CANCIONES PARA LAVARSE LAS MANOS 1) Las manitos están sucias y ahora... ¿ qué haré? Con el agua y con la espuma, blanquitas las dejaré. Con la toalla suavecita las podré secar y mis manos picaronas Volverán a jugar. 2) El dedito se ensució y escondido se quedó en el fondo del bolsillo sin jabón y sin cepillo. Asomado a la pileta el dedito se cayó se mojó con agua fría y después se enjabonó. 3) Una mano y otra manito, se juntaron para lavar, lava, lava, lavan juntitas sus deditos que sucios están. 4) A lavarse las manitas con agüita y con jabón para que queden blanquitas como nubes de algodón. Adquiere tu CD Subí al Menu 2 ENSALADA DE CUENTOS Había una vez, un muñeco de madera que se llamaba Pinocho. Vivía con su abuelita en el bosque. Un día que la abuelita no se sentía bien y se quedó en la cama, llamó a Pinocho y le dijo: Pinocho, al salir de la escuela traéme manzanilla para hacerme un té. No te quedes jugando y volvé pronto. -Si abuelita. Y en cuanto lo dijo , la nariz le creció un poquito. Y Pinocho se fue rápido para que la abuela no lo viera. Cuando iba a la escuela se encontró con uno de los enanitos que estaba preparando una caña para ir a pescar. El enanito le dijo: - Hola Pinocho, ¿querés venir a pescar al lago cerca de mi casa? -Vamos, dijo Pinocho, olvidándose de los consejos de la abuela. Cuando llegaron, Pinocho se asomó a la orilla para ver los peces y quiso tocarlos, y en un descuido se cayó al agua. El enanito lo quiso escuchar a salir pero solo no pudo. Pinocho gritaba asustado. El enanito fue a buscar a los otros y entre todos con una soga lograron sacarlo. Lo llevaron a la casita, Pinocho lloraba y tenía mucho frío. Uno de los enanitos le sacó las ropas al fuego, entre dos lo metieron en la cama; otro le dio la sopa caliente, uno le contó un cuento, otro le planchó la ropa y el más chiquito le dio un caramelo. De pronto Pinocho vio por la ventana que ya era de noche y pensó en su abuelita que estaría preocupada esperándolo con la manzanilla. Los enanitos le dieron un frasco para llevarle pronto a su abuela y le dijeron que con eso se le iban a curar todos los dolores. Pinocho tomó el frasco, se despidió de los siete enanitos y se fue corriendo hacia su casa. Cuando llegó, su abuelita estaba preocupada y le preguntó a Pinocho que le había pasado que venía tan tarde. Pinocho se puso a llorar y entre sollozos le contó a su abuela lo que le había pasado; y le prometió no distraerse más por el camino y hacer ;o que la abuela le pedía. Pinocho fue a la cocina y le preparó el té con la hierba que le dieron los enanitos. La abuelita lo tomó y se sintió muy bien. Y así, Pinocho y su abuelita se fueron a dormir tranquilos y felices. Adquiere tu CD Subí al Menu 3 CANCIÓN DE TOMAR EL TÉ Estamos invitados a tomar el té. La tetera es de porcelana pero no se ve, yo no sé por qué. La leche tiene frío y la abrigaré, le pondré un sobretodo mío largo hasta los pies, yo no sé por qué. Cuidado cuando beban, se les va a caer la nariz dentro de la taza Mañana se lo llevan preso a un coronel por pinchar a la mermelada con un alfiler, yo no sé por qué. Parece que el azúcar siempre negra fue y de un susto se puso blanca tal como la ven, yo no sé por qué. Un plato timorato se casó anteayer. y eso no esta bien, yo no sé por qué. A su esposa la cafetera la trata de usted, yo no sé por qué. Detrás de una tostada se escondió la miel, la manteca muy enojada la retó en inglés, yo no sé por qué. Los pobres coladores tienen mucha sed porque el agua se les escapa cada dos por tres, yo no sé por qué. Adquiere tu CD Subí al Menu 4 EL REY, EL MAR Y EL DELFÍN Érase una vez un hombre que vivía muy lejos del mar y soñaba con la inmensidad. Había días felices, con paseos por el jardín y muchas risas. Entonces los amigos de este hombre solían decir: -Míralo cómo se ríe, míralo qué contento está, se está acordando del mar. Y había días tristes, de melancolía, de pena: -Míralo qué triste está, mira cómo se pierde su mirada, se está acordando del mar -solían decir. Cierto día llegó a palacio un duende -porque este hombre era un rey- y le dijo: -Señor, si dejaras de soñar terminaría tu tristeza. -Pero tengo miedo de que termine también mi alegría -repuso el rey. -¿Por qué no emprendes un viaje, alteza, y ves el mar? -preguntó el duende. El rey lo pensó dos veces, luego cepilló la crin de su caballo, ensilló, montó y se perdió detrás de los montes Urivales, que eran los montes de aquel reino. Unas semanas después, cerca de la Pascua, el rey regresó a palacio. Traía la mirada profunda y la sonrisa a flor de labios. Encargó los asuntos del reino a un primo de nombre Archibaldo y declaró: -Debo volver cerca del mar. Cepilló la crin de su caballo, ensilló, montó y se perdió detrás de los montes Urivales, que eran los montes de aquel reino. El rey pasaba los días sentado a la orilla del mar, mojándose las manos y chapoteando con los pies descalzos. La corona le estorbaba, así que se la regaló a una anguila. A la hora del crepúsculo el rey paseaba, recogía conchitas y disfrutaba el sonido espumoso que hacía la arena cada vez que una ola se retiraba. Así pasaron muchos años. Justo un día antes de que el rey empezara a ponerse viejo llegó un visitante de largas barbas. El visitante venía de las profundidades del mar, lo acompañaban sirenas y peces de todos tamaños. -¿Qué te trae por aquí? -preguntó el rey. -Soy Neptuno y vengo a ofrecerte que vivas con nosotros, dentro del mar -respondió el visitante. -¡Acepto!- se apresuró a decir el rey. Neptuno tronó los dedos y el rey se convirtió en delfín. Entró al agua, se dio varios chapuzones, aleteó alegremente. Los otros delfines miraban complacidos al rey que se había convertido en delfín. El rey estaba tan contento de ser delfín que empezó a reírse. -Oye, los habitantes del mar no acostumbramos reírnos, eso es cosa del hombre -dijo Neptuno. Pero ya era demasiado tarde: todos los delfines imitaban al rey y reían en el momento de alzar su cuerpo sobre las olas. FIN Adquiere tu CD Subí al Menu 5 CANCIONES PARA HACER SILENCIO 1) Abro una mano, abro la otra, cierro los ojos, abro la boca. Cierro una mano, cierro la otra, abro los ojos, cierro la boca. 2) Tapa tapita Tapón. Cierro la boca Ya esta! 3) La lechuza, la lechuza Hace shhh, hace shhh Todos calladitos Como la lechuza Que hace shhh, que hace shhh. 4) Rolla rolla desenrolla (lo hacemos con las manos) estiro estiro plaf plaf plaf (aplaudimos) (hacemos rolla grandes y chiquitos en voz baja hasta lograr el silencio...) 5) Era un girasol, era un girasol que miraba al sol, que miraba al sol lo trajo Julián, lo trajo Julián y ya lo verán y ya lo verán. Pam pam pam (Lo cantamos así, al compás de las palmas y al final chistando) Adquiere tu CD Subí al Menu 6 CUCÚ Cucú, cantaba la rana, cucú, debajo del agua; cucú, pasó un caballero, cucú, vestido de negro; cucú, pasó una gitana, cucú, vestida de lana, y comiendo pan; le pedí un pedazo, no me quiso dar; la cogí del brazo y la hice bailar. Si el cucú te gusta volveré, a empezar... Anónimo Adquiere tu CD Subí al Menu 7 PINOCHO Hasta el viejo Hospital de los muñecos, llegó el pobre Pinocho mal herido, un cruel espantapájaros bandido, lo sorprendió durmiendo y lo atacó. Llegó con su nariz hecha pedazos y una pierna en tres partes astilladas y una lesión interna y delicada, el médico de guardia lo advirtió. Al viejo cirujano, llamaron con urgencia y con su vieja ciencia, pronto lo remendó, pero dijo a los otros muñecos internados, todo esto será en vano le falta un corazón. El caso es que Pinocho estaba grave y en si de su desmayo no volvía y el viejo cirujano no sabía, a quien pedir prestado un corazón. Entonces llegó el Hada protectora y viendo que Pinocho se moría, le puso un corazón de fantasía y Pinocho sonriendo despertó y Pinocho sonriendo despertó. Pinocho, Pinocho, hay pobre Pinocho Adquiere tu CD Subí al Menu 8 EL CARACOL Aquel caracol que va por el sol, en cada ramita llevaba una flor. ¡Que viva la gracia, que viva el amor, que viva la gracia de aquel caracol! ... ANÓNIMO Adquiere tu CD Subí al Menu