1 la catedral de valencia como administrador general del diezmo de

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LA CATEDRAL DE VALENCIA COMO ADMINISTRADOR GENERAL DEL
DIEZMO DE LA DIÓCESIS. ASPECTOS HISTÓRICOS, ECONÓMICOS,
CONTABLES Y ORGANIZATIVOS
Inmaculada Llibrer Escrig
Profesora de la Universidad Católica San Vicente Mártir de Valencia
Área Temática: e) Historia de la Contabilidad.
Palabras clave: Historia de la Contabilidad. Diezmo. Catedral de Valencia.
1
LA CATEDRAL DE VALENCIA COMO ADMINISTRADOR GENERAL DEL
DIEZMO DE LA DIÓCESIS. ASPECTOS HISTÓRICOS, ECONÓMICOS,
CONTABLES Y ORGANIZATIVOS
Resumen
Desde sus inicios, la Catedral de Valencia se configuró como el modelo y
madre de iglesias de menor importancia. Sus prácticas litúrgicas se configuran como
patrón para toda la diócesis. De todos los lugares del reino llegaba el diezmo que
permitía alcanzar este objetivo, y que aunaba el pulso de la economía valenciana con
el de la iglesia en ella residente. Para la gestión de unas rentas el cabildo catedralicio
creó una red de administraciones, cada una de las cuales se encargaba de un área de
negocio. Una sola de estas catorce administraciones, diner menut, poseía ingresos
anuales que duplicaban el presupuesto de la Universidad de Valencia.
Introducción.
El Archivo de la Catedral de Valencia conserva un vasto fondo documental, que
desde la perspectiva contable prácticamente ha sido inexplorado. El presente trabajo
se suma a la tesis del Doctor Esteban Hernández Esteve que defiende la Historia de la
Contabilidad como una vía privilegiada de aproximación a la investigación histórica.
Creemos que analizar los libros contables de la Catedral de Valencia implica, no sólo
estudiar las prácticas de registro, sino también conocer la composición de sus rentas y
gastos, su distribución, aplicación, administración, registro, contexto histórico, y todos
los detalles que la rodearon. El presente trabajo forma parte de un proyecto de
investigación que pretende realizar el análisis de la información que contienen los
libros de cuentas de la Catedral en el siglo XVI. A la luz de nuestras investigaciones
observamos una institución de grandes dimensiones, muy bien organizada y
administrada. La Catedral de Valencia era, sin duda, la más rica de las enclavadas en
los territorios de la antigua Corona de Aragón, y la segunda en importancia dentro del
reino de España, compartiendo lugar con la mitra de Sevilla, y sólo precedida por la
sede primada de Toledo1. Pero esta posición no se alcanzó de la noche a la mañana;
sus cimientos los encontramos en sólidas bases económicas en las que el Rey Jaime I
de Aragón quiso fundamentar a la iglesia tras la reconquista del Reino de Valencia, en
el patrimonio inicial con el que la dotó, en la gestión económica y financiera de los
recursos de que disponía y en el diezmo que año tras año fue percibiendo. El diezmo
jugó un papel importante por ir incrementándose al ritmo en que se incrementaban las
numerosas cosechas de las fértiles tierras del Reino de Valencia.
El diezmo es la décima parte de las cosechas recolectadas en un año, o una de
cada diez crías de ganado que en ese año hayan nacido, o la décima parte de los
peces obtenidos del mar o albufera, bienes estos que los cosecheros han de contribuir
y entregar a la iglesia, según la cantidad que ellos mismos perciben de sus tierras o
del mar2. Para comprender el diezmo es necesario conocer un poco de su origen y
evolución histórica.
El diezmo ha constituido una forma de financiación de la iglesia que toma
ejemplo de la forma en que lo hacía la tribu de Leví (tribu de sacerdotes en el pueblo
de Israel) que recibía de las otras once tribus de Israel la décima parte de lo producido
por la tierra, y por este motivo no tenían parte en la distribución de la tierra prometida3.
Así los sacerdotes, que realizaban su trabajo para el pueblo, recibían de él su sustento
1
Palao Gil, J (1993) Patrimonio eclesiástico en Valencia: La catedral y la parroquia de Sant
Joan del mercat (s.XVIII). Ajuntament de València. Valencia; ver también Carrasco Rodríguez,
A(2002): “Cataluña y Real Patronato en el siglo XVIII”. Manuscrists nº 20. pag 67
2
ACV Legajo 37:6
3
Varela Juan (1837): Del diezmo y rentas de la Iglesia. Madrid. pag 10.
2
y vivían sometidos no a una renta estable y fija, sino variable y proporcional a lo que el
pueblo obtenía de la tierra. En épocas de escasez, cuando el pueblo padecía por la
falta de agua, por las malas cosechas, por desastres naturales, o por cualquier otra
causa, también los sacerdotes padecían con el pueblo; y en épocas de fertilidad
también ésta repercutía en los sacerdotes que veían incrementados sus ingresos en
igual proporción a los de el resto de los habitantes de la zona.
La obligación para los cristianos de pagar el diezmo se remonta a los primeros
siglos de la Iglesia católica. Orígenes4, que nació en el siglo II, tiene escritos en los
que expresamente acoge como obligación para los fieles cristianos la ley hebrea de
entregar a los sacerdotes la décima parte de todo lo que produce la tierra. Y San
Cipriano a mediados del siglo III enumera las rentas de la Iglesia, indicando entre ellas
los diezmos. Fue a partir del siglo VIII cuando comenzaron a exigirse en las provincias
occidentales por las leyes civiles y canónicas.5 Durante los primeros años de la iglesia
el diezmo no solo se pagó sino que además se reconoció como obligación y precepto
el entregarlo al obispo6. El prelado lo dedicaba al sustento de los clérigos y de los
pobres.
El diezmo en la diócesis de Valencia.
El origen del pago del diezmo en la diócesis de Valencia se remonta a tres
bulas pontificias firmadas por los papas Alejandro II (1061), Gregorio VII (1073), y
Urbano II (1095), dadas en Roma. El Papa Alejandro II, hace concesión al monarca
aragonés Sancho Ramírez y más tarde a Pedro I, del diezmo y de las primicias de
todas las iglesias ubicadas en tierras que conquistara y de aquellas que de nuevo se
edificasen en estos territorios, con la intención de favorecer la reconquista de las
tierras que estaban en manos musulmanas. Gregorio VII, ratificó este privilegio y
Urbano II lo transformó en hereditario, pasando a las arcas reales los diezmos
recaudados, a cambio del compromiso por parte del rey de dotar completamente el
culto y a los que ministros debían establecerse y consolidarse en los pueblos
liberados. A esta bula se le conoce como bula áurea.7
El siguiente hito histórico lo encontramos en la villa de Monzón. Jaime I había
convocado cortes para reclutar y formar su ejército y disponer los preparativos para
emprender la conquista de Valencia. Fue el 5 de noviembre de 1236 el día en que el
rey hizo solemne promesa de dotar abundantemente a la Iglesia en Valencia si
conseguía la victoria en la empresa que iba a iniciar.8
Dos fueron los años que tardó en empezar a cumplir esta promesa, que se fue
materializando en un largo periodo de tiempo, en el que el rey concedió posesiones y
otorgó privilegios que configuraron el patrimonio inicial de toda la iglesia diocesana, y
en particular del Cabildo Catedralicio. Queremos destacar dos fechas, en primer lugar
el 28 de septiembre de 1238, unos pocos días antes de la entrada oficial del Rey y
todo su séquito en Valencia el 9 de octubre. Durante los días previos a ésta, Jaime I
realizó varias visitas a la ciudad pero de una manera informal, eran estancias en las
que tenían lugar las revisiones de la rendición en los barrios y casas más grandes, la
reunión del botín de guerra, las tareas administrativas y trámites formales de la
rendición y los preparativos de todo lo necesario para su entrada oficial9. Entre estos
4
Citado en Varela Juan. Op. Cit págs 8 y 10
José Antonio de Ojea. (1848): Instituciones de derecho canónico de Domingo Cavalario. pág
445. Paris.
6
Íbid pag 449. “Todos los cristianos estaban obligados por derecho eclesiástico a pagar
diezmos, debían hacerlo voluntariamente por que con ellos se alimentaban a los ministros del
altar y a los pobres.”; Ver también ACV Legajo 37:26 Confirmación apostólica sobre décimas y
primicias de derecho humano y divino.
7
ACV Legajo 35:8 La bula Áurea se ha perdido, solo queda una transcripción literal de ella y su
confirmación por el papa Nicolás V de 1458.
8
ACV Legajo 2:1 y Legajo 1610 Lérida 5 de Noviembre 1236.
9
Burns, R.I (1993): El regne croat de València. pág 27. Ver también Llibre dels Feyts (Crónica
de Jaume I). Facsímil Vicente García editores SA..
5
3
preparativos estaba la necesidad de purificar la mezquita mayor de la ciudad de
Valencia convirtiéndola en catedral, acto que se realizó el día 28 de septiembre,
momento en el que también se entregó a la iglesia diez mil bessants de plata, todas
las mezquitas y casas pertenecientes a éstas y los cementerios árabes a excepción
del cementerio de Valencia que se reservó para ubicar en él el mercado de la ciudad10
y de aquellas mezquitas que fuesen fortalezas11.
Tres años más tarde, estando el rey en Barcelona a 22 de noviembre de 1241
firmó documento de donación en el que le hace entrega al obispo y cabildo de dos
tercios del diezmo recaudado el Reino de Valencia, reservándose para la corona, a
feudo, la tercera parte del diezmo y entregando las primicias a las parroquias.12 El
hecho de que el rey retuviese una parte del diezmo fue visto por el obispo y cabildo
como una cláusula lesiva, y en defensa de su razón iniciaron un enfrentamiento con el
rey y recurrieron al sumo pontífice para que interviniese como mediador y obtuviese de
la corona el retorno del terç del delme. A Jaime I le llegaron las quejas del obispo y
algunos canónigos, pues no todo el capítulo se opuso. Para finalizar este desacuerdo
y como solución concedió las villas y castillos de Villar, Chulilla, Gargio y Bolulla sus
términos, jurisdicción y frutos, mediante privilegio a favor de obispo y cabildo, donación
que se materializó el 27 de abril de 1268 y fue ratificada el 26 de febrero de 1273.13
Al recibir, junto con el obispo, la donación de las dos terceras partes del diezmo
el Cabildo de Valencia desempeñó la función de Administrador General de los diezmos
del arzobispado14, tarea que realizó desde los primeros años del reino hasta el siglo
XIX, como lo evidencian los numerosos libros contables.
El Cabildo catedralicio administrador general de los diezmos de la
diócesis.
En un reino recién conquistado el problema más importante para una diócesis
que empezaba era estabilizar su base económica, todo lo demás dependía de esta
tarea, la fachada gótica, los ornamentos, las pinturas, las campanas, el esplendor del
culto, todo dependía de gestión de las rentas. Solo unas finanzas poderosas y no sólo
la mera voluntad de los eclesiásticos o la concurrencia de circunstancias afortunadas
serían capaces de dar lugar a lo que todavía hoy se conserva.15
Ser administrador general del diezmo, sobre todo en estos primeros momentos,
llevaba consigo las siguientes ocupaciones: definir los diezmos, desplazarse hasta los
lugares, revisar y contar la cosecha, separar y recaudar los frutos, transportarlos y
almacenarlos en almacenes que habían de construirse, mantenerse y vigilarse, para
que en ellos se pudiese mantener la cosecha hasta hacer efectiva su recaudación,
vendiéndolos, bien el en el lugar donde se recogían o almacenaban, bien en lugares
diferentes donde la demanda era superior, con lo que de nuevo debía realizarse otro
transporte. Había que pagar los gastos ocasionados, sacar las cuentas de los hechos
y rendirlas a los partícipes, calcular las porciones a entregar al obispo, capítulo y las
dignidades, y por último hacer la entrega a cada una de las partes. Todo el proceso
implicaba tiempo y un control contable.
10
Els Furs de València. Llibre I pág 4.
ACV Legajo 35:2, documento de entrega ante notario en Guillermo Scriba 18 de octubre
1238. “No se comprenden en esta donación mezquitas que tengan semejanza de fortaleza o
torres.”
12
Se conoce como terç del delme, a la parte que se reservó a feudo la corona para la
financiación de las instituciones civiles del incipiente reino de Valencia. ACV Legajo 1610. Ver
también Salvador Estaban, E (2004): “Tercios diezmos sobre la producción agraria de la huerta
de Valencia en el siglo XVI. Aproximación a su naturaleza y rendimiento”. Estudis d´Història
Agrària, nº 17.
13
ACV Legajo 4415 y pergamino 2380
14
ACV Legajo 1610 y ACV Legajo 4428 pág.2
15
Palao Gil, J. Op Cit. pág 71.
11
4
Administrar los diezmos no fue tarea fácil, principalmente por dos motivos: uno,
las características de la tierra de la diócesis y su producción agrícola y otro, por la
población que lo habitaba.
Enumeramos algunas de las dificultades derivadas de las características de las
tierras y la producción agraria. En primer lugar más de doscientos diezmarios: La
diócesis abarcaba una vasta extensión de terreno que se troceaba en un número de
diezmarios elevado. Si bien es cierto que desde los primeros momentos no todo el
territorio estaba conquistado, no es menos cierto que recaudar el diezmo suponía en
muchas ocasiones adentrarse en territorio ocupado por enemigos vencidos. Muchos
de los términos diezmatorios estaban alejados de la ciudad y de la huerta que la
circundaba, lo que implicaba desplazamientos de varios días. También el número de
cosechas producidas al año agregaba nuevos inconvenientes, la tierra de Valencia es
rica y productiva, gracias a lo cual se producían, como norma general, una media de
dos a tres cosechas en el año, lo que acrecentaba por una parte los ingresos del
diezmo, pero también las tareas que le eran implícitas. La riqueza de la tierra
redundaba en una amplia variedad de frutos o productos sobre los que calcular el
diezmo muchos de ellos con tipos de recaudación diferentes. Y por último,
consecuencia del reparto posterior a la conquista, el tipo de propiedad de la tierra
elevaba el número de sujetos pasivos del impuesto, pues era habitual encontrar
superficies de cultivo pequeñas, en poder de burgueses o comerciantes y en régimen
de censal o arrendamiento.
En segundo lugar, nos detenemos en el grupo de dificultades derivadas de la
mentalidad de la población. Conviene recordar que durante los primeros años la
reconquista fue superficial, pues todavía era normal avistar en el paisaje multitud de
minaretes en muchos lugares del reino, que no eran sino un indicativo de la gran
cantidad de población que continuaba siendo musulmana16. La población cristiana era
un grupo social intrínsecamente heterogéneo, muchos eran colonos, en su mayoría
desheredados, campesinos pobres, o buscavidas, llegaban repelidos de sus lugares
de origen atraídos por las expectativas de mejora que ofrecía la frontera17; Otros eran
artesanos que se instalaron en los centros urbanos para satisfacer la demanda de un
país en el que al principio hacía falta de todo; también llegaron los mercaderes,
muchos de ellos poseían carácter emprendedor y una expectativa grande de obtener
beneficio que les movieron a trasladarse hasta nuestras tierras, ellos se convirtieron en
los verdaderos artífices del crecimiento económico. También los profesionales:
notarios, abogados, hombres de leyes y altos funcionarios vinculados a tareas de
gestión de la corona que por su posición estaban cerca de la clase privilegiada.
Citamos en último lugar a los señores feudales, nobles, caballeros y ricos hombres
que pusieron en la capital de reino su residencia, movidos por las propiedades
recibidas tras la conquista y por la gestión que sobre ellas debían hacer, o también por
la necesidad de cubrir los numerosos altos cargos públicos de nueva creación, oficios
como bayle, racional, justicia, mustasaf, representantes, diputados, etc.
Algunos de los habitantes del reino se negaban a pagar el impuesto. La presión
y las tensiones provenían de todos los ámbitos de la población, los canónigos y las
personas que les ayudaban en las tareas de gestión del diezmo experimentaron
también este tipo de dificultades, recibieron las quejas y la oposición al pago del
impuesto de las población, pero en los núcleos urbanos18 la oposición era más fuerte,
16
Burns RI. Op Cit. p.42 sostiene que “Si este hecho hubiera tenido lugar en el tiempo actual
hubiese sido posible haber llegado a mezclarse ambas culturas, enriqueciendo la una a la otra,
pero nos encontramos delante de culturas medievales, que eran intrínsecamente religiosas con
una obstinada necesidad de ser en exclusiva, una cultura tenia que dominar y la otra debía ser
subordinada. Tanto en lo civil como en lo social estaban intrínsecamente unidos a lo
eclesiástico”.
17
García Marsilla, JV. (2002): Vivir a crédito en la Valencia Medieval. Universitat de Valencia.
18
Burns RI. Op. cit. Pág. 333. La mayoría de los habitantes de las ciudades, en particular la
capital, eran también pequeños agricultores, al igual que lo que ocurría en otras ciudades como
5
buscaban las injusticias cometidas y visibles para abrir acciones judiciales que
dilataran el pago, estas injusticias se fundamentaba en hechos cotidianos como que
los eclesiásticos se quedaban las propinas y los cirios que sobraban en los entierros,
matrimonios y bautizos, a veces incluso les eran arrebatados a los laicos que tomaban
parte de estos actos, o en ocasiones si no llevaban cirios, se exigía su pago en dinero,
otras veces los clérigos pedían el diezmo y primicias de los huevos, gallinas, pollos,
aceitunas, uvas pasas, lechoncillos, de higos secos, y otros frutos de árboles19. O
buscaban y suscitaban nuevas e injustas cuestiones sobre olivos, viñas y demás
lugares cultos o no cultivados.
Las autoridades de la época regulaban el mercado de cereales por varios
procedimientos con los que se intentaban al tiempo prevenir los malos momentos de
escasez y aminorar las diferencias de precios, locales y estacionales. Ambas eran
inevitables porque dependían del momento de la venta con relación a la cosecha y del
lugar donde se efectuaban las transacciones, ya que el transporte y especulaciones
podían encarecer mucho los precios. La corona y a veces los municipios dictaban
normas que regulaban el mercado local: la forma de introducir el cereal en la ciudad, el
lugar de venta, la fijación de los precios cotidianos, la prohibición de acaparar.20 Por
estos motivos el cabildo y obispo acudieron al rey para solicitarle la libre circulación y
venta de los bienes de la iglesia21.
Los que se resistían a la entrega de los diezmos, principalmente los señores de
los lugares, fomentaban circunstancias para la ocultación de granos y variaban las
estimaciones declaradas de la cosecha22. Consecuencia de ello ingeniaban estrategias
que dificultaban la recolección del diezmo, impedían la recogida de los frutos, bien
negándose a alquilar locales o casas donde almacenar lo recibido hasta que fuese
realizada la venta, hacían pagar precios abusivos por el uso de herramientas para la
recolección o por la comida de las caballerías23; o cometían fraudes como esconder
parte de lo recolectado en los pajares o donde lo consumían los animales24, entregar
como diezmo la parte de la cosecha que ellos decían sin poder revisar la totalidad por
que ya habían retirado la cosecha,25 reclasificar tierras cultivadas como no cultivadas
pues estas últimas no pagaban, dejar abandonada la parte que le correspondía a la
iglesia de manera que se la comían los animales o se la llevaban los vecinos o señalar
el campo del vecino para que sobre él se recaudara su diezmo.26
La recolección del diezmo dio lugar a una complicada casuística que fue la
consecuencia de no pocas disputas entre dos grandes grupos sociales, los
eclesiásticos y la clase acomodada. Eran dos visiones encontradas, opiniones
subjetivas que divergían respecto a la forma de entender qué tipos de productos
estaban sujetos a diezmo, en qué cantidad debían entregarse, qué lugares se
establecían idóneos para la recolección, y quiénes estaban obligados a entregarlos.
Narbona, de iguales características. Los agricultores de la ciudad debían ser burgueses que
arrendaban sus tierras.
19
ACV Legajo 1610 y Burns RI Op. Cit. págs 329 y 330
20
Laredo Quesada, MA y González Jiménez (1979): Diezmo eclesiástico y producción de
cereales en el Reino de Sevilla (1408-1503). Universidad de Sevilla. Departamento de Historia
Medieval. Sevilla. pp 96
21
ACV Legajo 56:11.
22
Ver también Ladero Quesada Op Cit. Pag. 37
23
ACV Legajo 1610.
24
ACV legajo 4428 y legajo 1610 pp 81. A lo largo del tiempo se continuaron produciendo las
mismas acciones para evitar la imposición, en repetidas ocasiones la autoridad real tuvo que
intervenir. Ver también ACV Legajo 3632. “Procesos de bula Sixtina contra les que no volen
pagar els delmes i primicias y podo de proceder.”
25
ACV Legajo 1: Privilegio del rey don Jaime por el que mandó que para diezmar estuviera
presente el colector. Privilegio otorgado en Segorbe 5 de abril de 1254. y Legajo 35:4
26
Burns RI Op. Cit. pag. 325.
6
Estas tensiones desembocaron en la necesidad buscar un árbitro con autoridad
suficiente para que las partes implicadas se sometieran, si bien no del todo imparcial
pues a él le correspondía el terç del delme. A oídos del rey llegaban escenas muy
desagradables, todo el sistema de diezmos estaba al punto de desbordarse, eran dos
las partes encontradas y en abierta oposición. Sólo el rey fue capaz de dar cierre a los
enfrentamientos. Queremos detenernos sobre una sentencia arbitral firmada el 27 de
abril de 1268, sentencia dictada por el rey que posteriormente fue ratificada como un
privilegio el 26 de febrero de 127327 y de la cual encontramos su posterior
transcripción de 1379 en calidad de pregón publicó emitido por el Bayle para todo el
pueblo28 recordando la vigencia y cumplimiento de esta ejecución. Dicha sentencia
estuvo vigente hasta el siglo XIX. Esta norma y la costumbre que de ella se derivó
fueron las únicas leyes que rigieron en materia de diezmo en Valencia29.
Sentencia arbitral de 27 de abril de 126830
La Concordia o sentencia arbitral dictada por Jaime I en 1268 regula y
normaliza el modo, el lugar, la cuota y el pago de este impuesto, los productos, si
deben o no pagar y en qué cuantía. Tras la lectura detallada encontramos que se
establecían diferentes tipos impositivos, un abanico que posibilidades que va desde
los productos que están exentos, a los que tienen tipos impositivos iguales e inferiores
al 10% , o los que tributan a tipo fijo. Cada porcentaje se cita junto a cada uno de los
68 productos que se enumeran. En esta sentencia no se citan algunos productos como
el pescado o la hoja de morera que también estaban sujetos a diezmo.
a. Exención
Los bienes exentos son los siguientes: Todos los productos destinados al
autoconsumo de las familias, o de los animales que se destinan al trabajo en el campo
o como caballerías, las crías de ganado nacidas que se vayan a emplear en el trabajo
del campo, las aves y los huevos que éstas ponen, las frutas y verduras que se
venden al por menor, los frutos recolectados en los huertos dentro de las casas, la
producción de las abejas cuyos panales estén intramuros, y el higo fresco que se
destinará a ser secado o que sea vendido al por menor en cestas en la plaza del
pueblo.
A la luz de los productos exentos podemos decir que el diezmo era un
impuesto que gravaba los excedentes de la producción agrícola y ganadera, es decir
los que del campo y los ganados se producían (frutaban) una vez deducido el
autoconsumo y algunos gastos necesarios en la recolección, salvo en el caso de que
no se permitiera la deducción de estos. “De la vendimia no se deduzcan gastos
algunos antes de pagar diezmos” y no estando sujeta como norma general la parte
que se destine a la venta al por menor.
No eran sujetos pasivo del diezmo las familias, ni los comerciantes, ni aquellos
que realizaban fases de transformación sobre los productos agrícolas, (industria). A
este respecto la sentencia lo especifica con el ejemplo de las uvas que luego serán
pasas. El rey hace que tributen las uvas en el momento de ser recogidas, haciendo
exento el producto cuando se ha dejado transcurrir un tiempo y éste ha adquirido un
valor diferente. “uvas pasas no pagan diezmo, las uvas que han de ser pasas sí pagan
diezmo”
b. Tipo fijo
Existía un tipo fijo de gravamen que únicamente se aplicaba a las crías de
vacas y yeguas. En estos casos no era necesario alcanzar diez unidades nacidas para
entregar una, sino que se estipula una cantidad fija por cabeza, 6 dineros por cada
27
ACV legajo 4415.
ACV legajo 662:3 y legajo 1610
29
ACV Legajo 4415.
30
ACV Legajo 662:2 y su posterior trascripción contenida en Legajo 1610.
28
7
vaca nacida y diez dineros por cada yegua. No estando gravadas las que se
dedicarían al trabajo en el campo.
c. Tipo inferior al 10%
En ocasiones el tipo impositivo era inferior al 10% caso de los productos
incluidos en el delme del carnatge31 - como lechones, lana y queso- pagaban a razón
de uno de cada quince, 6,6%, tipo impositivo. O bien en productos como las frutas, las
aceitunas, las almendras frescas o secas y el arroz a razón de uno de cada doce,
8,3% tipo impositivo. Ahora bien, estos productos de tipo impositivo inferior al 10%
estaban sometidos a gravamen sólo si las cantidades recolectadas superaban las diez
unidades, en caso contrario no pagan. También los corderos, verduras, y la cera32
necesitaban ser cantidades superiores a 10 unidades.
d. Pagan diezmo completo tipo impositivo 10%:
El forraje, los higos, las uvas de viña antes de que sean pasas, el cáñamo y la
alfalfa, las legumbres expresamente citadas en esta concordia. El azafrán, antes o
después de ser vendido, la miel, la cera y el trigo.
La importancia que esta sentencia da al lugar de recolección está íntimamente
unida a determinar cual de las diferentes fases que atravesaba el fruto debía ser la
elegida para el cálculo del impuesto, pues en cada fase de transformación el producto
va adquiriendo un valor añadido que lo hace diferente. Se emplea el ejemplo de la uva
para sancionar un fraude, no se permite pagar el diezmo de una tierra con la misma
cantidad de producto que fuera cosechado en otra partida diferente. “De la vendimia…
sea pagado este (el diezmo) en aquella viña y de aquella vendimia, fruto de la misma.”
El rey para acabar con las disputas entre partícipes de diezmos y cosecheros
establece el final de la recolección como el momento de separar el diezmo, y por ello
la era es el lugar adecuado para la separación de la décima parte. Además el rey
indica necesaria la presencia de los colectores33 a quienes hay que dar aviso y deben
presentarse en un breve plazo de tiempo para que ejerzan las tareas de la inspección
y revisión34 . La concordia obliga al cabildo a disponer en las fechas de la cosecha un
número de colectores elevado que ejerzan este derecho en el periodo de tiempo
establecido. En caso de no llegar en el perdido de un día, perderán el derecho a
realizar reclamaciones.
La concordia fue firmada por el Rey, el obispo, canónigos y clérigos, por parte
de las autoridades eclesiásticas, por la parte civil: ciudadanos, ricos hombres, y los
representantes de los diezmarios, las autoridades civiles: el baile general, los justicias,
y caballeros, por último constan firmas de maestros en leyes y otros del consejo de su
majestad.
Arrendamiento del diezmo.35
En un primer momento el pago de los diezmos fue en especie y al momento de
la cosecha36 pero pronto, consecuencia de las dificultades citadas, el obispo y cabildo
catedralicio que en materia de diezmo actuaban siempre de forma conjunta tomaron
decisiones de importancia. En el año 1259 el obispo Andreu d´Albalat con todo el
31
El delme del carnatge es el diezmo sobre los animales nacidos en un año y los productos
que de él se derivan, lana, queso, etc. García Marsilla, JV (2008): “La sisa de la carn:
ganadería, abastecimiento cárnico y fiscalidad en los municipios bajomedievales. Los Tributos
de la tierra. Fiscalidad y agricultura en España. pág 81-102.
32
La cera de las abejas debía ser superior a treinta libras. ACV Legajo 1610.
33
Vigilantes del cabildo
34
ACV Legajo 1610.
35
El terç delme también se arrendaba, las características de éste están descritas en Salvador
Esteban E (2004) “Tercios diezmos sobre la producción agraria de la huerta de Valencia en el
siglo XVI” Estudis d’Història Agària. Nº 17. pp 864 y ss.
36
Burns RI Op Cit. pág 327.
8
cabildo unánime37 resolvió que las tareas de cobranza (collecta) se dividieran en doce
pavordrías, asignándoles a cada una un término de la diócesis en el cual recaudar el
diezmo y un mes en el que entregar el producto recaudado. Como ayuda en su tarea
se le asignaron procuradores y subcolectores en los que delegaban partes de su
trabajo tareas como el control del fraude, la venta de los frutos, o el cálculo de las
participaciones de los diezmos. Estos puestos administrativos no eran desempeñados
por canónigos, sino por miembros del bajo clero o laicos que debían rendir cuentas y
entregar lo cobrado al pavorde38. No conocemos la fecha concreta,39 pero no tardó
mucho el cabildo en optar por el arrendamiento del diezmo, figura jurídica idónea que
les ofrecía solución a muchos problemas y dificultades. El arrendamiento de los
diezmos reportaba unos ingresos inferiores a los que podía obtener, pero las ventajas
obtenidas compensaban esta reducción de ingresos, entre las que se encuentra la
reducción de personas que eran necesarias. “Estando arrendados los diezmos sólo
eran necesarios dedicar seis eclesiásticos a esta tarea. Eran un canónigo, que
anualmente por turno le toca ser Síndico administrador canonical,… un Solicitador
para solicitar la cobranza, y le daba cuenta y razón de su estado, un Thesorero y un
contralibro, y dos contadores para sacar las porciones que tocan a cada uno de los
señores partícipes y darles en cada un año de libro de todas sus rentas, que las
cobraba ellos mismos por si o por sus procuradores, son bastantes seis para el arreglo
y dirección de todo el ramos de diezmos”. Legajo 4428.
Características del contrato de arrendamiento del diezmo.
El diezmo es un derecho a percibir un fruto, y como tal podía ser cedido,
enajenado, transportado, etc. Con el fin de evitar el mal uso de este derecho el obispo,
Don Vidal de Blanes, y el cabildo por unanimidad prohibieron, en constitución hecha
en abril de 1360, la posibilidad de enfeudar, vender, empeñar o enajenar los diezmos.
Esta constitución no era impedimento para que se continuase con la práctica del
arrendamiento.
Jurídicamente el arrendamiento del diezmo era un contrato que firmaban dos
partes: el cabildo como arrendador, y los arrendatarios. En este tipo de contrato no
vendía la décima parte de la cosecha, sino que entrega a un tercero (arrendatario) por
un precio acordado el derecho a recolectar la décima parte de la cosecha obtenida en
una de las más de doscientas veredas o términos diezmatorios llamados diezmarios.
El tipo de contrato que se empleaba era ultro citroque, es decir, que obligaba a ambas
partes40, al arrendador y al cabildo (arrendatario). El cabildo estaba obligado a cerrar el
contrato con el mejor postor, aunque éste presentara un precio inferior a la estimación
que el cabildo tenía. El arrendatario estaba obligado al pago del precio anual
estipulado en el contrato en las fechas convenidas.
Los arrendatarios recibían de los cosecheros la décima parte de las cosechas
pero no las entregaban al cabildo sino que sólo estaban obligados al pago de una
cantidad fija que se había estipulado el día del contrato y que podía ser superior o
inferior al diezmo. La cantidad a satisfacer debía ser siempre en metálico,41 era una
cantidad fija e igual para cada uno de los años que duraba el arrendamiento. El cobro
se pactaba en dos pagas, una en todos los santos y otra en carnaval del año siguiente.
De esta forma el arrendatario disponía de un periodo de tiempo desde la recolección
(como norma general en verano) hasta el momento de hacer efectivo la primera parte
37
Libro de las constituciones impresas fol 87. ACV Silvio Ciprés (1641) Origen y progreso de
las Pabordrías publicado en 1641.
38
ACV Legajo 1717.
39
El primer libro de arrendamiento del diezmo que se conserva es de 1384 Es un libro contable
auxiliar catalogado como Legajo 4386.
40
Adame Goddard, J (2007):”Esbozo de una nueva teoría del contrato” Instituto de
investigaciones jurídicas. UNAM. http://works.bepress.com/cgi/viewcontent.cgi?article=1167&
context=jorge_adame_goddard
41
ACV Legajo 1610. “lo que siempre se ejecuta en dinero de oro y plata y no de otra especie”
9
del pago del arrendamiento (noviembre). Y un segundo intervalo corría desde el
tiempo que se recogen los últimos frutos, normalmente en invierno, a finales de año,
hasta el segundo y último pago del arrendamiento que era en carnaval del año
siguiente.
Tiempo de cosecha
Enero
Tiempo de cosecha
Noviembre
Todos los santos
Carnaval
Fiesta
móvil
febrero a marzo
desde
Si el arrendador tenía bienes suficientes que garantizasen el cobro del precio
pactado no se pedían fianzas, en caso contario, se debían aportar éstas como
garantía del cumplimiento del contrato.
Si bien el precio del arriendo que aparecía en el contrato era el arrendamiento
de un año, el periodo de vigencia del contrato tenía una duración fija de cuatro años.
El intervalo que permitía al arrendatario compensar los años de pérdidas, en los que la
cosecha era inferior a la esperada, con los años de abundancia, pues un año fértil
ponía al abrigo la esterilidad de otro. Basta revisar cualquiera de los libros de arriendos
del cabildo para advertir que hubo años en los que los arrendadores alegaron causas
justas o imprevistas que motivaron la pérdida de la cosecha como guerras, epidemias,
o inundaciones que llevaron a el cabildo condonara parte o la totalidad del precio, o
bien se rescindiera el contrato. Era posible que en ocasiones los diezmarios no fuesen
asignados en subasta por no presentarse postor.42
El proceso de arrendamiento siempre era el mismo: En noviembre, dos meses
antes de la fecha en la que se firmarían los contratos de arriendo, el cabildo daba el
aviso de qué diezmarios iban a ser sometidos a subasta pública. Durante los días 6 y 7
de enero de cada año se realizaba a voz de pregón una subasta pública de los
arrendamientos de los diezmarios vacantes.
En la subasta pública estaba presentes las dos partes, por parte del cabildo
dos procuradores uno que representaba al obispo y otro en representación del cabildo
y dignidades, pavordres y otros porcionistas de los diezmarios.43. Como
representantes de los arrendatarios estaban los corredores públicos que realizaban en
su nombre las posturas de los arrendatarios. La primera postura nunca excedía del
precio del arrendamiento del cuatrienio anterior. Si tenían un fundamento probable de
que las rentas decimales podían decaer, bien por causas coyunturales o bien porque
el cuadrienio anterior el arrendamiento fue elevado, se admitían posturas inferiores a
la baja, quedando en algunos años cerrados arrendamientos con precios inferiores al
cuatrienio anterior.
Admitidos por los señores comisarios del cabildo el primer precio que ofrecía
un arrendador y si no había otro que en el mismo acto lo aumentaba, al instante se le
otorgaba escritura, si había otro que aumentase aquel precio que ofrecía el primero
competían los dos hasta que se apartase aquel a quien no le acomodaba el precio,
haciéndose la escritura a favor del mejor postor. En las subastas del diezmo no se
admitían pujas con premio ni alicientes, y las subastas se cerraban en uno o dos días
máximo, así que para el día 7 ya estaban rematados los diezmarios y el año que más
tarde se concluían las subastas el día 8 de enero.
Los arrendadores solían ser vecinos de pueblo en el que se localizaba el
diezmario o de las inmediaciones, por ser agricultores de los mismos lugares en los
42
Poner ACV Legajo 4392. año 1580, ver arrendamiento de Almusafes i Benifaio.
Legajo 4428 en escritura de 24 de mayo de 1425 consta el acuerdo capitular por el que se
instituye que dos procuradores representen a todos los partícipes en el diezmo para que no
hubiesen diversos representantes de cada uno de los que recibían porción del diezmo.
43
10
que iban a recaudar el diezmo eran conocedores exactos de la producción, de los
cosecheros y del modo de contribuir de estos, la información que disponían por vivir en
la localidad les permitía ajustar el precio del arriendo, controlar los abusos y fraudes
que de producirse les implicaban pérdidas, e incluso en ocasiones subarrendaban la
recolección de los frutos de los productos menores que conllevaban nimia y
escrupulosidad en su recolección y que les producían poco rendimiento económico. La
reducción del beneficio que les implicaba el subarriendo era compensada con los
ingresos obtenidos de la venta del grano, en particular del trigo, que en muchos
periodos era escaso.
Los arrendadores asumían los costes que implicaba la recolección como
desplazamientos, gastos jurídicos de escrituras y de corredores, alquiler de casas para
el almacén del grano y productos recibidos, salarios de la gente que toman a su cargo
y gastos de transporte, gastos de comercialización y de las caballerías, Todos estos
gastos esperaban compensarlos con los ingresos de la venta del fruto y además tener
suficiente como para obtener un beneficio.
Para el periodo estudiado (1578-1580) la mayoría de los diezmarios están
arrendados a dos arrendadores, por norma general mercaderes o labradores de la
zona que asociados respondían del arrendamiento por un periodo de cuatro años. Al
finalizar este periodo de cuatro años, podemos encontrar que varios mercaderes
repiten el arrendamiento, si bien no en el mismo diezmario, ni con los mismos socios.
En algunas ocasiones, y siempre para diezmarios en los que el fruto era el grano de
trigo (delme del pa y vi) encontramos entre los arrendadores notarios, ricos hombres, y
caballeros que asociados a mercaderes y comerciantes. Estas asociaciones de
profesionales a mercaderes se realizaban con la finalidad de proporcionar liquidez
suficiente, de forma que no fuera necesario vender el producto rápidamente para
satisfacer el primer pago. Buscaban disponer almacenar el grano recolectado en el
diezmo y esperar a que en el mercado se dieran las condiciones idóneas, sabían
cuando influir sobre la oferta, cuando era el momento adecuado para obtener las
mayores ganancias que normalmente coincidía en periodos del año en que la oferta de
trigo de este reino ya se había agotado y era preciso recurrir a la importación, este era
el momento de ponerlo a la venta cuando el precio del trigo era superior al llevar
incorporado los costes de ser trasladado desde en Castilla o Italia o Sicilia.
Desde 136044 el obispo Don Vidal de Blanes y posteriormente confirmado por
bula de Sixto45 IV y Pío II prohibía entregar en arriendo el diezmo a los señores de los
lugares donde se debían percibir los diezmos, también se les prohibía a sus
procuradores o sus mujeres, prohibición que quería limitar la posibilidad de que se
bajasen los precios del arrendamiento en la puja.
El reparto del diezmo.
La distribución del diezmo que en la mayoría de las diócesis españolas se
realizaba haciendo tres partes iguales, una para los servidores de la iglesia o
mantenimiento de la parroquia46, otra para la fábrica y otra para el obispo47. Tiene su
44
ACV Legajo 4428.
ACV Bula Sixto IV datis en Roma de abril de 1477. y Bula de Pio II. Legajo 4428: “Sixto IV y
Pio II dieron bulas contra los señores de los lugares que impedían los arrendamientos de los
diezmos o su recolectacion , a fin de que se le arrendasen a menos precio y contra
cualesquiera otros que impidiesen o defraudasen la cobranza.”
46
Burns RI. Op. Cit. pag 167. ver nota 113 y 115.
47
Barrio Gonzalo, M Op Cit pag 69. Ver también: Ladero Quesada Op. Cit pag 23; Villaluenga
de Gracia, Susana (2003): La catedral de Toledo en la primera mitad del siglo XVI:
organización administrativa, rentas y contabilidad, capítulo II. Ver también Hernández
Borreguero, JL (2002): El cabildo de la Catedral de Sevilla: Administración y sistema
contable.(1625-1650). pag 129; y Cillanueva de Santos, MA (2008): Análisis de los libros de
fábrica de la Catedral de Segovia: 1524-1699”. Universidad Complutense de Madrid. Pag 49 y
45
11
particularidad en la diócesis de Valencia. El primer obispo y su capítulo fueron a los
que se les entregaron los dos tercios del diezmo, quedando este hecho confirmado por
la bula emitida por el papa Inocencio IV el 25 de octubre desde Lión por lo que las
parroquias no tienen parte en el diezmo.
Las cantidades que anualmente recibía el Cabildo (los dos tercios del diezmo)
de cada uno de los diezmarios eran divididas en tres porciones iguales48, si bien esta
división básica tiene algunas excepciones: En las villas y lugares que pertenecían
íntegramente al obispo o al cabildo no se hacia ninguna porción, o bien para los
diezmos de Puzol junto con algunas zonas concretas que rodeaban la ciudad de
valencia, habían de dividirse en dos porciones iguales.49
Una vez calculado esta primera partición, se procedía a realizar un segundo
cálculo, para obtener la porción de los partícipes. ¿Quiénes son estos partícipes? Son
aquellos a los tienen parte en las rentas decimales50. Las cantidades que reciben son
un porcentaje sobre el diezmo que debe ser calculado en cumplimiento de las normas
eclesiásticas que históricamente han configurado nuestra diócesis. Son acuerdos
capitulares, estatutos, constituciones, deliberaciones, visitas, breves, bulas o
mandatos del pontífice romano que teniendo autoridad para asignar las rentas la han
ejercido y han configurado el estilo de esta santa iglesia.51
Son partícipes: las dignidades, el cabildo y las siguientes administraciones
capitulares: fábrica, diner menut, mesa canonical y raciones comunes.
Las dignidades que perciben un porcentaje del diezmo son: Arzobispo52,
Arcediano Mayor53, Cabiscol, Arcediano de Xativa, Sacristán, Decano, y Pavordes.54 Si
bien el Arcediano de Morvedre, y el Arcediano de Alzira son dignidades pero no tienen
participación sobre los diezmos, pues desde su fundación se les asignan rentas y
primicias de los lugares que gobiernan.
Los diezmos recaudados en nuestra diócesis son:
• El delme del pa y vi: recae sobre la producción de cereales y vino. En una
pragmática de Fernando el Católico, publicada en 1488, enumera los
delmes del gra ço es forment, ordi e sivada, dacça, mil, panis e arros.55
• El delme del paner: sobre fruites, hortaliza, e erbes e altres cosses. Se
incluyen las hierbas para el alimento del ganado como alfals, ferrajes,
dacse, o altres qualsevols erbes.56
• El delme del carnatge: graba la producción ganadera.
• El delme del Peix.: grava la producción pesquera. Tanto el pescado fresco
como el salpreso o del todo salado, como sea salado de nuevo. Legajo
4415
• El delme de la Fulla: sobre la hoja de morera, muy importante por la
población de gusanos de seda.
50.; Sastre Moll, J; Llompart Babiloni, M (): “Estructura de la documentación relativa al diezmo
eclesiástico percibido por el obispo y cabildo de Mallorca. (siglos XIV, XV, XVI).”
48
Eran la mayor parte de las rentas de todos los diezmarios ACV perg 2.309
49
ACV Legajo 44:8 ver creación de quince plazas del coro y la creación de las cuatro
dignidades.
50
ACV Legajo 4428 p 3 “… se llaman participes por que tienen una participación sobre el
diezmo cuando este se reparte.”
51
ACV Legajo 2503. pag 2
52
Que recibe su participación desde la fundación de la iglesia en Valencia.
53
Mosén Ferrer San Martí creó quince canonicatos y cuatro dignidades Arcediano Mayor,
Arcediano de Xativa, Cabiscol y Sacristán asignándoles a estos beneficios una porción sobre
los diezmos. ACV Legajo 44: 8.
54
El obispo Andreu Albalat creó doce oficios para cobrar las rentas de la mesa capitular y
realizar los pagos de todas las porciones canonicales, doblas y vestuario de los canónigos.
55
Citado en Salvador Esteban, E.Op Cit. pag 863
56
Ibid. pp 863 y Legajo 1610 pp 70 ; Els Furs Libre I Capitol XIIII ; Legajo 4440, libro 1
12
Por último hay diezmarios cuya renta es una parte fija y constante que no varía
con el paso del tiempo y que entrega el propietario o señor de las tierras del diezmario.
A los diezmarios que frutan así se les conoce como diezmarios compuestos.57
Formas de distribución y reparto de las rentas del cabildo.
Formula I.
El diezmo se divide en tres partes iguales.
Renta Decimal:
Uno de estos tercios es para el cabildo58.
Renta Decimal:
Un tercio
Para el
cabildo
Los otros dos tercios para el obispo. De la parte del obispo se resta la parte
que se lleva el arcediano, bien el arcediano mayor o el arcediano de Játiva. Para
conocer a cual de los dos arcedianos le corresponde la renta necesitamos conocer si
el diezmario está situado en la franja territorial que va desde el río Júcar a la ciudad de
Valencia o desde el Júcar hasta el final del término de la diócesis.
Si el diezmario está desde el xuquer acà: de la parte que corresponde al obispo
se le resta la décima parte (1/10) para el arcediano mayor.
Gráficamente lo representamos así:
Renta Decimal:
Dos tercios
Nueve décimas de los dos
tercios
n tercio
U
ostercios
D
1
2
3
4
5
6
7
8
O ispo
b
9
Arcedianomayor
N ueved
é c i msdealos d
tercios
os
nad
U
é cima de los do s
tercios
1
2
3
4
5
6
7
8
9
1
0
Arcediano Mayor
Una décima de los dos
tercios
Obispo
57
ACV Legajo 4428 pp 217 “son los que se contribuye assi por haverse convenido y
concordado con los señores que los contribuian con los señores participes en dar una cantidad
fixa y sin aumento ni disminución en cada un año que se han de pagar en los disa de Todos los
Santos y carnestoltes por mitad a sus respectivos particionistas”.
58
A excepción de los que se le asignan a las pavordías de las montañas.
13
Si el diezmario está en la parte de allá del Júcar hasta el obispado de Orihuela
a la parte del obispo se le resta 1/11 que se le entregará al arcediano de Xativa59
.
Renta Decimal:
Dos tercios que se dividen en
once partes
1
2
3
4
5
6
7
8
9
1
0
1
1
Arcediano Xativa
Diez onceavas partes
Obispo
Una onceava parte
Formula II.
El diezmo se divide en dos partes, la primera mitad es para el cabildo y la
segunda mitad es para el obispo. De esta parte se resta un décimo que corresponde al
arcediano mayor.
Hay 4 diezmarios de los que el obispo no recibe su mitad por que le asigna la
renta a otra dignidad es el caso de los diezmarios de Bonrepós y Meliana que entrega
al capiscol. Para el diezmario de Albalat que corresponde al chantre y la renta del
diezmario de Picasent que se le entrega al Sacristán.
Formula III.
El cabildo recibe la totalidad de los arrendamientos del diezmario.
Formula IV
El arzobispo recibe la totalidad de los arrendamientos del diezmo. Corresponde
a los terrenos que tiene a fuero el obispado. De la totalidad hay que restar el 10% de
participación el arcediano mayor.
Formula V
el diezmo se divide en tres partes. El tercio que correspondería al cabildo se
reparte entre las pavordías de febrero, marzo y abril. Los dos tercios que
corresponden al obispo no los recibe éste sino una de las siguientes administraciones.
A la parte que reciben las administraciones también se le resta lo correspondiente al
arcediano de xativa (1/11).
a. Fábrica: Onteniente y Biar.60
b. Diner menut 61
Formula VII
59
ACV Legajo 4428 pag 29 y siguientes.
ACV Legajo 44:8. El Papa Bonifacio VIII en 1298 concedió a Roger de Lauria una gracia
sobre las tierras que poseía en el obispado de Valencia, estas tierras no entregaban el diezmo
al cabildo sino que se lo retenía el como señor del lugar. Tras muchos pleitos y pugnas con los
descendientes de Roger de Lauria el obispo Ramón de Casto consiguió que los diezmos de
Onteniente y Biar (propiedad de los Lauria) volvieran al cabildo y se asignó la parte de los
diezmos que correspondía al obispado para aumentar el número de residentes de la catedral,
pasando a aumentar en 4 canonicatos más de los veinte que ya habían.
61
Para los capellanes (beneficios simples) no había distribución cotidiana, tan solo se repartían
las rentas de las doblas o de la misa vespertina entre los residentes, o en caso de ser un
aniversario lo que estaba dotado éste. La catedral tenia ciento cincuenta beneficiados que no
residían por no tener renta asignada, Benedicto XIII asignó mil florines de renta cada año para
que de ellos se pagase la distribución cotidiana a los asistentes a los oficios divinos, esto mil
florines se obtenían de los diezmos de los diezmarios pertenecientes al término de Denia y
Valle del Xalo.
60
14
El diezmo del carnatge se calcula para todos los diezmarios igual con
independencia del origen de las rentas.
Al cabildo le corresponde un tercio del total. Los dos tercios restantes se
reparten entre el Arcediano mayor (al que le corresponde 1/20 de los dos tercios) el
Arcediano de Alcira (al que le corresponde 1/22 de los dos tercios) y el obispo al que
se le asigna lo que resta hasta completar los dos tercios.
Carnatge
Arcediano
Xativa
Dos tercios
1/22
Un tercio
Obispo
Para el cabildo
Arcediano
Mayor
1/20
2/3 - (1/20) – (1/22)
Hay hasta once formas diferentes de reparto del diezmo aunque las descritas
son las que afectan a un mayor número de diezmarios.
El cálculo de la participación en el diezmo implicaba una dificultad elevada por
la rapidez que debía ser calculada la cantidad a asignar a cada partícipe pues dicho
importe debía ser detallado en las escrituras del arrendamiento añadiéndose al fin del
escrito junto con algunas advertencias. Como los arrendamientos se realizaban en los
primeros días del mes de enero en un plazo breve de tiempo, era necesario que para
evitar errores se destinasen de dos personas que realizaran los cálculos y a las que se
les llamó contadores62, ambos realizaban los cálculos simultáneamente confirmando el
uno los cálculos del otro, haciéndose las comprobaciones para cada cantidad
obtenida.
Dos o tres archiveros eran los que conformaban estas cuentas y se iban
sucediendo respectivamente en el cargo cada vez que vacaba este oficio, enseñando
la forma de realizar los cálculos de los repartos oralmente o por la observación de los
libros de los arrendamientos de los diezmarios cada vez que uno nuevo se
incorporaba como contador.63
62
ACV Legajo 4428.
ACV Legajo 4428 2 “se ha pensado hacer una clara e individual explicación en términos
según ellos no pensó archivero alguno en el transcurso de tantos años del modo en que se
formaban las cuentas de las participaciones de las rentas de cada uno de los diezmario”
63
15
Fuentes Documentales
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Legajos 1; 2:1; 35; 37; 41:21; 44:8; 56:11; 662:2 y 3; 666; 676; 1610; 4236; 4392;
4386; 4410; 4413; 4415; 4428; 4440; 2503;
Pergaminos 1.304; 2.301; 2.360; 2.309; 2.380
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17
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