La Seu d`Urgell y su Parador [folleto]

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El Resplandor de la montaña
EU
S
d’URGELL
Y su Parador
Ha bajado la nieve, divina criatura,
el valle a conocer.
Ha bajado la nieve, mejor que las estrellas.
¡Mirémosla caer!
Gabriela Mistral
E
n la comarca del Alt Urgell van alternándose los cañones con las
simas, las crestas nevadas con los valles civilizados, la altura
impracticable con la humanidad recostada. Desde enorme antigüedad, por
las cuencas de los ríos Segre y Valira, humean los pueblos, sus rebaños
blancos balan.
Piedras Antepasadas
os primeros hombres del país catalán habitaron áreas
alejadas de los intratables hielos. Del Paleolítico Inferior
únicamente ha sobrevivido una mandíbula anteneanderthal encontrada en
Bañolas, y que corrobora la presencia humana hace 200.000 años.
Sabemos que las tierras bajas de los Pirineos estuvieron habitadas durante
el Cuaternario, en la vertiente francesa y en la depresión vasca. Los más
antiguos pobladores de Urgell de que tenemos constancia son ya hombres
del Neolítico. En la zona que nos ocupa hay más de un centenar de
megalitos.
L
Aquellos hombres que labran sus campos, pastorean y elevan dólmenes
a sus difuntos conservan sus asentamientos hasta la llegada de pueblos
protoceltas, unos mil años antes de nuestra era. El pueblo indoeuropeo se
trae consigo sus animales y sus cereales preferidos. A partir de ese
momento, en el norte de la península Ibérica, además de la cebada, crece
el lino, la avena, la lenteja, el guisante y el trigo candeal. Corretea el cerdo
de patas largas, la vaca de turba (que da más leche y será el ancestro de
nuestros toros de lidia). Abundará el caballo enseguida.
Así las cosas, cuando los romanos invadieron la península encontraron
el grupo humano pirenaico muy distinto del íbero barcelonés y de los
ligures del sur de Francia. Si bien algunas fuentes clásicas, como el gran
poeta Esquilo, hablan de íberos, refiriéndose a gentes de la península que
atraviesan la cordillera llegando hasta el Ródano, hoy parece probado que
dicho pueblo jamás cruzó los Pirineos y que tales clásicos dan al término
íbero el significado geográfico global de “hispano”.
Los pobladores del Alt Urgell erguían armas de trabajados metales,
peleaban y adornaban a sus muertos con dignos ajuares. Los vestigios de
una necrópolis hallstática y los restos de un antiguo poblado prehistórico
llamado Arse d'Urgui (fue alzado sobre un montículo cerca de Valira,
justamente donde ahora se halla Castellciutat) son cuanto queda de aquel
tiempo. Arse d´Urgui fue borrado del mapa en el año 195 a.C. por Marco
Porcio Catón, para fundar sobre sus cenizas Orgellia. De ella tiene cuenta
la arqueología, por sus murallas, y por monedas prerromanas.
SEU D´ URGELL Y SU PARADOR
1
Las Hispanias
De Julio César
C
on los romanos ya en la península, en plenas guerras púnicas, el
territorio pirenaico quedaba un tanto fuera de control, lo que
Aníbal aprovechó astutamente. Una vez el cartaginés superó el Ebro,
obtuvo acuerdos con los pueblos de este lado del Pirineo que le facilitaron
el paso, siguiendo el Segre, hasta Puigcerdá. El ejército que cruzó a
Perpignan estaba compuesto por 10.000 hombres. Ya del otro lado, la
promesa a los galos de concesión de tierras ricas, al sur de la cordillera,
permitió a Aníbal llegar hasta el Ródano sin merma de sus columnas.
El territorio vuelve a jugar un importante papel en las guerras sertorianas
(83 a.C.) en que la población toma partido por el general. El contendiente
de Sartorio era Sila, proclamado dictador en Roma. Su estrategia es vencer
a su rival con sus legiones desde la Hispania Ulterior donde, por esta
época, han sido fundadas Cáceres y Badajoz. Sartorio no mueve ficha, ni
incrementa sus efectivos; aguarda. Una vez en el bien conocido agreste
territorio pirenaico se asegura la victoria gracias a las técnicas guerrilleras
aprendidas de los pueblos celtíberos y lusitanos.
También cruza la cordillera, un cuarto de siglo después, Julio César, esta
vez tras de Pompeyo, al que derrota gracias, en gran medida, a la
incondicional entrega de su mítica legión décima, y a la diosa Fortuna,
protectora personal del César. La romanización, que ya ha hecho un
importante trabajo en territorios menos arduos de la península, se deja
sentir, auque con menor vigor que en la costa, donde instalan puertos y
factorías, en campo fértil, (en los que los progresos en la agricultura,
técnicos y jurídicos, caben clasificarse de revolucionarios) y en las
ciudades, que Roma custodia desde sus colonias.
La huella romana, en las estribaciones pirenaicas, carece de la
solemnidad y envergadura que en otros enclaves catalanes, como por
ejemplo Tarragona con su hermoso anfiteatro. Pero la romanización tiene
su efecto también en estos pastos y barrancos de montaña. Lo percibimos
en la arquitectura de las viviendas. La “espulga”, primitiva cueva,
evoluciona al “mas”, que sigue aprovechando la pared del fondo de la
roca, al principio, pero pone ya a cubierto de las nieves a sus habitantes, y
ya al final de la Edad Media dará lugar a un modelo de masía parecido a
los que han sobrevivido en el siglo XIX.
Cuando Llegan
Los Visigodos
A
provechando la decadencia de Roma, los visigodos entran en las
Hispanias Citerior y Ulterior. Encontraron el terreno muy rico,
cultivado, en un grado de civilización tan ventajosamente superior al suyo
que no pusieron reparo en asumirlo. Aquel pueblo guerrero asimiló la
llegada empleándola, entre otras cosas, para escribir las leyes.
El cristianismo, ya introducido en Hispania en época romana, pasa a ser
objeto de persecución arriano visigótica en Urgell, alrededor del año 532.
Da referencia del caso, en su comentario bíblico al Cantar de los Cantares,
San Justo, obispo de Urgell, quien participó en el segundo Concilio de
Toledo en el año 527 y en el primer Concilio de Lérida en el año 546.
Aunque todavía habrá de esperar medio siglo, será el cristianismo quien
impela a La Seu el esplendor, una vez Recaredo haya abjurado del
arrianismo, favoreciendo la unificación religiosa entre visigodos e
hispanorromanos.
Castellciutat vuelve a ser, en este punto de la reconstrucción histórica, la
principal fuente de información. Sabemos que los árabes destruyen la
primitiva fortaleza en el año 793 y que la reconstruyen muy tardíamente,
en el año 1190. La presencia árabe en Cataluña tiene consecuencias de
trascendencia histórica. Una de ellas, la inmediata despoblación de los
naturales, que pasaron a engrosar las filas de la cristiandad como
castellanos nuevos. La otra, el contraataque carolingio, que, a finales del
siglo VIII, fijaba tras de los territorios conquistados, con el apoyo de locales,
la Marca Hispánica, que discurrirá desde Pamplona hasta Barcelona.
Inscritos en dicho territorio forcejean una diversidad étnica difícilmente
aglutinable (celtas, vascones, godos, judíos, beréberes, iberos…) que no
abandona sus pretensiones autonómicas.
El Reino Deja
De Ser Vasallo
E
l caso de Urgell, como el de Pallars, Ribagorza, Barcelona,
Gerona, Osona, Ampurias, Rosellón, difiere, sin embargo, de las otras
comarcas agregadas a la Marca. De hecho, los citados territorios catalanes
poseían ya sus demarcaciones, que muy probablemente ya estaban regidas
por alguna clase de administración política, antes de su anexión
carolingia, (tal vez desde tiempos romanos). La imposición, por parte de
los carolingios, de condes francos que gobernaran el condado fue el primer
paso hacia la identidad del país catalán.
SEU D´ URGELL Y SU PARADOR
2
patrocinada por San Ermengol, levantándose en el llano, en torno a la
cual crecería la población que hoy conocemos.
“El Acta de Consagración de la Seu d´Urgell es el documento capital de
la libre Catalunya pirenaica; es el signo más evidente de un nuevo pueblo
recién nacido, del que percibimos los tímidos latidos de su corazón, los
primeros balbuceos de su voz. Esta voz tiene un acento especial: si alguna
palabra es configurada por primera vez, tiene ya toda la cadencia y aún
la esencia de lo que será la Lengua Catalana”- asegura el historiador
Ferrán Soldevilla.
Hacia el año 1029 La Seu es una población notable, con mercado
semanal y actividad en sus campos, en sus calles y, especialmente, en el
obispado que sigue extendiendo sus dominios incluso sobre Andorra, que
pasa a ser, desde el siglo XII, señoría episcopal. Pero los condes de Foie
también anhelan la soberanía de Andorra y no dudan en levantar sus
armas hasta conseguir, en el año 1278, la firma del primero de los dos
pariatges en el que se instaurará la coseñoría indivisa entre obispado y
condado, así como los tributos a pagar por los habitantes del que será
principado de Andorra.
Para entonces Cataluña ya se ha emancipado oficialmente de Francia tras
la firma de un tratado entre Jaime I de Aragón y Luis I.
Aquellos pagos condales se convirtieron en feudos hereditarios que, una
vez dejaron de depender de los francos, pasaron a ser prerrogativas de la
aristocracia local. Wilfredo el Velloso, conde de Barcelona, todavía deudo
de la monarquía franca, inaugura el camino de independencia, al ceder a
sus hijos, en el año 870, los condados de Urgel y Cerdeña.
La prácticamente total soberanía del conde de Barcelona sobre el
territorio catalán establece un nuevo orden jerárquico, que modifica
sustancialmente el paisaje, el urbanismo, la economía y la sociedad. Por
debajo del conde: vicecómites, comitores y vasvessores conforman la alta
nobleza, a su vez dividida en barones y ric homes. De la nobleza feudal,
además de la posesión de feudos, era distintivo la pertenencia a la
caballería (cuanto mayor era el señorío, más el número de vasallos que
juraban fidelidad al señor en virtud de la posesión del feudo). De entre los
hombres libres, gozaban de más consideración los burgueses de las
ciudades que los villanos del campo. Además de los castillos, levantados
siempre que obtuvieran la licencia del príncipe (que así también hicieron
llamarse los condes catalanes), en lomas difíciles, fueron desarrollándose, a
orillas de monasterios o cruces de caminos, los burgos; pequeñas
poblaciones libres de gravámenes que de inmediato atrajeron a las gentes
del campo, ansiosas por colgar sus aperos de labranza y por emplearse en
las más provechosa actividad artesanal o industrial.
El Oro Azteca
Y Otros Tesoros
Y
Una Vasta Diócesis
En Plena Expansión
E
n el siglo IX, Urgell era una diócesis de proporciones inauditas
que seguía creciendo. De Ribes de Freser alcanzaba hasta
Gistau y, en territorio de los musulmanes, incluía Oliana y el Montsec.
En esa época un antiguo templo, emplazado en la colina de
Castellciutat, fue destruido por el invasor sarraceno, lo que
inmediatamente provocó la consagración de una nueva catedral
a para esa fecha erguía La Seu su emblema y su tesoro: la
catedral de Santa María d´Urgell, edificada por empeño del
obispo San Odón, y la maestría del arquitecto Ramón Llambard. Un
ejemplar literalmente único de catedral románica en toda Cataluña que ni
los siglos, ni las guerras han logrado desmoronar.
Su Museo Diocesano es, además, arca de una joya bibliográfica, un
incunable robado en fecha reciente y recuperado gracias a la eficacia
policial: El Beato de Liébana, o, para ser exactos, una de las contadas
copias que se realizaron del original, en el siglo X. Debe saber el lector que
Beato de Liébana fue monje del monasterio de San Martín de Turieno,
situado en los Picos de Europa, en el que el religioso efectuaba un
comentario del Apocalipsis, muy considerado en la Alta Edad Media.
SEU D´ URGELL Y SU PARADOR
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Lamentablemente, aquella obra se perdió pero, antes de desaparecer,
una serie de copistas de otros monasterios tuvieron tiempo de transcribir
los escritos y, lo que es más relevante, ilustrarlos con dibujos fruto de su
propia interpretación. El beato, que por caprichos de la historia fue a
parar a Santa María d´Urgell, es uno de los 25 ejemplares que han
sobrevivido y que, para muchos, es el más hermoso por sus 79 miniaturas
verdaderamente sublimes.
La obra, valorada en 18 millones de euros, vuelve a estar expuesta en el
Museo Diocesano.
quien pisó antes que nadie las cumbres de Montardo, Canigó, Pica
d´Estats, Maladeta y Puigmal. Quien ilustró y encendió el deseo de
aventurarse en la montaña. Su “La Atlántida”, su “Canigó” y sus
abundantes artículos convirtieron el Pirineo catalán en corazón del pueblo.
Escribe el poeta bajando de La Seu hacia Organyà: "Verdaderamente los
ríos embellecen sobremanera los países; esas montañas, desnudas en gran
parte, rocosas y calcáreas, reciben del Segre un aliento de vida que las
enardece, y, con la faja de verdor que extiende el río aurífero a sus pies,
son toda otra cosa".
El Último Siglo
El otro legendario tesoro del Alt Urgell data del siglo XVI, cuando la
princesa azteca, María Xipaguazin Moctezuma, arribaba a la población de
Toloriu, del brazo de su esposo, el barón Joan Grau. Según la leyenda el
catalán se trajo de América un cuantioso tesoro de monedas de oro que,
según la versión a la que nos atengamos, habría sido enterrado en una
masía donde el matrimonio pasaba temporadas, (situada cerca del antiguo
camino del Quer Foradat a Martinet, pasando por Béixec). O en la iglesia
de Toloriu, en la tumba misma de la hija del noveno emperador azteca. El
tesoro en cuestión todavía no ha aparecido, pese a la intensidad de las
numerosas búsquedas efectuadas a lo largo de la Historia.
Y todavía existió un tercer tesoro, pero en este caso nadie lo buscó
porque fue dilapidado por el obispo Caixal, en la construcción del
seminario conciliar en el año 1860. Si damos crédito al relato, el dinero
llegó a manos del obispo procedente de la iglesia desamortizada del
convento de Sant Doménech, donde llevaba años escondido, gracias al
soplo de un misterioso cura belga. La construcción se hizo a lo grande,
recurriendo para ello a la más moderna tecnología de aquellos tiempos y a
los mejores materiales: piedra de la montaña y madera de Andorra. Todo
ello dio como resultado el que alardeaba de ser el mayor edificio del
Pirineo.
El revitalizante afán constructivo del obispo no podía ser más oportuno.
La Renaixença fulguraba ya, recuperando el catalán como lengua
nacional, gracias a las apasionadas columnas periodísticas de su poeta y
precursor Buenaventura Carlos Aribau, al muy querido Joan Maragall y al
gran rapsoda de la montaña, Jacinto Verdaguer. Fue mosén Verdaguer
P
ese al ensalzamiento poético, el Pirineo catalán sufre una
significativa despoblación a finales del siglo XIX. Se marchan los hijos e
hijas menores dejando solos a los hereus (primogénitos varones) y las
pubilles (primogénitas).
Van cerrándose casas, abandonándose pueblos, hasta un total de 200.
La población que se queda, sin embargo, aprende a comercializar mejor su
producción. Aquellos pueblos, como La Seu, situados en la proximidad de
vías de comunicación, van paulatinamente orientándose hacia el sector
servicio. Ya mediado el siglo XX, las estaciones de esquí convulsionan buena
parte de la economía pirenaica. En los últimos veinte años en los que la veta
turística parece haber tocado fondo, los pueblos de la cordillera se decantan
por una economía diversificada que rescata del olvido las tradiciones para
bien de todos. Queso artesano, recolección de setas y de hierbas medicinales
y ganadería a pequeña escala son algunas de las viejas actividades de nuevo
en uso.
La Seu d´Urgell es hoy la capital del pirineo leridano. Con una
población de más de 12.000 habitantes, casco medieval, instalaciones
olímpicas del parque del Segre y cuatro estaciones de esquí nórdico,
compagina bien sus trabajos en los sectores de servicio y turismo con su
papel de impulsor de la cultura local, la tradición y la historia.
Visita A La Ciudad:
Incunable Obispero
a lo ha advertido el viajero, el Parador no puede estar más
dentro del casco antiguo, lo rodea la Sala Sant Doménec, la
catedral, el ayuntamiento y el seminario. El recorrido
monumental arranca de aquí mismo. Los mencionados edificios son
visitables, con excepción del seminario conciliar, del otro lado de la calle
Del Bisbe Benlloch. Merece la pena detenerse a admirar su arquitectura
decimonónica. Es un caso verdaderamente singular, tanto por su misteriosa
financiación, como por la publicidad sin precedentes con que fue realizado
a instancias del obispo Caixal. A su particular modo de concebir la
participación del cristianismo en la moderna sociedad del siglo XIX, debe
su ciudad natal el formidable seminario (y algunas otras aportaciones
menos perdurables). Amigo de Balmes y patrocinador de Claret, el obispo
regresó a La Seu, tras sufrir el destierro, como consecuencia de su anexión
a la causa carlista y levantó el edificio con el dinero encontrado en el
vecino convento de Sant Doménec.
Y
Ahora sí, abordamos la visita monumental. Sus principales
construcciones parecen dispuestas para facilitarnos la tarea; se suceden por
este orden: el ayuntamiento, la catedral, el Museo Diocesano, la
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iglesia de San Miguel y el palacio episcopal, siguiendo la
accidentada calle de L´Excorxador. La casa de la ciudad, sede de la
administración municipal, que en otras regiones llaman consistorio,
reclama el interés del turista por varias razones: la construcción del siglo
XVIII que lo alberga (remodelación y ampliación de la antigua iglesia de
Santa Eulalia), y, en segundo lugar, por el subsuelo, mucho más antiguo.
El visitante podrá contemplar la excavación acristalada, entre cuyos restos
ha sobrevivido parte de los muros de la iglesia románica que tomó como
base los fondos de depósitos de una villa romana.
La Catedral,
Tercera Y Vencedora
rente al Ayuntamiento, al otro lado de la calle, la catedral,
buque insignia de la ciudad y símbolo de su historia dorada.
Como ya sabe el viajero, la que tiene ante los ojos es la tercera y última
catedral de la ciudad, mandada construir por san Odón en el siglo XII. A la
carolingia, destruida, siguió la ordenada por san Ermengol, edificada
apenas medio siglo antes que la presente, pero que a punto estaba de
desmoronarse cuando el obispo Odón se hizo cargo de su reconstrucción
total. Dicho obispo Odón, santo como el Odón de Cluny, e hijo de condes,
emprende las obras tras recaudar, durante largos años, fondos de los
donantes particulares de la comarca. Por supuesto, el obispo no ve la obra
terminar, ni sus tres sucesores en el obispado. Será bajo el mando de la
diócesis de Arnau de Preixens, cuando, el arquitecto Ramón Llambart,
contratado para acabar el cimborrio, culmine la obra en el año 1183.
F
El edificio, que evidencia la influencia lombarda en la decoración
exterior, es la única catedral románica que se conserva en Cataluña. La
fachada, custodiada por dos torres, presenta tres portadas. Una vez en el
interior del templo, de tres naves, crucero y ábside con absidiolos,
aconsejamos al visitante se dirija, por la nave derecha, al claustro, que
conserva casi intactos los capiteles románicos de decoración vegetal. De la
misma época es la capilla de Sant Miquel y Sant Pere.
Dibujo Del Apocalipsis
ara entrar al Museo Diocesano no es necesario que
abandonemos el edificio, encontraremos su acceso dirigiéndonos
hacia la parte más oriental.
P
La colección se ha instalado tomando una parte de la iglesia de Sant
Miquel y otra de La Pietat. El visitante, muy probablemente, acuda allí
exhortado por las muchas y muy legendarias noticias que en torno al
mítico Beato de Liébana circulan por todas partes. El incunable, sin
duda, no le defraudará pero no debe su grandeza eclipsar la más que
meritoria colección que en estas instalaciones se distribuye por las salas de
sus tres plantas y de su cripta.
Hay relicarios, cálices, crucifijos y otras espléndidas piezas de orfebrería.
Tablas góticas. Pintura y escultura barroca y renacentista, y una capilla
románica, dedicada a sant Andreu. En cuanto al Beato, como ya se ha
escrito, es uno de los mejores que existen, cuenta con 79 miniaturas,
parejas en valor artístico, cada una de ellas, con un lienzo de gran tamaño.
Si a estas alturas de recorrido, el estómago se pone exigente, el Parador
lo tiene a la vuelta de la esquina. Entre sus especialidades, le recordamos,
puede elegir tanto platos de elaborada cocina (Medallones de Ciervo en
Salsa de Frutos Rojos, el Jarrete de Ternera con Ciruelas y
Piñones) como tapas más ligeras (Tostas variadas y, por supuesto,
Quesos).
La segunda mitad de la jornada la dedicaremos a callejear por el casco
histórico, a conocer su plaza y disfrutar de algunas de las fachadas y
comercios que de ella van emergiendo. Antes que nada, percatémonos
frente a la catedral, en la misma calle, un poco hacia el sur; la
arquitectura que se alza es el palacio episcopal; en él se advierten las
diferencias estilísticas de su historia, no siempre fácil. Tiene un patio con
arcos rebajados y galería con ventanales góticos. Aquí vienen residiendo,
desde su inauguración, los titulares del obispado d´Urgell y coprincipado
de Andorra.
En esta misma dirección, si continuáramos por la calle de L´Excorxador,
serpenteando, conforme se aleja, llegaríamos a la Biblioteca de Sant
Agustí, un acertado ensamblaje de arquitectura contemporánea sobre la
base de una iglesia del convento del siglo XVI que los monjes abandonaron
para instalarse más céntricos.
Cánones De
Canónigas Arquitecturas
as calles preferidas por forasteros y nativos de La Seu son la
carrer Canonges y carrer Major, paralelas entre sí, al otro
lado de la catedral. Canonges (la más próxima) corre la vieja ciudad
medieval de norte a sur, y remata en los portales de piedra por donde tenía
sus accesos la vieja ciudad.
L
A los lados de su calzada discurrían las casas de los clérigos, que en
tiempos, no eran pocos, ni vivían mal. Ejemplo sobresaliente de residencia
canóniga es la Cal´Armenter, que el viajero reconocerá por su valiosa
fachada de apuntadas ventanas. Yerre el viajero por ella hasta desbocarla
por el norte. Doblando la esquina a la izquierda, por la segunda entrada
tomará la carrer Major desde el comienzo. Esta calle, con la plaza en el
medio, traza muy claramente los límites entre las ciudades romana y
medieval. Como su paralela, discurre, en parte, bajo soportales, y cuenta
con no pocas memorables casonas señoriales, entre las que señalamos la
Cal Don Llorenç o Cal Tarragona.
Las dos carrers que el viajero recorre, junto con la plazoleta de Oms,
se cierran al tráfico los martes y sábados por la mañana para celebrar,
como se ha venido haciendo desde el medievo, el mercado. Los productos
no difieren en esencia a los que se despachan en cualquier otro mercadillo,
si bien, siguen pudiéndose adquirir quesos artesanos, habas de las huertas
y algunos otros enseres de la comarca. La Seu es, por lo demás, uno de las
capitales del queso artesano del Pirineo, celebrándose la Fira de
Formatges Artesans del Pirineu, en octubre, con presencia de
artesanos de todas las comarcas de la cordillera.
Para concluir el paseo por las callejas, lleguémonos hasta las calles
SEU D´ URGELL Y SU PARADOR
5
Capdevila y Eres, en las que se percibe el ensanche que la villa realizó
por el norte en el siglo XIII. Reservemos para una próxima jornada la serie
de actividades deportivas que pueden realizarse en el parque de le Segre,
con categoría olímpica en piragüismo.
Excursiones: Por Las Afueras
y Los Adentros Del País
Parque Natural de Cadí-Moixeró
De entre las varias opciones que tiene el cliente del Parador de La Seu,
que quiera realizar una excursión para internarse en la naturaleza, la
visita a la Sierra prepirenaica de Cadí quizá sea una de las más
gratificantes. Mucho menos dura que los ascensos a los Pirineos,
posiblemente de una belleza menos escarpada, compensa este parque a
quien lo recorre con su riqueza floral.
El viajero habrá visto ya, en alguna tarjeta postal, el Pedraforca, risco
de cumbre partida en dos, que es la divisa de la sierra que se encuentra en
la cara sur. Es el parque Natural más grande de toda Cataluña así que
encontrará otros muchos paisajes impresionantes. El Centro de
Interpretación se encuentra en Bagá, que es el mejor punto por donde
iniciar el recorrido. Allí además de audiovisuales y exposiciones,
suministran información sobre senderos de larga, corta y media distancia
y se pueden contratar guías, si lo acordamos previamente. Con suerte,
contemplará algún ejemplar de rebeco, ciervo, corzo, urogallo, rana
bermeja o tritón pirenaico. Por la N-260.
Andorra
El principado de Andorra está tan cerca que es difícil resistirse a la
tentación de visitarlo. Aunque el lugar ha perdido el poderoso atractivo
turístico de compras baratas que tuvo para los españoles hace unas
décadas, posee otros muchos encantos que conquistan cada año miles de
turistas: instalaciones deportivas, un museo Etnográfico y otro de Arte
Sacro, un muy peculiar templo románico (Santurario de Meritxell),
estaciones de esquí de avanzada tecnología y servicios. Sin olvidar, por su
puesto, las compras, a precios muy competitivos, en sus casi 5.000
comercios distribuidos por el territorio, con un horario considerablemente
más dilatado que en la Península. Llegará siguiendo la Carretera Nacional
145.
Llenando La Barriga,
La Pena Se Mitiga
catar queso de otras comarcas pirenaicas catalanas igualmente deliciosos,
como el cremoso Costa Negra, el Drap, moldeado con gasas, el Pell
Florida de leche de cabra, el fresco y sin sal Mató, el de Clua o
Cendrat, así llamado por el color ceniza de su corteza, el antiquísimo
Serrat y el aranés Tupí, elaborado a partir de Cuajada. Otro derivado
lácteo abundante en la zona es la Mantequilla, empleada también en la
cocina para dar su toque de sabor característico.
La fruta y verdura leridana tiene justificada fama de calidad, así como
el Aceite de Oliva, de la comarca vecina de Les Garrigues. Los postres
siguen la pauta de sacar el frío del cuerpo. La Coca con Miel y Nueces
es una buena muestra de ello que ayuda al comensal, al fin de su
almuerzo, a seguir explorando los mundos pirenaicos.
LA RECETA SECRETA
CALÇOTADA PICANTE DE PRIMAVERA
Para culminar con éxito este plato es imprescindible cuidar, por igual,
tanto la elaboración de la salsa como el asado de la cebolla fresca. Para
asegurarnos el resultado, lo mejor es preparar la víspera la salsa romesco.
Ingredientes: 2 Kg. de cebollas calçots o chalotas. 50 grs. de almendras
tostadas. 50 grs. de avellanas. 6 ó 7 dientes de ajo. Un par de pimientos
de romesco. 2 tomates maduros. 1 vasito de aceite de oliva. Sal. 2
cucharadas soperas de vinagre. 1 picatoste. 1 guindilla fresca.
Preparación de la Salsa: Hornear los ajos, los tomates y los pimientos,
todos sin pelar. Entretanto, freímos el pan. Cuando todo está listo,
pelamos y pasamos a un mortero grande. Machamos. Conforme vamos
obteniendo la papilla, se va regando lentamente de aceite y vinagre. Una
vez bien ligado, dejamos macerar.
En esta comarca del Pirineo catalán se asan las cebollas sobre rescoldos
de sarmientos que luego se aprovechan para ahumar embutidos. Si el
cocinero no dispone de leña tan aromática, recurra al carbón vegetal,
concentrando toda la atención en la obtención del buen punto del asado
de los calçots, para que queden dulces y jugosos por dentro. Con la
barbacoa, las gentes congregadas, celebran la llegada de la primavera. Es
un banquete al aire libre y los invitados suelen comer con las manos. No
olvide pasar por el chino la salsa para regar las cebollas una vez asadas.
E
sta es tierra de carne de ternera y de guisos. Se estila La
Escudella y Carn d'Olla, que cuece en un mismo caldo carnes
y verduras. Recurrentes, de muchos y sabrosos platos, son el Pollo,
Conejo, Pato, Pavo, Corzo, incluso el Jabalí, pero sobre todo, el
Cerdo. A él debemos, además de un sin número de recetas tradicionales,
bien cargadas de calorías, que por estas tierras no van mal, la excelencia
de los embutidos, que todavía podemos encontrar puntualmente
elaborados de forma artesanal, (la Butifarra de montaña es un manjar).
Pero si hubiéramos de quedarnos con un plato de carne, recomendamos el
Asado de Pierna de Cordero Mechado.
El Queso elaborado y propio de La Seu es tierno, de corta curación,
elaborado con leche de vaca. Es cremoso y de aroma dulce. Aquí es común
encontrarlo dentro de algún plato, por ejemplo, fundido con verduras, de
lecho para la carne, o en tacos, como parte de ensalada... No es difícil
Parador de La Seu d’Urgell
C/ Sant Domenec, 6. 25700 La Seu d’Urgell. Lleida
Tel.: 973 35 20 00 - Fax: 973 35 23 09
e-mail: [email protected]
Central de Reservas
Requena, 3. 28013 Madrid (España)
Tel.: 902 54 79 79 - Fax: 902 52 54 32
www.parador.es / e-mail: [email protected]
Textos: Juan G. D’Atri y Miguel García Sánchez Dibujos: Fernando Aznar
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