Los secretos de la murga uruguaya

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Los secretos de la murga uruguaya
Los secretos de la
murga uruguaya
La murga es un género de música popular que constituye el principal
atractivo del carnaval uruguayo junto al candombe. Es única en el mundo
por su humor ácido, culto, y autocrítico. Con un origen “tragicómico” que
perdura hasta el día de hoy, la murga se ha convertido en un género
propio y diferente. Además, forma parte del carnaval más largo del
mundo: convoca todos los años a más de 500 mil espectadores en
un pequeño país de tan solo 3,5 millones de habitantes. Concebido
principalmente como un gran festival de teatro al aire libre, esta fiesta
vende más entradas que el fútbol en todo un año.
C
orría el año 1908. Una
compañía de zarzuela
del sur de España viajó a
Montevideo pensando en ganar
dinero abundante de forma
fácil. Según se decía en aquellos
tiempos, vinieron a “hacer la
América”. Pero eligieron mal el
lugar. El pueblo uruguayo tenía
gustos muy alejados del género
lírico y la asistencia de público
fue escasa. Estos “gallegos”
se quedaron sin dinero para
comer ni pagar el alojamiento.
Tampoco tenían para el pasaje
de regreso.
Desesperados,
aprovecharon
que llegó el carnaval y quisieron
emular a las chirigotas de Cádiz
saliendo a cantar a la calle con
el nombre de “La Gaditana”
(gentilicio de Cádiz). Para
conseguir dinero, uno de los
integrantes pasaba la gorra,
recogiendo las monedas que los
transeúntes les daban.
Al año siguiente un grupo
de artistas callejeros de
Montevideo,
se
propuso
ridiculizar a los españoles. La
sátira comenzaba por el nombre
que se pusieron: “La Gaditana
que se va”. A partir de ese
momento la palabra “murga”
comenzó a ser empleada para
denominar a esos conjuntos que
ya existían desde el siglo XIX
y que hasta ese momento eran
llamados “mascaradas”.
Para otros, la auténtica murga
uruguaya nació en 1917 con
un músico apodado “Pepino”,
quien irrumpió con un nuevo
estilo al frente de un grupo con
el absurdo nombre de “Murga
Los Patos Cabreros”. Vestía un
impecable frac pero, a falta de
zapatos, iba con zapatillas de
tela blanca. Pepino aumentó
el número de componentes y
cambió los instrumentos por
una batería de percusión.
El “Pucho”
Como todas las noches durante
los meses previos al carnaval,
encontramos a Jorge “Pucho”
Ferreira ensayando en la sede del
Centro Cultural “Jacinto Vera”.
Desde los 29 años ha participado
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Los secretos de la murga uruguaya
en el concurso oficial junto
a murgas emblemáticas. Su
inquietud carnavalesca lo llevó
también a colaborar con grupos
más recientes y desde hace dos
años dirige “La Garufa”.
Hoy a sus 50 años, además
de dirigir, desarrolla otras
actividades ligadas al carnaval
que, según dice, “forma parte
de mi vida”. Hablando de sus
experiencias, relata con especial
regocijo aquella vez que cantó
junto a otro pilar histórico del
carnaval, “Pichu” López, ya
retirado de la actuación.
“En un momento”, cuenta, “El
Pichu bailaba y daba saltos
cuando una de las tablas puestas
sobre bidones se quebró bajo
sus pies pero sin terminar de
romperse”. A continuación,
Pucho
hizo
su
cabriola
aterrizando justo sobre la tabla
rota. Esta cedió y el Pucho no
solo cantó la retirada, sino que
literalmente desapareció del
escenario a través del agujero
abierto…
Espíritu popular
Antiguamente
las
murgas
se desplazaban en camiones
abiertos tocando la batería a un
ritmo propio que precisamente
se llama “marcha camión”.
Además, cantaban parte de sus
letras, que a veces se habían
escrito a propósito para ese
preciso momento. Estas eran
mucho más liberales. Incluso,
tenían preparados estribillos y
versos que cuando el camión
pasaba cerca de alguna mujer
hermosa, toda la murga entonaba
dirigiéndose a ella hasta
conseguir que se sonrojara.
Actualmente la murga se ha
profesionalizado
y
realiza
actuaciones todo el año en
fiestas y escenarios privados.
En Australia, España, EE.UU.,
y otros países donde hay
emigrantes uruguayos, es muy
frecuente la presentación de
murgas. Hasta Francia y Japón
han sido escenarios de estas
agrupaciones.
Juan “Chopito” Oroña es un
murguero diferente. No usa
traje de colores ni maquillaje
como sus compañeros. No
tiene ninguna obligación que
cumplir. Es un acompañante.
Un espectador privilegiado que
no paga entrada ni tiene que
mirar desde la platea.
“Crecí con la murga”, explica.
Recuerda que cuando era
pequeño, el camión de abastos
del almacén de sus padres se
convertía en el transporte de la
murga durante las 40 noches del
carnaval. Al principio, con 6 o
7 años, se dormía en la cabina
después de la medianoche.
A los 18 años se hizo cargo
del camión. A las 7 PM se
presentaba en el “Castillo del
Huracán Buceo”, la sede del
club de fútbol local. A las 8 PM
se dirigía al primer “tablado”
y desde allí completaba el
recorrido que cada noche habían
contratado las actuaciones del
grupo. El camión de Chopito,
sin toldo y con la caja abierta,
anunciaba su paso por las calles
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Los secretos de la murga uruguaya
cantando letras entonadas por
los murgueros.
“Tengo 63 años y con orgullo
puedo decir que nunca he faltado
a ningún carnaval. Ni un solo
año”, relata. Actualmente está
prohibido por las autoridades
el traslado en camiones,
pero la murga lo recompensa
reservándole el asiento número
18 en el ómnibus... durante todo
el carnaval.
“Caqui” el letrista
En la ciudad de Melo, a 407
km al norte de Montevideo,
encontramos a Jorge “Caqui”
Marques (55 años). Es letrista.
Comenzó a aprender con 8 años
en la mesa de un boliche de su
barrio. Allí se sentaba en silencio
a escuchar. Como reminiscencia
de aquel aprendizaje, hoy nos
dice: “Yo escribo en base a la
melodía; toda la letra sale de
una melodía previa”.
Cuando tenía 12 años, cantó
su primera composición que
fue una retirada. “La retirada
tiene que conseguir que el
público sienta y se involucre;
que se integre y pase a formar
parte de la murga. Logra su
objetivo cuando la gente sale
tarareando”.
Dice que se inspira en los códigos
que la gente manifiesta; en las
conversaciones que escucha; y
en las quejas cuando “no pasa lo
que tiene que pasar”. En suma:
“Se trata de poner de manifiesto
los problemas para que el
colectivo social los resuelva”.
El proceso creativo es constante
y permanente, asegura. “Cuando
tengo una idea la archivo en mi
cabeza, luego la desarrollo”.
Recuerda que en el año 1983,
durante el gobierno militar,
una de sus letras fue censurada
por atacar la corrupción de
las
autoridades.
Entonces
se le ocurrió hacer silencio
durante las estrofas censuradas,
mientras uno de los integrantes,
con una tijera gigante de cartón,
parodiaba que le cortaba el
cuello. El éxito fue arrollador. El
público aplaudía y comentaba la
actuación.
Pero ser letrista no es fácil.
Actualmente
las
murgas
cuentan con técnicos de sonido,
arreglos musicales, diseñadores
profesionales de vestuario y
otros especialistas que han
arrinconado al letrista en la
difícil tarea de ser la clave
fundamental. “Hoy la murga
que no dé en el blanco con la
letra, no triunfa. El texto es la
clave del éxito”. Dice que el
proceso creativo le lleva entre
cinco y seis meses, escribiendo
todos los días.
A manera de despedida, Caqui
nos canta espontáneamente
en tono de retirada: “Cuando
Pedro me visita, cala hondo y
profundo, y al retirarse descubre
sin querer, de mi vida, Veinte
Mundos”.
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Los secretos de la murga uruguaya
La murga en otros países
La murga uruguaya tiene un
estilo particular y propio.
No se repite en ningún otro
sitio. En España, las de
Cádiz,
-probablemente
su
lugar original- se llaman
“chirigotas”. Sin embargo, su
tenor es gracioso y divertido
sin llegar a tener el humor
mordaz de la fiesta del país
oriental. En otras regiones del
sur, como Badajoz, hay murgas
pero no alcanzan la calidad de
la uruguaya tanto en vestimenta
como en arreglos. También las
hay en Málaga, las cuales se
pueden equiparar perfectamente
a las de Cádiz.
También
está
la
murga
argentina,
cuyo
propósito
es fundamentalmente festivo
integrando
espectáculos
llamativos y elementos casi
circenses
que
muestran
diferencias regionales.
En otros países americanos
como Chile hay agrupaciones
que se denominan murgas,
pero no se encuentran los
elementos
característicos
uruguayos siendo simplemente
agrupaciones musicales de
festejo. En Colombia son casi
incipientes y han llegado por
influjo del Carnaval del Sur. En
Panamá comparten el nombre
de murga, pero en realidad son
grupos musicales que recorren
las calles muchas veces sin letra
cantada.
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