¿Por qué sufrimos sin necesidad?

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Padres / Hijos
¿Por qué sufrimos
sin necesidad?
A
unque te extrañe porque cargamos nuestra mente con ideas negativas o irracionales, sufrimos a consecuencia de ellas y hacemos sufrir también a otros. Santa Teresa de Jesús decía que “la imaginación (la razón) es
la loca de la casa”. Es decir, los pensamientos malos son “locos”, “irracionales” y pueden ser tan malos que se
convierten en sufrimiento constante para mí y para los que conviven conmigo. Albert Ellis, psicólogo cognitivo, comenzó a desarrollar su terapia en 1962, a la cual denominó “Terapia racional emotiva”. Ellis cree que buena parte de
los problemas psicológicos, del sufrimiento, del malestar se debe a patrones de pensamientos irracionales.
¿Por qué se producen estas ideas irracionales?
La fuente del sufrimiento no está en los acontecimientos o personas externas, sino en las ideas que se producen en
nosotros, a partir del acontecimiento o persona externa. Estas originan emociones negativas que producen malestar
y sufrimiento. Pongo un ejemplo. Estoy en un entorno precioso. Un maravilloso lago en el que el silencio y la paz me
llenan de serenidad. De repente llega un grupo de motoristas (acontecimiento/personas externas) que perturban mi
tranquilidad. Este malestar origina pensamientos negativos: “esta panda de sinvergüenzas han roto mi paz”, “son
unos desgraciados”, “no merecen vivir…”. Estas ideas, a su vez, hacen nacer una emoción negativa que me hace pasar un mal rato y que se transmite a los que están a mí alrededor. Gráficamente lo representaríamos de este modo:
ACONTECIMIENTO
O PERSONA
PRODUCE IDEAS
O FRASES
IRRACIONALES
ORIGINA
UNA EMOCIÓN
NEGATIVA
Epicteto, filósofo estoico griego, resume esta situación diciendo que “las personas no se alteran por los hechos,
sino por lo que se piensa acerca de los hechos”. Los hechos o acontecimientos externos no producen la emoción negativa. Esta viene por no asumir positivamente lo que ocurre. Es lo que se piensa acerca de los hechos lo que engendra el sufrimiento.
11 ideas irracionales que nos hacen sufrir
Ellis enumeró una serie de creencias irracionales. Ninguna es buena aunque aparentemente parezca estupenda.
Las agrupó en estas 11 ideas negativas:
1. “Necesito amor y aprobación de cuantos me rodean”
o “tengo que ser amado y tener la aprobación de todas las personas importantes que me rodean”.
7. “Es más fácil evitar que enfrentarse a las responsabilidades y los problemas de la vida”.
2. “Para ser valioso debo conseguir todo lo que me propongo” o “si soy una persona valiosa, tengo que ser
siempre competente, suficiente y capaz para conseguir
todo lo que me propongo”.
9. “Mi pasado es determinante de mi presente y de mi
futuro”.
3. “Los malos deben ser castigados por sus malas acciones”.
4. “Es horrible y catastrófico que las cosas no salgan,
no sean o no vayan como yo deseo o quiero”.
5. “Las desgracias humanas se originan por causas externas y no puedo hacer nada o casi nada para evitar
o controlar la pena y el sufrimiento que me producen”.
6. “Debo pensar constantemente que puede ocurrir lo peor”.
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8. “Hay que tener a alguien más fuerte en quien confiar”.
10. “Debo preocuparme constantemente de los problemas de los demás”.
11. “Cada problema tiene una solución acertada, y es
catastrófico no encontrarla”.
Cuando estas exigencias no se cumplen surgen las
ideas irracionales que a su vez producen emociones
negativas que me hacen sufrir.
Cómo se eliminan
La otra cara de la moneda es que podemos encontrar
creencias racionales a cada una de las creencias irracionales, anteriormente presentadas. Las creencias
racionales suelen ser más flexibles, nos permiten gozar de la vida y no generan estrés o emociones negativas intensas como las que originan las creencias irracionales. Quizás preguntes, pero ¿cómo se eliminan?
No es difícil. Un modo práctico y dinámico consiste
en reflexionar sobre tu propia vida y ver los pensamientos irracionales que tú tienes y que te generan
malestar. Estos pensamientos los colocas en una columna y en la otra, pones en positivo alternativas contrarias a las ideas irracionales. Así podrás comenzar
a deshacer nudos, abriendo nuevos caminos de serenidad y paz. “Nuestra recompensa se encuentra en el
esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una
victoria completa”, decía Ghandi.
Concretando
Aplicando la teoría al ejemplo de los motoristas hay
que reconocer que molestan, pero se trataría de enfocar esa llegada desde el lado positivo, recalcar lo bueno que puedas ver, pensar en positivo de ellos, calmarte… verás, entonces, que la emoción en vez de ser
negativa se convierte en positiva y el sufrimiento en
vez de ser de rabia pasa, con tu control emocional, a
ser pacífico y sereno. La base de todo está en ser positivo, en ver los acontecimientos desde la positividad.
No sufras, no te amargues y sobre todo no amargues
a otros. Esto tiene fácil aplicación a la educación de
tus hijos o alumnos.
i José Antonio San Martín
Ventana abierta
Cambiar de
estilo de vida
E
n junio se publicó la encíclica Laudato si’, que el papa Francisco ha dedicado a la Ecología, o mejor, según sus palabras, al
“cuidado de la casa común”. En la parte conclusiva afirma que el
deterioro ecológico ha llegado a un nivel tan grave que debemos
cambiar de estilo de vida y de costumbres: “La conciencia de la
gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en
nuevos hábitos” (LS 209).
¿Es posible eso? ¿Es posible cambiar de estilo de vida? Solemos
decir con frecuencia: “Es mi carácter”, “yo a mi edad ya no puedo
cambiar…”. A partir de los 6 años, venía a decir Freud, la persona
ya está “hecha” en lo fundamental. Esta actitud de ser reacios a
los cambios, en realidad, viene de lejos: Jesús invitó a Nicodemo
a “nacer de nuevo” y éste le contestó: «¿Cómo puede uno nacer
siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su
madre y nacer?» (cf. Jn 3,1-21).
Francisco nos da una pista: es posible cambiar si uno sale de sí
mismo y de su pequeño mundillo, si es capaz de no ser autorreferencial (o sea, si uno no se cree el ombligo del mundo): “Siempre es posible volver a desarrollar la capacidad de salir de sí hacia
el otro. Sin ella no se reconoce a las demás criaturas en su propio
valor, no interesa cuidar algo para los demás, no hay capacidad de
ponerse límites para evitar el sufrimiento o el deterioro de lo que nos
rodea. La actitud básica de autotrascenderse, rompiendo la conciencia aislada y la autorreferencialidad, es la raíz que hace posible
todo cuidado de los demás y del medio ambiente, y que hace brotar
la reacción moral de considerar el impacto que provoca cada acción
y cada decisión personal fuera de uno mismo. Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un
estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante
en la sociedad” (LS 208). Así podremos ser capaces de “recuperar
los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el
espiritual con Dios” (LS 210). Entonces, ¿cambiamos?
i Jesús Rojano
Septiembre de 2015 • BS • 29
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