Parte I Domingo 22 de Marzo, 2015

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¿Por qué nos es necesario nacer de nuevo? Parte 1
¿PORQUE NOS ES NECESARIO NACER DE NUEVO?
Efesios 2:1-10
Parte 1
¿Por qué debemos nacer de nuevo?
Estamos tratando una serie sobre el nacer de nuevo. Hemos
escuchado a Jesús decir en Juan 3:7: "Os es necesario nacer de
nuevo". Y en Juan 3:3: "Quien no nazca de nuevo no podrá ver el
reino de Dios". En otras palabras, nacer de nuevo es infinitamente
serio. El cielo y el infierno penden de un hilo. No veremos el reino de
Dios a no ser que nazcamos de nuevo. Lo que nos preguntamos hoy
es ¿Por qué? ¿Por qué es tan necesario? ¿Por qué no hay otro
remedio que sea suficiente, como hacer borrón y cuenta nueva o
mejorar moralmente o la auto disciplina? ¿Por qué es necesaria esta
cosa tan radical, espiritual y sobrenatural llamada nacer de nuevo o
regenerarse? Esa es la pregunta que intentaremos responder hoy y
la semana que viene.
Diagnóstico: Estamos muertos
El texto donde comenzamos es Efesios 2. Pablo dice dos veces, en
los versículos 1 y 5, que estamos muertos a causa de nuestros
delitos. Versículo 1: “Vosotros estabais muertos a causa de vuestros
delitos y pecados.” Versículos 4-5: “Sin embargo, Dios es tan rico en
misericordia y nos ha amado tanto que, a pesar de estar ya muertos
a causa de los pecados, nos dio nueva vida juntamente con Cristo
(¡sólo por la gracia de Dios somos salvos!)". Así Pablo nos describe
como “muertos” dos veces.
Remedio: “Dios no da nueva vida”
El remedio para esto lo encontramos en el versículo 5: “Dios no da
nueva vida” Nunca viviremos la plenitud de la grandeza del amor de
Dios por nosotros mismos si no vemos su amor en relación con
nuestro estado de muerte anterior. Porque el versículo 4 dice que la
grandeza de su amor se muestra precisamente en esto: a pesar de
estar ya muertos, nos dio nueva vida. “Sin embargo, Dios es tan rico
en misericordia y nos ha amado tanto que, a pesar de estar ya
muertos a causa de los pecados, nos dio nueva vida juntamente con
Cristo". Debido a su gran amor por nosotros, nos dio nueva vida. Si
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no sabéis que estabais muertos, no conoceréis la plenitud del amor
de Dios.
Yo asumo que este milagro, “nos dio nueva vida”, es virtualmente lo
mismo que Jesús llama el nuevo nacimiento. No teníamos vida
espiritual y entonces Dios nos elevó de ese estado de muerte
espiritual. Y ahora estamos vivos. Esto es lo mismo que cuando
Jesús dice que debemos nacer del Espíritu (Juan 3:5) y que “La vida
que permanece procede del Espíritu” (Juan 6:63).
Amor de la nueva alianza
Entonces podemos decir que la tarea de regeneración, la del nacer
de nuevo, la de recibir vida fluye de la riqueza de la misericordia de
Dios y de la grandeza de su amor. “Sin embargo, Dios (1) es tan rico
en misericordia y (2) nos ha amado tanto que, a pesar de estar ya
muertos a causa de los pecados, nos dio nueva vida juntamente con
Cristo". Esto es el amor de la nueva alianza. La clase de amor que
Dios tiene para su novia. Él la encuentra muerta (Ezequiel 16:4-8), y
le da su Hijo para que muera por ella, y a continuación le da la vida a
ella. Y se la queda para siempre. “Les doy vida eterna”, dice Jesús,
“y jamás morirán ni habrá quien me las arrebate” (Juan 10:28). ¿Por
qué es necesario el nuevo nacimiento?
Así que la pregunta es: ¿Qué significa esto? ¿Este estar muerto? El
Nuevo Testamento nos proporciona al menos diez respuestas. Si las
consideramos con sinceridad y oración, nos harán profundamente
humildes y harán que nos maravillemos por el regalo del nuevo
nacimiento. Por tanto mi objetivo es hablar acerca de siete de ellas
hoy y de las otras tres en la próxima ocasión, junto con la pregunta
más amplia: ¿realmente necesitamos cambiar? ¿No podemos ser
sencillamente perdonados y justificados? ¿No nos ganaríamos el
cielo con eso? Pero eso lo dejaremos para la próxima vez.
Aquí están las siete explicaciones bíblicas de nuestra condición, lejos
del nuevo nacimiento y de por qué este es tan importante.
1. Lejos del nuevo nacimiento, estamos muertos a causa de
nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1-2).
La muerte implica la ausencia de vida, pero no física o moralmente.
Versículo 1: Nos “dejábamos arrastrar” por las corrientes de este
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¿Por qué nos es necesario nacer de nuevo? Parte 1
mundo. Versículo 2: Nuestra conducta estaba dominada por “deseos”
puramente humanos, y éramos “empujados por toda clase de
pasiones y malos pensamientos”. Así que no estamos muertos en el
sentido de que no podemos pecar, sino en el sentido de que no
podemos ver o sentir la gloria de Cristo. Estamos espiritualmente
muertos. No respondemos ni a Dios, ni a Cristo ni a la palabra. Ahora
considerad como esto se despliega en otras nueve descripciones de
nuestra condición antes de que nazcamos de nuevo.
2. Lejos del nuevo nacimiento, nuestra naturaleza nos hace
objeto de la ira de Dios (Efesios 2:3).
Versículo 3: “Nuestra naturaleza nos hacía objeto de la ira de Dios,
lo mismo que a todos los demás”. La intención de esto es clarificar
que nuestro problema no reside tan sólo en lo que hacemos sino en
lo que somos. Lejos del nuevo nacimiento, yo soy mi propio
problema. Ustedes no son mi mayor problema. Mis padres no fueron
mi mayor problema. Mis enemigos no son mi mayor problema.
Yo soy mi mayor problema. No mis acciones, ni mi circunstancias, y
tampoco la gente que tengo alrededor, sino mi naturaleza, ella es mi
problema personal más profundo.
“He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre”
(Salmo 51:5). Esto es quien soy. Mi naturaleza es egoísta y
egocéntrica, exigente y experta en hacerme sentir que otros son el
problema. Si vuestra primera reacción a esta afirmación es “Yo
conozco a gente así”, puede que estéis totalmente cegados por la
falsedad de vuestro propio corazón.
Pablo describe nuestra naturaleza antes del nuevo nacimiento como
“objetos de la ira de Dios”. En otras palabras, la ira de Dios nos
pertenece de la misma manera que un padre le pertenece a los hijos.
Nuestra naturaleza es tan rebelde, tan egoísta y tan cruel hacia la
majestad de Dios, que su ira santa es una respuesta natural y
correcta hacia nosotros.
3. Lejos del nuevo nacimiento, amamos más las tinieblas y
odiamos la luz (Juan 3:19-20).
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más
las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo
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el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus
acciones no sean expuestas. (Juan 3:19-20)
Las palabras de Jesús nos muestran aspectos de nuestra naturaleza
lejos del nuevo nacimiento. No permanecemos neutrales cuando se
acerca la luz espiritual, nos resistimos. Y no somos neutrales cuando
nos envuelve la oscuridad espiritual, la adoptamos. Amor y odio
permanecen activos en el corazón que no se ha regenerado. Y se
mueven precisamente en las direcciones equivocadas, odiando lo
que se debería amar y amando lo que se debería odiar.
4. Lejos del nuevo nacimiento, nuestros corazones son duros
como la piedra (Ezequiel 36:26; Efesios 4:18).
La semana pasada ya vimos en Ezequiel 36:26, cuando Dios dice:
“Quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón
de carne”. Aquí, en Efesios 4:18, Pablo busca la evolución de nuestra
condición a través de la oscuridad desde la ignorancia y a esta desde
la dureza de corazón. “Con el entendimiento totalmente a oscuras.
Por su ignorancia y por la dureza de su corazón permanecen alejados
de la vida que Dios ofrece”. La raíz de nuestro problema no es la
ignorancia. Hay algo más profundo. “Por su ignorancia y por la dureza
de su corazón”. La nuestra es una ignorancia culpable, no una
inocente. Se encuentra arraigada en nuestros corazones duros y que
se resisten. Pablo dice en Romanos 1:18 que actuando
injustamente impedimos que la verdad prevalezca. La ignorancia no
es nuestro mayor problema. La dureza y la resistencia lo son.
5. Lejos del nuevo nacimiento, somos incapaces de obedecer la
ley de Dios o de agradarle (Romanos 8:7-8).
En Romanos 8:7, Pablo dice: “ya que la mente puesta en la carne
[literalmente: la mente de la carne] es enemiga de Dios, porque no
se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que
están en la carne no pueden agradar a Dios”. A partir del siguiente
versículo podemos deducir lo que Pablo quiere decir con “la mente
de la carne” y con “en la carne”. En el versículo 9 dice: “Sin embargo,
vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el
Espíritu de Dios habita en vosotros”. En otras palabras, él compara
aquellos que han nacido de nuevo y tienen el Espíritu con aquellos
que no han nacido de nuevo y por tanto no tienen al Espíritu, sino
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sólo la carne. "Lo que nace del ser humano es vida humana; lo que
nace del Espíritu de Dios es vida espiritualmente renovada" (Juan
3:5).
Lo que quiere decir es que sin el Espíritu Santo, nuestras mentes se
resisten tanto a la autoridad de Dios que no podremos someternos a
Él. “La mente de la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a
la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo”. Y si no podemos
someternos a Él, no podemos complacerle. “Y los que están en la
carne no pueden agradar a Dios”. Eso es lo muertos, oscuros y duros
que somos de cara a Dios hasta que Él nos hace nacer de nuevo.
6. Lejos del nuevo nacimiento, somos incapaces de aceptar la
palabra de Dios (Efesios 4:18; 1 Corintios 2:14).
En 1 Corintios 2:14, Pablo nos permite percibir brevemente las
implicaciones que esta dureza y muerte tienen en cuanto a lo que no
somos capaces de hacer. Él dice: “Para todo aquel que vive en su
estado natural [o sea, la persona sin regenerar], las cosas que
pertenecen al Espíritu de Dios no son sino insensatez y locura, y no
puede entenderlas porque solamente son discernibles de manera
espiritual.” El problema no es que las cosas de Dios sean superiores
a su capacidad intelectual, sino que él las ve como insensatez y
locura. “Las cosas que pertenecen al Espíritu de Dios no son sino
insensatez y locura”. De hecho, son tan insensatas para él que no las
puede entender.
Cuando Pablo dice: “Para todo aquel que vive en su estado natural...
no puede entenderlas”, lo que quiere decir es que el corazón se
resiste tanto a recibirlas que la mente justifica esta rebelión al
interpretarlas como insensatas. Esta rebelión es tan total que el
corazón realmente no puede recibir las cosas del Espíritu. Esto es
una incapacidad real. Pero esto no es una incapacidad por coacción.
La persona sin regenerar no puede porque no quiere. Su preferencia
por el pecado es tan fuerte que no puede elegir el bien. Es una
esclavitud real y atroz, pero no es una esclavitud inocente.
7. Lejos del nuevo nacimiento, no somos capaces de acudir a
Cristo o de aceptarlo como nuestro Señor (Juan 6:44; 1 Corintios
12:3).
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¿Por qué nos es necesario nacer de nuevo? Parte 1
En 1 Corintios 12:3, Pablo declara: “nadie dirá: Jesús es el Señor, si
no es movido por el Espíritu Santo”. No quiere decir que un actor
sobre el escenario o un hipócrita en una iglesia no pueda decir “Jesús
es el Señor” sin el Espíritu Santo. Sino que nadie puede decirlo y
realmente hacerlo en serio sin haber nacido del Espíritu. Es
moralmente imposible para el corazón muerto, oscuro, duro y que se
resiste celebrar que Jesús es el Señor en toda su vida sin haber
nacido de nuevo.
O, tal como dice Jesús tres veces en Juan 6, nadie puede venir a Él
sino lo trae el Padre. Y cuando esa llamada lleva a una persona a
vivir en contacto con Cristo, la llamamos nacer de nuevo. Versículo
37: “Yo recibiré a todos los que el Padre me dé y vengan a mí”.
Versículo 44: “Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me envió, no
lo trae”. Versículo 65: “Nadie puede venir a mí sino se lo
ha concedido el Padre”. Todas estas tareas maravillosas
de traer, dar y conceder son la obra de Dios en la regeneración. Sin
ellas no acudiremos a Cristo, porque no querremos acudir. Esto es lo
que se tiene que cambiar al nacer de nuevo.
Una respuesta personal y urgente
Hay que decir mucho más acerca de por qué el nacer de nuevo es
necesario, pero esto será suficiente para hoy. Para concluir
regresaremos a las palabras sorprendentemente esperanzadoras de
Efesios 2:4-5: “Sin embargo, Dios es tan rico en misericordia y nos
ha amado tanto que, a pesar de estar ya muertos a causa de los
pecados, nos dio nueva vida juntamente con Cristo (¡sólo por la
gracia de Dios somos salvos!)".
Existen dos maneras de responder a esto:
Una es teórica e impersonal; la otra es personal y urgente. Una dice:
¿Cómo explicar esto y aquello? La otra dice: Dios me ha traído aquí
hoy. Hoy Dios me ha hablado a través de estos textos. Hoy me
parece necesitar desesperadamente la misericordia, el amor y la
gracia de Dios y me resultan extremadamente bellos. Oh Dios, hoy,
me entrego a tu gracia sublime que me ha traído aquí y me ha
despertado, suavizado y abierto. Doy gracias a dios por la riqueza de
su misericordia, la grandeza de su amor y el poder de su gracia.
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