Muerte La sociedad occidental ha sido educada de manera tal que

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Muerte
La sociedad occidental ha sido educada de manera tal que todo lo que no resulta
“bueno”, se niega. Así un linyera cubierto por moscas es motivo para girar la cabeza.
La muerte no es excepción: la negamos durante toda la vida como si se tratase
de un aborto (ab: negación; orthos: después). A pesar de pertenecer a religiones que
nos propician la idea de un vivir “el más allá”, la idea de la muerte está rodeada de un
halo de sufrimiento, de dolor, y de discontinuidad. Habrá, después de ese momento,
nada. Todo lo ganado, desaparecerá. Todo lo que soy, dejará de ser.
Patch Adams se pregunta “¿de qué estamos tan mortalmente temerosos?”.
El Maya, o ilusión, nos habla de lo que la ciencia ha demostrado: consideremos
los espacios inmensos que hay VACÍOS entre las partículas subatómicas, y
entraremos en el ámbito de que con el ojo vemos algo como sólido cuando en realidad
no lo es.
Estamos acumulando posesiones de cuerpos “sólidos” que no tienen en realidad
sustancia alguna.
Tememos ese paso del que no conocemos más que el umbral porque no
miramos ciertamente desde la dimensión de la temporalidad. Me siento a una mesa a
comer, me deleito, saboreo, libo y escancio, pero no estoy pensando durante la
ingesta en que corro el riesgo de que se termine. Sé que se termina, y sin embargo
puedo disfrutar.
Con la vida no actúo de manera semejante: vivo sin pensar que se acabará. Y
cuando llega próximo el momento, no tengo presente que toda planta es semilla y en
otro momento, leña.
No se trata, parafraseando a Patch, que debamos pelear contra la muerte, sino
que debemos mejorar la calidad de vida.
Con esto, accederemos a la Muerte como lo que es: un paso más en el ciclo.
Pablo Palacios Wolf
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