Bases socioeconómicas de la expanción europea

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TEMA 22. LAS BASES SOCIOECONÃ MICAS DE LA EXPANSIÃ N EUROPEA.
A lo largo del último tercio del s. XIX y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, se produjo
uno de los hechos más importantes de la historia contemporánea: las potencias europeas iniciaron una gran
expansión por otros continentes y crearon vastos imperios. Juntamente con el imperialismo y estrechamente
vinculado a él, apareció un nuevo colonialismo, ya que la posesión y el control total de los territorios
equivalÃ−a a demostrar a los restantes paÃ−ses su superioridad. Empezó una ambiciosa competencia por el
dominio del mundo, en la que los motivos económicos y estratégicos tuvieron un papel preponderante y
en la que los blancos ignoraron los intereses de los pueblos indÃ−genas. Los avances técnicos y
cientÃ−ficos permitieron llegar a los rincones más apartados del planeta. La consecuencia fue el que mundo
cambió y se transformó.
El imperialismo preindustrial se basaba en la extracción de productos exóticos, compañÃ−as de
navegación y monopolio comercial; a partir de 1870 el expansionismo de las potencias europeas presenta
rasgos distintos Ahora, el imperialismo se basa en el dominio que las naciones más desarrolladas practican
sobre unos territorios que viven en condiciones muy inferiores. Además, no es solamente un dominio
económico, sino también social, cultural y polÃ−tico. Clave importante de este imperialismo es, sin duda,
la creación de grandes empresas que, con unos capitales extraordinarios, se imponÃ−an a las restantes y
monopolizaban sus productos. Incluso tienen necesidad de exportar sus capitales y su influencia sobre los
gobiernos es tal que los propios Estados practican una polÃ−tica colonial que favorece los intereses de esas
empresas.
Las causas del colonialismo son muchas y de muy distinta Ã−ndole. Los factores de tipo económico son los
más importantes. La Revolución Industrial provocó la necesidad de materias primas indispensables para el
buen funcionamiento de las fábricas. Europa no suministraba todo lo que aquéllas pedÃ−an y se hizo
preciso buscar las materias en las colonias (â los belgas encuentran enormes riquezas mineras en el Congo;
los franceses se abastecen de seda en Extremo Oriente; los ingleses buscan el algodón egipcio...). Al mismo
tiempo, estas colonias se convirtieron en mercados para los productos manufacturados (â la crisis
económica de 1873, con un descenso de los precios, inclina a las potencias al proteccionismo, con lo que se
suscita la necesidad de encontrar nuevos mercados que no estén protegidos por barreras aduaneras;
expansión colonial y proteccionismo suelen ir juntos).
El aumento de la población europea en unos 150 millones de personas entre 1870 y 1914, determinó
también una urgente necesidad de alimentos que hubieron de proporcionar las colonias, tanto si la
población europea permanecÃ−a en la metrópoli como si se trasladaba a los territorios conquistados (â
la fuerte presión demográfica hace que muchas familias intenten iniciar una nueva vida en otros
continentes).
Otra causa del colonialismo fue la necesidad de poseer territorios estratégicamente ubicados que
permitieran a las grandes potencias coloniales el control de las rutas marÃ−timas y terrestres, fundamentales
para el prestigio de un paÃ−s. A mayor cantidad de colonias, mayor prestigio polÃ−tico poseÃ−a un Estado
(â la expansión francesa estaba inspirada por el deseo de olvidar la vergüenza de la derrota de 1870; las
preocupaciones estratégicas determinan las lÃ−neas marÃ−timas del imperio inglés y están siempre
presentes en el reparto de Ôfrica. PolÃ−tica y estrategia se dan la mano; un imperio es una red de
comunicaciones con múltiples bases de apoyo, cada conquista exige una conquista nueva).
También habÃ−a gran interés en que los pueblos que habitaban las colonias recibieran la religión de los
europeos, motivo que explica la ayuda y colaboración de los gobiernos a los misioneros cristianos. Los
misioneros católicos y protestantes se sienten llamados por la urgencia de la evangelización de los pueblos
atrasados; escritores e intelectuales hablan de la misión civilizadora de los blancos, que llevan a otros
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continentes su instrucción, su higiene, la mejora del nivel de vida, la matemática europea, el estilo de la
arquitectura, la ingenierÃ−a y los hospitales europeos.
La conquista de territorios por las potencias europeas no representó para éstas ningún problema, dado
que la diferencia militar y técnica entre conquistadores e indÃ−genas era evidentemente favorable a los
europeos (â el barco de vapor permite llevar tropas con relativa celeridad a cualquier punto del globo y
remontar los rÃ−os hasta el interior de los continentes; los progresos en la navegación fueron un instrumento
valioso para el descubrimiento y la ocupación). Después de la conquista militar, se desarrolló otro tipo de
conquista: la económica. Entre la colonia y la metrópoli se produce siempre una asimilación aduanera, los
productos entre la colonia y la metrópoli circulan libres de aranceles mientras tarifas proteccionistas
mantienen alejados productos de otras naciones. Pero el “pacto colonial” no es una relación comercial entre
iguales en un ámbito de preferencias mutuas, la colonia se encuentra en una situación de inferioridad, de
proveedora de materias primas (minerales, productos de plantación...) y compradora de los productos
industriales de la metrópoli; no se le permite industrializarse y se ve obligada a comprar transformados los
mismos productos que ella ha vendido a bajo precio en bruto (ej.: la India vende algodón a Inglaterra y
compra tejidos de algodón ingleses). Una vez completada la conquista económica, se hizo preciso organizar
el territorio conquistado. HabÃ−a distintas formas de hacerlo. Cuando un territorio contaba con poca
población, la metrópoli decidÃ−a organizarlo polÃ−tica y económicamente: era la colonia. ExistÃ−an dos
tipos de colonia: la de explotación y la de poblamiento. En el primer caso, que solÃ−a darse en climas
cálidos, un grupo reducido de blancos, muchas veces una compañÃ−a privada, ostentaba el poder y
administraba el territorio. Las compañÃ−as no tardaron en ser sustituidas por la persona de un gobernador
ayudado por sus funcionarios. Las colonias de poblamiento, generalmente situadas en territorios de clima
templado, se caracterizaron por la numerosa presencia de europeos que se establecieron allÃ− de forma
permanente. En este caso, la forma de gobierno y de administración era prácticamente la misma que la de
la metrópoli, y se tendÃ−a a la autogestión. Con el tiempo, a muchas de estas colonias se les otorgó
autonomÃ−a polÃ−tica y recibieron el nombre de dominios. Se entendÃ−a por protectorado el territorio muy
poblado y con buena administración propia. La metrópoli conservaba en este caso la organización
indÃ−gena, aunque se reservaba las competencias en materia militar y de polÃ−tica exterior.
La primera oleada colonizadora, que se inicia hacia 1876, tiene sus figuras en el inglés Disraeli, el
francés Ferry y el rey belga Leopoldo II. Las primeras fricciones territoriales hacen ver la necesidad de una
regulación internacional de la expansión colonial. La Conferencia de BerlÃ−n de 1885 decide que sólo la
ocupación efectiva, y no únicamente la instalación en la costa, otorga derecho a la posesión de un
territorio; esta decisión acelera la carrera colonizadora con la entrada de Alemania, Italia y paÃ−ses no
europeos. En 1914 el 60 % de las tierras emergidas, y el 65 % de la población mundial, la casi totalidad de
Ôfrica y OceanÃ−a, y el Asia del Sur y Sudeste y Siberia, dependen de Europa.
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