De socios de `El Chapo` a informantesde la DEA

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Especial 3E
EL DIARIO DE SONORA
JUEVES 26 de Mayo de 2016
Los gemelos Flores
De socios de ‘El Chapo’
a informantes de la DEA
›› Hacían tratos con ambos cárteles -Beltrán y ‘El Chapo’- y grababan las conversaciones
ESPECIAL
S E G U N DA Y Ú LT I M A PA R T E
ESPECIAL
LAS RELACIONES
La relación con El Chapo y El Mayo se fue haciendo
tan cercana que, según un artículo publicado en el diario estadunidense Chicago Tribune,
en algún momento Pedro tuvo un problema con un miembro del cártel por una deuda: el
cobrador secuestró a Pedro y
pidió un rescate, pero cuando
Guzmán Loera se enteró, Pedro quedó libre. El capo llamó
a los gemelos y les ofreció que
ellos mismos asesinaran al secuestrador, pero Pedro y Margarito se negaron. El agente del
cártel apareció muerto tiempo
después.
“(Aunque) estaban viviendo en México y estaban al tanto
(de la violencia), durante mucho tiempo no se involucraron:
se beneficiaban de la protección
de “El Chapo”, El Mayo y Arturo Beltrán Leyva. Nunca participaron u ordenaron actos de
violencia”, dice Shakeshaft.
Por eso, cuando a mediados de 2008 recibieron aquellos ultimátums de Beltrán Leyva y de El Mayo y El Chapo,
se aterraron y se decidieron…
por la DEA.
LA INVESTIGACIÓN
La investigación de Chicago seguía avanzando: había decomisos de droga y efectivo; varios narcos locales habían caído,
pero faltaban muchos escalones
para llegar a la cúpula del cártel
de Sinaloa.
Eso, hasta mediados de
2008, en que la DEA y luego
la fiscalía recibieron la llamada
de unos abogados: sus clientes,
los hermanos Flores, prófugos
de la justicia, tenían información valiosa y querían cooperar, hablar, soplar…
Shakeshaft sabía quiénes
eran: la DEA tenía una foto un
poco más clara de ellos y de sus
conexiones.
Bajo un operativo de seguridad del gobierno estadunidense, Shakeshaft y agentes de
la DEA viajaron a Monterrey a
encontrarse con los gemelos. El
ex fiscal contó a The New Yorker que agentes adscritos a la
embajada estadunidense anduvieron durante varias horas
por Monterrey antes de llegar
al lugar donde Pedro y Margarito los aguardaban.
Los estadunidenses tenían miedo, pero los gemelos
también.
Se encontraron con dos tipos idénticos, muy jóvenes para la gran carrera criminal que
habían hecho —27 años—; delgados, bajitos, en cierta forma
modestos y no pretenciosos. En
la cabeza del fiscal corría la idea
de la confianza y de la posibilidad de, algún día, usarlos como
testigos. ¿Podría subirlos al estrado? (la pregunta que se hace
cualquier fiscal en estos casos)
¿Serán confiables? ¿Les creerá
un jurado?
“Descríbeme tus redes, quiénes son tus clientes, en qué volumen, quiénes son tus proveedores, en qué volumen. Explícame el organigrama de la organización”, les pidió.
Shakeshaft dice que la relación fiscal-criminal es siempre
difícil; hay que crear empatía
y confianza, pero al final unos
son delincuentes y los otros sus
perseguidores.
“En el momento que mienten se vuelven inutilizables”,
comenta.
Los gemelos hablaron de su
relación con los líderes del cártel de Sinaloa, pero para armar
un buen juicio la evidencia que
trajeran tenía que venir de ellos
mismos y, aunque estaban dispuestos a declarar, la fiscalía
necesitaba algo más. La prueba reina en un juicio de estos es
siempre una grabación.
Pedro y Margarito regresaron a sus vidas criminales en
Guadalajara, pero ahora con
grabadoras.
INICIAN GRABACIONES
Los gemelos empezaron a
grabar todas sus conversaciones, algunas por teléfono, otras
con una grabadora en la bolsa
del pantalón. 70 en total.
Seguían haciendo tratos con
ambos cárteles —Beltrán y El
Chapo—, pero principalmente
con el segundo. Todo seguía su
curso: compraban, transportaban, distribuían. Solo que ahora informaban a la DEA de cada movimiento, y en algún punto de la cadena, cuando el cargamento ya estaba bajo la custodia
de los gemelos, las autoridades
decomisaban la droga o el efectivo sin hacerlo público para
que los líderes del cártel no se
enteraran.
A finales de octubre de 2008,
Margarito acudió a una reunión
de varios días en las montañas
de Sinaloa con Guzmán Loera,
los dos Zambada y otros miembros del cártel. El último día del
cónclave llegó El Chapo y pidió
reunirse con Margarito. Un día
antes había sido detenido Jesús Zambada García, El Rey, en
la Ciudad de México. Lo atribuían a la guerra con los Beltrán Leyva.
Pedro y Margarito resultaban ser tan buenos colaboradores como narcotraficantes.
El 14 de noviembre Pedro
armó una estrategia: mientras
los hijos de Guzmán le cobraban lo que debía, él dijo que la
heroína que Zambada le había
enviado era de mala calidad y la
habían tenido que mezclar con
otra de mejor calidad para venderla. Los Guzmán le sugirieron hablarlo con su tío Zambada, pero Pedro fue más lejos: pidió hablar con su padre. Un día
después el teléfono sonó.
Guzmán: Mi amigo.
Pedro: Hola, ¿cómo estás? Te
molesto por lo que recogí el otro
día. Tengo el cheque listo, no estoy seguro si… quiero pedirte
un favor.
Guzmán: Pídelo.
Pedro: ¿Crees que podamos
negociar algo y que me puedas
rebajar cinco pesos (5 mil dólares por kilo de heroína)?
Guzmán: ¿En cuánto
quedamos?
Pedro: Me las das en 55.
Guzmán: ¿Cuánto quieres
pagar?
Pedro: Bueno, si me haces el
favor pago 50. Tengo el cheque.
Guzmán: Ok. Mañana recojo el dinero. Está bien.
El capo lo pasó con un asociado para ajustar detalles y volvió a la bocina.
Guzmán: Mi amigo.
Pedro: Disculpa, pero te
quería preguntar. Es que solo
me quedan tres (kilos de heroína). ¿Cuándo crees que me puedas mandar más?
Guzmán: ¿Qué chingados?
Pensé que solo te podías desha-
cer de un poco.
Pedro: La verdad es que estuvo muy buena, pa’ qué te
miento.
Guzmán: ¿Cuánto puedes
sacar en un mes?
Pedro: Si quieres, si es la misma, unos 40 (…) Pero la que me
mandaron ellos (Zambada) no
estaba buena. No se compara
con la tuya.
Guzmán: Ok. Te la mando
pues (40 kilos por mes). Te la
mando de esta semana a la otra.
Los Flores habían conseguido la primera grabación de El
Chapo en la historia.
Un domingo por la tarde a
fines de noviembre, Shakeshaft
estaba trabajando en su oficina
cuando se enteró de dos cosas:
ese día vencía el plazo de los gemelos para pagar 6 millones de
dólares a El Chapo y no tenían
el dinero, y la DEA estaba preparando redadas en casas de seguridad del cártel de Sinaloa en
Los Ángeles.
“Siendo fiscal tienes que
aprender a pensar como miembro del cártel”, dice el ex fiscal.
Podían asociar esos dos hechos
y atribuírselos a los gemelos.
“Iban a recibir una visita pidiendo una explicación… Mi mayor
miedo durante el tiempo que estuvieron en México era que los
mataran”.
Shakeshaft tenía la evidencia pero debía regresar a los gemelos vivos. Había que tomar
una decisión.
“Puse en el teléfono a la
DEA y a Pedro y Margarito.
‘Los vamos a sacar. Tienen dos
horas,’ les dije”.
Un avión estadunidense se
llevó de México a Pedro, Margarito, sus mujeres, sus hijos, su
hermano, su cuñada, dos hermanas, sus sobrinos, su mamá, su papá y una ex mujer de
Margarito.
Una vez en Estados Unidos,
los gemelos siguieron trabajando. Volvieron a tomar el teléfono, esta vez para hacer llamadas a sus clientes estadunidenses. Uno por uno, todos caían y
los gemelos cerraban el círculo, conseguían pruebas contra
la pirámide completa: desde sus
clientes en ocho estados americanos hasta sus proveedores en
la sierra sinaloense.
La investigación logró cargos contra 62 criminales. De todos, ocho o 10 miembros de la
red Flores en Estados Unidos
enfrentaron un juicio y fueron declarados culpables; el
resto, todos los mexicanos, incluido El Mayito, se declararon
culpables a cambio de cooperar
con la fiscalía.
Cuando la historia de los gemelos salió a la luz, el kilo de cocaína en las calles de Chicago
subió de precio.
Ellos, en tanto, pasaron seis
años detenidos en un lugar desconocido, mientras sus familias
se acogían al programa de protección de testigos con nuevas
identidades y 300 mil de los 4
millones de dólares que les decomisaron. Su padre, que volvió a México, fue desaparecido.
El año pasado, por primera
vez, los gemelos Flores tuvieron que presentarse frente a un
juez para escuchar su sentencia. Según una nota del Chicago Tribune, los dos jovencitos
que habían subido a la cúspide de la vida criminal de Chicago, habían envejecido y engordado. En un inglés correcto,
muy distinto del de las grabaciones, pidieron perdón, se dijeron arrepentidos, agradecieron a la DEA, al juez y a la fiscalía por permitirles no pasar el
resto de su vida tras las rejas. La
sentencia fue de 14 años de prisión. Saldrán libres en 2022 con
otros nombres y, separados, irá
cada uno a una ciudad distinta.
Las declaraciones firmadas
de Pedro y Margarito en 2009
frente al gran jurado terminan
con frases idénticas: “Yo sabía
que una vez que la gente de la
que he hablado se enterara que
estaba cooperando tratarían de
matarme a mí y a mi familia”.
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