SANTO TOMÁS: HOMBRE Y DIOS

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SANTO TOMÁS
1.- INTRODUCCIÓN
RAZÓN Y FE
2.- METAFÍSICA
LA HERENCIA ARISTOTÉLICA
La Metafísica
El ente y el realismo metafísico
Sustancia-accidente
Acto-potencia
Materia-forma
LA HERENCIA NO ARISTOTÉLICA
Esencia-esse
Principio platónico de la participación
Principio platónico de la causalidad ejemplar
3.- EL CONOCIMIENTO
4.- EL TEMA DE DIOS
 DIOS COMO SER PERFECTO E INFINITO. CREADOR DEL MUNDO
 CONOCIMIENTO DE DIOS POR EL HOMBRE
o CONOCIMIENTO DE SU EXISTENCIA
Necesidad de la prueba
Posibilidad de la prueba
Las pruebas: Las 5 vías
o CONOCIMIENTO DE LA ESENCIA DIVINA
5.- LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE
6.- LA ÉTICA
7.- LA POLÍTICA
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SANTO TOMÁS
1.- INTRODUCCIÓN:
Santo Tomás pertenece al siglo XIII, siglo de esplendor de la Edad Media.La E.M. es un periodo
demasiado extenso (al menos 10 siglos, del V al XV) como para poder ofrecer características
definitorias claras. Pero hay un hecho que sí está presente y vertebra todos estos siglos: el Cristianismo.
Su aparición en Occidente supuso un profundo cambio en el pensamiento y en la vida y llegó a
convertirse en el eje de este extenso periodo de la Historia.
La filosofía desde el siglo V será, si es que así puede decirse, filosofía cristiana, es decir, los
esfuerzos por explicar el mundo tienen todos, el marco de la fe cristiana.
Santo Tomás vive en el periodo de la Baja Edad Media. Este periodo lo constituyen los siglos XII y XIII y
en él se dan importantes acontecimientos dentro del mundo de la cultura y la filosofía:
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Nacen las Universidades a finales del siglo XII como asociaciones de profesores y alumnos para
independizarse de las escuelas monacales y catedralicias, y se acaban convirtiendo en los
principales centros intelectuales de la época. Aunque pronto fueron dominadas por el papado
que les ofreció protección frente a las autoridades locales a través de las órdenes mendicantes
de franciscanos y dominicos (Santo Tomás mismo es un dominico) Las más importantes son la
Universidad de París, especializada en Teología, la de Bolonia, en derecho, Montpellier, en
medicina, Oxford, con varias especialidades…
Apogeo de la Escolástica. Se llama Escolástica al sistema de conocimiento de los siglos que van
del XI al XIV, se desarrolla un importante cuerpo de conocimientos y una serie de métodos que
son la base cultural de Europa hasta el Renacimiento.
Aparición de las obras de Aristóteles A través de la escuela de traductores de Toledo se fueron
conociendo obras de los antiguos filósofos griegos y de los árabes, que presentaban una
explicación del mundo sin recurrir a Dios. Fue particularmente importante el impacto de
Aristóteles y también la interpretación que de él hace su principal comentarista, el filósofo
árabe Averroes. Su recepción fue diferente según las órdenes y escuelas, mientras que los
franciscanos lo rechazan, los averroístas latinos lo aceptan literalmente aunque algunas de sus
ideas entran en conflicto con la religión cristiana, como es la eternidad del mundo… y los
dominicos, como Santo Tomás, la adoptan pero modificarán algunos aspectos para hacerlo
compatible con su fe.
RAZÓN Y FE. FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA.
En los siglos XII y XIII se han recuperado los textos de las obras de filósofos griegos, como Platón
y Aristóteles, y árabes, y se traducen al latín directamente de las fuentes o de previas traducciones
árabes, en escuelas francesas y españolas... Estas obras muestran la posibilidad de una explicación del
mundo sin recurrir a Dios, al menos, a un Dios creador, lo cual representa una amenaza para la fe
cristiana: durante muchos siglos la única visión del mundo ha sido la de la Iglesia.
Esto le lleva a Santo Tomás a abordar el viejo problema de las relaciones entre la fe y la razón
como fuentes de conocimiento o, lo que viene a ser lo mismo, entre teología y filosofía, las disciplinas o
“ciencias” que se obtienen por medio de esas fuentes, respectivamente.
Santo Tomás zanjará el tema recogiendo los planteamientos de otras posiciones e integrándolos en una
respuesta global:
1) Razón y fe son facultades distintas: Mientras que la razón conoce por sí misma la realidad,
basándose en la experiencia sensible; la fe es una gracia divina, un don que Dios nos concede y
mediante ella vamos más allá de nuestra naturaleza y de la realidad, y se nos muestran verdades a las
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que no puede llegar nuestro entendimiento.
Puesto que razón y fe son dos modos de conocimiento distintos, también la filosofía y la
teología serán disciplinas distintas:
Los principios o conocimientos básicos de la filosofía se obtienen racionalmente a partir de la
observación de la realidad y si son verdaderos se debe a su evidencia.
Por el contrario los principios de la teología son los artículos de fe o verdades reveladas que sólo
podemos conocer por revelación (Dios nos las muestra), y son verdad porque son palabra divina.
2) Su diferencia no es, sin embargo, obstáculo para que entre razón y fe exista armonía y mutua
ayuda: Ambas sirven para alcanzar la verdad, que es única, pues no puede existir contradicción entre
las palabras y las obras de Dios. Por otra parte, la razón puede ayudar a la fe profundizando en los
dogmas y explicándolos, y la fe puede orientar a la razón para que persiga el fin adecuado, evitando
errores.
3) Pero aunque hay una mutua ayuda, la razón está al servicio de la fe y, por tanto, la filosofía
será un instrumento para la teología, será su sierva, su criada, como la llamó Juan Damasceno.
Además de una teología revelada, basada en los dogmas de la fe, Santo Tomás considera
posible la Teología natural, que es la ciencia de Dios que se hace con la sola luz de la razón, y que, como
tal, está cerca de la filosofía en su método y de la Teología revelada, en su objeto.
La obra de Santo Tomás representa en la historia del pensamiento occidental una gran
síntesis entre el Cristianismo y la filosofía aristotélica. Pero el resultado es una obra inmensa y
novedosa no carente de ideas que implican, en algunos casos, una ruptura e, incluso,
enfrentamiento, con las posiciones vigentes.
2.- LA METAFÍSICA
La Metafísica de Santo Tomás es básicamente la de Aristóteles, su obra representa una síntesis
entre la filosofía aristotélica y el Cristianismo, pero recoge también principios de la teoría platónica y
neoplatónica, normalmente a partir de la obra de los filósofos cristianos que han bebido de estas
fuentes como por ejemplo San Agustín y es fundamental en su obra la distinción entre la esencia y la
existencia en los seres creados, que ya se encontrara en Avicena, con ella se puede explicar la
contingencia y finitud del mundo y la necesidad de su creación por Dios .
Un pilar fundamental de su Metafísica es la herencia que recibe de Aristóteles. Como
Aristóteles mantiene un realismo metafísico: el ser existe en sí mismo y es lo primero que entiende
nuestro entendimiento. No hay noción más simple y primaria que la de ser, por eso no puede definirse
el ser en general, sólo los seres sustanciales concretos. Sin embargo no hay nada más fácil de entender,
nuestra inteligencia entiende como noción primera que el ser existe y es lo que es.
El ente es lo primero que se conoce. Nuestra inteligencia entiende que existe algo. No hay
noción más simple y primaria. Por eso no puede ser definida sino descrita. Pero no hay nada más fácil
de entender: “Ente es lo que es”.
La ciencia que se ocupa del estudio del ser en general es la Metafísica, ciencia teorética
fundamental, que se define como “ciencia del ser en tanto que ser y de sus propiedades”.
El ser en sentido primero es la sustancia, aquello que subsiste por sí mismo, por tanto, si se
toma el concepto “ser” en el sentido de lo que existe o puede existir, la Metafísica se ocupa
primariamente de la sustancia y sus modificaciones: sustancia-accidente, acto-potencia, causas del ser ,
composición de la sustancia etc.
Pero el concepto “ser”, además de sustancia en Santo Tomás posee otra significación
diferente, puede ser entendido como existir o acto de ser, por lo que la Metafísica tiene también este
aspecto existencial, de estudio de los seres finitos en cuanto que reciben el acto de ser
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La Metafísica se ocupa de lo que existe o puede existir, y tal y como dice Aristóteles, aquello de
lo que primeramente decimos que existe es sustancia. De los atributos o accidentes decimos que
existen, pero en relación a la sustancia, no en sí mismos. Luego es de la sustancia de lo primero que se
afirma la existencia, es decir, lo que es, en sentido primario, es lo que tiene subsistencia por sí; todo lo
demás se dice que es en relación a la sustancia. Santo Tomás acepta de Aristóteles la doctrina de
las diez categorías: la substancia y las nueve categorías de accidentes.
Como Aristóteles Santo Tomás entiende la totalidad de lo real como un conjunto ordenado de
sustancias, pero cambia en los tipos de sustancias que lo forman. Según el maestro Angélico, existen
sustancias finitas (todas las creadas) unas son corpóreas y otras inmateriales (sustancias angélicas)y la
sustancia infinita, Dios. Santo Tomás consideró racionalmente demostrable que existan ángeles, aparte
de la revelación, porque su existencia es exigida por el carácter jerárquico de la escala de los seres.
Podemos discernir los órdenes o rangos ascendentes de la serie de las formas, desde las formas de las
substancias inorgánicas, pasando por las formas vegetativas, las formas sensitivas irracionales de los
animales, y el alma racional del hombre, hasta el Acto puro e infinito, Dios; pero en esa jerarquía se
advierte una laguna. El alma racional del hombre es creada, finita y encarnada, mientras que Dios es un
espíritu puro, increado e infinito: es, pues, perfectamente razonable suponer que entre el alma humana
y Dios hay formas espirituales finitas y creadas, pero sin cuerpo. En lo más alto de la escala está la
absoluta simplicidad de Dios; en lo más alto del mundo corpóreo está el ser humano, en parte espiritual
y en parte corporal: deben existir, pues, entre Dios, y el hombre, seres totalmente espirituales que sin
embargo no posean la absoluta simplicidad de la Divinidad. Existen, pues, los ángeles.
Las sustancias creadas, tanto las materiales como las inmateriales se caracterizan porque
cambian, tienen actividad… (las inmateriales actividades espirituales conocimiento y actos de voluntad)
El cambio lo explica Santo Tomás tal como Aristóteles utilizando los conceptos de Acto y Potencia. La
potencia es la posibilidad o capacidad de hacer algo o tener determinada cualidad y el acto la realización
de la potencialiad. Así, el ser en potencia es el ser que aún no es pero puede llegar a ser aquello para lo
que está preparado y el ser en acto: cuando ya la potencia se ha realizado y el ser es lo que podía ser.
El cambio es la actualización de una potencia. La potencia no puede cambiar por sí misma, no tiene en sí
el motor que le hace salir de su potencialidad, por tanto todo lo que pasa de potencia a acto es por algo
que ya está en acto.
Santo Tomás aceptó, la doctrina aristotélica de la composición hilemórfica de las
substancias materiales, y definió la materia prima como pura potencialidad, y la forma
substancial como el acto primero de un cuerpo físico, donde «acto primero» significa el
principio que pone al cuerpo en su clase específica y determina su esencia, Es decir, la forma es
el principio constitutivo e inmanente que hace que un ser concreto sea lo que es y tenga una actividad
propia.
La materia prima está en potencia para todas las formas que pueden ser formas de
cuerpos, pero, considerada en sí misma carece de forma, es pura potencialidad. La forma es el
elemento universal, al ser lo que pone a un objeto en su clase, en su especie, haciendo de él un
ser concreto, por ejemplo, un caballo, luego necesita ser individuada, para que pueda ser
forma de esa substancia particular. El principio de individuación es la materia. La materia es el
principio de limitación y potencialidad.
Santo Tomás ve, pues, completamente claro que en el mundo material solamente
existen en acto substancias concretas, compuestos individuales de materia y forma. (No existen
los Universales)
Ahora bien, hay una diferencia importante en la manera de concebir la Forma de Santo Tomás
respecto de Aristóteles. Aristóteles considera que la forma de la sustancia es su esencia y la sustancia
es el compuesto de materia y forma, Santo Tomás entiende que al existir distintos tipos de sustancias,
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no todas ellas con materia, la esencia será en ellas diferente. En los seres corporales la esencia es el
compuesto de materia y forma, porque cuando decimos “hombre”, por ejemplo, prescindimos para
formar el concepto de las características individuales de este o aquel sujeto, pero no prescindimos de
que tiene materia. Luego la materia entra dentro de la esencia “hombre”. De modo que la idea de ser
humano es la idea de una sustancia compuesta de materia y alma racional. (Pero, aun así, sigue siendo
la forma la que determina que una sustancia sea lo que es, es decir, tenga unas características propias).
En las sustancias inmateriales carentes de materia, su esencia es su forma.
La composición hilemórfica fue, limitada por santo Tomás al mundo corpóreo; no la
extendió, a la creación incorpórea, a los ángeles. Los ángeles no tienen ese tipo de
composición. Sin embargo, la distinción de potencia y acto recorre, todo el mundo creado,
material e inmaterial.
Puesto que la composición hilemórfica no afecta a todas las sustancias y, por tanto, no puede
explicar todos los seres creados, ha de haber una composición más profunda de las sustancias, que
afecte a toda criatura y ésta es la composición de esencia y esse o acto de ser .
Esta parte de la Metafísica , quizá el núcleo central de su obra, Santo Tomás no la recibe de
Aristóteles, sino que tiene sus fuentes en la filosofía árabe (Avicena, Alfarabi), y en la judía
(Maimónides). Santo Tomás la usa en el sentido en que lo hace Avicena.
En el De ente et essentia, que es su primera obra, Santo Tomás establece el principio
fundamental que reforma la metafísica aristotélica y la adapta a las necesidades del dogma cristiano: la
distinción real de esencia y existencia.
Para que una cosa sea es preciso tanto el ser como la esencia. Esencia es lo que una cosa es, la
quiddidad, lo que responde a la pregunta ¿qué es esto? El esse es lo que da el ser a esa esencia, es que
esa cosa existe realmente, la hay. Es decir, el esse es el acto por el cual una esencia es o tiene ser.
El ser finito es ser porque existe, porque tiene existencia: la substancia es aquello que es o tiene
ser, y «la existencia es aquello en virtud de lo cual una substancia es llamada un ser»
La esencia de un ser corpóreo es el compuesto de materia y forma, mientras que la esencia de
un ser finito inmaterial es la forma sola; pero aquello por lo cual una substancia material o una
substancia inmaterial es un ser real (ens) es la existencia , el esse, que está con la esencia en la relación
del acto a la potencialidad. La composición de acto y potencia se encuentra, pues, en todos los seres
finitos, y no solamente en los seres corpóreos.
Ningún ser finito existe necesariamente; el ser finito tiene o posee existencia, que es distinta de
la esencia, como el acto es distinto de la potencialidad.
La existencia (esse), pues, no es ni materia ni forma; no es ni una esencia ni parte de una
esencia; es el acto por el cual la esencia es o tiene ser.
Esencia y esse están entre sí en relación de potencia y acto: la esencia es potencia con relación
al esse que es la actualización de la esencia. En el caso de las sustancias inmateriales que sólo tienen
forma, sólo llegan a ser cuando la forma es actualizada por el acto essendi o acto de ser. Las cosas
corpóreas necesitan dos actualizaciones (que no son sucesivas en el tiempo, pero que es necesario
distinguir): la actualización de una materia por parte de una forma, en cuyo caso la forma es acto
respecto a la materia que es potencia. Y el acto de ser que actualiza la esencia entera que ahora es
potencia respecto al esse.
Separa, de este modo Santo Tomás la distinción de potencia y acto de la de materia y forma.
Para Aristóteles coinciden acto y forma, potencia y materia. En cambio, en la doctrina tomista la esencia
y la existencia están en la relación de potencia y acto, pero el esse no es forma, luego acto no es lo
mismo que forma.
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Todo ser finito es y tiene esencia, y el ser no se puede confundir con la esencia, lo cual quiere
decir que la esencia de un ser finito no incluye en su existencia. O sea, que las cosas concretas no
pueden dar razón de su ser desde ellas mismas. Por ejemplo, el hecho de que un olmo tenga las
características que tiene ¿implica que sea o que no sea? ¿La esencia olmo puede explicar que haya
olmos realmente o sólo las propiedades necesarias para serlo? Al olmo no le es necesario existir. Es un
ser contingente. Todo ser finito es contingente: es susceptible de ser y no ser (es pero podría no haber
sido y puede que llegue a no ser) A los seres creados el ser no les corresponde por esencia, luego su
esencia no puede dar razón de su ser.
Como, con todo, es, ha de recibir el acto de ser que un ser que lo posea de manera necesaria,
que desde sí mismo pueda dar razón de su ser porque lo posee en su misma esencia. Este ser necesario,
que contiene el esse dentro de su esencia, es Dios. Las cosas creadas reciben el ser de Dios,al darles el
ser, las crea. Así se explica filosóficamente el acto de la Creación del mundo por Dios.
La distinción entre esencia y esse afecta únicamente a los seres creados, en Dios esencia y esse
coinciden, Dios es el esse separado, es acto puro de ser, Dios es el ser (“Yo soy el que soy”, se lee en el
antiguo testamento) Todos los demás seres tienen ser, Dios es su ser, el ser es su esencia.
Las criaturas son por participación del ser de Dios. (Participar es tener parcialmente lo que en
otro se encuentra sin restricción, tener de modo limitado lo que en otro se encuentra de manera
ilimitada, tener imperfectamente lo que otro tiene de manera perfecta.)
Sólo Dios es el acto pleno e infinito de ser. Todos los demás entes participan de este acto de ser
de una manera limitada; limitada a su esencia o naturaleza.
De este modo existe una gradación de los entes creados en relación al acto de ser:
Más perfectos
Sustancias angélicas
Sustancias que no son cuerpos pero se unen a cuerpos (Almas)
Sustancias corporales
Accidentes
Menos perfectos
Entes de razón.
Esta distinción entre esencia y esse tiene importantes consecuencias filosóficas pues le permite a Santo
Tomás establecer la contingencia y creación del mundo por Dios: Dios es el creador del mundo, y
mientras Él es el ser, las criaturas tienen o poseen ser, al recibirlo de Dios.. Así queda clara la
inconmensurable diferencia entre las criaturas y Dios: mientras que Dios es eterno e infinito, el ser
absolutamente necesario, las criaturas reciben el ser de Él al ser creadas, luego ellas no lo poseen de
modo necesario, son contingentes.
Le permite también establecer la primacía de la existencia (esse) sobre la esencia y, por tanto,
modificar el concepto de ser: el ser no es sólo la esencia, sino una esencia a la que corresponde la
existencia
En su Metafísica hay que destacar, por último, dos principios de clara influencia platónica:
 Principio platónico de la participación
La relación de este principio con la distinción esencia-esse se acaba de explicar. Santo Tomás
concibe la creación del mundo como una participación de los entes en su perfección: Dios es el acto
pleno e infinito de ser, las criaturas participan de este acto de ser de una manera limitada e imperfecta.

Principio platónico de la causalidad ejemplar
Dios es el supremo modelo que imitan imperfectamente las criaturas., en Dios están los
modelos preexistentes de todas las cosas. Desde este principio reinterpreta Santo Tomás el concepto de
analogía de Aristóteles: cualquier perfección se predica de Dios y las criaturas no de un modo unívoco o
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equívoco, sino de un modo análogo. Dios es la existencia, las criaturas tienen existencia; Dios es la
perfección misma, las criaturas participan e imitan limitadamente esa perfección.
3.- EL CONOCIMIENTO
La teoría del conocimiento de Santo Tomás es esencialmente la misma que la de Aristóteles. La
base es la teoría de la Abstracción: el conocimiento verdadero es el universal y consiste en abstraer la
forma de la materia individual, sacar lo universal de lo particular, la especie inteligible de las
imágenes singulares (fantasmas). La facultad que realiza tal proceso es el entendimiento. Rechaza las
Ideas o formas separadas de Platón y acepta, con Aristóteles que el alma, al nacer el hombre, es una
"tabula rasa" en la que no hay contenidos innatos: la mente humana está originalmente en potencia
para conocer, pero no tiene ninguna idea innata esto significa que la razón tiene una capacidad natural
para la abstracción y la formación de ideas; pero por lo que respecta a ideas en acto, la mente está
originariamente vacía, por lo que para obtener conocimiento ha de partir de los sentidos.
Parte Santo Tomás de que el objeto propio de todo entendimiento, del entendimiento en
general, es el ser, esto quiere decir que el entendimiento conoce de manera natural y primaria lo que
es, el ente. Sin embargo, nuestro entendimiento es humano y como tal tiene como objeto propio y
directo lo sensible, dicho de otro modo, el objeto propio del entendimiento humano, en cuanto
humano, son las cosas sensibles, por la siguiente razón: el entendimiento en el hombre se encuentra
vinculado a un cuerpo material (está encarnado) y, por tanto, su forma de conocer el mundo es
partiendo de los sentidos. Por lo que hay que concluir, que todo nuestro conocimiento comienza con la
información sensible y, estrictamente hablando, nada hay en el intelecto que no haya estado antes en
los sentidos(nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu)
De ahí se sigue, evidentemente, que la mente humana no puede, en esta vida, alcanzar un
conocimiento directo de las substancias inmateriales, las cuales no son, ni pueden ser, objeto de los
sentidos. No puede conocer directamente por ejemplo a Dios, del que no es posible un conocimiento
por los sentidos… ¿Es imposible, entonces, este conocimiento? Es posible, según Santo Tomás porque
aunque el entendimiento humano, en su estado encarnado, tiene al objeto sensible como objeto
«propio» y natural, como entendimiento sigue tendiendo al objeto al que se orienta naturalmente, el
ser en general, es decir, como entendimiento humano, encuentra su punto de partida en los sentidos,
en los seres materiales, pero como entendimiento puede ir más allá de los sentidos, sin limitarse a las
esencias de los seres materiales. Ahora bien, solamente puede hacerlo en la medida en que los objetos
inmateriales tienen relación con las cosas materiales y se manifiestan en ellas. De este modo se hace
posible la Metafísica, que es por definición un saber que trasciende lo puramente físico, lo
material y se llega hasta el conocimiento de Dios.
Como en el mundo griego y en toda la Edad media, en Santo Tomás la conocimiento está en íntima
relación con su modo de entender la realidad. En su Metafísica ha establecido que lo realmente
existente en acto en nuestro mundo corpóreo es un conjunto de sustancias materiales. Cada sustancia
sensible se compone de una materia, que es lo que particulariza e individualiza a esa sustancia, y una
forma sustancial o especie, que es universal. La sustancia particular se conoce de manera particular a
través del a percepción sensible, pero el conocimiento universal y verdadero, no puede ser de las cosas
concretas sino de lo universal que hay en ellas, de su esencia, por tanto conocer consistirá en separar
de las sustancias materiales individuales lo universal que en ellas se contiene, aislar la forma de la
materia y de las características particulares, pues el conocimiento intelectivo lo es de la forma. A esta
operación se le llama abstracción. (Abstraer significa aislar intelectualmente lo universal separándolo de
todo lo particular).
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¿Cómo se lleva a cabo el proceso de abstracción?
Los objetos corpóreos actúan sobre los órganos de los sentidos, y se forma una sensación por la
acción conjunta de cuerpo y alma. Pero los sentidos sólo pueden proporcionar información de
realidades particulares, no pueden aprehender universales. A partir de la sensación, gracias a la acción
de la imaginación y la memoria se forma la imagen sensible o fantasma, que también es particular como
representación del objeto material particular percibido por los sentidos. Ahora bien, el conocimiento
humano intelectivo es conocimiento de lo universal, puede llegar a captar la forma del objeto material
mediante la abstracción: formar un concepto universal que capta la esencia universal inmanente a la
cosa particular, concepto que se puede aplicar a todos los particulares de la misma esencia.
¿Cómo es posible el tránsito del conocimiento sensitivo y particular al conocimiento intelectual?
El alma humana, no posee la aprehensión directa de lo inmaterial y universal. Sin embargo posee una
capacidad de la razón que es activa, el entendimiento agente, capaz de iluminar las cosas para captar
en ellas las especies inteligibles, tal actividad es necesaria pues el concepto no puede formarse de un
modo simplemente pasivo. El entendimiento activo o agente «ilumina» el fantasma yabstrae de éste el
universal o «especie inteligible».
Lo que santo Tomás quiere decir es que el entendimiento activo, por su poder natural y sin
iluminación especial alguna de parte de Dios, hace visible el aspecto inteligible de la imagen sensible o
fantasma, revela el elemento formal y potencialmente universal contenido implícitamente en el
fantasma. El entendimiento agente abstrae el elemento universal, y produce en el entendimiento pasivo
la «especie impresa» (species mpressa). Como el entendimiento activo es puramente activo, no puede
imprimir en sí mismo el universal; lo imprime en el elemento potencial del entendimiento humano, en
el entendimiento pasivo, y la reacción a esa impresión es el concepto en sentido pleno, el verbum
mentiso species expressa, el concepto universal en sentido propio.
A través del concepto nuestra mente llega al verdadero objeto de conocimiento: la esencia de
las sustancias materiales.
Además de la teoría de la Abstracción Santo Tomás acepta también la lógica silogística de
Aristóteles y su teoría de la demostración. E igualmente que toda demostración ha de partir de unos
principios primeros o Axiomas que son evidentes. Considera que la más elevada función del
entendimiento agente es, precisamente, el conocimiento de los primeros principios los cuales
preexisten en él en estado virtual pero sólo puede llegar a formarlos a partir del conocimiento de las
cosas sensibles. El primero de estos principios está basado en la idea misma de ente, que es lo primero
que capta nuestro entendimiento, y es el principio de contradicción: “no se puede afirmar y negar a la vez
una misma cosa”. A partir de él se construyen todas las demostraciones científicas, siguiendo un orden
definido.
Como quedó claro más arriba, es posible llegar al conocimiento de realidades más allá de las
sensibles, siempre que tengan relación con las sensible, por tanto se puede llegar a tener conocimiento
de Dios, aunque con las limitaciones del conocimiento por analogía de la esencia de Dios, pues las
criaturas son semejantes a Dios y, por tanto, pueden predicarse de ellas y de Dios, los mismos atributos,
pero con un sentido análogo, no de manera unívoca o idéntica.
En cuanto al conocimiento de la existencia de Dios Sto. Tomás adoptará el método "a
posteriori" partirá de las criaturas como efecto, para llegar a Dios como su causa.
4.- EL TEMA DE DIOS
DIOS COMO SER PERFECTO, CREADOR DEL MUNDO
En su Metafísica, Santo Tomás establece que en el Ser Perfecto e infinito es Dios. Dios es el Ser,
en El no hay materia ni potencialidad alguna, su esencia contiene el acto de ser. El es el autor de la
Creación, da el ser a todas las cosas al actualizar su esencia, por eso en las criaturas se componen de ser
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y esencia, y el ser lo reciben de manera limitada a su esencia.
EL CONOCIMIENTO DE DIOS POR LA RAZÓN NATURAL
El hombre puede llegar a conocer a Dios por la palabra que Él mismo reveló. La reflexión sobre
la revelación es lo que se llama Teología revelada. Pero también puede intentar conocer algo de Dios a
través de su razón, sin ayuda de la fe ni de la revelación. Tal tarea la lleva a cabo la Teología Natural. El
hombre pretende conocer si Dios existe y qué perfecciones contiene su esencia.
Con respecto a la EXISTENCIA lo primero que hay que responder es si PUEDE EL HOMBRE CONOCER
LA EXISTENCIA DE DIOS
Para conocer la existencia de Dios es necesario probar que existe, pues su existencia no es evidente.
La existencia de Dios NO es evidente para nosotros.
Lo evidente es aquello que se entiende con sólo conocer sus términos. Pensar lo contrario de
una proposición evidente es imposible, es contradictorio en sí mismo, es decir, al negar una proposición
evidente se cae en contradicción.
Por ejemplo: “El cuadrado no es un círculo”.
Con solo entender los términos “cuadrado” y “círculo” se comprende que la proposición es
verdadera. Pensar lo contrario es imposible pues es contradictorio.
Ahora bien, si decimos “Dios existe”, ¿estamos ante una proposición evidente? Podemos pensar
lo contrario perfectamente sin que se dé contradicción en los términos, “Dios no existe” no es una frase
contradictoria, no sólo se puede pensar sino que incluso se puede creer, de hecho hay ateos...Luego la
proposición “Dios existe” NO es evidente.
Pero según Santo Tomás una proposición puede ser evidente de dos maneras:
- Evidente en sí misma pero no para nosotros.
- Evidente en sí y para nosotros.
La causa de que una proposición sea evidente es que el concepto del predicado esté incluido en
el Sujeto, como ocurre por ejemplo en las frases “El triángulo tiene tres ángulos” o “un cuerpo es
extenso”. Si conocemos la esencia del sujeto conocemos que el predicado le corresponde, le conviene
de manera necesaria - dicen los escolásticos-. En los ejemplos anteriores las frases son evidentes para
quien conozca lo que es un triángulo y lo que es un cuerpo. Son proposiciones evidentes en sí y también
para nosotros.
¿Qué ocurre con la proposición “Dios existe”?
Es evidente en sí: Si conociéramos la esencia de Dios conoceríamos que la existencia
le corresponde necesariamente.
Pero no lo es para nosotros: Nosotros, como entendimientos finitos, vinculados a
cuerpos no podemos tener un conocimiento directo de la esencia divina
Conclusión: ES NECESARIO PROBAR LA EXISTENCIA DE DIOS, PUES AUNQUE ES EVIDENTE DE SUYO NO
LO ES PARA NOSOTROS. Es evidente en sí, pero no lo es en relación a nosotros, pues la evidencia va a
depender del conocimiento de los términos, esto es, de la esencia de los seres a los que se refieren.
LA EXISTENCIA DE DIOS SE PUEDE PROBAR
¿Puede probarse la existencia de Dios? Según Santo Tomás sí puede probarse, el problema
están en el punto de partida, ¿de dónde se ha de partir para demostrar que Dios existe?
A) NO SE PUEDE PARTIR DE LA IDEA O DEFINICIÓN DE DIOS. Para partir de su definición el hombre
tendría que poder tener un conocimiento directo de la esencia divina, pero esto ya se ha dicho que es
imposible, pues el entendimiento del hombre, al ser limitado y estar vinculado a un cuerpo, tiene por
objeto adecuado lo sensible...
Esto es, sin embargo, lo que intentó hacer San Anselmo en su famosa prueba, llamada desde
Kant “ontológica”, pero Santo Tomás considera que tal prueba es imposible porque falla en el mismo
punto de partida.
El argumento ontológico dice lo siguiente:
“Señor, Tú que das la inteligencia de la fe, dame cuanto sepas que es necesario para que
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entienda que existes, como lo creemos, y que eres lo que creemos; creemos ciertamente que Tú eres
algo mayor que lo cual nada puede pensarse. ¿Y si, por ventura, no existe una tal naturaleza, puesto que
el insensato dijo en su corazón: no existe Dios? Mas el propio insensato, cuando oye esto mismo que yo
digo: algo mayor que lo cual nada puede pensarse” entiende lo que oye, y lo que entiende está en su
entendimiento, aunque no entienda que aquello exista realmente. Una cosa es, pues, que la cosa esté
en el entendimiento, y otra entender que la cosa existe en la realidad…. El insensato debe convencerse,
pues, de que existe, al menos en el entendimiento, algo mayor que lo cual nada puede pensarse,
porque cuando oye esto, lo entiende y lo que se entiende existe en el entendimiento. Y, en verdad,
aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, no puede existir sólo en el entendimiento. Pues si sólo
en el entendimiento puede pensarse algo que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por
consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse, existe sólo en el entendimiento,
aquello mayor que lo cual nada puede pensarse es lo mismo que aquello mayor que lo cual puede
pensarse algo. Pero esto ciertamente no puede ser. Existe, por tanto, fuera de toda duda, algo mayor
que lo cual nada puede pensarse, tanto en el entendimiento como en la realidad”. ( Proslogium)
Críticas de Santo Tomás a este argumento:
1) Se da un tránsito ilícito del orden ideal al orden real.
Se parte de la definición de un ser y se pasa a decir que este ser existe , pero este paso no es
legítimo, el que algo tenga ciertas características no quiere decir que tenga que existir.
La definición está en el plano formal de los conceptos, mientras que la existencia está en el plano de la
realidad. Definir un ser es decir cuáles son sus propiedades esenciales, pero para saber si ese ser existe
es necesario acudir a la experiencia.
2) La existencia no es un predicado más que se incluya en la esencia. La existencia es la posición del ser
completo en la realidad, con todas sus características. El orden del ser es distinto al orden de las
esencias (como ya se vio)
3) Si se argumenta que Dios es un caso excepcional y en Él sí coinciden esencia y existencia, habría que
preguntar cómo hemos obtenido tal conocimiento. No lo hemos podido obtener de manera directa
pues nuestro entendimiento no es adecuado para tal conocimiento, luego de manera directa no
podemos conocer la definición de Dios... Además, si así fuera ¿para qué necesitaríamos la prueba?
Luego para probar su existencia no podemos partir de la idea de Dios.
¿De dónde se ha de partir? Según Santo Tomás de la obra de Dios, de las cosas creadas. Las
criaturas nos hablarán de su autor. Toda obra lleva en sí el sello que en ella ha dejado su creador. Hay
que buscar en el mundo como efecto la huella de su causa, Dios.
A las pruebas que parten de los efectos para probar las causas se les llaman pruebas “a
posteriori”.
Conclusión: Es posible probar la existencia de Dios a partir de sus efectos, las criaturas.
LAS PRUEBAS: LAS CINCO VÍAS.
Las vías que propone Santo Tomás para probar la existencia de Dios son pruebas “a posteriori”,
cuyo fundamento es el principio metafísico de causalidad. (No son, pues, argumentos lógicos, sino
metafísicos)
ESTRUCTURA DE LAS VÍAS
Podemos encontrar una estructura común a las vías, si bien en unas se halla más claramente
que en otras y en alguna, como en la 4ª, no hay tal estructura. Pero es útil tener el esquema
argumentativo general presente:
1) Punto de partida: Efecto universal presente el los seres singulares.
2) Principio de causalidad: Todo efecto tiene una causa
Está presente en cada vía en la formalidad adecuada, en función del punto de partida.
Es, como se ha dicho antes, el fundamento de la argumentación.
3) Corolario: Es imposible un regreso al infinito de las causas actualmente subordinadas.
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Cada causa depende de la anterior, si no hay una primera, no hay ninguna, pero entonces no habría
tampoco ningún efecto, lo cual es manifiestamente falso porque se parte de ellos.
4) Conclusión: Dios existe, pero se llega a su existencia en la formalidad adecuada a cada vía.
FOMULACIÓN DE LAS VÍAS
PRIMERA VÍA (VÍA DEL MOVIMIENTO)
1.- Es cierto y consta al sentido que algo se mueve en el mundo
2.- Mas todo lo que se mueve es movido por otro. (Todo móvil se mueve por un motor) En efecto: Nada
se mueve sino en cuanto está en potencia para ello, y lo que mueve, el motor, está en acto, pues mover
es sacar algo de la potencia al acto, mas nada puede pasar de la potencia al acto sino por algún ser en
acto.
Pero no es posible que una cosa esté al mismo tiempo en acto y en potencia en un mismo aspecto, sino
sólo de diverso modo.
En consecuencia, es imposible que algo sea, bajo el mismo aspecto motor y movido, es decir, que se
mueva a sí mismo.
Luego es necesario que todo lo que se mueva sea movido por otro.
3.- Si, pues, aquello por lo que se mueve es también movido, es necesario que se mueva por otro y éste
por otro. Mas no se puede proceder al infinito en la serie de los motores que a su vez son movidos por
otro, porque entonces no existiría un primer motor y, por consiguiente, ningún otro, pues los motores
segundos no mueven sino en cuanto son movidos por el primero.
SEGUNDA VÍA (VÍA DE LA CAUSALIDAD)
1.- Encontramos en las cosas sensibles un orden de causas eficientes
2.- No se encuentra, sin embargo, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues
necesitaría ser anterior a sí mismo, lo cual es imposible. Luego todo lo que es, es causado por otro.
3.- Mas es imposible proceder al infinito en la serie de las causas eficientes, pues en las causa eficientes
ordenadas, la primera es causa de la intermedia, y ésta de la última, sean las intermedias varias o una,
mas quitando la causa se quita el efecto, luego si no existiese una primera causa no existiría ninguna, y
esto es falso.
4.- Luego es necesario poner una primera causa eficiente incausada a la cual todos llaman Dios.
TERCERA VÍLA (VÍA DE LA CONTINGENCIA)
1.- Existen en el mundo seres limitados en su duración
2.- Pero es imposible a los seres que son tales existir siempre, pues lo que es limitado en la duración
alguna vez no existió. Si, pues, todos los seres fuesen limitados en la duración alguna vez nada existió.
Pero entonces tampoco ahora existiría nada, pues lo que no es no empieza a ser sino por algo que es. Si,
pues, nada existió es imposible que nada comenzase a existir, y de este modo nada existiría ahora, lo
cual es falso. Entonces ha existido siempre alguna cosa como causa de los seres limitados en la
duración. Algún ser necesario, pues, existe.
3.- Todo ente necesario o tiene la causa de su necesidad en otro o en sí. Mas no es posible proceder al
infinito en la serie de los seres necesarios que tienen causa de su necesidad en otro.
4.- Luego debe concluirse que existe un ser absolutamente necesario no teniendo en otro causa de su
necesidad y siendo causa de la necesidad de los otros. Y este ser es Dios.
CUARTA VÍA (DE LOS GRADOS DE PREFECCIÓN)
1.- Se encuentran en las cosas algo más o menos bueno, más o menos verdadero, más o menos noble,…
y así de otras perfecciones semejantes
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2.- pero el más y el menos se dicen de diversas cosas, según se aproximen más o menos a algo que es
máximamente.
3.-Existe, por tanto, algo que es verísimo, óptimo y nobilísimo y, por tano, máximamente ente, pues las
cosas que son máximamente verdaderas son máximamente entes, como se dice en Metafísica II.
4.- Mas lo que se dice máximamente tal en algún género es causad e todos los que están en aquél
género (como el fuego que es máximamente cálido, es causa de todos los cálidos
5.- Existe, por tanto algo que es causa del ser y de la bondad y de cualquier otra perfección en las cosas.
Y a ese ser llamamos Dios.
QUINTA VÍA (DE LA FINALIDAD)
1.- Vemos que los seres que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin:
pues siempre o frecuentemente obran del mismo modo para obtener lo mejor, de donde no por azar,
sino según intención llegan al fin.
2.- Pero los seres que no tienen conocimiento no tienden a un fin sino dirigidos por algún ser
cognoscente e inteligente, como la flecha es dirigida por el arquero
3.- pero en la serie de los seres inteligentes directores que a su vez son dirigidos y ordenados no se
puede proceder al infinito.
4.- Luego existe un ser inteligente por el cual todas las cosas naturales se ordenan a su fin, y este ser es
Dios.
EL CONOCIMIENTO DE LA ESENCIA DIVINA
¿Puede el hombre conocer la esencia o naturaleza divina? Ya hemos visto que directamente
esto es imposible, nosotros no podemos tener intuición de la esencia de Dios, nuestro conocimiento
depende de la experiencia sensible y las ideas que nosotros formamos derivan de nuestra experiencia
de las criaturas y son expresadas en un lenguaje humano. ¿Cómo podemos llegar a conocer un ser que
trasciende la experiencia sensible? ¿Cómo puede nuestro lenguaje humano aplicarse a un ser divino y
trascendente?
La vía negativa
Aunque la naturaleza divina exceda nuestro entendimiento y no podamos aprehenderla
mediante un conocimiento de lo que es, sí podemos saber y decir LO QUE NO ES, negando todo lo que
en las criaturas supone limitación e imperfección:
No es corpóreo, es incorpóreo (carece de materia)
Si no tiene materia, no hay en Él potencialidad alguna, luego es Acto puro.
No hay en Él composición, es simple.
No es accidente, sino ser en sí mismo.
No hay en Él limitación ni imperfección, luego es perfecto e infinito.
No es una multiplicidad, sino uno.
Puesto que en Él no hay materia no puede cambiar, es inmóvil.
La vía afirmativa
Pero de Dios no sólo decimos lo que no es, en ocasiones también le atribuimos predicados
positivos como cuando decimos que Dios es bueno, es justo, es sabio. Este tipo de predicados se dicen
afirmativa y directamente de la sustancia divina. ¿Cómo justificar esto si la única bondad y justicia y
sabiduría que conocemos son las que encontramos en las criaturas, en este caso, en los hombres, y en
ellos se encuentra siempre de manera imperfecta? ¿Podemos decir de Dios lo que sólo hallamos en los
seres creados, y podemos decirlo del mismo modo, es decir, con idéntico significado? Es evidente que
no. ¿Cómo se predican de Dios tales características que hallamos en los hombres?
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Los atributos pueden predicarse de un sujeto de tres formas:
Unívocamente, cuando se dicen con un significado idéntico.
Equívocamente, cuando se predican en un sentido totalmente distinto.
Análogamente, cuando se predican de modo semejante.
¿Cuál es la predicación que empleamos al afirmar de Dios y de los hombres tales
características?
No puede ser una predicación unívoca pues son distintas las características divinas y las
humanas. Tampoco puede ser una predicación equívoca, no podemos emplear esos atributos con un
significado totalmente diverso, pues en ese caso no sabríamos qué decíamos al aplicarlos a Dios, ya que
sólo los conocemos en los entes creados. De modo que la predicación ha de ser analógica: Tales
predicados que se encuentran en las criaturas de manera limitada e imperfecta, se aplican a Dios sin
ninguna limitación, en Él se hallan de manera perfecta e irrestricta.
¿Por qué podemos aplicar análogamente a Dios y a las criaturas los mismos predicados? ¿Cuál
es el fundamento de la analogía? Aquello que hace posible la predicación analógica es la semejanza de
las criaturas a Dios, semejanza que se caracteriza:
1.- Por ser una semejanza unilateral. Las criaturas son semejantes a Dios, pero no podemos
decir que Dios sea semejante a las criaturas.
2.- Por ser una semejanza imperfecta. Las criaturas son semejantes a Dios sólo
imperfectamente, imitan una perfección de Dios, por esto son semejantes, pero la imitan de manera
imperfecta y deficiente, en esto son desemejantes.
5.- LA CONCEPCIÓN DEL HOMBRE
También la concepción del ser humano en Sto. Tomás está basada en la aristotélica. Pero, al
igual que ocurre con los otros aspectos de su pensamiento, ha de ser conciliada con las creencias del
cristianismo: la inmortalidad del alma y la creación.
Rechaza la concepción platónica de que lo que es propiamente el hombre es su alma, y el
cuerpo no es sino una cárcel para la misma cuya unión no es natural. Y acepta la teoría hilemórfica
de Aristóteles según la cual cada sustancia corpórea es un compuesto de materia y forma, cuya
unión es natural y, por tanto, el ser humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo,
representando el alma la forma y el cuerpo la materia de dicha sustancia Mientras Aristóteles
mantenía que el hombre poseía alma vegetativa, sensitiva y racional, y cada una regía unas
funciones, Santo Tomás considera que el ser humano posee una única forma sustancial, el alma
racional, que informa inmediata y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto
"hombre".
El alma racional es la que le confiere todas sus determinaciones como hombre:
su corporeidad, al informar la materia
y sus operaciones vegetativas, sensitivas e intelectivas.
"Es evidente, por otra parte, que lo primero por que el cuerpo vive es el alma, y como la vida se
manifiesta por operaciones diversas en los diversos grados de los seres vivientes, aquello por lo que
primariamente ejercemos cada una de estas funciones vitales es el alma. Ella es, en efecto, lo
primero que nos hace nutrirnos y sentir y movernos localmente, como también entender. Este
primer principio de nuestro entendimiento, llámasele entendimiento o alma intelectiva, es, por lo
tanto, la forma del cuerpo, y esta demostración es de Aristóteles en el tratado Del alma, lib. 2, tex.
24." (Suma Teológica, I, C. 76, a. 1)
El alma se sigue concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento,
pero se rechaza la interpretación platónica de la relación entre el alma y el cuerpo, en el sentido de
que Platón había atribuido al alma, y no al ser humano, esas funciones vitales y cognoscitivas,
mientras que la interpretación hilemórfica de santo Tomás le llevará a atribuir esas funciones al
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"hombre": es el ser humano, el individuo, el que vive y conoce, el que razona y entiende, el que
imagina y siente. Todo ello es imposible sin tener un cuerpo, por lo que éste ha de pertenecer al
"hombre" con el mismo derecho que le pertenece el alma.
Mas, aunque el alma sea una, hay en ella distintas facultades de las cuales unas pertenecen
sólo al alma y otras al alma en relación con el cuerpo:
Pertenecientes al alma sola: Entendimiento
Voluntad
Vinculadas al cuerpo: Sensitivas: Sentidos externos
Sentidos internos: imaginación
Memoria
Capacidad estimativa
Vegetativas.
Santo Tomás afirmará que en el alma existen ciertas facultades que le pertenecen como tal, y
que no dependen para nada de su relación con el cuerpo. Otras pertenecen al compuesto "hombre"
y no pueden ser ejercidas, por lo tanto, sin el cuerpo. Por supuesto, la intelección es una facultad
que le pertenece al alma incluso en su estado de separación del cuerpo, en cuanto tiene como
objeto de conocimiento no los cuerpos, sino el ser. Tenemos, pues, una clasificación similar a la
aristotélica. No se trata de tres tipos de alma, sino de tres facultades o potencias de la misma alma
racional.



En sus funciones vegetativas el alma se ocupa de todo lo relacionado con la nutrición y el
crecimiento.
En sus funciones sensitivas el alma regula todo lo relacionado con el funcionamiento de los
sentidos externos, así como la imaginación y la memoria, actividades que se corresponde en
las funciones del alma vegetativo de los animales.
En sus funciones racionales santo Tomás distingue como facultades propias del alma el
entendimiento (agente y paciente) y la voluntad, con la que trata de explicar el deseo
intelectual, quedando el sensitivo explicado por las funciones sensitivas del alma. A pesar de
que todas ellas proceden de la misma alma racional, se pueden distinguir "realmente" entre
sí, dado que tienden a aplicarse a distintos objetos (para Sto. Tomás, la definición de una
facultad o de la ciencia viene dada por el objeto al que se aplica, su objeto formal).
Quizá la novedad más significativa con respecto a Aristóteles sea el tratamiento que hace santo
Tomás de la voluntad. Por su misma naturaleza es la voluntad está orientada al bien en general, es
decir, la felicidad, la beatitud. ¿Quiere eso decir que el "hombre" está inevitablemente determinado
en su comportamiento? No, dice Sto. Tomás, ya que el "hombre" dispone del libre albedrío para
elegir su conducta. El libre albedrío no es algo distinto de la voluntad, sino la voluntad misma en el
ejercicio de la elección de los medios para conseguir su fin, la capacidad por la que un "hombre" es
capaz de juzgar libremente, en cuanto a la elección de los medios que le permiten alcanzar el fin de
su conducta.
El problema de la inmortalidad del alma
Para Aristóteles, dada la imposibilidad de existencia de formas separadas, la inmortalidad del alma
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queda descartada, en contra de lo que afirmaba Platón. Se discute si Aristóteles aceptaba o no una
cierta inmortalidad del entendimiento y, en ese caso, si la inmortalidad afectaría a la sustancia
individual o a la forma universal. Los averroistas latinos entendieron que la inmortalidad afectaba a
la forma universal, afirmando la existencia de un único entendimiento agente, común a todos los
seres humanos. Santo Tomás afirmará, por el contrario, la inmortalidad individual.
¿Es compatible esta afirmación con el hilemorfismo? Si el hombre es una unidad sustancial
de alma y cuerpo, el alma en sí no es una sustancia completa, ¿Cómo puede compaginarse esto con
la inmortalidad del alma, que exige la doctrina cristiana? Santo Tomás, para salvar este problema y
poder mantener la existencia de un alma inmortal asume que el alma no se agota al informar al
cuerpo, es ella misma una forma subsistente, y aunque el cuerpo dependa en todo del alma, el alma
no depende del cuerpo en todo.
El alma es en sí inmaterial, espiritual, de lo que se sigue que es incorruptible o inmortal por
naturaleza.(l alma es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal, un argumento similar al
que ya había utilizado Platón en el Fedón). También se apoya Santo Tomás en el ansia o deseo del
hombre de inmortalidad, implantado en su naturaleza por Dios, por lo que tal deseo no puede ser
vano:
"Puede todavía deducirse una prueba del deseo que naturalmente tiene cada ser de existir según su
modo de ser. El deseo en los seres inteligentes es consecuencia del conocimiento. Los sentidos no
conocen el ser sino en lugar y tiempo determinados; pero el entendimiento los conoce
absolutamente y en toda su duración; por esta razón todo ser dotado de entendimiento desea, por
su naturaleza misma, existir siempre, y como el deseo natural no puede ser vano, síguese que toda
sustancia intelectual es incorruptible" (Suma Teológica, I, C. 75, a. 6.)
(Sólo Dios podría aniquilarla si quisiera, porque es Él quien la ha creado).
6.- LA ÉTICA
La moral es el camino que el hombre ha de seguir para alcanzar a Dios que es su creador y su fin.
En esta tarea el hombre ha de conducirse libremente siguiendo su recta razón. Hay una unión en el
proyecto de la vida humana entre lo natural de su actuación libre dirigiéndose al bien, y lo sobrenatural
de su fin último que se halla en Dios. Hay, por tanto, un trasfondo teológico en su planteamiento pero
también una reflexión filosófica para fundamentar racionalmente los medios adecuados para alcanzar el
fin.
Filosóficamente sigue la ética de Aristóteles, y como aquél propone S. Tomás una ética
eudemonista y teleológica.
Es teleológica porque considera que el hombre, como cualquier otro ser natural, tiende a su fin
propio, a su perfección o bien propio: “la voluntad tiende al bien”, a su fin último y supremo.
El fin último del hombre es la felicidad entendida como el bien perfecto y completo que
corresponde a su naturaleza. Por esto es una ética eudemonista
Pero ¿En qué consiste propiamente la felicidad? Aquí ya Santo Tomás se aparta de la ética del
filósofo. La felicidad consiste en la posesión del bien supremo, y el bien supremo al que todo hombre
tiende por naturaleza es Dios. La felicidad perfecta no se puede hallar en ninguna cosa creada, sino sólo
en Dios, Bien perfecto e infinito. Aristóteles, dice Santo Tomás, hablaba de una felicidad imperfecta,
valedera únicamente para este mundo. Pero el hombre ha de aspirar a la felicidad auténtica, que no se
halla en esta vida mortal y que consiste en la contemplación directa de Dios y la participación en su amor
(Beatitud o bienaventuranza). El hombre aquí, en el mundo terrenal, no podrá alcanzar su felicidad
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integral, pero puede y debe prepararse para ella, dirigiendo a tal fin todos los actos de la voluntad.
Todo ser natural tiene una esencia que determina su modo de ser y su actividad propia. Esta
actividad tiende al fin o perfección de ese ser natural. (Recuérdese la física aristotélica, marco en el que se
incluye la ética)
El hombre, como uno más de los seres naturales, tiende también a su fin, pero como ser
racional se dirige a este fin libremente, su obrar es consciente, deliberado (el hombre es dueño de sus
actos), a los actos que realiza como hombre los llama actos humanos.
Santo Tomás se pregunta por los principios de la acción moral ¿qué mueve al hombre a obrar
moralmente? Él considera dos tipos de principios:
a) internos, que son los hábitos que uno genera a base de repetir acciones correctas y que son las
virtudes: las virtudes son disposiciones del carácter que nos llevan a actuar del modo correcto
cuando las hemos adquirido, gracias a la práctica.
b) los principios externos: la ley natural y la gracia, procedentes ambas de Dios. Dios instruye a los
hombres por la ley, los ayuda por la gracia.
LAS VIRTUDES
Virtud significa excelencia o perfección de una facultad (o potencialidad) gracias al ejercicio.
El ser humano tiene distintas capacidades o potencias: la de ser, como sustancia que es, la de
vivir, pues es un ser vivo, la de sentir, como animal y la de pensar, como ser racional. Todas son buenas,
pero han de subordinarse a la mejor y característica del hombre: la racional. Por lo que actuar
virtuosamente es, sobre todo, actuar conforme a la razón.
La perfección no consiste en despojarse de las potencias inferiores sino de someterlas
racionalmente. Santo Tomás no niega ni condena el cuerpo, aprecia todo lo que es natural. La vida moral
consiste en administrar juiciosamente, en moldear las pasiones. Tal moderación son los hábitos morales o
virtudes. Moderación significa imponer a los apetitos un “modus”, un orden o medida. El hombre
virtuoso, moderado, es el que ordena los apetitos del alma según el justo medio. En esto, como ya dijera
Aristóteles consiste la virtud moral, en el hábito de actuar en el término medio entre el exceso y el
defecto.
Las 4 virtudes principales son: Justicia, templanza, fortaleza y prudencia. El hombre ha de formar
estas virtudes y a partir de ellas su carácter moral que va a constituir una segunda naturaleza. Las virtudes
que el hombre logra gracias al esfuerzo propio, siguiendo los preceptos que para él establece su razón
basándose en su naturaleza son virtudes naturales, caen dentro de la ley natural.
Pero además de las virtudes naturales – intelectuales y morales_ existen las virtudes teologales,
que no las adquiere el hombre sino que son infundidas por la gracia de Dios, fe esperanza y caridad. Por
las virtudes naturales el hombre llega a ser bueno, honesto; las virtudes teologales hacen al hombre hijo
de Dios.
LA LEY NATURAL
Los actos humanos, puesto que son libremente elegidos desde la voluntad humana tras la
deliberación, pueden ser buenos o malos, éstos son los estrictamente morales:
Son buenos si conducen al fin supremo, y malos si no conducen a él. Dicho de otro modo, son
buenos si se someten a la ley moral natural que Dios ha establecido como principio ordenador de la
actividad humana. La ley natural no está desconectada del orden general del Universo, en el que el
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hombre se halla inmerso. La totalidad del Universo está sometida a una ordenación que procede del
Creador. La ordenación divina de la naturaleza entera es la LEY ETERNA, que se define como “la razón de
la sabiduría divina como rectora de todos los actos y movimientos”. La ley eterna es el proyecto racional
de Dios que rige y gobierna el mundo.
Pero esta ley no regula del mismo modo el comportamiento de los hombres y de los demás seres.
Los cuerpos inanimados actúan de la manera en que lo hacen por ser lo que son, y no pueden actuar de
otra manera; no pueden llevar a cabo acciones contrarias a su naturaleza. Y los animales están
gobernados por el instinto. En resumen, todas las criaturas no humanas participan inconscientemente de
la ley eterna, que se refleja en sus varias tendencias naturales, y no poseen la libertad para actuar de una
forma incompatible con esta ley.
. El hombre, puesto que es libre, no se regula por una ley física, sino por una ley moral: la ley
natural. Racional y libremente se sujeta a tal ley o puede ir contra ella en sus acciones. De este modo el
ser humano ha de conocer los preceptos de tal ley puesto que depende de él cumplirla o no, es esencial
que la conozca en la medida que le concierne. Pero ¿cómo puede conocerla? No puede leer, por así
decirlo, la mente de Dios. ¿Es preciso que Dios se la revele? No es necesario , pues aunque el hombre no
pueda leer la ley eterna de la mente de Dios, sí puede discernir las tendencias y necesidades
fundamentales de su naturaleza y, reflexionando sobre ellas, puede llegar a conocer tal ley: por una parte
todo hombre posee las inclinaciones naturales hacia el desarrollo de sus capacidades y la obtención de su
bien, por otra parte todo hombre posee la luz de la razón que le permite reflexionar sobre tales
inclinaciones y puede, a partir de ahí, promulgarse a sí mismo la ley moral natural. En conclusión, por la
luz de su propia razón el hombre puede llegar al conocimiento de la ley natural.
Como se acaba de mencionar, la diferencia entre el hombre y el resto de los seres naturales es su
racionalidad por lo que sólo el hombre es capaz de conocer sus propias tendencias y puede deducir
basándose en ellas ciertas normas de conducta. Es decir, es a la razón a la que corresponde dirigir la
actividad del hombre hacia su fin, es ella quien da órdenes, impone obligaciones. Pero estas obligaciones
impuestas por la razón no son arbitrarias, están fundadas en la naturaleza del hombre. A estas normas u
obligaciones que la razón formula basándose en la naturaleza del hombre es a lo que se llama LEY
NATURAL, que es una ley moral pues depende del hombre someterse a ella o actuar en su contra.
LOS PRECEPTOS DE LA LEY NATURAL
El precepto o norma general de la ley moral es “Ha de hacerse el bien y evitarse el mal”.
El bien es aquello que conviene a la naturaleza, el mal aquello que no le conviene.
Puesto que el bien tiene razón de fin, aquello a lo que se siente el hombre naturalmente
inclinado, la razón lo aprehende como bueno, lo contrario como malo, de tal forma que los preceptos de
la razón serán correlativos a las tendencias o inclinaciones humanas, por tanto, el contenido de la ley
natural se deduce de las tendencias naturales del hombre, pues el fundamento de dicha ley es, como se
ha dicho, la naturaleza humana.
naturaleza del hombre
Tendencias naturales
El hombre es
SUSTANCIA
Conservar su propia existencia
Dentro de las sustancias es
ANIMAL
deberes o normas
Conservar su propia vida
Normas respecto a la
procreación y cuidado de los
Procrear
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hijos.
Y dentro de los animales su
esencia consiste en
SER RACIONAL
Conocer la verdad
Vivir en sociedad
Buscar la Verdad
Respetar las exigencias de la
justicia.
Este cuadro encierra preceptos muy generales que se han de concretar al elaborar las leyes de las
ciudades, es decir La ley natural exige las leyes positivas o leyes humanas, al imponer la vida en sociedad,
exige la existencia de unas normas legales que regulen la convivencia. Esta ley positiva concreta con más
detalle la ley natural. La ley positiva ha de respetar la ley natural y jamás puede entrar en contradicción
con ella.
En definitiva, Santo Tomás habla de 3 modalidades de ley:
Ley eterna: Razón del gobierno divino universal. Es producida por la Razón divina para el gobierno
de todas las cosas. Constituye el fundamento de cualquier otra expresión de la ley.
Ley natural: Es la participación en el hombre de la ley eterna. La ley natural, que es la ley moral,
no sólo puede deducirse de la ley divina, sino también de la propia naturaleza humana, que está dirigida a
Dios.
Esta ley es el fundamento racional de la ética y con ella Santo Tomás pretende fundar una moral
objetiva.
Ley humana o positiva: La crean los hombres basándose en la ley natural de la que deriva. Estas
leyes humanas son necesarias para apoyar la débil inclinación del hombre al bien, asegurar la paz y el
orden, y garantizar la justicia
CARACTERÍSTICAS DE LA LEY NATURAL
Puesto que la ley moral natural se funda en la naturaleza humana ha de ser:
Universal: compara los principios de la razón teórica y la práctica y concluye que los primeros
principios a los que la razón llega en ambos usos, son evidentes y conocidos por todos, aunque no pueda
decirse lo mismo de las afirmaciones y casos particulares: los de la razón especulativa son verdaderos
aunque no todos los conozcan, sin embargo en la razón práctica cuando ya se llega a los casos
particulares, puesto que esta se ocupa de lo contingente, de lo que puede ser de muchas maneras, y no
de lo necesario ( que no puede ser de otro modo), que sí es objeto de la razón especulativa, no todos
coinciden en lo que es correcto.
Inmutable: pues la naturaleza humana no cambia, la ley natural es esencialmente la misma.
Evidente: Clara para todo el mundo. Ya que ha de ser el principio orientador de la vida del
hombre ha de ser fácilmente cognoscible para todos.
Santo Tomás pretende dar a la Ética el tratamiento y el rigor de una ciencia, como lo hiciera
Aristóteles, si bien no sería una ciencia demostrativa llevada a cabo por la razón especulativa, sino una
ciencia práctica basada en el uso práctico de la razón.
7.- LA POLÍTICA
Adoptó la estructura general de la doctrina aristotélica; pero modificó o complementó su
aristotelismo de acuerdo con las exigencias de la fecristiana.
Aristótelessuponía que el Estado satisfacía, o podía satisfacer idealmente, todas lasnecesidades
de los hombres. Pero santo Tomás no podía sostener eso, dado que élcreía que el fin del hombre es un fin
sobrenatural y sólo puede conseguirse plenamente en la vida futura y que es la Iglesia, y no el Estado,la
que atiende primordialmente dicho fin. Eso significaba que un problema que no fue ni pudo sertratado
por Aristóteles, el problema de las relaciones entre Iglesia y Estado, tenía queser abordado por santo
Tomás.
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LA NATURALEZA SOCIAL DEL HOMBRE
El Estado es para santo Tomás, como para Aristóteles, una institución natural fundamentada en la
naturaleza del hombre: toda criatura tiene su propio fin, y mientras algunas criaturas alcanzan su fin de
un modo natural, necesario e instintivo, el hombre ha de ser guiado por su razón para conseguirlo. Pero el
hombre no es un individuo aislado que pueda alcanzar su fin simplemente como un individuo, mediante la
utilización de su propia razón individual; el hombre es, por naturaleza, un ser social o político, nacido para
vivir en comunidad con otros hombres. De hecho, el hombre necesita de la sociedad más de lo que la
necesitan otros animales. Porque, mientras que la naturaleza ha proporcionado a los animales, vestido,
medios de defensa, etc., ha dejado al hombre desprovisto de ellos, en una condición en la que hade
proveer por sí mismo mediante el uso de su razón, y eso sólo lo puede hacer cooperando con otros
hombres. El signo más evidente de la naturaleza social del hombre es su facultad de expresar sus ideas a
otros hombres por medio del lenguaje. Otros animales pueden expresar sus sentimientos mediante signos
muy generales, pero el hombre puede expresar sus conceptos de un modo completo. Eso pone de
manifiesto que el hombre está naturalmente adaptado a la sociedad, más que cualquier otro animal. La
sociedad es, pues, natural al hombre.
EL ESTADO
El estado no es una creación al servicio del egoísmo humano, hay una inclinación natural del
hombre hacia la sociedad. El Estado se encuentra prefiguradoen la naturaleza humana, y, como la
naturaleza humana ha sido creada por Dios, el Estado es querido por Dios. De ahí se sigue la importante
consecuencia de que el Estado es una institución por derecho propio, con un fin propio y una esfera
propia. El Estado es una «sociedad perfecta», es decir, iene a su disposición todos los medios necesarios
para la consecución de su propio fin, el bien común de los ciudadanos. La consecución del bien común
exige en primer lugar la paz dentro del Estado, entre los ciudadanos; en segundo lugar, la dirección
unificada de las actividades de los ciudadanos ad bene agendum; en tercer lugar, que se provea
adecuadamente a las necesidades de la vida; y el gobierno del Estado se instituye para asegurar esas
condiciones necesarias para el bien común. También es necesario para el bien común que se ténganlos
medios para hacer frente a los obstáculos para la buena vida: el peligro de los enemigos de fuera y los
crímenes en el interior del Estado, para ello se dispondrá de las fuerzas armadas y el sistema judicial.
EL GOBIERNO
Del mismo modo que la sociedad es natural, también lo es el gobierno. Lo mismo que los cuerpos
de los hombres y de los animales se desintegran cuando el principio que les dirige y unifica (el alma) les ha
abandonado, así la sociedad humana tiende a disgregarse, dada la multitud de seres humanos y las
preocupaciones egoístas de éstos, a menos que haya alguien que se encargue de pensar en el bien común
y de dirigir las actividades de los individuos con vistas a ese bien común. Dondequiera que haya una
multitud de criaturas con un bien común a alcanzar, debe haber algún poder común dirigente. La
soberanía viene al gobernante desde Dios por la vía del pueblo…el gobernante no posee su soberanía sino
para el bien de todo el pueblo, y no para su bien privado, y, si abusa de su poder, se convierte en un
tirano. La deposición del tirano es legítima.
Si la sociedad y el gobierno humanos son naturales, están prefigurados en la naturaleza humana,
se sigue que tienen justificada en Dios su autoridad, puesto quela naturaleza humana ha sido creada por
Dios. Al crear al hombre, Dios quiso la sociedad humana y el gobierno político, y no tenemos derecho a
decir que el Estado sea simplemente el resultado del pecado. Si nadie obrase mal, algunas actividades e
instituciones del Estado se harían innecesarias; pero incluso en el estado de inocencia, si se hubiese
mantenido, debería haber habido una autoridad que se cuidara del bien común.
ESTADO E IGLESIA
El fin de la Iglesia, un fin sobrenatural, es más elevado que el del Estado, de modo que la Iglesia es
una sociedad superior al Estado, el cual debe subordinarse a la Iglesia en asuntos referentes a la vida
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sobrenatural; pero eso no altera el hecho de que el Estado es una «sociedad perfecta», autónoma dentro
de su esfera propia.
Santo Tomás declara que el fin de la sociedad es la vida buena, y que la vida buena es una vida
según la virtud, de modo que el fin de la sociedad humana es la vida virtuosa. A continuación observa que
el fin último del hombre no es vivir virtuosamente, sino vivir virtuosamente para llegar a gozar de Dios, el
rey tiene en sus manos la dirección de los asuntos humanos y terrenales. Al rey le corresponde procurar la
vida buena de sus súbditos con atención al logro de la beatitud eterna: «debe ordenar aquellas cosas que
conducen a la beatitud celestial y prohibir, en la medida de lo posible, las contrarias». Santo Tomás no
dice que el hombre tenga dos fines últimos, un fin temporal del que se cuida el Estado, y un fin
sobrenatural, eterno, del que se cuida la Iglesia; lo que dice es que el hombre tiene un fin último, un fin
sobrenatural, y que es tarea del monarca, en su dirección de los asuntos terrenales, facilitar el logro de
aquel fin. Esto significa queel Estado es, en muy importante medida, un asistente de la Iglesia.
En realidad, la opinión del aquinatense en cuanto a la relación entre la Iglesia y elEstado es
semejante a su opinión sobre la relación entre la fe y la razón. La razónposee su propio campo, pero no
por ello deja la filosofía de ser inferior a la teología.Semejantemente, el Estado tiene su esfera propia,
pero no por ello deja de ser, enplenitud de sentido, un sirviente de la Iglesia.
El aristotelismode santo Tomás permitió a éste presentar el Estado como una sociedad perfecta, perosu
cristianismo, su convicción de que el hombre no tiene más que un fin último, le lleva a no cnsiderar al
Estado como una sociedadabsolutamente autónoma.
RELACIÓN DEL INDIVIDUO Y EL ESTADO
En la Summa Theologica11, santo Tomás observa que, puesto quela parte se ordena al todo
como lo que es imperfecto a lo perfecto, y puesto que el individuo es una parte de la sociedad perfecta,
es necesario que la ley tenga su mira en la felicidad común. Pero santo Tomás no lleva esta subordinación
al extremo e insiste también en que quien busca el bien común de la multitud busca igualmente su
propio bien, puesto que el propio bien no puede conseguirse a menos que se consiga el bien común y la
recta razón juzga que el bien común es mejor que el bien del individuo. Pero el fin último del hombre
está fuera de la esfera del Estado. El hombre no es simplemente un miembro del Estado, y, en realidad, la
cosa más importante para él es su vocación sobrenatural.
LA LEY
Hay cuatro clases de ley: la ley eterna, la ley natural, la ley divina positiva y la ley humana positiva.
La ley divina positiva es la ley de Dios tal como ha sido positivamente revelada y la ley del Estado es la ley
humana positiva. Ahora bien, la función del legislador humano es primordialmente aplicar la ley natural y
apoyar la ley mediante sanciones, Es decir, la de definir o hacer explícita la ley natural, aplicarla a los
casos particulares y hacerla efectiva. De ahí se sigue que la ley humana positiva se deriva de la ley natural,
y que una ley humana solamente es verdadera ley en la medida en que se derive de la ley natural. El
gobernante no tiene derecho a promulgar leyes que vayan contra la ley natural (o, por supuesto, la divina)
o sean incompatibles con la misma; su poder legislativo deriva en última instancia de Dios, ya que toda
autoridad procede de Dios, y él es responsable del uso que haga de ese poder: él mismo está sometido a
la ley natural y no tiene derecho a transgredirla ni a ordenar a sus súbditos que hagan algo incompatible
con aquélla. Las leyes humanas justas obligan en conciencia en virtud de la ley eterna de la que
últimamente derivan; pero las leyes injustas no obligan en conciencia. En cuanto a las leyes que sean
contrarias a la ley divina, nunca es lícito obedecerlas, puesto que debemos obedecer a Dios antes que a
los hombres.
LAS FORMAS DE GOBIERNO
En cuanto a la clasificación de las formas de gobierno, santo Tomás sigue a Aristóteles. Hay tres
tipos de gobierno bueno (la democracia observante de la ley, la aristocracia y la monarquía) y tres malas
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formas de gobierno (la democracia demagógica e irresponsable, la oligarquía y la tiranía); la tiranía es la
peor de las formas malas, y la monarquía es la mejor de las formas buenas. La monarquía proporciona
una unidad más estricta y conduce más a la paz que las otras formas; además, es más «natural» pues es
análoga al gobierno de la razón sobre las demás funciones del alma y al del corazón sobre los otros
miembros del cuerpo.
Pero no es fácil que se consiga el ideal de que el mejor hombre sea el monarca, y, en la práctica, la mejor
constitución es, una constitución mixta, en la que el poder del monarca sea moderado por el de los
magistrados elegidos por el pueblo. En otras palabras, en términos modernos, santo Tomás era partidario
de la monarquía limitada o constitucional, aunque no considera que ninguna forma particular de gobierno
honrado sea ordenada por Dios: lo importante no es la precisa forma de gobierno, sino la promoción del
bien público, y aunque en la práctica la forma de gobierno constituya una consideración importante, es en
su relación al bien público en donde radica su importancia.
RESUMEN
En conclusión, podemos observar que la teoría política de santo Tomás es una parte integrante de
su total sistema filosófico. Dios es el supremo Señor y Gobernante del universo, Dios dirige a las criaturas
racionales a su fin de una manera racional, mediante actos cuya adecuación y rectitud son mostradas por
la razón. El derecho de cualquier criatura a dirigir a otra, sea el derecho del padre de familia sobre los
miembros de ésta, o el del soberano sobre sus súbditos, se basa en la razón y debe ser ejercitado según la
razón: como todo poder y autoridad, deriva de Dios, y es concedido con un propósito especial, ninguna
criatura racional tiene derecho a ejercer una autoridad ilimitada, caprichosa o arbitraria, sobre ninguna
otra criatura racional. La ley se define, pues, como «una ordenación de la razón para el bien común,
hecha y promulgada por quien tiene el cuidado de la comunidad». El soberano ocupa un lugar natural en
la jerarquía total del universo, y su autoridad debe ser ejercida como una parte del esquema general por
el que es dirigido el universo.
El soberano tiene sus deberes, y los súbditos tienen los suyos: la «justicia legal», que debe existir
tanto en el soberano como en los súbditos, dirige todos los actos virtuosos hacia el bien común; pero esos
deberes han de verse a la luz de la relación de medios a fin, que vale en toda la creación. Como el hombre
es un ser social, la sociedad política es necesaria para que su naturaleza pueda cumplirse; perola vocación
del hombre a vivir en una sociedad política debe ser vista, a su vez, a la luz del fin último para el que el
hombre ha sido creado. Entre el fin sobrenatural y el fin natural del hombre debe haber la debida
armonía, y la debida subordinación del segundo al primero; de modo que el hombre debe preferir a
cualquier otra cosa la consecución de su fin último, y si el soberano le ordena obrar de una manera
incompatible con la consecución del fin último, debe desobedecer al soberano.
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