Bebidas energizantes y fármacos excitantes: un cóctel peligroso

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Bebidas energizantes y fármacos excitantes: un cóctel peligroso
03 de junio de 2003
Ingerir bebidas energizantes
mezcladas con otro fármaco o droga excitante
puede
causar daños irreparables en la salud provocando,
por
ejemplo, accidentes cardiovasculares severos que pueden
desencadenar crisis
hipertensivas, hemorragias cerebrales
o infartos cardíacos.
"El peligro de unir
dos excitantes es que se potencian. Si la persona está
consumiendo cocaína o amfetaminas y bebidas energizantes,
la mezcla
puede ser muy dañina", señala
el farmacólogo Diego Bustamante (MSc),
académico
del Programa de Farmacología Molecular y Clínica
del
Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad
de Medicina de la Universidad de
Chile.
El especialista explica
que en términos generales las drogas que afectan
al sistema nervioso central, se clasifican en depresores
y excitantes. Los
primeros hiperpolarizan o inhiben la actividad
neuronal. Los segundos, en
cambio, despolarizan las neuronas,
es decir, las excitan, dejándolas más activas,
modificando con ello todas las funciones superiores.
"Si una persona no
puede conciliar el sueño porque está muy ansioso,
es probable que su médico le prescriba un depresor.
Si, por el contrario, el
paciente es apático y depresivo,
le podrían indicar un excitante", explica
Bustamante.
Los depresores dejan al
sistema nervioso central menos reactivo. Ejemplo de
estas
drogas son las benzodiazepinas, barbitúricos, antiepilépticos,
neurolépticos, antihistamínicos, marihuana
y alcohol etílico. En tanto, entre los
fármacos
excitantes -que permiten que las personas estén más
alerta- se cuentan las amfetaminas, antidepresivos, sustancias
anorexígenas,
cocaína, nicotina y cafeína.
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Bebidas energizantes y fármacos excitantes: un cóctel peligroso
Según el especialista,
desde el punto de vista clínico toxicológico
también es muy peligrosa la asociación entre
dos depresores. Si una persona
consumiera alcohol mientras
está tomando, por ejemplo, benzodiazepinas, se
arriesgaría
a sufrir de un sueño profundo y a padecer amnesia
anterógrada. "En estos casos el sujeto no recuerda
lo ocurrido unas horas antes
de producida la ingesta de
los depresores. El riesgo en estos casos es más bien
de corte social que biológico. Imaginemos una persona
que toma
tres o cuatro copas de vino durante la comida,
lo más probable es que a esa
altura sienta los efectos
depresores del alcohol, o sea, que tenga sueño y
esté aletargado. Si esa misma persona hubiese tomado
una
benzodiazepina o un antihistamínico en las últimas
24 horas, podría tener los
mismo efectos con sólo
dos copas de vino. Si tomara más podría terminar
durmiendo profundamente y con un cuadro amnésico.
Lo peligroso es
que alguien podría aprovecharse de
esta situación, por ejemplo, para robarle",
añade Bustamante.
En cuanto a los excitantes,
el especialista enfatiza que uno de ellos es la
cafeína,
componente esencial de las bebidas energizantes. Tomarse
una lata equivale a dos o tres tazas de café de grano.
El peligro está en que
pueden desencadenar problemas
cardiovasculares, sobre todo si alguien
consume más
de tres y las mezcla con otro fármaco excitante como
cocaína y amfetamina. "Las consecuencias pueden
ser muy graves. Este es un
verdadero cóctel con riesgo
vital, sin importar si el sujeto es joven o viejo, porque
le afecta a todos sin distinción.
En los años '70
y '80 el excitante más popular era la amfetamina,
hoy el riesgo se focaliza en la cocaína y un derivado
amfetamínico conocido
como éxtasis. El llamado,
por supuesto, es a no consumirla, especialmente si se
va
a mezclar con otro fármaco o droga similar",
dice.
Bustamante explica que
un área a la que él se ha dedicado es la
farmacodinamia,
que estudia el mecanismo de acción de los fármacos
o drogas. El especialista dictará conferencias sobre
este tema durante el
Curso de Neurosicofarmacología
que organizan el Instituto de Ciencias
Biomédicas
y la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina de
la Universidad de Chile, en conjunto con la Sociedad de
Neurología,
Psiquiatría y Neurocirugía.
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En este curso avanzado
-que se llevará a cabo entre el 6 de junio y el 2
de agosto- también se abordarán otros temas,
tales como: neurotransmisión
química, mecanismos
moleculares de las enfermedades neurológicas (incluidos
estrés oxidativo, apoptosis o muerte celular y toxicidad
por calcio),
métodos de detección de psicofármacos
y sustancias de abuso, bioquímica y
farmacología
del trastorno bipolar, terapia génica y desarrollo
de
nuevos fármacos.
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