La Divinidad del Hombre Dr. H. Spencer Lewis, FRC Ensayo escrito entre 1915 y 1930. Nosotros, como seres humanos, no debemos desarrollar --consciente o inconscientemente-- esa actitud e idea mental extraña de que somos superiores al resto de los seres sobre la faz de la tierra. No hay nada que interfiera más con el progreso en la vida del individuo promedio tanto como ese complejo de superioridad, a menos quizá el desarrollo del complejo de inferioridad. Pero no hay razón por la que no debemos entender, franca y honestamente, los hechos verdaderos. El hombre es la forma más alta y el desarrollo más alto de las fuerzas creativas del universo. El hombre fue gradualmente desarrollado y creado para ser "la imagen de Dios". Esto no significa la imagen de un dios personal, y no significa que tenga la forma, figura y cuerpo de un dios, sino tener la imagen espiritual, las cualidades espirituales, las características espirituales de la consciencia de Dios en nuestros propios organismos físicos y en nuestras mentes y almas. El hombre posee por nacimiento, por derecho y regalo divino, capacidades y poderes más altamente desarrolladas que cualquier otra de las criaturas de Dios en la tierra. El hecho de que él puede hablar, pensar, y analizar, y puede hacer cosas con sus dedos y las manos y con su cuerpo que otras criaturas animales no puedan hacer, demuestran fácilmente el más alto desarrollo del hombre. Pero hay muchas otras cualidades poseídas por el hombre que yacen dormidas, que no están despiertas completamente, y no se utilizan a menudo, de modo que el individuo promedio no es un cuarenta y cuatro porciento más eficiente con respecto a lo que él podría ser si él lo deseara. Todos nosotros estamos sorprendidos a menudo con las extrañas capacidades, poderes, y las gracias de mi pequeño perro. A veces observamos casualmente, que las cosas que él hace y la manera de la cual él la hace indicaríamos que es "casi humano". Pero ésa no es una declaración justa porque ese perro, con todas sus capacidades maravillosas, o el mejor perro entrenado y el perro o el gato o el caballo desarrollado u otro animal que haya vivido, no podrían estar cerca de un ser humano en las facultades especiales y las capacidades especiales a que los seres humanos poseen. Es verdad que todos los animales, todas las criaturas vivientes, tienen cierto grado de alma no evolucionada. El hombre no es la única criatura viva que tiene un alma, pero él es la única criatura viva que tiene un alma asociada al máximo de la sabiduría y de la inteligencia divinas. Mi pequeño perro ha aprendido hacer las cosas que un niño puede hacer, con la misma comprensión y la misma alegría de hacerlas, y con los mismos buenos motivos y propósitos. Y él tiene algunas facultades a que el humano medio incluso no ha intentado desarrollar. Este perro detecta muy rápidamente cuando cualquier persona en casa se preocupa o se refiere profundamente sobre algo o esta perplejo o cansado. Él puede demostrar rápidamente su simpatía y revelar que él detecta una condición extraña. Si alguna persona en mi hogar fuera afectada con una cierta enfermedad y yaciera en cama, con la transición muy cercana, yo sé que el pequeño perro detectaría rápidamente el acercamiento de la transición y comenzaría a llorar y a lamentarse. Él detectaría una reducción gradual en el aura de la persona enferma y sabría por instinto e intuitivamente que una extraña condición cósmica y física fue manifestada. Muy pocos seres humanos han desarrollado ese grado de la sensibilidad. Y por supuesto el perro puede detectar muchas otras cosas que podemos detectar también si tomamos el tiempo o el trabajo de desarrollar las facultades con las cuales nacimos. Pero con todo su intelecto, y con toda su cooperación en el entrenamiento y el ser desarrollado por mí, él sigue estando lejos de poseer incluso el grado más leve de inteligencia divina y de entendimiento que un humano posee. Es solo como pensar que cada humano poseyera una de las bibliotecas más grandes del conocimiento y sabiduría en el mundo pero mantiene esta biblioteca de libros e información cerrados en una cámara debajo del sótano de su hogar y nunca entra, nunca permitiera a cualquier persona mirar o consultar en forma alguna. Cada uno de nosotros nació con tal biblioteca, con tal almacén de sabiduría divina, y cada uno nació con ciertas habilidades y poderes que son como las chispas que esperan ser aventadas en las llamas. Pero pasamos a través de nuestra vida sin desarrollar estas capacidades, o despertar estas cualidades, y sin consultar el gran almacén de sabiduría, hasta que un cierto día encontramos una necesidad para hacerlo. Entonces nos unimos a cierto movimiento o bajo la guía de algún instructor y comenzamos una intensa campaña de estudio y práctica serios. Intentamos hacer en ocho o diez años lo que debimos haber hecho previamente por veinticinco años. Intentamos aprender en algunos años de la vida todo el desarrollo y estudio que debió ser gradual, y de ayuda en nuestro progreso. Es esta cualidad divina, este sentido de Dios en nosotros, que distingue a los seres humanos del resto de las criaturas del reino animal. Es lo que pensó Dios en el principio, cuando, después de que él creara el resto de cosas en el universo y todas las criaturas vivas, él decidió que el hombre debía ser creado a su propia imagen divina. El hombre fue el ultimo, el más alto producto de la consciencia creativa de Dios, y a través de todas las edades él ha continuado siendo de especial importancia para Dios en sus procesos de evolución. No importa que otra cosa puede hacer Dios, y que más él puede crear en el universo, lo que sea es bueno, provechoso y poderoso, él ha reservado para el hombre y continúa confiriendo sobre él sus benéficas y generosas bendiciones. Eso es por qué el hombre ha evolucionado y desarrollado lo que llamamos civilización. El hombre puede atribuir a sí mismo, a su pensamiento y a su capacidad mental, muchas de las grandes mejoras en su vida, pero tras su propia capacidad yace la inspiración divina que Dios ha puesto allí, y continúa colocando allí. El hombre ha logrado hoy solamente un pequeño grado de lo que él hará a través del paso de eones de tiempo. Pero, ahora, nuestra altamente desarrollada raza del hombre representa el mejor aprendizaje, las más poderosas y más desarrolladas cualidades de la conciencia de Dios. Todavía, requiere la cooperación del hombre, la comprensión, y la buena voluntad, de terminar lo que ha comenzado Dios. Mientras el hombre continúa ignorando el lado divino de sí y la sabiduría divina y las altamente especializadas facultades y capacidades que él tiene, mientras él rechace utilizarlas o ejercitarlas en todos su asuntos mentales y mundanos, no será nada más que como una criatura del reino animal. El hombre puede crecer conscientemente al grado de desarrollo que internamente posee. Él debe esforzarse para hacerlo así y él debe entender y comprender su propio ser. Con todos los mundos que el hombre está intentando explorar, en los cielos y a través del universo, con todas las tierras desconocidas del mar que él intenta explorar y excavar, con todos los planetas y estrellas que desea investigar y familiarizarse, él continúa ignorando el campo más grande, el mundo más grande de la exploración, el cual es el ser interno y el Ser divino. A través del mundo las condiciones cambiantes en el mundo material están forzando a los hombres y mujeres a la necesidad de encontrar alivio y protección, de encontrar la salvación y la fuerza y la energía en algo que no está en el elemento terrenal. Más y más el avance y desarrollado del ser humano está volviendo sus pensamientos hacia dentro y como él desarrolle su consciencia divina él se convertirá en un mejor maestro de sus propios asuntos y de su vida. Por muchos siglos el hombre ha fijado también su fe en las cosas materiales de la vida. La religión de las iglesias dice que el hombre debe poner la fe en Dios, pero solamente nosotros como Rosacruces, decimos que el hombre debe poner su fe en la conciencia de Dios, la sabiduría de Dios y los poderes dados por Dios, que posee dentro de sí y que permanecen más o menos subdesarrolladas en todos los seres humanos. Hemos visto los elementos, cualidades y valores mundanos agotados, arruinados, destruidos y hechos de ningún valor. Pero la única cosa que sobrevive y viene al rescate del hombre son sus poderes y habilidades espirituales y mentales. Hasta que el hombre reconozca esto a un mayor grado y se haga en cada sentido "una imagen viviente de Dios" él será un esclavo de los elementos mundanos y a una víctima de las circunstancias mundanas.