Reformas económicas Borbónicas

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Reformas económicas Borbónicas
Profesor:
Indice
Pagina 3 ... Introducción
Pagina 4 .. Las reformas borbónicas y sus efectos en nueva España
Pagina 7 . Sistema de Intendencias
Pagina 8 . Descontento contra las reformas borbónicas
Pagina 9 ... Efectos socioeconómicos de las reformas borbónicas
Pagina 10 . El comercio exterior
Pagina 11 .. La agricultura, la minería y las manufacturas en la nueva España
Pagina 12 ... Conclusión
Pagina 13 .. Bibliografía
Introducción
La palabra reforma quiere decir cambio, por lo tanto este trabajo hemos decidido hacerlo diferente,
también lo vamos a hacer para obtener un mayor conocimiento de historia para la P.A.A y también
como cualquier alumno lo hacemos para obtener un mejor promedio en Historia.
Por otra parte el hacer un trabajo de las reformas borbónicas es una buena forma de sostener nuestros
conocimientos acerca de esta materia, tanto en el ámbito económico, social y cultural de esta casa
monarquica.
En otro ámbito, veremos en este trabajo las diferentes reformas impuestas por la casa borbónica, como
también los principales precursores y creadores de estas reformas, que afectaron desde la España donde se
localizaba el centro del reinado, hasta América donde se localizaban varios virreinatos, que se vieron
sumamente afectados, tanto positiva como negativamente, por estos cambios ya que venían de una monarquía
muy autoritaria como lo es la Casa de Austria en el siglo XVII.
Las reformas borbónicas y sus efectos en la nueva España
A mediados del siglo XVIII, el virreinato de la Nueva España presentaba características muy distintas de las
que se dieron en la primera mitad del siglo. En la metrópoli, los monarcas se sentían seguros en el trono y
sabían que había llegado el momento de romper definitivamente con las estructuras políticas y económicas
impuestas por los Habsburgo. En el caso particular de España, los cambios obedecieron a la necesidad de la
nueva administración borbónica que tomó el poder a partir de 1700, con el propósito de corregir la situación
de progresiva decadencia que se manifestó en el transcurso del siglo XVII.
En la Nueva España, los visitadores y virreyes, así como los obispos nombrados por Carlos III, fueron los
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primeros y más destacados abanderados del pensamiento fisiocrático y del absolutismo regalista, fueron los
agentes de una "revolución desde arriba" tendiente a transformar el sistema colonial, para sujetarlo a la
Corona de una manera más eficaz, mediante la aplicación de los conocimientos científicos de la fisiocracia.
De acuerdo con el principio de que no podían existir poderes corporativos o privados que rivalizaran con los
del monarca, ni privilegios que atentaran contra el interés supremo del Estado, la principal tarea de los
funcionarios borbónicos en el virreinato fue la de recuperar las atribuciones que los Habsburgo habían
delegado en corporaciones y grupos.
Todo lo anterior implicaba eliminar la oposición de los grupos de poder locales americanos, y liberar los
factores de producción monopolizados por algunos de esos grupos. Por ello, los reformistas se plantearon los
siguientes propósitos:
• Crear cuadros administrativos y burocráticos leales a las ideas colonialistas, eliminando el peso de los
criollos.
• Adecuar la legislación a las nuevas necesidades de la Metrópoli.
• Contar con una fuerza militar que defendiera y protegiera el programa de remodelación presentado,
como un ejército defensor de las fronteras ante las agresiones extranjeras.
• Reducir la autonomía de gestión y control económico de los consulados de comerciantes.
• Poner en circulación los bienes de la Iglesia.
• Favorecer la reducción de precios de las importaciones para erradicar los sectores productivos
competitivos, como los obrajes, que desarrollados en la colonia competían con cierto éxito, limitando
las ganancias de los comerciantes, fieles a la corona y desarrollando grupos con intereses económicos
distintos a la metrópoli.
El encargado de promover estas reformas en América fue José de Gálvez, nombrado visitador de la Nueva
España por Carlos III entre 1765 a 1771. La misión de Gálvez era establecer diversos mecanismos que
recuperara los hilos que con independencia de la metrópoli se movían desde hacía más de un siglo en los
asuntos económicos, políticos y administrativos de la colonia y colocarlos bajo la dirección y vigilancia de
funcionarios fieles a la metrópoli. Una de las primeras instituciones contra las que el visitador Gálvez dirigió
sus ataques fue el virrey, por considerar peligroso para la metrópoli la centralización de tanto poder, así como
la ineficacia administrativa que entorpecía la solución de todos los asuntos que concentraba. El instrumento
recomendado por Gálvez para buscar la solución a este problema fue una nueva división territorial en
intendencias que venía a sustituir el sistema de provincias y reinos vigente en ese momento, que permitiría
una mejor administración evitando los abusos de la centralización del poder en el virrey, los alcaldes mayores,
delegados y subdelegados.
El establecimiento del sistema de intendencias enfrentó fuertes resistencias que impidieron su aplicación
completa; en un primer momento el rechazo provino de los virreyes mismos, quienes se opusieron a ceder
parte de su poder. Más tarde a sus protestas se unieron los integrantes de la Real Audiencia, los altos jerarcas
eclesiásticos y los miembros de las principales corporaciones, que sentían limitado su poder por las reformas.
En 1776 la Corona creó el puesto de regente, de rango inmediatamente inferior al del virrey, con facultades
para asumir ese cargo en su ausencia o cuando quedara vacante. La Real Audiencia, institución civil más
poderosa después del virrey, también fue objeto de cambios, uno de los cuales consistió en que había de ser
presidida por el regente, quien estaba facultado para intervenir en asuntos judiciales, generales o específicos.
Esta disposición, fundamentada en la idea de que la burocracia colonial necesitaba de mas conexiones entre
los diversos sectores, afectó directamente la relación entre el virrey y la Audiencia. En la época en que llego
José Gálvez, la gran mayoría de los miembros de la Audiencia eran del grupo criollo, por lo que se propuso
modificar esta situación en primer lugar, y puso en práctica medidas tendientes a reducir la participación de
los criollos en la Real Audiencia; además, en la Ordenanza de Intendentes de 1786, se le restaron facultades a
esta institución, al disponer que muchos asuntos de índole económica, antes manejados por ella, pasaran a ser
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de la competencia de la Real Hacienda. De esta manera, el antes poderoso tribunal perdió poder y sobre todo
dejó de constituir un bastión del grupo criollo.
También fueron sustituidos casi todos los tesoreros y oficiales encargados de manejar las cajas reales donde se
acumulaban los impuestos del virreinato, y sus cargos fueron ocupados por personas adictas a la nueva
administración de los Borbones, enviadas desde España.
Otra disposición fue la de suprimir a los alcaldes mayores y corregidores de los pueblos de indios, porque
suponía que las bajas recaudaciones de impuestos tenían origen en la corrupción de estos administradores
locales y en la práctica generalizada de controlar la producción y el consumo de los indígenas mediante el
repartimiento del comercio, pues de este modo sólo se beneficiaban los comerciantes y los alcaldes, pero no la
Corona ni sus súbditos indígenas. Para acabar con esa situación se recomendó la abolición total de los alcaldes
mayores, y se proyectó la creación de un nuevo rango de oficiales subordinados al intendente: los
subdelegados, que mediante el pago de un salario, se encargarían de las funciones gubernamentales antes en
manos de los alcaldes, y tendrían prohibida toda práctica comercial y monopólica. Este plan fue aceptado por
el gobierno metropolitano en el año de 1769, y confirmado luego por la Ordenanza de Intendentes.
Además fue creada una nueva institución, el ejército, como instrumento destinado a vigilar el cumplimiento
de las disposiciones del gobierno borbónico. La nueva estructura del ejercito se componía de tres niveles: un
pequeño número de unidades regulares bien adiestradas, un grupo más grande de regimientos de la milicia y
una extensa red de compañías de reserva. Sin embargo, el reclutamiento enfrentó varias dificultades y creó
algunos problemas sociales y económicos, sobre todo por la resistencia de los pobladores a ingresar al
ejército. Los reclutadores atribuían su fracaso a la ausencia de valores marciales entre los mexicanos, y
además, dadas las circunstancias de sujeción colonial no era posible inculcar virtudes patrióticas para defender
los intereses de la Corona.
Tampoco fue posible cumplir con los propósitos de orden racial, de acuerdo con los reglamentos, los elegibles
para el servicio deberían ser individuos de origen europeo o mestizos, tener entre 16 y 36 años de edad, medir
por lo menos metro y medio de estatura y tener buena salud. Los negros y los indígenas estaban exentos del
servicio militar, pero eran aceptables los de "sangre mixta".
Ante el rechazo al reclutamiento, los oficiales tuvieron que recurrir a prácticas de leva, sin importar el origen
racial de quienes eran reclutados a la fuerza. Estas medidas trajeron consigo problemas de orden social y
económico porque provocaron un ambiente de tensión que comúnmente ocasionaba la fuga de los hombres
hacia las montañas, abandonando su trabajo y su familia. La Corona, para hacer más atractivo el servicio,
otorgó privilegios militares (fueros) a los miembros del ejército, pero esta medida fue mal interpretada por
quienes abusaron del fuero al suponer que se les otorgaba inmunidad contra el castigo penal.
El proyecto de reformas afectó a la más poderosa de las corporaciones: la Iglesia. Los ataques contra la
Compañía de Jesús, considerada como la orden religiosa mas desafiante no sólo por su cuantiosa riqueza y su
poderosa influencia como educadora de los criollos, sino por su adhesión al papa Clemente XIII, quien
luchaba contra el regalismo en defensa de los derechos de la Santa Sede. En junio de 1767 el gobierno español
decretó de manera sorpresiva la expulsión de los jesuitas de todas las tierras bajo su dominio. En la Nueva
España se vieron afectados 7()() miembros de la orden; su arresto y posterior destierro ocurrió cuando la
influencia jesuita se encontraba en su punto más alto, pues además de ejercer una influencia incuestionable
sobre la élite criolla, gozaban de un elevado prestigio entre otros sectores de la población novohispana.
Pero todos estos cambios e implicaciones en la vida social constituían sólo una parte del conjunto de grandes
transformaciones operadas en el mundo occidental a lo largo del siglo XVIII, etapa pletórica de
acontecimientos trascendentales, los cuales se manifestaron con toda su fuerza durante el llamado "Siglo de
las Luces", y revolucionaron al mundo introduciéndolo a una era de modernidad sin precedentes.
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El cumplimiento de estos propósitos implicaba a su vez contar con medios económicos financieros adecuados,
para lo cual se programó una política fiscal encaminada a suprimir las deshonestidades, crear nuevos estancos
y ampliar la base social tributaria, dándole a la colonia su carácter real de territorio sometido a una metrópoli
imperialista.
Algunas de esas reformas se sometieron a estudio, pues su aplicación se consideraba asunto delicado, por las
protestas que pudiera ocasionar el rompimiento de los antiguos esquemas pero como quiera estas reformas
dieron comienzo en el año de 1765, con la llegada de José de Gálvez como visitador general. A partir de ese
momento se produjeron cambios tan violentos que es posible afirmar que fue entonces cuando la Nueva
España adquirió, en un sentido real y estricto, su estatus colonial, porque nunca antes su dependencia y
sometimiento fueron mayores.
Sistema de Intendencias
Entre las primeras funciones del visitador español José Gálvez, estuvo la de establecer una centralización
administrativa orientada a fortalecer el control de la Corona sobre el virreinato. Dentro de este propósito se
buscaba tomar medidas encaminadas a romper el monopolio que tenían las élites locales en el gobierno
municipal, y establecer un sistema de división territorial similar al creado por el gobierno de Francia, y ya
adoptado en España.
La implantación de este sistema exigió la división del virreinato en juridicciones político administrativas
denominadas intendencias, las cuales habrían de estar bajo la dirección de un funcionario que fungía como
gobernador general o intendente, quien ejercía todos los atributos del poder: justicia, guerra, hacienda,
fomento de las actividades económicas y obras públicas. Los intendentes debían utilizar su autoridad para
movilizar la economía de sus provincias, y debían solicitar la colaboración del pueblo a fin de tener éxito; se
consideraba necesario mejorar la participación pública en los asuntos comunales para que hubiese contacto
entre gobernantes y gobernados, y lograr con ello una mayor estabilidad.
Los intendentes debían estimular la actividad económica directa e indirectamente, por medio de obras
publicas. Se esperaba que los intendentes, adictos a la Corona y bien pagados acabarían con la corrupción y
con los abusos de los alcaldes mayores, para ello serían los encargados de producir las reformas, y estimular el
rendimiento colonial que debía comenzar por la agricultura. El intendente repartiría baldíos a los indios y
españoles que carecieran de tierras, supervisando que las hicieran producir, además debía favorecer la
artesanía y fomentar el comercio y la minería.
Transcurrieron 19 años entre 1767, fecha en que Gálvez presentó su plan original de intendencias, y 1786, año
en que la Corona española promulgó las Ordenanzas de Intendentes, que daban carácter legal y definitivo al
sistema de intendencias. Las Ordenanzas establecían la nueva división territorial en 12 intendencias, cuyas
capitales serían México, Puebla, Oaxaca, Mérida, Veracruz, San Luis Potosí, Guanajuato, Valladolid,
Guadalajara, Zacatecas, Durango, y Arizpe (Sonora−Sinaloa). No formaban parte de las intendencias de esta
Ordenanza los territorios de California, Nueva Vizcaya, Nuevo México, Coahuila y Texas, quizá por tratarse
de provincias que constituían la Comandancia General de Provincias Internas; además las ordenanzas
mencionan aparte otras regiones como el Nuevo Reino de León y Nuevo Santander, donde el gobernador
debía tener el mando en las causas de Hacienda y de guerra.
Descontento contra las reformas borbónicas
Antes de tomar medidas para con la Nueva España, el gobierno español decidió, primero que nada, organizar
una inspección militar (1764) y una visita general a las oficinas virreinales (1765), aunque estas dos medidas
provocaron una división entre las autoridades coloniales. Con la llegada de José Gálvez, con carácter de
visitador general las tensiones aumentaron, hasta que sale en 1771 de la Nueva España. De su visita resultó la
nueva división política del territorio en intendencias y comandancias de provincias internas, el aumento al
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triple de las rentas públicas, la reducción de restricciones al comercio, la fundación del obispado de Sonora y
la Academia de Bellas Artes. El virrey−inspector general inicia una segunda reorganización del ejército e
intenta establecer una nueva modalidad en las milicias. Toma medidas intrascendentes que fracasan y sólo
hacen perder dinero. La economía de la Nueva España es cargada con los cuantiosos gastos que provocaban
los preparativos militares para el conflicto en América del Norte. La recuperación de La Habana (1763) y las
medidas para modernizar sus defensas se transformarían en la insaciable boca que engulle cuanto Nueva
España no se basta para producir: dinero, hombres, pólvora, carne, maíz, arroz, habas y harina. En Veracruz
enfermaban los cientos de reos que esperaban para ser llevados a trabajar en la isla. Se calcula que las obras
de fortificación de la isla requirieron del envío de más de 5 mil trabajadores novohispanos. La quiebra del
erario se fue agudizando debido al aumento de los gastos, provocados por el mantenimiento de las tropas y
trabajadores en La Habana. Ante esto, las tensiones sociales aumentan y comienza a organizarse la oposición.
El Gobierno de Carlos III recibe desde 1766 noticias, las que considera sin fundamento, sobre el supuesto
espíritu de rebeldía existente en la nueva España, y sobre un plan de insurgencia que contaba con el apoyo de
Inglaterra.
Efectos socioeconómicos de las reformas borbónicas
Como es de suponerse, las reformas económicas trajeron consigo múltiples efectos y consecuencias, tanto
positivas como negativas. El gobierno español tomó diversas medidas para explotar al máximo los recursos de
la colonia, con el propósito de generar mucha más materia prima para la metrópoli. Con las reformas
borbónicas se tocaron todas las áreas principales en la Nueva España, entre ellas se encontraba la minería.
También estaban la agricultura, el comercio (pequeño) y algunas empresas de manufactura. Obviamente hubo
beneficios, se permitió ampliar los negocios entre ciertas colonias (Trinidad, Margarita, Cuba, Puerto Rico).
La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue la real cédula de 1804 sobre la
enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas, que desató reacciones violentas en contra del
gobierno español. Esto se debió a que, con excepción de los comerciantes más ricos, aquella disposición
afectó a los principales sectores productivos del virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño
comercio), y en particular a los agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados con
hipotecas y censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir en un plazo corto, a fin de
que ese capital fuera enviado a España. De esta manera, no sólo la Iglesia se vio afectada por la real cédula,
sino también casi toda la clase propietaria y empresarial de la Nueva España, así como los trabajadores
vinculados con sus actividades productivas. Por ello, se levantó un reclamo y por primera vez en la historia
del virreinato todos los sectores afectados expusieron al monarca por escrito sus críticas contra el decreto en
cuestión. A pesar de todo, la cédula se aplicó desde septiembre de 1805 hasta enero de 1809, produciendo un
ingreso de alrededor de 12 millones de pesos para la Corona.
Para la Nueva España , la aplicación de la cédula aparte de provocar una severa crisis de capital, agrietó
considerablemente las relaciones entre la Iglesia y el Estado; desde entonces esos dos poderes no sólo
rompieron los lazos de unión que tuvieron en el pasado, sino que se convirtieron en facciones antagónicas.
Las reformas borbónicas también afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de México; esta
corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por medio del sistema de flotas
y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con la expedición de las leyes sobre la libertad de
comercio. Al mismo tiempo, la supresión de los alcaldes mayores, agentes comerciales del Consulado en los
municipios del país y en las zonas indígenas, acabó con la red de comercialización interna y rompió el lazo
político que permitía a los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de mayor demanda en
el mercado exterior e interior.
Al parecer los reformadores borbónicos, encabezados por Gálvez, no tenían una visión completa del
funcionamiento del sistema económico en la Nueva España. Aunque es cierto que muchos alcaldes mayores
eran corruptos y abusaban de su autoridad, el repartimiento del comercio era mucho más que un mero
mecanismo de explotación; constituía el más importante sistema de crédito para las comunidades indígenas y
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los pequeños agricultores. Los alcaldes mayores se beneficiaban porque proporcionaban a crédito servicios
necesarios: distribuían semillas, herramientas y otros bienes agrícolas básicos; facilitaban la compra o la venta
de ganado, y con frecuencia vendían los productos de algunos grupos que quizá no hubieran encontrado otra
forma de colocar su producción. Todo esto fue interrumpido con el decreto que suprimía las funciones de los
alcaldes mayores.
El Comercio Exterior
El comercio de la Nueva España fue limitado por la corona española para asegurar para sí los máximos
beneficios. El comercio con España se hacía por el puerto de Cádiz en el que se reunían, para la inspección de
la Audiencia y la casa de contratación de Sevilla, todos los artículos destinados a América. El comercio con la
Nueva España se hacía por el puerto de Veracruz, que era el único autorizado, y el de Acapulco que recibía
los artículos importados por Filipinas.
Los comerciantes de España y Nueva España tenían un acuerdo en común para mantener el monopolio
comercial para su beneficio exclusivo. Estos comerciantes monopolizaban los productos importantes y
controlaban el mercado colonial. Se estableció un Consulado, que tenía como objetivo defender los intereses
de los grandes comerciantes y excluyendo a los que realizaban el comercio de menudeo. El gobierno otorgó el
cobro de impuestos y de la alcabala a todo artículo que se comerciara. El transporte de las mercancías
europeas a Nueva España y el envío de caudales a la metrópoli fue cuidadosamente reglamentado por la
corona española. Los navíos cargados de géneros (la flota) debían atravesar el océano protegidos por otros de
guerra (la armada o los galeones). La inspección para verificar el buen estado de las embarcaciones, que
tenían que ser fuertes y veleras, era rigurosa. La dotación de los navíos también estaba cuidadosamente
regulada y los navegantes, capitán y oficiales, pasaban estrictos exámenes y para cada travesía habían de
recabar licencia. Tanto cuidado y vigilancia tenían por objeto que la mercancía estuviera expuesta al menor
número de riesgos posibles.
La plata era la principal mercancía que se enviaba a España en forma de moneda acuñada. Las monedas de
plata novohispanas estimularon la economía europea y el comercio entre los dos continentes. Además de
plata, la Nueva España exportaba oro, cueros, grana, que era una pintura roja que los indios sacaban de la
cochinilla.
La Nueva España tenía relaciones comerciales con diferentes partes del mundo. Barcos españoles llegaban al
puerto de Veracruz. Traían fierro, papel, vino, fruta seca, telas, y ropa fina. El comercio con las Filipinas y el
Oriente se hacía a través de la Nao de China, que cada año llegaba a Acapulco con finas telas de algodón y de
seda, piezas de marfil y de porcelana. Estas mercancías se pagaban con monedas de plata, muy cotizadas en
todo el mundo y de la Nueva España salían productos europeos.
Algunas regiones del virreinato de Nueva España comerciaban entre sí durante la época colonial. De Nueva
España, por Veracruz, se enviaba harina a las islas del Caribe y a las costas de Venezuela. De esos lugares
venía cera, tabaco y cacao.
Los monopolios de las aduanas de Veracruz y Cádiz se eliminaron con las reformas borbónicas del siglo
XVIII y buscaron diversificar los cauces comerciales en el interior de la Nueva España; sin embargo siguieron
las restricciones con países extranjeros, por ejemplo España prohibió el comercio con Inglaterra, con quien
mantenía una rivalidad ancestral, sin embargo el contrabando de productos ingleses era frecuente en la
colonia.
El control del comercio exterior de la Nueva España fue un rasgo del sistema mercantilista vigente en España
en el siglo XVI, cuando inicia el dominio que por trescientos años establecería en territorios americanos.
La agricultura, la minería y las manufacturas en la Nueva España.
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Acorde con los lineamientos de la política económica mercantilista, la corona española promovió el desarrollo
de la minería, los primeros fundos mineros importantes se crearon en el siglo XVI al descubrirse importantes
yacimientos de plata en Zacatecas, Guanajuato, Taxco y Pachuca, que aunados a nuevos descubrimientos en el
siglo XVIII colocaron a la Nueva España como el mas importante productor de plata. Estos centros mineros se
convirtieron mas tarde en detonantes de otras actividades económicas al desarrollarse centros agrícolas,
pueblos y ciudades, donde se crearon obrajes para producir herramientas, utensilios y textiles que requería la
cada vez más creciente población. Junto a estas actividades productivas se desarrolló un activo comercio al
que se dedicaron un buen número de criollos, grupo que habiendo nacido en la Colonia desarrollaría de esta
forma, intereses económicos y políticos que los llevaría más tarde a apoyar la lucha por la independencia.
Reformas para impulsar la minería:
La medida inicial consistió en reducir el precio del mercurio en una tercera parte, y mas tarde, como esta
disposición provocó un aumento inmediato de la producción, se decidió bajar el precio hasta la mitad de su
valor anterior. Al mismo tiempo, los mineros fueron beneficiados con exenciones de impuestos en la
introducción de maquinaria y materias primas.
Por último, se crearon tres instituciones que transformaron la situación de la minería:
Un consulado que agrupó a todos los mineros en una organización con privilegios y derechos especiales, un
tribunal que se convirtió en un activo órgano de difusión de conocimientos técnico y científico, y un Colegio
de Minería, creado en 1792, primera escuela secular y técnica altamente especializada, en donde se
impartieron por primera vez cursos de metalurgia, mineralogía y química, así como aquellas materias de
estudio acordes con el pensamiento ilustrado, como matemática y lengua francesa.
Mediante estos tres organismos, los mineros pudieron manejar por ellos mismos los problemas inherentes a
sus actividades, organizaron y sistematizaron los aspectos técnicos y administrativos que antes dificultaron el
progreso de la minería, lo cual les permitió adquirir fuerza y autonomía. Pero la Corona no puso el mismo
interés en impulsar otras actividades industriales o manufactureras, sino al contrario, estas fueron desalentadas
y hasta prohibidas.
Conclusión
Con la realización de este trabajo, como grupo logramos aprender y comprender mas lo que sucedió en
España y América durante el siglo XVIII. Con esto subimos nuestro nivel de conocimiento general el cuál es
muy importante para nuestros futuros estudios y vida en general.
Por otra parte pudimos ver los cambios que hicieron los borbones en materia económica y ver sus diferencias
con la casa de Austria para manejar el imperio económicamente, en este sentido nos parece mejor el de los
Borbones porque mantienen un régimen económico mas liberalizado que el de la casa de Austria.
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