Solucionario “La familia de Pascual Duarte”

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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
Solucionario
“La familia de Pascual Duarte”
Este título también dispone de guía de lectura y ficha técnica
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
Nota del transcriptor – Carta anunciando el envío del original –
Cláusula del testamento – Dedicatoria
1. Para ambos es un exemplum ad contrario. El transcriptor dice
claramente que sólo puede servir para mostrar a los demás lo que
no debe hacerse (p. 100). Para Pascual es, además, un texto
expiatorio, en el que vuelca toda su inquina y desahoga su
conciencia.
2. El 15 de febrero del 37 se supone que Pascual envía el manuscrito
(p. 103), el 11 de mayo del mismo año muere el receptor (p. 105),
pero el texto no se destruye sino que año y medio después (1939)
el “transcriptor” lo encuentra en la farmacia de don Joaquín y
decide darlo a la luz pública.
3. El destinatario de la dedicatoria es alguien asesinado por Pascual y
amigo de don Joaquín Barrera, el destinatario del manuscrito.
Según nos ha contado la carta de presentación, lo envió a este
señor simplemente porque era la única persona de quien recordaba
su dirección postal. La dedicatoria condensa así, en una sola frase y
de forma destacada, justo antes de comenzar el relato, el
pensamiento y los actos característicos de Pascual.
4. Cervantes presenta su Don Quijote como obra que ha hallado por
casualidad. Sólo que en su caso conocemos al primer autor del
manuscrito encontrado: Cide Hamete Benengeli.
5. VOCABULARIO:
A uña de caballo: ‘Liberándose de un riesgo por su cuidado y
diligencia’.
Testamento ológrafo: ‘El que deja el testador escrito y firmado de
su mano propia y que es adverado y protocolizado después’.
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
Patricio: ‘Individuo que por su nacimiento, riqueza o virtudes
descuella entre sus conciudadanos’.
Capítulos 1-5
1. Es, naturalmente, el Lazarillo. El planteamiento general de nuestra
obra se acerca en muchos puntos a aquélla: Lázaro escribe en
primera persona un relato que dirige a un vuestra merced y que
recopila su vida.
“Yo por bien tengo que cosas tan señaladas y por ventura nunca
oídas ni vistas, vengan a noticia demuchos y no se entierren en
la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea
halle algo…” (Prólogo).
“Pues sepa vuestra merced ante todas cosas que a mí llaman
Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antonia Pérez …
Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé
el sobrenombre … Mi padre…” (Tratado I).
A partir de aquí, otros pormenores acercan a los personajes. Los
alumnos pueden hacer, si se quiere, un ejercicio comparativo.
2. Si relacionamos ese “nací hace ya muchos años, lo menos cincuenta
y cinco” (p. 109) con el año en que firmaba la carta de envío del
manuscrito (1939), cabe deducir que Pascual nacería hacia 1884.
3. El camino de flores evoca “mirar sereno” y “arrebol y colonia”, que
no dañan a quien sigue esa senda. En la otra, en cambio, los cardos
con sus púas, el “sol violento”, y “la llanura” inhóspita, pincharán,
quemarán y obligarán a defenderse al caminante.
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
Cuando éste es un niño, todos esos males quedan grabados, se
cargan para siempre y condicionan el futuro. Son como tatuajes
que no se borrarán jamás (p. 109). En la página siguiente, de
forma claramente intencionada, el narrador comienza la descripción
de su pueblo haciendo énfasis en los rasgos característicos del
camino de cardos: la llanura (“agachado sobre una carretera lisa y
larga como un día sin pan”) y el calor (“caliente y soleado”, p. 109).
4. Es el destinatario de la dedicatoria, el conde de Torremejía, “insigne
patricio”.
5. Joaquín Baldomero Fernández Espartero Álvarez de Toro (17931879) luchó desde muy joven en la guerra de la Independencia y
participó después en la guerra colonial de Perú y en la guerra civil.
Con fama de extremadamente duro en el trato, combatió en
primera línea, fue herido en ocho ocasiones y cometió algunos
excesos sangrientos en la disciplina militar. Vivió en Cádiz el
nacimiento del liberalismo español y se hizo firme defensor de su
causa. Fue presidente del consejo de ministros y regente durante la
minoría de edad de Isabel II. Fue tratado como una leyenda viva.
6. La cuadra es “vacía y desamparada”, “lóbrega y oscura”, las dos
habitaciones restantes “no estaban muy limpias ni muy construidas”
(p. 112), el pozo “dejaba manar un agua muy enfermiza”, el regato
que pasa por detrás del corral (que es, más bien, un “saledizo”) va
“a veces medio seco y nunca demasiado lleno, cochino y maloliente
como tropa de gitanos” (p. 113).
7. El narrador muestra desde aquí la familiaridad con la muerte: el
corral huele a “bestia muerta” y el joven está tan acostumbrado a
ese olor que cuando marcha del pueblo necesita ponerse el
pantalón por almohada para continuar percibiendo ese horroroso
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
aroma. Sólo así consigue dormir bien. A ese joven que “ventea los
aires como un perro de caza” es también a quien se le da bien la
caza y al que “se le calienta la sangre” (p. 113, p. 114) o le
“recorre un temblor … como una corriente que forzaba por salirme
por los brazos” (p. 114) que le empuja a acometer los actos más
terribles. Especialmente cuando se halla ante un inocente. De éste
destaca sobre todo los ojos. La mirada de la perrilla le parece como
la de “los confesores, escrutadora y fría” y eso basta para que surja
el fuego que le calienta y le provoca semejante reacción.
8. VOCABULARIO:
Enjalbegar: ‘Blanquear las paredes con cal, yeso o tierra blanca’.
Porlan: La palabra hace referencia a una de las fábricas de cemento
más famosa de España y con la que, como dice el narrador, los
habitantes de su pueblo cubrían algunos suelos “por sentirse más
modernos” (p. 111).
Avío: ‘Conveniencia, interés o provecho’.
Saledizo: ‘Parte que sobresale de la pared maestra’.
2-3
1. El padre de Pascual era un portugués cuarentón cuando nació
Pascual. De él se nos cuenta que se dedicaba al contrabando, que
estuvo un tiempo en la cárcel, que bebe mucho y que, a diferencia
de la madre, sabe leer y escribir. La madre de Pascual, en cambio,
no sabemos cómo se llama. A ella se la describe desde este
principio de la obra como ser extremadamente negativo: “larga y
chupada”, con “una pelambrera enmarañada y zafia”, unos granos
que tienen vida propia (“por el verano … les volvía la vida, se les
subía la color y acababan formando como alfileritos de pus que el
otoño se ocupaba de matar y el invierno de barrer”), una “presencia
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de estar tísica”, “desabrida y violenta” y “un humor que se daba a
todos los diablos”. Es, además, “poco amiga del agua” y mucho del
vino (p. 117). Aunque ambos comparten esta última afición, como
también el gusto por la violencia más o menos gratuita, el padre es
quien envía a Pascual a estudiar a la escuela (hasta los doce años)
y el único capaz en algún momento de tratar a su hijo “casi con
cariño” (p. 119).
2. “Meter los perros en danza” (p. 116), “el cántaro que mucho va a la
fuente acaba por romperse”, “no hay oficio sin quiebra, ni atajo sin
trabajo”
(p.
117), “no
por mucho
madrugar
amanece
más
temprano” (p. 119), “mujer de parto lento y con bigote…” (p. 120).
3. Según la tradición, San Roque nació en Montpellier (hacia la
segunda mitad del siglo XIV) y peregrinó a Roma. En Italia se
dedicó a curar a los infectados por la peste. Durante el siglo XV la
Confraternità di San Roco fundó hospederías para enfermos y
fomentó su devoción. Hoy es el protector de la peste y las
epidemias.
4. En el momento en que se sitúan los diálogos, Pascual es joven y
siente admiración por el hombre guapo y de porte chulesco que
representa Paco López, a la vez que desprecia la relación que tiene
con su hermana: él es su chulo. Su primer diálogo condensa esa
mezcla y nos ofrece por primera vez la voz del protagonista. Sus
palabras y sus maneras traslucen su falta de formación: Pascual
debe acudir a los actos porque no puede resolver nada con la
palabra. Su defensa consiste ya en acudir a la fuerza (“Si
hubiéramos acabado por llegar a las manos … lo mataba antes de
que me tocase un pelo”, p. 126, “en el pueblo nadie se hubiera
atrevido a decirme la mitad”, p. 126). El respeto por el adversario
le llevó entonces a cejar, pero el Estirao se burló de su poca
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hombría ante la hermana. Todo ello lo lleva clavado en la sangre,
como una espina “que todavía la tengo clavada” (p. 126) y que
explicará algunos de los actos posteriores del protagonista.
5. Respuesta libre.
6. VOCABULARIO
Echar alguien su cuarto a espadas: ‘Tomar parte oficiosamente en
la conversación de otros’.
Hacer el pirata: ‘dedicarse a robar’.
4-5
1. El padre muere tras ser mordido por un perro rabioso. El joven
Pascual destaca del cadáver “los ojos abiertos y llenos de sangre y
la boca entreabierta con la lengua morada medio fuera” (p. 129). El
primer diente del niño sale en mal sitio. Al arrancárselo le sale
mucha sangre. Quizá esto provoca un sarpullido por todo el trasero.
El narrador se detiene en los detalles de “las nalguitas como
desolladas y en la carne viva por habérsele mezclado la orina con la
pus de las bubas” (p. 131). Después se le come las orejas un cerdo
y el susto y el daño provoca que se pase las noches aullando “como
un abandonado”. El tiempo del niño transcurre jugando con una
botella, echado al sol “en el corral o en la puerta de la calle” (p.
131) o “tirado por los suelos, comiendo lo que le echaban y tan
sucio…” (p. 131). Hasta que el señor Rafael le da una patada y lo
deja tirado, con una cicatriz rebentada y “manándole una agüilla
que me dio por pensar que agotara la sangre” (p. 132). El pobre
Mario, en definitiva, es como un animal. Todos sus actos y todo lo
que le ocurre es propio de ese mundo. Y como tal lo trata la madre
al final del capítulo.
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También su muerte posterior, al principio del capt. 5, ahogado en una
tinaja, recuerda al narrador “una lechuza ladrona a quien hubiera
cogido un viento” (p. 134).
2. La madre se ha reído cuando ha visto a su marido muerto en el
capítulo anterior. Ante el nuevo fallecimiento, la señora ni siquiera
se inmuta. Paralelamene, el señor Rafael, que parece ser el padre
de la criatura, es quien dio la patada de las páginas anteriores. Este
señor se afana ahora por ayudar en el entierro. Su letanía
“Angelitos al cielo” tiene la sombra de la duda, de la burla y del
“mejor así” que Pascual ya no soporta. La pareja de progenitores se
convierte, así, en personajes que provocan odio en el narrador. Este
momento marca quizá el final de una etapa en el crecimiento de
Pascual. Hasta aquí él no había manifestado de forma tan clara su
animadversión y su rabia le lleva a gritar. Ante todo ello y con el
entierro del niño “lelo” como telón de fondo, la forma en que
Pascual encuentra a Lola y la hace suya resulta del todo bruta y
acaba por configurar el carácter de nuestro personaje.
3. Dice el narrador que Pascual debía de andar por los veintiocho o
treinta años. Nos hallamos, pues, aproximadamente, en 19121914.
Capítulos 6-12
1. Es capítulo 6 es un capítulo de transición. Interrumpe el curso de la
memoria. Se sitúa en el presente, recuerda al lector que Pascual se
encuentra en la cárcel condenado a muerte y ahonda en la pura
simplicidad que también caracteriza al personaje: su ejercicio de
memoria, su supuesto arrepentimiento, sus ganas de llorar y, a la
vez, de reprimirse… El narrador nos presenta al reo mirando por la
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ventana y describiendo a un niño y una madre ideales que le
recuerdan, de forma irónica y hasta casi cruel, a su propia madre y
al hermano muerto.
2. Hay que recordar que el diario del narrador se dirige a don Jesús, el
conde, quien, como un paisano más, sería testigo del noviazgo de
Pascual.
3. “La conversación … se espantaba aquel día a nuestra voz como los
grillos a las pisadas o como las perdices al canto del caminante” (p.
143), “la garganta … se quedaba tan seca como un muro” (p. 143),
“los ojos me escocían como si tuviera jabón” (p. 144), los golpes
del corazón “cortados como los de un reloj” (p. 144), “la respiración
de Lola parecía como que pasara por una flauta” (p. 144).
4. Cuando entran en Mérida y atropellan a una señora mayor, Lola ríe.
Su risa “me hizo mucho daño, no sé si sería un presentimiento, algo
así como una corazonada de lo que habría de ocurrirle” (p. 151).
Después de espantar al hijo de la accidentada que acude a la
posada a pedir cuentas, Pascual nota en su mujer “algo raro en el
vientre y un tósigo de verla así me entró en el corazón” (p. 154).
Tras beber con los amigos, el novio vuelve a casa. Por el camino el
cementerio le recuerda lo mal que “se debe estar ahí dentro”, un
ciprés “parece un fantasma alto y seco, un centinela de los
muertos”, la lechuza sobre el ciprés es “un pájaro de mal agüero”
(p. 95), el silencio de la casa es extraño. Con el segundo embarazo,
la perrilla parece que tiene algo raro y luego la ventana que chirría
“como si quisiera atravesarla algún aire” (p. 166) se confunde con
la queja del niño.
5. A la vuelta del noviazgo, los vinos con los amigos acaban a
navajazos. Pascual acuchilla a Zacarías (final capt. 8) y, tras el
aborto de Lola, atraviesa a la yegua (final capt. 9, p. 160).
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Finalmente, tras la muerte de Pascualillo y agobiado por las
palabras de las mujeres, Pascual mata (final del capt. 12, pp. 174175).
6. Los capítulos 10-12 se encuentran encadenados. Logran establecer
una tensión narrativa en constante in crescendo hasta el desenlace
final. Es otro de los momentos en los que el autor recurre a las
supuestas omisiones de los diálogos. Las frases entrecortadas
logran aumentar la sensación de locura y de sinsentido general. El
antiguo odio, la desgracia y la rabia se unen para dar lugar a la
acción. Pascual no quiere matar. Pero sabe que no podrá seguir
soportando la mirada. De nuevo los ojos y la mirada. Como con la
perrilla. La mirada que siente juzgadora. Pascual huye.
7. Leontina: ‘Cinta o cadena colgante de reloj de bolsillo’.
Tejeringos: ‘Churros’.
Bizcochada: ‘Panecillo de masa sobada y forma prolongada, con
una cortadura en medio y a lo largo’.
Aguamanil: ‘Palangana o pila destinada a lavarse las manos’.
Tósigo: ‘Veneno, ponzoña’.
Ponerse en facha: ‘Ponerse en forma o disposición conveniente para
algo’.
Capítulos 13-17
1.
En principio, el acto de volcar los pensamientos en el papel se
entiende como simple desahogo: “como del aplanamiento en que me
hundo no de otra manera me es posible salir si no es emborronando
papel y más papel”.
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
Pero una vez comenzado el relato, el autor se deja llevar por la
escritura y necesita acabarla: “cuando pienso en que de precipitarse
un poco más los acontecimientos, mi narración se expone a quedarse
a la mitad y como mutilada, me entran unos apuros y unas prisas…”
(p. 179). Sólo más adelante, sobre todo tras la conversación con el
padre Santiago, las memorias se erigen en testimonio de confesión y
arrepentimiento: “No creo que sea pecado contar barbaridades de las
que uno está arrepentido. Don Santiago me dijo que lo hiciese si me
traía consuelo” (p. 180).
2.
El narrador mide, efectivamente, el tiempo de redacción: “este
papeleo, que … al principio creí que en ocho días lo despacharía, hoy
–al cabo de ciento veinte- me sonrío no más que de pensar en mi
inocencia” (p. 179). Como mínimo, pues, Pascual lleva en la cárcel
cuatro meses antes del 15 de febrero en que habría acabado el
manuscrito y lo habría enviado a su destinatario.
3.
Sale del pueblo, se distancia más de tres leguas hasta Don
Benito, en donde toma el tren para Madrid. En la ciudad permanece
algo menos de quince días (p. 183). De allí marcha también en tren
para La Coruña. Aquí permanece un año y medio. Dice el narrador
que “unido al medio año que llevaba por el mundo y fuera de mi
casa” (p. 187) suman dos años que le llenan de morriña y le
impulsan a volver a su pueblo. Las sumas temporales en este caso
no casan demasiado bien, rasgo sin duda deliberado para mostrar lo
azaroso y deslabazado del relato.
4.
Al principio del capítulo 15 se ha producido un pequeño salto.
Pascual está ya en el pueblo y el narrador nos sitúa directamente en
la escena cotidiana de la pareja. Pero Lola necesita confesar un
secreto: ha “pecado” durante la ausencia del marido. Ahora espera
un hijo y quiere tenerlo.
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El despechado obliga a la esposa a confesar quién es el padre, el
peso de la culpa y el remordimiento van a provocar la muerte de la
mujer justo en el momento de la confesión. Todo ello se explica de
forma entrecortada y a través del discurso directo de los personajes.
El narrador apenas interviene: sólo oímos el diálogo del matrimonio y
es a través de sus palabras como comprendemos lo que está
ocurriendo.
5.
En su anterior encuentro (capítulo 3), Pascual sintió que su
adversario utilizó la palabra como arma y que a través de ella
consiguió dejarlo burlado. Esa espina que el narrador aseguró llevar
clavada en la sangre es la que aquí también quiere extraerse: “Me
tenté la ropa, medí las distancias y , sin dejarle seguir con la palabra
para que no pasase lo de la vez anterior” (p. 196), “¿Quieres callarte
ya? Me has buscado las vueltas hasta que me encontraste” (p. 197).
Pascual no puede permitir que el enfrentamiento se salde de nuevo
con victoria para el Estirao. Por eso, a pesar de lo prometido a Lola,
acaba por matarlo.
6.
Al llegar al pueblo, el jefe de estación lo recibe sin ningún
aspaviento. “La sangre se me agolpó a los oídos y las lágrimas
estuvieron a pique de aparecerme en ambos ojos. Al señor Gregorio
no le importaba nada mi libertad. … Iba triste, muy triste; toda mi
alegría la matara el señor Gregorio con sus tristes palabras y un
torrente de funestas ideas, de presagios desgraciados ... me
atosigaban la memoria” (p. 204). A partir de aquí, el camino hasta la
casa familiar se llena de signos funestos: quienes descansan en el
cementerio parecen salir “en esqueleto a mirarme pasar”, la propia
sombra es un fantasma que sigue los movimientos del protagonista…
Pascual se esfuerza por superar estos pensamientos imaginando el
recibimiento y la alegría de la madre y sobre todo de la hermana,
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ante quien él se presentaría “libre, sano como una manzana, listo
para volver a empezar, para consolarla, para mimarla, para recibir su
sonrisa” (p. 205). El discurrir de estas imaginaciones se ve
interrumpido entonces por el diálogo entre León y el señorito
Sebastián. Esa conversación demuestra que algunos de los vecinos sí
recuerdan a Pascual y sus tres años en la cárcel. La alegría, pues,
torna a invadir el espíritu del protagonista y le da ánimo para
enfrentarse al reto de llamar a su casa. El recibimiento, sin embargo,
no puede ser más triste: la madre no muestra ningún tipo de afecto,
ni siquiera sorpresa, al abrir la puerta. Y la hermana se halla de
nuevo a Almendralejo. La realidad se impone con toda su dureza.
Nada se parece a lo que Pascual quería imaginar. Por si fuera poco,
el nuevo lío de la hermana Rosario no es otro que el señorito
Sebastián, el personaje a quien acabábamos de oír hablando con
León cuando ambos vuelven de Almendralejo “quien sabe si de ver a
las novias” (p. 206). La vida de Pascual es “la lucha” que mencionaba
anteriormente. La cárcel configuraba un reducto pasivo, tranquilo,
casi amable, a años luz del entorno real.
Capítulos 18-19
1. La segunda esposa de Pascual es guapa, religiosa, sobrina de doña
Engracia y se llama Esperanza. Ella lleva limpieza y orden a la casa
y simboliza en sí misma la idea de “segunda oportunidad” que vive
Pascual.
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
2. Los actos rememorados se combinan aquí con las reflexiones en
torno al odio, la culpa y la expiación. Como cuando huyó del pueblo
la vez anterior (capt. 12), el sentimiento de desgracia y la idea del
destino funesto de la propia vida se combinan con el odio por la
madre y la necesidad de romper con la sórdida cotidianidad.
Pascual ha unido antes toda esta combinación de reflexiones. Sobre
todo al final de ese capítulo 12. Entonces la respuesta a su angustia
fue la huida del pueblo. Ahora “el poner la tierra por en medio” (pp.
214) también se ofrece como posible solución, que, sin embargo,
no llega. Entre aquel momento y éste, Pascual ha vivido otras
experiencias. Sobre todo ha matado. Y ha vivido la cárcel como
refugio. Desde este punto de vista matar para acabar con el origen
de todos sus males se erige en acto casi inevitable. “La idea de la
muerte llega siempre con paso de lobo, con andares de culebra,
como todas las peores imaginaciones. Nunca de repente” (p. 215).
Cuando, después de mucho, Pascual mata a la madre, su reacción
es “como de alivio … Podía respirar…” (p. 220).
3. Por muerte natural fallecen el padre de Pascual (capt. 4, pp. 128129), Mario (capt. 5, p. 134), Pascualillo (capt. 10, p. 167) y Lola
(capt. 15, p. 192). Sufren asesinato (o un ataque sangriento, en el
caso de Zacarías):
La Chispa:
“Cogí la escopeta y disparé; volví a cargar y volví a disparar. La perra
tenía una sangre oscura y pegajosa que se extendía poco a poco por la
tierra” (final del capt. 1, p. 115).
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Zacarías:
“Me fui hacia él y, antes de darle tiempo a ponerse en facha, le arreé
tres navajazos que lo dejé como temblando. Cuando se lo llevaban …
le iba manando la sangre como de un manantial…” (final del capt. 8, p.
156).
La yegua de Pascual:
“Fue cosa de un momento … Tenía la piel dura; mucho más dura que
la de Zacarías … Cuando de allí saqué el brazo dolido, la sangre me
llegaba al codo. El animalito no dijo ni pío; se limitaba a respirar más
hondo y más deprisa, como cuando la echaban al macho” (final del
capt. 9, p. 160).
El Estirao:
“Pisé un poco más fuerte… La carne del pecho hacía el mismo ruido
que si estuviera en el asador… Empezó a arrojar sangre por la boca.
Cuando me levanté, se le fue la cabeza –sin fuerza– para un lado…”
(final del capt. 16, p. 198).
La madre de Pascual:
“Fue el momento mismo en que pude clavarle la hoja en la garganta…
La sangre corría como desbocada y me golpeo la cara. Estaba caliente
como un vientre y sabía lo mismo que la sangre de los corderos” (final
del capt. 19, p. 220).
A Pascual le resulta muy próximo el contacto con la sangre. Desde
aquel olor que desprende la cuadra y que él siente como familiar, la
muerte le acompaña a lo largo del relato. Las muertes naturales se
narran de pasada cuando afectan al protagonista (Lola y Pascualillo).
En cambio, cuando el narrador se detiene a describirlas es para hacer
todavía más patente la ridiculez de los fallecidos. Así con el padre y
sus ojos saltones y la lengua morada, o con Mario pringado de aceite y
con un hilillo como de baba emanándole de la cara.
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
En cambio, los asesinatos se llenan de detalles en torno al cuerpo, el
tacto, el sonido, la sangre… Basta un rápido vistazo a los fragmentos
destacados más arriba para darse cuenta, además, de que el narrador
no discrimina las muertes de las bestias de las de las personas: la piel
de la yegua es más dura que la de Zacarías, el pecho del Estirao hace
el mismo ruido que si estuviera asando un costillar, la sangre de la
madre sabe igual que la de los corderos. Esta animalización destaca la
perspectiva del protagonista. Es Pascual quien ya no distingue entre
matar una perra o una persona.
4. La opinión de cada cual dependerá de su propia formación e
ideales, así como del análisis que haga de la conducta del
personaje, de sus oportunidades perdidas, de su manera de
relacionarse con los demás… En general, el narrador ha querido
presentarnos
a
un
hombre
sin
formación
que
ha
vivido
prácticamente como un animal, familiarizado desde pequeño con las
experiencias más brutales. A la violencia como recurso para
resolver conflictos y la suciedad y el despabilarse cada uno por su
cuenta como forma de vida, se suman la idea de desgracia y de
destino
funesto
que
inunda
el
alma
del
protagonista.
Las
oportunidades que ha tenido para salir de aquí han dependido en
gran medida del amor, del enamoramiento y de las mujeres. Es
sólo en este sentido y en este punto, quizá, en el que Pascual
escaparía al concepto de víctima de su contexto.
5. VOCABULARIO:
Copo: ‘Mechón o porción de cáñamo, lana, lino, algodón u otra
materia que está en disposición de hilarse’.
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Tabas: ‘Juego en que se tira al aire una taba de carnero (uno de los
huesos del tarso), u otro objeto similar, y se gana o se pierde
según la posición en que caiga aquélla’.
Nazareno: ‘Penitente que en las procesiones de Semana Santa va
vestido con túnica, por lo común morada’.
Otra nota del transcriptor – Carta de S. Lurueña – Carta de
Cesáreo Martín
1. A la guerra civil española (18 de julio de 1936-1 de abril de 1939),
que asoló el país y del que surgiría el régimen dictatorial de
Francisco Franco
2. Respuesta libre.
3. Primero escribiría de corrido hasta el capítulo 12-13. Luego la carta
introductoria. Pero después de ésta continuaría su redacción
utilizando otra tinta para escribir.
4. A Herodoto (484-425 a.C.) se le considera el padre de la
historiografía por su famosa obra Ἱστορίαι o Historiae, literalmente
«investigaciones, exploraciones», más conocida como Los nueve
libros de historia. Es considerada una fuente importantísima por los
historiadores por su gran veracidad, por ser la primera descripción
del mundo antiguo a gran escala y por ser también la primera en
prosa griega.
5. La muerte de Pascual es una coda cruda que cierra el retrato, que
demuestra “a todos su miedo a la muerte” y que lo sitúa en el
grupo de fallecidos cuyas muertes se han narrado al detalle como
instrumento de ridiculización del traspasado.
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Solucionario: “La familia de Pascual Duarte”
6. El dorado fue un lugar mítico. Situado en América, se suponía que
tenía grandes reservas de oro y los conquistadores españoles lo
buscaron con gran empeño.
7. Puede haber opiniones para todos los gustos y sobre ello se puede
debatir en el aula. En principio “la familia…” es el título que lleva el
propio manuscrito, en color rojo, según nos ha dicho el testamento
de Joaquín Barreda López. Pero éste es un recurso del narrador. El
título es sobre todo la mejor forma de demostrar que Pascual
supone que estas páginas no son sólo un retrato de sí mismo sino
de toda su familia, como si fuera un sujeto colectivo. Ellos
protagonizan el relato. Pero ¿sobreviven a él?
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