instruye pero “no entendían aquello, y les daba miedo dice que “les

Anuncio
Queridos hermanos y hermanas,
Esta escena tiene un protagonista sorprendente: el
silencio, el silencio de los discípulos. En esta escena no
dicen ni una palabra.
Repasemos como ha ido la escena: Jesús y los
discípulos se dirigen hacia Cafarnaún. Jesús les
instruye pero “no entendían aquello, y les daba miedo
preguntarle”. Y cuando llegan a Cafarnaún es Jesús
quien les hace una pregunta y entonces no se atreven
contestarle. Por tanto, en toda esta escena los
discípulos callan. Es un silencio significativo.
¿Por qué callan? Porqué tienen miedo. No es una
interpretación mía. En la traducción que hemos leído,
dice que “les daba miedo preguntarle”.
Este “miedo”, este “no atreverse”, nos sirve para
hablar de Jesús, de su personalidad. A veces temo que
nos hagamos una imagen de un Jesús “ñoño”,
“azucarado”, “suave”, vigilemos porqué lo podemos
hacer tan “bueno” (entre comillas), tan “bueno”, que
distorsionemos su personalidad.
La personalidad de Jesús es plural, es poliédrica, es
muy rica: es verdad que Jesús se presenta como el
buen pastor, es verdad que Jesús dice que es benévolo
y humilde de corazón, es verdad que Jesús
constantemente se está compadeciendo, pero no
podemos olvidar que Jesús tiene unas durísimas
controversias con los Fariseos, donde utiliza palabras
muy fuertes, no podemos olvidar que Jesús expulsa los
vendedores del templo y no podemos olvidar que Jesús
reprocha a sus discípulos, en numerosas ocasiones, con
duras palabras, su falta de fe o de comprensión de su
mensaje. ¡De aquí nace el silencio de hoy! Todavía todos
tenemos reciente la escena del domingo pasado donde
Jesús dice a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú
piensas como los hombres, no como Dios!”.
No podemos simplificar la personalidad de Jesús, no
nos podemos quedar sólo con un Jesús “azucarado”, y
dejar “el otro Jesús” porqué no lo acabamos de
entender.
Hablemos un poco de este “otro Jesús” que sale a la luz
en este evangelio: yo veo a Jesús con una fuerte
personalidad, clarividente, contundente, que sabe lo
que conviene a la persona y por esto: interpela,
pregunta, corrige, habla claro, etc. Jesús quiere
formar personalidades sólidas, maduras, reflexivas.
Jesús se toma seriamente a las personas.
nosotros. En definitiva no justifica nuestras faltas de
caridad.
Un ejemplo: imaginemos la reacción de los discípulos a
las palabras a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás!
¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!” ¡Esta
frase se les queda grabada!, ¡es un toque de atención!,
¡un motivo de reflexión! de examinar su manera de
hacer, de pensar, de vivir!. ¡Cuánto bien hizo esta frase
a los discípulos de Jesús!
Hagamos lo que hagamos siempre lo hemos de hacer
con caridad, como Jesús. Ejemplo: Jesús corrige a los
discípulos, pero, quizás, tú cuando corriges a tu
mujer/marido lo haces movido por tu amor propio, por
tus manías, buscando tu bien y no el suyo. Por tanto,
vigilemos que una manera de hacer de Jesús no
autojustifique una manera de hacer nuestra, dura y
egoísta.
Tengámoslo claro, si en estos tres años que pasan con
Jesús en los discípulos no hay una maduración, un
crecimiento, una interiorización del mensaje de Jesús,
ellos no habrían sacado adelante la Iglesia. La gracia no
suple la naturaleza.
Una aclaración: Todo lo que hace Jesús siempre lo hace
movido por la caridad. Todo lo que dice y hace, lo hace
y lo dice, movido por la caridad, una caridad que busca
el bien auténtico de la persona.
¿Y qué implicación tiene para nosotros “este otro
Jesús”?. Primero diré la implicación que no tiene: este
Jesús claro y contundente no justifica nuestros gritos,
nuestras salidas de tono, la dureza que nace de
Nos podemos preguntar ¿cómo es que los discípulos
siguieron durante tres años a Jesús si los corregía de
esta manera? Doble respuesta: en Jesús descubren
alguien que tiene “palabras de vida eterna” y se sienten
amados por Jesús. Sin esta experiencia, en dos días lo
habrían dejado. También los hijos se sienten amados
por los padres, aunque los padres les corrijan.
Las actitudes de este “otro Jesús” han de ser las
nuestras. ¿Qué quiere decir esto? No podemos tener
miedo a la corrección fraterna, no podemos tener
miedo a decir siempre la verdad, no podemos tener
miedo a ser contraculturales, no podemos tener miedo
a exponer la buena Noticia de Jesús, no podemos tener
miedo a lo qué pensarán, a lo qué dirán... No son las
actitudes de Jesús, por tanto, no pueden ser las
nuestras.
También a nosotros nos hace
preguntar, corregir, hablar claro,
personalidades sólidas, maduras,
cuando buscamos el bien de las
tomamos seriamente.
falta interpelar,
etc. Para formar
reflexivas. Sólo
personas nos las
Preguntémonos: ¿la actitud que tengo hacia fulanito,
es la que tendría este Jesús interpelador que quiere
hacer crecer las personas? No, pues, no vamos bien.
¿Jesús es Salvador o no es Salvador? ¿Jesús tiene un
mensaje que nos libera o no tiene un mensaje que nos
libera? Si creemos todo esto, actuemos en
consecuencia y hagámoslo siguiendo el Cristo total, no
un Cristo “ñoño” que no quiere que nadie se enfade con
Él. No pueden ser criterios de funcionamiento que todo
el mundo me acepte y que nadie se enfade conmigo. No
son los criterios de Jesús, no pueden ser los mios.
Es el verdadero amor al otro el que nos lleva a asumir
estas actitudes de Jesús. Que la comunión con Cristo
nos comunique todas sus actitudes.
Descargar