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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN
REFLEXIÓN SOBRE EL CASTIGO
Autor: Selma Carolina Pineda Salas
Eje temático: Filosofía Política / Filosofía del Derecho
Correo electrónico: [email protected]
Abstract.
En el presente trabajo desarrolle una breve reflexión referente al tema del castigo
desde diferentes autores, desde la concepción de Beccaria, hasta del filósofo Foucault
entre otros.
El tema es tan extenso, y ha sido estudiado por tantos autores, que precisamente al ser
una especie de introducción al tema solo he atendido a unos cuantos, pero a lo largo del
trabajo me he encontrado con varias preguntas ¿cuál es la finalidad del castigo? ¿por
qué se castiga la venganza privada, pero no la pública?. Brevemente he intentado
reflexionar sobre el tema, considerando diferentes tipos de castigo desde el penal hasta
el psiquiátrico.
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El castigo
En el estado antiguo y en el moderno el castigo ha sido la medida correctiva que se
emplea al delincuente, primero me gustaría definir al delincuente como aquél que
transgrede lo establecido en una ley que la sociedad ha aceptado sin necesidad de una
firma, con plena y libre voluntad. Ya que como dice Beccaria “Las leyes son las
condiciones con que hombres independientes y aislados se unieron en sociedad,
fatigados de vivir en un continuo estado de guerra y de gozar una libertad convertida en
inútil por la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron una parte de ella para gozar la
restante con seguridad y tranquilidad”1.
La aceptación que ha surgido de la sociedad para poder ejercer un castigo sobre los
individuos o los grupos requiere que a la imposición de la fuerza le anteceda una
verdad, construida desde los parámetros de la posibilidad del mismo castigo y en la
plataforma del deseo y la necesidad de imponerse frente al otro; no obstante, el castigo
no sólo es un ejercicio de represión y de violencia al interior de sus mecanismos, sino
que favorece la emergencia de identidades nuevas, de vínculos temporales y de
mecanismos efectivos, en este sentido se aborda el carácter productivo que implica el
poder de castigar. De esta sumisión del individuo frente al estado dice Beccaria que
“La finalidad del castigo es asegurarse de que el culpable no reincidirá en el delito y
lograr que los demás se abstengan de cometerlo” el objetivo de Beccaria al decir esto es
indicar que la intención del castigo no es atormentar al criminal, sino causar la mayor
impresión posible al resto de los ciudadanos, pero el menor daño posible al criminal así
que debemos de tomar en cuenta como dice Montesquieu que la “experiencia ha hecho
notar que en los países donde las penas son ligeras impresionan a los ciudadanos tanto
como en otros países las más duras”.
Y como dice Mezger “La justificación de la pena resulta de la demostración de que la
pena constituye un medio indispensable para la conservación de la sociedad
jurídicamente ordenada. Esta justificación de la pena estatal no constituye un problema
Beccaria, Cesare. De los castigos y de las penas. Ediciones libertador; Buenos
Aires: 2005. Pág. 15
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jurídico, sino un problema metajurídico”2 y es metajurídico, en efecto porque necesita
ser abordado desde diferentes posturas, ya sea: filosófico, político, axiológico,
psicológico o pedagógico. Sin embargo, las ramas que yo utilizaré para reflexionar el
castigo serán: el filosófico y el derecho penal. Ya que el derecho penal fundamenta y
orienta las decisiones judiciales y político criminales, a partir de un principio político
dado.
En este tránsito de la pena como reacción instintiva a la reacción social jurídico- penal
organizada y orientada hacia ciertos fines. Sin embargo, limitar el castigo solamente a
un orden jurídico desencadenaría como dice Palacios Pámanes en: “adoptar un criterio
exclusivamente formal, [solo] resolvería los problemas de vigencia y validez de la pena
como regla jurídica, pero no la justicia de su contenido intrínseco. El tema de la
legitimación, que al ingresar al campo de estudio de la teoría de la pena se convierte en
el problema de la justificación adquiere toda su dimensión valorativa, explicándose por
qué exige un abordaje filosófico”3.
Sin embargo, el problema al que se enfrenta el cambio de el castigo a mano propia, al
castigo legitimizado que dejo de lado a la ley del talión surge cuando la muerte que ya
no se pagará con muerte, sino con cárcel tiene que enfrentarse a establecer los años que
son equivalentes a una vida aniquilada, el principio de proporcionalidad, cuya antigua
fórmula se representó con el ojo por ojo, dejo de tener factibilidad para convertirse en
un problema situado, más que en la pregunta ¿por qué castigar?, en las que dicen: ¿para
qué y cuanto castigar? La primera cuestión atiende únicamente a la justificación; la
segunda a su finalidad.
¿la finalidad de la violencia estatal determina su legitimidad? Pero ¿por qué razón la
violencia privada es repudiada mientras que la violencia pública es aceptada? La
violencia pública debe distinguirse de la privada con ciertos elementos de los que se
extraiga la legitimación misma. Lo que haga que la violencia pública no sea repugnante,
sino sea aceptada por un consenso social, será lo que la legitime. Sin embargo, la
finalidad del castigo también tiene que ver con la psique del individuo, el repudio al
criminal nace con el temor al crimen que ha cometido, por lo tanto mientras que algo
este prohibido la persona que vive en una sociedad repudiara a aquella persona que
Mezger, Edmund. Teoría de la pena. Trad. S.n. Editorial Keyer, col. Clásicos del
derecho. Colombia: 2005. Pág. 67
3 Palacio, Gerardo. La Cárcel desde adentro. Ed. Porrúa; México: 2009. Pág. 37
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transgreda las leyes, en cuyo caso la persona que transgrede la ley no solamente se
encontrará ante un castigo penal, sino que enfrentara un castigo social puesto que será
considerado un “anormal” por el resto de la sociedad ofrece un trabajo o una vivienda
digna donde vivir.
En la modernidad nadie podría definir mejor la finalidad del castigo como lo hace,
Foucault pues dice que: “es preciso que la justicia criminal, en lugar de vengarse,
castigue al fin”4 el castigo, da justicia al ofendido sin embargo, el castigo se da por
medio de una intervención penal y a lo largo de los años este castigo se ha visto
envuelto en múltiples actos de “humanidad” pues “La ley fundamental de que el castigo
debe tener humanidad como medida, sin que se haya podido dar un sentido definitivo a
este principio que, no obstante, es considerado sin embargo como insolayable, es
preciso pues,
referir el nacimiento y la primera historia de esta enigmática
benignidad”5 que se ha visto despertar en la sociedad.
Así mismo, Foucault habla de la forma de castigar, durante muchos años (los años de
Beccaria por ejemplo) el castigo iba acompañado de torturas físicas y mentales, el
delincuente obtenía dos tipos de muerte: la muerte cívica y la muerte penal. Por lo tanto
sobre la forma de castigar Foucault dice: “La forma de castigar ha sido siempre uno de
los rasgos más fundamentales de una sociedad. Ninguna mutación importante se
produce en una sociedad sin que, como consecuencia de la misma, se modifique el tipo
de castigo”6 En la consideración de la verdad que produce el castigo, en su carácter
productivo, además del sistema penal Foucault investigó también aquellas identidades
que surgieron del difícil trato con lo anormal, ejemplo de esto son los tres tipos de
individualidades restringidas por el poder psiquiátrico: los primeros tres objetos
discursivos que Foucault presenta en la exposición de sus trabajos, constituyen cada uno
la conjunción de los comportamientos extraños que desde el siglo XVII al siglo XX han
producido actas, demandas y juicios desde diferentes ámbitos de la organización social;
dichas agrupaciones se representan en los siguientes términos: el monstruo humano, el
individuo a corregir y el niño masturbador. El primero de ellos retoma al individuo que,
por su comportamiento, reúne las siguientes características: ha violado tanto las leyes de
Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Editorial: Siglo XXI; México: 2009 Pág. 86
Foucault, Michal, ob. cit. Pág. 87
6 Foucault. Michel. La vida de los hombres infames. Traducción: Julian Varela y
Fernando Alvarez Uría. Editorial: Alatamira, Buenos Aires, Argentina: 1996. pág.
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la sociedad, como las mismas leyes de la naturaleza, aparece como un fenómeno en el
acontecer ordinario, combina lo que es imposible con lo que está prohibido, su
comportamiento interroga al sistema médico y al sistema judicial pues son actos que
escapan a la prevención; habría que hacer mención del monstruo moral, en el sentido
que lo retoma la literatura de fines del siglo XVIII al estilo de Sade. Por ejemplo, en su
clase del 8 de enero de 1975, Foucault expone el caso de un asesinato la historia de una
mujer y su amante que habían matado a la hija de ella. Al hombre –quién era la pareja
de la mujer- se le acusaba de complicidad en el asesinato o, en todo caso, de incitación
al asesinato de la menor de edad; puesto que se había establecido que la madre era quien
había matado a su hija con sus propias manos7. En general lo que se encuentra en el
monstruo humano es la laguna de la razón, la imposibilidad de definir y catalogar el
acto y, por lo tanto, desplazarlo al terreno de lo psiquiátrico, en el cual la adaptación se
subleva al objetivo de excluir el peligro.
Los tres elementos que fueron presentados para describir el marco de legitimidad que
nos ofrece el poder de castigar han resultado no sólo compatibles, sino también
interdependientes en su desenvolvimiento social e histórico, de tal manera que el
ejercicio del castigo contiene más que lo simplemente presentado a un población, a
saber un mecanismo complejo, digno de un análisis laborioso que no presuponga una
lógica unilateral en la aplicación de la penas, sino más bien la constitución del ejercicio
del poder como una gráfica reticular de elementos heterogéneos y discontinuos cuya
plataforma de acción es la composición de regímenes de verdad en constante
transformación.
Si asumimos que el poder no es perceptible por sí mismo, sino por sus efectos, castigar
concentra un ejercicio de poder, vértice de fuerza, de tal manera efectuado que mientras
no se avance en el establecimiento de la correspondencia entre el nivel de la justicia y la
empresa penal, no se logrará que el poder de castigar sea una pieza elemental del
dispositivo de control y de producción de marginalidades en la sociedad misma, espacio
en el que se mantendrán las escisiones bajo el peso de la verdad que contiene todo
castigo y el castigo que contiene toda verdad.
Así pues en cada autor encontramos diferentes referencias sobre el castigo, por ejemplo
encontramos en Beccaria que la finalidad real de las penas, debería ser el no permitir
Foucault, Michel. Los anormales. Ed. Fondo de cultura económica. México: 2006.
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que el infractor continúe desafiando el marco legal de la sociedad, no continúe haciendo
daño a los ciudadanos, los cuales deben ser persuadidos por la imposición de la pena
justa a este "reo", para que se sustraigan de cometer alguna falta de carácter similar. En
esta “pena justa para el reo” encontramos los principios de humanización para el buen
procedimiento penitenciario, el cambio de castigo físico, pero el castigo readaptativo.
Las penas dice Beccaria
deben elegirse en tal forma que, guardada la proporción,
produzcan la impresión más eficaz y duradera en los ánimos de los hombres y la menos
atormentadora sobre el cuerpo del reo. Puesto que, el impacto es más fuerte para quien
después de haber delinquido es tratado con dulzura, que para aquel que es castigado con
los males físicos.
La tortura y el tormento en Beccaria se deben de abolir pues el tormento es una de las
peores practicas que se puede realizar, dentro del sistema de justicia, pues carece de
todo valor probatorio. Si un ser humano es sometido a una serie de torturas
descomunales, seguramente terminara diciendo lo que su verdugo espera que diga,
razón por la que este método retrograda, no tiene ningún motivo que justifique su
existencia dentro de la procuración de justicia.
Encuentro que estas fueron las principales aportaciones humanísticas en el tratamiento
penitenciario aportadas por Beccaria, el castigo como dice Foucault se torna más
benigno, pero con la idea de que resulte más eficiente que aquel que agrede la
integridad del humano.
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Bibliografía
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Beccaria, Cesare. De los castigos y de las penas. Ediciones libertador;
Buenos Aires: 2005.
Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Editorial: Siglo XXI; México: 2009
Foucault. Michel. La vida de los hombres infames. Traducción: Julian Varela
y Fernando Alvarez Uría. Editorial: Alatamira, Buenos Aires, Argentina:
1996
Foucault, Michel. Los Anormales. Ed. Fondo de cultura económica, México;
2006.
Mezger, Edmund. Teoría de la pena. Trad. S.n. Editorial Keyer, col. Clásicos
del derecho. Colombia: 2005.
Palacio, Gerardo. La Cárcel desde adentro. Ed. Porrúa; México: 2009
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