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ITALIA 1940: UNA ESTRATEGIA IMPROVISADA
Por José Luis Carril
Parte 1
INTRODUCCIÓN
El 10 de junio de 1940 Italia declaró la guerra a Francia y Gran Bretaña, y diez días más tarde, el
20 de junio de 1940, hizo efectiva esa declaración atacando a Francia en el frente alpino. Mientras
tanto, en África del Norte, italianos y británicos comenzaron una serie de pequeños enfrentamientos ya desde el mismo día de la declaración de guerra italiana. Al cabo de poco más de tres meses de operaciones a pequeña escala por uno y otro bando, el 13 de septiembre de 1940 Italia
desencadenó una ofensiva “a gran escala” contra las tropas británicas en Egipto. Antes, el 14 de
julio había atacado a Sudán en el África Oriental. Por último, el 28 de octubre de 1940 atacó a
Grecia.
En el transcurso de los seis meses siguientes a la declaración de guerra italiana del 10 de junio de
1940, las formaciones del Regio Esercito se van a ver comprometidas en operaciones ofensivas
de mayor o menor escala en tres teatros de la guerra bien diferenciados: el frente alpino contra
Francia (20-25 de junio de 1940), África septentrional (Libia-Egipto) y oriental (Sudán, Kenia y
Somalia británica), y Grecia. Salvo en África Oriental, el Regio Esercito cosecha un duro revés
(frente alpino) y dos fracasos colosales (África Septentrional y Grecia).
Este artículo pretende explicar las causas de los errores de la estrategia militar italiana al comienzo de la guerra y mostrar, en cambio, la alternativa adecuada a esa estrategia militar fallida, alternativa que debía perseguir la inmediata conquista de Malta y una ofensiva a gran escala hacia
Egipto contra la Western Desert Force del ejército británico. Para ello será necesario examinar la
doctrina militar italiana y el estado y situación de su ejército al 10 de junio de 1940, valorar la situación estratégica general del mapa político-militar de la guerra en esa misma fecha, y explicar
por qué Malta y Egipto eran los únicos escenarios de la guerra adecuados y favorables a los intereses estratégicos italianos.
DOCTRINA MILITAR ITALIANA
En 1938 el ejército italiano adoptó como doctrina militar “La Guerra di Rapido Corso”, una doctrina
blindada y motorizada que formulaba la guerra de maniobras en terrenos restringidos, y que había
sido desarrollada sobre las experiencias de combate italianas en la guerra contra Etiopía (octubre
de 1935 a mayo de 1936) y la participación en la Guerra Civil de España (agosto de 1936 a marzo
de 1939).
En Etiopía los ejércitos italianos desplegaron con éxito fuerzas blindadas (tanques ligeros L.3 y
medios Fiat 3000) y motorizadas, y esa experiencia llevó a la decisión de motorizar todo el ejército
italiano. Además, se procedió a la reestructuración de la división triangular (tres regimientos) en
binaria (dos regimientos) y se pensó que en el teatro alpino, probable escenario de una futura
guerra italiana, se podría combatir de un modo similar al ejecutado en el teatro etíope. Tanto la
reestructuración divisional como la valoración operacional tendrían consecuencias decisivas para
el ejército italiano al comienzo de las hostilidades en la IIGM.
La decisión de motorizar todo el ejército italiano tuvo su primera expresión práctica en la formación de un cuerpo motorizado que fue comprometido en la Guerra Civil española: el Corpo di
Truppe Voluntaria formado en España, compuesto por los elementos de la unidad Carri d'Assalto y
la división de infantería Littorio . Se trataba de una formación muy motorizada mediante la combinación de blindaje e infantería y artillería motorizadas. Solamente en la conquista de Málaga experimentaron los italianos un desarrollo operacional similar al de las operaciones en su guerra de
Etiopía. En cambio, en la batalla de Guadalajara en abril de 1937, en su primer mayor encuentro
blindado, el Raggruppamento Carristi del Corpo di Truppe Voluntaria fue derrotado por el blindaje
republicano.
De su experiencia de combate en España los italianos extrajeron la necesidad de crear una doctrina antitanque (la capacidad de que sus unidades antitanque pudieran combatir en conjunción
con las fuerzas blindada y de infantería para enfrentarse eficazmente contra el blindaje enemigo) y
un tanque más pesado (el tanque ligero L.3 no iba más allá de una tanqueta de apoyo a la infantería), la creación de un verdadero cuerpo blindado con las unidades de tanques capaces de desarrollar operaciones independientes y la continuación del proceso de motorización del ejército. Todo
en conjunto llevó a los planificadores italianos a transformar el proceso de motorización hacia un
proceso de mecanización, pues el tanque se convertía en el principal sistema de armas italiano en
el campo de batalla, perdiendo su papel de arma de apoyo a la infantería para convertirse en un
protagonista principal. De esta forma, entre 1938 y 1939 el ejército italiano desarrolló una nueva
doctrina blindada y motorizada: “La Guerra di Rapido Corso” o guerra de curso rápido.
La Guerra di Rapido Corso entrañaba una guerra ofensiva altamente móvil mediante el empleo de
fuerzas blindadas, motorizadas y aerotransportadas desplegadas como un ejército de armas combinadas. Una definición la explica como el
empleo de:
Divisiones Celere diseñadas para la explotación y reconocimiento, regimientos de tanques diseñados para la penetración, cerco y
explotación, y divisiones motorizadas diseñadas para rápidas maniobras de gran alcance y para el refuerzo de las unidades
mecanizadas o Celere.
Carro Veloce 35 (L/3 35)
Los factores básicos para el empleo exitoso
de esta doctrina eran la sorpresa, la velocidad, intensidad y continuidad, y flexibilidad
operacional para permitir contingencias imprevistas.
Los principios italianos del empleo de su doctrina están basados en el incremento de la potencia
de fuego de sus formaciones unitarias. Oposición al fuego hostil mediante el fuego y movimiento
de armas combinadas. Masificación y fuego sobre el punto de menor resistencia de los enemigos
para lograr una penetración rápida y posteriores movimientos de flanco. Fuego y movimientos
combinados para neutralizar los esfuerzos enemigos. Independencia y flexibilidad de mando.] (1)
La Guerra di Rapido Corso se fundamentó, pues, sobre la base de tres tipos de divisiones: Celere,
motorizadas y blindadas (Corazzata).
Las divisiones Celere eran una combinación de caballería y Bersaglieri (infantería ligera motorizada, principalmente en bicicletas). Italia formó tres divisiones (1ª “Eugene Di Savona”, 2ª “Emanuele Filiberto Testa di Ferro”, y 3ª “Amadeo Duca D'Aosta”), compuestas cada una de dos regimientos de caballería, uno de Bersaglieri , uno de artillería motorizada (dos baterías motorizadas y una
antitanque), una compañía blindada y tropas de apoyo. Estas tres divisiones estuvieron desplegadas en el norte de Italia en 1939 y 1940.
La primera división blindada que se formó fue la 131ª “Littorio”, a partir de la división de infantería
del mismo nombre utilizada en la Guerra Civil española. Su estructura básica constaba de un regimiento blindado (tres batallones), un regimiento de Bersaglieri , un batallón antitanque, un batallón de ingenieros y un regimiento de artillería motorizada (seis baterías, de las cuales dos eran
autopropulsadas) más tropas de apoyo. En el mismo año, 1939, se formaron la 132ª “Ariete” y la
133ª “Centauro”. En 1939 y 1940 estaban desplegadas dos divisiones blindadas en el norte de
Italia y una en Albania.
Los italianos crearon dos divisiones motorizadas, la 101ª “Trieste“ y la 102ª “Trento”, con una estructura básica cada una de ellas de dos regimientos de infantería motorizada (dos batallones), un
regimiento de Bersaglieri , un regimiento de artillería motorizada y tropas de apoyo. Las dos divisiones motorizadas estaban desplegadas con las dos divisiones blindadas en el norte de Italia en
1939 y 1940.
Sobre estos tres tipos de formaciones básicas se fundamentó y desarrolló La Guerra di Rapido
Corso, prevista inicialmente para llevarse a cabo en terreno montañoso, en la que las unidades
Celere debían atacar los flancos y, en combinación con la infantería motorizada y el blindaje, conseguir la ruptura y realizar la explotación. Los flancos de este equipo de armas combinadas estarían cubiertos por las divisiones alpinas. A nivel táctico de operaciones los batallones de tanques
se entrenaron para atacar en oleadas a escala de compañía, cada compañía desplegándose sobre una anchura de frente de 400 metros (o dos compañías sobre una anchura de frente de un
kilómetro), con el resto de compañías en retaguardia o como reserva.
Durante las maniobras de 1939, el Ejército del Po puso en práctica la doctrina de La Guerra di
Rapido Corso, y todo el cuerpo blindado italiano (Corpo d'Armata Corazzato) compuesto por cuatro divisiones (dos blindadas y dos motorizadas) se mantuvo activo entrenando en Italia. En esas
maniobras se utilizaron los tanques medios M.11/39 controlados por técnicos de la factoría Fiat
Ansaldo, aunque la mayoría del
blindaje estaba compuesto por los
tanques medios Fiat 3000 y ligeros
L.3. (2)
Carro M.11/39
EL REGIO ESERCITO EN JUNIO DE 1940
Cuando Italia declaró la guerra a Francia y Gran Bretaña el 10 de junio de 1940, el Regio Esercito
había movilizado 1.157.000 hombres de tropa y 44.250 oficiales, sin contar el personal de los servicios territoriales, defensa antiaérea y depósitos. El total movilizado era de 1.580.000 hombres y
53.000 oficiales. Por su parte, la Regia Aeronautica despliega 84.000 hombres, incluyendo 3.040
oficiales pilotos y 11.400 suboficiales, de los que 3.300 también son pilotos. (3)
El Regio Esercito está compuesto por 3 grupos de ejércitos, 9 ejércitos, 24 cuerpos de ejército, 75
divisiones (57 de infantería, 5 alpinas, 3 Celere , 3 Corazzata , 2 motorizadas, 3 aerotransportadas
y 2 líbicas) y 4 agrupaciones alpinas.
Los grupos de ejércitos son el Grupo de Ejércitos Oeste (Su Alteza Real el príncipe de Piamonte),
desplegado en los Alpes occidentales; el Grupo de Ejércitos Este (general Camillo Grossi), desplegado en los Alpes orientales; y el Grupo de Ejércitos Sur (mariscal Emilio de Bono), desplegado
en la Italia meridional y Sicilia.
El Grupo de Ejércitos Oeste (GEO) estaba constituido por el IV Ejército del general Alfredo
Gozzoni, desplegado desde el Gran San Bernardo hasta el monte Granero, y el I Ejército del general Pietro Pintor, desplegado desde el monte Granero al mar. El GEO tenía una fuerza de personal de 12.500 oficiales y 300.000 hombres distribuidos entre 22 divisiones, 3 agrupamientos alpinos, un regimiento alpino independiente y dos agrupaciones rápidas, levantando el conjunto un
total de 193 batallones (113 de infantería, 5 de Bersaglieri , 47 alpinos y 28 de Camisas Negras) y
4 grupos de escuadrones. Estaban equipados con 2.949 piezas de artillería (1.922 ligeras, 1.008
medias y 19 pesadas), 30 tanques de combate ligeros,
5.163 fusiles ametralladores, 4.271 ametralladoras, 2.487
morteros de 45 mm y 664 de 81 mm.
El Grupo de Ejércitos Este (GEE) comprendía el II Ejército del general Vittorio Ambrosio, desplegado desde Tarvisio a Fiume, el VI Ejército –también llamado Ejército del
Po- del general Mario Vercellino, en la llanura padana, y
el VIII Ejército (en proceso de formación) de Su Alteza
Real el duque de Bérgamo, desplegado en el Véneto y la
Romaña. Tanto el II como el VIII ejércitos estaban al 60%
de su fuerza autorizada, por lo que los tres ejércitos sumaban 8.500 oficiales y 195.000 hombres distribuidos en
20 divisiones y una agrupación alpina, levantando un total de 94 batallones de infantería, 21 de Bersaglieri , 5
alpinos, 30 escuadrones de caballería y 24 batallones de
Camisas Negras. Contaban con 946 piezas de artillería
(618 ligeras y 328 medias), 490 tanques, 4.715 fusiles
ametralladores, 3.048 ametralladoras, 1.790 morteros de
45 mm y 400 de 81 mm.
Mariscal Pietro Badoglio, Jefe del EMG del
Ejército italiano
El Grupo de Ejércitos Sur (GES) comprendía el III Ejército del general Carlo Geloso, desplegado en la Italia meridional, y el XII Cuerpo de Ejército del general Augusto de
Pignier, desplegado en Sicilia. El III Ejército estaba al
60% de su fuerza autorizada. El GES contaba con 3.000
oficiales y 65.000 hombres distribuidos en 7 divisiones
que levantaban 42 batallones de infantería y 14 de Camisas Negras, equipados con 390 piezas de artillería (210
ligeras y 180 medias), 1.890 fusiles ametralladores, 600
ametralladoras, 882 morteros de 45 mm y 210 de 81 mm.
Como reserva del Comando Supremo (el alto mando del ejército italiano) estaba el VII Ejército de
Su Alteza Real el duque de Pistoya, desplegado en el Piamonte, en la zona de Acqui-Asti. Las divisiones del VII Ejército estaban al 60% de su fuerza autorizada y contaban con 2.200 oficiales y
42.000 hombres distribuidos en 4 divisiones que levantaban 24 batallones de infantería y 8 de
Camisas Negras, equipados con 240 piezas de artillería (120 ligeras y 120 medias), 1.080 fusiles
ametralladores, 320 ametralladoras, 504 morteros de 45 mm y 120 de 81 mm.
En Albania estaba el Mando Superior de las tropas de Albania del general Sebastiano Visconti
Prasca. Estaba formado por 5 divisiones (3 de infantería, 1 alpina y 1 blindada), con una fuerza
total de 2.250 oficiales y 57.000 hombres, además de 11.000 albaneses. Con los dos regimientos
de caballería que había a mayores, el grupo levantaba 22 batallones de infantería, 3 de Bersaglieri, 5 alpinos y 10 escuadrones, armados con 194 piezas de artillería (134 ligeras y 60 medias),
1.021 fusiles ametralladores, 709 ametralladoras, 423 morteros de 45 mm, 110 de 81 mm, y 180
tanques ligeros.
En África septentrional italiana está el Mando Superior de Fuerzas Armadas del mariscal del Aire
Italo Balbo. Tiene a sus órdenes el V Ejército del general Italo Gariboldi, desplegado en la Tripolitania, y el X Ejército del general Mario Berti, desplegado en la Cirenaica Marmárica. Ambos ejércitos despliegan un total de 8.900 oficiales, 184.000 tropas nacionales y 28.495 tropas líbicas distribuidas en 14 divisiones (9 metropolitanas regulares, 3 metropolitanas de milicias y 2 líbicas) y la
agrupación sahariana del general Sebastiano Gallina. El conjunto del grupo dispone de 1.885 piezas de artillería (1.535 ligeras y 270 medias), 3.795 fusiles ametralladores, 465 ametralladoras,
455 morteros de 45 mm y 83 de 81 mm, y más de 300 tanques ligeros.
Mariscal Italo Balbo, muerto el 28 de junio de 1940 cuando su SM.79 fue derribado por error por
los antiaéreos del crucero San Giorgio. Su puesto sería ocupado por el mariscal Rodolfo Graziani.
En las islas del Egeo está la división de infantería “Regina” del general Cesare M. de Vecchi, con
916 oficiales y 24.150 hombres, equipados con 30 piezas de artillería, 270 fusiles ametralladores,
80 ametralladoras, 126 morteros de 45 mm y 30 de
81 mm, más el armamento de las guarniciones.
Su Alteza Real Amadeo de Aosta está al mando de
las fuerzas del África oriental italiana, consistentes en
2 divisiones metropolitanas con 16 batallones de infantería, 3 compañías de carros armados, 29 brigadas coloniales, 17 batallones coloniales autónomos, 8
grupos de escuadrones coloniales y 22 grupos de
compañía, desplegando una fuerza total de 5.990 oficiales, 68.000 tropas metropolitanas y 182.000 tropas
coloniales. Están equipadas con 811 piezas de artillería (714 ligeras y 97 medias), 5.300 fusiles ametralladores, 3.300 ametralladoras, 57 morteros de 45 mm y
70 de 81 mm, más 48 carros de combate. (4)
Mariscal Italo Balbo, muerto el 28 de junio de
1940 cuando su SM.79 fue derribado por error
por los antiaéreos del crucero San Giorgio. Su
puesto sería ocupado por el mariscal Rodolfo
Graziani
LA REGIA AERONAUTICA EN JUNIO DE 1940
La aviación militar italiana dispone al 10 de junio de 1940 de un mínimo de 3.296 aviones de todo
tipo y 1.800 aviones de entrenamiento. De la primera cifra hay 1.332 aviones de bombardeo y
1.160 aviones de caza y asalto, si consideramos que 1.500 no eran de empleo inmediato por ser
aviones que todavía no habían sido asignados a sus unidades o estaban en reparación.
La fuerza asignada comprende 1.796 aviones de combate: 783 bombarderos de altura, 594 de
caza y asalto y 419 de reconocimiento.
Los bombarderos son 403 aviones Savoia-Marchetti SM 79, 132 aviones Fiat BR 20, 104 aviones
Savoia-Marchetti SM 81, 61
aviones Cant Z (hidros), 38
aviones Cant Z 1007 y 1007
bis, y 45 aviones Caproni Ca
310.
Savoia-Marchetti SM.79
Fiat BR.20
Cant Z 511
Caproni Ca.310
De caza, combate y asalto hay 202 aviones Fiat CR 42, 177 aviones Fiat CR 32, 89 aviones Fiat
G 50, 77 aviones Macchi-Castoldi MC 200, 30 aviones Breda Ba 88, 12 aviones Breda Ba 65 y 7
aviones Meridionali Ro 44.
Macchi-Castoldi MC.200
CR.42
Fiat G.50
Los aviones de reconocimiento terrestre son 207 aviones Meridionali Ro 37, 42 aviones Caproni
Ca 309, 19 aviones Caproni Ca 311. De reconocimiento naval hay 109 aviones Cant Z 501 y 42
aviones de varios tipos sobre naves.
Además de estas fuerzas aéreas desplegadas en Italia, Albania y las islas del Egeo, la Regia Aeronautica despliega en África septentrional y oriental 314 y 350 aviones respectivamente. (5)
DE LA NO-BELIGERANCIA A LA DECLARACIÓN DE GUERRA
Cuando Alemania atacó a Polonia el 1 de septiembre de 1939, Mussolini declaró a Italia país “no
beligerante”, a pesar de que Ribbentrop y Ciano habían unido a Alemania e Italia en mayo de
1939 en un tratado conocido como el Pacto de Acero, cuyas cláusulas más significativas decían:
“Si, no obstante los deseos y esperanzas de las partes contratantes, ocurriera que una entrase en
enfrentamiento bélico con otra u otras potencias, la otra parte contratante se pondrá inmediatamente a su lado y la apoyará con todo su poder militar por tierra, mar y aire…. Las partes se obligan desde ahora a adoptar en caso de guerra la conducta de no concluir el armisticio o la paz si
no es de pleno acuerdo con la otra… Unidas en la íntima afinidad de sus ideologías, las dos naciones se han decidido a marchar en unión, conjugando sus fuerzas para asegurarse un espacio
vital.” (6)
Hitler aceptó que Mussolini no cumpliese su parte del Pacto de Acero con la esperanza de que el
conflicto que había iniciado contra Polonia no se extendiese a una guerra europea contra Francia
y Gran Bretaña. A pesar de las declaraciones de guerra de estas dos potencias occidentales en la
primera semana de septiembre, el Führer confiaba en que tanto Francia como Gran Bretaña no
pasarían de hacer una mera declaración de intenciones de cara a la galería internacional. La intervención armada de Italia en esos momentos, sin duda, prendería definitivamente la mecha de
un conflicto generalizado. Pero además, Italia no estaba preparada ni en su fuerza económica ni
en su fuerza militar para aventurarse a participar en una guerra cuyo desarrollo y desenlace no se
podían vaticinar. La doctrina militar italiana de preguerra consideraba que Italia, dada su situación
económico-militar, sólo podía participar en un conflicto de corta duración. En ese sentido se había
fundado y desarrollado La Guerra di Rapido Corso. Mientras Francia y Gran Bretaña conservasen
intactas sus potencias militares, Italia no podía pensar en una intervención armada en el conflicto
que Hitler acababa de desatar con su invasión militar de Polonia.
Cuando Alemania, después de derrotar a Polonia en una campaña relámpago en septiembre de
1939 y tras la conquista de Noruega y Dinamarca en una espectacular operación anfibia en la
primavera de 1940, comenzó la campaña militar contra Francia y los Países Bajos el 10 de mayo
de 1940, Mussolini se mantuvo expectante. Ante el fulgurante desarrollo de las operaciones militares alemanas y el asombroso éxito del aislamiento y derrota de los ejércitos aliados en Bélgica,
Mussolini comenzó a impacientarse ante el temor de que Italia no pudiese participar en la previsible mesa de negociaciones que el curso de los acontecimientos militares estaba aconsejando. El
26 de mayo de 1940, cuando las tropas aliadas cercadas en Dunkerque comienzan a prepararse
para su reembarco a Inglaterra, Mussolini confía a Badoglio, jefe del Estado Mayor General: “Ayer
he mandado una comunicación a Hitler para asegurarle que no intento quedar mano sobre mano,
y que a partir del 5 de junio estoy dispuesto a declarar la guerra.” (7). Hitler le responde que espere al 10 de junio para poder apoderarse de la aviación francesa antes de que ésta sea enviada
fuera del territorio metropolitano. Más tarde, el 3 de junio de 1940, Mussolini escribe a Hitler: “Mi
programa es el siguiente. Lunes 10 de junio, repito 10 de junio, declaración de guerra. Inicio de las
hostilidades el 11 de madrugada”. (8)
Fue durante esos últimos días de mayo y principios de junio de 1940 cuando Mussolini comienza
a tejer una estrategia de guerra que llevará rápidamente a la Italia fascista al desastre y finalmente
a la capitulación. Con su decisión de atacar a Francia en el frente alpino (lo que entonces se consideró por la prensa internacional como una puñalada por la espalda) y sus planes para atacar a
Gran Bretaña en África oriental y septentrional casi en paralelo con un ataque a Grecia, Mussolini
echaba por tierra la doctrina militar de La Guerra di Rapido Corso.
¿Por qué Mussolini no ordenó la captura de Malta tan pronto declaró la guerra a Francia y Gran
Bretaña? ¿Por qué Mussolini no concentró el grueso de sus fuerzas militares para asestar un golpe decisivo a las tropas británicas en Egipto y adueñarse así del control del Canal de Suez? En
junio y julio de 1940 Hitler instó repetidamente a Mussolini para que ordenara atacar las posicio-
nes claves británicas en el Cercano Oriente, para capturar Egipto y otras posiciones británicas del
Mediterráneo con el objetivo de cortar la línea vital de suministros del Imperio Británico. Para ello
el Führer ofreció al Duce aviones de largo alcance para minar Suez desde las bases italianas de
la isla de Rodas (9).
El Mediterráneo
LA REALIDAD ITALIANA EN JUNIO DE 1940
No hacía falta ser un experto estadista para comprender que Italia no estaba preparada para entrar en la guerra europea de 1940. En todos los aspectos –político, económico, tecnológico, social
y militar- la situación aconsejaba la neutralidad italiana en la guerra. Badoglio había dicho a
Mussolini que el ejército italiano no estaría preparado para entrar en la guerra hasta 1942; Carlo
Favagrossa, subsecretario de Producción de Guerra (reportando directamente al Duce ), le había
avisado el 23 de mayo que Italia no había realizado ninguna preparación seria excepto para una
breve campaña (10). Y el propio Mussolini ya había asegurado el 22 de abril que Italia debía entrar en la guerra en 1941 (11), y el 25 de ese mismo mes afirmó que el Fascismo se uniría al conflicto sólo cuando poseyera “la certeza matemática de ganar” (12).
Así pues, ¿qué llevó a cambiar drásticamente a Mussolini su actitud de no-beligerancia ante la
guerra? Es evidente que la respuesta se encuentra en los éxitos alemanes tras el comienzo de su
campaña contra los Países Bajos y Francia el 10 de mayo de 1940. Las espectaculares victorias
de la Wehrmacht hicieron creer a Mussolini que la guerra estaba tocando a su fin. El 29 de mayo
Mussolini se reunió con Badoglio y otros altos mandos para comunicarles que estaba convencido
que la guerra estaría terminada en septiembre y que Italia sólo “necesitaba unos pocos miles de
muertos para poder asistir a la conferencia de paz como país beligerante”. Badoglio le aseguró
que se dirigía al suicidio (13). Pero Mussolini dijo que aunque la preparación del ejército no era
ideal, era suficiente.
Todas estas evidencias ponen
de manifiesto una gran y trágica
realidad: que cuando Mussolini
declaró la guerra el 10 de junio
de 1940 a Francia y Gran Bretaña, Italia no tenía ningún plan
estratégico para esa guerra y
basó todos sus movimientos en
una mera improvisación. La entrada de Italia en la guerra fue
un movimiento absolutamente
del más puro oportunismo político para ser invitada, tras unos
supuestos breves escarceos en
el campo de batalla, a la mesa
de negociaciones del esperado
armisticio franco-alemán.
Ante esta alarmante situación
de la absoluta falta de preparación italiana para la guerra, la
única postura razonable, hecha
la declaración de guerra, sólo
podía consistir en concentrar las
escasas fuerzas del ejército italiano en operaciones militares
cortas y viables. Uno de los obInvasión de Francia por el Eje en 1940
jetivos estratégicos que estaba
en la cabeza de todo el mundo,
salvo en la de Mussolini y sus asesores militares, era la captura de la isla británica de Malta. Hitler,
Canaris, von Rintelen, Minutobu y el Estado Mayor británico esperaban un ataque italiano inmediato para la captura de Malta ya el mismo día 10 de junio de 1940.
El 8 de junio de 1940, Toyo Minutobu, agregado militar japonés en Roma, escribió a su gobierno:
“Sin duda la primera acción de guerra italiana será una operación relámpago contra Malta”. El jefe
del Abwehr alemán, almirante Canaris, encargó al agregado militar alemán en Roma, general Enno von Rintelen, que averiguara personalmente lo que él estaba matemáticamente seguro de que ocurriría: la conquista de
Malta por Italia. “Me puse manos a la obra
inmediatamente, pero todos los amigos romanos me aseguraron por su honor que la
idea de desembarcar en Malta no se le había
ocurrido al Estado Mayor italiano”, cuenta
Rintelen. Tras comunicarlo a Berlín, recibió la
siguiente respuesta de Canaris: “Es evidente
que los italianos saben guardar los secretos
mejor que los alemanes”. Los tres jefes del
Estado Mayor británico declararon unánimemente el 10 de junio de 1940: “No puede hacerse nada para defender Malta. Con Sicilia a
80 kilómetros y con los bombarderos italianos
a media hora de vuelo sería inútil hacerse ilusiones”. El 10 de junio por la tarde, tras conocerse la declaración de guerra de Mussolini,
comenzó la evacuación de los ingleses de la
isla. De noche se evacuaron a todos los famiTerritorios controlados por Alemania en 1940
liares de la guarnición, junto con todos los
aviones y barcos. La prisa de las operaciones
hizo que el portaviones Glorious olvidara en un almacén de Kalafrana tres cazas biplanos Gladiator desmontados. Estos tres biplanos pilotados por oficiales de estado mayor –los pilotos se habían marchado- constituían la única aviación que se podía oponer a la aviación italiana en el comienzo del verano de 1940. Los malteses los bautizan con los nombres de “Fe”, “Esperanza” y
“Caridad”. Minutobu, el agregado militar japonés, se desesperaba en su informe posterior de justificación ante sus superiores: “Desde mi punto de vista, Italia debía estar dispuesta a conquistar
Malta, y creí que debía hacerlo en el mismo momento en que declarase la guerra. Pero, en la tarde del 10 de junio, Mussolini anunció que el ataque comenzaría al día siguiente por la mañana.
Esta fue mi primera sorpresa. ¿Por qué prevenir al enemigo con tanta antelación? Luego pasó el
11, y el 12, y el 13, y el 14, y se seguía esperando el comienzo de las operaciones contra Malta.
Entonces comencé a temer no estar a la altura de mi misión. Todo me resultaba incomprensible…”
(14).
LA ESTRATEGIA DE LA IMPROVISACIÓN
Para conseguir unos cuantos miles de muertos que necesitaba para sentar a Italia en la mesa de
negociaciones del armisticio franco-alemán, Mussolini ordenó el 15 de junio al Estado Mayor General llevar a cabo unas “pequeñas operaciones ofensivas” (15) contra el frente alpino francés.
Pero los mandos italianos no tenían preparado ningún plan operacional definido. Con anterioridad
y en vista de las intenciones de Mussolini de declarar la guerra, los mandos italianos habían previsto unos planes militares que se caracterizaron por la falta de un mando unificado y de unidad
estratégica. La Regia Aeronautica desarrolló un plan que descansaba en el presupuesto de una
Yugoslavia hostil; la Regia Marina tenía, en cambio, un plan que consideraba la neutralidad de
Yugoslavia e ignoraba la importancia estratégica de Malta para el control marítimo del Mediterráneo central y la ruta de suministros a las fuerzas italianas desplegadas en Libia.
De todas formas, las pequeñas operaciones ofensivas ordenadas por el Duce no van a servir para
que Hitler acepte la propuesta impresentable que le hace Mussolini el 18 de junio como condiciones del armisticio que se está negociando con Francia. Mussolini pretende “la desmovilización del
ejército francés, entrega de todo el armamento, ocupación hasta la línea del Ródano, y cabezas
de puente en Lyon, Valence y Aviñón; Córcega, Túnez y la Costa de los Somalíes ocupadas; posibilidad de ocupar en cualquier momento los puntos estratégicos del territorio metropolitano y del
Imperio, y libre uso de las comunicaciones; ocupación de las bases navales de Argel, Orán, Mersel-Kebir, Casablanca y Beirut; entrega inmediata de la flota; obligación de no realizar destrucciones en el territorio que se ha de ocupar; denuncia de la alianza con Inglaterra; desarme y disolución de las formaciones militares extranjeras” (16). Hitler se niega en redondo a humillar de esa
manera a los franceses.
Es en esa tesitura política cuando, en mi opinión, Mussolini debió reconsiderar toda su estrategia
de improvisación militar y buscar una estrategia militar definida que le permitiera obtener grandes
beneficios geopolíticos a corto plazo. Cuando declaró la guerra el 10 de junio era poco menos que
evidente que el destino de Francia estaba sellado en las manos de Alemania, y que ésta se mostraría razonable ante la petición de condiciones por parte francesa para la firma de un armisticio.
Italia tenía un ínfimo margen de maniobra política para obtener beneficios materiales sustanciales
a cuenta de una nación que estaba dispuesta al cese de las hostilidades a cambio de unas condiciones honorables por parte de la nación que la estaba claramente derrotando. Por esa razón implacable era por lo que Mussolini debía haber mirado al único sitio donde podía sacar tajada: el
Mediterráneo, y en concreto Alejandría y el Canal de Suez. Con Francia negociando con Alemania
para retirarse de la guerra, Gran Bretaña era la única potencia beligerante que quedaba. Y entonces, cuando llegara ese momento, la situación estratégica militar en África Septentrional cambiaría
sustancialmente para los intereses italianos. Si Italia estaba condenada al inmovilismo militar en
África del Norte porque sus ejércitos en Libia estaban amenazados por los franceses en Túnez y
por los británicos en Egipto, cuando Francia firmara el armisticio con Alemania, entonces Italia podría concentrar todo su esfuerzo de guerra en golpear a la única amenaza militar que se le opondría en ese escenario, Gran Bretaña en Egipto, despreocupándose de una Francia sujeta a Alemania en Túnez.
Los frutos que podía cosechar una estrategia de esta naturaleza eran incomparablemente más
provechosos para los intereses italianos que las migajas que podía obtener con su “participación”
en el armisticio franco-alemán. Pero, ¿era viable un ataque italiano a gran escala contra las tropas
británicas en Egipto en el verano de 1940? Alguien se podrá preguntar ¿acaso no atacaron ya las
fuerzas de Graziani a los británicos el 13 de septiembre de 1940 consiguiendo, al principio, una
mínima victoria pírrica y, al final, un fracaso colosal? En efecto, pero el ataque de Graziani en septiembre no se desplegó dentro de la estrategia militar que yo estoy considerando, sino que fue
parte de una estrategia totalmente improvisada que incluía igualmente el ataque a Grecia.
Cuando Italia atacó el frente alpino el 20 de junio de 1940, Sudán el 14 de julio, Egipto el 13 de
septiembre y Grecia el 28 de octubre, lo único que hizo el ejército italiano fue dispersar sus efectivos golpeando en muchos sitios sin golpear en ninguno. Estaba pretendiendo conseguir unos objetivos globales que estaban muy fuera del alcance de sus limitados recursos materiales. En vez
de concentrar el grueso efectivo de sus fuerzas militares en una única operación militar ofensiva,
lo que hizo Mussolini fue dispersar sus limitadas fuerzas militares entre varias operaciones militares ofensivas.
Italia movilizó absurdamente dos ejércitos (I y IV) en el frente alpino contra los franceses (83.000
hombres en primera línea desplegados en 46 batallones de infantería y 65 grupos de artillería)
que ocupaban posiciones defensivas extraordinariamente bien preparadas. El final de esas operaciones da una muestra del fracaso de la orden demencial de atacar improvisadamente unas posiciones defensivas fuertemente fortificadas: los italianos sufren casi 3.900 bajas entre muertos, desaparecidos, heridos y congelados; los franceses tienen 279 bajas entre muertos, heridos y desaparecidos (17). Fue el precio que pagó Mussolini para conseguir entrar en el armisticio entre Alemania y Francia y no obtener más que una propina humillante de las condiciones de dicho armisticio. Pero además, Italia se granjeó la antipatía internacional al golpear por la espalda a una nación
que estaba mortalmente herida; como había dicho Roosevelt: “Hoy, 10 de junio de 1940, la mano
que tenía el puñal lo ha clavado en la espalda de su vecino” (18). Y finalmente los combates de
escaramuzas contra los aguerridos franceses no sirvieron más que para bajar a mínimos la moral
entre las tropas italianas.
¿Cómo podría haber discurrido un ataque concentrado contra los británicos en Egipto en algún
momento del verano de 1940? A esta pregunta intentaré contestar en el próximo capítulo.
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Notas
(1) Military Intelligence Service, 1943. Handbook of the Italian military forces (Washington D. C.: Military Intelligence
Service, 3 August 1943) pp. 401-402.
(2) Howard R. Christie, Fallen Eagles: The Italian 10 th Army in the Opening Campaign in the Western Desert, June
1940-December 1940 (Fort Leavenworth, Kansas, 1999) p. 33
(3) La Segunda Guerra Mundial , Tomo I (S. A. de Revistas, Periódicos y Ediciones [S.A.R.P.E.], Madrid, 1978), pp.
163-165. Esta obra es una adaptación libre de la obra “ La Seconda Guerra Mondiale ” de Arrigo Petacco, Armando
Curcio Editore-Roma.
(4) Ibid, pp. 159-163.
(5) Ibid, pp. 164-165
(6) Ibid, p. 167
(7) Ibid, p. 168
(8) Ibid, p. 168
(9) Douglas A. Farnie, East and West of Suez: The Suez Canal in History, 1854-1956 (Oxford: Clarendon Press,
1969), p. 621. Citado en Gerhard L. Weinberg, A World at Arms: A Global History of World War II , (Cambridge: University Press, 1994) p. 171.
(10) G. Ciano, Ciano's Diary 1937-1943 (ed. Mayor, Methuen, London, 1952) p. 416
(11) Ibid, p. 419
(12) Ibid, p. 421
(13) P. Badoglio, Italy in the Second World War (Oxford University Press, 1948), p. 15.
(14)La Segunda Guerra Mundial, Tomo I (SARPE), pp. 189-192
(15) Ibid, p. 174
(16) Ibid, p. 176
(17) Ibid, p. 180
(18) Ibid, p. 177
Material visual extraído -con todo nuestro agradecimiento- de:
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http://www.geocities.com/Pentagon/Quarters/1975/g_tnkita.htm
http://www.comandosupremo.com
Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2004
Richard Natkiel, Atlas of World War II (Barnes & Noble Books, 1985),
Universidad de Alabama www.naval-history.net
http://www.military.cz
http://go.hrw.com/atlas/norm_htm/libya.htm
http://www.lasecondaguerramondiale.it/africa_sett_1.html
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