Se llamaba Carmela, y estaba diciendo cosas tan lindas a su

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Veréis, los duendes son curiosos
y les gusta acercarse a las otras
criaturas del mundo.
Sobre todo a los niños cuando
juegan.
Nadie sabe lo que pasa entre una
niña y su muñeca o entre un niño
y su osito de peluche, son cosas
tan delicadas y secretas que nunca
nadie ha acertado a contar.
Y nuestro duende vio a una niña
sentada en un tronco.
Se llamaba Carmela, y estaba
diciendo cosas tan lindas a su
muñeca que se detuvo a
escucharla. Y tan a gusto
estaba que se quedó
dormido en la cesta
de la merienda.
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Así es el mundo.
Es como una pelota en la que
vamos todos montados y no
sabemos a dónde va.
Pero esto no debe preocuparos.
No al menos mientras alguien
tenga en sus brazos al niño o la
niña que quiere y la pelota siga
rodando gracias a las cosas que le
cuenta cada noche en la cama.
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