EL IDEAL CABALLERESCO EN EL ESCOCESISMO. H. F. J., 18º Si bien es cierto que el Escocesismo pareciera un estamento separado de la Masonería simbólica, no podemos considerarlo como tal, ya que ambas ramas son complementarias. Ninguna es ajena a la otra. Por eso, cuando hablamos de Escocesismo, hablamos de Masonería en general. En este sentido, abordaremos el tema señalado en el título de manera global, expresando que el ideal caballeresco está presente en la Masonería toda, sin desconocer que en el Escocesimo se hace énfasis a ello, en especial en los grados XV al XVIII, al menos hasta donde hemos podido conocer nuestra Orden Masónica. Trataremos, en esta parte de la plancha, buscar puntos de encuentro y de analogía entre las órdenes de caballería y la Masonería que hoy conocemos. Pero, ¿qué es la caballería? y ¿qué es la Masonería? Los orígenes de las órdenes de caballería están en las Cruzadas. Surgieron como instituciones en las que los caballeros se asociaban entre ellos bajo una estricta y casi monástica forma de vida para proteger a los peregrinos y defender las conquistas cristianas en Tierra Santa. En el siglo XIV, cuando los órdenes monástico-militares originales estaban buscando una nueva misión luego de la pérdida de Tierra Santa, los reyes empezaron a crear sus propias órdenes, copiando en parte a aquellas órdenes originales, pero con una finalidad diferente que era proteger y dar lustre a su propia nobleza. Más tarde, a fines del siglo XVI, estas órdenes monárquicas fueron imitadas en la forma por las nuevas órdenes de mérito que se hicieron muy comunes en toda Europa. De ellas, en la actualidad, sólo sobreviven unas pocas y la mayoría de las “órdenes de caballería” aun existentes -como la Orden de la Jarretera inglesa o el Toisón de Oro español- son, a pesar de su conexión histórica, solamente órdenes destinadas a reconocer o premiar el mérito de personas destacadas. Aún así, conservan un estricto código valórico, ético y moral, herencia de las Órdenes de Caballería originales, que sólo se dedicaban a combatir y trabajar con altruismo por causas nobles y edificantes. Por su parte, la Masonería se constituye en una Orden que tiene como fin formar a sus miembros en el conocimiento y respeto de valores superiores basados en la verdad. Esta verdad no se impone ni se propone, sino que cada masón llega a ella por el análisis, el conocimiento y la razón. La Masonería se constituye en una Orden que pretende la evolución ética, espiritual y moral de sus miembros y, a través de ellos y de su ejemplo individual y personal, la evolución ética, espiritual y moral de la humanidad. En este sentido se puede decir que la Masonería es una Orden Caballeresca, no en los aspectos que se desprenden o se encuentran en las antiguas novelas de caballería sino que, en el sentido de los ideales profesados por Camelot, el rey Arturo y los miembros de la Tabla Redonda. De aquellos que emprendieron la búsqueda del Santo Grial. Podemos decir que la Masonería es una Orden con carácter caballeresco porque cultiva el ideal de vida caballeresco, aquel que significa la entrega desinteresada a las causas nobles, al servicio de la humanidad. La búsqueda del Grial es una fase importante en la historia de la Caballería. El Grial es el vaso sagrado, la copa que, según la leyenda, sirvió en la Última Cena, y en la cual José de Arimatea recogió la sangre y el agua que manaban de la herida que la lanza del centurión Longino hizo en el costado de Cristo. Parece que el propio José de Arimatea transportó luego el Grial a Gran Bretaña. Dicho vaso sagrado, que contiene el llamado “brebaje de la inmortalidad”, aparece en gran número de leyendas medievales relativas a la búsqueda del Grial que, vista de un punto de vista filosófico, representa la búsqueda de la sabiduría perdida. La Mesa Redonda construida por el Rey Arturo, siguiendo los planos del encantador Merlín, estaba destinada a recibir el Grial cuando uno de los doce caballeros llegara a conquistarlo. La pérdida del Grial hace referencia a la pérdida del Conocimiento y su pérdida a la posibilidad de alcanzar la inmortalidad. Para la Masonería la búsqueda del Santo Grial encierra un bellísimo simbolismo esotérico que puede ser interpretado como el norte del buscador de la Luz, del conocimiento, de la sabiduría, de la trascendencia que debe alcanzar ese ser perfectible que es cada masón. La Masonería mantiene y perpetúa entre sus miembros el espíritu caballeresco, en especial en los grados XV al XVII como ya se ha dicho. El mismo espíritu que ayudó a construir la obra de los enciclopedistas y más tarde la de los ilustrados del siglo XIX, casi todos ellos masones. Filósofos y pensadores masones como Montesquieu, Voltaire y Rousseau. Constructores y artífices de la emancipación americana como los masones Miranda, San Martín, Bolívar, O´Higgins y Martí. El de músicos masones como Mozart o poetas como Goethe o Víctor Domingo Silva en Chile. Escritores como Kipling, Stendhal y Blasco Ibáñez. Científicos como Santiago Ramón y Cajal y Alexander Fleming o Juan Noé, padre de las ciencias biológicas chilenas. Cirujanos como el Cristian Barnard, artífice del primer trasplante de corazón a un ser humano en 1967. Políticos y estadistas como Winston Churchil, Benjamín Franklin, o Arturo Alessandri, Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende en nuestro país. Hombres visionarios como Baden Powel, fundador de movimiento escultista. Actores como Peter Sellers u hombres futuristas y arriesgados, imbuidos del mismo espíritu, como Neil Amstrong, masón y primer hombre que pisó la Luna y sobre cuya superficie depositó una escuadra y un compás. ¿Por qué estos hombres masones destacaron y marcaron historia? ¿Qué los impulsaba? Indudablemente hay una materia prima primordial y básica en cada hombre y en cada masón, mejor aun. A esa, se debe sumar lo que la Orden entrega y que potencia la materia perfectible. Se debe sumar el ideal masónico influido por el ideal caballeresco en donde fuerza y sabiduría son aplicadas en función de una formación ética y moral capaz de llevar a cabo una tarea de conciliación entre el conocimiento esotérico y el exotérico y una forma de ser basada en la dignidad que da el conocimiento aplicado a la virtud. Ello tiene apoyo lógico si concordamos en que las Órdenes Caballerescas han influenciado la Masonería actual. Estas tenían un código en cuya observancia, respeto y aplicación descansa el prestigio y grandeza que alcanzaron. Más que la fuerza del brazo que blande la espada, su prestigio, grandeza y entrada permanente en la historia se deben a ese código, hilo conductor que regía las actividades, empresas y la vida de los caballeros. Este código era: Valor: Buscar la excelencia en todas las tentativas que se esperan de un caballero, ya sean marciales o de otro tipo, tratando de encontrar la fuerza necesaria para ser usada al servicio de la justicia, en vez de para el engrandecimiento personal. Justicia: Buscar siempre el camino hacia lo justo sin las trabas que suponen los prejuicios o el interés personal. Darse cuenta de que la espada de la justicia puede ser terrible, por lo que debe ser atemperada por la humanidad y la clemencia. Si lo que tú ves como justo concuerda con lo que ven los demás y lo buscas sin doblegarte a la tentación de tu propia conveniencia, entonces merecerás un bien ganado renombre. Lealtad: Ser conocido por tu inquebrantable compromiso con la gente y con los ideales por los que decidiste vivir. Hay muchas cosas que requieren un término medio; la lealtad no es una de ellas. Defensa: El caballero ideal estaba obligado por su juramento a defender a su señor feudal y a todos aquellos que dependían de él. Tratar siempre de defender a tu nación, a tu familia y a todos aquellos a los que tú consideras dignos de tu lealtad. Coraje: Ser un caballero significa, a menudo, elegir el camino más difícil, el más costoso a nivel personal. Estar preparado para hacer sacrificios personales al servicio de los preceptos y de la gente que valoras. Pero, al mismo tiempo, un caballero debe buscar la sabiduría que le haga ver que la estupidez y el coraje son primos hermanos. Coraje también significa optar en todo, antes que por la mentira fácil, por la verdad. Buscar la verdad cuando sea posible, pero acordándose de atemperarla con la clemencia, porque la verdad pura puede llevar al dolor. Fe: Un caballero debe tener fe en sus creencias; la fe le libra del desarraigo y le da esperanza para luchar contra la desesperanza que suponen las debilidades humanas. Humildad: Valorar primero las contribuciones de los demás; no jactarse de los propios logros, dejar que eso lo hagan los demás por ti. Contar las hazañas de los demás antes que las propias, otorgándoles el renombre bien ganado mediante actos virtuosos. De esa forma, se glorificará al oficio de caballero, ayudando no sólo a las personas de las que se habla, sino a todos aquellos que se llamen a sí mismos caballeros. Generosidad: Ser generoso en la medida en que los recursos propios lo permitan; la generosidad usada de esta manera es contraria a la gula. La generosidad hace más fácil el camino de la clemencia para discernir cuando se hace necesaria una decisión difícil. Nobleza: Buscar la grandeza de carácter manteniéndose fiel a las virtudes y tareas de un caballero, dándose cuenta de que, aunque los ideales no puedan ser alcanzados, el hecho de esforzase por hacerlo ennoblece el espíritu y hace que el carácter crezca desde las cenizas hasta la gloria. La nobleza tiene tendencia a influir en los demás, ofreciendo un buen ejemplo de lo que puede hacerse al servicio de lo justo. Franqueza: Tratar de hacer todo de lo que hemos hablado de forma tan sincera como sea posible, no en razón de un beneficio personal, sino porque es lo correcto. No restrinjas tu exploración a un mundo pequeño; busca infundir de estas cualidades cada aspecto de tu vida. Si lo consigues, aunque sea en una pequeña medida, serás recordado por tu calidad humana y tus virtudes. ¿Difiere este código de vida con lo aprendido en Masonería? ¿Se separan y distancian los preceptos masónicos del código caballeresco y del ideal que representa? La respuesta es definitivamente un no. Si así no fuese, difícilmente podría la Masonería cumplir con su tarea de constituirse en guía de quienes buscan y anhelan este perfeccionamiento, de quienes buscan la verdad como norte o como regla para la acción, como el criterio que la ajusta y rectifica, de manera que la misma verdad, una vez reconocida y aprehendida se exprese en ideal inspirador de una labor digna, en actividad útil y fecunda, en una obra de belleza que satisfaga a la mente y al corazón y contribuya a que la Masonería siga siendo, como lo ha sido a través de los tiempos, la institución que aporte el impulso creador en la evolución de la humanidad y la fragua donde se forjen los portaestandartes de las vanguardias, los hombres que viven y piensan entre el hoy y el mañana, los conductores de la humanidad. H F J, 18º FRAU L., ARUS R. Diccionario enciclopédico de la Masonería. Ed. Kier. Buenos Aires, 1962. SUPREMO CONSEJO DEL GRADO XXXIII PARA LA REPÚBLICA DE CHILE. Liturgias grados XV al XVIII. MUNIESA B., FLORIT J. Historia universal. Cristianismo y feudalismo. Ed. Nauta, Madrid, 1985. DE ALBUQUERQUE T. Sociedades Secretas. Editora Aurora. Rio de Janeiro. 1980. http://www.amorfilial.com/foro/showthread.php?t=14997. FORO: ÓRDENES DE CABALLERÍA Y SU CÓDIGO