El pobre desempeño econòmico que la Argentina experimentó en

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Paradigma tecnológico, empresa y transformaciones
cualitativas. Techint y el desarrollo energético en la Argentina
de posguerra"
Mg. Claudio Castro (UADE-UBA)
[email protected];[email protected]
I. Introducciòn
El comienzo de las actividades del grupo Techint en la Argentina coincidió con el inicio
de la segunda posguerra, etapa rica en cambios y transformaciones, sobre todo en
materia técnica e industrial. Durante ella asentó sus empresas y negocios fundamentales
y comenzó paralelamente sus actividades en el exterior. En función de la clasificación
que hizo A. Hirschman, entre proyectos adaptadores y establecedores de rasgos,1 y de
el desempeño sin duda mas que éxitos que tuvo y tiene la firma de la familia Rocca,
consideramos que sería relevante interrogarse dentro de cual de las dos categorías
debería incluirse. Esto induce, a su vez, interrogantes mas generales, como, por ejemplo,
cuáles serían desde el punto de vista tecnológico, las características de la estructura
económica que se va forjando en el período mencionado y dentro de ella, cual sería el
papel que tendrían las empresas del grupo. Por lo tanto, esto nos exigirá transitar dos
niveles de análisis. Uno enfocado hacia el contexto macro y otro hacia el ámbito propio
de la empresa.
En relación al primero, la literatura histórico-económica ha caracterizado la etapa de las
tres primeras décadas de la posguerra como marcada por la profundización del proceso
de sustitución de importaciones.2 ¿Agota dicha caracterización la complejidad de esta
etapa? No hay duda que se ha escrito mucho sobre ella. Desde la ortodoxia, la
volatilidad macroeconómica que la acompañó la hizo blanco de fuertes críticas y el
símbolo mismo de la decadencia económica. Revisión estadística mediante, trabajos de
los últimos años han considerado que a partir de los ’60 el mismo comenzó a atenuar
sus limitaciones estructurales. Sus desbordes inflacionarios no impidieron once años
1
Cuando un proyecto, ya sea una obra pública o una inversión privada, encaja fácilmente en una
estructura económica, social y cultural ya consolidada, es adaptativo. Los establecedores de rasgos
pretenden cambiar o transformar parte de esa estructura para tener éxito. Esto supone reconocer que los
proyectos técnicos o productivos además de generar bienes y servicios tienen una serie de efectos más
sutiles y trascendentes, sobre todo en el largo plazo. Este fenómeno ha sido denominado de diversa
forma: efectos laterales, eslabonamientos, beneficios indirectos o externalidades. Furió Blasco (1998), p.
62.
2
Un estudio sobre las características de los grandes conglomerados empresarios latinoamericanos
explican su origen histórico como una consecuencia de dicho régimen económico. Ver, por ejemplo,
Peres y Garrido (1998).
1
continuos de crecimiento, junto a un aumento y diversificación de exportaciones que
insinuaban una superación de los procesos de stop and go.3
No obstante, esta reconsideración parcial de la historiografía siguió en algún sentido la
misma lógica cuantitativa de la interpretación ortodoxa, donde el crecimiento
económico es cuantitativo y no hay transformaciones cualitativas.4 Como dice R.
Nelson, “el desarrollo se mueve hacia delante, y no es que las cosas simplemente se
agrandan, se achican o permanecen iguales”.5 En este sentido, siguiendo a Schumpeter,
el autor norteamericano está sugiriendo que un proceso económico implica también
fenómenos cuya observación puede ser incluso mas interesante que la mera expansión o
retracción del producto total. La emergencia de nuevas tecnologías y su correspondiente
infraestructura, los cambios en las instituciones y el consumo, las transformaciones
organizativas, las capacidades de la mano de obra como la aparición de nuevos
liderazgos sectoriales son indudablemente fenómenos de relevancia también a la hora de
diagnosticar el éxito o fracaso de los procesos económicos y que habitualmente quedan
marginados en los análisis mas convencionales.6 Sin pretensiones de absolución o
condena, la intención aquí será mirar esta etapa de la historia económica desde esta
dimensión cualitativa que resultan los procesos de cambio tecnológico.
Varios factores lo justificarían. No solo por haber sido un aspecto poco estudiado.
Aunque menos visible, puede en el largo plazo ser un fenómeno tan relevante como el
de las políticas económicas, cuando no más.7 Por otro lado, quienes han estudiado la
microeconomía de la sustitución de importaciones han percibido la importancia que
3
Ver, por ejemplo, Llach, L. y Gerchunoff (1998). Por otro lado, un autor severamente crítico de la
sustitución de importaciones como Juan Llach (2002), reconoce que “(...) el crecimiento industrial entre
la segunda presidencia de Perón y la de Campora fue muy significativo” y que a comienzos de los setenta
“(...) la industria argentina estuvo mas cerca que nunca en el período de cortar amarras y emprender el
camino de un crecimiento autosostenido (...)”, p. 104.
4
Con cambios institucionales se hace referencia a las transformaciones que la economía, sobre todo a
través del cambio tecnológico, genera sobre las instituciones. Estas serán entendidas tanto en el sentido de
las normas o reglas formales e informales que rigen y guían la conducta de individuos y grupos (códigos,
leyes, contratos, normas morales, costumbres, hábitos, creencias religiosas e ideologías), tal como lo hace
D. North (1993, pp. 14-15) pero también en un concepto mas amplio y quizás tradicional, que comprende
organizaciones políticas, económicas y sociales: partidos políticos, cámaras legislativas, agencias
gubernamentales, empresas, cooperativas, sindicatos, iglesias, escuelas, universidades, etc.
5
Nelson (1996), 8.
6
Así diversos estudios sobre la industrialización europea y norteamericana han demostrado el impacto
que tuvo el desarrollo de la electricidad, la producción petrolera, la siderurgia, la industria química y
automotriz sobre los aspectos mencionados. Ver, por ejemplo, Chandler (1996).
7
Las políticas económicas pueden cambiar en el corto o mediano plazo. La historia económica ha dado
ejemplos de ello. Las bases técnicas de una economía suelen persistir tras el cambio de régimen
económico o institucional, ocultando así un fenómeno importante de continuidad. Por el contrario, aunque
es algo menos habitual, a veces las bases técnicas pueden cambiar tras la permanencia de un mismo
régimen o estrategia económica, como sucedió con la sustitución de importaciones antes y después de la
Segunda Guerra Mundial. Aquí se oculta en este caso un fenómeno importante de ruptura.
2
tuvo el cambio técnico, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década los ´50,
para entender el proceso de transformación económica que tuvo la Argentina en la
posguerra. Comprendieron que no solo hubo nuevas ramas industriales o la ampliación
importante de algunas de ellas sino también que se desarrolló en relación a etapas
industriales anteriores, una transformación técnica que significaba un verdadero cambio
cualitativo.8
Sin embargo, posiblemente por poner el énfasis en el análisis del sector industrial mas
que en la propia tecnología, quedan abiertas respecto a ella cuestiones relevantes. Por
ejemplo, no definen sus características generales, situándola en diversos sectores
industriales sin plantearse si no hay un hilo conductor que las vincule. Además las
circunscriben solamente a las ramas mas modernas del sector manufacturero, mientras
que, históricamente al menos, los procesos de cambio tecnológico, por su naturaleza
sistémica, afectaron también dimensiones mas amplias de la estructura económica,
como los servicios, la infraestructura, las fuentes de energía, etc.
La postura sostenida aquí es que la sustitución de importaciones de la posguerra no solo
significó la aparición de nuevos sectores industriales que generaron un impulso
coyuntural de crecimiento y de diversificación productiva. Colocó también a la
estructura económica sobre nuevas bases técnicas cuyos rasgos y efectos perduraron
incluso después de finalizada. Los pilares de este cambio fueron la nueva matriz
energética que se consolidó en los dos primeros decenios de la posguerra, con el inicio
y desarrollo de la producción de gas natural y la autosuficiencia petrolera que significó
un cambio tecnológico radical.9 Se tradujo, siguiendo la conceptualización de Freeman
y Perez, en un nuevo paradigma técnico económico.
El segundo nivel de análisis transcurre en el plano micro y pretende mostrar la función
que tuvo la empresa en ese nuevo contexto. Conformando un nuevo paradigma
tecnológico, la economía de la posguerra necesitó el despliegue de una infraestructura
sobre el territorio que pudo realizarse por el desarrollo de dos nuevas capacidades
tecnológicas: la ingeniería en materia de gas y petróleo s y la fabricación de tubos de
acero para su transporte. Ambas actividades fueron el núcleo de negocios de la
8
Se trata de los excelentes trabajos de J. Katz (1967) y (1977). También otro en coautoría con B.
Kosacoff (1989).
9
Con ello queremos decir que sitúa a la economía en otra trayectoria técnica que será transitada en las
décadas posteriores, incluso después de finalizada la estrategia sustitutiva. Complementada, a partir de los
’80 de manera lenta y gradual con los elementos del paradigma de las tecnologías de la información y
comunicación.
3
Organización Techint. La firma se dedicó a cubrir las complementariedades en materia
de infraestructura y siderurgia que exigió la nueva matriz energética. Se sostendrá aquí
que la empresa en estos primeras décadas desarrolló rasgos y comportamientos que
significaron cambios cualitativos y –en algunas ocasiones- rupturas en relación a
características previas del aparato industrial: un desplazamiento de antiguos liderazgos
industriales y corporativos del sector siderúrgico, una deslocalización del sector
siderometalúrgico, formas de capacitación de personal novedosas, un diferente rol para
la industria y, por último, la capacidad para crear con la colaboración de Techint Milán
un centro técnico regional vinculado a la ingeniería de obras energéticas y siderurgia.
De alguna manera, la empresa reflejó posiblemente en un nivel micro el cambio
estructural que a nuestro criterio se fue dando con la articulación de un nuevo
paradigma técnico-económico.
En la segunda sección se desplegará el marco teórico para analizar el fenómeno del
cambio tecnológico. Luego se intentará demostrar que a partir de la segunda posguerra,
surge una nueva matriz energética que junto con las actividades que se desarrollan a su
alrededor puede interpretarse como la configuración gradual de un nuevo paradigma
técnico-económico. Posteriormente, se demostrara como Techint se inserta en ese
paradigma cubriendo sus necesidades de complementación en materia de infraestructura
y acero. Por último, se argumentará como dicha inserción provoca a la vez cambios de
índole cualitativa, que evidencian una ruptura en relación a rasgos previos del sector
manufacturero.
II. Un marco conceptual para entender el cambio tecnológico:
los paradigmas técnico-económicos
La importancia del cambio técnico para entender la dinámica de las economías
capitalistas modernas y la insuficiencia del main stream de la teoría económica para
explicarlo, condujo a la formación en las décadas de los ’70 y ’80 de una nueva
corriente de literatura económica que se encuadra en lo que se denomina como
pensamiento evolutivo y neoschumpeteriano. La preocupación por explicar justamente
el surgimiento de nuevas tecnologías, su naturaleza y efectos institucionales es lo que
condujo a diversos autores a una vuelta al economista austríaco.10
10
Un panorama sobre el origen y desarrollo de las distintas variantes del pensamiento económico
evolucionista, puede verse en: Lopez, A. (1996).
4
Dentro de la taxonomía de conceptos para explicar los cambios técnicos, se destaca la
de innovaciones radicales.11 Con ello se quiere indicar la irrupción de una tecnología, ya
de productos o procesos, que significa una ruptura en relación al pasado. Así por
ejemplo, el ferrocarril resultó un cambio profundo en relación a los medios de transporte
de tracción a sangre. De ahí se deduce que las sucesivas mejoras que pudieron realizarse
en ellos, nunca hubieran dado lugar a él. No pocas veces son originados por I+D de las
empresas o los laboratorios universitarios y significan la aparición de nuevos mercados,
inversiones y sectores productivos. Pero estas innovaciones, sin embargo, difícilmente
sean hechos aislados sino que implican una constelación de fenómenos. Por ejemplo, la
construcción de locomotoras y de poderosas máquinas de vapor que requería el
ferrocarril, dieron lugar a la aparición de eficientes máquinas herramientas que
permitieron manufacturar el acero. Surgió así el concepto de sistema tecnológico. Por
ejemplo, la generación de la lámpara eléctrica por parte de T. Edison y de generadores
que la alimentaban de energía e interruptores que regulaban su prendido y apagado dio
lugar a todo un conjunto de nuevos artefactos técnicos que se interrelacionaban,
encuadrados sin duda dentro del concepto de sistema. Análogamente, la producción,
transporte y distribución de gas y petróleo, constituyeron también sistemas
tecnológicos.12
Por otro lado, en una analogía con el concepto de paradigma científico de T. Kuhn, G.
Dosi postula la noción de paradigma tecnológico, caracterizado como “(...) un modelo y
un patrón de resolución de problemas tecnológicos seleccionados, basado en principios
seleccionados derivados de las ciencias naturales y con materiales tecnológicos
seleccionados”. En este sentido, el progreso técnico estaría pautado por ciertos
paradigmas tecnológicos. A su vez, la trayectoria tecnológica, o sea la dirección del
cambio técnico en base a un paradigma tecnológico, tendría un paralelo al concepto de
ciencia normal en Kuhn, entendido este último como la actividad cotidiana de
resolución de problemas de una teoría científica.13
11
Aunque generada por varios autores, se sigue aquí la síntesis que de ellos hacen Freeman y Perez
(2003).
12
Edison pensaba justamente sus inventos como sistemas y nunca como eventos aislados. Una historia de
las innovaciones de Edison en relación a la electricidad, junto a la evolución de los sistemas eléctricos en
Estados Unidos, Inglaterra y Alemania, puede verse en: Hughes (1983). Para este autor, los sistemas
también tienen actores, como las empresas que participan en los distintos niveles y los gobiernos que lo
regulan. Esta dimensión institucional puede hacer avanzar o detener su evolución y orientarlo en distintas
direcciones.
13
Dosi (2003), pp. 106-107.
5
A este revelador concepto para entender la naturaleza de los cambios tecnológicos, sin
embargo, puede agregarse otro que de alguna manera lo incluye y lo supera: el concepto
de paradigma técnico-económico. Con él se quiere hacer referencia a los impactos,
generalmente profundos, que las tecnologías tienen sobre el resto de la economía y las
instituciones futuras. Como sostienen Freeman y Perez, además de nuevos productos,
servicios e industrias de su propio ámbito, generan transformaciones sobre el resto de la
producción, la organización empresaria, los hábitos de consumo, la capacitación
profesional, el sistema educativo, etc. Todo este conjunto de innovaciones técnicas,
sociales, gerenciales, etc., emerge como un sistema alrededor de lo que se denomina un
factor clave, consistente en un insumo cuya característica consistiría en:
a. Tener un costo bajo y decreciente. B. Tener una disponibilidad ilimitada sobre largos
períodos. C. Un potencial de incorporación en procesos o productos del sistema
económico.14
Como consideran los autores mencionados, ejemplos de dicho insumo fue el carbón
hasta la Segunda Guerra Mundial, el petróleo en las décadas posteriores y los circuitos
integrados desde los ´70.15 Una de sus características fundamentales es, a partir de
utilizaciones específicas, su propagación hacia un rango de industrias y servicios cada
vez mas amplio, permitiendo aumentar la productividad y las ganancias. Con lo cual se
sugiere que el insumo no aparece aislado sino que se constituye en el “(...) núcleo de un
sistema rápidamente creciente de innovaciones técnicas, sociales y de gerenciamiento,
algunas relacionadas con la producción del propio factor clave y otras con su
utilización”.16 Generalmente constituye una respuesta a las dificultades generadas por
las viejas tecnologías, las que se debilitaran y serán reemplazadas por las que están
basadas en el nuevo factor clave.
De alguna manera, esta nueva corriente tecnológica, verdadero cambio radical,
impondrá una nueva dirección al cambio técnico. Por ejemplo, la química en la segunda
posguerra avanzó a través de la aplicación del petróleo, dejando atrás a la carboquímica.
Ello permite, a su vez, un nuevo mix de productos y también consecuentemente la
exigencia de nuevas calificaciones en la mano de obra. Estas posibilidades de nuevos
productos, en la medida que abren mercados, tenderán a absorber gran parte de la
14
Freeman y Perez (2003), pp. 219 y ss.
Los autores mencionados toman como factores claves a bienes intermedios. Otros lo ubican en ciertos
dispositivos de carácter general que justamente se valen de bienes intermedios: la máquina de vapor, el
motor a combustión interna o la dinamo.
16
Freeman y Perez (2003), p. 223.
15
6
inversión, tanto pública como privada. La primera sobre todo con la función de generar
una infraestructura que permita tanto la producción como la utilización del insumo
clave. La segunda, promoviendo su producción o su transformación en bienes
manufacturados o de servicios vinculados a ello. Por otro lado, desde el punto de vista
social, da lugar a un nuevo patrón de consumo de bienes y servicios.
Por último, y no menos importante, debemos considerar los cambios organizativos e
institucionales. No pocas veces, como sucedió con el fordismo o con la fábrica durante
la Revolución Industrial británica, surge una nueva práctica organizativa en la
producción, vinculada a alguna de las actividades emergentes del nuevo paradigma. En
el plano institucional, a su vez, pueden dar lugar a nuevas escuelas o universidades,
instituciones públicas o reformas en la legislación sobre derechos de propiedad. Todo
este proceso de transformaciones técnicas, industriales, organizativas e institucionales
es algo lento y gradual. Su imposición exige un largo proceso de transición y su
despliegue tarda décadas en cristalizarse.
III. Una nueva matriz energética y el tránsito gradual hacia
un nuevo paradigma técnico-económico en la Segunda
Posguerra
III. I De los combustibles sólidos a los hidrocarburos líquidos y
gaseosos
Entre los estudiosos del cambio tecnológico, economistas e historiadores parece haber
cierta convergencia de opinión en que la crisis económica internacional de los ’70,
marcada por el shock petrolero que en 1973 protagonizaron los miembros de la OPEP,
evidenció el fin de un período de largo crecimiento de la economía mundial basada en el
uso intensivo del petróleo. El mismo tuvo su comienzo en el inicio de la segunda
posguerra, donde la expansión industrial estuvo liderada en el conjunto de los países
desarrollados por la producción automotriz, la petroquímica, los materiales sintéticos, la
aeronáutica, los armamentos, los bienes de consumo durables y una infraestructura que
la sostenía consistente en una red creciente de autopistas, aeropuertos y poliductos.17
Las grandes reservas de hidrocarburos, sobre todo en países de Oriente Medio y de
América Latina, más el control que tuvieron las empresas transnacionales que
dominaban el mercado mundial de manera oligopólica, permitieron un suministro
17
Ver por ejemplo, Freeman y Perez (2003), p. 238; Dosi (2003); David (2003), p. 271-272; Hobsbawm
(1996), capítulo 9.
7
constante y a bajos precios que la hizo posible. En este contexto de crecimiento
generalizado y distribución del ingreso, su uso racional y sus consecuencias sobre el
medio ambiente no fueron una preocupación central. De una manera más gradual y
fragmentaria y con un grado de desarrollo industrial apenas incipiente, la Argentina de
la segunda posguerra comenzó un proceso en cierta manera similar desde el punto de
vista energético.18
El punto de partida para ello fue un viraje gradual a partir de una matriz energética que
desde principios de siglo se basaba en combustibles sólidos, sobre todo de origen
mineral. En efecto, la Argentina había vivido con la articulación del modelo
agroexportador entre 1880 y la Primera Guerra una revolución tecnológica que T. Buch
denomina Revolución FF, debido a que sus componentes principales fueron el
ferrocarril y el frigorífico.19 El recurso que estuvo detrás de ella fue el carbón y el
dispositivo técnico la máquina de vapor. Ello explica que en el momento de iniciarse la
Gran Guerra, sin producir una sola tonelada, el país consumía aproximadamente 3,4
millones de toneladas de dicho mineral, en un 95% proveniente de Gran Bretaña. De él
dependía el funcionamiento de trenes, barcos, plantas industriales, los sistemas de
iluminación pública y la posibilidad de cubrir las necesidades de calefacción de las
grandes ciudades.20
La escasez y el consiguiente encarecimiento de dicho insumo durante el conflicto
condujo a una crisis energética cuya respuesta gubernamental fue intensificar la
producción fiscal de los yacimientos de petróleo patagónicos. Así se inició una primera
adaptación de locomotoras y usinas hacia la utilización de hidrocarburos líquidos. La
vulnerabilidad energética que había mostrado el país, más el impacto del nacionalismo
económico y el desagrado de la opinión pública ante los trust petroleros
18
Luego de un importante vació en la investigación, la historiografía parece tomar conciencia en forma
gradual de la importancia del sector energético para entender la economía argentina de la posguerra, en
función de los trabajos que han surgido en los dos últimos años. Al ya tradicional trabajo de Solberg
(1981) sobre la relación entre el petróleo y el surgimiento de una ideología de nacionalismo económico
que tuvo, dentro y fuera de la Argentina, significativa influencia histórica; se sumaron el año pasado otras
tres investigaciones. Uno de N. Galé (2006) sobre el desarrollo y evolución del gas natural; otro de José
N. San Martín (2006) sobre el la evolución de la producción petrolera y la industria petroquímica; y otro
de N. Gadano (2006) sobre la historia del petróleo. Se trata en los tres casos de trabajos con importantes
contribuciones empíricas, aunque llegan a distintas conclusiones. En los dos primeros, se ve el vaso lleno
y se reivindica el nacionalismo económico y la acción del estado en el desarrollo energético. En el último,
se destaca con suficientes evidencias la imposibilidad de lograr la autosuficiencia energética a través del
monopolio de YPF y sin acudir a la cooperación del sector privado.
19
Buch (2002), p. 560.
20
Gadano (2006), p. 69.
8
norteamericanos, llevaron a los sucesivos gobiernos a impulsar la producción estatal y
hacer cada vez mas difícil la situación de las empresas privadas.21
Como lo demuestra el gráfico 1, sin ser todavía mayoritaria, la participación del
petróleo en la matriz energética fue un proceso creciente, alcanzando su punto máximo
en 1939. (ver gráfico 1). Sin embargo, la mitad de las necesidades energéticas se
cubrían todavía con combustibles sólidos vegetales y minerales casi en un 50%.
Grafico 1. Consumo energético
En Porcentaje
60
50
Comb. Sólidos
Minerales
Comb. Sólidso
Vegetales
Petróleo
40
30
20
10
Gas Natural
0
1925
1930
1935
1939
1942
Años
Fuente: elaboración propia en base a San Martín (2006).
En la oferta petrolera, por otra parte, si bien hubo un protagonismo creciente de YPF en
la oferta local durante la década los ’30, al comenzar la Segunda Guerra el 43,1 % del
petróleo consumido era importado. (San Martín, 2006: cuadro 4.2). Las restricciones al
comercio internacional y al suministro de equipos que impuso el conflicto no solo
dificultó la expansión de la producción nacional sino el suministro desde el exterior, con
lo cual la participación de los hidrocarburos líquidos y gaseosos en la matriz energética
tuvo un fuerte retroceso, cayendo por debajo del 40% en 1944 y 1945.
La etapa iniciada con el fin de la guerra profundizó la tendencia de los ´30 pero con una
mayor aceleración. Al cabo de un poco más de una década, el predominio del petróleo
y el gas natural y el retroceso de los combustibles sólidos era evidente. (ver gráfico 2).
El consumo de energía, estable durante el conflicto, aumentó a una tasa del 5% anual
entre 1946 y 1955, a la vez que la participación en la matriz energética de hidrocarburos
líquidos y gaseosos llegó a un 75%. Ello significaba que duplicaba su incidencia
comparando con el último año de la guerra y la aumentaba un 64% en relación a 1938,
21
Esto fue una constante tanto en los gobiernos radicales como en los conservadores. Pero posiblemente
el mayor obstáculo fue la carencia de una ley petrolera que diera un marco jurídico a su explotación. Ver
Gadano (2006) y Solberg (1981). Si bien YPF logró a partir del Gral Mosconi organizarse e integrar su
producción con una continua expansión, la falta de una legislación que abriera la cooperación de las
empresas privadas explica en parte la imposibilidad de cubrir localmente las necesidades energéticas.
9
el último año de “normalidad”. Ambas tendencias se profundizaron en los años
siguientes.22 En 1962, la participación superó el 80%. De acuerdo a la conceptualización
de Freeman y Perez, entonces, petróleo y gas se convirtieron en insumos claves. No solo
por hacer de los combustibles sólidos fuentes de energía marginal, sino porque
alrededor de ellos se articularon gradualmente toda una nueva serie de actividades
industriales y de servicios que, como la automotriz y la petroquímica, resultaron las que
recibieron mas inversión y pautaron a su vez la orientación del cambio técnico en las
décadas siguientes.
Grafico 2. Consumo energético 1946-1962
En porcentaje
100
80
Comb. Sólidos
Minerales
60
40
Comb. Sólidos
Vegetales
20
Petróleo y gas
natural
0
1946
1950
1955
1958
1962
Años
Fuente: elaboración propia en base a San Martín (2006)
Así, con el inicio de la posguerra, la Argentina comenzó una industrialización intensiva
en petróleo.23 En la medida que no pudo avanzarse significativamente en su producción
local, la dependencia de las importaciones se hizo mas dramática y sus consecuencias se
reflejaron en la balanza comercial.
III.II La explotación de gas natural: un paso clave para la
articulación de un nuevo paradigma en el largo plazo
Desde los ’30 se sostenía que la Argentina tenía enormes posibilidades de desarrollo
energético, ya que mientras importaba en forma creciente carbón y petróleo,
desperdiciaba en la atmósfera el gas natural que fluía de los yacimientos patagónicos.
22
El contraste con la década del 30 es evidente, no solo porque la crisis limita el consumo y la demanda
de energía, cuyo crecimiento es menor sino también porque el avance en la matriz energética del petróleo
y el gas es, aunque significativo, mas lento, aumentando aproximadamente cerca de diez puntos a lo largo
de una década.
23
San Martín, J. (2006), p. 80.
10
Julio Canessa, quien sería luego el primer presidente de Gas del Estado, había
planificado durante los ´30 la construcción de un gasoducto que traería el gas natural de
la Patagonia a Buenos Aires y que, según su opinión, debería haberse finalizado en
1940. Los fallidos intentos de promover esta iniciativa los interpretaba por ser una obra
que “no convenía a los intereses foráneos”.24 Con ella posiblemente hacía referencia a
los intereses de la Compañía Primitiva de Gas, concesionaria de la provisión de gas en
la Capital Federal. De capitales británicos, suministraba un gas industrial, consecuencia
de la destilación del carbón. Como el insumo básico era importado y su servicio
monopólico, el precio de sus tarifas era elevada y prohibitivo para los sectores medios y
bajos. Ello significaba que, incluso en las grandes ciudades litorales, muy pocos
tuvieran servicio de gas. Un estudio de 1942 realizado por profesores de la Universidad
Nacional del Litoral mostraba que el sector residencial o doméstico demandaba el 35%
de las necesidades energéticas totales. Esta distorsión en la estructura del consumo de
combustible se explicaba por la utilización de fuentes energéticas poco eficientes y mas
propias de áreas rurales que de una ciudad moderna como Buenos Aires, tales como el
carbón, el kerosen o la leña.25 Todo esto en el medio de la crisis energética que trajo la
Segunda Guerra.
Una vez llegado al gobierno el peronismo, la insistencia de Canessa sobre el gasoducto
tuvo sus frutos. Nombrado presidente de la Dirección general de Gas del Estado, Perón
aceptó el reto y en 1947 comenzaron las obras cuya finalización fue a fines de 1949. El
accionar del organismo y la inauguración del gasoducto permitieron una rápida
expansión de la cantidad de usuarios. Los aproximadamente 230.000 usuarios de 1945
llegaron casi a duplicarse en 1950 y a aumentar su consumo individual. Su valor,
además, se redujo en relación al ofertado por la etapa previa a 1946. Por otro lado, el
gas llegó a Mendoza en 1947 y a Puerto Madryn en 1949. Por lo tanto, cambió la lógica
en la prestación del servicio. En vez de obtener ganancias en función de un consumo
limitado y de altos valores, se procuró, bajo el concepto de servicio público, un uso
creciente, masivo y a bajo precio, siguiendo la lógica de los sistemas de agua y
electricidad consistente en un trazado de redes de distribución. En este caso, se utilizó
en un primer momento la infraestructura existente del gas carbónico.
24
Canessa, Julio; “El gas natural de la Patagonia y su transporte a Buenos Aires”, Crítica, Buenos Aires,
25 de julio de 1941, en Suplemento de Crítica dedicado al Gasoducto, 4 de julio de 1949.
25
Se trata del trabajo “El consumo excesivo de combustibles en la República Argentina” presentado por
el Comite Argentino de la Conferencia Mundial de Energía de 1942. Fue elaborado por la Universidad
Nacional del Litoral; citado en El gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos Aires, Dirección General de
Gas del Estado, Buenos Aires, 1947, pp. 5-7.
11
Complementariamente, fue necesario además realizar una intensa campaña de
promoción para informar al usuario sobre su uso y beneficios junto con una
reconversión de las cocinas, estufas y calefones existentes.
Otro hecho significativo ocurrió durante el régimen peronista en materia de gas natural:
el descubrimiento de los yacimientos de Campo Durán en Salta. Con ellos se
multiplicaban las reservas de hidrocarburos. Su aprovechamiento, sin embargo, no
podía realizarse por las limitaciones financieras para la construcción de infraestructura
de transporte. Hubo que esperar para ello a la administración desarrollista de A.
Frondizi. Con ello, en 1960, los usuarios alcanzaron la cifra 769.592, triplicando la
cantidad de 1945, con un crecimiento de su precio que estaba muy por debajo de la
inflación general, resultando el combustible mas barato. Además ofreció un servicio con
un gas de 9.000 calorías, superior a las ofrecidas en años anteriores.
Además, con el gasoducto Campo Durán-Buenos Aires la oferta de gas dio otro salto
significativo, trasladándose al ámbito de los usuarios industriales y las usinas eléctricas.
Como consecuencia de este proceso, en 1965 había centrales térmicas a ciclo
combinado alimentadas a gas en Capital Federal, Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa
Fé. Por otro lado, empresas situadas en localidades cercanas al gasoducto comienzan a
transformar sus equipos de calderas para adaptarlos al suministro de gas o, como en el
caso de las empresas químicas, abandonar sus procesos carboquímicos para
manufacturar sus productos en base al gas, como la Fabrica Militar de Río Tercero,
Atanor y Electroclor. En el año mencionado, el gas cubrió el 15% de la matriz
energética, fenómeno que no se detuvo en las décadas siguientes.26 Como todo insumo
clave, pasó a tener una oferta mas barata en términos de precio relativos. Junto con el
aumento en la producción petrolera que se hizo durante el desarrollismo, la
diversificación y ampliación de la oferta energética que significó el gas natural fue clave
para que en los ’60 la Argentina estuviera próxima al autoabastecimiento petrolero.
Ambos hidrocarburos participaron en 1969 de aproximadamente el 90% de la oferta
energética.
III. III La explosión de un paradigma desde el punto de vista técnico
26
San Martín, J. (2006), Capítulo 7.
12
Para Freeman y Perez, una vez consolidado el factor clave, el paradigma, o sea toda la
constelación técnica, se va cristalizando y va mas allá de los sectores iniciales,
desbordando hacia el resto de la estructura productiva e institucional.27 El vehículo de todo
ello son las actividades vinculadas a la producción o utilización de los factores claves.
Estos nuevos sectores suelen dar un nuevo impulso a la economía en general, siendo el
receptáculo de mayores cuotas de inversión y, por ende, logrando mayores tasas de
crecimiento. Ello , a su vez, significa habitualmente un cambio estructural del sector
industrial, al lograr dichos sectores una participación creciente en él. La generación de
externalidades para la explotación de los insumos claves es otro indicador importante en la
cristalización de un nuevo paradigma técnico que permite a través de la inversión pública
dar otro importante envión al proceso económico.
Generalmente, la aparición de nuevas tecnologías exige también nuevas capacidades en la
mano de obra, fenómeno que suele generar no pocos problemas. Por último, otra señal lo
constituirá la aparición o la expansión del consumo de nuevos bienes y servicios. Si bien
no consideraremos todas las dimensiones del modelo de Freeman y Perez, la
operacionalización parcial del mismo, basado sobre todo en sus variables técnicas, creemos
que nos permiten demostrar para la etapa estudiada la existencia de un nuevo paradigma
técnico-económico. Los aspectos institucionales y organizativos tendrán una breve
referencia en la parte final.
III. III. I La emergencia de nuevos sectores
En este sentido, es importante considerar las nuevas actividades productivas que toman a
los factores claves como insumos. La petroquímica sea quizás la mas importante de ellas.
Con una primera aparición entre los ´40 y ´50, vinculadas mayormente a empresas estatales
bajo la órbita de la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM). Estas sin
embargo fueron emprendimientos de muy pequeña escala. Fue con las leyes de promoción
industrial y de inversión extranjera de A. Frondizi, que el sector dio un salto importante,
formando gradualmente polos petroquímicos en las cabeceras o terminales de gasoductos y
oleoductos, como San Lorenzo en la provincia de Santa Fé y Campana y Ensenada en la de
Buenos Aires. Entre las firmas que instalaron plantas en el sector se destacaron IPAKO,
Duperial, CABOT, Duranor, Petroquímica Sudamericana, Atanor y PASA.28 En menor
27
Freeman y Perez (2003), 224-225.
San Martin, J. (2006), pp. 95-100, 115-117. Ver también, aunque con mayor énfasis en las décadas
posteriores, Chidiak y Lopez (1996).
28
13
magnitud hubo inversiones de nuevas plantas o ampliaciones de las ya existentes en la
fabricación de caucho y plásticos.
Dentro de los sectores que utilizan los insumos sin transformarlos, no puede dejar de
destacarse la industria automotriz. Con una primera aparición con la ley de inversiones
extranjeras del peronismo, a través de la instalación de Kaiser y Mercedes Benz, tuvo
luego un salto mayor aun con la etapa desarrollista, momento de la llegada de las grandes
terminales norteamericanas. Ello requirió, como sabemos, centenares de firmas pequeñas y
medianas que formaron el sector de proveedores autopartistas. La historiografía económica
ha dado cuenta del impacto de este sector en sus diversas dimensiones, entre ellas, cabe
resaltar, la innovación organizativa y de control de calidad que significa producir en
grandes series bienes complejos.29
Otro sectores manufactureros que utilizan los insumos claves, en este caso el gas natural,
fueron los de artefactos de calefacción, cocina y calentamiento de agua. Si bien algunas
plantas existían antes de la Segunda Guerra, su verdadera expansión con la ampliación de
los talleres y nuevas firmas fue en la etapa posterior, coincidente con la difusión del uso
del gas natural, la mayoría de ellas lidera todavía el mercado. Así aparecieron entre fines
de los ’40 y principios de los ´60 Emegé, Domec y Eskabe. Por otro lado, consecuencia de
la necesidad de adaptarse a los nuevos diseños y requerimientos técnicos del gas natural,
otras ampliaron y modernizaron sus plantas también en estos años, como Orbis.
En un movimiento de eslabonamiento hacia atrás, también emergió el sector de
proveedores de la industria de producción de gas, petróleo y petroquímica. El propio grupo
Techint tenía sus firmas mas importantes en ese sector: Dalmine-Siderca con la fabricación
de tubos para el transporte, Cometarsa para generar torres y tanques de almacenamiento de
petróleo y Techint SAIC para montar gasoductos y oleoductos, entre otros tipos de obras.
Por otro lado, las firmas mas importantes del sector sidero-metalúrgico tenían divisiones o
empresas dedicadas a proveer al mismo sector. Siam Di Tella, por ejemplo, fundó en la
segunda mitad de los ’40 SIAT con el objetivo de fabricar tubos para el transporte de gas.
Pero previamente tenía una trayectoria en generar bienes y equipos para la producción de
petróleo. A los famosos surtidores comenzados en los ´20, en 1938 había iniciado la
producción de aparatos de bombeo, fenómeno que continuó en las décadas siguientes. Para
29
Desde luego, nos referimos a la organización fordista, que será para los estudiosos del cambio técnico,
la innovación organizativa del paradigma tecnológico de la época. Si bien su irrupción constituyó un
avance, estuvo lejos de lograr los parámetros de eficiencia de las plantas situadas en los países
industrializados. Sobre los virtudes y defectos de esta organización productiva en la industria automotriz
argentina, ver Katz y Kosacoff (1989).
14
la misma industria produjo también motores eléctricos blindados y equipos de generación y
distribución de energía. Por su parte, Acindar, fabricaba caños de acero para la conducción
de fluidos de alta presión. Santa Rosa, otra de las empresas tradicionales del sector,
participó como proveedor de aceros especiales en forma de trépanos, varillas de bombeo,
válvulas y cables.
Junto a estas grandes empresas estuvo un grupo numeroso de firmas de tamaño diverso que
aparecieron en su mayoría entre la primera mitad de los ´50 y la primera mitad de los ´60.
Si bien predominaron las firmas pequeñas y medianas de capital local, no faltaron algunas
grandes de capital extranjero. Se trata de estudios de ingeniería y consultoras; empresas de
servicios petroleros, tanto locales como internacionales, dedicadas a la perforación y
limpieza de pozos, técnicas de perfilaje, etc. A ello debería agregarse un cúmulo de
empresas metalúrgicas productoras de válvulas de alta presión, material de perforación,
bombas extractoras, calderas, quemadores de petróleo, sellos mecánicos, cadenas, etc.30
III. III. II El núcleo del paradigma y la inversión
Si la emergencia de nuevos sectores en torno a los insumos claves es una de las
características de un nuevo paradigma técnico-económico, de ello deriva también otro
rasgo importante: esas actividades, situadas en el núcleo de la nueva constelación técnica,
fueron también las mayores receptoras de inversión. Se dieron en el marco del boom de
inversión extranjera durante el gobierno de Frondizi a partir de 1958 y logró una expansión
de la producción de insumos básicos que posibilitó integrar la economía. En este sentido,
solo en la explotación de hidrocarburos se invirtieron 200 millones de dólares.31 La
consecuencia de ello fue la posibilidad en cuatro años de triplicar la generación de petróleo
y cuadriplicar la de gas, alcanzando a cubrir casi la totalidad de las necesidades locales.
En materia industrial, se autorizaron 254 proyectos de radicaciones por 550 millones de
dólares. El 60% del capital fue destinado al sector automotriz y petroquímico. Desde el
punto de vista de emprendimientos individuales, sólo las tres automotrices norteamericanas
absorbieron el 20% del total. Importantes también fueron los grandes proyectos
petroquímicos como los de PASA, Duperial, Indupa, Ipako y destilerías como las de Shell.
30
No es fácil determinar cuantas de ellas sobrevivieron al proceso de desindustrialización comenzado a
mediados de los ’70, ya sea porque quebraron o se fueron del país. No obstante, un número considerable
todavía subsiste. Un listado de las empresas proveedoras del sector con algún detalle de sus productos
puede encontrarse en: Instituto Argentino del Petróleo; Guía de proveedores de las industrias del
petróleo, gas y petroquímica, Buenos Aires, 1974.
31
Rapoport (2000), p. 554.
15
Por diversos motivos, este proceso perdió fuerza en los años siguientes, reapareciendo
entre 1966 y 1969 con montos mucho mas reducidos, correspondiendo la mitad al sector
automotor.32
Esta inversión extranjera no solo pautó el ritmo de crecimiento de la industria en general
durante la experiencia desarrollista sino que también explica la expansión durante la década
siguiente, uno de los períodos de crecimiento mas importante de toda la historia económica
argentina.33
III. III. III Un cambio estructural de la industria
Los efectos del impulso inversor se manifestaron también en un cambio estructural de la
industria argentina, que muestran que las actividades que utilizaron o transformaron los
insumos claves del nuevo paradigma técnico pasaron a ocupar porciones cada vez mas
importantes del aparato industrial.
Al tener tasas de crecimiento mas elevadas que el resto de las actividades, ello fue lo que
ocurrió con los complejos petroquímico y metalmecánico –incluído aquí el sector
automotriz- Aquella, por ejemplo, se expandió a un 17% anual en la década de los ´60.34
Este, por otro lado, tuvo un fuerte crecimiento entre 1958 y 1961 y otro, mas moderado
entre 1969 y 1974. Basándose en una idea de J. Katz, J. Schvarzer afirma que:
“Uno de los resultados fue el crecimiento de las ramas mas
nuevas dentro de la producción fabril, a su vez en expansión.
Entre 1954 y 1974 el conjunto de las ramas metal mecánicas
pasó de aportar el 25% de valor agregado por la industria al
33%, la química en todas sus facetas pasó del 13% al 19%. Es
evidente que ese avance implicó una tasa de crecimiento muy
superior al del conjunto fabril a lo largo del período. Los análisis
del producto, el empleo, el capital invertido y la productividad
del sector fabril sugieren que el sistema industrial posterior a
1954 refleja una ‘época tecnológica diferente’ de la del período
anterior.”35
32
Barbero y Regalsky (2002), 137-139.
Rapoport (2000), p. 584; Llach, J. (2002), p. 101.
34
Azpiazu y Basualdo (1990), p. 85.
35
Schvarzer (1996), p. 238. Katz y Kosacoff (1989:58) dan cifras muy parecidas aunque no idénticas. En
relación a la afirmación de Schvarzer, no podemos comprometer a dicho autor con todas las implicancias
teóricas del marco conceptual que se sostiene en este trabajo. No obstante, puede interpretaarse que con
menor carga teórica este párrafo apoya nuestra postura de la existencia de un nuevo paradigma técnico.
Podría puntualizarse que no es solo la industria la que tiene una nueva base técnica sino la economía en su
conjunto.
33
16
III. III. IV Las externalidades o la construcción de nueva
infraestructura
Otro de los rasgos que marca la consolidación de un paradigma es la existencia de una
infraestructura que facilite el uso del factor o factores claves. En este sentido, como lo
evidencia ya el primer gasoducto en 1949 entre Comodoro Rivadavia y Buenos Aires, uno
de los mas grandes del mundo en ese momento, fue necesario establecer un sistema de red
de tubos para transportar el petróleo y el gas hacia las refinerías, las empresas que lo usaban
como insumos y los usuarios domésticos. Miles de kilómetros de ellos se realizaron,
uniendo puntos alejados del país, tanto en los extremos norte y sur con los centros urbanos
de consumo. En este sistema también se incluyen además tanques almacenadores,
estaciones de bombeo, plantas separadoras, plantas compresoras, etc. La sucesiva
instalación de gasoductos permitió que la participación del gas en la matriz energética del
país se incrementara gradualmente, como ya lo afirmamos en relación al gasoducto Campo
Duran en Salta con Buenos Aires en 1960. A continuación se presenta un listado de ellos:
Tabla 1. Red de Gasoductos Troncales
Gasoducto
Año
Diámetro
Longitud Km
Comodoro Rivadavia-Bs As
1949
10´´
1600
Plaza Huincul-Gral. Conesa
1952
8’’
600
Campo Durán-Buenos Aires
1960
24’’
2800
Pico Truncado-Buenos Aires
1965
30’’
El Condor-Pico Truncado
1973
30’’
San Sebastián-El Condor
1978
30’’
Centro-Oeste
1981
30’’
1500
NEUBA II
1988
36’’
1300
Fuente: Instituto Argentino de la Energía y “General Moscóni”, Informe de Coyuntura del Sector
Energético, s/f; extraído de Nidia Galé, obra citada, p. 92.
En relación a los oleoductos, su red es más pequeña pero no por eso poco importante. A
ello se agregan en distintos puntos del país una red de refinerías y plantas
petroquímicas. Cabeceras y terminales de gasoductos y oleoductos, como Neuquen,
Bahía Blanca, Mendoza, San Lorenzo y Campana, fueron espacios para nuevos centros
industriales que resultaron un impulso parcial de descentralización industrial.
Los 10.000 kilómetros de rutas nacionales construídos en los ’60 es otro elemento
importante en la expansión de la infraestructura y que indica claramente, como sugieren
17
Katz y Kosacoff, hacia donde estuvo destinado tanto el gasto público como el ahorro
privado.36
III. III. V Un nuevo patrón de consumo de bienes y servicios
Dada la pequeña cantidad inicial de usuarios en la etapa del gas carbónico y su rápido
crecimiento posterior, no hay dudas que mucha gente accedió a servicios del que antes
carecían o al cual accedían en condiciones ineficientes. Si se toma solamente el corto
período que va de 1945 a 1960 en que se triplicaron los usuarios de gas natural,
significó la incorporación de 500.000 hogares a la red de gas que, instalación de
artefactos mediante, pudieron acceder a servicios de cocina, calefacción y calentamiento
de agua. Lo hicieron además, en condiciones más económicas que en la etapa del gas
manufacturado. La instalación de los nuevos artefactos necesitó de las ya nombradas
empresas que los fabricaron. También personal especializado que con la matrícula
otorgada por Gas del Estado, diseñó e instaló el sistema de gas domiciliario, lo conectó
a la red de distribución e hizo los correspondientes servicios de reparación y
mantenimiento. Nuevos servicios fueron también el conjunto de negocios minoristas
encargados de la comercialización de los artefactos y repuestos.
En relación al petróleo, el sistema de estaciones de servicio y talleres existía
previamente a la época estudiada. Pero tanto la expansión de la industria automotriz
como la expansión petrolera permitieron que se ampliara, junto a la red vial que se hizo
necesario también incrementar. Sin contar aquellos fabricados para usos comerciales, la
evolución en la producción de autos revela, a su vez, la masificación de su consumo:
Tabla 2. Producción de Automotores Particulares (1953-1965) (Unidades)
1953
1957
1960
1962
1964
1965
897
13.273
49.519
93.873
119.005
141.114
Fuente: Rapoport y colaboradores (2000), p. 586.
Desde otro punto de vista, el crecimiento que tiene en los ´60 el sistema vial a nivel
nacional, el mayor de toda la historia en términos absolutos y relativos, presupone la
expansión de los servicios mencionados:
Evolución de la red vial nacional pavimentada (1940-1990)
Año
Cantidad de Km
% de la red vial total
1940
4.566
11
36
Katz y Kosacoff (1989), p. 56.
18
1950
7.322
12
1960
9.699
17
1970
20.778
45
1980
26.475
70
1990
28.309
75
Fuente: Delgado, R. (2000), p. 138. En base a datos de FIEL y DNV.
IV. La instalación de Techint en la Argentina
IV.I Orígenes y primeros pasos en el país
El escenario de la inmediata posguerra fue el contexto en el que Techint inició
sus actividades en la Argentina. Fue fundada en la ciudad de Milán en 1945 por
Agostino Rocca, personaje cuya trayectoria previa le había otorgado amplia experiencia
en el campo de la siderurgia. En los años ’20 se inició como ingeniero en la planta de
tubos de acero de Dálmine en Bérgamo, Italia. Allí llegó a ser jefe de planta y adquirió
un amplio conocimiento en materia técnica y organizativa gracias a visitas realizadas a
empresas siderúrgicas y mecánicas de Alemania y Estados Unidos. El aprendizaje
obtenido redundó en beneficios al establecimiento italiano y le otorgaron a la vez
prestigio y reconocimiento. La Banca Comérciale Italianne, inversora en el sector
siderúrgico peninsular, lo contrató también como asesor en materia técnica.37
La crisis de los ’30 obligó al estado italiano a auxiliar al sector y a la banca
inversora, lo que condujo a una participación mayoritariamente estatal en la propiedad
de las firmas que lo integraban. Como manager de Estado, Agostino Rocca gestionó con
los años a las principales empresas del sector: la Dálmine, la Ansaldo (un astillero de
Génova), la acería de Terni e inició el proyecto de la acería integral de Cornigliano, la
cual serviría de modelo a la planta de Propulsora en Ensenada. Ocupó también cargos
importantes en el IRI (Instituto de Reconstruzione Industrial) creado en la coyuntura de
crisis para reformar las plantas del sector, y en Finsider.
Cumplidos los 50 años, había decidido luego de la Segunda Guerra iniciarse
como empresario privado en América Latina. El encargo que Torcuato Di Tella, el
37
En Italia se han realizado varios estudios sobre la trayectoria profesional de Agostino Rocca antes de su
partida hacia América, entre otros, ver: Franco Bonelli, Antonia Carparelli y Martino Pozzobon, (1984).
Sobre su formación técnica y empresarial como sobre su concepción en materia de desarrollo siderúrgico:
Paride Rugafiori (1984), también Carolina Lussana (1996).
19
fundador de SIAM, le había hecho para diseñar una fabrica de tubos de acero, lo había
decidido a elegir la Argentina como base de operaciones de su empresa.
Las primeras actividades de Techint en la Argentina fueron de carácter
comercial, aprovechando los vínculos de Rocca con las empresas italianas. Al poco
tiempo, sin embargo, ganaba la licitación para la construcción del tramo sur del
gasoducto Comodoro Rivadavia-Buenos aires, primera gran obra de infraestructura de
la firma. Ello le indujo a pensar que la autosuficiencia energética que proclamaba como
objetivo el régimen peronista requeriría de tubos de acero para el transporte de gas y
petróleo. El gasoducto que había construido Techint se había realizado con caños
importados por la misma firma de la Dálmine de Italia, empresa que había sido
conducida por el propio Rocca. Por otra parte, el proyecto que había presentado para
Torcuato Di Tella no había sido aceptado, optando para la futura SIAT por un modelo
de planta presentado por una firma americana.38
De esta manera, el fundador de Techint decidió instalar en la Argentina una réplica de la
Dálmine de Bérgamo. Esta misma colaboraría con aporte de capital, asesoramiento y
personal. Surgió así el proyecto de Dálmine-Safta en Campana, cuya puesta en marcha
se logró en 1954. En adelante, la expansión de la producción de gas y petróleo de Gas
del Estado e YPF le resultaría funcional a sus intereses. Sin embargo, en forma
progresiva su producción logró colocarse también en las petroleras privadas.
Por otra parte, en el mismo centro industrial de Campana, Techint instaló la planta de
Cometarsa (Construcciones Metálicas Argentinas), dedicada a la fabricación de grandes
estructuras metálicas. Fue también un complemento a los requerimientos de
infraestructura vinculados al desarrollo gasífero, petrolero y eléctrico. Solamente en su
primeros diez años, Cometarsa fabricó 1200 tanques cilíndricos verticales para
refinerías y yacimientos; 400 torres de producción y perforación petrolera; 400 vagones
cisterna para transporte de combustible y 5000 torres para líneas de alta tensión.
IV.II Algunos cambios cualitativos
Nacida de un grupo de ingenieros experimentados provenientes del sector siderúrgico
italiano, el desarrollo de sus capacidades técnicas y organizativas, junto a su éxitosa
inserción en el contexto económico de aquellos años, le dieron a la empresa una serie de
38
Una síntesis de los primeros pasos de Techint en la Argentina, puede verse en: Castro (2003).
20
rasgos y comportamientos que representaron rupturas cualitativas en relación a las
características previas de la industria local.
IV.II.I Un liderazgo sectorial
De la mano de Dálmine-Safta el grupo Techint ingresó en el sector siderúrgico
argentino. El mismo tenía en aquel momento como referentes a empresas que como
TAMET, La Cantábrica y Siam provenían de la etapa del modelo agroexportador.
Controlaban la cámara empresaria y su producción estaba focalizada en bienes finales.
La política siderúrgica del régimen peronista las beneficiaba con una serie de
instrumentos que redundaba en altos ganancias: cuotas de importación, tipo de cambio
diferencial para la compra de maquinarias e insumos en el exterior y retraso cambiario
desde 1949. Un proyecto privado local de acería que proveyera los insumos básicos
atentaría contra los mismos, en la medida que posiblemente aumentaría los costos. De
ahí el desaliento que los referentes del sector tenían contra toda profundización de
proceso industrial en materia siderúrgica.39
El proyecto de Dálmine Safta no fue bien visto por los líderes del sector. Argumentaban
que el transporte de gas y petróleo podía hacerse con tubos de acero con costura,
artículo ya fabricado en el país. Su autorización por parte del gobierno fue objeto de una
enérgica protesta por parte de la cámara empresaria. Por otro lado, la concepción
siderúrgica de Rocca era diferente. Si bien el proyecto siderúrgico de Campana recibió
beneficios de la política crediticia del régimen peronista, no era proclive a la
dependencia de una futura acería estatal, tal como lo demostró el proyecto que diseñó
para Di Tella. Además, las características especiales en calidad y tamaño del acero
requerido para los tubos no podía ser provisto por ningún proveedor local, ni siquiera
por SOMISA.40 De ahí que a inicios de los ´60 Techint complementara a Dálmine con
una acería eléctrica, Siderca. Ambas terminaron fusionándose en una sola empresa en
1964. Ello permitió que se convirtiera en la firma privada que producía mayor cantidad
de lingotes, la única que superaba la cantidad de acero que laminaba y que podía
vender sus excedentes al mercado local.
Tabla 3. Capacidad instalada para la producción de aceros (Año 1964)
Empresa
Acero en lingotes
Prod.
Productos
39
Para la política siderúrgica durante el régimen peronista, ver: Belini (2004).
“Dálmine-Safta. Siderurgia argentina para petróleo argentino”, Boletín Informativo Techint, Nro 104,
Buenos Aires, diciembre de 1959. Hasta la creación de la acería de Siderca, el acero para su elaboración
era recibido de la empresa italiana SAFAU.
40
21
Siderca
La Cantábrica
Acindar
TAMET
Santa Rosa
Vulcano
RICAS
Gurmendi
(toneladas)
150.000
76.000
60.000
60.000
55.000
11.000
11000
Semiterminados
Terminados
30.000
90.000
55.000
70.000
120.000
300.000
100.000
100.000
10.000
100.000
60.000
Fuente: “Acero: guerra fría entre dos colosos”, en Primera Plana, 26 de mayo de 1964.
Esta posibilidad de encontrar beneficios en un mercado subabastecido de insumos
siderúrgicos impulsó a crear una acería integral para cubrir las necesidades internas que
no podían ser satisfechas con la producción de SOMISA. Con tal motivo, surgió a
inicios de los ´60 el proyecto de Propulsora Siderúrgica. Si bien no pretendió rivalizar
con la acería de San Nicolás, no encajaba en el modelo de desarrollo siderúrgico estatalmilitar que se comenzó a diseñar por parte del Estado a partir de la coyuntura de la
Segunda Guerra Mundial. Desde la perspectiva de la Dirección General de
Fabricaciones Militares, el proyecto de Propulsora fue interpretado como un desafío a
SOMISA y al control militar sobre el sector. Ello explica el hecho que Propulsora se
quedara solo en la fase de laminación y no fuera autorizada por dicho organismo la
instalación del alto horno, a pesar del gasto en divisas que significó para el país durante
la década de los ´60 y principios de los ’70 la importación de insumos siderúrgicos.41
Mas allá de esto, con la inauguración de Siderca, Techint pasó a la categoría de gran
productor siderúrgico, fenómeno consolidado con PS. Junto con Acindar dominó el
Centro de Industriales Siderúrgicos (CIS), entidad que nucleaba a las grandes firmas del
sector, más capitalizadas, informadas y concientes de la necesidad de amortiguar los
riesgos del mercado interno con una salida exportadora a través de la utilización de
tecnología de vanguardia. El otro grupo fue conformado por CLIMA (Centro de
Laminadores de Industrias Metálicas), donde participaron firmas mas pequeñas, de larga
trayectoria algunas de ellas, menos dispuestas a arriesgar inversiones y cuyo horizonte
comercial se limitó al mercado local.
41
No obstante, en la medida que con los años las empresas siderúrgicas de Techint y Acindar fueron
modernizandose y ampliando su producción en un grado mayor que SOMISA, incluso liberándose de su
abastecimiento de palanquilla, fueron debilitando el modelo siderúrgico de posguerra. Sobre el
surgimiento de Propulsora Siderúrgica y las dificultades que tuvo con la Dirección de Fabricaciones
Militares, ver Castro (2005).
22
IV. II. II Una deslocalización del sector siderúrgico
El patrón de localización de gran parte de la industria argentina fue tradicionalmente la
zona próxima al Riachuelo. La Boca y Barracas en la Capital Federal y Avellaneda en
territorio bonaerense, fueron el ámbito de fábricas textiles, alimenticias, curtiembres,
frigoríficos. En el caso de la actividad sidero-metalúrgica, tuvo su origen en los
astilleros que se ubicaron en sus orillas desde la segunda mitad del siglo XIX. Entre
1870 y 1900 el cambio técnico en la navegación hizo que el mundo de los astilleros se
desplazara del oficio de carpintero al ámbito de los talleres metalúrgicos. Este
desarrollo, sin embargo, no implicó, tal como sucedió con la industria argentina en
general durante la etapa agroexportadora, un aumento del número de talleres sino una
tendencia a la concentración en grandes establecimientos. Por ejemplo, Ernesto
Tornquist y Cía adquirió Rezzónico-Ottonello en 1902 y posteriormente los talleres San
Martín en 1909 y Vasena luego de la Primera Guerra, dando lugar a lo que luego fue
TAMET. Es a partir de la tercera década del siglo XX cuando el tramo que comienza
después del actual Puente Pueyrredón empezó a ser asociados con las empresas
metalmecánicas, cuyas plantas modernas necesitaban mayores dimensiones para su
localización. El proyecto del canal industrial de los ¨30 prometía concederles las
mismas ventajas que las que tenía el Riachuelo aguas abajo.42 Todavía a fines de los
´40, plantas importantes del sector, como SIAT, se instalaron allí.
Para una empresa como Dalmine-Siderca, concebida desde el inicio con perspectivas de
ampliación y producción en escala, la ubicación en el eje paralelo al Paraná entre
Buenos Aires y Rosario poseía mayores ventajas. Entre ellas, la posibilidad de un puerto
que recibiera buques de gran calado, el acceso a los insumos importados vía fluvial y
una disponibilidad espacial que le permitiría una constante expansión. Con la radicación
de Propulsora en Ensenada, Techint jugó un papel clave en la consolidación del frente
fluvial La Plata-Rosario como espacio industrial. Como proveedora de laminados para
la industria automotriz, restó fuerza a la radicación industrial en Córdoba, en la medida
que algunas firmas del ramo encontraron mas ventajas instalándose en su cercanía.43
IV. II. III Un centro de formación profesional
El posicionamiento de la empresa en actividades técnicamente complejas como la
ingeniería y la fabricación de tubos sin costura demandó personal calificado que no era
posible encontrar en el mercado laboral argentino de los ´50. Al principio, la solución
42
43
Una descripción detallada de este proceso puede verse en: Silvestri (2003), pp. 248-265.
Kollman (2003), p. 16.
23
fue traer la mano de obra desde Italia, recurso poco viable con la recuperación de la
economía peninsular y la mayor demanda que generaba la expansión de las actividades
del grupo. Dicha necesidad se hizo mas urgente si se tiene en cuenta que se trata de
especialidades que, siguiendo a Hirschman, pueden considerarse con “poca tolerancia al
deterioro”.44
¿Cómo transmitir y expandir las capacidades y conocimientos de la empresa originadas
en cuadros técnicos formados en Europa? La respuesta estuvo en abandonar el sistema
tradicional de contratar mano de obra en el mercado en función de antecedentes y
capacidad profesional demostrada y reemplazarlo por la internalización del mercado de
trabajo. Primero se hizo con los operarios especializados, creando una escuela de
soldadura. Luego en relación a los requerimientos de cuadros gerenciales en las áreas
administrativas y técnicas. Para ello, se implementó en 1960 el plan “Jóvenes
Profesionales”, consistente en incorporar profesionales con experiencia laboral escasa o
inexistente a los cuales se les concedió un período de formación entre seis y dieciocho
meses. Comenzó con la incorporación de ingenieros a quienes se les daba la
oportunidad de trabajar junto a personal experimentado y rotar de actividades. De esta
manera, tenían contacto directo con el trabajo, conocían las demandas de la profesión y
descubrían sus inclinaciones y capacidades.45 Semillero de los futuros gerentes y
promotora del cambio generacional, resultó una escuela de formación técnica y
gerencial interna que posibilitó la argentinización de la empresa. En no pocas
oportunidades, se incluyeron períodos de formación en el exterior, ya sea en
universidades o en plantas industriales. Finalizada esta etapa, se le otorgaba al joven
profesional un destino estable pero nunca definitivo, ya que las exigencias de la
Organización y sus empresas obligaban a menudo un cambio de función, incluso en otro
país. El éxito del plan condujo a su profundización en las décadas siguientes.46 Las
capacidades de sus gerentes e ingenieros son hoy altamente reconocidas y constituyen
una de las fortalezas de la empresa.
44
Con ello el economista alemán quería significar la existencia de sectores de actividades en donde la
ineficiencia, el descuido y la improvisación generan elevados perjuicios y riesgos. El sistema de
transporte aereocomercial es un ejemplo. Ver Hirschman (1961), pp. 147-151.
45
“El programa Jóvenes Profesionales de la Organización Techint”, en Boletín Informativo Techint,
Buenos Aires, Mayo-Junio de 1969, Nro 171, pp. 2-4.
46
Para un análisis de la política de recursos humanos de Techint, en el pasado y en el presente, ver:
Welsh y Genoud (2003). Inédito.
24
IV. II. IV Siderurgia con intención exportadora
La actividad de la Organización Techint fue en contra de lo que era el tradicional patrón
exportador del país y el rol mercado internista de la industria. Tanto en el ámbito de la
ingeniería como de la siderurgia, se destacó la capacidad para insertarse en el mercado
internacional, aun antes del debate que se inicio en los ´60 sobre la necesidad de una
salida exportadora de la industria como solución a sus problemas estructurales.47 En
relación a la primera, la posibilidad que adquirió luego del aprendizaje y prestigio
generado con el gasoducto patagónico de captar obras de infraestructura energética en
países del cono sur. En relación a la segunda, la capacidad para colocar en el mercado
externo cuotas importantes de su producción que oscilaron entre un 20 y un 30% en los
´60, anticipando el rol clave que tuvieron las exportaciones en las décadas siguientes.
Al poco tiempo de inaugurarse la planta, logró un dinamismo productivo que se tradujo
en la posibilidad de duplicar la producción en cinco años. En estos primeros años, YPF
fue el único cliente en el mercado local. Con ello, la retracción de sus pedidos ponía en
riesgo los ingresos de la empresa, tal como sucedió en 1957. La solución fue una
primera experiencia exportadora con destino a Turquía, fenómeno que se acentuó a
partir de la crisis de los años 1962-1963. Por lo tanto, a partir de los ´60, volúmenes
crecientes de toneladas de tubos se proyectaron en forma paralela tanto hacia el
consumo doméstico como al exterior. En la segunda mitad de la década, no fue solo una
forma de atemperar las fluctuaciones de la economía argentina sino un objetivo
prioritario que incentivó el mantenimiento del régimen productivo en un nivel máximo
y mantuvo una constante presión para el ajuste del proceso de producción. Este
fenómeno, sin embargo, no es solo una cuestión voluntarista de la gerencia de la firma
sino que debe verse también bajo la perspectiva de las características técnicas del sector
de tubos sin costura. Por tratarse de un bien con mayor valor agregado que los aceros
planos, requiere de una escala mínima mayor. De ahí que difícilmente pueda cumplirse
con la exclusiva demanda local, siendo la exportación un recurso habitual de todas las
firmas que participan en el mercado.48 Por otro lado, como sostuvo J. Katz, más allá de
los subsidios y la voluntad empresaria, es imposible exportar un bien complejo sin
47
Un análisis y síntesis de este debate puede verse en: Rougier (2004), Capítulo II.
Artopoulos (2005). Bajo esta perspectiva también puede verse el interés de la empresa por mantenerse
en el ámbito especializado de los tubos y aumentar la escala permanentemente, diferente a una cierta
tendencia a la diversificación en desmedro de la especialización y las economías de escala de las
empresas industriales locales.
48
25
cierta maduración técnica que representa “(...) un cambio cualitativo en el
aprovechamiento de los recursos humanos y el capital”.49
De este modo, tanto la voluntad como la necesidad exportadora tuvo como una de sus
consecuencias la posibilidad de liberarse del oligopsonio de YPF, cuya compra abarcó
solamente el 10% de su producción en el ejercicio 1969-1970.
Por otro lado, la exportación superó la colocación en el mercado local de tubos para uso
petrolero, representando un tercio de la producción. En 1969 fue la segunda empresa en
el ranking de las exportaciones industriales. Manteniendo el cuarto lugar para el período
1969-1974.50 Dicho proceso continuó acentuándose luego de la crisis petrolera mundial
de 1973.
Tabla 4.Dálmine-Siderca. Destino de la venta de tubos, balance 1969-1970
Destino
Volúmenes en
Porcentaje
toneladas
Mercado petrolero nacional
37.200
27,17
Usos no petroleros
54.600
39,88
Exportación
45.100
32,94
Total
136.900
100
Fuente: Dálmine-Siderca. Memoria y Balance General al 31/3/1970
IV. II. V La formación de un centro técnico de ingeniería de carácter
regional
Relacionada con las nuevas capacidades técnicas que exige el paradigma técnico de la
posguerra, igualmente exitosa fue la inserción internacional en materia de ingeniería
relacionada-con obras de infraestructura energética y la construcción de plantas
industriales. Como dijimos, esa posibilidad fue factible inmediatamente después del
gasoducto patagónico, con obras en Chile primero y en Brasil después. En la década de
los ’60 la necesidad de diseñar y controlar obras en los países limítrofes y de la región,
junto a las realizadas localmente, hizo de Techint Buenos Aires un centro de ingeniería
y proyectos con un plantel de aproximadamente 200 especialistas, la mayoría de ellos
49
50
Katz (1977), pp. 95-96.
Ibidem, ver cuadro 10, p. 107.
26
ingenieros, técnicos y dibujantes argentinos.51 Luego de la crisis de la Techint de Milán
hacia mediados de los ‘60, una reestructuración del grupo asignó la construcción de
oleoductos y gasoductos, incluso aquellos que estaban fuera del continente americano,
en forma exclusiva a Techint Argentina.
Un estudio de Gatto y Kosacoff de los ´80 muestra el liderazgo que tuvo Techint en la
exportación de obras de ingeniería y construcción. Un análisis de las cien obras mas
importantes hechas por empresas argentinas en el exterior entre 1938 y 1983, evidencia
como resultado que las tres mas importantes pertenecieron justamente a la empresa
fundada por la familia Rocca: cinco proyectos para la acería venezolana Siderurgia del
Orinoco por un monto de 268 millones; un gasoducto en Arabia Saudita por 155 y el
Oleoducto Norperuano cuya facturación fue por 75 millones. Todos valorados en la
moneda norteamericana. Además los rubros acerías y poliductos, hegemonizados por
Techint, resultaron los tipos de obras con mayor inserción, representando con trece
proyectos aproximadamente el 50% del valor total de los contratos de ingeniería y
construcción colocados por empresas locales en el exterior.52
VI. Consideraciones Finales
Este trabajo transcurrió analíticamente en dos niveles. En el nivel macro, se intentó
demostrar como el desarrollo una nueva matriz energética a partir de las primeras
décadas de la segunda posguerra, consistente en sustituir el carbón por el gas natural y
lograr la autosuficiencia petrolera, significó en términos de la literatura
neoschumpeteriana la articulación gradual de un nuevo paradigma tecnico-económico.
Se intentó demostrarlo a través de diversos procesos: el creciente consumo de gas y
petróleo, su penetración en los distintos ámbitos de la economía, su participación
creciente en el PBI, la aparición de nuevos modalidades de consumo.
Esta operacionalización parcial del modelo de Freeman y Perez , sin embargo, no
impugna nuestra hipótesis, ya que en el transcurso de las décadas siguientes se fueron
desplegando sus otros rasgos. Así el cambio técnico siguió siendo pautado por la
utilización de los insumos claves mencionados. El gas, por ejemplo, penetró en otras
actividades como la siderurgia a través de la tecnología de la reducción directa.
51
%Techint SACeI. Memoria y Balance General al 30/6/98, pp. 4-5. A menudo obras realizadas por
filiales de Techint, eran diseñadas en Buenos Aires. Cómo sucedió con Tebra, la filial de Techint en
Brasil. A inicios de los ’70, su centro técnico fue organizado y nutrido con personal de Buenos Aires.
52
Gatto y Kosacoff (1985); pp. 150-157. Se toman aquí las obras hechas por Techint Argentina. No se
consideran las realizadas por representaciones o subsidirarias de Techint en el extranjero, como Techint
Italia o Brasil. La primera, por ejemplo, ha realizado obras de ingeniería en Asia.
27
También pasó a ser el insumo fundamental en la producción de cemento y se formó un
polo petroquímico en Bahía Blanca para su procesamiento industrial. Con el
descubrimiento del yacimiento de Loma de la Lata, sus reservas superaron a las de
petróleo. En los ’80 siguió creciendo el número de usuarios domicialiarios de gas,
comenzando también su utilización como combustible automotriz. Del gas también
dependió cada vez más la generación eléctrica.
Por otro lado, gas y petróleo pasaron a tener con la segunda crisis petrolera de los ´70
una participación creciente en la matriz exportadora. A fines de los ’90, el complejo
petrolero petroquímico fue uno de los mayores rubros exportadores. De alguna manera,
se constituyeron en nuevas ventajas comparativas, como lo fue también la siderurgia de
tubos sin costura y la ingeniería en obras de infraestructura energética.
Desde luego, el afán por mostrar un proceso complejo puede dar lugar a una
simplificación y a la explicación demasiada estilizada de un modelo que parecería
desplegarse en la realidad casi sin fricciones, sobre todo en lo que fue su fase de
explosión.
Habría que aclarar, como dice G. Dosi, que la tecnología por sí sola no es suficiente. Un
sistema tecnológico, si bien puede pautar la orientación del cambio técnico, no es un
modelo de una sola variable. Su impulso depende de otras variables, ya sea de tipo
institucional, político o económico. Por lo tanto, la pregunta que podría formularse aquí
es si el marco institucional fue el mas adecuado para desarrollar todas las
potencialidades del nuevo paradigma. Las dificultades que tuvieron la explotación de
los insumos claves, manifestadas en la demora en lograr el autoabastecimiento
energético, sugieren que el contexto institucional, al menos en la época estudiada, no
fue el más apropiado. En el mismo sentido, evidenciado en la década siguiente, el
retraso que tuvo el sector petroquímico. Como lo demostró Solberg, el nacionalismo
económico orientó en gran medida la explotación del petróleo, salvo períodos
excepcionales. Esta influencia ideológica determinó también la evolución de otros
sectores. Si bien pudo ser positivo en algunas coyunturas históricas por el impulso a
sectores casi inexistentes, el perfil estatal-militar de sectores como la energía, la
petroquímica y la siderurgia significó un afán de control corporativo que retardó,
cuando no restringió, la presencia de nuevos actores e inversiones.53 Por lo tanto,
53
Sin embargo, de la lectura de dos autores que estudiaron con detenimiento el tema de la explotación
petrolera, como Solberg (1981) y Gadano (2006), se desprende que los referentes del nacionalismo
económico en la explotación energética como fueron Mosconi, Bunge y Perón, no pretendieron el
28
mientras el paradigma de la posguerra entró en crisis en los ’70 en el mundo
desarrollado, en la Argentina todavía no había completado su integración. En el
momento de la crisis petrolera de 1973, la Argentina tenía todavía graves carencias en
las industrias básicas que utilizan energía en forma intensiva. Poseía un solo alto horno
en materia siderúrgica; faltaba una gran parte del sector petroquímico, tanto en insumos
básicos como en intermedios y productos finales; también carecía de producción de
aluminio. Ello proporcionaba todavía oportunidades de inversión.
Por otro lado, el modelo organizativo que acompañó al paradigma, basado en
economías de escala y especialización, no pareció ser consistente con las condiciones
estructurales de la economía argentina, como la dotación de factores y el tamaño del
mercado.54 Sin embargo, en el caso de la industria automotriz argentina, este error
inicial de diseño institucional durante el desarrollismo, basado en una excesiva
liberalidad, no pudo subsanarse con el correr del tiempo. Ello explica la pérdida de
dinamismo del sector, a pesar de su impacto inicial. Menos plantas hubieran significado
mas escala y un mayor crecimiento que seguramente se hubieron trasladado a gran parte
del aparato industrial. No obstante, estas plantas protagonizaron el boom de las
exportaciones industriales de la primera mitad de los ´70. De ello se deduce, al menos,
como lo demostró Katz, que no estuvieran exentas de cierta maduración
microeconómica.
Otra cuestión abierta es porque esta nueva base técnica no renovó otros sectores. Tal
como sucedió con el cemento, la siderurgia y la petroquímica, adoptando tecnologías
que colocaron al gas y al petróleo como insumos básicos y lograron así un importante
proceso de modernización. ¿A cuántos sectores alcanzaron? ¿Qué resultados tuvieron?
Un futuro análisis sectorial de la industria debería decir algo al respecto.
En el nivel micro, se pretendió evidenciar como una empresa operó en forma
complementaria a dicho paradigma, a través de nuevas capacidades tecnológicas cuyo
desarrollo exigió transformaciones que pueden interpretarse como cambios
institucionales. Ejemplo de ello resultan la necesidad de organizar una escuela de
gerentes dentro de la propia firma, darle un sentido exportador a la actividad industrial y
concebir otro patrón de localización para la actividad siderúrgica. Todo ello puede
monopolio estatal y postularon empresas mixtas o la colaboración del sector privado. En el caso de Perón
como también de Frondizi, puede decirse que proclamaron una cosa y luego en el ejercicio del poder
hicieron otra.
54
Lopez, A. (2002), pp. 53-54.
29
entenderse como una adaptación a las nuevas condiciones técnicas que imponía el
paradigma.
Por otro lado, su peso y relevancia en el sector de siderurgia e ingeniería, como
seguramente también la capacidad para articular con el estado, fueron una consecuencia
de su dinamismo y del lugar estratégico que ocupó en el nuevo contexto energético,
tecnológico e industrial que se fue desplegando en la posguerra. En este sentido, se
pretendió también aportar un factor estructural que permitiera complejizar la
explicación del liderazgo industrial y corporativo de Techint en la Argentina.
Es inevitable, por otro lado, preguntarse sobre el derrumbe de las otras empresas del
sector siderometalúrgico o de servicios como el ferrocarril. Nacidas en el seno de otro
paradigma técnico-económico, es necesario plantearse si su decadencia en aquellos años
tuvo o no que ver con su capacidad –o falta de ella- para adaptarse a los requerimientos
de la nueva realidad. Posiblemente, esta vía de exploración, al menos, nos conduciría a
la búsqueda de factores objetivos y no solamente a explicaciones que descansen
exclusivamente en la subjetividad de los empresarios o los funcionarios públicos.
Por último, respondiendo a la pregunta formulada en la introducción, la firma de la
familia Rocca fue una organización que ayudó a establecer nuevos rasgos en la
economía Argentina. Su actividad de ingeniería y siderurgia contribuyó a debilitar el
viejo paradigma y a consolidar uno nuevo que en los ’40 y parte de los ’50 estaba
todavía en una fase de transición.
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