CONMEMORACIÓN OFICIAL DE LOS 50 AÑOS DEL EXILIO

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CONMEMORACIÓN OFICIAL DE LOS 50 AÑOS DEL EXILIO ESPAÑOL EN MEXICO*
Francisco Giral**
Señor Presidente de México,
Tengo el singular honor de dirigirme a Su Excelencia en nombre de muy numerosos españoles
deseosos de concentrar en este acto su gratitud eterna a la Nación Mexicana que hizo posible
esta integración fraternal por más de medio siglo, sin precedentes en el tiempo ni en el espacio.
Hace más de 50 años, en la cúspide del auge de las tiranías totalitarias en Europa, el pueblo
español se vio ante el dilema de someterse o de resistir. Escogimos resistir, con plena
conciencia de los riesgos que implicaba.
Después de combatir durante tres años contra el nazi-fascismo internacional que apoyaba a
una sublevación militar interna; después de haber luchado contra feroces soldados africanos,
descendientes de los invasores de la península durante ocho siglos, dirigidos por militares
sublevados; después de sufrir el sarcasmo de que los bicentenarios principios liberales
delegaban nuestra supuesta protección en otros soldados africanos, igualmente feroces;
cuando nos creíamos sumidos en el negro pozo de la desesperanza y del abandono,
injustamente olvidados, vencidos pero no convencidos, surge la Nación Mexicana invitándonos,
con las palabras de su Presidente, el General don Lázaro Cárdenas: “…a los españoles que
desean venir a convivir con el pueblo mexicano, modesto en recursos, pero lleno de emoción y
simpatía para nuestros hermanos que se ven obligados a alejarse temporalmente de su patria”.
Ya durante nuestro conflicto armado, los poderosos administradores de los grandes principios
liberales inventaron “una política realista, convencidos de la perfecta inanidad de la ética”,
según frase de Antonio Machado, lo que implicaba el sacrificio de la República Española.
Inconforme con semejante proceder, México instaura una política ética cuando el Presidente
Cárdenas instruye a sus juristas diplomáticos, Isidro Fabela y Narciso Bassols: sus lecciones
de jurisprudencia internacional se oyen con respeto en los ámbitos políticos de Europa, pero no
se cumplen. La política ética a propósito de España tiene una continuidad inmediata en el
Presidente Ávila Camacho cuando declara que “el conflicto español ha sido un golpe de Estado
internacional” o cuando reconstruye en México las Instituciones de la Legitimidad Republicana
o cuando dice: “donde España no puede hablar, México se honra prestándole su voz”. Y así
ocurre con el verbo encendido del Embajador Quintanilla, al crearse las Naciones Unidas o con
las actuaciones convincentes de la diplomacia mexicana: Manuel Tello, Castillo Nájera, Torres
Bidet, Padilla Nervo, Gilberto Bosques, García Robles…
La política ética instaurada por el Presidente Cárdenas tuvo la virtud de ser comprendida,
continuada y apoyada, en todos los sectores nacionales a lo largo de estos 50 años. Cuando el
Secretario de Gobernación, el Lic. Ignacio García Téllez, recibió en Veracruz el primer grupo
numeroso de exiliados se expresó en estos emotivos términos: “os recibimos como a
defensores aguerridos de la democracia republicana y de la soberanía territorial que lucharon
* Facultad de Química, UNAM
** Palabras del Dr. Francisco Giral, durante la comida ofrecida por el Presidente de la República, en la Residencia oficial
de los Pinos el 21 de noviembre de 1989.
contra la maquinaria opresora al servicio de la conspiración totalitaria universal… el gobierno y
pueblo de México os reciben como a exponentes de la causa imperecedera de las libertades
del hombre…”
Allí estaban para recibir al “Sinaia”: secretarios de gobierno, diputados, políticos, sindicatos,
intelectuales, artistas y multitudes populares. Así seguirían los gobiernos y el pueblo de México,
durante medio siglo, proporcionando un constante apoyo a la política ética iniciada por el
Presidente Cárdenas. Y es que la República Española, derrotada por la fuerza bruta, se vio
transfigurada con un orgulloso sentimiento de victoria moral merced a la actitud de la Nación
Mexicana y a su respaldo unánime de la política ética que practicaron todos sus gobiernos.
Como contraste relevante, recordemos que, mientras en la península la tiranía militar, triunfante
material del conflicto, cedía girones de territorio nacional para que los políticos realistas
instalasen la guerra nuclear cerca del irrecuperable y falsamente llorado Gibraltar creando
nuevos “gibraltares atómicos”, en México, la República del éxodo y el llanto, la República de la
Legitimidad reconstruida, se sentía moralmente engrandecida con la solidaridad de la política
ética universal practicada por la diplomacia mexicana que se encarnaba en el Embajador
Alfonso García Robles al recibir la distinción internacional de un premio Nobel de la Paz por
haber creado el Tratado de desnuclearización de Tlatelolco.
Recogiendo el gesto fraternal y sororial, la República Española se había trasladado a México,
con su Legitimidad política, con su bagaje cultural, con su representación muy significativa de
todos los ámbitos de la vida nacional, para propiciar un nuevo tipo de compenetración entre la
vida mexicana y la vida española- dejamos el fusil en la orilla para incorporarnos al trabajo
creativo y progresista.
El más genuino carácter de la vida republicana española había sido la cultura en todos sus
niveles y manifestaciones, lo que se reflejó notablemente en la integración hispano-mexicana.
En la elegía que el poeta Antonio Machado escribió a su maestro don Francisco Giner de los
Ríos, maestro de todos, le había hecho decir:
“hacedme un duelo de labores y esperanza”
Lo hemos cumplido en México: lo hemos cumplido en la enseñanza, en la sanidad, en la
erudición humanista, en la difusión de la cultura, en la creación artística, en la investigación
científica, en la producción industrial, en la elaboración y distribución de libros…
Hemos creado Colegios de diversos grados y diversas magnitudes: siete en la capital, cuatro
en los estados, todos con influjo notable de la pedagogía gineriana. En ellos se han formado
numerosos jóvenes que tienen prominente significación pública en la vida mexicana actual. El
mayor de esos Colegios, que era propiedad del Gobierno español en el exilio, fue obsequiado a
la Nación Mexicana con el único mensaje de “continuar la obra pedagógica del exilio
republicano español a beneficio de la comunidad mexicana”. Un acabado ejemplo de
integración cultural.
Hemos participado en los Centros de Estudios Superiores -Universidades y Politécnicos-.
Hemos enseñado, ciertamente, pero también hemos aprendido mucho. Tenemos mucho que
agradecer a la intelectualidad mexicana. Si el primer mensajero destacado a Europa por el
Presidente Cárdenas para encauzarnos hacia México fue un médico ilustre, el Dr. Salvador
Zubirán, aquí nos recibían organizaciones dirigidas por el escritor y ensayista Alfonso Reyes y
por el historiador y economista Daniel Cosío Villegas. Muy importantes fueron los contactos
personales y de pequeños grupos como aquella acogedora tertulia en los bajos del Imperial. En
ella y fuera de ella destacaron los médicos más eminentes de México: Ignacio Chávez, Manuel
Martínez Báez, Ignacio González Guzmán, Francisco de Paula Miranda, Bernardo Sepúlveda,
Salvador González Herrerón, Galo Soberón y Parra, Raoul Fournier, Gustavo Baz, que era el
Rector de la Universidad a nuestra llegad. No sólo creamos así nuevas y escogidas amistades
sino que nos ayudaron a situarnos en México a médicos y a profesiones diversas. La
fraternidad en el círculo de la Medicina influyó sobre el Presidente Cárdenas para arbitrar una
fórmula original que permitiese el ejercicio profesional de unos 500 médicos exiliados,
basándose en la confianza y en el respeto para el Decano de la Medicina exiliada.
Sería interminable la mención individual de todos los intelectuales y artistas que nos recibieron
fraternalmente, pero no puede dejar de mencionarse la impresionante figura de don Jesús Silva
Herzog, economista, político, maestro universitario y artífice de la nacionalización petrolera.
Tres Rectores de la Universidad -Baz, Zubirán y Chávez-se destacaron en la acogida.
Una admirable síntesis fue pronunciada por el propio Rector Chávez 38 años después cuando
inundó de emoción el paraninfo de la Universidad de Salamanca, en el preciso lugar en que
Rector Unamuno había apostrofado a los militares sublevados en forma premonitoria. Dijo el
Dr. Chávez:
No sólo se abrieron para ellos las fronteras sin pasaportes ni papeles, sino que se
expidieron leyes que les permitieron encontrar trabajo al día siguiente; no sólo se
abrieron las aulas de las Universidades pasando por alto las exigencias escolares, sino
también se abrieron las puertas de los hogares como a viejos amigos… fue así como
asistimos a un hecho histórico de los que permiten mantener viva la fe en la solidaridad
humana.
Por nuestra parte, nos emociona pensar que siete Rectores de varias Universidades españolas
reposan para siempre bajo tierra mexicana.
Así, en todos los órdenes del exilio republicano: los mayores, reposan para siempre lejos del
lugar en que nacieron, dejándonos el ejemplo de la dignidad con que defendieron la Libertad.
Los descendientes jóvenes, compenetrados con la futura vida mexicana –nacidos aquí o
llegados muy niños- quisiéramos que, como símbolo de esta nueva compenetración,
mantuvieran el respeto por las tierras y los lugares de sus mayores, que las vean y las
conozcan porque son tierras y lugares que, antes de ellos, han contemplado otros muchos
niños que fueron abuelos de nuestros abuelos.
En la invocación de las distintas generaciones, hay que tener presente el recuerdo de don
Miguel de Unamuno cuando crea la imagen más grandiosa de la hombría inspirándose en la
figura de su padre, don Félix de Unamuno, un emigrante vasco en México que anduvo por
tierras nayaritas el siglo pasado; realidad o ente de ficción es todo un hombre, nada menos que
todo un hombre.
Aquellas viejas raíces al otro lado del ancho mar han florecido en forma luminosa en esta orilla
produciendo frutos maduros dispuestos a redoblar esfuerzos por el progreso y el desarrollo de
México, todo un País que defendió la política ética para la República Española restituyéndonos
con plenitud la dignidad humana que había sido tan mal tratada en otras partes.
Todo un País. Nada menos que todo un País.
Gracias México
Gracias Señor Presidente
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