Apuntes sobre aspectos no dichos fuera del articulado de la

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Apuntes sobre aspectos no dichos fuera del articulado de la propuesta de reforma de Ley 30
Jorge Francisco Maldonado Serrano
Quiero presentar, como filósofo, lo que a mi modo de ver no debe obviarse al lado de los buenos
aportes que ya han adelantado colegas y estudiantes. En particular, quiero dejar claro que esta
postura es personal y no se adhiere a una visión en pro o en contra de la propuesta de reforma, en
general. Más bien pretendo dejar un cuestionamiento a cada uno para que armonice su lo que
piensa sobre la ley y la vida que quiere llevar.
Por ello me centraré en el planteamiento, primera sección del documento y no explícitamente en
el articulado de la propuesta, puesto que considero que en un problema, el planteamiento determina sus posibilidades de resolución. Dicho en otras palabras, me concentro en el planteamiento
hecho por el gobierno, porque es allí donde están las bases que producen el articulado. Y, repito,
si ya especialistas pueden criticar los articulados y sus consecuencias, debemos también entender
el planteamiento como base de dicho articulado, y ver en este planteamiento los fundamentos de
la reforma.
Primero, La expresión “garantía al acceso” no es sincera, y por el contrario oculta una cosa que
quiere quitar. Garantizar el acceso a la educación, no es garantizar la educación misma. Garantizar
el acceso, limita la garantía de la oferta, porque es poner indirectamente a la demanda como determinante del acceso. Cuando garantizo el acceso, dejo en libertad al individuo para que diga qué
y dónde estudiar. Esto, dicho así, no sólo suena bien, sino que es lo que todos queremos, que nos
dejen ser libres. Sin embargo, cuando la oferta está limitada y está condicionada por los intereses
de la empresa privada, puede que haya una libertad en el acceso, pero, no hay mayores posibilidades de escoger.
Pienso que esta idea falta profundamente a la mejor lógica del capitalismo global: la creación de
empresa, la creación de posibilidades laborales, de crecimiento económico, no están dados por las
empresas actuales sino por las empresas que están por crear. Si la Universidad Pública, como institución responsable del desarrollo social, en la parte de creatividad y producción que le compete,
no favorece la formación para la innovación, es decir, no diversifica la oferta, la sociedad no sólo
se limitará a producir mano de obra y mano administrativa calificada, sino que bloqueará una participación activa en el tan soñado mercado internacional, precisamente porque no podrá formar
para la creación.
Segundo, la esperanza está puesta, dicen, en la “apropiación del conocimiento, el desarrollo de la
ciencia, la tecnología y la innovación”. Esto claramente excluye, el estudio y la investigación de la
realidad social, como si no fuera importante determinar los problemas sociales, desde una investigación de lo humano que la ciencia no puede cumplimentar. Excluye la creación filosófica y artística, como si la esperanza de la población no incluyera también un profundo conocimiento del sentido de lo humano, de los problemas del pensamiento, el lenguaje, la historia para llevar no sólo
una vida más digna, sino feliz. Y excluye, la formación política de la sociedad que siempre debe
tender a una ilustración a una mayoría de edad para alcanzar logros sociales desde la participación
misma de la ciudadanía. Esto queda patente en el siguiente párrafo: “Estos cuatro factores –
conocimiento, ciencia, tecnología e innovación- son los pilares para alcanzar un crecimiento económica sostenido y poder enfrentar un sistema económico mundial, caracterizado por una mayor
complejidad tecnológica y una orientación hacia la producción de bienes y servicios.” Como si no
hubiera más pilares: la vida digna, la formación política, la construcción de ciudadanía, y el crecimiento personal y el sentido de la existencia, tan caros para la vida de todo ser humano. Si bien la
economía es un trasfondo común porque es a partir de lo cual la sociedad se permite a sí misma
distribuir la producción de alimentos, vivienda, vestido y otros bienes, no es la condición suficiente
para alcanzar el pleno crecimiento como seres humanos, que necesitamos comprender el sentido
de nuestra propia vida de modo singular.
En general, la formación política no está explícitamente expuesta, lo que va en contra del espíritu
de nuestra constitución colombiana, en la que es claro que para apropiársela se supone el estudio
crítico de nuestro pasado, de los antecedentes, de la capacidad para reconocer tradiciones filosóficas, conceptos y teorías que siempre se ocultan en las propuestas de los humanos, sean ellas
económicas, jurídicas o científicas. El peligro de la reforma de ley no empieza, como piensan muchos, en restringir los recursos de las universidades, sino en el haber callado deliberadamente
sobre la necesidad de una universidad conocedora de la realidad, política, social, filosófica, artística, lingüística, antropológica, psicológica y en general humanística de Colombia y el mundo. Si no
exigimos que se incluyan y se dé el estatuto humano que la formación universitaria merece, para
garantizar el desarrollo de las dimensiones no científicas y no económicas de nuestras vidas, no
sólo se acabará con la educación pública, sino que acabarán con la capacidad de las personas para
comprender, interpretar y criticar cualquier propuesta política a futuro y mejorar este sistema
transitorio que llamamos democracia.
La prosperidad es necesaria pero debe ser íntegra, la unidad nacional es crucial pero sobre la base
de una formación de un ciudadano que ha alcanzado la mayoría de edad, precisamente con una
formación que integra la responsabilidad ecológica, la responsabilidad social y la responsabilidad
cultural. Esto sin humanidades es imposible.
¿Cómo lograremos formar una sociedad civil si no tiene incluidos los profesionales en ciencias
sociales, en ciencias humanas, en humanidad y en artes? ¿Cómo participar del mercado artístico,
musical y literario del mundo? ¿Cómo participar en la discusión global sobre el estudio de la historia nuestra y del resto del mundo? ¿Cómo entrar en discusiones académicas en el ámbito filosófico? Porque si lo han olvidado, el liberalismo y el neoliberalismo no son más que perspectivas filosóficas sobre lo que debe ser la vida del hombre en sociedad, y así como esa visión goza ahora de
prestigio e imposición, otras alternativas de pensamiento también deben ser posibles, de lo contrario la democracia no es cierta, y por el contario resulta ser una auténtica farsa.
Por ejemplo, la Constitución política del 91, no sólo es un verdadero logro político fundado en las
mejores tradiciones de la filosofía política de Europa y estados unidos, sino que es resultado de un
reconocimiento del otro, de nuestra riqueza cultural y nuestra sabiduría ancestral. Si nuestra historia no nos ha permitido producir científica y tecnológicamente artefactos como los que ahora
consumimos ciegamente, sí podemos, desde esa tradición que puede sumergirse y apropiarse
críticamente de esa tradición y de esos avances, incluir nuestras formas de ver la vida, de postular
nuestros valores existenciales alternativos a un liberalismo individualista y atomista que calla sobre la posibilidad de la formación de altura universitaria sobre las visiones religiosas, espirituales,
psíquicas, afectivas, artísticas, literarias, musicales y demás que sí poseemos que no sólo están a la
altura de cualquier visión europea o norteamericana sino que la sobrepasan en muchos sentidos.
Esta omisión también se ve en el segundo apartado: “Referencias históricas y jurídicas” en donde
se hace caso omiso de muchos decretos respecto de la orientación que se le ha venido dando al
manejo de la calidad educativa. Este tipo de omisiones, como el del decreto 466 de 2007 que fija
las condiciones mínimas de calidad para los programas en humanidades y ciencias sociales, muestra que ahora no se pretende hacer un reconocimiento explícito de la necesidad de la formación
humanística.
Es curioso que al citar a la UNESCO, recojan la expresión de investigación, innovación y creatividad,
pero de hecho retoman la creación como expresión importante para las humanidades y ciencias
sociales. Esto muestra la tendencia de, a través de un silenciamiento, preparar a largo plazo una
población incapaz de interpretar críticamente movimientos políticos que desmejoren la situación.
Puede ser cierto que no haya una desmejoría inmediata, pero el hecho de callar sobre la formación humana, prepara el camino para un verdadero y radical cambio que desmejora la situación
actual y la propuesta por esta reforma.
En el fondo, las estrategias económicas van de la mano con una limitación de la formación en un
pensamiento crítico, político, filosófico, estético, moral, histórico y social. Sin duda, para una visión
capitalista limitada el crecimiento humano resulta peligroso porque puede poner en peligro el
aumento de capitales particulares. No es de extrañar que se considere que sea peligroso pensar.
Pero me parece, que esto no va acorde con una auténtica sociedad liberal, sino con una situación
de la economía actual en la que los que están acumulando capital, quieren seguir haciéndolo según su parecer y experiencia y no tienen mayor interés en dejar que haya participación de otros
grupos humanos mayoritarios. Creo que es necesario que haya un enriquecimiento social general
y no minoritario, humano y no sólo económico.
Aquí es donde aparece la ilusión de que ampliando la cobertura todos podrán participar del mercado y llegar a una vida digna. Sin embargo, creo que limitar la responsabilidad del estado, al acceso y a ampliar la cobertura, no funciona. Tal vez el problema no se puede plantear en términos de
cobertura y acceso sino que es preciso tener en cuenta de que el mercado está saturado con carreras tan antiguas. Tal vez se necesitan nuevas posibilidades de formación en problemas y temáticas nuevos y diferentes que llenen los vacíos y las necesidad sociales, en vez de mantener en el
desempleo profesionales con iguales competencias y conocimientos. Ampliar y obligar a diversificar la formación en pregrado sería más acorde con las necesidades mundiales: actualizar los currículos, los métodos, las temáticas, las posibilidades de formación pedagógica: por ejemplo, no
licenciados en educación sino, por ejemplo, profesionales de la enseñanza psicológica de las matemáticas; formación en etnomedicina; historiadores del arte, de las ciencias, y no historiadores a
secas; filósofos de las ciencias, las artes, la educación, la política, y no filósofos en general; ingenieros en comunicaciones, sociales, en construcciones ecológicas, y no ingenieros tradicionales. No se
habla del impacto positivo que fue la aparición de la ingeniería tan versátil como la industrial, ni
mucho menos se proyecta la creación de nuevas formas de ingeniería, de auténtica ingeniosidad
cultural, tecnológica, política. Porque eso es lo que significa ser ingeniero, el que se las ingenia
para hacer las cosas mejor de lo que se las venía haciendo antes, porque es capaz de aplicar los
conocimientos previos en nuevas situaciones antes no vistas, o planteando problemas de un modo
completamente nuevo.
Tercero, quiero cuestionar la idea de que es crucial que haya una participación directa de la empresa privada en la Universidad. Esto no sólo va en concordancia con las ideas de Hayek sobre la
necesidad de reducir el papel de las instituciones gubernamentales a su mínima injerencia, sino
que oscurece la responsabilidad social de las empresas porque sus impuestos pueden quedar reemplazados, ¿Por qué se habla ahora de responsabilidad compartida como si el pago de impuestos
no fuera ya la forma de compartir la responsabilidad social en el estado? ¿Acaso los dineros de los
impuestos no deben dedicarse directamente a la educación? Resultaría más conveniente, en vez
de crear nuevos impuestos para el gobierno central, proponer un sistema de impuestos directos a
las universidades para que puedan contar con el apoyo de la industria, pero que no sea manipulado por los politiqueros de oficio ni por la pesada maquinaria burocrática del gobierno central. Pero
mantener la neutralidad empresarial porque, aunque participan del mercado, es la universidad la
que debe mantener una libertad para orientar el desarrollo social.
No es la empresa privada la que va a determinar las necesidades sociales y mucho menos la investigación. En vez de hablar de diversificar las fuentes de ingresos, es más acorde con nuestra sociedad liberal hablar de diversificar la oferta de estudios.
El documento toma a Europa y a EEUU como ejemplos, pero esto no es adecuado precisamente
porque lo que se ha probado históricamente, como se hizo con el comunismo, es que su sistema
no sirve, fracasó y está en crisis. ¿Por qué no crear nuestro propio sistema como propuesta para el
mundo en vez de acogernos ciegamente a las directrices de entidades como el BID, del FMI o de
BM?
Para terminar, deseo aclarar la postura. No es que no necesitemos reforma, la necesitamos y urgentemente, pero ¿cuál, cómo, y quién la construye? Debemos volver nuestra mirada sobre la
forma de vida que queremos llevar y la universidad que queremos. Si alguien está plenamente de
acuerdo con el sistema económico actual en el que una ínfima minoría se queda con toda la ganancia, entonces debe votar por aprobar esta reforma como está planteada. Si alguien está plenamente de acuerdo con una sociedad liberal en la que haya un mercado libre que respecte al ser
humano en su integridad, entonces debe buscar que haya reforma, pero no con el planteamiento
actual ni con el articulado actual.
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