1 EL SIGLO XVIII. Crisis de la conciencia europea. La Ilustración

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EL SIGLO XVIII. Crisis de la conciencia europea. La Ilustración.
Cambios fundamentales en la sociedad, la historia y el pensamiento y la literatura
que marcan el nuevo siglo. En España se opone al Barroco una nueva escala de valores.
a) Nuevo orden social
En el Barroco la estructura social la constituyen la monarquía, la nobleza y el
pueblo. Como se manifiesta en el teatro barroco, la monarquía dirige el orden social y
se da paso a los villanos ricos, a los que se otorga el derecho al honor; se trata de
campesinos que, por su riqueza, pueden acceder al sistema de privilegios que se
considera exclusivo de la nobleza.
En el nuevo siglo una clase social emergente, la burguesía, los habitantes de los
burgos, las ciudades, que poseen dinero, que obtienen sus beneficios del comercio,
entra en conflicto de intereses con la aristocracia (nobleza), a la que se considera una
clase inútil, innecesaria, trasnochada, que, con sus prejuicios, su actitud conservadora y
sus privilegios de clase derivados de su cuna, otorgados por herencia y no por mérito
personal, sólo representa un obstáculo para la modernidad y el progreso de la
sociedad.
El racionalismo de la Ilustración también convierte en objetivo de sus críticas a la
nobleza (que la Revolución Francesa ha descabezado, junto a la monarquía absoluta).
La sociedad estamental del Antiguo Régimen, basada en los privilegios heredados,
debe ser sustituida por una nueva sociedad donde el dinero, fruto del esfuerzo
personal, sea el elemento que ordene el sistema.
b) Nueva fórmula política
Frente al absolutismo, típica forma de gobierno de la etapa histórica anterior, según
la cual se concebía que el poder del Rey emanaba directamente de dios, en este siglo
asistimos a un cambio de mentalidad en el terreno político: ahora se piensa que el
poder procede del pueblo y que el Rey es simplemente el administrador de dicho
poder. Aunque el monarca es la máxima autoridad y establece un sistema de gobierno
central, actúa impulsado por el bien general de los ciudadanos. La formulación política
de este siglo se denomina “Despotismo Ilustrado”, que se atiene y aplica la norma de
“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. El Despotismo Ilustrado no es más que la
aplicación en el terreno político del principio de la Razón que impulsa a todo el siglo
XVIII. Por eso el monarca muestra interés por la cultura y la Ilustración hace que
proliferen instituciones privadas o públicas encargadas de favorecer el progreso y la
modernización de la sociedad.
El Despotismo Ilustrado proponía por lo tanto, no una democratización absoluta e
incontrolada de los órganos políticos, sino la concentración del poder en manos del rey
que actuaba (por lo menos en teoría), no como monarca absoluto que gobernara en la
Tierra en lugar de Dios, sino como una especie de administrador de dicho poder,
inspirado en principios desligados de conceptos religiosos como la Razón y el deseo de
Reforma y Progreso.
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Todas estas ideas igualitarias y reformistas provienen naturalmente y se gestaron
en la Revolución Francesa, en la que el pueblo desbancó al monarca absoluto y los
privilegios de la nobleza, a la que se consideraba, como al propio rey, como una clase
parásita, corrompida e inútil.
c) Nuevos valores culturales
La Ilustración es un movimiento cultural que no se somete a dogmas políticos ni
religiosos; las “luces”, la razón, el progreso, la utilidad son los principios
fundamentales que guían el desarrollo culturas de la nueva etapa. La Ilustración
concibe el progreso como el camino de la felicidad de la sociedad en su conjunto.
El racionalismo inspira todas las iniciativas: es una doctrina filosófica cuya base es
la omnipotencia e independencia de la razón humana. El racionalismo impulsa el
laicismo de la cultura y el empirismo como método científico de conocimiento basado
en la observación y la experimentación. Ej: Hobbes, Locke, Hume.
d) La separación entre Iglesia y Estado es también fundamental para entender el modo
de conocimiento ilustrado. La fe no tiene nada que ver con la razón.
En España las ideas ilustradas, el desarrollo científico y el pensamiento en general
fueron frenados por el pensamiento contrarreformista, el miedo de la monarquía al
contagio de los ideales revolucionarios y la actividad de la Inquisición, que siguió
actuando como defensora de los valores religiosos y morales conservadores. Lo nuevo
era sospechoso y el aislamiento y la censura aseguraron la defensa de una sociedad que
seguía manteniendo sus principios anteriores: monarquía absoluta y privilegios de la
nobleza, en ausencia de una clase burguesa que tomase el relevo de nuevos valores y
en España tendió a asimilarse a la aristocracia, más que a enfrentarse a ella. La
constante vigilancia de la Inquisición en el terreno cultural para defender el dogma
católico de todo peligro frustraba cualquier iniciativa de renovación. En el terreno
estrictamente literario, la influencia del lastre contrarreformista la acción inquisitorial
fue decisiva, porque se acabaron por imponer una serie de valores morales y religiosos
bastante conservadores.
En Francia, sin embargo, la Ilustración llevó a cabo un proyecto cultural
absolutamente ambicioso. Entre 1751 y 1780 Diderot, D´Alembert y Voltaire, entre
otros, trataron de reunir, en un conjunto de unos 37 volúmenes, todo el saber humano
basándose en la razón; ese vasto panorama de conocimiento permitiría a la sociedad
progresar y modernizarse y sería un legado para las generaciones futuras. El
racionalismo desembocaba en el escepticismo religioso, porque la religión se basa en la
fe y no en la razón para explicar la existencia de Dios. El método científico seenta sus
bases en la experimentación y la observación (Hobbes, Locke, Hume); según el
empirismo, sólo es verdadero aquello que se puede demostrar.
Recuérdese que en España un sacerdote ilustrado, como Feijoo, siente la necesidad
de advertir de los excesos de una “religiosidad” llevada al extremo que alcanza a
inventar falsos milagros que el racionalismo no puede ver sino como mentiras o
excesos de imaginación.
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El siglo XVIII en España. La influencia de las ideas ilustradas
La dinastía borbónica que rige el país en sustitución del último austria, Carlos II,
por su origen francés, es especialmente receptivo a las ideas venidas de Francia. Lo son
al menos los monarcas Felipe V (1714-1746) y Carlos III, que según el modelo del
Despotismo Ilustrado, llevan a cabo en el gobierno un proceso de centralización del
poder, frente a las autonomías municipales. En los reinados de ambos monarcas, las
ideas de la Ilustración se difunden moderadamente en España.
En ese momento la situación de la ciencia y el pensamiento, antes de que pueda
notarse la influencia de las ideas ilustradas, es lamentable: en el Barroco, España se
había aislado de Europa, la defensa de los ideales contrarreformistas había llevado al
país a “defenderse” constantemente de nuevas ideas que, por serlo y venir del
extranjero, se consideran perniciosas para la defensa de los valores más conservadores.
La Inquisición se encargaba de poner por encima del interés científico el ideal religioso.
Teniendo en cuenta esta peculiar situación, en España, en el nuevo siglo, las ideas
ilustradas tienen una penetración paulatina y dificultosa a través de diversos caminos:
-las traducciones de libros extranjeros al española.
-la actuación de algunos intelectuales españoles que recogen y difunden las ideas
ilustradas: Feijoo, Cadalso, Jovellanos.
-la difusión de la filosofía racionalista y de autores como Locke, Condillac... la
Enciclopedia francesa). Frente al catolicismo, se opone el deísmo, que es una vaga
creencia en Dios, sin dogmatismos. Las ideas jurídicas buscan, a su vez, su base en el
derecho natural y no en el divino, como se había procurado hasta entonces.
Derecho natural: normas de la conciencia acerca del bien y del mal.
Derecho divino: el que procede directamente de ideas emanadas de Dios.
Derecho: facultad de las personas para hace u obtener alguna cosa, con arreglo a las
normas morales o a la instituciones sociales. Deber: aquello a que el hombre se siente
obligado por citados de su conciencia o preceptos morales o positivos; conjunto de
preceptos y reglas a que está sometida toda sociedad civil, y cuya observancia puede
ser exigida por la fuerza.
--los viajes fuera de España y la imitación de lo francés, que políticamente se
denominaba con una acepción despreciativa, “afrancesado”).
-la publicación de los primeros periódicos y revistas (Diario noticioso, 1750), con la
evidente importancia que tales instrumentos de comunicación tenían para la difusión
de las ideas nuevas.
En esta etapa, España conoce un importante aumento de población, ligado al
desarrollo de la productividad agrícola y la ausencia de guerras. En general, se puede
hablar de una mejora significativa de las condiciones de vida. La población de España
gira en torno a la cifra de siete millones y medio de habitantes, pero llegó hasta diez.
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Instituciones culturales
La cultura se concibe en este periodo como instrumento importantísimo para el
progreso de una nación. Una de las metas que se marca el Despotismo Ilustrado en el
terreno cultural era “educar al pueblo”, por eso el Estado pretende hacerse con el
control de la educación.
Como fruto de este interés por la cultura, surgieron en España diversas
instituciones culturales o se desarrollaron otras que ya estaban creadas:
Biblioteca Nacional, fundada en 1712 por Felipe V con los fondos de la
Biblioteca Real y otros. Hasta entonces sólo habían existido bibliotecas privadas
y sus dueños solían ser nobles. En el decreto de constitución de la Biblioteca
Nacional se establecía la obligación de entregar para su custodia un ejemplar
de cada libro que se editara en España.
Real Academia Española de la Lengua, 1713. Fue fundada por Juan Manuel
Martínez Pacheco y otros intelectuales de la época. La intención de esta
institución era mantener la pureza del idioma, dirigiendo su evolución; fue
concebida par dictar normas sobre cómo hablar y cómo escribir correctamente.
La RAE, como fruto de su actividad, sacó a la luz varias publicaciones: entre
1726 y 1739, el Diccionario de Autoridades. Era éste un diccionario que
explicaba el significado de las palabras y, además, apoyaba este significado con
citas literarias de autores que habían usado con esa acepción la palabra en
cuestión. En 1741, la RAE publicó su Ortografía, que recogía la regulación a la
que se había sometido la lengua castellana después de la estabilización fonética
del siglo XVII. En 1771 publicó su Gramática, en la que se plasma una
preocupación científica por el estudio del lenguaje.
Real Academia de la Historia, 1735. Su intención era rescatar, conservar y
valorar los documentos y vestigios del pasado español.
Sociedades Económicas de Amigos del País y Juntas de Comercio: enseñaban
ciencias naturales y las modernas técnicas, con lo cual favorecieron la
introducción de las ciencias experimentales y aplicadas en España. Ej: Real
Seminario de Vergara, creado por la Sociedad Vasca de Amigos del País; o el
Instituto de Gijón, creado por Jovellanos.
En general, estas instituciones favorecieron el desarrollo agrícola,
comercial, artístico e industrial de cada región.
Museo del Prado, 1785 y Jardín Botánico.
Instituciones privadas: tertulias en salones de particulares interesados
especialmente por la cultura. Ej: “Academia del Buen Gusto”, tertulia de la
Fonda de San Sebastián, fundada por Nicolás Fernández de Moratín...
El desarrollo de la reforma cultural en España se frena fundamentalmente en el
reinado de Carlos IV, a raíz de la Revolución Francesa; para evitar un peligro
similar en España, se lleva a cabo la persecución y aniquilamiento de los ilustrados
españoles.
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La importancia de estos ilustrados fue decisiva en España , a pesar de que en
aquella época algunos los consideraron “afrancesados” y “traidores” a nuestra
patria, por el hecho de haber confiado en el modelo francés como camino de
reforma de nuestro país.
Los ilustrados tienen como mérito haber sido los
primeros en preocuparse por el difícil “problema de España” y haber encarnado
una actitud crítica y constructiva frente a nuestra realidad histórica. En este sentido,
pueden considerarse precedentes de actitudes similares en el siglo XIX e incluso en
el siglo XX, la Generación del 98.
La literatura española en el siglo XVIII
a) Rasgos generales
La literatura de ficción, que tanto se había desarrollado en épocas anteriores, como
en el XVI y el XVII (novela caballeresca, pastoril, morisca, bizantina y picaresca), en el
siglo XVIII es menos abundante: los intelectuales de esta época están más interesados
en buscar en sus obras el avance del pensamiento que en el desarrollo de relatos
inventados y de imaginación que, según ellos, carecen de “utilidad”.
El que la razón sea el principio que rija la vida intelectual hace que la creación
artística no se valore tanto como en épocas pasadas. Ej: mostrar ingenio en el Barroco, a
través de la habilidad del autor para descubrir y expresar una relación entre dos
conceptos. Por lo tanto, la literatura de esta etapa se desarrolla según el principio de
“utilidad”. Interesa más aprovechar que deleitar; se dota a la literatura de una
intencionalidad fundamentalmente didáctica; se pretende “enseñar” a través de ella.
El racionalismo hace que la creación literaria deba someterse a rígidas reglas y
preceptos. Por ejemplo el teatro del siglo XVIII, el típicamente neoclásico, vuelve a
someterse a la ley de las tres unidades clásicas, ley que ya había superado Lope de
Vega en su “Arte Nuevo”. Se da al concepto de género literario un valor normativo,
como conjunto de reglas que deben cumplirse para cultivar un determinado género.
Se desarrollan en este siglo géneros literarios que hasta entonces no habían tenido
mucho éxito, como la prosa doctrinal y científica, la crítica literaria y social... y se
inventan otros, como el periodismo.
b) Etapas
1) Lucha contra el Barroco y contacto con el Clasicismo francés.
Llega hasta 1750.
La intención de la literatura es fundamentalmente crítica, como aplicación del
racionalismo; de ahí que surjan géneros como el ensayo y la sátira.
Ensayo: género literario en prosa, en que se trata una materia sin pretender decir
todo lo que se puede decir de ella, sin pretender agotarla, pero haciendo una
exposición ordenada, sistemática y científica de algunos aspectos de dicha materia. Si
el autor quiere expresar sus opiniones, debe apoyarlas mediante razonamientos.
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El ensayo puede tratar los más diversos temas: científico, filosófico, artístico,
literario, político, religioso, etc.
Sátira: género literario en prosa o en verso cuya intención es censurar a personas o
cosas, ridiculizándolas. Ej: el “Soneto a una nariz” de Quevedo. O el texto de Leandro
Fernández de Moratín que se titula “A Claudio” es una sátira típica del siglo XVIII.
No existe apenas literatura en este periodo cuya única finalidad sea entretener o
divertir al lector. La literatura ha de ser “útil”.
Se busca un estilo claro y sencillo, al servicio de la expresión del pensamiento y la
razón, evitando la ambigüedad y el adorno en el lenguaje, que era la meta de los estilos
barrocos, conceptismo y culteranismo, porque su pretensión era demostrar el ingenio
del autor.
El rechazo contra el Barroco tiene en España diversas manifestaciones:
La obra de Ignacio Luzán, Poética, 1737. Con esta obra, Luzán pretende regular
la literatura mediante normas y preceptos que debe cumplir el escritor. Luzán
trata de hacer lo mismo que había hecho Boileau en Francia, con su obra Arte
Poética. La obra de Luzán, por lo tanto, se desarrolla en el ámbito de la crítica
literaria.
Fray Benito Feijoo y Montenegro concilia su condición de religioso con una
postura racionalista. Este autor intentaba, mediante el género del ensayo,
luchar contra el periodo histórico barroco, combatiendo las falsas
supersticiones y creencias que se extendieron en esa época. Se propone
iluminar la fe religiosa sirviéndose de la ayuda de la razón. Sus obras más
famosas son Teatro crítico universal (colección de ensayos) y Cartas eruditas.
Francisco de Isla ridiculiza el lenguaje barroco y enrevesado de los
predicadores y en general de la oratoria religiosa. Su obra más famosa, y donde
precisamente parodia este tipo de lenguaje es Historia del famoso predicador
Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes.
El Diario de los literatos de España (1737-1742), la primera revista cultural
publicada en España, también criticó el barroquismo como estilo literario.
2) Neoclasicismo (expresión de las ideas reformistas de la Ilustración)
Desde 1750 a fin de siglo.
Se asimilan en la obra literaria las normas y preceptos estéticos del clasicismo
francés, basados en la razón. Ej: respeto a las reglas de las tres unidades en el teatro.
Si la etapa anterior se centraba en la crítica al periodo cultural barroco, ahora nos en
encontramos en el momento de plena elaboración de una nueva concepción cultural
que se conoce con el nombre de Neoclasicismo. Si se renuncia al Barroco, ¿qué modelos
literarios imitar? La contestación es clara: los de Europa, fundamentalmente los de
Francia e Italia, donde triunfaban y se desarrollaban las ideas del Neoclasicismo.
Teatro neoclásico: para hacernos una idea de cuál era la concepción neoclásica del
género, tracemos primero un panorama general.
En el primer tercio del siglo XVIII domina la tradición barroca. Hay una serie de
autores de menor categoría que los del siglo XVII, que son imitadores de Calderón. Ej.
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Antonio Zamora y José Cañizares son autores de comedias barrocas en pleno siglo
XVIII.
Simultáneamente, se va abriendo paso la tragedia neoclásica en España a través de
traducciones de obras francesas y obras originales. Este tipo de teatro del siglo XVIII se
ha denominado habitualmente “tragedia nacional”., La obra más representativa es
“Raquel” de García de la Huerta, estrenada en 1778.
El autor más representativo de la llamada comedia neoclásica es Leandro
Fernández de Moratín. Veamos cómo la define: “imitación (verosimilitud) en diálogo
(escrito en prosa o en verso) de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas
(respeto a las reglas de las tres unidades: acción, lugar y tiempo) entre personas
particulares por medio del cual y de la oportuna expresión de afectos y caracteres,
resultas puestas en ridículo los vicios y errores comunes en la sociedad y
recomendadas, por consiguiente, la verdad y la virtud (finalidad crítica y didáctica del
teatro, expresión literaria e instrumento del pensamiento ilustrado, interesado en la
reforma de la sociedad)”.
Las concepciones teóricas del teatro neoclásico están formuladas en la obra de
Ignacio Luzán, Poética. Como ya se ha dicho es una obra de crítica literaria que recoge
los principios normativos que deben seguirse a la hora de escribir una obra literaria. En
lo que se refiere al teatro, establece cuatro puntos fundamentales que pueden servirnos
de resumen para entender el teatro neoclásico:
1) Crítica y rechazo al teatro barroco.
2) Respeto a las reglas de las tres unidades clásicas: acción, lugar y tiempo.
3) Finalidad moralizadora del espectáculo teatral.
4) Pretensión de verosimilitud, apariencia de verdad.
Además de las llamadas comedias barrocas que, como ya hemos visto, son
continuación del modelo teatral del siglo XVII, y de la tragedia y comedia neoclásica,
hay un cuarto tipo de teatro en el siglo XVIII que se denomina teatro popular y que se
manifiesta fundamentalmente a través de un género dramático que se llama sainete.
Los sainetes son breves obras cómicas escritas en verso, en las que se suelen intercalar
canciones. Se consideran el antecedente del tema costumbrista en la literatura delo
siglo XIX. El autor más representativo de esta clase de teatro es Ramón de la Cruz.
Aunque, como hemos comprobado, el teatro neoclásico no es el único tipo de teatro
que existe en el siglo XVIII, sí es el más representativo. Además de los rasgos que
menciona Luzán, podemos añadir otros dos que también son fundamentales para
completar su definición:
5) Renuncia a lo imaginativo, lo fantástico y lo misterioso como materias de la obra
teatral, rasgo que, como ya se habrá adivinado, tiene estrecha relación con su
pretensión de verosimilitud. Todo aquello que no puede ser explicado por la
razón debe ser eliminado de la representación teatral, porque lo inverosímil no
puede aportar ningún contenido moral al público, no puede “aprovechar”, lo
cual enlaza consiguientemente con la finalidad moral, la utilidad del teatro.
6) Separación entre lo trágico y lo cómico.
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Poesía neoclásica: Se interesa fundamentalmente por temas pastoriles,
anacreónticos (Anacreonte, poeta griego en cuyos poemas eran característicos estos
temas): poemas que cantan la alegría de vivir, los placeres del vino, del amor, etc. O
filosóficos, pero nunca expresan los sentimientos del poeta.
El lenguaje poético renuncia al uso de figuras propias y habituales hasta entonces
en el género, con lo cual deriva frecuentemente en prosaísmo.
Entre los escritores neoclásicos más destacados, podemos señalar a José Cadalso,
autor de las Cartas marruecas; Juan Meléndez Valdés, Gaspar Melchor de Jovellanos,
Nicolás Fernández de Moratín y Leandro (padre e hijo), los dos autores dramáticos;
Tomás de Iriarte y Félix Mª de Samaniego, ambos fabulistas; Vicente García de la
Huerta, dramaturgo y Ramón de la Cruz, autor de sainetes.
3) Prerromanticismo
Empezó a manifestarse dentro de los últimos años del siglo XVIII.
Suponía una reacción contra el Neoclasicismo. Concibe la literatura como expresión
de sentimientos frente a la expresión exclusiva de la razón. Afirma el predominio del
sentimiento frente a la razón; por eso es un precedente del Romanticismo y por eso se
llama pre-romanticismo.
Critica las reglas, pero inicialmente se somete a ellas.
En cuanto a los temas, frente a la Naturaleza sometida a la razón de los neoclásicos,
los prerrománticos refieren la Naturaleza misteriosa e irracional: las tormentas, la
ultratumba, la noche, los fantasmas...
En España, el Prerromanticismo fue breve: casi todos los autores neoclásicos tienen
una segunda etapa prerromántica y otros más jóvenes son prerrománticos desde sus
primeras obras. EJ. Nicasio Álvarez Cienfuegos, Manuel José Quintana, José Mª Blanco
White...
Rasgos lingüísticos de la literatura en el siglo XVIII:
-Afirmación del español como lengua de cultura.
-Lucha contra el estilo barroco. La norma predominante en el lenguaje literario del
siglo XVIII es la sencillez; se pretende utilizar el lenguaje en general, y también el
literario, al servicio de la comunicación, más que hacer de él un puro alarde lingüístico.
Se intenta valorar su utilidad como instrumento de comunicación.
-Defensa contra los galicismos (palabras procedentes del francés, que no eran
necesarias y construcciones sintácticas también de este origen). Ej. Carta XVIII de
Cadalso, en sus Cartas Marruecas.
-Normalización ortográfica: adecuar la forma de escribir del castellano a los
fonemas que habían permanecido tras el reajuste consonántico del siglo XVII. Ej:
parejas de sonoras/sordas: -ss-, -s-, ç...
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