Carta de Manolo García sobre Operación Triunfo

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En www.elmundo.es
el 8 de noviembre de 2002
Carta de Manolo García sobre Operación Triunfo
Últimamente estoy realizando el sano ejercicio de alejamiento de lo que la televisión me vende como
realidad y actualidad más candente. Y por lo visto se me da demasiado bien, porque hasta ayer no
me he enterado de la inclusión de una canción mía, 'Pájaros de barro', en Operación Triunfo. Y
no me ha gustado.
Conste que he realizado el también sano ejercicio de relativizar y poner en duda la necesidad de
hacer pública mi postura. Qué importancia tiene, al fin y al cabo, que esta semana me haya tocado
aparecer contra mi voluntad en OT si en ese mismo tiempo van a morir de hambre muchos miles
de personas y el Ártico se deshelará más, por ejemplo. Pero creo que callando se entendería que me
parece bien, así que muy a mi pesar, me veo obligado a ejercer mi derecho a la disidencia.
"Curiosamente un escritor es dueño de su obra y un arquitecto imagino que también, y hasta las
vergonzantes patentes farmaceúticas de los medicamentos contra el SIDA son respetadas. Pero
cuando se trata de música, resulta que el autor no es tan dueño de sus canciones". No es necesario
en principio nuestro permiso para utilizar nuestro trabajo. Siento que sea así y me parece
completamente injusto.
En cualquier caso no dudo que OT tenga permiso legal para utilizar mi canción pero desde luego no
cuenta con mi aprobación. Y me hubiera gustado que se me preguntara si quería formar parte de
este, perdonen pero es lo que a mí me parece, circo. Una cosa es que la ley permita publicar
discos con nuevas versiones sin mi autorización y otra muy diferente, creo yo, es que sin yo
quererlo me vea incluido en un programa de televisión con cuya filosofía y valores no cumulgo
en absoluto.
Un servidor está ya harto de todos esos que nos venden voyeurismo y consiguen tenernos mareados
y alejados de cuestiones más serias, más importantes o tan sólo más simpáticas, bonitas o
inteligentemente divertidas. Programas que pretenden vendernos un mundo en el que sin
internet, móviles o estrambóticos triunfos, no tendremos un coche más grande, una novia más
guapa, el móvil más guay para dar envidia a nuestros amigos, etc... O sea, unos fracasados
insatisfechos (lo tienen fácil, el sistema es diabólicamente piramidal); convertirnos desde la infancia
en consumidores y usuarios, y que no molestemos ni estemos verdaderamente contentos nunca con
lo que nos ha tocado en suerte. Eso, los que en este planeta tenemos tele, parece ser que al resto les
pueden dar morcilla.
Me cuesta entender...
Me cuesta entender que se puedan llenar mañanas y noches viendo cómo estos chicos (por los que
tengo todo el respeto y contra los que no tengo nada, puedo asegurar) hablan con sus abuelitas para
contarles que en la Academia se come bien y que sus compañeros son muy simpáticos, mientras que
a excelentes músicos de este país con obra propia y un trabajo demostradamente interesante les
cueste tanto conseguir dos minutos de nuestra televisión estatal. Me cuesta entender que ocurra y
también la capacidad de aguante que tenemos todos.
Claro reflejo del mundo mediático y trivial al que nos abocan, se nos muestran minuciosamente los
vacuos avatares de unos alumnos en una supuesta academia donde se les prepara para ser astros.
Con todos los respetos, me parece muy fuerte. Creo que no aporta nada al espíritu y a la contra
añade caspa a nuestras vidas y supongo que para algunas personas, entre las que me
encuentro, potencia alarmantes dudas existenciales. ¿en qué planeta estamos?
No sólo no se buscan maneras nuevas de entender la música, sino que se persiguen
descaradamente los clones, la imitación fácil que nada aporta al mundo de la música, de la poesía y
la estética; y no digamos ya de la ética. Yo también he imitado y copiado en otro tiempo. Como
imita o copia cualquier músico o pintor que empieza. Pero eso no lo he enseñado y menos he
pretendido hacer carrera de ello. Y los laureles y dádivas que se reciben en este programa por esta
simple función me parecen desmesurados y pasados de vuelta.
No quiero canciones mías en OT
Cuando leo en un periódico que para esta segunda edición de OT se han presentado no sé cuantos
mil candidatos, quiero pensar que habrá habido otros no sé cuantos mil que no lo habrán hecho
porque no entienden esa vía como la correcta para ser músicos. Eso me tranquiliza. Y como yo,
seguro, sería de estos últimos, no quiero que mi canción aparezca en un programa ni en un disco de
OT.
Algunos pensarán que lejos de disgustarme debería estar contento con el honor de ser incluido en un
programa de éxito y con los derechos de autor que me reportará. Pues no. Y tampoco se trata de que
me desagrade que se haga una versión de una canción mía. Que nadie se llame a engaño. Esto no
es una versión en un programa de música, es sólo una pieza más en una máquina de hacer
churros, o sea dinero, perfectamente orquestada. Eso y sólo eso. Para mí la música es otra cosa.
Me hubiera gustado haber tenido la respetable opción de seguir un camino separado del de
Operación Triunfo. De haber podido seguir en silencio. Pero no ha podido ser.
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