en cuatro movimientos

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18 | VIAJES
TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 14 de marzo de 2015
Ushuaia
en cuatro movimientos
1 Sobrevuelo
RR Sobrevuelo en helicóptero sobre la ciudad de Ushuaia.
RR En pleno trekking al Vinciguerra, por un bosque aguja.
Desde el helicóptero -un Robinson 44 año 2014-, la bahía de
Ushuaia con el puerto, los barcos
pesqueros y los containers de
colores pasan enseguida. Cinco
minutos más tarde, la ciudad
quedó atrás y ya estamos en los
Andes que, comparados con los
cerros del Mendoza o Catamarca,
son bajos: entre mil y mil trescientos metros de altura.
También veo los valles que en invierno se cubren de nieve y el cerro Castor, sede del resort más moderno de Argentina donde este año
tendrá lugar Interski, el Mundial
de Instructores de Esquí para el
que se hicieron nuevas pistas e inversiones en infraestructura.
Pero todavía falta para el invierno. En esta tarde de verano hay
apenas unos parches blancos en
las rocas. Sobrevolamos el glaciar
Ojo del Albino y el helicóptero se
posa en un llano de la cordillera.
Una vez lejos de las alas, caminamos hasta el filo y el piloto, Osvaldo Mella, señala el bosque magallánico de lengas, coihues y ñires
en una ladera cercana.
Como la mayoría de los habitantes de Ushuaia, Mella es un auténtico “vyq” (venido y quedado).
Con la ley de promoción industrial
en los años setenta varias empresas se establecieron para ensamblar productos electrónicos. Mella
llegó en esa época y fue uno de los
que contribuyeron a que la población se duplicara en veinte años.
Otra vez en el aire, se ve la laguna
Esmeralda y nunca un nombre fue
tan literal: desde el aire me imagino que abajo del agua se esconde
una mina de esmeraldas.
Mientras sobrevolamos los Andes, el piloto cuenta una excursión
de helifishing que arranca bien
temprano con un vuelo a ríos de
difícil acceso para pescar todo el
día y regresar por la tarde –ojalá–
con truchas para la cena.
Cuando despegamos estaba nublado y ahora que el helicóptero
está a punto de posarse en la pista
del antiguo aeropuerto salió el sol
y hasta hace calor. Cuando aterrizamos en la cordillera nevó un rato
y hubo que ponerse el gorro.
“Ushuaia tiene los cuatro climas
en un día”, es una frase repetida
por acá. La taxista que me lleva al
hotel agrega que los que informan
el pronóstico del tiempo nunca se
arriesgan y todos los días anuncian lluvia.
2 Calidad de vida
RR Uno de los tantos castores
que existen en la zona nada
hacia su madriguera.
RR El Parque Nacional Tierra del Fuego tiene 68.909 hectáreas, aunque sólo
dos mil están abiertas al público.
Según un estudio reciente del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet), Ushuaia
es una de las ciudades argentinas
con mejor calidad de vida. Tiene
poco menos que cien mil habitantes y los sueldos son mejores que
en otras partes de Argentina. Y es
una de las ciudades más turísticas
del país, uno de los cinco destinos
que eligen los extranjeros fascinados por la marca “fin del mundo”.
El tren del fin del mundo, el museo del fin del mundo, el parque
más austral del mundo, no me extrañaría si vendieran el alfajor del
fin del mundo.
Desde el Hotel Arakur, un resort cinco estrellas miembro de
The Leading Hotels of the
World que se inauguró hace
unos meses, se ve la ciudad y en
el puerto, los dos cruceros que
pasarán el día en Ushuaia. Sobre un cerro a 250 metros de altura, la vista desde el hotel y
desde el restaurante La Cravia –
que sirve una sopa de centolla
difícil de olvidar– es despejada
y espectacular.
En uno de los cruceros, el más
grande, viajan alrededor de dos
mil pasajeros que ni bien llegan
salen en todas las direcciones,
algunos muy decididos contratan una excursión al Parque Nacional Tierra del Fuego o van a
escuchar historias de misterio,
asesinatos y locura en el Museo
del Presidio, la cárcel de máxima
seguridad que funcionó desde
principios del siglo pasado hasta
los años 40. Otros aprovechan
para hacer compras en la peatonal San Martín, tomar un chocolate con torta en Ovejitas de la
Patagonia, probar una cerveza
artesanal Beagle en Almacén de
Ramos General, comer una merluza negra en Chez Manu o sellar
el pasaporte en la antigua casa
de la oficina de turismo (dice fin
del mundo y es gratis).
El otro crucero va rumbo a la Antártida. Los pasajeros pasarán más
de una semana a bordo, frente a
un paisaje blanco, con colonias de
pingüinos, charlas de naturaleza y
breves excursiones.
La prosperidad y el trabajo en
la ciudad duraron hasta los
años noventa, cuando la economía se abrió y cerraron muchas
de las fábricas. Fue un punto de
quiebre, tiempos difíciles en los
que muchos regresaron a sus
provincias de origen. La reactivación volvió una década después y el turismo tuvo mucho
que ver. Cada año llegan 300
mil visitantes. En el último
tiempo se sumaron motivos
para venir: en agosto se celebran el Shh Festival de Cine de
Montaña y la Marcha Blanca,
una competencia de esquí de
fondo; en octubre, el Festival
Internacional de Música Clásica
(¡el más austral del mundo!) y
el Festival Gastronómico A Fuego Lento.
3 Safari de castores
Más o menos cuando cerró el presidio, a fines de los años cuarenta, aterrizaron –literalmente porque llegaron en avión desde Canadá– veinticinco parejas de
castores, que desde esa época se
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