen
muy emblemáticas, la de ExArgentina (2002-2003), seguida por La Normalidad(2006),
que además plantearon el diálogo entre arte y teoría social y política, en clave no sólo
de levantamientos populares y movimientos sociales en la Argentina, sino también
buscando un puente con los movimientos antiglobalización. Pero respecto del campo
literario, no me queda claro, pues más allá de que surgieron una gran cantidad de
jóvenes escritores, no parece haber perspectiva, corrientes o estética en común.
T ; ¿Qué es lo que abre el 2001 en esos mundos?
S : La productividad de diciembre de 2001 fue tal que produjo un debate sobre las
formas de hacer ciencias sociales y de hacer arte, a partir del compromiso y la relación
entablada con la dinámica movilizacional y con los propios actores involucrados en las
luchas. Diciembre de 2001 rompió los límites de lo posible y abrió el camino hacia
otras apuestas, marcadas por el carácter anfibio de la creación, sea en las ciencias
sociales como en el arte plástico. Esta ruptura constituía un verdadero desafío, que
implicaba repensar el rol del cientista social, por un lado, el papel del artista, por otro,
desde un lugar diferente, desde una reflexividad crítica y a la vez, desde el
compromiso social, sin elitismo ni hiperprofesionalismo, como en la década anterior.
Por ejemplo, muchos artistas se convirtieron o se asumieron como activistas
culturales, lo cual desdibujó las fronteras entre arte y acción política. Porque, aunque
el activismo cultural es de larga data en la Argentina y en los 90 hubo varios grupos
ligados a los movimientos de derechos humanos (vean los trabajos de Ana Longoni al
respecto), éstos se multiplicaron y algunos de ellos, incluso se globalizaron.
T : ¿Cuáles serían, a tu entender, las ficciones que mejor representanese
momento de transición 2001-2003, y cuáles la estabilizaciónposterior?
S : Aunque debe haber muchas, en mi opinión hay dos novelas que iluminan ese
período. Una es El año del desierto, publicada en 2005, de Pedro Mairal, de carácter
alegórico o fantástico, que cuenta el avance de la intemperie sobre Buenos Aires y el
país. Ahí aparecen los conflictos entre la provincia y la ciudad, la cual va
desapareciendo, va involucionando y cediendo su lugar al desierto… La otra es La
intemperie, de 2008, que fue la primera novela de Gabriela Massuh. Si bien ésta es
parte de lo que se llama el giro autobiográfico de laliteratura, donde la autora cuenta la
historia de una ruptura y decepción amorosa (la protagonista, directora de una
institución cultural, es abandonada por su pareja), este derrumbe personal y afectivo
se instala a su vez en el marco del derrumbe generalizado del país. Podemos leer el
modo en cómo esa crisis se inscribe en la ciudad de Buenos Aires, a la que vemos
transformada. La intemperie nos instala en un mundo de asambleas, de cartoneros, de
militantes trotskistas, en una Argentina marcada por la catástrofe y la movilización.
También hay varias novelas que retratan ese momento anterior a la crisis, entre
ellos, La viuda de los jueves, de Claudia Piñeiro, que se detiene justo allí cuando se da
el estallido de 2001, y nos ilumina acerca de la vida -y la simulación de la vida- detrás
de los muros de los nuevos countries y barrios privados. No estoy segura de poder
elegir novelas que condensen eso que llamás estabilización. Pero creo que hay una
línea interesante en donde aparece esa Argentina de las clases subalternas, desde el
mundo caótico de la villa al mundo colorido de los inmigrantes de países vecinos, que
son universos marcados por el desorden y las desigualdades, que aparecen
naturalizadas, tal como creo que ocurre en las novelas de Washington Cucurto y de
Gabriela Cabezón Cámara.
T : Se ven como dos movimientos: proliferan las editoriales chicas y las grandes
se apropian de grandes segmentos del mercado. ¿Cómo entender esto en el
contexto actual?
S : Las editoriales medianas o chicas, también llamadas independientes son un
producto post-2001. La post-convertibilidad abrió a nuevas oportunidades de
publicación y con ello, a la difusión de jóvenes escritores, algo que en los 90 era más
difícil. La Argentina tiene una larga tradición o historial editorial, como no dejan de
recordarnos colegas de otros países latinoamericanos. Pero a esta explicación
económica y a la cuestión de la tradición, hay que agregar que el llamado fenómeno
de las editoriales independientes también pasa en México, Chile, Colombia. Tal vez
sea parte de la dialéctica de la globalización, en un contexto de abaratamiento y
aceleración en la producción de libros. Con sus ganancias limitadas, la ventaja de las
pequeñas o independientes es que a pesar de todo, tienen la capacidad de apostar a
una agenda o a un catálogo propio de autores.
T : ¿Qué futuro le ves a los dispositivos de lectura electrónicos en un país que
tiene grandes problemas educativos?
S : Ah, es una buena pregunta para la cual no tengo respuesta. Luego de ver los
resultados del PISA (Evaluación internacional de Estudiantes Secundarios, adonde a
la Argentina le fue muy mal), y constatar, como profesora universitaria, que los
estudiantes que llegan al primer año, tienen graves dificultades en términos de
competencia lingüística y cognitiva, no sé qué decir. No sé si los dispositivos de
lectura electrónica proporcionarán nuevas herramientas de aprendizaje o si servirán
para tapar otros problemas. Trabajé quince años en una universidad del conurbano
bonaerense, con estudiantes que provenían de las clases populares y de los sectores
medios, primera generación que ponía los pies en la universidad, y era muy duro.
Había un contingente de pedagogos asesorándonos, que por momentos tendía a
culpabilizar a los docentes por la alta tasa de deserción, cuando todo eso distaba de
ser un problema de los profesores (o para el caso, no era lo más importante). Y eso
que la universidad pública ha preservado su nivel, lo cual no creo que pueda decirse
de la enseñanza primaria y secundaria.
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