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Kit de prensa: la parálisis cerebral
La parálisis cerebral, cuando los músculos no responden
La parálisis cerebral es el término que se usa para describir las alteraciones en las
funciones o estructuras cerebrales encargadas de controlar y coordinar los
músculos, el movimiento y la postura. Se habla de parálisis cerebral solo cuando esta
lesión neurológica se ha producido durante el desarrollo fetal, en el parto o en los
primeros años de la vida de un bebé, es decir, cuando el sistema nervioso está en
desarrollo. También es importante indicar que la parálisis cerebral no es una
enfermedad (el daño cerebral no es progresivo) sino la consecuencia de una lesión.
El resultado más inmediato de la parálisis cerebral es que, aun contando con huesos,
músculos y nervios sanos, la persona afectada no tiene capacidad para controlar
completamente los movimientos de su cuerpo y la coordinación de sus músculos. Por
ello, los cambios funcionales que provoca la parálisis cerebral condicionan
frecuentemente actividades motrices básicas para las personas tales como
mantenerse de pié, caminar, manipular objetos, hablar, deglutir, etc.
UN MISMO PROBLEMA, DIFERENTES PATRONES
No se puede hablar, sin embargo, de patrones idénticos porque las dificultades
psicomotoras pueden presentarse en cada persona de forma distinta, en diferentes
grados y afectando a diferentes partes del cuerpo.
Es frecuente que, además de las estructuras cerebrales motoras, la lesión cerebral
haya afectado a otras funciones o estructuras cerebrales, por lo se pueden encontrar,
añadidas, otras alteraciones ya sean sensoriales, perceptivas, de lenguaje o
cognitivas y también epilepsia.
En general podemos indicar que, bajo el término parálisis cerebral se engloba a
personas con realidades funcionales muy diferentes, que solo comparten cierto
grado de alteración en el control motor. Hay personas en las que la lesión apenas
interfiere con el desarrollo de sus actividades mientras que otras requieren apoyo para
las actividades más básicas de la vida diaria. Por ello, el diagnóstico de parálisis
cerebral no debe convertirse en una etiqueta pues no implica un pronóstico
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Kit de prensa: la parálisis cerebral
determinado sobre su desarrollo y no debe ser utilizado para limitar las oportunidades
y/o los derechos de la persona. El término se emplea fundamentalmente por su valor
práctico para agrupar a personas con ciertas características comunes y definir
aspectos relacionados con los servicios que se les presta.
SOBRE LAS CAUSAS DE LA PARÁLISIS CEREBRAL
Tradicionalmente se ha señalado a los problemas en el parto, especialmente la falta
de oxígeno o hipoxia, como una de las primeras causas de la parálisis cerebral. Pero
esta teoría pierde peso al comprobar que las mejoras en la atención al parto en los
últimos cincuenta años no se han traducido en un descenso significativo de la
prevalencia de esta lesión. De hecho, en ese momento se señalan, además de la
hipoxia, otras circunstancias como causantes de la lesión tales como problemas en el
desarrollo embrionario, infecciones, traumatismo s o intoxicaciones.
En todo caso, la parálisis cerebral se define más por sus consecuencias funcionales
que por su causa, que hoy se considera, en la gran mayoría de los casos, no
precisada.
PARÁLISIS CEREBRAL Y DESARROLLO DEL NIÑO
A diferencia de lo que sucede con el daño cerebral adquirido, lo que caracteriza a la
parálisis cerebral es que se produce en la etapa prenatal o en la primera infancia,
cuando el sistema nervioso central está en su etapa de desarrollo. En general, el
desarrollo neurológico de los bebés viene estimulado por la participación en el
entorno: juegos, exploración, estimulación sensorial, interacción con otras personas,
etc. Ahora bien, en el caso de los niños y niñas afectados por parálisis cerebral, esa
participación en el entorno puede estar limitada por sus alteraciones motrices,
sensoriales y comunicativas, lo que podría afectar directamente a la maduración de su
sistema nervioso. Por ello es tan importante que el bebé participe de las actividades
habituales y que cuente con todos los apoyos que necesite. La mejor estimulación es
el juego y la interacción con la familia y con otros niños. Los tratamientos profesionales
son fundamentales, pero deben equilibrarse con la participación en los entornos
naturales.
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