Devocional para los Ministerios Femeninos Más allá de nuestros

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Semana de la Conciencia Cultural 2015
Devocional para los Ministerios Femeninos
Más allá de nuestros límites
Él es el único que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el
poder que obra eficazmente en nosotros. (Efesios 3:20)
A veces en nuestra vida nos sentimos muy frustrados al darnos cuenta de lo incapaces que somos de
lograr cambios en la vida de las personas que tenemos a nuestro alrededor. Tal vez estás cansada de
luchar tratando de cambiar los hábitos, carácter o conducta de tu esposo, de tus hijos, familiares o
amigos sin lograr nada. Desearías que fuesen más abiertos a escuchar del Señor y asistir a la iglesia.
Ahora lo único que tienes es un profundo agotamiento y estás a punto de tirar la toalla.
Te quiero decir que tienes razón de estar agotada porque estás haciendo una labor que no te
corresponde. Dios nos dio un arma infalible y poderosa para luchar —y esa es la oración. Con ella
podemos alcanzar todo lo que está más allá de nuestros límites. Solo Jesús tiene el poder de
transformar vidas, de cambiar corazones de piedra por corazones de carne y hacerlos sensibles,
amorosos, compasivos y misericordiosos. Solo Él pone “el querer como el hacer” en cada uno de
nosotros.
Cuando aprendemos a conocer el poder de Dios a través de la oración y la intercesión, podemos vivir
con esperanza, confiando cada día que la respuesta a nuestras oraciones llegará en el momento
perfecto. A veces la respuesta es rápida, otras veces tarda un poco. A veces es un “sí” y a veces es un
“no”. Muchas veces no estamos de acuerdo con los “no” de Dios, pero a la larga nos damos cuenta
que todo obra para nuestra conveniencia. Lo importante en este proceso es que Dios nos prepara
para recibir cualquiera que sea su perfecta voluntad. Dios es fiel. En Mateo 21:22 (NVI), Jesús dijo: “Si
ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración”.
Muchas personas solo recuerdan orar cuando están pasando por circunstancias difíciles en sus vidas.
Jesús les enseñó a sus discípulos con su propio ejemplo a orar en todo tiempo.
La Biblia está llena de testimonios de hombres y mujeres que cambiaron el curso de su propia
historia, la de otras personas y aún de pueblos enteros a través de la oración ferviente.
Jesús, a pesar de lo corto de su ministerio que solo fue de tres años, y lo apretado de su agenda, la
oración siempre fue una prioridad en su vida. El entendía que la comunión con su padre era
determinante para el cumplimiento de su misión en la tierra.
En 1 Tesalonicenses 5:17 (NVI) dice: “oren sin cesar”. ¿Cuánto tiempo estás dedicando a la oración
ferviente? ¿Cuánto tiempo estas intercediendo por aquellos que necesitan a Jesús en su vida?
También debemos orar por nuestros enemigos, por nuestros opresores y nuestros perseguidores
(Mateo 5:44).
Semana de la Conciencia Cultural 2015
Una lección importante que debemos aprender al orar es no tratar de darle instrucciones a Dios y
demandarle que las cosas se hagan de la forma como tú quieres. Recuerda, Él es Dios, y Él sabe
perfectamente lo que conviene a tu vida. Aprendamos de la humildad y sumisión de Jesucristo su
propio hijo, cuando oró pidiendo, “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42, RVR1960).
Toda oración la debemos hacer en el nombre de Jesús, ya que es el único mediador entre Dios y los
hombres.
Si no tienes la disciplina de orar intencionalmente todos los días, pídele a Dios que ponga en ti el
deseo ferviente de orar e interceder por otros a diario. La oración es para nuestro espíritu como el
oxígeno para nuestro cuerpo. Sin aire morimos; sin oración, nuestro espíritu se muere.
Escoge un lugar de tu casa donde puedas cada día tener un encuentro con tu Señor, para estar a solas
con tu Salvador. Mientras oras derrama tu corazón delante de Él con una oración sincera, humilde,
sencilla que salga de tu corazón y no de tu mente. Prepara listas de oraciones para que no se te olvide
nada, y preséntala con peticiones y ruegos confiada en que Él es fiel y justo. Con Él podemos ir más
allá de nuestros límites, porque “para Dios todo es posible” (Mateo 19:26, RVR1960).
Oremos para que desarrollemos una vida de oración e intercesión ferviente.
La oración debe ser el primer paso a la evangelización. Debemos orar por aquellos que no conocen a
Jesús para que Dios prepare su mente y su corazón, para que cuando se les hable la Palabra, esta
pueda caer en tierra fértil. Oremos también para que Dios ponga en nosotras la necesidad de
compartir las buenas nuevas de salvación y que podamos ser sensibles a la necesidad de nuestro
prójimo. Que podamos ver con sus ojos y sentir con su corazón.
Te doy gracias Señor por todos los que oraron por mí antes de conocerte. Ayúdame a orar
fervientemente por aquellos que aún no te conocen y por los que tienen necesidades.
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