Paradigma tecnológico, empresa y transformaciones cualitativas. Techint y el desarrollo energético en la Argentina de posguerra" Mg. Claudio Castro (UADE-UBA) [email protected];[email protected] I. Introducciòn El comienzo de las actividades del grupo Techint en la Argentina coincidió con el inicio de la segunda posguerra, etapa rica en cambios y transformaciones, sobre todo en materia técnica e industrial. Durante ella asentó sus empresas y negocios fundamentales y comenzó paralelamente sus actividades en el exterior. En función de la clasificación que hizo A. Hirschman, entre proyectos adaptadores y establecedores de rasgos,1 y de el desempeño sin duda mas que éxitos que tuvo y tiene la firma de la familia Rocca, consideramos que sería relevante interrogarse dentro de cual de las dos categorías debería incluirse. Esto induce, a su vez, interrogantes mas generales, como, por ejemplo, cuáles serían desde el punto de vista tecnológico, las características de la estructura económica que se va forjando en el período mencionado y dentro de ella, cual sería el papel que tendrían las empresas del grupo. Por lo tanto, esto nos exigirá transitar dos niveles de análisis. Uno enfocado hacia el contexto macro y otro hacia el ámbito propio de la empresa. En relación al primero, la literatura histórico-económica ha caracterizado la etapa de las tres primeras décadas de la posguerra como marcada por la profundización del proceso de sustitución de importaciones.2 ¿Agota dicha caracterización la complejidad de esta etapa? No hay duda que se ha escrito mucho sobre ella. Desde la ortodoxia, la volatilidad macroeconómica que la acompañó la hizo blanco de fuertes críticas y el símbolo mismo de la decadencia económica. Revisión estadística mediante, trabajos de los últimos años han considerado que a partir de los ’60 el mismo comenzó a atenuar sus limitaciones estructurales. Sus desbordes inflacionarios no impidieron once años 1 Cuando un proyecto, ya sea una obra pública o una inversión privada, encaja fácilmente en una estructura económica, social y cultural ya consolidada, es adaptativo. Los establecedores de rasgos pretenden cambiar o transformar parte de esa estructura para tener éxito. Esto supone reconocer que los proyectos técnicos o productivos además de generar bienes y servicios tienen una serie de efectos más sutiles y trascendentes, sobre todo en el largo plazo. Este fenómeno ha sido denominado de diversa forma: efectos laterales, eslabonamientos, beneficios indirectos o externalidades. Furió Blasco (1998), p. 62. 2 Un estudio sobre las características de los grandes conglomerados empresarios latinoamericanos explican su origen histórico como una consecuencia de dicho régimen económico. Ver, por ejemplo, Peres y Garrido (1998). 1 continuos de crecimiento, junto a un aumento y diversificación de exportaciones que insinuaban una superación de los procesos de stop and go.3 No obstante, esta reconsideración parcial de la historiografía siguió en algún sentido la misma lógica cuantitativa de la interpretación ortodoxa, donde el crecimiento económico es cuantitativo y no hay transformaciones cualitativas.4 Como dice R. Nelson, “el desarrollo se mueve hacia delante, y no es que las cosas simplemente se agrandan, se achican o permanecen iguales”.5 En este sentido, siguiendo a Schumpeter, el autor norteamericano está sugiriendo que un proceso económico implica también fenómenos cuya observación puede ser incluso mas interesante que la mera expansión o retracción del producto total. La emergencia de nuevas tecnologías y su correspondiente infraestructura, los cambios en las instituciones y el consumo, las transformaciones organizativas, las capacidades de la mano de obra como la aparición de nuevos liderazgos sectoriales son indudablemente fenómenos de relevancia también a la hora de diagnosticar el éxito o fracaso de los procesos económicos y que habitualmente quedan marginados en los análisis mas convencionales.6 Sin pretensiones de absolución o condena, la intención aquí será mirar esta etapa de la historia económica desde esta dimensión cualitativa que resultan los procesos de cambio tecnológico. Varios factores lo justificarían. No solo por haber sido un aspecto poco estudiado. Aunque menos visible, puede en el largo plazo ser un fenómeno tan relevante como el de las políticas económicas, cuando no más.7 Por otro lado, quienes han estudiado la microeconomía de la sustitución de importaciones han percibido la importancia que 3 Ver, por ejemplo, Llach, L. y Gerchunoff (1998). Por otro lado, un autor severamente crítico de la sustitución de importaciones como Juan Llach (2002), reconoce que “(...) el crecimiento industrial entre la segunda presidencia de Perón y la de Campora fue muy significativo” y que a comienzos de los setenta “(...) la industria argentina estuvo mas cerca que nunca en el período de cortar amarras y emprender el camino de un crecimiento autosostenido (...)”, p. 104. 4 Con cambios institucionales se hace referencia a las transformaciones que la economía, sobre todo a través del cambio tecnológico, genera sobre las instituciones. Estas serán entendidas tanto en el sentido de las normas o reglas formales e informales que rigen y guían la conducta de individuos y grupos (códigos, leyes, contratos, normas morales, costumbres, hábitos, creencias religiosas e ideologías), tal como lo hace D. North (1993, pp. 14-15) pero también en un concepto mas amplio y quizás tradicional, que comprende organizaciones políticas, económicas y sociales: partidos políticos, cámaras legislativas, agencias gubernamentales, empresas, cooperativas, sindicatos, iglesias, escuelas, universidades, etc. 5 Nelson (1996), 8. 6 Así diversos estudios sobre la industrialización europea y norteamericana han demostrado el impacto que tuvo el desarrollo de la electricidad, la producción petrolera, la siderurgia, la industria química y automotriz sobre los aspectos mencionados. Ver, por ejemplo, Chandler (1996). 7 Las políticas económicas pueden cambiar en el corto o mediano plazo. La historia económica ha dado ejemplos de ello. Las bases técnicas de una economía suelen persistir tras el cambio de régimen económico o institucional, ocultando así un fenómeno importante de continuidad. Por el contrario, aunque es algo menos habitual, a veces las bases técnicas pueden cambiar tras la permanencia de un mismo régimen o estrategia económica, como sucedió con la sustitución de importaciones antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Aquí se oculta en este caso un fenómeno importante de ruptura. 2 tuvo el cambio técnico, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década los ´50, para entender el proceso de transformación económica que tuvo la Argentina en la posguerra. Comprendieron que no solo hubo nuevas ramas industriales o la ampliación importante de algunas de ellas sino también que se desarrolló en relación a etapas industriales anteriores, una transformación técnica que significaba un verdadero cambio cualitativo.8 Sin embargo, posiblemente por poner el énfasis en el análisis del sector industrial mas que en la propia tecnología, quedan abiertas respecto a ella cuestiones relevantes. Por ejemplo, no definen sus características generales, situándola en diversos sectores industriales sin plantearse si no hay un hilo conductor que las vincule. Además las circunscriben solamente a las ramas mas modernas del sector manufacturero, mientras que, históricamente al menos, los procesos de cambio tecnológico, por su naturaleza sistémica, afectaron también dimensiones mas amplias de la estructura económica, como los servicios, la infraestructura, las fuentes de energía, etc. La postura sostenida aquí es que la sustitución de importaciones de la posguerra no solo significó la aparición de nuevos sectores industriales que generaron un impulso coyuntural de crecimiento y de diversificación productiva. Colocó también a la estructura económica sobre nuevas bases técnicas cuyos rasgos y efectos perduraron incluso después de finalizada. Los pilares de este cambio fueron la nueva matriz energética que se consolidó en los dos primeros decenios de la posguerra, con el inicio y desarrollo de la producción de gas natural y la autosuficiencia petrolera que significó un cambio tecnológico radical.9 Se tradujo, siguiendo la conceptualización de Freeman y Perez, en un nuevo paradigma técnico económico. El segundo nivel de análisis transcurre en el plano micro y pretende mostrar la función que tuvo la empresa en ese nuevo contexto. Conformando un nuevo paradigma tecnológico, la economía de la posguerra necesitó el despliegue de una infraestructura sobre el territorio que pudo realizarse por el desarrollo de dos nuevas capacidades tecnológicas: la ingeniería en materia de gas y petróleo s y la fabricación de tubos de acero para su transporte. Ambas actividades fueron el núcleo de negocios de la 8 Se trata de los excelentes trabajos de J. Katz (1967) y (1977). También otro en coautoría con B. Kosacoff (1989). 9 Con ello queremos decir que sitúa a la economía en otra trayectoria técnica que será transitada en las décadas posteriores, incluso después de finalizada la estrategia sustitutiva. Complementada, a partir de los ’80 de manera lenta y gradual con los elementos del paradigma de las tecnologías de la información y comunicación. 3 Organización Techint. La firma se dedicó a cubrir las complementariedades en materia de infraestructura y siderurgia que exigió la nueva matriz energética. Se sostendrá aquí que la empresa en estos primeras décadas desarrolló rasgos y comportamientos que significaron cambios cualitativos y –en algunas ocasiones- rupturas en relación a características previas del aparato industrial: un desplazamiento de antiguos liderazgos industriales y corporativos del sector siderúrgico, una deslocalización del sector siderometalúrgico, formas de capacitación de personal novedosas, un diferente rol para la industria y, por último, la capacidad para crear con la colaboración de Techint Milán un centro técnico regional vinculado a la ingeniería de obras energéticas y siderurgia. De alguna manera, la empresa reflejó posiblemente en un nivel micro el cambio estructural que a nuestro criterio se fue dando con la articulación de un nuevo paradigma técnico-económico. En la segunda sección se desplegará el marco teórico para analizar el fenómeno del cambio tecnológico. Luego se intentará demostrar que a partir de la segunda posguerra, surge una nueva matriz energética que junto con las actividades que se desarrollan a su alrededor puede interpretarse como la configuración gradual de un nuevo paradigma técnico-económico. Posteriormente, se demostrara como Techint se inserta en ese paradigma cubriendo sus necesidades de complementación en materia de infraestructura y acero. Por último, se argumentará como dicha inserción provoca a la vez cambios de índole cualitativa, que evidencian una ruptura en relación a rasgos previos del sector manufacturero. II. Un marco conceptual para entender el cambio tecnológico: los paradigmas técnico-económicos La importancia del cambio técnico para entender la dinámica de las economías capitalistas modernas y la insuficiencia del main stream de la teoría económica para explicarlo, condujo a la formación en las décadas de los ’70 y ’80 de una nueva corriente de literatura económica que se encuadra en lo que se denomina como pensamiento evolutivo y neoschumpeteriano. La preocupación por explicar justamente el surgimiento de nuevas tecnologías, su naturaleza y efectos institucionales es lo que condujo a diversos autores a una vuelta al economista austríaco.10 10 Un panorama sobre el origen y desarrollo de las distintas variantes del pensamiento económico evolucionista, puede verse en: Lopez, A. (1996). 4 Dentro de la taxonomía de conceptos para explicar los cambios técnicos, se destaca la de innovaciones radicales.11 Con ello se quiere indicar la irrupción de una tecnología, ya de productos o procesos, que significa una ruptura en relación al pasado. Así por ejemplo, el ferrocarril resultó un cambio profundo en relación a los medios de transporte de tracción a sangre. De ahí se deduce que las sucesivas mejoras que pudieron realizarse en ellos, nunca hubieran dado lugar a él. No pocas veces son originados por I+D de las empresas o los laboratorios universitarios y significan la aparición de nuevos mercados, inversiones y sectores productivos. Pero estas innovaciones, sin embargo, difícilmente sean hechos aislados sino que implican una constelación de fenómenos. Por ejemplo, la construcción de locomotoras y de poderosas máquinas de vapor que requería el ferrocarril, dieron lugar a la aparición de eficientes máquinas herramientas que permitieron manufacturar el acero. Surgió así el concepto de sistema tecnológico. Por ejemplo, la generación de la lámpara eléctrica por parte de T. Edison y de generadores que la alimentaban de energía e interruptores que regulaban su prendido y apagado dio lugar a todo un conjunto de nuevos artefactos técnicos que se interrelacionaban, encuadrados sin duda dentro del concepto de sistema. Análogamente, la producción, transporte y distribución de gas y petróleo, constituyeron también sistemas tecnológicos.12 Por otro lado, en una analogía con el concepto de paradigma científico de T. Kuhn, G. Dosi postula la noción de paradigma tecnológico, caracterizado como “(...) un modelo y un patrón de resolución de problemas tecnológicos seleccionados, basado en principios seleccionados derivados de las ciencias naturales y con materiales tecnológicos seleccionados”. En este sentido, el progreso técnico estaría pautado por ciertos paradigmas tecnológicos. A su vez, la trayectoria tecnológica, o sea la dirección del cambio técnico en base a un paradigma tecnológico, tendría un paralelo al concepto de ciencia normal en Kuhn, entendido este último como la actividad cotidiana de resolución de problemas de una teoría científica.13 11 Aunque generada por varios autores, se sigue aquí la síntesis que de ellos hacen Freeman y Perez (2003). 12 Edison pensaba justamente sus inventos como sistemas y nunca como eventos aislados. Una historia de las innovaciones de Edison en relación a la electricidad, junto a la evolución de los sistemas eléctricos en Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, puede verse en: Hughes (1983). Para este autor, los sistemas también tienen actores, como las empresas que participan en los distintos niveles y los gobiernos que lo regulan. Esta dimensión institucional puede hacer avanzar o detener su evolución y orientarlo en distintas direcciones. 13 Dosi (2003), pp. 106-107. 5 A este revelador concepto para entender la naturaleza de los cambios tecnológicos, sin embargo, puede agregarse otro que de alguna manera lo incluye y lo supera: el concepto de paradigma técnico-económico. Con él se quiere hacer referencia a los impactos, generalmente profundos, que las tecnologías tienen sobre el resto de la economía y las instituciones futuras. Como sostienen Freeman y Perez, además de nuevos productos, servicios e industrias de su propio ámbito, generan transformaciones sobre el resto de la producción, la organización empresaria, los hábitos de consumo, la capacitación profesional, el sistema educativo, etc. Todo este conjunto de innovaciones técnicas, sociales, gerenciales, etc., emerge como un sistema alrededor de lo que se denomina un factor clave, consistente en un insumo cuya característica consistiría en: a. Tener un costo bajo y decreciente. B. Tener una disponibilidad ilimitada sobre largos períodos. C. Un potencial de incorporación en procesos o productos del sistema económico.14 Como consideran los autores mencionados, ejemplos de dicho insumo fue el carbón hasta la Segunda Guerra Mundial, el petróleo en las décadas posteriores y los circuitos integrados desde los ´70.15 Una de sus características fundamentales es, a partir de utilizaciones específicas, su propagación hacia un rango de industrias y servicios cada vez mas amplio, permitiendo aumentar la productividad y las ganancias. Con lo cual se sugiere que el insumo no aparece aislado sino que se constituye en el “(...) núcleo de un sistema rápidamente creciente de innovaciones técnicas, sociales y de gerenciamiento, algunas relacionadas con la producción del propio factor clave y otras con su utilización”.16 Generalmente constituye una respuesta a las dificultades generadas por las viejas tecnologías, las que se debilitaran y serán reemplazadas por las que están basadas en el nuevo factor clave. De alguna manera, esta nueva corriente tecnológica, verdadero cambio radical, impondrá una nueva dirección al cambio técnico. Por ejemplo, la química en la segunda posguerra avanzó a través de la aplicación del petróleo, dejando atrás a la carboquímica. Ello permite, a su vez, un nuevo mix de productos y también consecuentemente la exigencia de nuevas calificaciones en la mano de obra. Estas posibilidades de nuevos productos, en la medida que abren mercados, tenderán a absorber gran parte de la 14 Freeman y Perez (2003), pp. 219 y ss. Los autores mencionados toman como factores claves a bienes intermedios. Otros lo ubican en ciertos dispositivos de carácter general que justamente se valen de bienes intermedios: la máquina de vapor, el motor a combustión interna o la dinamo. 16 Freeman y Perez (2003), p. 223. 15 6 inversión, tanto pública como privada. La primera sobre todo con la función de generar una infraestructura que permita tanto la producción como la utilización del insumo clave. La segunda, promoviendo su producción o su transformación en bienes manufacturados o de servicios vinculados a ello. Por otro lado, desde el punto de vista social, da lugar a un nuevo patrón de consumo de bienes y servicios. Por último, y no menos importante, debemos considerar los cambios organizativos e institucionales. No pocas veces, como sucedió con el fordismo o con la fábrica durante la Revolución Industrial británica, surge una nueva práctica organizativa en la producción, vinculada a alguna de las actividades emergentes del nuevo paradigma. En el plano institucional, a su vez, pueden dar lugar a nuevas escuelas o universidades, instituciones públicas o reformas en la legislación sobre derechos de propiedad. Todo este proceso de transformaciones técnicas, industriales, organizativas e institucionales es algo lento y gradual. Su imposición exige un largo proceso de transición y su despliegue tarda décadas en cristalizarse. III. Una nueva matriz energética y el tránsito gradual hacia un nuevo paradigma técnico-económico en la Segunda Posguerra III. I De los combustibles sólidos a los hidrocarburos líquidos y gaseosos Entre los estudiosos del cambio tecnológico, economistas e historiadores parece haber cierta convergencia de opinión en que la crisis económica internacional de los ’70, marcada por el shock petrolero que en 1973 protagonizaron los miembros de la OPEP, evidenció el fin de un período de largo crecimiento de la economía mundial basada en el uso intensivo del petróleo. El mismo tuvo su comienzo en el inicio de la segunda posguerra, donde la expansión industrial estuvo liderada en el conjunto de los países desarrollados por la producción automotriz, la petroquímica, los materiales sintéticos, la aeronáutica, los armamentos, los bienes de consumo durables y una infraestructura que la sostenía consistente en una red creciente de autopistas, aeropuertos y poliductos.17 Las grandes reservas de hidrocarburos, sobre todo en países de Oriente Medio y de América Latina, más el control que tuvieron las empresas transnacionales que dominaban el mercado mundial de manera oligopólica, permitieron un suministro 17 Ver por ejemplo, Freeman y Perez (2003), p. 238; Dosi (2003); David (2003), p. 271-272; Hobsbawm (1996), capítulo 9. 7 constante y a bajos precios que la hizo posible. En este contexto de crecimiento generalizado y distribución del ingreso, su uso racional y sus consecuencias sobre el medio ambiente no fueron una preocupación central. De una manera más gradual y fragmentaria y con un grado de desarrollo industrial apenas incipiente, la Argentina de la segunda posguerra comenzó un proceso en cierta manera similar desde el punto de vista energético.18 El punto de partida para ello fue un viraje gradual a partir de una matriz energética que desde principios de siglo se basaba en combustibles sólidos, sobre todo de origen mineral. En efecto, la Argentina había vivido con la articulación del modelo agroexportador entre 1880 y la Primera Guerra una revolución tecnológica que T. Buch denomina Revolución FF, debido a que sus componentes principales fueron el ferrocarril y el frigorífico.19 El recurso que estuvo detrás de ella fue el carbón y el dispositivo técnico la máquina de vapor. Ello explica que en el momento de iniciarse la Gran Guerra, sin producir una sola tonelada, el país consumía aproximadamente 3,4 millones de toneladas de dicho mineral, en un 95% proveniente de Gran Bretaña. De él dependía el funcionamiento de trenes, barcos, plantas industriales, los sistemas de iluminación pública y la posibilidad de cubrir las necesidades de calefacción de las grandes ciudades.20 La escasez y el consiguiente encarecimiento de dicho insumo durante el conflicto condujo a una crisis energética cuya respuesta gubernamental fue intensificar la producción fiscal de los yacimientos de petróleo patagónicos. Así se inició una primera adaptación de locomotoras y usinas hacia la utilización de hidrocarburos líquidos. La vulnerabilidad energética que había mostrado el país, más el impacto del nacionalismo económico y el desagrado de la opinión pública ante los trust petroleros 18 Luego de un importante vació en la investigación, la historiografía parece tomar conciencia en forma gradual de la importancia del sector energético para entender la economía argentina de la posguerra, en función de los trabajos que han surgido en los dos últimos años. Al ya tradicional trabajo de Solberg (1981) sobre la relación entre el petróleo y el surgimiento de una ideología de nacionalismo económico que tuvo, dentro y fuera de la Argentina, significativa influencia histórica; se sumaron el año pasado otras tres investigaciones. Uno de N. Galé (2006) sobre el desarrollo y evolución del gas natural; otro de José N. San Martín (2006) sobre el la evolución de la producción petrolera y la industria petroquímica; y otro de N. Gadano (2006) sobre la historia del petróleo. Se trata en los tres casos de trabajos con importantes contribuciones empíricas, aunque llegan a distintas conclusiones. En los dos primeros, se ve el vaso lleno y se reivindica el nacionalismo económico y la acción del estado en el desarrollo energético. En el último, se destaca con suficientes evidencias la imposibilidad de lograr la autosuficiencia energética a través del monopolio de YPF y sin acudir a la cooperación del sector privado. 19 Buch (2002), p. 560. 20 Gadano (2006), p. 69. 8 norteamericanos, llevaron a los sucesivos gobiernos a impulsar la producción estatal y hacer cada vez mas difícil la situación de las empresas privadas.21 Como lo demuestra el gráfico 1, sin ser todavía mayoritaria, la participación del petróleo en la matriz energética fue un proceso creciente, alcanzando su punto máximo en 1939. (ver gráfico 1). Sin embargo, la mitad de las necesidades energéticas se cubrían todavía con combustibles sólidos vegetales y minerales casi en un 50%. Grafico 1. Consumo energético En Porcentaje 60 50 Comb. Sólidos Minerales Comb. Sólidso Vegetales Petróleo 40 30 20 10 Gas Natural 0 1925 1930 1935 1939 1942 Años Fuente: elaboración propia en base a San Martín (2006). En la oferta petrolera, por otra parte, si bien hubo un protagonismo creciente de YPF en la oferta local durante la década los ’30, al comenzar la Segunda Guerra el 43,1 % del petróleo consumido era importado. (San Martín, 2006: cuadro 4.2). Las restricciones al comercio internacional y al suministro de equipos que impuso el conflicto no solo dificultó la expansión de la producción nacional sino el suministro desde el exterior, con lo cual la participación de los hidrocarburos líquidos y gaseosos en la matriz energética tuvo un fuerte retroceso, cayendo por debajo del 40% en 1944 y 1945. La etapa iniciada con el fin de la guerra profundizó la tendencia de los ´30 pero con una mayor aceleración. Al cabo de un poco más de una década, el predominio del petróleo y el gas natural y el retroceso de los combustibles sólidos era evidente. (ver gráfico 2). El consumo de energía, estable durante el conflicto, aumentó a una tasa del 5% anual entre 1946 y 1955, a la vez que la participación en la matriz energética de hidrocarburos líquidos y gaseosos llegó a un 75%. Ello significaba que duplicaba su incidencia comparando con el último año de la guerra y la aumentaba un 64% en relación a 1938, 21 Esto fue una constante tanto en los gobiernos radicales como en los conservadores. Pero posiblemente el mayor obstáculo fue la carencia de una ley petrolera que diera un marco jurídico a su explotación. Ver Gadano (2006) y Solberg (1981). Si bien YPF logró a partir del Gral Mosconi organizarse e integrar su producción con una continua expansión, la falta de una legislación que abriera la cooperación de las empresas privadas explica en parte la imposibilidad de cubrir localmente las necesidades energéticas. 9 el último año de “normalidad”. Ambas tendencias se profundizaron en los años siguientes.22 En 1962, la participación superó el 80%. De acuerdo a la conceptualización de Freeman y Perez, entonces, petróleo y gas se convirtieron en insumos claves. No solo por hacer de los combustibles sólidos fuentes de energía marginal, sino porque alrededor de ellos se articularon gradualmente toda una nueva serie de actividades industriales y de servicios que, como la automotriz y la petroquímica, resultaron las que recibieron mas inversión y pautaron a su vez la orientación del cambio técnico en las décadas siguientes. Grafico 2. Consumo energético 1946-1962 En porcentaje 100 80 Comb. Sólidos Minerales 60 40 Comb. Sólidos Vegetales 20 Petróleo y gas natural 0 1946 1950 1955 1958 1962 Años Fuente: elaboración propia en base a San Martín (2006) Así, con el inicio de la posguerra, la Argentina comenzó una industrialización intensiva en petróleo.23 En la medida que no pudo avanzarse significativamente en su producción local, la dependencia de las importaciones se hizo mas dramática y sus consecuencias se reflejaron en la balanza comercial. III.II La explotación de gas natural: un paso clave para la articulación de un nuevo paradigma en el largo plazo Desde los ’30 se sostenía que la Argentina tenía enormes posibilidades de desarrollo energético, ya que mientras importaba en forma creciente carbón y petróleo, desperdiciaba en la atmósfera el gas natural que fluía de los yacimientos patagónicos. 22 El contraste con la década del 30 es evidente, no solo porque la crisis limita el consumo y la demanda de energía, cuyo crecimiento es menor sino también porque el avance en la matriz energética del petróleo y el gas es, aunque significativo, mas lento, aumentando aproximadamente cerca de diez puntos a lo largo de una década. 23 San Martín, J. (2006), p. 80. 10 Julio Canessa, quien sería luego el primer presidente de Gas del Estado, había planificado durante los ´30 la construcción de un gasoducto que traería el gas natural de la Patagonia a Buenos Aires y que, según su opinión, debería haberse finalizado en 1940. Los fallidos intentos de promover esta iniciativa los interpretaba por ser una obra que “no convenía a los intereses foráneos”.24 Con ella posiblemente hacía referencia a los intereses de la Compañía Primitiva de Gas, concesionaria de la provisión de gas en la Capital Federal. De capitales británicos, suministraba un gas industrial, consecuencia de la destilación del carbón. Como el insumo básico era importado y su servicio monopólico, el precio de sus tarifas era elevada y prohibitivo para los sectores medios y bajos. Ello significaba que, incluso en las grandes ciudades litorales, muy pocos tuvieran servicio de gas. Un estudio de 1942 realizado por profesores de la Universidad Nacional del Litoral mostraba que el sector residencial o doméstico demandaba el 35% de las necesidades energéticas totales. Esta distorsión en la estructura del consumo de combustible se explicaba por la utilización de fuentes energéticas poco eficientes y mas propias de áreas rurales que de una ciudad moderna como Buenos Aires, tales como el carbón, el kerosen o la leña.25 Todo esto en el medio de la crisis energética que trajo la Segunda Guerra. Una vez llegado al gobierno el peronismo, la insistencia de Canessa sobre el gasoducto tuvo sus frutos. Nombrado presidente de la Dirección general de Gas del Estado, Perón aceptó el reto y en 1947 comenzaron las obras cuya finalización fue a fines de 1949. El accionar del organismo y la inauguración del gasoducto permitieron una rápida expansión de la cantidad de usuarios. Los aproximadamente 230.000 usuarios de 1945 llegaron casi a duplicarse en 1950 y a aumentar su consumo individual. Su valor, además, se redujo en relación al ofertado por la etapa previa a 1946. Por otro lado, el gas llegó a Mendoza en 1947 y a Puerto Madryn en 1949. Por lo tanto, cambió la lógica en la prestación del servicio. En vez de obtener ganancias en función de un consumo limitado y de altos valores, se procuró, bajo el concepto de servicio público, un uso creciente, masivo y a bajo precio, siguiendo la lógica de los sistemas de agua y electricidad consistente en un trazado de redes de distribución. En este caso, se utilizó en un primer momento la infraestructura existente del gas carbónico. 24 Canessa, Julio; “El gas natural de la Patagonia y su transporte a Buenos Aires”, Crítica, Buenos Aires, 25 de julio de 1941, en Suplemento de Crítica dedicado al Gasoducto, 4 de julio de 1949. 25 Se trata del trabajo “El consumo excesivo de combustibles en la República Argentina” presentado por el Comite Argentino de la Conferencia Mundial de Energía de 1942. Fue elaborado por la Universidad Nacional del Litoral; citado en El gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires, Dirección General de Gas del Estado, Buenos Aires, 1947, pp. 5-7. 11 Complementariamente, fue necesario además realizar una intensa campaña de promoción para informar al usuario sobre su uso y beneficios junto con una reconversión de las cocinas, estufas y calefones existentes. Otro hecho significativo ocurrió durante el régimen peronista en materia de gas natural: el descubrimiento de los yacimientos de Campo Durán en Salta. Con ellos se multiplicaban las reservas de hidrocarburos. Su aprovechamiento, sin embargo, no podía realizarse por las limitaciones financieras para la construcción de infraestructura de transporte. Hubo que esperar para ello a la administración desarrollista de A. Frondizi. Con ello, en 1960, los usuarios alcanzaron la cifra 769.592, triplicando la cantidad de 1945, con un crecimiento de su precio que estaba muy por debajo de la inflación general, resultando el combustible mas barato. Además ofreció un servicio con un gas de 9.000 calorías, superior a las ofrecidas en años anteriores. Además, con el gasoducto Campo Durán-Buenos Aires la oferta de gas dio otro salto significativo, trasladándose al ámbito de los usuarios industriales y las usinas eléctricas. Como consecuencia de este proceso, en 1965 había centrales térmicas a ciclo combinado alimentadas a gas en Capital Federal, Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fé. Por otro lado, empresas situadas en localidades cercanas al gasoducto comienzan a transformar sus equipos de calderas para adaptarlos al suministro de gas o, como en el caso de las empresas químicas, abandonar sus procesos carboquímicos para manufacturar sus productos en base al gas, como la Fabrica Militar de Río Tercero, Atanor y Electroclor. En el año mencionado, el gas cubrió el 15% de la matriz energética, fenómeno que no se detuvo en las décadas siguientes.26 Como todo insumo clave, pasó a tener una oferta mas barata en términos de precio relativos. Junto con el aumento en la producción petrolera que se hizo durante el desarrollismo, la diversificación y ampliación de la oferta energética que significó el gas natural fue clave para que en los ’60 la Argentina estuviera próxima al autoabastecimiento petrolero. Ambos hidrocarburos participaron en 1969 de aproximadamente el 90% de la oferta energética. III. III La explosión de un paradigma desde el punto de vista técnico 26 San Martín, J. (2006), Capítulo 7. 12 Para Freeman y Perez, una vez consolidado el factor clave, el paradigma, o sea toda la constelación técnica, se va cristalizando y va mas allá de los sectores iniciales, desbordando hacia el resto de la estructura productiva e institucional.27 El vehículo de todo ello son las actividades vinculadas a la producción o utilización de los factores claves. Estos nuevos sectores suelen dar un nuevo impulso a la economía en general, siendo el receptáculo de mayores cuotas de inversión y, por ende, logrando mayores tasas de crecimiento. Ello , a su vez, significa habitualmente un cambio estructural del sector industrial, al lograr dichos sectores una participación creciente en él. La generación de externalidades para la explotación de los insumos claves es otro indicador importante en la cristalización de un nuevo paradigma técnico que permite a través de la inversión pública dar otro importante envión al proceso económico. Generalmente, la aparición de nuevas tecnologías exige también nuevas capacidades en la mano de obra, fenómeno que suele generar no pocos problemas. Por último, otra señal lo constituirá la aparición o la expansión del consumo de nuevos bienes y servicios. Si bien no consideraremos todas las dimensiones del modelo de Freeman y Perez, la operacionalización parcial del mismo, basado sobre todo en sus variables técnicas, creemos que nos permiten demostrar para la etapa estudiada la existencia de un nuevo paradigma técnico-económico. Los aspectos institucionales y organizativos tendrán una breve referencia en la parte final. III. III. I La emergencia de nuevos sectores En este sentido, es importante considerar las nuevas actividades productivas que toman a los factores claves como insumos. La petroquímica sea quizás la mas importante de ellas. Con una primera aparición entre los ´40 y ´50, vinculadas mayormente a empresas estatales bajo la órbita de la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM). Estas sin embargo fueron emprendimientos de muy pequeña escala. Fue con las leyes de promoción industrial y de inversión extranjera de A. Frondizi, que el sector dio un salto importante, formando gradualmente polos petroquímicos en las cabeceras o terminales de gasoductos y oleoductos, como San Lorenzo en la provincia de Santa Fé y Campana y Ensenada en la de Buenos Aires. Entre las firmas que instalaron plantas en el sector se destacaron IPAKO, Duperial, CABOT, Duranor, Petroquímica Sudamericana, Atanor y PASA.28 En menor 27 Freeman y Perez (2003), 224-225. San Martin, J. (2006), pp. 95-100, 115-117. Ver también, aunque con mayor énfasis en las décadas posteriores, Chidiak y Lopez (1996). 28 13 magnitud hubo inversiones de nuevas plantas o ampliaciones de las ya existentes en la fabricación de caucho y plásticos. Dentro de los sectores que utilizan los insumos sin transformarlos, no puede dejar de destacarse la industria automotriz. Con una primera aparición con la ley de inversiones extranjeras del peronismo, a través de la instalación de Kaiser y Mercedes Benz, tuvo luego un salto mayor aun con la etapa desarrollista, momento de la llegada de las grandes terminales norteamericanas. Ello requirió, como sabemos, centenares de firmas pequeñas y medianas que formaron el sector de proveedores autopartistas. La historiografía económica ha dado cuenta del impacto de este sector en sus diversas dimensiones, entre ellas, cabe resaltar, la innovación organizativa y de control de calidad que significa producir en grandes series bienes complejos.29 Otro sectores manufactureros que utilizan los insumos claves, en este caso el gas natural, fueron los de artefactos de calefacción, cocina y calentamiento de agua. Si bien algunas plantas existían antes de la Segunda Guerra, su verdadera expansión con la ampliación de los talleres y nuevas firmas fue en la etapa posterior, coincidente con la difusión del uso del gas natural, la mayoría de ellas lidera todavía el mercado. Así aparecieron entre fines de los ’40 y principios de los ´60 Emegé, Domec y Eskabe. Por otro lado, consecuencia de la necesidad de adaptarse a los nuevos diseños y requerimientos técnicos del gas natural, otras ampliaron y modernizaron sus plantas también en estos años, como Orbis. En un movimiento de eslabonamiento hacia atrás, también emergió el sector de proveedores de la industria de producción de gas, petróleo y petroquímica. El propio grupo Techint tenía sus firmas mas importantes en ese sector: Dalmine-Siderca con la fabricación de tubos para el transporte, Cometarsa para generar torres y tanques de almacenamiento de petróleo y Techint SAIC para montar gasoductos y oleoductos, entre otros tipos de obras. Por otro lado, las firmas mas importantes del sector sidero-metalúrgico tenían divisiones o empresas dedicadas a proveer al mismo sector. Siam Di Tella, por ejemplo, fundó en la segunda mitad de los ’40 SIAT con el objetivo de fabricar tubos para el transporte de gas. Pero previamente tenía una trayectoria en generar bienes y equipos para la producción de petróleo. A los famosos surtidores comenzados en los ´20, en 1938 había iniciado la producción de aparatos de bombeo, fenómeno que continuó en las décadas siguientes. Para 29 Desde luego, nos referimos a la organización fordista, que será para los estudiosos del cambio técnico, la innovación organizativa del paradigma tecnológico de la época. Si bien su irrupción constituyó un avance, estuvo lejos de lograr los parámetros de eficiencia de las plantas situadas en los países industrializados. Sobre los virtudes y defectos de esta organización productiva en la industria automotriz argentina, ver Katz y Kosacoff (1989). 14 la misma industria produjo también motores eléctricos blindados y equipos de generación y distribución de energía. Por su parte, Acindar, fabricaba caños de acero para la conducción de fluidos de alta presión. Santa Rosa, otra de las empresas tradicionales del sector, participó como proveedor de aceros especiales en forma de trépanos, varillas de bombeo, válvulas y cables. Junto a estas grandes empresas estuvo un grupo numeroso de firmas de tamaño diverso que aparecieron en su mayoría entre la primera mitad de los ´50 y la primera mitad de los ´60. Si bien predominaron las firmas pequeñas y medianas de capital local, no faltaron algunas grandes de capital extranjero. Se trata de estudios de ingeniería y consultoras; empresas de servicios petroleros, tanto locales como internacionales, dedicadas a la perforación y limpieza de pozos, técnicas de perfilaje, etc. A ello debería agregarse un cúmulo de empresas metalúrgicas productoras de válvulas de alta presión, material de perforación, bombas extractoras, calderas, quemadores de petróleo, sellos mecánicos, cadenas, etc.30 III. III. II El núcleo del paradigma y la inversión Si la emergencia de nuevos sectores en torno a los insumos claves es una de las características de un nuevo paradigma técnico-económico, de ello deriva también otro rasgo importante: esas actividades, situadas en el núcleo de la nueva constelación técnica, fueron también las mayores receptoras de inversión. Se dieron en el marco del boom de inversión extranjera durante el gobierno de Frondizi a partir de 1958 y logró una expansión de la producción de insumos básicos que posibilitó integrar la economía. En este sentido, solo en la explotación de hidrocarburos se invirtieron 200 millones de dólares.31 La consecuencia de ello fue la posibilidad en cuatro años de triplicar la generación de petróleo y cuadriplicar la de gas, alcanzando a cubrir casi la totalidad de las necesidades locales. En materia industrial, se autorizaron 254 proyectos de radicaciones por 550 millones de dólares. El 60% del capital fue destinado al sector automotriz y petroquímico. Desde el punto de vista de emprendimientos individuales, sólo las tres automotrices norteamericanas absorbieron el 20% del total. Importantes también fueron los grandes proyectos petroquímicos como los de PASA, Duperial, Indupa, Ipako y destilerías como las de Shell. 30 No es fácil determinar cuantas de ellas sobrevivieron al proceso de desindustrialización comenzado a mediados de los ’70, ya sea porque quebraron o se fueron del país. No obstante, un número considerable todavía subsiste. Un listado de las empresas proveedoras del sector con algún detalle de sus productos puede encontrarse en: Instituto Argentino del Petróleo; Guía de proveedores de las industrias del petróleo, gas y petroquímica, Buenos Aires, 1974. 31 Rapoport (2000), p. 554. 15 Por diversos motivos, este proceso perdió fuerza en los años siguientes, reapareciendo entre 1966 y 1969 con montos mucho mas reducidos, correspondiendo la mitad al sector automotor.32 Esta inversión extranjera no solo pautó el ritmo de crecimiento de la industria en general durante la experiencia desarrollista sino que también explica la expansión durante la década siguiente, uno de los períodos de crecimiento mas importante de toda la historia económica argentina.33 III. III. III Un cambio estructural de la industria Los efectos del impulso inversor se manifestaron también en un cambio estructural de la industria argentina, que muestran que las actividades que utilizaron o transformaron los insumos claves del nuevo paradigma técnico pasaron a ocupar porciones cada vez mas importantes del aparato industrial. Al tener tasas de crecimiento mas elevadas que el resto de las actividades, ello fue lo que ocurrió con los complejos petroquímico y metalmecánico –incluído aquí el sector automotriz- Aquella, por ejemplo, se expandió a un 17% anual en la década de los ´60.34 Este, por otro lado, tuvo un fuerte crecimiento entre 1958 y 1961 y otro, mas moderado entre 1969 y 1974. Basándose en una idea de J. Katz, J. Schvarzer afirma que: “Uno de los resultados fue el crecimiento de las ramas mas nuevas dentro de la producción fabril, a su vez en expansión. Entre 1954 y 1974 el conjunto de las ramas metal mecánicas pasó de aportar el 25% de valor agregado por la industria al 33%, la química en todas sus facetas pasó del 13% al 19%. Es evidente que ese avance implicó una tasa de crecimiento muy superior al del conjunto fabril a lo largo del período. Los análisis del producto, el empleo, el capital invertido y la productividad del sector fabril sugieren que el sistema industrial posterior a 1954 refleja una ‘época tecnológica diferente’ de la del período anterior.”35 32 Barbero y Regalsky (2002), 137-139. Rapoport (2000), p. 584; Llach, J. (2002), p. 101. 34 Azpiazu y Basualdo (1990), p. 85. 35 Schvarzer (1996), p. 238. Katz y Kosacoff (1989:58) dan cifras muy parecidas aunque no idénticas. En relación a la afirmación de Schvarzer, no podemos comprometer a dicho autor con todas las implicancias teóricas del marco conceptual que se sostiene en este trabajo. No obstante, puede interpretaarse que con menor carga teórica este párrafo apoya nuestra postura de la existencia de un nuevo paradigma técnico. Podría puntualizarse que no es solo la industria la que tiene una nueva base técnica sino la economía en su conjunto. 33 16 III. III. IV Las externalidades o la construcción de nueva infraestructura Otro de los rasgos que marca la consolidación de un paradigma es la existencia de una infraestructura que facilite el uso del factor o factores claves. En este sentido, como lo evidencia ya el primer gasoducto en 1949 entre Comodoro Rivadavia y Buenos Aires, uno de los mas grandes del mundo en ese momento, fue necesario establecer un sistema de red de tubos para transportar el petróleo y el gas hacia las refinerías, las empresas que lo usaban como insumos y los usuarios domésticos. Miles de kilómetros de ellos se realizaron, uniendo puntos alejados del país, tanto en los extremos norte y sur con los centros urbanos de consumo. En este sistema también se incluyen además tanques almacenadores, estaciones de bombeo, plantas separadoras, plantas compresoras, etc. La sucesiva instalación de gasoductos permitió que la participación del gas en la matriz energética del país se incrementara gradualmente, como ya lo afirmamos en relación al gasoducto Campo Duran en Salta con Buenos Aires en 1960. A continuación se presenta un listado de ellos: Tabla 1. Red de Gasoductos Troncales Gasoducto Año Diámetro Longitud Km Comodoro Rivadavia-Bs As 1949 10´´ 1600 Plaza Huincul-Gral. Conesa 1952 8’’ 600 Campo Durán-Buenos Aires 1960 24’’ 2800 Pico Truncado-Buenos Aires 1965 30’’ El Condor-Pico Truncado 1973 30’’ San Sebastián-El Condor 1978 30’’ Centro-Oeste 1981 30’’ 1500 NEUBA II 1988 36’’ 1300 Fuente: Instituto Argentino de la Energía y “General Moscóni”, Informe de Coyuntura del Sector Energético, s/f; extraído de Nidia Galé, obra citada, p. 92. En relación a los oleoductos, su red es más pequeña pero no por eso poco importante. A ello se agregan en distintos puntos del país una red de refinerías y plantas petroquímicas. Cabeceras y terminales de gasoductos y oleoductos, como Neuquen, Bahía Blanca, Mendoza, San Lorenzo y Campana, fueron espacios para nuevos centros industriales que resultaron un impulso parcial de descentralización industrial. Los 10.000 kilómetros de rutas nacionales construídos en los ’60 es otro elemento importante en la expansión de la infraestructura y que indica claramente, como sugieren 17 Katz y Kosacoff, hacia donde estuvo destinado tanto el gasto público como el ahorro privado.36 III. III. V Un nuevo patrón de consumo de bienes y servicios Dada la pequeña cantidad inicial de usuarios en la etapa del gas carbónico y su rápido crecimiento posterior, no hay dudas que mucha gente accedió a servicios del que antes carecían o al cual accedían en condiciones ineficientes. Si se toma solamente el corto período que va de 1945 a 1960 en que se triplicaron los usuarios de gas natural, significó la incorporación de 500.000 hogares a la red de gas que, instalación de artefactos mediante, pudieron acceder a servicios de cocina, calefacción y calentamiento de agua. Lo hicieron además, en condiciones más económicas que en la etapa del gas manufacturado. La instalación de los nuevos artefactos necesitó de las ya nombradas empresas que los fabricaron. También personal especializado que con la matrícula otorgada por Gas del Estado, diseñó e instaló el sistema de gas domiciliario, lo conectó a la red de distribución e hizo los correspondientes servicios de reparación y mantenimiento. Nuevos servicios fueron también el conjunto de negocios minoristas encargados de la comercialización de los artefactos y repuestos. En relación al petróleo, el sistema de estaciones de servicio y talleres existía previamente a la época estudiada. Pero tanto la expansión de la industria automotriz como la expansión petrolera permitieron que se ampliara, junto a la red vial que se hizo necesario también incrementar. Sin contar aquellos fabricados para usos comerciales, la evolución en la producción de autos revela, a su vez, la masificación de su consumo: Tabla 2. Producción de Automotores Particulares (1953-1965) (Unidades) 1953 1957 1960 1962 1964 1965 897 13.273 49.519 93.873 119.005 141.114 Fuente: Rapoport y colaboradores (2000), p. 586. Desde otro punto de vista, el crecimiento que tiene en los ´60 el sistema vial a nivel nacional, el mayor de toda la historia en términos absolutos y relativos, presupone la expansión de los servicios mencionados: Evolución de la red vial nacional pavimentada (1940-1990) Año Cantidad de Km % de la red vial total 1940 4.566 11 36 Katz y Kosacoff (1989), p. 56. 18 1950 7.322 12 1960 9.699 17 1970 20.778 45 1980 26.475 70 1990 28.309 75 Fuente: Delgado, R. (2000), p. 138. En base a datos de FIEL y DNV. IV. La instalación de Techint en la Argentina IV.I Orígenes y primeros pasos en el país El escenario de la inmediata posguerra fue el contexto en el que Techint inició sus actividades en la Argentina. Fue fundada en la ciudad de Milán en 1945 por Agostino Rocca, personaje cuya trayectoria previa le había otorgado amplia experiencia en el campo de la siderurgia. En los años ’20 se inició como ingeniero en la planta de tubos de acero de Dálmine en Bérgamo, Italia. Allí llegó a ser jefe de planta y adquirió un amplio conocimiento en materia técnica y organizativa gracias a visitas realizadas a empresas siderúrgicas y mecánicas de Alemania y Estados Unidos. El aprendizaje obtenido redundó en beneficios al establecimiento italiano y le otorgaron a la vez prestigio y reconocimiento. La Banca Comérciale Italianne, inversora en el sector siderúrgico peninsular, lo contrató también como asesor en materia técnica.37 La crisis de los ’30 obligó al estado italiano a auxiliar al sector y a la banca inversora, lo que condujo a una participación mayoritariamente estatal en la propiedad de las firmas que lo integraban. Como manager de Estado, Agostino Rocca gestionó con los años a las principales empresas del sector: la Dálmine, la Ansaldo (un astillero de Génova), la acería de Terni e inició el proyecto de la acería integral de Cornigliano, la cual serviría de modelo a la planta de Propulsora en Ensenada. Ocupó también cargos importantes en el IRI (Instituto de Reconstruzione Industrial) creado en la coyuntura de crisis para reformar las plantas del sector, y en Finsider. Cumplidos los 50 años, había decidido luego de la Segunda Guerra iniciarse como empresario privado en América Latina. El encargo que Torcuato Di Tella, el 37 En Italia se han realizado varios estudios sobre la trayectoria profesional de Agostino Rocca antes de su partida hacia América, entre otros, ver: Franco Bonelli, Antonia Carparelli y Martino Pozzobon, (1984). Sobre su formación técnica y empresarial como sobre su concepción en materia de desarrollo siderúrgico: Paride Rugafiori (1984), también Carolina Lussana (1996). 19 fundador de SIAM, le había hecho para diseñar una fabrica de tubos de acero, lo había decidido a elegir la Argentina como base de operaciones de su empresa. Las primeras actividades de Techint en la Argentina fueron de carácter comercial, aprovechando los vínculos de Rocca con las empresas italianas. Al poco tiempo, sin embargo, ganaba la licitación para la construcción del tramo sur del gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos aires, primera gran obra de infraestructura de la firma. Ello le indujo a pensar que la autosuficiencia energética que proclamaba como objetivo el régimen peronista requeriría de tubos de acero para el transporte de gas y petróleo. El gasoducto que había construido Techint se había realizado con caños importados por la misma firma de la Dálmine de Italia, empresa que había sido conducida por el propio Rocca. Por otra parte, el proyecto que había presentado para Torcuato Di Tella no había sido aceptado, optando para la futura SIAT por un modelo de planta presentado por una firma americana.38 De esta manera, el fundador de Techint decidió instalar en la Argentina una réplica de la Dálmine de Bérgamo. Esta misma colaboraría con aporte de capital, asesoramiento y personal. Surgió así el proyecto de Dálmine-Safta en Campana, cuya puesta en marcha se logró en 1954. En adelante, la expansión de la producción de gas y petróleo de Gas del Estado e YPF le resultaría funcional a sus intereses. Sin embargo, en forma progresiva su producción logró colocarse también en las petroleras privadas. Por otra parte, en el mismo centro industrial de Campana, Techint instaló la planta de Cometarsa (Construcciones Metálicas Argentinas), dedicada a la fabricación de grandes estructuras metálicas. Fue también un complemento a los requerimientos de infraestructura vinculados al desarrollo gasífero, petrolero y eléctrico. Solamente en su primeros diez años, Cometarsa fabricó 1200 tanques cilíndricos verticales para refinerías y yacimientos; 400 torres de producción y perforación petrolera; 400 vagones cisterna para transporte de combustible y 5000 torres para líneas de alta tensión. IV.II Algunos cambios cualitativos Nacida de un grupo de ingenieros experimentados provenientes del sector siderúrgico italiano, el desarrollo de sus capacidades técnicas y organizativas, junto a su éxitosa inserción en el contexto económico de aquellos años, le dieron a la empresa una serie de 38 Una síntesis de los primeros pasos de Techint en la Argentina, puede verse en: Castro (2003). 20 rasgos y comportamientos que representaron rupturas cualitativas en relación a las características previas de la industria local. IV.II.I Un liderazgo sectorial De la mano de Dálmine-Safta el grupo Techint ingresó en el sector siderúrgico argentino. El mismo tenía en aquel momento como referentes a empresas que como TAMET, La Cantábrica y Siam provenían de la etapa del modelo agroexportador. Controlaban la cámara empresaria y su producción estaba focalizada en bienes finales. La política siderúrgica del régimen peronista las beneficiaba con una serie de instrumentos que redundaba en altos ganancias: cuotas de importación, tipo de cambio diferencial para la compra de maquinarias e insumos en el exterior y retraso cambiario desde 1949. Un proyecto privado local de acería que proveyera los insumos básicos atentaría contra los mismos, en la medida que posiblemente aumentaría los costos. De ahí el desaliento que los referentes del sector tenían contra toda profundización de proceso industrial en materia siderúrgica.39 El proyecto de Dálmine Safta no fue bien visto por los líderes del sector. Argumentaban que el transporte de gas y petróleo podía hacerse con tubos de acero con costura, artículo ya fabricado en el país. Su autorización por parte del gobierno fue objeto de una enérgica protesta por parte de la cámara empresaria. Por otro lado, la concepción siderúrgica de Rocca era diferente. Si bien el proyecto siderúrgico de Campana recibió beneficios de la política crediticia del régimen peronista, no era proclive a la dependencia de una futura acería estatal, tal como lo demostró el proyecto que diseñó para Di Tella. Además, las características especiales en calidad y tamaño del acero requerido para los tubos no podía ser provisto por ningún proveedor local, ni siquiera por SOMISA.40 De ahí que a inicios de los ´60 Techint complementara a Dálmine con una acería eléctrica, Siderca. Ambas terminaron fusionándose en una sola empresa en 1964. Ello permitió que se convirtiera en la firma privada que producía mayor cantidad de lingotes, la única que superaba la cantidad de acero que laminaba y que podía vender sus excedentes al mercado local. Tabla 3. Capacidad instalada para la producción de aceros (Año 1964) Empresa Acero en lingotes Prod. Productos 39 Para la política siderúrgica durante el régimen peronista, ver: Belini (2004). “Dálmine-Safta. Siderurgia argentina para petróleo argentino”, Boletín Informativo Techint, Nro 104, Buenos Aires, diciembre de 1959. Hasta la creación de la acería de Siderca, el acero para su elaboración era recibido de la empresa italiana SAFAU. 40 21 Siderca La Cantábrica Acindar TAMET Santa Rosa Vulcano RICAS Gurmendi (toneladas) 150.000 76.000 60.000 60.000 55.000 11.000 11000 Semiterminados Terminados 30.000 90.000 55.000 70.000 120.000 300.000 100.000 100.000 10.000 100.000 60.000 Fuente: “Acero: guerra fría entre dos colosos”, en Primera Plana, 26 de mayo de 1964. Esta posibilidad de encontrar beneficios en un mercado subabastecido de insumos siderúrgicos impulsó a crear una acería integral para cubrir las necesidades internas que no podían ser satisfechas con la producción de SOMISA. Con tal motivo, surgió a inicios de los ´60 el proyecto de Propulsora Siderúrgica. Si bien no pretendió rivalizar con la acería de San Nicolás, no encajaba en el modelo de desarrollo siderúrgico estatalmilitar que se comenzó a diseñar por parte del Estado a partir de la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial. Desde la perspectiva de la Dirección General de Fabricaciones Militares, el proyecto de Propulsora fue interpretado como un desafío a SOMISA y al control militar sobre el sector. Ello explica el hecho que Propulsora se quedara solo en la fase de laminación y no fuera autorizada por dicho organismo la instalación del alto horno, a pesar del gasto en divisas que significó para el país durante la década de los ´60 y principios de los ’70 la importación de insumos siderúrgicos.41 Mas allá de esto, con la inauguración de Siderca, Techint pasó a la categoría de gran productor siderúrgico, fenómeno consolidado con PS. Junto con Acindar dominó el Centro de Industriales Siderúrgicos (CIS), entidad que nucleaba a las grandes firmas del sector, más capitalizadas, informadas y concientes de la necesidad de amortiguar los riesgos del mercado interno con una salida exportadora a través de la utilización de tecnología de vanguardia. El otro grupo fue conformado por CLIMA (Centro de Laminadores de Industrias Metálicas), donde participaron firmas mas pequeñas, de larga trayectoria algunas de ellas, menos dispuestas a arriesgar inversiones y cuyo horizonte comercial se limitó al mercado local. 41 No obstante, en la medida que con los años las empresas siderúrgicas de Techint y Acindar fueron modernizandose y ampliando su producción en un grado mayor que SOMISA, incluso liberándose de su abastecimiento de palanquilla, fueron debilitando el modelo siderúrgico de posguerra. Sobre el surgimiento de Propulsora Siderúrgica y las dificultades que tuvo con la Dirección de Fabricaciones Militares, ver Castro (2005). 22 IV. II. II Una deslocalización del sector siderúrgico El patrón de localización de gran parte de la industria argentina fue tradicionalmente la zona próxima al Riachuelo. La Boca y Barracas en la Capital Federal y Avellaneda en territorio bonaerense, fueron el ámbito de fábricas textiles, alimenticias, curtiembres, frigoríficos. En el caso de la actividad sidero-metalúrgica, tuvo su origen en los astilleros que se ubicaron en sus orillas desde la segunda mitad del siglo XIX. Entre 1870 y 1900 el cambio técnico en la navegación hizo que el mundo de los astilleros se desplazara del oficio de carpintero al ámbito de los talleres metalúrgicos. Este desarrollo, sin embargo, no implicó, tal como sucedió con la industria argentina en general durante la etapa agroexportadora, un aumento del número de talleres sino una tendencia a la concentración en grandes establecimientos. Por ejemplo, Ernesto Tornquist y Cía adquirió Rezzónico-Ottonello en 1902 y posteriormente los talleres San Martín en 1909 y Vasena luego de la Primera Guerra, dando lugar a lo que luego fue TAMET. Es a partir de la tercera década del siglo XX cuando el tramo que comienza después del actual Puente Pueyrredón empezó a ser asociados con las empresas metalmecánicas, cuyas plantas modernas necesitaban mayores dimensiones para su localización. El proyecto del canal industrial de los ¨30 prometía concederles las mismas ventajas que las que tenía el Riachuelo aguas abajo.42 Todavía a fines de los ´40, plantas importantes del sector, como SIAT, se instalaron allí. Para una empresa como Dalmine-Siderca, concebida desde el inicio con perspectivas de ampliación y producción en escala, la ubicación en el eje paralelo al Paraná entre Buenos Aires y Rosario poseía mayores ventajas. Entre ellas, la posibilidad de un puerto que recibiera buques de gran calado, el acceso a los insumos importados vía fluvial y una disponibilidad espacial que le permitiría una constante expansión. Con la radicación de Propulsora en Ensenada, Techint jugó un papel clave en la consolidación del frente fluvial La Plata-Rosario como espacio industrial. Como proveedora de laminados para la industria automotriz, restó fuerza a la radicación industrial en Córdoba, en la medida que algunas firmas del ramo encontraron mas ventajas instalándose en su cercanía.43 IV. II. III Un centro de formación profesional El posicionamiento de la empresa en actividades técnicamente complejas como la ingeniería y la fabricación de tubos sin costura demandó personal calificado que no era posible encontrar en el mercado laboral argentino de los ´50. Al principio, la solución 42 43 Una descripción detallada de este proceso puede verse en: Silvestri (2003), pp. 248-265. Kollman (2003), p. 16. 23 fue traer la mano de obra desde Italia, recurso poco viable con la recuperación de la economía peninsular y la mayor demanda que generaba la expansión de las actividades del grupo. Dicha necesidad se hizo mas urgente si se tiene en cuenta que se trata de especialidades que, siguiendo a Hirschman, pueden considerarse con “poca tolerancia al deterioro”.44 ¿Cómo transmitir y expandir las capacidades y conocimientos de la empresa originadas en cuadros técnicos formados en Europa? La respuesta estuvo en abandonar el sistema tradicional de contratar mano de obra en el mercado en función de antecedentes y capacidad profesional demostrada y reemplazarlo por la internalización del mercado de trabajo. Primero se hizo con los operarios especializados, creando una escuela de soldadura. Luego en relación a los requerimientos de cuadros gerenciales en las áreas administrativas y técnicas. Para ello, se implementó en 1960 el plan “Jóvenes Profesionales”, consistente en incorporar profesionales con experiencia laboral escasa o inexistente a los cuales se les concedió un período de formación entre seis y dieciocho meses. Comenzó con la incorporación de ingenieros a quienes se les daba la oportunidad de trabajar junto a personal experimentado y rotar de actividades. De esta manera, tenían contacto directo con el trabajo, conocían las demandas de la profesión y descubrían sus inclinaciones y capacidades.45 Semillero de los futuros gerentes y promotora del cambio generacional, resultó una escuela de formación técnica y gerencial interna que posibilitó la argentinización de la empresa. En no pocas oportunidades, se incluyeron períodos de formación en el exterior, ya sea en universidades o en plantas industriales. Finalizada esta etapa, se le otorgaba al joven profesional un destino estable pero nunca definitivo, ya que las exigencias de la Organización y sus empresas obligaban a menudo un cambio de función, incluso en otro país. El éxito del plan condujo a su profundización en las décadas siguientes.46 Las capacidades de sus gerentes e ingenieros son hoy altamente reconocidas y constituyen una de las fortalezas de la empresa. 44 Con ello el economista alemán quería significar la existencia de sectores de actividades en donde la ineficiencia, el descuido y la improvisación generan elevados perjuicios y riesgos. El sistema de transporte aereocomercial es un ejemplo. Ver Hirschman (1961), pp. 147-151. 45 “El programa Jóvenes Profesionales de la Organización Techint”, en Boletín Informativo Techint, Buenos Aires, Mayo-Junio de 1969, Nro 171, pp. 2-4. 46 Para un análisis de la política de recursos humanos de Techint, en el pasado y en el presente, ver: Welsh y Genoud (2003). Inédito. 24 IV. II. IV Siderurgia con intención exportadora La actividad de la Organización Techint fue en contra de lo que era el tradicional patrón exportador del país y el rol mercado internista de la industria. Tanto en el ámbito de la ingeniería como de la siderurgia, se destacó la capacidad para insertarse en el mercado internacional, aun antes del debate que se inicio en los ´60 sobre la necesidad de una salida exportadora de la industria como solución a sus problemas estructurales.47 En relación a la primera, la posibilidad que adquirió luego del aprendizaje y prestigio generado con el gasoducto patagónico de captar obras de infraestructura energética en países del cono sur. En relación a la segunda, la capacidad para colocar en el mercado externo cuotas importantes de su producción que oscilaron entre un 20 y un 30% en los ´60, anticipando el rol clave que tuvieron las exportaciones en las décadas siguientes. Al poco tiempo de inaugurarse la planta, logró un dinamismo productivo que se tradujo en la posibilidad de duplicar la producción en cinco años. En estos primeros años, YPF fue el único cliente en el mercado local. Con ello, la retracción de sus pedidos ponía en riesgo los ingresos de la empresa, tal como sucedió en 1957. La solución fue una primera experiencia exportadora con destino a Turquía, fenómeno que se acentuó a partir de la crisis de los años 1962-1963. Por lo tanto, a partir de los ´60, volúmenes crecientes de toneladas de tubos se proyectaron en forma paralela tanto hacia el consumo doméstico como al exterior. En la segunda mitad de la década, no fue solo una forma de atemperar las fluctuaciones de la economía argentina sino un objetivo prioritario que incentivó el mantenimiento del régimen productivo en un nivel máximo y mantuvo una constante presión para el ajuste del proceso de producción. Este fenómeno, sin embargo, no es solo una cuestión voluntarista de la gerencia de la firma sino que debe verse también bajo la perspectiva de las características técnicas del sector de tubos sin costura. Por tratarse de un bien con mayor valor agregado que los aceros planos, requiere de una escala mínima mayor. De ahí que difícilmente pueda cumplirse con la exclusiva demanda local, siendo la exportación un recurso habitual de todas las firmas que participan en el mercado.48 Por otro lado, como sostuvo J. Katz, más allá de los subsidios y la voluntad empresaria, es imposible exportar un bien complejo sin 47 Un análisis y síntesis de este debate puede verse en: Rougier (2004), Capítulo II. Artopoulos (2005). Bajo esta perspectiva también puede verse el interés de la empresa por mantenerse en el ámbito especializado de los tubos y aumentar la escala permanentemente, diferente a una cierta tendencia a la diversificación en desmedro de la especialización y las economías de escala de las empresas industriales locales. 48 25 cierta maduración técnica que representa “(...) un cambio cualitativo en el aprovechamiento de los recursos humanos y el capital”.49 De este modo, tanto la voluntad como la necesidad exportadora tuvo como una de sus consecuencias la posibilidad de liberarse del oligopsonio de YPF, cuya compra abarcó solamente el 10% de su producción en el ejercicio 1969-1970. Por otro lado, la exportación superó la colocación en el mercado local de tubos para uso petrolero, representando un tercio de la producción. En 1969 fue la segunda empresa en el ranking de las exportaciones industriales. Manteniendo el cuarto lugar para el período 1969-1974.50 Dicho proceso continuó acentuándose luego de la crisis petrolera mundial de 1973. Tabla 4.Dálmine-Siderca. Destino de la venta de tubos, balance 1969-1970 Destino Volúmenes en Porcentaje toneladas Mercado petrolero nacional 37.200 27,17 Usos no petroleros 54.600 39,88 Exportación 45.100 32,94 Total 136.900 100 Fuente: Dálmine-Siderca. Memoria y Balance General al 31/3/1970 IV. II. V La formación de un centro técnico de ingeniería de carácter regional Relacionada con las nuevas capacidades técnicas que exige el paradigma técnico de la posguerra, igualmente exitosa fue la inserción internacional en materia de ingeniería relacionada-con obras de infraestructura energética y la construcción de plantas industriales. Como dijimos, esa posibilidad fue factible inmediatamente después del gasoducto patagónico, con obras en Chile primero y en Brasil después. En la década de los ’60 la necesidad de diseñar y controlar obras en los países limítrofes y de la región, junto a las realizadas localmente, hizo de Techint Buenos Aires un centro de ingeniería y proyectos con un plantel de aproximadamente 200 especialistas, la mayoría de ellos 49 50 Katz (1977), pp. 95-96. Ibidem, ver cuadro 10, p. 107. 26 ingenieros, técnicos y dibujantes argentinos.51 Luego de la crisis de la Techint de Milán hacia mediados de los ‘60, una reestructuración del grupo asignó la construcción de oleoductos y gasoductos, incluso aquellos que estaban fuera del continente americano, en forma exclusiva a Techint Argentina. Un estudio de Gatto y Kosacoff de los ´80 muestra el liderazgo que tuvo Techint en la exportación de obras de ingeniería y construcción. Un análisis de las cien obras mas importantes hechas por empresas argentinas en el exterior entre 1938 y 1983, evidencia como resultado que las tres mas importantes pertenecieron justamente a la empresa fundada por la familia Rocca: cinco proyectos para la acería venezolana Siderurgia del Orinoco por un monto de 268 millones; un gasoducto en Arabia Saudita por 155 y el Oleoducto Norperuano cuya facturación fue por 75 millones. Todos valorados en la moneda norteamericana. Además los rubros acerías y poliductos, hegemonizados por Techint, resultaron los tipos de obras con mayor inserción, representando con trece proyectos aproximadamente el 50% del valor total de los contratos de ingeniería y construcción colocados por empresas locales en el exterior.52 VI. Consideraciones Finales Este trabajo transcurrió analíticamente en dos niveles. En el nivel macro, se intentó demostrar como el desarrollo una nueva matriz energética a partir de las primeras décadas de la segunda posguerra, consistente en sustituir el carbón por el gas natural y lograr la autosuficiencia petrolera, significó en términos de la literatura neoschumpeteriana la articulación gradual de un nuevo paradigma tecnico-económico. Se intentó demostrarlo a través de diversos procesos: el creciente consumo de gas y petróleo, su penetración en los distintos ámbitos de la economía, su participación creciente en el PBI, la aparición de nuevos modalidades de consumo. Esta operacionalización parcial del modelo de Freeman y Perez , sin embargo, no impugna nuestra hipótesis, ya que en el transcurso de las décadas siguientes se fueron desplegando sus otros rasgos. Así el cambio técnico siguió siendo pautado por la utilización de los insumos claves mencionados. El gas, por ejemplo, penetró en otras actividades como la siderurgia a través de la tecnología de la reducción directa. 51 %Techint SACeI. Memoria y Balance General al 30/6/98, pp. 4-5. A menudo obras realizadas por filiales de Techint, eran diseñadas en Buenos Aires. Cómo sucedió con Tebra, la filial de Techint en Brasil. A inicios de los ’70, su centro técnico fue organizado y nutrido con personal de Buenos Aires. 52 Gatto y Kosacoff (1985); pp. 150-157. Se toman aquí las obras hechas por Techint Argentina. No se consideran las realizadas por representaciones o subsidirarias de Techint en el extranjero, como Techint Italia o Brasil. La primera, por ejemplo, ha realizado obras de ingeniería en Asia. 27 También pasó a ser el insumo fundamental en la producción de cemento y se formó un polo petroquímico en Bahía Blanca para su procesamiento industrial. Con el descubrimiento del yacimiento de Loma de la Lata, sus reservas superaron a las de petróleo. En los ’80 siguió creciendo el número de usuarios domicialiarios de gas, comenzando también su utilización como combustible automotriz. Del gas también dependió cada vez más la generación eléctrica. Por otro lado, gas y petróleo pasaron a tener con la segunda crisis petrolera de los ´70 una participación creciente en la matriz exportadora. A fines de los ’90, el complejo petrolero petroquímico fue uno de los mayores rubros exportadores. De alguna manera, se constituyeron en nuevas ventajas comparativas, como lo fue también la siderurgia de tubos sin costura y la ingeniería en obras de infraestructura energética. Desde luego, el afán por mostrar un proceso complejo puede dar lugar a una simplificación y a la explicación demasiada estilizada de un modelo que parecería desplegarse en la realidad casi sin fricciones, sobre todo en lo que fue su fase de explosión. Habría que aclarar, como dice G. Dosi, que la tecnología por sí sola no es suficiente. Un sistema tecnológico, si bien puede pautar la orientación del cambio técnico, no es un modelo de una sola variable. Su impulso depende de otras variables, ya sea de tipo institucional, político o económico. Por lo tanto, la pregunta que podría formularse aquí es si el marco institucional fue el mas adecuado para desarrollar todas las potencialidades del nuevo paradigma. Las dificultades que tuvieron la explotación de los insumos claves, manifestadas en la demora en lograr el autoabastecimiento energético, sugieren que el contexto institucional, al menos en la época estudiada, no fue el más apropiado. En el mismo sentido, evidenciado en la década siguiente, el retraso que tuvo el sector petroquímico. Como lo demostró Solberg, el nacionalismo económico orientó en gran medida la explotación del petróleo, salvo períodos excepcionales. Esta influencia ideológica determinó también la evolución de otros sectores. Si bien pudo ser positivo en algunas coyunturas históricas por el impulso a sectores casi inexistentes, el perfil estatal-militar de sectores como la energía, la petroquímica y la siderurgia significó un afán de control corporativo que retardó, cuando no restringió, la presencia de nuevos actores e inversiones.53 Por lo tanto, 53 Sin embargo, de la lectura de dos autores que estudiaron con detenimiento el tema de la explotación petrolera, como Solberg (1981) y Gadano (2006), se desprende que los referentes del nacionalismo económico en la explotación energética como fueron Mosconi, Bunge y Perón, no pretendieron el 28 mientras el paradigma de la posguerra entró en crisis en los ’70 en el mundo desarrollado, en la Argentina todavía no había completado su integración. En el momento de la crisis petrolera de 1973, la Argentina tenía todavía graves carencias en las industrias básicas que utilizan energía en forma intensiva. Poseía un solo alto horno en materia siderúrgica; faltaba una gran parte del sector petroquímico, tanto en insumos básicos como en intermedios y productos finales; también carecía de producción de aluminio. Ello proporcionaba todavía oportunidades de inversión. Por otro lado, el modelo organizativo que acompañó al paradigma, basado en economías de escala y especialización, no pareció ser consistente con las condiciones estructurales de la economía argentina, como la dotación de factores y el tamaño del mercado.54 Sin embargo, en el caso de la industria automotriz argentina, este error inicial de diseño institucional durante el desarrollismo, basado en una excesiva liberalidad, no pudo subsanarse con el correr del tiempo. Ello explica la pérdida de dinamismo del sector, a pesar de su impacto inicial. Menos plantas hubieran significado mas escala y un mayor crecimiento que seguramente se hubieron trasladado a gran parte del aparato industrial. No obstante, estas plantas protagonizaron el boom de las exportaciones industriales de la primera mitad de los ´70. De ello se deduce, al menos, como lo demostró Katz, que no estuvieran exentas de cierta maduración microeconómica. Otra cuestión abierta es porque esta nueva base técnica no renovó otros sectores. Tal como sucedió con el cemento, la siderurgia y la petroquímica, adoptando tecnologías que colocaron al gas y al petróleo como insumos básicos y lograron así un importante proceso de modernización. ¿A cuántos sectores alcanzaron? ¿Qué resultados tuvieron? Un futuro análisis sectorial de la industria debería decir algo al respecto. En el nivel micro, se pretendió evidenciar como una empresa operó en forma complementaria a dicho paradigma, a través de nuevas capacidades tecnológicas cuyo desarrollo exigió transformaciones que pueden interpretarse como cambios institucionales. Ejemplo de ello resultan la necesidad de organizar una escuela de gerentes dentro de la propia firma, darle un sentido exportador a la actividad industrial y concebir otro patrón de localización para la actividad siderúrgica. Todo ello puede monopolio estatal y postularon empresas mixtas o la colaboración del sector privado. En el caso de Perón como también de Frondizi, puede decirse que proclamaron una cosa y luego en el ejercicio del poder hicieron otra. 54 Lopez, A. (2002), pp. 53-54. 29 entenderse como una adaptación a las nuevas condiciones técnicas que imponía el paradigma. Por otro lado, su peso y relevancia en el sector de siderurgia e ingeniería, como seguramente también la capacidad para articular con el estado, fueron una consecuencia de su dinamismo y del lugar estratégico que ocupó en el nuevo contexto energético, tecnológico e industrial que se fue desplegando en la posguerra. En este sentido, se pretendió también aportar un factor estructural que permitiera complejizar la explicación del liderazgo industrial y corporativo de Techint en la Argentina. Es inevitable, por otro lado, preguntarse sobre el derrumbe de las otras empresas del sector siderometalúrgico o de servicios como el ferrocarril. Nacidas en el seno de otro paradigma técnico-económico, es necesario plantearse si su decadencia en aquellos años tuvo o no que ver con su capacidad –o falta de ella- para adaptarse a los requerimientos de la nueva realidad. Posiblemente, esta vía de exploración, al menos, nos conduciría a la búsqueda de factores objetivos y no solamente a explicaciones que descansen exclusivamente en la subjetividad de los empresarios o los funcionarios públicos. Por último, respondiendo a la pregunta formulada en la introducción, la firma de la familia Rocca fue una organización que ayudó a establecer nuevos rasgos en la economía Argentina. Su actividad de ingeniería y siderurgia contribuyó a debilitar el viejo paradigma y a consolidar uno nuevo que en los ’40 y parte de los ’50 estaba todavía en una fase de transición. Bibliografía Azpiazu, D. y Basualdo, E. (1990); Cara y contracara de los grupos económicos. Estado y promoción industrial en la Argentina. Buenos Aires, Cántaro, 1990. Bárbero, M. I. Y Regalsky, A. (2002); “Las inversiones extranjeras y el comercio exterior”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, T. 9, Buenos Aires, Planeta. Belini, Claudio (2004), “Política industrial e industria siderúrgica en tiempos de Perón, 1956-1955”, Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, Nro 28, 2004, vol. XIV. Bonelli, Franco; Carparelli, Antonia e Pozzobon, Martino (1982). “La riforma siderúrgica Iri tra autarchia e mercato (1935-1942)”, en Franco Bonelli (a cura di) Acciaio per l’industrializzazione, Torino: Einaudi editore. Buch, T. 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