La expulsión de los jesuitas

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La expulsión de los jesuitas
Capítulo
XII
La expulsión de los jesuitas
¿...Qué hicimos para ofender al soberano, a tal extremo que nos expulsa de sus dominios
custodiados, como si fuéramos criminales...?
Los antecedentes
La orden religiosa de San Ignacio de Loyola fundada en 1540, alcanzó su mayor fuerza y expansión
en el siglo XVII, aunque siguió creciendo a menor ritmo después de esta época. Los jesuitas
siempre fueron considerados, por unos, como una sociedad que debía temerse y condenarse, y por
otros, como la comunidad religiosa más estimable de la iglesia. No puede mencionarse una causa
concreta por la cual la orden empezó a ser objeto de ataques y calumnias, sobre todo en los países
en que por más de 200 años había sido la más fuerte y reconocida: España1, Francia y Portugal.
Cierto que en varias ocasiones los mismos jesuitas se procuraron las dificultades, como en el caso
de Tirso González, quien estando en el generalato de la orden
en el período de 1682 a 1686, se manifestó abiertamente en
contra del rey de Francia, Luis XIV, lo que obligó al monarca
en 1688 a disponer el retiro de Roma de todos los jesuitas
franceses; pero en su mayor parte, los ataques a estos
religiosos obedecían a calumnias e intrigas de sus enemigos
que se encontraban por toda Europa2.
A mediados del siglo XVII, un decreto papal hizo condena
pública de las prácticas rituales de chinos y malabares
conversos que eran permitidas por sus misioneros jesuitas3, lo
cual fue un golpe más a la Compañía; los ministros de varios
gobiernos europeos, anticlericales y enemigos de Roma4, con
sus intrigas y acusaciones dolosas atacaron a los jesuitas cada
vez que pudieron por identificarlos con el papado; con
frecuencia les hicieron cargos de laxismo ético, sobre todo los
jansenistas franceses e italianos, quienes predicaban una moral
Carlos Francisco de Croix, virrey
de Nueva España cuando los
extremadamente rigurosa, y para colmo, tal vez por la
jesuitas
fueron expulsados por
justificación que el padre Mariana había hecho del tiranicidio,
decreto
de
Carlos III, en 1767.
lo que implicaba el derecho del pueblo a ajusticiar al rey si
fuera necesario, se les acusó de participar en atentados contra
algunos monarcas y de organizar conspiraciones. Localmente, se enviaron las siguientes
acusaciones a Madrid5: 1. Que el capitán de Loreto y sus soldados eran como esclavos de los
jesuitas; 2. Que los misioneros vendían comida y otras cosas a los soldados a precios más elevados
que las tarifas acordadas; 3. Que a cambio de un duro trabajo, los indios recibían de los jesuitas sólo
maíz hervido; 4. Que poseían minas de plata; 5. Que al no venderles a los mineros de San Antonio
suficiente maíz, su rendimiento era muy bajo; 6. Que los jesuitas nunca dejarían que se
establecieran colonias españolas en California; 7. Que sostenían tratos comerciales con los ingleses;
8. Que los jesuitas nunca mencionaban a los nativos la existencia del rey, con el fin de ser ellos
considerados los reyes de California.
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La expulsión de los jesuitas
Ante este alud de ataques y acusaciones, de nada le valieron a la orden sus riquezas, ni su
constelación de intelectuales, ni su formidable obra evangelizadora en Asia y América, y el asalto
final se inició en 1758 y 1759 en Portugal con el siguiente pretexto: el 3 de septiembre de 1758 el
Rey José I sufrió un atentado contra su vida al regresar de una visita a una mujer, y aunque sólo
recibió una herida de bala, varios personajes fueron ejecutados al encontrárseles culpables del
hecho, los jesuitas también fueron acusados y todas sus propiedades confiscadas; tres meses
después, fueron expulsados del imperio portugués y embarcados con destino a los estados papales;
en tanto que en Francia y sus posesiones la orden fue suprimida el 6 de agosto de 17626.
En marzo de 1776 hubo en España una violenta protesta del pueblo de Madrid contra el gobierno, a
causa de la carestía de la comida y porque la gente no aceptaba un decreto real que pretendía
imponer ciertas modas en el vestir7, el gobierno y los enemigos de la orden se encargaron de
interpretar estas manifestaciones como un ataque de los jesuitas contra la corona, y el 27 de febrero
de 1767 Carlos III decretó su expulsión de todo el reino y sus colonias; en la capital española , en la
media noche del 31 de marzo, tropas del rey llevaron la orden al Colegio Imperial de la Compañía y
leyeron el decreto de exilio a los jesuitas, tenían que salir inmediatamente, con las ropas que
llevaran, sus breviarios, un libro de oraciones, chocolates y algún pequeño cambio...8
La expulsión
El virrey de la Nueva España, Carlos Francisco de Croix, recibió la orden real girada por el conde
de Aranda, y la hizo efectiva del 23 al 25 de junio de 1767 en las provincias de la colonia, excepto
California, a donde el virrey mandó al capitán Gaspar de Portolá con el cargo de gobernador y con
la grave comisión de ejecutar el decreto del rey.
A fines de noviembre de 1767 llegaron Portolá y 50 soldados a San Bernabé después de una difícil
navegación; seguidamente, acompañado del capitán de la California que se encontraba en aquel
poblado, así como de 25 soldados, se dirigió a Loreto en donde comunicó la penosa noticia al padre
Benito Ducrue, en ese tiempo superior de las misiones, quien de
inmediato avisó por escrito a todos los misioneros lo relativo al
decreto real9, ordenándoles que tan pronto como inventariaran los
bienes a su cargo se concentraran en Loreto con sólo sus más
indispensables pertenencias.
Portolá traía la orden de que, mientras no se embarcaran para
Europa, los jesuitas permanecerían encerrados en sus cuartos sin
derecho a celebrar misa; por medio siglo, sus enemigos habían
denunciado fabulosas riquezas en las misiones de la Compañía10,
pero cuando el gobernador conoció los inventarios que presentaban
los discípulos de Loyola en Baja California, se sorprendió por la
pobreza de las misiones, algunas de las cuales apenas alcanzaban
Gaspar de Portolá,
la autosuficiencia, y quizá ésta fue la razón por la cual Portolá no
Gobernador de California
aplicó la disposición que se menciona para no agravar la pena de
después de la expulsión de los
los religiosos11. Sobre el trato que los jesuitas recibieron de
jesuitas.
Portolá, Baegert escribió lo siguiente: ...Gratitud y respeto por su
buen nombre me obligan a declarar aquí que el Gobernador Don Gaspar de Portolá ...trató a los
jesuitas, considerando las circunstancias, con respeto, honor, cortesía y amistad. Nunca causó la
más mínima molestia, asegurándonos sinceramente lo penoso que era para él tener que ejecutar tal
comisión. En varias ocasiones las lágrimas asomaron en sus ojos, y se mostró sorprendido por
encontrar europeos que desearan ir a vivir y morir en tal país...12
181
La expulsión de los jesuitas
A todas las demás órdenes dieron los misioneros cabal cumplimiento, y el 3 de febrero de 1768,
zarpó el Concepción hacia San Blas, llevando a 15 jesuitas y el hermano encargado del almacén;
poco después partieron hacia Veracruz, en donde finalmente se embarcaron para Europa, se fueron
dieciséis personas, y dieciséis misioneros quedaron sepultados en la península, dos de ellos tras
haber muerto como mártires. Tiempo después el padre Baegert, que tan severo había sido en su
descripción de los primitivos californios, escribió sobre su partida a Loreto: ...Después de celebrar
la Misa el día de la Purificación de Santa María, se produjeron tanto llanto y lamentos entre los
nativos presentes, que yo también sentí deseos de llorar y no pude evitar sollozar en todo el camino
a Loreto. Aun ahora, mientras escribo esto, las lágrimas llenan mis ojos..13.. Se dice que al ser
llevados los misioneros por los indios al barco que los esperaba cantando la Letanía de Loreto, hasta
Portolá sollozó. Curiosa coincidencia es, como se mencionó renglones antes, que 15 sacerdotes y un
hermano salieron finalmente de California y 15 sacerdotes y un hermano murieron en ella. Después
de poco más de 70 años de labor misionera14, el legado de la orden consistió en 14 misiones,
numerosos poblados y caminos, y miles de indios convertidos al cristianismo; aunque esta
población autóctona, desde entonces, mostraba ya los signos de su irremediable extinción, sobre
todo en la región meridional. Sería hasta 1813 cuando volvería la Compañía de Jesús en México.
Las misiones quedaron resguardadas por soldados para impedir la deserción de neófitos y proteger
los bienes que hubiera, en tanto llegaban los substitutos de los jesuitas, aunque los latrocinios no
pudieron evitarse, cometidos muchas veces por los propios militares.
Los franciscanos al relevo
En julio de 1765 llegó a la Nueva España don José de Gálvez en calidad de visitador general, con
amplias facultades otorgadas por el rey para reordenar los asuntos
de la colonia e investigar un fraude contra el erario real cometido
presuntamente por el entonces virrey don Joaquín de Monserrat,
marqués de Cruillas. Gálvez demostró en diversas acciones un
carácter enérgico y diligente, y muy pronto, el marqués de
Cruillas fue substituido por don Carlos Francisco de Croix. Al
salir los jesuitas, el virrey y el visitador general acordaron que los
franciscanos del Colegio de San Fernando de México fueran los
nuevos encargados de las misiones de California, para lo cual
solicitaron 12 religiosos, ya que se pretendía ubicar sacerdotes
seculares en 4 de las misiones más adelantadas. El padre guardián
del Colegio logró sin dificultad que se aprestaran voluntariamente
los futuros misioneros, llamó a fray Junípero Serra para que
saliera al frente del grupo hacia California, y el 14 de julio de
1767 emprendieron el viaje a Tepic, a donde llegaron tras fatigosa
y prolongada jornada.
José de Gálvez
José de Gálvez ha sido considerado por algunos historiadores
como el personaje más importante que llegó a la Nueva España en el siglo XVIII15, pues aunque su
grandiosa visión de lo que haría de la frontera noroeste de la colonia finalmente resultó utópica, sí
promovió las acciones que culminaron con la conquista y colonización de la Alta California, en sí
una extraordinaria hazaña cuyos méritos no pueden regatearle ni sus más severos críticos. Nativo de
la aldea de Macharaviaya, en el sur de España, Gálvez vio la luz primera el dos de enero de 1720,
estudió en la Universidad de Salamanca, y su dominio del francés le facilitó hacer carrera en el
Ministerio de Estado de España. En la estrategia general que el visitador fue integrando para lograr
el afianzamiento de la frontera mencionada se comprenderían dos objetivos: proteger el potencial
minero de Sonora, sobre todo contra ataques de los indios, con la vecina California firme y en
182
La expulsión de los jesuitas
desarrollo16; y asegurar la hegemonía de España en la costa noroeste de la Colonia fundando
misiones y poblados, ya que la presencia del imperio ruso se empezaba a sentir, y los piratas
ingleses eran una verdadera amenaza en aquella lejana y desconocida frontera17. Para ello, el
visitador general intentó llevar a cabo una verdadera reforma en la tenencia de la tierra, en la forma
de gobierno y en el comercio, aprovechando el hecho de que la Compañía de Jesús, antítesis de sus
aspiraciones modernizadoras, acababa de salir de la península. De hecho, Gálvez llegó a considerar
a los jesuitas culpables de traición a los intereses del imperio español por su supuesta ambición de
poder y riquezas, y su incapacidad de lograr el progreso de la California18, la cual pensaba que se
lograría aplicando una nueva y total organización muy diferente a la impuesta por los misioneros.
Sin embargo, la cruda realidad acabaría años después con los sueños del visitador real.
Volviendo a los franciscanos, conforme a lo planeado inicialmente para su labor en California, se
llevarían a su paso por Guadalajara a los 4 clérigos seculares que necesitaban, pero el obispo de la
ciudad no contaba con religiosos disponibles, por lo que el padre guardián tuvo que mandar a Tepic
a los 4 faltantes completándose así el número de 16. En este poblado tuvieron que permanecer
varios meses por no estar disponible la embarcación en que saldrían y fue hasta el 12 de marzo de
1768 cuando, en el mismo Concepción que había traído a los jesuitas expulsados, zarparon los
franciscanos rumbo a Loreto, a donde llegaron el 1º. de abril; para el día 6 todos se encaminaron a
sus respectivas misiones con la orden de conservar el estado de las cosas como se encontrara, hasta
en tanto llegara el visitador general, quien como se verá después, arribaría hasta el 5 de julio19 a la
Ensenada de Cerralvo.
Página inicial y últimos renglones del Real Decreto relativo a la expulsión de los jesuitas, que
recibió el Conde de Aranda para su aplicación
183
La expulsión de los jesuitas
Relación de los misioneros jesuitas que estuvieron en Baja
California y su lugar de procedencia
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Arnés, Victoriano; España, 1764-68 *
Armesto, Juan; España
Badillo, Francisco María; España, 1752-62
Baegert, Juan Jacobo; Alsacia, 1751-68 *
Barco, Miguel del; España, 1736-6820 *
Basaldúa, Juan Manuel de; Nueva España,
1709
7. Bischoff, Juan; Bohemia, 1752-68 *
8. Bravo, Jaime; España, 1705-44 **
9. Carranco, Lorenzo; Nueva España, 172734**
10. Consag, Fernando; Croacia, 1733-59 **
11. Copart, Juan Bautista; 1683-86
12. Díez, Juan José; Nueva España, 1765-68 *
13. Domínguez, Francisco; Nueva España, 1747
14. Druet, Jacobo; Italia, 1732-53 **
15. Ducrue, Franz Benno; Alemania, 1748-68 *
16. Echeverría, José; España, 1730-56
17. Escalante, Francisco; España, 1758-68 *
18. Franco, Francisco Javier; España, 1764-68 *
19. García, Andrés Xavier; España, 1737-64 **
20. Gasteiger, Joseph; Alemania, 1745-5521 **
21. Gilg, Adam; Bohemia22, 1705
22. Goñi, Matías; 1683-1686
23. Gordon, William; Escocia, 1730-37
24. Guillén, Clemente; Nueva España, 171448**
25. Guisi, Benito; Italia, 1711
26. Helen, Everardo; Alemania, 1719-1735 **
27. Hostell, Lamberto; Alemania, 1745-68 *
28. Inama, Franz; Austria, 1750-68 *
29. Kino, Eusebio Francisco; Italia, 1683-86
30. Link, Wenceslao; Bohemia, 1762-68 *
31. López, Francisco María
32. Luyando, Agustín María; Nueva España,
1730-35
33. Luyando, Juan Bautista; Nueva España,
1727-34. (o Juan María)
34. Masariegos, Francisco María; Nueva
España, 1740
35. Mayorga, Julián de; Nueva España, 170736**
36. Minutili, Gerónimo; Cerdeña, 1702-1705
37. Mugazábal, Juan; España, 1704-61
38. Nápoli, Ignacio María; Italia, 1721-32
39. Nascimbén, Pedro María; Venecia, 174555**
40. Neumayer, Carlos; Alemania, 1745-64**
41. Osorio, Francisco; Nueva España, 1725-27
42. Peralta, Francisco; Nueva España, 17091711
43. Píccolo, Francisco María; Sicilia, 16271729**
44. Retz, Jorge; Alemania, 1748-68 *
45. Rondero, José; Nueva España,
46. Rothea, José Mariano; Nueva España, 175068 *
47. Salazar, Juan José; Nueva España, 1758-59
48. Salazar, Julián José; Nueva España, 1759-63
49. Salvatierra, Juan María; Milán, 1697-1717
50. Sistiaga, Sebastián; Nueva España, 1718-47
51. Sotelo Figueroa, Manuel María; España,
1761
52. Tamaral, Nicolás; España, 1717-34 **
53. Taraval, Segismundo; Italia, 1730-50
54. Tempis, Antonio; Austria, 1736-46 **
55. Tirsch, Ignacio; Austria, 1762-68 *
56. Trujillo, Gaspar; Nueva España, 1744-48
57. Trujillo, Joaquín; Nueva España, 1756
58. Ugarte, Juan de; Honduras, 1700-1730
59. Ugarte, Pedro de; Honduras, 1703-10 **
60. Utrera, José de; España, 1755
61. Ventura, Lucas; España, 1757-68 *
62. Villavieja, Juan; España, 1766-68 *
63. Wagner, Francisco Xavier, Alem.1737-51**
64. Zumpziel, Bernardo; Alemania, 1739-53
* Expulsado en 1768
** Murió en Baja California
[Baegert incluye a José de la Hera, quien no aparece
en esta relación]
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La expulsión de los jesuitas
1
Los padres del Rey Felipe II estimaban a Francisco de Borja, quien renunció a ostentar el título de Duque de Gandía para
hacerse jesuita, y ya como Superior General de la Compañía de Jesús , le concedió especial atención al trabajo misionero
en América.
2
Se ha considerado la expulsión de los jesuitas de Francia, España, Portugal y otros reinos europeos, como parte de un
lento proceso general, por el cual los gobiernos pasarían poco a poco a manos del pueblo, así como la independencia de
los monarcas respecto a la autoridad papal.
3
Los jesuitas decidieron aceptar o adaptar los ritos paganos de los nativos, tanto en China como en América, con tal de
utilizarlos en el adoctrinamiento cristiano, lo cual en cierta forma facilitó su trabajo.
4
El Papa Clemente XIII había sido considerado por muchos como un hombre de poco carácter e indeciso, pero cuando los
Borbones ejercieron todo su poder para que se suprimiera la Compañía de Jesús, mostró un inusitado valor para defender
a los jesuitas, y cuando el embajador de Francia D’Aubterre exigió al pontífice a fines de enero de 1769 que accediera a
los deseos de su gobierno contestó con energía: ...Preferiría que nos cortaran nuestras manos antes que suprimir la
Compañía..pero días después, el Papa Clemente XIII, el último amigo de los jesuitas. moría de un ataque al corazón.
5
Las acusaciones fueron posiblemente enviadas por Francisco Fabián y Fuero, obispo de Puebla; Francisco Antonio
Lorenzana, obispo de la ciudad de México, y el obispo Abreu de Oaxaca, según nota No. 57 de la traducción a Baegert de
Brandenburg y Baumann, op.cit..
6
La Compañía de Jesús fue suprimida en Portugal en 1759, en Francia en 1764, España lo hizo en 1767, y después
Nápoles y Parma. La supresión papal en todo el mundo se logró en 1773, siendo pontífice Clemente XIV, aunque el rey de
Prusia rechazó la orden durante tres años, y el emperador de Rusia indefinidamente. De 22 787 jesuitas que había en el
mundo, 5 014 estaban en los dominios españoles en el momento de suprimirse la Compañía. (Éste dato tomado de “Pobres
Jesuitas” , Fernando Garrido, 2ª. Edición, Imprenta Calle de Mendizábal, Núm. 22, Madrid, 1881.)
7
El decreto prohibía el uso de la capa y sombrero acostumbrados por los españoles y favorecía el sombrero de tres picos
y la peluca francesa.
8
“The Generals of the Society of Jesús. The Supression of the Society”.
9
Inmediatamente después de la expulsión, los amigos de los jesuitas no pudieron hacer ningún movimiento serio en
defensa de los religiosos, ya que la disposición real no daba lugar a ello, sobre todo por lo expresado al final de la orden
de destierro: ...con la prevención de que estando estrechamente obligados todos los vasallos de cualquier dignidad, clase
y condición que sean, a respetar siempre las justas resoluciones del Soberano, deben venerar, auxiliar y cumplir éstas
con la mayor exactitud y fidelidad porque Su Majestad declara incursos en su real indignación a los inobedientes y a los
remisos ...y pues de una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran Monarca que ocupa el trono de España,
que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno...Sin embargo, la
Compañía de Jesús se había ganado no sólo enemigos, sino una gran cantidad de admiradores entre el pueblo, y en las
clases sociales encumbradas; y se llamaban jesuitas no únicamente los religiosos, legos y novicios de la orden, sino
también gran cantidad de seglares que pertenecían a la alta sociedad que habían hecho votos especiales y el pueblo los
llamaba jesuitas de capa corta; esta gente buscó por todas las formas posibles el regreso de la Orden. A esto se debe que
en la ciudad de México y en muchas provincias, llegaron a publicarse escritos que atacaban al gobierno y exaltaban
favorablemente la imagen de los jesuitas, lo cual obligó al marqués de Croix a pedir a los inquisidores de México que se
publicara un edicto prohibiendo esos libelos, y a recoger todos los que se pudieran. Al principio, los inquisidores se
negaron a obedecer la orden del virrey, y ni Gálvez pudo convencerlos para que acataran la disposición, y sólo cuando
intervino el Consejo de la Inquisición, que desaprobó la conducta de los inquisidores, acataron éstos la disposición del
gobierno. Aun con todos estos problemas iniciales, pronto volvió la tranquilidad a la Colonia.
10
Se ha dicho que en la península no había grandes riquezas de los jesuitas, pero el conjunto de bienes que en total les
confiscó el gobierno fue enorme; se tuvo que crear la Dirección General de Temporalidades de Nueva España para
disponer la venta de esos bienes (llamados temporalidades) , y se dieron grandes facilidades de pago a quienes quisieran
comprar las fincas dejadas por la Compañía.
11
La pobreza que se percibía en la estructura misionera en California no concordaba del todo con el informe que rindió
Palou al padre guardián de la orden franciscana, que se transcribe en parte:
Existencias que se hallaron al tiempo de la expulsión de los jesuitas
Dinero
En dinero se halló en la Procuraduría General de Californias, cuando la expulsión fue de 92.400 pesos. Por los géneros
que se encontraron en el almacén dicha procuraduría, evaluados por comerciantes de España y México estos sumaron
27.255 pesos, 6 reales y los efectos que se hallaron en el almacén de Loreto, según precios a que los cargaban y vendían
fue de 79.377 pesos 3 reales
TOTAL DE EXISTENCIAS 199.033 pesos 1 real
Préstamos
Hechos por la Procuraduría General de Californias, de los caudales de las Misiones y consta de sus respectivas
escrituras:
Al Colegio de San Ignacio de Puebla, con réditos de 4% 5.000 pesos
Ídem de San Ildefonso de Puebla a un 31/2 por ciento 22,000 pesos
Ídem de San Pedro y San Pablo de México,
sin expresión de réditos 29.100 pesos
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La expulsión de los jesuitas
Ídem de San Ildefonso de Puebla a un 3 por ciento 23.000 pesos
Ídem de San Gregorio de México a un 3 por ciento 38.500 pesos
Ídem de San Ildefonso de Puebla a un 3 por ciento 9.000 pesos
TOTAL DE PRÉSTAMOS 126.600 pesos
Resumen general
Total de limosnas 178.594
Total de existencias 199.033
Total de préstamos 126.600
TOTAL DE TOTALES........... 504.227 pesos 1 real
NOTA: Además de estos capitales, hay las haciendas llamadas de Ibarra, cuyo administrador ha informado que en años
regulares producen 20,000 pesos de renta, libres de todos gastos; a cuya cantidad deberán añadirse los productos de las
haciendas de arroyo zarco.
Hasta aquí dicho papel. Y acerca de este papel tengo el reparo de que las dichas haciendas que dice en conclusión que
son donde Ibarra y Arroyo Zarco, las compraron de las limosnas de los bienhechores donantes para evitar lo que al
principio experimentaron, de que poniendo 10.000 pesos en un particular para que cada un año diese el rédito de 500
pesos para el sínodo del padre misionero, solía quebrar el particular y se perdía la finca, y se veían precisados a buscar
otro bienhechor o a largar la misión, como lo dice la Historia del padre Venegas. Para nunca verse en esto, arbitraron el
comprar dichas haciendas y cuidarlas, y lo que produjera fuese para los anuos sínodos, y lo demás para que fuese en
aumento y poder enviar algunas cosas más a las obres misiones, como consta en los libros de las misiones que lo hacían:
De lo dicho infiero que sólo existían a la expulsión de los padres jesuitas las dichas haciendas con las existencias y
préstamos, que suman 325.633 pesos y 1 real. De esas gruesas cantidades, como de los productos de dichas haciendas,
vea si podrían hacer anualmente alguna limosna de ropa para estos pobres indios, y no digo sólo para los ya convertidos,
sino para los que se van a reducir al norte de la California hasta Monterrey, y con esto se atraerían a nuestra Santa Fe
Católica, que fue el fin de los bienhechores. Espero que vuestra reverencia pondrá todos los medios posibles para
conseguirlo, como también en todo lo demás que conduzca al adelantamiento espiritual y temporal de estas misiones,
antiguas como nuevas, que de Dios recibirá el premio. Así se lo pido en mis pobres oraciones y en el santo sacrificio de
la misa, y que guarde su vida muchos años con mucha salud y en su santa gracia.
De esta misión de vuestra reverencia de Nuestra Señora de Loreto de California, en 12 de febrero de 1772.
M.R.P. Guardián, b.l.m. de V.R. su rendido súbdito y seguro servidor, Fray Francisco Palou
.
12
M. M. Brandenburg y Carl L. Baumann; op.cit. p. 169; Cap. X, tercera parte.
Richard F. Pourade; op.cit.; Cap. 6.
14
Los misioneros expulsados eran: 5 españoles, 5 alemanes, 3 de Austria, 2 mexicanos y uno de Bohemia.
15
“A History of California; The Spanish Period”; New York, The Macmillan Company, 1926; Charles E. Chapman, pp.
207-209.
16
“Land, Labor and Production”, “California History”; 76, verano y otoño 1997; Steven W. Hackel; p. 113.
17
La bula del Papa Alejandro VI que dividía las tierras por conquistar en dos partes, una para España y la otra para
Portugal, no impresionó mucho a potencias europeas como Inglaterra, Francia y Rusia. Desde 1646, el almirantazgo
británico envió dos barcos a la Bahía de Hudson en búsqueda de un pasaje para el Mar del Sur, uno de los cuales, quizá no
casualmente, se llamaba California. Por su parte, desde 1579 Drake había desembarcado al norte de San Francisco y
reclamado aquella tierra para la reina Isabel I, bautizándola como Nova Albion, en latín, o Nueva Inglaterra, y doscientos
años después, el capitán George Vancouver exploró la costa hasta lo que hoy es Ensenada, lugar que consideró el punto
más meridional de Nueva Albión, o Nueva California, como frecuentemente la llaman los españoles, diría el navegante.
Vancouver reportó que con una pequeña fuerza se podrían quitar a España aquellas posesiones. Así es que la prioridad
para España era, más que evangelizar a los gentiles, hacer lo posible para preservar su hegemonía en aquellas tierras.
18
Decreto de José de Gálvez del 23 de noviembre de 1768 expedido en el Puerto de La Paz. Instituto Nacional de
Antropología e Historia, Archivo Franciscano 65, 232-234.
19
El día 6 según Francisco Palou.
20
Baegert lo considera italiano. Brandenburg y Baumann, op.cit. pp.201-202.
21
Baegert lo considera alemán. Ibídem, pp. 201-202.
22
Baegert lo considera de Moravia. Ibídem, pp. 201-202.
13
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