Hoja Litúrgica - Parroquia Padre Nuestro

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PARROQUIA
PADRE
Núm.728
NUESTRO
Alameda de Osuna.
Avda de Cantabria 4
28042- Madrid
Telf.917652110
www.padrenuestro.es
Fiesta de la Inmaculada. 1/121/ 2012
María estrella de esperanza
Nada nos caracteriza más que nuestra
experiencia de sufrimiento: nuestro y el de los
demás. La historia de la humanidad ha sido
siempre una historia de sufrimiento. En general,
nuestros libros de historia hablan de otra cosa.
Hablan de grandes conquistas, de grandes
civilizaciones, de grandes descubrimientos, de
acontecimientos asombrosos. Lo que pasan por
alto es el horrible sufrimiento que acompañaron a
todos esos acontecimientos. Algunos piensan
que el sufrimiento de millones de personas no
tiene significación histórica, siendo que, lo que verdaderamente importa, es el sufrimiento
de las personas. Poco a poco está aflorando lo que han pretendido tener oculto los
causantes del sufrimiento de pueblos enteros. Ahora bien, el problema no está solo en
que aflore el sufrimiento y tomemos conciencia de ello, sino en su interpretación, en
analizar sus causas profundas.
Todos somos conscientes que las cosas no funcionan; pero el problema está en lo que
algunos llaman «el complejo de inocencia », es decir, nadie se siente culpable,
responsable; el culpable son los otros. Por tanto, al no sentirse culpable ninguno, nadie
cambia y nada se cambia. Jesús, sin embargo, nos dice que si no nos sentimos
pecadores y nos convertimos, todos pereceremos. En síntesis, según la Biblia, la raíz de
tanto sufrimiento en el mundo radica en un pecado, el pecado de idolatría: renunciar a
fundamentar la vida sobre la columna del amor, que sostenía el proyecto divino, y
sustituirla por la columna del poder: «seréis como dioses». Esta idolatría del poder
produjo cambios profundos en nuestro mundo, el cual ya
no es el lugar de disfrute para todos, sino de
explotación; rompe la relación con Dios, sus relaciones
ya no son de amistad, sino de miedo; y con los demás a
los que ya no se ve como compañeros, sino como
competidores, acusándose mutuamente.
El creyente percibe y es consciente del sufrimiento del
mundo; no quiere ocultarlo, ni olvidarlo, pero no se deja
abatir. Cree firmemente que, a pesar de los poderes
funestos de los grandes ídolos de hoy: el poder, el tener
y el aparentar, Dios no abandona al ser humano.
Apoyado en la promesa divina, cree que llegará un día
en que la columna del amor sostendrá las relaciones
entre Dios, la humanidad, la sociedad y el mundo.
Lecturas: Gén. 3,9-15.20; Ef. 31,3-6.11-12; Lc. 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
–Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo:
–No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no
tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
– ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
–El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su
sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo,
y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay
imposible.
María contestó:
–Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.
El Evangelio en casa
Ambientación
Nuestra
historia
está
marcada
por
unas
experiencias frustrantes: falta de confianza y de
credibilidad. Las cosas van mal, es una experiencia
compartida por todos; la diferencia radica a la hora
de interpretar la situación; aquí ya no hay
unanimidad.
Nos preguntamos
Ante la pregunta: ¿Por qué ha surgido esta
situación? ¿Quiénes son los responsables? ¿Dónde
radica su causa?
Nos dejamos iluminar
Este diálogo, que sitúa la Biblia al comienzo de la humanidad, sigue siendo
dramáticamente actual. Ante la pregunta: ¿qué hemos hecho?
Comenzamos nuestra cadena para no admitir nuestra responsabilidad: «La
culpa la tienen los otros...». ¿Crees que está sucediendo lo mismo?
Seguimos a Jesucristo hoy
El diálogo entre María y el ángel (Lc 1,26-38) es muy distinto. ¿Qué
características señalarías? ¿Cuál acentuarías hoy? Ante Dios que nos sigue
preguntando: ¿qué habéis hecho? Respondamos como María. Oración
final...
Proclamamos la Palabra: Génesis 3,9-13.
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