Comunidades Misioneras

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Comunidades Misioneras
Un Modelo Inspirador
Las Reducciones SJ del Paraguay
1. Recuperar esa parte de nuestra historia evangelizadora y misionera
+ memoria e identidad
+ documentación abundante sobre las reducciones del Paraguay, de muy diversas
tendencias y valor
+ la extinción de la Compañía y la crisis de las misiones, de las reducciones.
2. Los modelos evangelizadores en la A.L. del siglo XVI, en A.L.
+ la evangelización de conquista – la evangelización inculturada
+ El modelo eclesial de la catedral medioeval – la utopía franciscana (Guadalupe) y de
Tomás Moro.
+ los conventos de México y Lima – los hospitales de la Sta Fe (Tata Vasco) y las
“fraternidades” impulsadas por franciscanos y jesuitas en las montañas del Perú.
+ los esfuerzos de los misioneros, delante de los reyes de España y Portugal,
para lograr áreas restringidas sólo para los indígenas, a fin de facilitar su
evangelización.
3. Inicio de las reducciones en el Paraguay
+ las amplias tierras donde habitan los guaranis y tupis (antiguo Paraguay), eran
bastante selváticas y sin minerales considerados valiosos.
+ la concesión de la corona española a los jesuitas, de una vasta área para la
evangelización de los indígenas, sin presencia de españoles. Inicio de las reducciones el
año 1609.
+ las reducciones, bajo el amparo y subditos del rey de España.
+ los difíciles inicios en los primeros años: pocos jesuitas animados con el proyecto, y
muchos problemas con las costumbres indígenas y sobre todo, con las invasiones de los
bandeirantes del Brasil, en colusión con autoridades portugesas y españolas coloniales.
+ la solidaridad de los jesuitas de São Paulo con los indígenas de las reducciones: su
expulsión de la ciudad en 1624.
4. El modelo o proyecto evangelizador de las reducciones
+ los arquitectos de los trazos maestros del modelo de las reducciones: el P. Mantega.
+ el impulso al proyecto por figuras misioneras notables, como Ruiz de Montoya, y
Roque González.
+ el apoyo decidido de los P. Generales .
+ características que tipifican el modelo de las reducciones
- La centralidad del pueblo de Dios: la gran plaza común, en el centro.
- La fe en Jesucristo, manantial fundamental de toda la vida: el templo que cobija a
todo el pueblo. Culto inculturado, participado, festivo.
- La igualdad radical de hijos e hijas adoptivos de Dios: habitación digna para todos;
alimento para todos; vestido para todos; trabajo para todos.
- La tarea de mejorar con eficacia la cualidad de vida por medio de la educación: el
colegio, los talleres de artes y oficios.
- Solidaridad: las tierras y trabajos comunes y compartidos. La atención a los
necesitados.
- Misioneros: ministerios de servicio al interior. Ministerio de convocar y
evangelizar a los “paganos”.
- Inculturadas: se propició que floreciera su propia cultura, sus cualidades artísticas
y culturales.
- La residencia jesuita: atendían los ejes fundamentales; la espiritualidad, la
educación, la misión.
+ “La república comunista cristiana de los guaranis” (Looney). En ninguna otra parte de
América, los indígenas alcanzaron esa cualidad y dignidad de vida humana y cristiana;
en las reducciones del Paraguay, los indígenas vivieron más libres, más desarrollados,
más felices. Su prosperidad espiritual-humana era motivo de envidia para parte de la
población europea y sobre todo, para las ciudades coloniales vecinas.
4. Expansión notable
+ en 30 años, las reducciones se multiplicaron y en ellas habitaban cerca de 170 000
indígenas.
+ se extendieron por parte del actual Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Perú y
Bolivia.
+ en 1639, los jesuitas logran de la corona española, la autorización de armar (con
ciertos límites), y de preparar las fuerzas armadas de las reducciones, a fin de que logren
autodefenderse de las agresiones de los mamelucos.
+ continuo proceso de aprovechar y socializar los avances técnicos y culturales, tanto de
lo logrado en alguna de las reducciones, como de Europa.
5. El extermino de las reducciones por las potencias coloniales
+ el decreto de 1750, sobre los límites de los territorios de España y Portugal: 8
florecientes reducciones quedaban bajo el dominio de Portugal y debían ser arrasadas
(película de la misión).
+ la expulsión de los jesuitas de los dominios del rey de España, Carlos III.
+ el asalto a las reducciones y sus bienes.
6. En nuestra tradición misionera y evangelizadora y los desafíos del hoy
+ grandes figuras y obras inspiradoras en nuestro servicio misionero, en la época
colonia: Anchieta, Kino, Ruiz de Montoya.
+ grandes figuras y obras inspiradoras en el servicio misionero reciente
+ los desafios del hoy, en la senda inspiradora de las reducciones del Paraguay: nuestro
esfuerzo común en las características que tipifican el modelo de parroquia SJ
+ recuperar el sentido y vivencia de la residencia ignaciana.
La Parroquia SJ,Comunidad Misionera
1.La misión de Jesús se continúa por el Pueblo de Dios
+ la misión recibida por Jesús de comunicar vida y vida abundante. Vidafraterna de
hijos e hijas de Dios.Lamisión de Jesús es la de Servidor, es de servicio. El lavatorio de
los pies delos apóstoles, paradigma de ese servicio.
+la misión de la Iglesia es lamisma de Jesús, recibida de El y la continúa en la historia.
Constructores delReino de Dios y sus valores. El que se quiera distinguir en esa misión,
debedistinguirse en el servir a los hermanos(as).
+la Iglesia es el Pueblo deDios. La vida y teología del cristiano, es la vida y teología del
laico. Lateología del laicado, es esencialmente la teología de la Iglesia. La
conversiónque implica pasar de la comprensión reducida y equivoca de una Iglesia
comoJerarquía y sociedad desigual, a la Iglesia comunitaria ministerial que tiene
elservicio de la “jerarquía” (siervos de los siervos deDios).
+ la recuperación por el Vat. II de la común vocación a la santidad. Ladignidad
fundamental e inigualable de hijos e hijas de Dios, se manifiesta entodo cristiano(a) por
el bautismo. Santidad, como Jesús, de amor yservicio.
2. La Iglesia, comunidad misionera.
+ la comunidad eclesial es toda ella, comunidad misionera. La vocación de todo
cristiano es ser misionero, ser servidor. Esta realidad se vió oscurecida con la reducción
del término misionero para los que iban a evangelizar al extranjero. Es urgente
recuperar la conciencia de la realidad de misionero de toda y todo cristiano.
+ la Iglesia es sacramento de unidad y salvación del género humana. La Iglesia existe
para evangelizar a todos y en todo, sin ninguna frontera. La evangelización debe llegar a
todos los ámbitos sociales y culturales.
+ cada cristiana y cristiano, evangelizador y misionero en el contexto socio-eclesial a su
alcance, comunicador de la verdadera vida por el servicio.
3.Comunidad eclesial misionera y carismática y ministerios
+ la creatividad y fuego del Espíritu que impulsa a llevar el Evangelio, trabaja en cada
cristiano para modelarlo conforme a la imagen del Hijo encarnado, y por ello, para
modelarlo como misionero.
+ la vida misionera y evangelizadora de la Iglesia, se traduce en ministerios, o servicios
concretos.
+ estos servicios no surgen de un escritorio, o plan preestablecido, sino del responder a
necesidades de la comunidad y la misión. La necesidad de compartir bien el pan entre
las viudas, suscitó el ministerio de los diáconos, que ayuda a comprender la relación:
necesidad –ministerio.
+ dada nuestra condición humana, toda comunidad requiere del servicio dela autoridad
y los rasgos que lo tipifican. El Señor Jesús estableció el servicio ministerial de los
pastores en la comunidad eclesial, que se debían distinguir como servidores de los
servidores. El término neotestamentario deservidor, y el difícil término posterior de
jerarquía.
+ la riqueza y variedad de ministerios que el Espíritu suscita en el Pueblo de Dios para
llevar vida a su alrededor y responder a necesidades concretas. Los ministerios laicales,
sea hacia el interior o exterior de la Iglesia, todos y cada uno de ellos, son servicios de la
Iglesia al Evangelio de la Vida.
4.La parroquia SJ, comunidad misionera: laicado – ministerios laicales.
+ los avances en la Compañía en la colaboración con los laicos en la misión. Debemos
procurar distinguirnos en la pastoral parroquial, a la recuperación de la dignidad, misión
y conciencia del laicado en nuestras comunidades.
+el reto de encontrar caminos para la valoración de todo cristiano(a), como misionero y
evangelizador en su ambiente. La grande mayoría de los laicos y laicas realizan su
misión en llevar bien su vida de ciudadanos, de realizar bien su trabajo, de ser un
elemento positivo en la familia. Superar que son “de segunda calidad”, porque no están
en algún ministerio parroquial.
+ la necesidad urgente de la participación de los laicos en el equipo y servicios de la
parroquia. Las necesidades pastorales y los variados ministerios que conllevan, en y
desde la parroquia. Los ministerios tradicionales y los nuevos ministerios.
+ la relación con los movimientos laicales extraparroquiales.
+ la importancia de la celebración de los ministerios y símbolos del mismo. Celebración
del envío que conllevan: es el Señor el que envía.
+ los avances que hemos logrado, y los desafíos y dificultades que enfrentamos en esta
colaboración con los laicos.
5. Comunidad ministerial y consejoparroquial
+el consejo parroquial, llamadoa ser verdadera comunidad “apostólica”.
+ el ministerio clave del consejo parroquial, para conocer, discernir y llevar adelante los
acuerdos asumidos. El consejo parroquial, no está para servir al párroco, sino a la
parroquia, junto con el párroco.
+ necesidad de conformar un buen consejo parroquial, donde estén representadas las
comunidades de la parroquia.
+la coordinación ordinaria delconsejo: ¿una laica o laico elegido por los miembros del
consejo?
+ el consejo parroquial, comunidad fraterna y misionera. El buen ambiente y fraternidad
que lo debe caracterizar, y el incrementar el fuego y pasión misionera y evangelizadora.
+el ministerio del consejo parroquial, debe alentar y fortalecer los ministerios laicales
hacia el interior o exterior de la parroquia.
6. Formación cristiana y ministerios laicales
+ Jesús fue formador de discípulos y discípulas misioneros. Por ello lesconfió,
serenamente, llevar adelante la misión evangelizadora.
+en la parroquia SJ, conforme a nuestra tradición, nos debemos caracterizar por ser
buenos formadores y pedagogos. O sea, ayudar a esculpir los discípulos y discípulas
misioneros para el contexto socio-eclesial actual.
+las necesidades de formación del vasto Pueblo de Dios de nuestras parroquias y la
necesidad de la colaboración de laicos y laicas, buenos pedagogos, que ayuden en dicha
tarea.
+metodologías apropiadas a nuestros laicos(as). La pedagogía ignaciana.
+ la ayuda que debemos recibir en las parroquias SJ, de los jesuitas y profesoras(es) de
nuestros colegios e instituciones educativas SJ.
La Ministerialidad Eclesial: Sentido y Alternativas
Ignacio Madera Vargas, SDS
Es de suma importancia reflexionar en torno a la práctica ministerial de nuestras iglesias
locales y de la Iglesia universal, porque, la fe de nuestro pueblo no solo es sensible a
esta práctica sino que se afecta por determinados modos de vivir de los ministros
eclesiales que no son consecuentes con los ideales de vida que ellos mismos predican.
Esto sucede porque a lo largo del proceso evolutivo de nuestras Iglesias se han ido
gestando roles de los ministros con incidencias muy positivas pero también con
elementos que merecen revisiones urgentes.
La renovación de la mentalidad que ha significado el Concilio Vaticano II, ha
conducido a muchos laicos de todos los sectores, pero con sugestiva presencia en los
sectores populares, a vivir su vocación bautismal como un auténtico ministerio. Estas
experiencias, poco conocidas y relevantes pero significativas, van siendo alternativas de
futuro en la construcción de una Iglesia comunión. Y ello, revela la importancia de
reflexionar teológicamente sobre este hecho sugestivo y significativo.
De la comprensión teológica que se tenga de la propia identidad como cristiano y
ministro(a) dependerán las prácticas que se establecen, y lo contrario. De aquí deriva la
relación estructural y dialéctica entre auto-comprensión y praxis. De igual manera, a
esta comprensión teológica se una la urgencia de elaborar una espiritualidad del
ministerio eclesial que posibilite la vivencia en entereza y fidelidad evangélicas de las
situaciones de contradicción y negación del Reino imperantes en nuestras sociedades.
La llamada de la Iglesia a una Inculturación y valoración de las culturas autóctonas nos
urge a preguntarnos por la identidad del ministro mestizo, cuáles son sus acentos, cuáles
los valores a radicalizar, cuáles los retos que se le plantean hacia el futuro. Es necesario
indagar por el compromiso de los ministros eclesiales con la causa y las luchas de sus
hermanos indígenas y negros, las de todos los marginados de cualquier tipo. El ministro
puede y debe hacerse la pregunta por sus raíces y por el dinamismo vital que a su
ministerio ellas imprimen.
La teología ministerial está llamada a una continua referencia a las prácticas históricas y
a los modelos ministeriales que con el paso del tiempo ha ido construyendo la Iglesia
para responder a las diversas coyunturas. La continua relación entre el hoy de la vida
eclesial la tradición se convierte en criterio hermenéutico para una teología ministerial a
la luz del Nuevo Testamento y de las llamadas del Vaticano II.
Un Perfil Ministerial
A la luz del Concilio Ecuménico Vaticano II y del magisterio latinoamericano, debemos
propender por un nuevo perfil del ministro para un tiempo diverso en estos inicios del
tercer milenio. Tenemos que afirmar una vez más la lógica primordial del ministro como
seguidor de Jesús que sirve a la edificación de la comunidad. Este es el eje central del
que se desprende todo lo demás.
Pero antes de mayores reflexiones debo precisar el sentido de la expresión ministerio, y
su lógica interna, esto con el fin de estar en un mismo registro de lenguaje desde el
inicio. Evidentemente, que al hablar de ministerio es necesario remitirnos al servicio.
Clarifico entonces los términos de la siguiente manera[i]:
i
Sigo la comprensión dada por Borobio en “Los ministerios en la Comunidad”, Biblioteca Litúrgica,
Barcelona, 1999
SERVICIO: es la tarea propia del cristiano. Todo cristiano debe ser un servidor de sus
hermanos que busca la edificación de la comunidad eclesial. El servicio conlleva
funciones diversas de las que surgen diferentes ministerios. Todo ministerio es un
servicio, pero todo servicio o cualquier servicio no es un ministerio.
MINISTERIO: Designa la misión global de la Iglesia, ella es toda ministerial. Los
servicios fundamentales de esta misión como son la palabra, el culto, la caridad.
Teológicamente podemos identificar una triple significación del ministerio a partir del
servicio:
1. Un servicio preciso, importante para toda la comunidad cristiana, reconocido por la
Iglesia local y relativamente estable: ministerio.
2. Un servicio que incluye todo lo anterior y sugiere cierta institucionalización de
oficialidad a través de una acto litúrgico propio: los llamados “MINISTERIOS
LAICALES”
3. Un servicio que suponiendo todo lo anterior, toca de tal manera la realidad misma de
quien lo asume que no puede expresarse sino a través de la ordenación sacramental
y la especial señalización de gracia que lo distingue de los otros ministerios: los
llamados “MINISTERIOS ORDENADOS”
Cuando utilizo la terminología ministerial la comprendo en los sentidos anteriores
teniendo presente así que la Iglesia es toda ella servidora del Reino, es decir
“ministerial”, y que ella, la Iglesia, la comunión de seguidores de Jesucristo en la
historia de todos los tiempos, en su lucha por hacer presente el Reino, establece vías de
participación que conducen al crecimiento continuo de la comunión (diversos misterios)
Una ministerialidad centrada en sus fundamentos cristológicos, eclesiológicos, y
pneumatológicos conlleva una doble dinámica: Superación de los modelos
clericalizantes y una nueva fascinación por la implantación del Reino.
Superación de modelos clericales
Cuando afirmo la necesidad de superar algunos modelos ministeriales de tipo clerical,
que han sido dominantes en el pasado remoto o inmediato de la Iglesia católica no
significa que niegue el valor que ellos han tenido para su momento histórico particular,
ni la fuente de vitalidad y realización personal que significaron para muchos.
Simplemente, creo que es necesario ser concientes de la búsqueda siempre nueva de la
Iglesia de volver a las intenciones de Jesús y responder a las diversas coyunturas
históricas animada por la presencia viva del Espíritu que hace nuevas todas las cosas.
Por ello estamos ente la necesidad de un tránsito.
- del mismo funcionario de lo religioso hacia un mismo portador de una vocación don
gratuito del Espíritu.
- del ministro sacramentalizador hacia el constructor de comunidades cristianas.
- del contestatario, inconforme, incapaz de aceptar la ambigüedad y el error ministro
que sabe de la fragilidad de lo humano y se dispone a reconocer la vida de Dios en
todas las contradicciones de la historia. Que sabe establecer las diferencias entre el
contestatario y el profeta.
- del ultracarismático, desfasado de la realidad eclesial, al que sabe aceptar la diversidad
de la comunión ministerial en la Iglesia y asume incluso las contradicciones de
cualquier instancia eclesial como propias. Siempre tras la búsqueda de mejorar las
relaciones intraeclesiales aunque ello parezca difícil o imposible.
- del ausente de las situaciones políticas, sociales, al que es capaz de analizar el mundo
y su mundo para comprometerse con su transformación.
- del super cristiano, hacia el creyente solidario con todos los que de diversas formas
con él buscan a Dios.
- del pequeño burgués y arribista hacia el que privilegia a los últimos, de ellos extrae los
modelos para articular su vida no contemporizando con los poderes de este mundo
por fascinante que sean sus halagos.
- Del que supedita sus propias decisiones y opciones a los vaivenes de su personalidad o
a la estabilidad de las instituciones hacia el ministro que reconoce que su decisión
de respuesta a una vocación particular es irrepetible e irremplazable.
Se trata de pasar del ministro dignatario al servidor en minoridad de una comunidad
eclesial. La superación del modelo clerical conlleva una vivencia consecuente del
sentido de ser seguidor de Jesucristo y de la Iglesia como comunión de servidores. El
hombre de finales de siglo necesita testimonios fuertes, claros, convincentes, ante tanta
relativización de le conduce al hastío y a la vida sin sentido.
Fascinación por la implantación del Reino
El ministerio es ante todo un seguidor de Jesús. Por ello, su causa es la de Jesús, hacer
presente el Reino de Dios en este mundo manteniendo la expectativa de su consumación
definitiva al final de los tiempos. Como seguidor debe desarrollar una espiritualidad que
la capacite para vivir esta nueva época. Una espiritualidad que pone los pies en lo más
terrestre de la tierra con los ojos puestos en lo alto, de comunión con todos los que
buscan una vivencia profunda y coherente de su fe, pero también con todos aquellos que
desde las más diversas orillas de las creencias quieren un mundo justo, solidario y
fraterno, en medio de ellos es presencia que suscita preguntas y provoca actitudes
nuevas.
El compromiso con la misión le conduce a ser primeramente un servidor de la Palabra,
es en orden a la predicación y a la animación de las comunidades cristianas que realiza
su ministerio. Por ello, anima, promueve y estimula el desarrollo de los nuevos
ministerios que el Espíritu suscita en su Iglesia. La comunión de hermanos en los
ministerios plurales es exigencia de la misión y factor que posibilita el cumplimiento
con sentido de la misma.
El ministro tiene que ser un hombre de su época, es decir, en contacto y conocimiento
de las realidades de su entorno pero con una capacidad de integrar los fenómenos
mundiales que tienen que ver con esa misma realidad. Desde el ministro de la vereda
hasta el de la megalópolis necesitan la capacidad de darse cuenta que lo sucede a su
comunidad se gesta en otras instancias, y debe conocer y saber lo que ellas proponen y
disponen.
Cuando lo religioso se ofrece como una instancia que el hombre contemporáneo quiere
atender, es necesario que los ministros sepamos estar pulsando la mentalidad de los
hombres de hoy. Nuestra sensibilidad debe ser romper con los esquemas racionalistas de
una formación que no auto-implica y posibilita vivir de un lenguaje quebradizo que no
llega a ser un auténtico juego de lenguaje.
La búsqueda del sentido y de las experiencias espirituales está reclamando el diseño de
formas de expresión espiritual que alimentadas con las grandes tradiciones de la
espiritualidad católica sepan abrirse a los aportes de otras expresiones como las
indígenas de América, las orientales y las africanas. Sin caer en sincretismos
repugnantes, es urgente sacar a la espiritualidad y a la expresión litúrgica de nuestras
Iglesias de los esquemas fríos y repetitivos que asfixian la experiencia religiosa sobre
todo de la juventud. Es necesario pensar en la música, el canto, la danza, el teatro, la
expresión corporal, las terapias que integran oración y meditación, siempre ubicadas en
las coordenadas de la realidad histórica.
Las nuevas tecnologías, la necesidad de recuperación de valores y establecer nuevos
paradigmas deben necesitan una presencia ministerial eficaz. El mundo de los medios
de comunicación social, de Internet, reclama presencias ministeriales creativas y
creadoras de un aporte sugestivo y sugerente a las nuevas generaciones adictas a los
mensajes de estos medios.
El desarrollo y promoción de misterios que se ocupen de los gremios, de los campesinos
e indígenas, las gentes de los sectores populares de las grandes ciudades con sus grandes
problemáticas, pero también de los ecologistas, biólogos, ingenieros genéticos y bioeticistas, artistas y científicos, juntamente con los ministros que se ocupan de los sin
voz, de los marginados, de los que por estar a su lado podemos mantener en riesgo la
propia vida y la pérdida de los corredores tranquilos y las casas de penumbra.
Y al interior de la realidad latinoamericana la persecución y hasta el dar la vida dejan de
ser sentimiento romántico de inicio vocacional para ser alternativa siempre posible: por
lo que digamos, pero sobretodo por lo que hagamos. Persecución por parte de los
sistemas económicos, políticos e ideológicos pero incomprensión y rechazo que pude
venir incluso de algunas instancias eclesiales tanto del pueblo como de la oficialidad
eclesial. Asumiendo el camino del seguidor, el ministro asume el estilo de Jesús.
Renunciando a los halagos delirantes de las multitudes, al culto a la personalidad,
centrará su atención en Cristo Señor.
Y en los tiempos de las soluciones inmediatas y de los compromisos a tiempo fijo, la
fidelidad se ofrece como el gran reto de ir en contravía, realizando la confianza sin
condiciones en Dios que necesitamos para tiempos nuevos. Creo que tres grandes
dimensiones de al gran tradición cristiana vienen a ser articuladoras de una
espiritualidad del ministerio en este contiene:
-la poética, para poder vivir dando sentido al absurdo
-la profética para poder seguir construyendo el Reino
-la esperanza para mantenernos fieles a pesar de todo
Poetas proféticos o proféticamente poetas podremos mantener la esperanza en la
construcción de una Iglesia que realiza la pluralidad ministerial en comunión de
hermanos: obispos, presbíteros, diáconos, lectores, acólitos, cantores, catequistas,
líderes comunitarios, animadores de comunidades eclesiales, promotores de salud,
formadores de la conciencia política, ministros de las nuevas comunicaciones sociales,
delegados de la palabra, ministros de la comunión, de los enfermos, de los marginados,
etc,. Hombres y mujeres que por los sacramentos del orden o por el sacramento del
bautismo realizan su servicio a partir de su fe y de la vocación que han recibido del
Señor. No serán jamás castas en pugna sino señal de la multiforme riqueza ministerial
de nuestra Iglesia. Nuevos ministros para una nueva y renovada expresión del ministerio
en un mundo y país que igualmente ofrecen novedad.
Estamos incluidos en la ministerialidad eclesial cuya lógica se desprende del servicio,
no del poder, del servicio reconocido por la comunidad eclesial, no arbitrario, del
servicio a partir de un carisma, don de gracia, no prerrogativa personal, o sea, un
servicio carismático al interior de una Iglesia históricamente situada.
Por el bautismo cada creyente está llamado a ser servidor. El sacramento del bautismo
es así fuente de ministerialidad. Como Iglesia estamos llamados a la participación y a la
responsabilidad en los organismos de la Iglesia, comunidad de seguidores. El Concilio
Vaticano II ha hecho un llamado en Lumen gentium 30-38 a esta participación de todos.
“El santo Concilio, una vez que ha declarado las funciones de la jerarquía, vuelve
gozoso su atención al estado de aquellos fieles cristianos que se llaman laicos. Porque,
si todo lo que se ha dicho sobre el Pueblo de Dios se dirige por igual a laicos,
religiosos y clérigos, sin embargo, a los laicos, hombres y mujeres, por razón de su
condición y misión, les atañen particularmente ciertas cosas, cuyos fundamentos han de
ser considerados con mayor cuidado a causa de las especiales circunstancias de
nuestro tiempo.” L.G. 30
“Si bien la Iglesia no todos van por el mismo camino, sin embargo, todos están
llamados a la santidad y han alcanzado idéntica fe por la justicia de Dios (Cf. 2 Petr
1,1). Aun cuando algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos doctores,
dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una auténtica igualdad
entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles en orden a la
edificación del Cuerpo de Cristo.” (L.G. 32)
“Por su parte, los sagrados pastores reconozcan y promueven la dignidad y
responsabilidad de los laicos en la Iglesia. Recurran gustosamente a su prudentes
consejo, encomiéndeles con confianza cargos en servicio de la Iglesia y denles libertad
y oportunidad para actuar; más aún, anímenles incluso a emprender obras por propia
iniciativa. (L.G. 37)
el Vaticano II habla de ministerio del laicado como derecho y deber que debe
reconocerle la jerarquía (L.G. 37; SC. 14) No es por tanto una concesión coyuntural
sino una realidad eclesial ministerial: “Los laicos, al igual que todos los fieles
cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia de los sagrados pastores los
auxilios de los bienes espirituales de la Iglesia, en particular de la Palabra de Dios y
los sacramentos. Y manifiéstenles sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y
confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la
ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, el deber,
de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia... “
(L.G. 37)
La Iglesia es carismática e institucional. La acentuación de los carismático favorece la
corresponsabilidad en contraste con una supravaloración de la autoridad, de la
organización externa, de la unicidad o la uniformidad. La Iglesia, cristológica y
pneumatológica precede de Cristo y es animada por el Espíritu en la historia. Los dones
del Espíritu son dados en la Comunidad para el servicio a la misma, su edificación, para
la realización de la misión de construcción del Reino de Dios. Los carismas deben estar
por lo tanto, al servicio de la implantación del Reino, puesto que la Iglesia, como
comunidad de seguidores, es incondicional servidora del Reino.
Algunos Lineamientos Teológicos
El ministerio es un servicio con carácter de estabilidad y reconocido por la Iglesia
para la edificación de la misma. Este servicio tiene como base y razón de ser un
don del Espíritu.
A partir de dicho, determinamos que todo ministerio eclesial histórico supone:
Una fuente: cristologíca
Una intervención: neumatológica
Una historización: intervención eclesial
El ministerio pertenece a la esencia de la Iglesia. A una iglesia de la encarnación,
sacramental, del pueblo, de la base. Es don del Espíritu para enfrentar las necesidades
de la comunidad, para participar con ella en su búsqueda de la liberación que Cristo
ofrece. Don a la comunidad; ella lo recibe. Por esto no puede ser, ni es, un honor sino
una responsabilidad ante el evangelio y la comunidad.
Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, el ministerio es elemento constitutivo de la
Iglesia prescindiendo de si surge carismático o institucional y de la forma concreta en
que se va diferenciando en las diversas circunstancias. Es necesario edificar la Iglesia en
línea apostólica para un auténtico seguimiento de Jesús.
El ministerio exige una auténtica sequela Iesu. No es un estado sino un servicio que la
misma comunidad recibe como don del Espíritu. Desde la perspectiva neotestamentaria,
se trata de una estructura esencialmente apostólica de la comunidad y de su ministerio
de dirección. El N.T. no conoce gradaciones jerárquicas de tipo tagmático a la manera
del Antiguo Testamento sino una igualdad fundamental y una diversidad funcional. En
estos términos interpretamos la distinción entre ministerio ordenado y ministerio
instituido. Igualmente, en estos términos, a la luz del Concilio Vaticano II, entendemos
el usual vocablo jerarquía.
Contraponer ministerio jerárquico y laical carismático no tiene sentido ni bases en una
Iglesia-comunión, carismática. Ella es a la vez cuerpo visible, comunidad organizada,
institución, cuerpo espiritual y carismático.
No oponer los ministerios en su actual configuración histórica no significa no
diferenciarlos o amalgamarlos sino verificar el desarrollo histórico que ha conducido a
la expresión de dos modos de ministerialidad eclesial. Así comprendemos la afirmación
del Vaticano II sobre la diferencia entre sacerdocio común y sacerdocio ministerial.
Pluralidad
Es necesario reconocer las nuevas modalidades de ministerio, aún las no institucionales,
como posibles mociones del Espíritu. La pluralidad es riqueza para la iglesia,
dinamismo y movimiento para la comunidad.
La pluralidad ministerial ejercida en virtud de los sacramentos del Bautismo y del
Orden es expresión en la historia de la fecundidad de la vida de la Iglesia y de la
dimensión pneumatológica que hace nuevas todas las cosas. Esta pluralidad es fuente de
dinamismo para una respuesta adecuada a las disímiles situaciones de los tiempos
nuevos.
A los ministerios ordenados expresando una praxis animada por la dinámica de la mas
genuina tradición evangélica de servicio en minoridad, de animación a los hermanos
para la promoción de un cristianismo adulto, se une toda una gama de ministerios
laicales a ser desarrollados y diseñados, en comunión con los pastores que tienen el
carisma de vigilancia (episkopoi)
Podemos proponer algunos ministerios posibles de implementar en cualquier
comunidad cristiana. Su importancia no esta en ser establecidos a través de una
institucionalización oficial, a través de rito propio, como en el caso de los ministerio
laicales, sino en el hecho de ir creando conciencia y praxis ministerial al interior de las
comunidades que pueda conducir un día a la Iglesia a la oficialización de esos mismo
ministerios o al menos a un cierto modo de envío oficial.
El contexto adecuado
El contexto mas adecuado de expresión de esta modalidad ministerial es la pequeña
comunidad, la CEB. En ella, el creyente crece en su experiencia de seguimiento de
Jesucristo. En comunión, se constituye como Iglesia y aprende a vivir las diversas
expresiones de su fe. Una de ellas, es la ministerialidad. Ella debe ir acompañada de un
proceso de formación que conduzca a un testimonio vivo del Resucitado y a un ejercicio
alegre de los servicios que se le han encomendado.
Desde la CEB, el ministerio se abre a la comunidad toda y se apasiona libremente a su
servicio. Será su praxis la que conducirá al reconocimiento de parte de la comunidad de
la presencia de un auténtico servidor animado por su fe.
Algunas posibilidades
Vamos a ofrecer un modelo de ministerialidad que se está aplicando en un sector
popular interior al interior de la CEBS. Mantenemos el tipo de lenguaje que se ha
diseñado para una mejor captación de la manera como concretamente, y en la práctica
pastoral, podemos desarrollar la ministerialidad de los cristianos:
Ministerios en las CEBS:
Existen entonces ministerios relativos a la Palabra como el ministerio de profeta, el cual
se encarga de hacer ver a la comunidad lo actual de la misma. Otros predican, o sea son
evangelizadores. Con el paso del tiempo algunos se especializan en la lectura en las
celebraciones., serán los lectores.
Hoy, podemos tener ministerios en orden a:
La palabra de Dios:
-animador bíblico:
Los sacramentos:
-catequistas de preparación a las celebraciones sacramentales.
Los relacionados con las celebración de la Eucaristía:
-Ministros de la acogida:
-Cantores
-Lectores
-Acólitos
-Ministros extraordinarios de la Eucaristía
de la solidaridad social
lo difícil de nuestra situación y la dificultad de dar soluciones a la misma, nos muestra
la necesidad de los ministerios relativos a la cuestión social. Entre los primeros
cristianos ello se refleja en el hecho de que “todo lo tenían en común” (Hechos, 4)
repartían cuanto tenían. Nuestras comunidades han buscado algunas formas de
compartir, por ello, algo de este espíritu hemos vivido. Ahora podemos mirar algunos
ministerios que, de realizarlos, serán un gran avance.
-Formador de la conciencia política
-Ministerio de la solidaridad
-Ministerio para la organización comunitaria
Apertura
El anterior modelo es solo una muestra de lo que podemos diseñar. Pueden establecerse
modelos ministeriales para los centros urbanos de densa población, los gremios (artistas,
campesinos, intelectuales, maestros, obreros, políticos, etc.) El abanico puede ser
abierto y es un reto de nuestra Iglesia Latinoamericana el continuar abriéndolo, a fin de
que la invasión de fundamentalismo y la amenaza de fanatización por causa del mismo,
que viene de las sectas y su crecimiento, sea sustituida por una expresión cristiana
comprometida con la transformación de la historia.
Los nuevos areopagos están pidiendo nuevos ministerios. El mundo indígena y
afroamericano, la mujer y la juventud, el mundo de la política, de la economía, de la
comunicación social, de la informática, de las ciencias físico-químicas, de la cultura
urbana, de los centros comerciales, de los parques recreacionales, de las ciudades
turísticas, de los asuntos bio-éticos, de las cárceles, de los centros de salud, de los
hospitales, están pidiendo la creación de ministerios que nos mantengan profética y
poéticamente comprometidos con la lucha por hacer presente el Reino, mientras
caminamos en la esperanza de su consumación definitiva en Cristo, por el Espíritu, para
la gloria de Dios padre.
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