El realismo - IES Vega del Turia

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El realismo: como la vida misma
En la segunda mitad del siglo XIX la burguesía
se convierte ya definitivamente en la clase
dominante. Son profesionales, propietarios o
industriales que, una vez alcanzado su estatus,
tenderán a hacerse conservadores. Enfrente crece
al mismo tiempo el mundo obrero, mucho más
numeroso y progresivamente concienciado de sus
penosas condiciones de vida. Esta sociedad y su
tensión de clases tiene un reflejo muy fiel en la
literatura realista, tradicional en unos autores y
crítica en la mayoría.
En su intento de reflejar la sociedad tal como
es, los escritores realistas imitan en sus obras el
impulso práctico del positivismo, que es el
movimiento filosófico predominante –en oposición
al viejo idealismo romántico–. Igual que un
positivista se basa en la observación, la experiencia y
el laboratorio para extraer
conclusiones, el escritor realista
también observa
concienzudamente la realidad,
tratando de desentrañar sus
misterios –no dejándose atrapar
en ellos como un romántico– y
describiéndola con la intención
de explicarla, e incluso de
sugerir soluciones para sus
problemas. Durante esta etapa
se ponen de moda las
denominadas «novelas de tesis»,
que defienden una idea, un
comportamiento, un modelo de
sociedad. Cuando el realismo
lleva al extremo la observación y
el análisis, denunciando los
males de la sociedad como
auténticas enfermedades,
hablamos ya del naturalismo,
corriente que en España tiene
menos presencia que en Francia.
Así pues, distingue al estilo
realista cierto desprecio de la
sentimentalidad, de la exaltación
de la fantasía y del subjetivismo,
Comparativa entre romanticismo y realismo
(del libro de texto de ed Casals).
Honoré de Balzac, el gran escritor realista
francés, autor de la Comedia humana, obra que reúne
más de ochenta novelas.
rasgos típicamente románticos. El escritor realista se documenta sobre las costumbres,
los lugares, los ambientes de trabajo, y analiza con detenimiento las causas del
comportamiento de sus personajes. Las novelas realistas parecen a veces casos prácticos
de psicología.
Su estilo está acorde con este impulso: las narraciones son crónicas detalladas, que
a menudo siguen distintas líneas argumentales, con personajes y hechos que se
entrecruzan en diversas novelas; las descripciones son minuciosas y precisas, con un
inmenso despliegue de vocabulario; los diálogos, en fin, recogen los diversos registros del
habla, en función del personaje, desde el lenguaje culto al popular. El género de la novela,
a menudo muy extensa, se convierte en el vehículo idóneo para esta voluntad de
expresar un mundo completo, tan real y complejo como la vida misma.
Numerosos autores
El realismo dominó la novela europea durante bastantes décadas y la nómina de
autores es abultadísima. A los grandes nombres franceses (Balzac, Flaubert, el naturalista
Zola) hay que sumar un británico (Dickens) y como mínimo dos grandes figuras de la
literatura rusa: Dostoyewski y Tolstoi. En España destacan sobre todo Benito Pérez Galdós
–al que corresponde la lectura obligatoria de esta unidad– y Leopoldo Alas Clarín, pero es
muy estimable la obra de Juan Valera, no podemos dejar de lado a algunos autores que
evolucionan del romanticismo al realismo (Fernán Caballero y Pedro Antonio de Alarcón),
a los realistas más tradicionalistas y regionales (José María Pereda o Armando Palacio
Valdés), a una gran escritora que teorizó sobre esa literatura, como es Emilia Pardo
Bazán, a un realista tardío, de gran éxito entrado ya el siglo XX (Vicente Blasco Ibáñez). Si
Blasco Ibáñez poseía raíces turolenses, tampoco hay que olvidar a Manuel Polo y
Peyrolón, muy vinculado a la sierra de Albarracín, que incluso fue profesor en nuestro
instituto. Sobre todos ellos habrá que obtener alguna información y ofrecerla a los
compañeros.
Torres de Albarracín, localidad inspiradora de algunas de las obras de Manuel Polo y Peyrolón.
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